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«Todas las emociones son necesarias y tienen que ser escuchadas»
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«Todas las emociones son necesarias y tienen que ser escuchadas»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 17 febrero, 2022 Emociones, Empatía, Entrevistas

Por Susana Lladó

La psicóloga de nuestro centro Núria León nos explica en esta entrevista por qué es tan importante para nuestra salud mental y bienestar social aprender a identificar las emociones que sentimos y expresarlas con normalidad; un aprendizaje que debería adquirirse en la infancia y que determina nuestra inteligencia emocional. 

¿Los niños entienden las emociones igual que los adultos?

Los niños, al igual que los adultos, no solo sienten emociones, sino que también pueden experimentar emociones intensas, se pueden sentir abrumados por ellas y les puede costar gestionarlas, como a nosotros. En su caso, no obstante, les es más difícil entender conceptos abstractos, comprender las diferencias y matices entre los diferentes tipos de emociones. Por esto es importante ayudarles a comprender, explicándoselo, el mundo emocional; así como fomentar que expresen lo que sienten.

 

¿Su manera de expresar las emociones es diferente a la de los adultos?

Sí. Los niños más pequeños, sobre todo, no utilizan tanto las palabras: expresan más sus emociones con la conducta, con el lenguaje no verbal, la mirada, la expresión facial, las posturas corporales, los gestos, etc. Por lo tanto, los adultos tenemos que estar atentos a estas manifestaciones e intentar descifrar lo que están expresando con ellas. Posteriormente, a medida que los niños van creciendo, van desarrollando la capacidad de verbalizar mejor lo que sienten utilizando más las palabras. En cualquier caso, es fundamental enseñarles a que esta expresión emocional la hagan de manera saludable y positiva para que se desarrollen con un buen equilibrio mental.

 

¿Qué consecuencias tiene para un niño no aprender a expresar sus emociones?

Actualmente, sabemos que los niños que tienen que reprimir o bloquear lo que sienten por vivir situaciones complejas de abuso, maltrato, etc., en un futuro pueden desarrollar problemas que les afecten el resto de sus vidas. En cambio, cuando un niño es capaz de hablar con sus padres sobre cómo se siente, esto le aporta seguridad porque se siente atendido y escuchado. El niño aprenderá a abrirse y a expresarse emocionalmente de una manera libre y saludable, lo cual contribuirá a la construcción de una buena autoestima, adquirirá habilidades sociales y se sentirá más motivado y capacitado a la hora de integrarse en las diversas situaciones que se le vayan presentando en la vida.

No hay emociones buenas y malas: hay emociones agradables y desagradables. Todas ellas tienen una función adaptativa, guían y organizan la conducta. Por esto es fundamental naturalizarlas.

Sin embargo, nuestra sociedad suele penalizar la expresión de las emociones; sobre todo, de las negativas

Sí, aunque cada vez menos. Pero es cierto que, como sociedad, todavía emitimos mensajes que transmiten la idea de que sentir emociones desagradables está mal. Seguimos diciendo frases como “No llores”, “No te pongas así” o “No te enfades”. Este tipo de mensajes no promueven la salud de las personas ni, por lo tanto, una sociedad saludable. Hay que normalizar las emociones: el hecho de que uno sienta y de que los demás también sientan.

 

¿Cómo se ayuda a un niño a reconocer sus propias emociones?

Como he comentado antes, los niños más pequeños no saben expresarlas bien con palabras, pero lo hacen a través del llanto, los golpes, rabietas, enfados, etc. Y también pueden estar expresándolas con problemas de sueño, haciéndose pipí o con un aumento de sus miedos, por ejemplo. Entonces, lo primero que debemos hacer es ayudarles a que puedan reconocer lo que les pasa y a que vayan poniéndole nombre a esas emociones, que las describan. Después, hay que ayudarles a que las acepten de una manera positiva. Y el entorno más adecuado para hacerlo es el de la familia.

 

¿Qué debería ocurrir en un entorno familiar emocionalmente saludable?

Los padres deberían dar ejemplo hablando con naturalidad de sus emociones con los hijos porque los niños observan a sus padres, son su modelo. Si ven que ellos expresan con calma lo que sienten, este comportamiento será su referente. Cuando un padre o una madre expresa con normalidad que ha tenido un día estupendo o un mal día en el trabajo, el niño aprende que todos las emociones son normales y que se pueden gestionar bien. En cambio, si los padres reprimen lo que sienten, se les sigue quedando dentro de alguna manera, y los niños lo detectan. Los padres, tutores y todos los adultos en general tenemos que ser un referente para que vayan desarrollando su inteligencia emocional, sin practicar juegos de poder, tener conductas manipuladoras o maltratadoras. Esta es la manera de fomentar un entorno sano de comunicación asertiva. Debemos normalizar las emociones porque son humanas y tienen una función.

Cuando un niño aprende que hay grados en las emociones, aprende a diferenciarlas. Esto le permite ser más consciente de sí mismo, expresar mejor lo que siente y aprender también a aceptar las emociones de los demás.

No hay emociones buenas y malas

No hay emociones buenas y malas: hay emociones agradables y desagradables. Todas ellas tienen una función adaptativa, guían y organizan la conducta. Por esto es fundamental naturalizarlas. Todas las emociones   ̶ tanto las que sienten los niños como las que sentimos los adultos ̶   son necesarias y tienen que ser escuchadas. Por otro lado, también es imprescindible enseñarles a los niños que hay grados en las emociones.

 

¿Por qué es tan importante?

Cuando un niño aprende que hay grados en las emociones, aprende a diferenciarlas. Esto le permite ser más consciente de sí mismo, expresar mejor lo que siente y aprender también a aceptar las emociones de los demás. Un niño muy pequeño quizá solo sepa decir “estoy bien” o “estoy mal”, que son categorías muy generales. Pero es bueno que, poco a poco, aprenda a distinguir los matices dentro de las categorías generales, la riqueza de las emociones. No es lo mismo decir que uno está triste que decir que uno siente nostalgia, por ejemplo. Todo este aprendizaje repercute en la inteligencia emocional.

 

Ahondemos un poco más en este punto

Dado que la expresión saludable de las emociones contribuye a organizar nuestra conducta, repercute también en cómo nos comunicamos. Como comentamos en una entrevista anterior sobre la agresividad, durante sus primeros años, los niños pueden expresar la frustración con rabietas o utilizar las pataletas para intentar conseguir lo que quieren. Este comportamiento no es grave, no debe preocupar a los padres porque con el tiempo el niño aprenderá a gestionar su frustración de una manera distinta. Lo importante es que cuando se dan estos episodios, los padres reaccionen con calma a su intensidad y no cedan a sus peticiones. Aunque el niño no entienda que no se le dé lo que quiere, sí percibirá la aceptación del progenitor a través de su calma y la escucha. Percibirá que le está proporcionando un espacio seguro. Esto es lo que le va a ayudar.

La inteligencia emocional incluye la empatía, la autorregulación, la expresión de los sentimientos, el control de nuestro carácter, la capacidad de adaptación, la persistencia, la automotivación, las habilidades sociales, la tolerancia a la frustración, la capacidad de ser flexible, etc. Todas estas habilidades no se miden con un test de CI, es mucho más complejo.

Hablemos de las emociones en las aulas de los colegios

En el aula, los profesores también deberían fomentar ese espacio de expresión de las emociones. Sobre todo, hay que tener en cuenta, por ejemplo, que los niños que tienen dificultades de aprendizaje o de atención, también suelen tener más dificultades de adaptación y para abrirse emocionalmente o desarrollar la inteligencia emocional. Además, suelen compararse mucho con los demás porque notan que no encajan, por lo que, normalmente, su autoestima es baja.

 

Has mencionado la inteligencia emocional en varias ocasiones. ¿Se nos ha olvidado su importancia?

En general, se habla mucho del coeficiente intelectual y poco de la inteligencia emocional, como si el único indicador de la inteligencia fuera el CI o el nivel de conocimientos adquiridos. Sin embargo, la inteligencia emocional es imprescindible para disfrutar de una buena vida y desarrollarnos plenamente como personas.  ¡Necesitamos aprender a ser inteligentes con nuestras emociones! Y esto se aprende en la infancia. La inteligencia emocional nos permite desarrollar las habilidades necesarias para descifrar lo que nos ocurre, lo que sentimos; gestionar en el día a día los obstáculos y superar retos, y vivir de una manera más satisfactoria con nosotros mismos y con los demás estableciendo mejores relaciones.  La inteligencia emocional incluye la empatía, la autorregulación, la expresión de los sentimientos, el control de nuestro carácter, la capacidad de adaptación, la persistencia, la automotivación, las habilidades sociales, la tolerancia a la frustración, la capacidad de ser flexible, etc. Todas estas habilidades no se miden con un test de CI, es mucho más complejo.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Un estudio revela cuál es la mejor vía para pedir un favor
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Un estudio revela cuál es la mejor vía para pedir un favor

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 4 enero, 2022 Actualidad

¿Te has preguntado alguna vez cuál es la mejor vía para pedir un favor? Según dos estudios que se han realizado para averiguarlo, la mayoría de nosotros ni se lo ha planteado. Y cuando se les hizo la pregunta a los participantes de la investigación, respondieron que suponían que tan efectivo debe ser pedir un favor por correo electrónico o por un canal de vídeo como en persona, y que el canal menos efectivo, probablemente, debía ser un canal de tan solo audio. La investigación ha mostrado que los participantes se equivocaban.

Se han hecho muchos estudios sobre la comunicación digital versus la personal o cara a cara. Pero, hasta ahora, ninguno había explorado en detalle si la comunicación digital afecta a la voluntad de las personas de ayudarse entre sí. Antes, cuando queríamos pedirle un favor a un compañero de trabajo, nos acercábamos hasta su mesa y se lo pedíamos personalmente. Y si necesitábamos la ayuda de un amigo, quedábamos con él para comer o tomar un café. Actualmente, lo habitual es enviar un correo electrónico o un WhatsApp, o hacer una videollamada porque creemos que la comunicación digital es la más eficiente. En casos excepcionales, realizamos una llamada telefónica tradicional, y en casos todavía más excepcionales, quedamos con la persona para pedirle el favor en persona.

Los resultados de la investigación

Sin embargo, dos estudios de comportamiento realizados con más de 400 participantes de Estados Unidos y Canadá demuestran que subestimamos el valor de la comunicación presencial; al menos, a la hora de pedir un favor.

En el primer estudio, cada participante le pidió a cinco amigos que le hicieran el favor de revisar un texto de una página. Los investigadores asignaron aleatoriamente a los participantes la vía por la que debían realizar esta solicitud. Algunas de las peticiones se hicieron en persona y otras por vía digital: a través de un canal de video sincrónico como Zoom, un mensaje de video asincrónico, un canal de audio sincrónico como una llamada telefónica, un mensaje de voz asincrónico o un canal de solo texto, como el correo electrónico. Los investigadores querían saber si el factor clave que determinaría la respuesta sería el hecho de que la solicitud se hubiera hecho en tiempo real, que la comunicación hubiera sido visual o que hubiera sido en persona. Al medir cuántas personas de cada grupo aceptaron realizar la tarea de revisión, los resultados fueron contundentes: cuatro de cada cinco (80 %) de las personas a las que se les había pedido el favor cara a cara aceptaron realizar la tarea. En cambio, solamente el 48 % de las personas a las que se les pidió la revisión por cualquier tipo de canal de vídeo o audio aceptaron realizarla. El estudio mostró que si queremos pedir un favor, la comunicación en persona es un 67 % más efectiva para lograr el sí que cualquier forma de comunicación en vídeo o audio.

Un estudio revela cuál es la mejor vía para pedir un favor

El canal digital más efectivo para pedir un favor

A los investigadores les sorprendió que en este primer estudio no se apreciaran diferencias significativas en la efectividad de los distintos canales de comunicación digital, de modo que realizaron una segunda investigación focalizada en este aspecto. Lo que hallaron es que los canales de comunicación de video y audio eran significativamente más efectivos que el correo electrónico (texto). Solo el 30 % de las personas a las que se les pidió que realizaran la revisión del texto por correo electrónico aceptaron hacerlo, en comparación con el 55 % de las personas a las que se les preguntó por video o audio. Es decir, las solicitudes por video o audio parecen ser un 86 % más efectivas que las solicitudes por correo electrónico.

 

En resumen, aunque la mayoría de nosotros creemos que es indiferente utilizar una vía de comunicación u otra, al pedir un favor, hay muchas más probabilidades de que nos digan que sí cuando realizamos la petición en persona que cuando la realizamos a través de un canal de comunicación digital. Si no nos queda más opción que pedir el favor digitalmente, la vía menos efectiva es el correo electrónico, probablemente, porque es menos incómodo negarse por escrito a hacer un favor.

Otras fuentes:

Harvard Business Review

«Es fundamental que los padres sepan identificar en qué estilo de crianza están educando a sus hijos»
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«Es fundamental que los padres sepan identificar en qué estilo de crianza están educando a sus hijos»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 28 diciembre, 2021 Aprendizaje, Autoestima, Emociones, Entrevistas, Estilos de crianza, Relación padres-hijos

Por Susana Lladó

El estilo de crianza condiciona la vida de un niño. En esta entrevista, la psicóloga de nuestro centro Núria León nos explica cuáles son los diferentes estilos de crianza para que los padres puedan identificar en cuál de ellos están educando a sus hijos y, si es el caso, adoptar el que contribuya a un desarrollo más saludable del niño.

Empecemos por definir a qué nos referimos cuándo hablamos de estilos de crianza

El estilo de crianza hace referencia a la manera que tienen los padres de responder a las emociones de los hijos, así como al conjunto de actitudes y comportamientos que tienen ante sus respuestas. También incluye el conjunto de normas y valores, y cómo los padres van manejando y resolviendo los diferentes conflictos que se presentan.

 

¿Por qué es importante poder identificar el estilo de crianza?

Los padres tienen mucha influencia en la conducta y en el desarrollo general de los hijos. De hecho, aunque hay varios factores que afectan a la educación de un niño, el estilo de crianza es el pilar más importante en su futura evolución. Las investigaciones actuales también nos dicen que, desde edades muy tempranas, el estilo de crianza puede afectar a su desarrollo socioafectivo, tanto durante su niñez y adolescencia como en la edad adulta; es decir, al desarrollo de sus habilidades para crecer como persona y como ser social.

 

¿Del estilo de crianza depende el aprendizaje de la gestión de nuestras emociones?

Sí, también. El estilo de crianza repercute en cómo aprendemos a gestionar y controlar las emociones. Si es el adecuado, aprenderemos a ser asertivos, a tener en cuenta a los demás, tendremos una buena autoestima, adquiriremos habilidades sociales y aprenderemos a vivir en sociedad de una forma sana y positiva.

 

¿Con qué criterio se categorizan los estilos de crianza?

A la hora de clasificar estilos de crianza, partimos de dos factores: el primero es la sensibilidad o el grado de interés de los padres hacia las emociones del hijo y sus necesidades, si las tienen en cuenta y las atienden, si son cariñosos y se ocupan de su cuidado. El segundo factor es el nivel de exigencia y control. En función de en qué medida se den estos dos factores, tendremos un estilo de crianza u otro.

Los padres que utilizan el estilo de crianza autoritario buscan tener un control sobre el hijo y que este sea el que se adapte siempre a sus estándares. No hay afecto ni comunicación, se concentran en el comportamiento negativo, en el castigo

¿Es una clasificación rígida?

Aunque hay excepciones, lo habitual es que en una familia se puedan dar y mezclar diferentes estilos de crianza dependiendo del momento y las circunstancias. La utilidad de la clasificación reside en que nos permite saber si deberíamos utilizar más una que otra para mejorar así la educación de los hijos.  Además, hay que tener en cuenta que la crianza es bidireccional: los padres afectan a los hijos, y estos a los padres.

 

¿Cuántos estilos de crianza hay?

Fundamentalmente, tres. Aunque, recientemente, se ha añadido uno más.

 

¿Cuál es el primero?

El autoritario. Se caracteriza por un régimen muy estricto, en el que los padres valoran la obediencia y utilizan la disciplina basada en las órdenes y el castigo. Intentan imponer sus normas de manera inflexible sin tener en cuenta las necesidades y emociones del hijo. En estos casos, la firmeza es lo que predomina, y el interés hacia los intereses y emociones del niño es bajo o nulo. Es el caso de los padres que dicen «Esto se hace así porque lo digo yo», sin darle la oportunidad al niño de expresarse y, mucho menos, de negociar.

Los hijos que crecen en un estilo de crianza permisivo suelen ser muy egocéntricos y no saben manejar la frustración. De mayores, debido a esto, pueden tener comportamientos autodestructivos y, sobre todo, de adaptación social

¿Cómo influye en un niño la crianza autoritaria?

Le puede crear muchos problemas. La crianza autoritaria construye un ambiente inseguro y de miedo que hace que el niño viva en estado de alerta. Por otro lado, se crea una gran distancia entre padres e hijos. El niño no tendrá una buena autoestima y esta educación autoritaria repercutirá en su autonomía personal. Estos hijos suelen ser niños descontentos y reservados. Durante la adolescencia, por ejemplo, no les explicarán sus problemas a los progenitores, y se pueden mostrar rebeldes.

Los padres que utilizan el estilo de crianza autoritario buscan tener un control sobre el hijo y que este sea el que se adapte siempre a sus estándares. No hay afecto ni comunicación, se concentran en el comportamiento negativo, en el castigo. En muchos casos también se fomenta la agresividad.

 

¿Cuál es el segundo estilo de crianza?

El permisivo. Es el opuesto al que acabamos de ver. La firmeza y la exigencia son inexistentes, y la sensibilidad y el interés hacia el hijo son excesivamente altos. Son padres que se lo quieren dar todo a sus hijos, su objetivo es contentarles y evitar que estos se decepcionen; por lo que siempre tratan de adaptarse a ellos y nunca ponen normas ni los castigan, sin tener en cuenta que un niño necesita límites y aprender que hay que ponerles límites a los demás. Son familias en las que es el hijo el que tiene el control, pero estos niños tienen muy poco control sobre su propia conducta y no aprenden a respetar las figuras de autoridad.

 

Todo esto no educa

No, porque el niño debe aprender a tolerar las emociones negativas, a que no siempre puede salirse con la suya.  Los hijos que crecen en un estilo de crianza permisivo suelen ser muy egocéntricos y no saben manejar la frustración. De mayores, debido a esto, pueden tener comportamientos autodestructivos y, sobre todo, de adaptación social.

El estilo de crianza democrático no solo fomenta la asertividad, crea el espacio para practicarla, para aprender a negociar en la vida y saber cómo resolver conflictos en la vida adulta; lo cual es absolutamente necesario para poder tener una vida satisfactoria

¿Y el tercer estilo de crianza?

Es el democrático, y es el mejor de los tres. En este estilo de crianza hay un equilibrio entre la sensibilidad hacia las emociones y necesidades del niño, y la exigencia o firmeza que debe estar presente en la educación de los hijos. Son padres amorosos, que escuchan a sus hijos, favorecen el diálogo y validan las emociones del niño, pero se muestran firmes en lo que deben ser firmes. Si le dicen a su hijo que no puede hacer una cosa, le explicarán por qué no es bueno para él hacerla. Si el hijo les hace una demanda, lo escucharán y fomentarán la negociación. En resumen, los padres establecen normas y ponen límites con coherencia y lógica, pero también reconocen las necesidades de los hijos, y se fomenta el apoyo, la calidez y la independencia del hijo. La relación entre padres e hijos es respetuosa. Los padres exigen cosas a sus hijos, pero de manera razonable. Este estilo de crianza propicia una autoestima sana y que el niño desarrolle las habilidades necesarias para afrontar cualquier obstáculo.

 

Esta forma de educarles les enseñará también cómo vivir en sociedad

Claro. Así es cómo aprenderán habilidades sociales, a no ser agresivos, a ser asertivos, a tener autocontrol y a ser cooperativos. Incluso serán más creativos. Todas estas herramientas son imprescindibles para su futuro, para la vida en pareja, las relaciones laborales, etc. El estilo de crianza democrático no solo fomenta la asertividad, crea el espacio para practicarla, para aprender a negociar en la vida y saber cómo resolver conflictos en la vida adulta; lo cual es absolutamente necesario para poder tener una vida satisfactoria. De hecho, es el único estilo de crianza bidireccional: los padres afectan al hijo y el hijo a los padres. Gracias a la comunicación y a la negociación, ganan todos.

 

¿Y el cuarto estilo de crianza?

Es el negligente. Como indica la palabra, en estas familias, los padres no están. Hay una ausencia de disciplina y exigencia, per también hay una gran distancia emocional. La relación padres-hijo es casi inexistente.

 

¿Nos puedes poner un ejemplo de crianza negligente?

Cuando, por ejemplo, los padres trabajan todo el día y el niño siempre está solo. Podríamos decir que es el estilo de crianza más perjudicial para un hijo. El niño no aprende normas, crece sin referentes y sin que se recojan sus emociones. Estos padres se centran, básicamente, en sus propias necesidades, abandonando las de los hijos. No hay ningún tipo de dirección ni de relación.

 

¿Y cuando no hay coherencia en la crianza?

La crianza debería ser consistente y estable en el tiempo. Los niños necesitan que haya una coherencia. No puedes decirles a veces una cosa y otras la contraria, porque vas a dejar de ser su referente si actúas así. Para educar democráticamente, que es la mejor forma de criar a un hijo, se requiere coherencia, consistencia e integridad. Y hay que fomentar lo que más esfuerzo requiere, la comunicación, ya que implica explicarle las cosas al niño con paciencia y escucharle, en lugar de imponerlas por decreto. La inconsistencia en el estilo de crianza de los hijos puede generarles agresividad. Los niños lo observan todo. Lo que los padres les dicen debe quedar refrendado por sus acciones.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Edison y Dalí tenían razón sobre cuándo despertarse para impulsar la creatividad
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Edison y Dalí tenían razón sobre cuándo despertarse para impulsar la creatividad

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 16 diciembre, 2021 Creatividad

El estado entre la vigilia y el sueño es un estado ideal para impulsar la creatividad

Hay personas que aseguran dar con las soluciones adecuadas a los problemas en estado de duermevela. Se cuenta, por ejemplo, que el científico y prolífico inventor Thomas Edison solía hacer la siesta en un sillón sosteniendo una bola de acero en una mano. Cuando sus músculos se relajaban al empezar a quedarse dormido, la bola caía al suelo despertándolo. Hacía la siesta de este modo porque en ese estado en el que se despertaba, su mente le proporcionaba ideas creativas para resolver los problemas de sus investigaciones.

El pintor Salvador Dalí también creía que interrumpir el inicio del sueño impulsaba su creatividad. Por eso hacía algo similar a lo que hacía Edison, pero utilizando una llave pesada. Ahora, un grupo de científicos ha repetido este procedimiento en un laboratorio y los resultados de su investigación confirman que ambos tenían razón: el estado entre la vigilia y el sueño es un estado ideal para la resolución de problemas. El estudio se ha publicado hace unos días en la revista Science.

¿En qué momento hay que despertarse?

Aunque anteriormente ya se habían hecho otros estudios que demostraban que pasar por etapas profundas del sueño ayuda a impulsar la creatividad, esta investigación es la primera que ha explorado en detalle en qué periodo del inicio del sueño hay que despertarse para que la mente nos ofrezca este tipo de soluciones.

El periodo de transición al que se refieren los investigadores puede ser tan breve como un minuto. Ocurre justo cuando empezamos a quedarnos dormidos: cuando no estamos del todo despiertos, pero tampoco profundamente dormidos. En este momento es cuando nuestros músculos se relajan y tenemos pensamientos o visiones oníricas (hipnagogia). Se trata de una fase que suele pasarnos desapercibida, a no ser que sea interrumpida.

Las más de cien personas que durante el estudio siguieron el procedimiento de despertarse justo antes del sueño profundo, en la transición entre el sueño y la vigilia, triplicaron sus posibilidades de resolver un problema matemático. El efecto creativo se produjo incluso para las personas que pasaron tan solo 15 segundos en la primera etapa del sueño (en los estudios previos se trabajó pensando que se necesitaban periodos de sueño más largos para ayudar a la resolución de problemas).

En cambio, los participantes que siguieron durmiendo y alcanzaron etapas posteriores del sueño no obtuvieron ningún resultado significativo. Delphine Oudiette, la autora del estudio e investigadora del sueño en el Instituto del Cerebro de París ha explicado que los hallazgos sugieren que hay un punto ideal durante el inicio del sueño que es el punto creativo, «Una pequeña ventana que puede desaparecer si te despiertas demasiado temprano o duermes más tiempo».

El artículo de Science incluye un vídeo de las pruebas. Durante las sesiones se registró la actividad cerebral de los participantes con cascos de electroencefalografía. Esta tecnología mide las ondas eléctricas producidas por las células neuronales. Al margen de los resultados comentados, los investigadores también identificaron un patrón de actividad cerebral relacionado con la fase de impulso de la creatividad: niveles moderados de ondas cerebrales a una frecuencia lenta conocida como alfa, la cual se asocia a la relajación, así como niveles bajos de ondas delta, las cuales son indicativas del sueño profundo.

Edison y Dalí estaban en lo cierto. La investigación, por tanto, seguirá su curso con el fin de seguir estudiando los mecanismos neuronales de resolución creativa de problemas.

«En el ámbito escolar también hay factores que refuerzan la adicción a los videojuegos»
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«En el ámbito escolar también hay factores que refuerzan la adicción a los videojuegos»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 30 noviembre, 2021 Adicción a los videojuegos - Terapia

Por Susana Lladó

Como seres sociales que somos, la pertenencia al grupo siempre ha sido un sentimiento importante para las personas: nos proporciona buenas sensaciones, hace que nos sintamos reconocidos y refuerza nuestra autoestima. Sin embargo, el poder que ejerce la pertenencia al grupo en el contexto actual de digitalización, y de digitalización en la escuela, presenta riesgos para los niños y adolescentes. El psicólogo Luis Elías nos explica cómo actúa este factor en la adicción a los videojuegos.

El sentimiento de pertenencia y las modas digitales están estrechamente vinculados. Si tienen acceso a todos esos vídeos desde pequeños, sus temas de conversación giran en torno a lo que allí ven. Las tendencias actúan como proyecciones de éxito y son un factor de pertenencia o exclusión del grupo.

¿En el ámbito escolar se dan factores que pueden propiciar la adicción a los videojuegos?

Sí, fundamentalmente, hay dos factores que pueden reforzar el consumo de los videojuegos en este ámbito: el sentimiento de pertenencia y la sobreestimulación.

 

Empecemos explicando cómo influye el sentimiento de pertenencia

El sentimiento de pertenencia es un sentimiento que nos condiciona a casi todas las personas, pero a los chicos en edad escolar mucho más. Para ellos es muy importante identificarse con un grupo, que el grupo los acepte. Si en los grupos de amigos se da un extenso y gran consumo de videojuegos, jugar actúa como un nexo entre ellos, un nexo que cohesiona y fortalece ese sentimiento de pertenencia.

 

Si no juegas, quedas excluido del grupo

Sí, y no solo eso. Quedar excluido del grupo por no jugar a videojuegos, tiene consecuencias. Los chavales tienen miedo a la soledad, y a que pueda producirse acoso, ser objeto de burlas, etc. Estamos en un cultura donde todos los valores son muy exteriores, muy estéticos. Lo que importa es la apariencia. En este contexto, la soledad está muy mal vista. Se margina al que no encaja con la forma de actuar de los otros miembros del grupo. Es decir, hay una serie de miedos que confluyen.

Cuando a un niño se le proporcionan estímulos que están muy por encima de lo que puede tolerar su cerebro por edad, su cerebro queda sobreestimulado.

Retrocedamos un poco porque algunos padres se preguntarán si nos referimos a que sus hijos juegan en los centros escolares, en horario escolar

No, el juego se produce en su tiempo libre dentro de la vida escolar, cuando llegan a casa. Hablan entre ellos y se conectan online para jugar juntos. Y es ahí donde refuerzan sus vínculos de grupo a través del juego. Al margen de que casi la totalidad de las conversaciones que mantienen entre ellos en su vida cotidiana versan sobre estos juegos. Lo que sí hay que señalar es que al contexto actual de digitalización hay que sumar el hecho de que las escuelas también se están digitalizando.

 

Ahondemos en este punto

Los niños y adolescentes cada vez tienen más dispositivos a su alcance, y más prematuramente. Yo tengo pacientes que en clase tienen una tablet o un portátil. Ya no toman apuntes y utilizan documentos digitales y libros electrónicos para estudiar. Estamos hablando de niños de 10-14 años. Se les están proporcionando de forma prematura las herramientas que, en mi opinión, todavía no deberían tener y que pueden despertarles el interés por jugar. Teniendo el objeto de acceso en sus manos es muy complicado evitar que hagan un mal uso de él o un uso disfuncional de los dispositivos. Cuando el niño esté aburrido, hará lo que hacemos todos: buscar webs, juegos, etc. Si a esto le sumamos que tienen acceso a Internet y a las redes sociales desde edades muy tempranas, es normal que se sumen a las tendencias que encuentran en Tik-Tok, YouTube, etc. El mensaje que reciben es que son más guays si se asemejan a todo lo que estas plataformas muestran.

 

Es el sentido de pertenencia del que hablábamos

El sentimiento de pertenencia y las modas digitales están estrechamente vinculados. Si tienen acceso a todos esos vídeos desde pequeños, sus temas de conversación giran en torno a lo que allí ven. Las tendencias actúan como proyecciones de éxito y son un factor de pertenencia o exclusión del grupo. La moda o tendencia del momento es la que dirige los grupos. Para una mayor integración en el grupo deben poder hablar del Fortnite, del FIFA o del baile que todos han visto en Tik -Tok desde su propia experiencia, habiéndolo probado o visto. Y el que sabe más del juego o de las tendencias de Tik-Tok es el que lidera el grupo.

Si abandonan las relaciones sociales, empiezan a tener inseguridades y se vuelven más fóbicos, por lo que hay conductas evitativas o rechazo a las relaciones interpersonales en la vida real.

Es un caldo de cultivo

Sí, porque las conversaciones tratan sobre todo esto que ocurre en el universo digital. Lo saludable sería que el vehículo de relación social estuviera fuera de Internet, en el exterior: que quedaran para jugar a juegos físicos en la calle, para practicar deporte, etc.

 

La pandemia no ha ayudado en este sentido

La pandemia ha impulsado lo contrario. A la mala gestión que ya existía de los dispositivos electrónicos -y que los había habituado a una sobreestimulación cerebral- ha habido que sumar la sobreexposición a la que han estado expuestos por estar encerrados tanto tiempo. El consumo de videojuegos se ha disparado, y las adicciones a ellos y a los dispositivos en general, también. En consecuencia, todos estos contenidos ahora están actuando todavía más como un factor de pertenencia al grupo. No es casualidad que el objetivo de muchos niños de 12-14 años sea ganarse la vida como YouTubers. Y no estamos hablando de casos puntuales, el porcentaje es muy alto.

 

¿La mayoría de los padres son conscientes de esta realidad?

No, no lo son.  Por esto es tan importante el trabajo de psicoterapia con ellos, no solo con sus hijos. Deben poder tener toda la información para entender la dimensión del problema y contribuir desde el ámbito familiar a reforzar lo que trabajamos con el niño en las sesiones, tal como expliqué en una entrevista anterior. El niño que necesita jugar a videojuegos, no hace los deberes o lo que se le manda en casa por convencimiento, sino porque sabe que es la única manera de que le dejen jugar. Y es feliz únicamente cuando juega con sus amigos. Todo gira en torno al juego. Y aquí es cuando entramos en la sobreestimulación. Cuando a un niño se le proporcionan estímulos que están muy por encima de lo que puede tolerar su cerebro por edad, su cerebro queda sobreestimulado.

¿Cómo actúa la sobreestimulación en su cerebro?

Hay una correlación entre el estímulo positivo y la dopamina que produce el cerebro. La dopamina es la que proporciona la sensación de placer. Y en un juego hay múltiples estímulos positivos. Cuantos más estímulos, más dopamina segrega el cerebro y, por tanto, más se querrá jugar para obtener toda esa sensación de placer, ya que el cerebro se habitúa a él.

 

Tienen a un clic el placer inmediato

Claro. El niño compara la dureza de la vida no virtual, la cual requiere esfuerzo y en la que las recompensas no son normalmente a corto plazo, con el placer inmediato que obtiene jugando a los videojuegos. Es decir, apretando un botón obtiene ese placer y, además, con sus colegas. En cambio, si no juega, lo que se le presenta es estar solo y en silencio estudiando, esforzándose. Hay que tener en cuenta que el niño no tiene el criterio, las herramientas ni la voluntad de un adulto para escoger adecuadamente. A su edad no piensa, ni puede entender, que debe estudiar para cursar una carrera y proporcionarse en el futuro una cierta vida. La realidad le parece aburrida. Al principio quizá solo sea el colegio, pero, posteriormente, puede ser el trabajo, las relaciones interpersonales, el ámbito familiar, etc. Si abandonan las relaciones sociales, empiezan a tener inseguridades y se vuelven más fóbicos, por lo que hay conductas evitativas o rechazo a las relaciones interpersonales en la vida real. Se han acostumbrado a la vida digital en la que no son juzgados y en la que se les valora por su éxito como jugadores, no por sus valores y cualidades como personas. Por esto les cuesta tanto salir a la realidad e interactuar. En los casos más graves, llega un punto en que no salen de casa para nada: su vida se limita a teletrabajar, hacer la compra online y jugar. Si les gusta hacer deporte, también lo practicarán en casa, sin salir.

En mayo de 2020 reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

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«Los pacientes adultos llegan a terapia con una sintomatología acusada y un historial de sufrimiento importante»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 27 octubre, 2021 El trastorno de lateralidad, El trastorno de lateralidad en adultos, Entrevistas

Por Susana Lladó

Los pacientes adultos con lateralidad cruzada presentan algunas particularidades respecto a los niños y adolescentes. La directora-fundadora del centro, Joëlle Guitart, nos los explica a través del caso de una paciente de 40 años que, además, tenía una hipotonía y un retraso psicomotor acusados.

¿Qué caso va a exponer hoy?

El de una paciente, a la que llamaré Lorena. La visité por primera vez en octubre de 2019 y acaba de finalizar la terapia este mes.

¿Cuáles son las particularidades del caso?

Cuando acudió al centro, tenía 40 años. Vino acompañada por su madre. Era una mujer con una gran falta de confianza en sí misma y muy inhibida. Aunque tenía un buen cociente intelectual, presentaba, entre otros, problemas notables de orientación espacial.

Los problemas de orientación espacial son un síntoma de lateralidad cruzada

Así es. Los problemas relacionados con la capacidad de percepción espacial constituyen uno de los síntomas más habituales en las personas que no tienen bien definida la lateralidad a la izquierda o a la derecha.  No pueden ubicarse bien en el espacio, ni ubicar correctamente las cosas en él. Como consecuencia, tienen dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura y las matemáticas, así como dificultades de movilidad, por ejemplo, porque se desorientan; con todas las implicaciones que esto conlleva.

Necesitamos tener integradas las coordenadas para orientarnos y orientar las letras y los números

Sí, integradas y bien organizadas. De otro modo, no podemos interpretar el significado de las letras y los números, ni orientarnos en la calle, por ejemplo.

Lorena nació prematuramente, a los seis meses. Presentó un retraso psicomotor importante: no aguantó la cabeza hasta los 7 meses y empezó a gatear al año y medio, a andar a los 4 y a hablar a los 4 años y medio.

¿Cómo era la lateralidad de la paciente?

En la escuela la habían obligado a escribir con la derecha, a pesar de que ella lo hacía con la izquierda, por lo que escribía como si fuera diestra, aunque utilizaba la izquierda para todo lo demás. Además, era muy hipotónica. Las personas hipotónicas, al tener un tono muscular muy bajo, son muy patosas.

¿Hay algún dato más destacable en su historial médico o biográfico?

Lorena nació prematuramente, a los seis meses. Presentó un retraso psicomotor importante: no aguantó la cabeza hasta los 7 meses y empezó a gatear al año y medio, a andar a los 4 y a hablar a los 4 años y medio.

Este retraso psicomotor también debió afectar su aprendizaje escolar

Sí, porque el sistema nervioso sigue una jerarquía en su desarrollo. Primero, se adquiere el esquema corporal, después la lateralidad y, en tercer lugar, la organización espacial (y la temporal). Si en la primera etapa del desarrollo motor el esquema corporal no se ha adquirido bien, esto afecta a las dos etapas siguientes.

¿Algún dato más que sea relevante?

Tuvo enuresis nocturna hasta los 9 años y tenía un tic: cuando se sentía infravalorada o muy nerviosa, le picaba la lengua. Era notable su ansiedad. Aunque era sociable, era poco habladora y, a pesar de haber aprobado la teórica, tenía fobia a conducir, a hacer las prácticas para sacarse el permiso debido a sus problemas de orientación espacial.

¿Había tenido algún problema importante de salud?

Era una chica sana, que no había tenido ninguna enfermedad importante ni intervenciones quirúrgicas. Y, a diferencia de otros pacientes con lateralidad cruzada, no tenía problemas de vista ni de audición.

Ha disminuido significativamente su nivel de ansiedad e infravaloración, han mejorado significativamente sus relaciones sociales y, actualmente, ya no vive con su madre. Es una mujer independiente, autónoma, tiene una relación de pareja y una calidad de vida mucho más alta.

¿Había cursado estudios?

Sus problemas de lateralidad le habían impedido rendir académicamente. En aquel momento, estaba intentando cursar un grado medio de Farmacia y preparando unas oposiciones para Correos. También estaba estudiando un curso de informática y yendo a clases para perfeccionar el catalán.

Antes ha mencionado que acudió a la primera visita con su madre, aunque entonces ya tenía 40 años

Sí, era hija única y estaba muy apegada a ella. De hecho, no había tenido ninguna relación sentimental hasta entonces. Esta paciente es un claro ejemplo de cómo la lateralidad puede afectar todas las dimensiones de la persona: cognitiva, social y emocionalmente.

Bien, ¿cuáles fueron los resultados del primer test de lateralidad?

El test mostró los siguientes resultados: lateralidad de la mano: 60 % izquierda y 40 % derecha; lateralidad del ojo, 50 % izquierda y 50 % derecha; lateralidad de la pierna estática, derecha; lateralidad del oído, 60 % izquierda, 40 % derecha; motricidad facial, 55 % izquierda, 45 % derecha, y cervicales, 55 % izquierda, 45 % derecha. Asimismo, presentaba una hipotonía del 85 % en miembros superiores e inferiores.

Había una clara dominancia zurda

Sí, por eso la terapia de lateralidad se enfocó a lateralizarla homolateralmente a la izquierda y a disminuir su hipotonía.

A menudo llegan consultas al centro de personas adultas que no saben si la terapia de lateralidad es efectiva después de la adolescencia

Los pacientes adultos llegan a terapia con una sintomatología acusada y un historial de sufrimiento importante porque han vivido hasta entonces intentando compensar sus déficits a base de esfuerzos constantes en todos los ámbitos de su vida: primero en la escuela y después en la universidad, si no han abandonado antes los estudios; en el ámbito laboral, en sus relaciones familiares, sociales y de pareja, etc. Llegan exhaustos, física y emocionalmente. Sin embargo, son pacientes que tienen una característica que se traduce en una ventaja respecto a los niños y adolescentes: lo han pasado tan mal, que buscan ayuda de una manera muy consciente. Esta actitud redunda muy positivamente en su implicación en la terapia, por lo que el proceso de curación suele ser más rápido que en las personas de menos edad.

¿Ha sido el caso de Lorena?

Sí.  Al margen de que se sintió muy cómoda con su terapeuta desde un inicio, y esto es fundamental en cualquier proceso terapéutico, ha tenido una actitud muy colaboradora y participativa. Lorena hizo la terapia grupal y estableció una buena relación con los otros pacientes de su grupo.

¿Cuáles fueron los resultados del último test de lateralidad antes de darle el alta?

El último test lo realizamos este mismo mes de octubre, tras dos años de terapia. Su lateralidad ha quedado definida a la izquierda en un 90 % y su hipotonía se ha reducido en un 10 %.  Los resultados del test de lateralidad han sido:

– Mano: 90 %, izquierda, 10 %, derecha.

– Ojo: 80 % izquierda, 20 % derecha

– Pierna estática: 70 % izquierda, 30 % derecha.

– Pierna dinámica: 90 % izquierda, 10 % derecha.

– Oído: 75 % izquierda, 25 % derecha

– Motricidad facial: 80 % izquierda, 20 % derecha.

– Cervicales: 80 % izquierda, 20 % derecha.

¿Cómo ha repercutido su curación en los diferentes aspectos de su vida?

Ha conseguido sacarse los estudios de Farmacia y está terminando los de informática. Ha disminuido significativamente su nivel de ansiedad e infravaloración, han mejorado significativamente sus relaciones sociales y, actualmente, ya no vive con su madre. Es una mujer independiente, autónoma, tiene una relación de pareja y una calidad de vida mucho más alta. Su yo mental, emocional y neurofisiológico es mucho más firme.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

En la adicción a los videojuegos hay que identificar los factores de vulnerabilidad
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«En la adicción a los videojuegos hay que identificar los factores de vulnerabilidad»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 11 octubre, 2021 Adicción a los videojuegos - Terapia

Por Susana Lladó

En esta entrevista, el psicólogo de nuestro centro Luis Elías nos explica cómo se trabaja en terapia la adicción a los videojuegos con niños y adolescentes.

Las cifras sobre adicción a los videojuegos son extremadamente altas

Sí. Actualmente, la adicción a los videojuegos es una problemática en expansión. Los terapeutas ya hace años que lo vemos en consulta. Se da una demanda familiar recurrente. Y las adicciones aumentan también respecto al uso de las redes sociales y los dispositivos electrónicos en general. De hecho, un 80 % de los niños y adolescentes que acuden al centro tienen problemas de adicción relacionados con las TIC (las nuevas tecnologías de comunicación e información), independientemente del motivo de consulta inicial.

 

¿Destaca alguna red, dispositivo o tipo de contenidos entre los pacientes con adicción?

Las tablets, Tik Tok y las consolas de videojuegos.

 

Vayamos a la raíz porque, en principio, y de manera general, jugar es una actividad saludable

El juego, en principio, y según su definición, es una actividad consciente y libre que se realiza en la vida ordinaria dentro de unos límites espaciotemporales. Y, aunque se considera que no es seria, absorbe al jugador de manera intensa y completamente. Si atendemos a la definición de videojuegos, tenemos que consiste en un entorno informático que se reproduce sobre una pantalla de juego cuyas reglas han sido previamente programadas.

Se considera adicción porque la persona se comporta igual que en cualquier otra adicción y porque se presentan las mismas consecuencias que en la adicción grave a sustancias, por ejemplo: la tolerancia, la abstinencia, el craving, etc. Es decir, lo único que cambia es el objeto de la adicción.

¿Cómo se pasa del juego ocasional saludable a una adicción?

Según las estadísticas de 2010 de uso y abuso de los videojuegos en Europa, un 95, 25 % de los niños y adolescentes entre 7 y 17 años jugaban a videojuegos. Y el 83 % lo hacía una media de 2 horas diarias. La población infantojuvenil, de los 6 a los 18 años, es la que más juega. En 2010, como decía, un 10 % de ellos presentaba adicción. La adicción se produce cuando uno queda dominado por la afición desmedida a ciertos juegos. Y se considera adicción porque la persona se comporta igual que en cualquier otra adicción y porque se presentan las mismas consecuencias que en la adicción grave a sustancias, por ejemplo: la tolerancia, la abstinencia, el craving, etc. Es decir, lo único que cambia es el objeto de la adicción.

 

Qué es el craving

El craving es el deseo por el consumo, forma parte de las adicciones. Consiste en una urgencia intensa y agobiante por jugar (o consumir, cuando se trata de sustancias) durante la abstinencia, y va asociado a las recaídas, la pérdida de control, etc.

 

¿Cómo se produce el proceso adictivo?

Podemos hablar de fases, tal como explican Koop y Volkow (2010). Primero se inicia una conducta impulsiva y compulsiva de búsqueda de sensaciones que puede estar originada por motivos muy diversos (malestar, etc.). Después, como hay una respuesta o refuerzo positivo a esta conducta porque la sensación al jugar es agradable, aunque sea falsamente agradable, se repite la conducta hasta que hay una pérdida de control.

No se trata de demonizar o estigmatizar la tecnología, sino de entender qué hace que una persona se vuelva adicta a ella

Y, entonces, es cuando aumenta el tiempo de juego

Sí, porque va aumentando la tolerancia. Al aumentar el tiempo de juego, se produce la adicción; con su síndrome de abstinencia y craving. Este es, digamos, el recorrido.

 

Hablemos de las consecuencias

La adicción a los videojuegos produce agresividad y conductas violentas, conductas antisociales, conductas disfuncionales en el ámbito escolar y laboral, la reducción de actividades de ocio más reales, problemas en el ámbito familiar, la preferencia por las relaciones online, la dejación de las responsabilidades familiares, alteraciones del sueño; contribuye a la obesidad infantil, al sentimiento de soledad…Las consecuencias son múltiples.

 

Sin embargo, hay especialistas que recomiendan el uso de los videojuegos para adquirir y desarrollar ciertas habilidades, por ejemplo.

Es cierto, porque los videojuegos también pueden ser útiles para entrenar y desarrollar habilidades como la atención visual, la motricidad fina, la motricidad oculomanual, la coordinación. Incluso pueden tener utilidades terapéuticas para el tratamiento de problemas como las fobias, ya que permiten que el paciente haga una exposición progresiva a aquello que le produce la fobia. Ahora bien, uno puede volverse adicto a un simulador de vuelo, aunque le esté permitiendo entrenar los reflejos, por ejemplo.

El niño, o el adolescente, debe poder entender qué le está pasando y por qué le está pasando. También se le explicará por qué se le van a poner unos límites de tiempo de juego en casa. Y necesita comprender que jugar no es un derecho de nacimiento, es una actividad que debe ganarse con esfuerzo

Por lo tanto, el problema no es la tecnología

No, por eso no se trata de demonizar o estigmatizar la tecnología, sino de entender qué hace que una persona se vuelva adicta a ella.

 

Cómo diferenciáis los terapeutas entre uso y abuso

Trabajamos con diferentes herramientas que miden esa diferencia, pero la abstinencia, la pérdida de control y los conflictos sociales son los parámetros esenciales. En los niños y adolescentes, la pérdida de control sería lo más importante porque todo lo que produce la adicción a los videojuegos en ellos se traduce en respuestas conductuales muy dramáticas.

 

Cómo tratáis la adicción a los videojuegos en niños y adultos

El abordaje terapéutico consiste en una terapia cognitiva-conductual, ya que se ha demostrado que es la más eficaz para la adicción a los videojuegos. Ahora bien, es fundamental realizar paralelamente una terapia familiar y, en los casos más graves y extremos, se trata al paciente también con farmacología.

 

¿Qué función tiene la terapia familiar en la recuperación del paciente?

Para que la terapia con el niño o con el adolescente sea efectiva es fundamental hacer un trabajo de psicoeducación tanto con el paciente como con sus padres, ya que estos se ven desbordados por la situación y sin herramientas para gestionarla: hay que explicarles qué es realmente la adicción a los videojuegos, cuál es la dinámica de esta adicción, qué produce el abuso, en qué consiste un buen uso de los videojuegos, cómo establecer los límites en casa, etc.

Si como terapeuta entiendes cuál es su factor de vulnerabilidad, de dónde viene esa necesidad de consumo, puedes trabajar mucho más y mejor con el paciente porque intervienes desde el origen del problema, no solo desde la conducta adictiva

¿El niño también participa en estas sesiones?

No, se le explica aparte y de una manera y con un lenguaje adaptados a su edad. El niño, o el adolescente, debe poder entender qué le está pasando y por qué le está pasando. También se le explicará por qué se le van a poner unos límites de tiempo de juego en casa. Y necesita comprender que jugar no es un derecho de nacimiento, es una actividad que debe ganarse con esfuerzo, por ejemplo, si realiza otras actividades de ocio no virtuales durante la semana.

 

 ¿Esta es una de las claves?

Claro, el aprendizaje consiste, precisamente, en que aprenda que a través de ese esfuerzo podrá ganarse ese rato controlado y limitado de estar jugando a los videojuegos. Y nunca entre semana. Debe llegar a asociar el interés por otras cosas y los hábitos sanos a poder ganarse esa recompensa. Y aprender el recorrido saludable del esfuerzo-recompensa. Ahora bien, antes de llegar aquí, hay que trabajar toda una serie de cuestiones.

 

Hay una fase previa

Sí, primero esta la fase de contención, que requiere fomentar la comunicación familiar. La terapia cognitivo conductual nos permite trabajar con una serie de estrategias como el autoregistro de las horas dedicadas a jugar (si son niños lo hago con la familia), la toma de conciencia de las consecuencias negativas de la adicción a los videojuegos, el establecimiento de pequeños objetivos semanales que sean realistas, la modificación de creencias irracionales, así como otras técnicas de control de conducta.

 

¿Por ejemplo?

Se le explica al paciente qué hacer en ciertas situaciones o, al menos, se le ayuda a empezar a entender el origen o la razón de esa conducta que está teniendo.

 

Hay estudios que demuestran que cuando el paciente es capaz, de forma voluntaria, de estar tres días sin jugar, se modifican las condiciones relacionadas con el juego y los síntomas de la adicción, los cuales disminuyen en un 75 %. También es fundamental buscar actividades alternativas agradables e interesantes para el paciente, promover otros focos atencionales.

 

¿Hay algún otro aspecto relevante sobre la terapia para la adicción a los videojuegos?

Existen otras técnicas distintas a la terapia cognitivo-conductual que también se han mostrado efectivas para tratar la adicción a los videojuegos, como las actuaciones preventivas, las terapia narrativa, el mindfulness, etc. Como terapeuta, y dependiendo de cada caso y de cada momento, utilizo las técnicas terapéuticas que van a ayudar más al paciente porque, en último término, se trabaja con los factores de vulnerabilidad.

 

¿Cómo ayuda la práctica del mindfulness?

En los adolescentes más mayores y adultos es útil para promover la conciencia del malestar del momento, favorecer la autorregulación, etc.

 

Decías que el terapeuta trabaja con los factores de vulnerabilidad del paciente

Sí, esto es muy importante. Identificar los factores de vulnerabilidad de la persona te ayuda a entender de dónde surgen los factores de la conducta adictiva del paciente. Puede haber falta de motivación, problemas de autocontrol, dificultades con la frustración o las expectativas, problemas sociales o de tipo compulsivo, etc.

Si como terapeuta entiendes cuál es su factor de vulnerabilidad, de dónde viene esa necesidad de consumo, puedes trabajar mucho más y mejor con el paciente porque intervienes desde el origen del problema, no solo desde la conducta adictiva. Entiendes por qué tiene esa tendencia a la adicción y trabajas esta causa y desde esta causa.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Qué es el gaslighting y cómo reconocerlo
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Qué es el ‘gaslighting’ y cómo reconocerlo

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 20 septiembre, 2021 Actualidad, Autoestima, Emociones, Estrés crónico, Gaslighting

El gaslighting puede darse en cualquier tipo de relación, pero, fundamentalmente, se da en las relaciones íntimas y en las laborales. Puede ser ejercido por la pareja, un jefe o un compañero de trabajo. Se trata de una forma de maltrato psicológico o control coercitivo en la que el agresor lleva a cabo una estrategia previamente planificada para hacerle creer a su víctima que está perdiendo el juicio. Así es como lo define Stephanie Sarkis, la doctora, psicoterapeuta y autora del libro Gaslighting: Recognise Manipulative and Emotionally Abusive People – And Break Free.

El nombre de este tipo de abuso está tomado de todo un clásico del thriller psicológico: una antigua película (1944) del gran director George Cukor que en España se tradujo como Luz que agoniza (lo que vendría a ser luz de gas). En el film, el marido (Charles Boyer) de la protagonista (Ingrid Bergman, a quien el papel le valió el Oscar a la mejor Actriz) la va aislando de su entorno y lleva a cabo premeditadamente una serie de acciones para que ella piense que pierde y olvida constantemente cosas. El propósito de él es que empiece a dudar de sus sentidos, de su percepción de la realidad, de su capacidad de razonamiento, de su propia identidad y, en consecuencia, que llegue a creer que ha perdido la cordura.

El fin último de quien ejerce el gaslighting es ganar poder sobre la víctima. Y tal como explica Stephanie Sarkis, la estrategia de estos manipuladores funciona mucho mejor de lo que a priori uno pudiera pensar. «Cualquiera es susceptible a la manipulación psicológica y es una técnica común de abusadores, dictadores, narcisistas y líderes de culto. Se lleva a cabo lentamente, para que la víctima no se dé cuenta de cuánto le han lavado el cerebro», explica en un artículo de Psychology Today.

El ‘gaslighting’ en el ámbito laboral

En el ámbito laboral, el gaslighting también se lleva a cabo de manera muy sutil, por lo que suele ser difícil de probar. Los gaslighters minan la autoestima de la víctima para ejercer poder sobre ella y dominarla a su voluntad, y mezclan críticas con alabanzas porque saben que la confusión debilita a las personas, como señala el profesor de management Eugenio Machiori. Suelen actuar de tal manera que sus acciones quedan ligeramente por debajo del umbral del acoso o la intimidación denunciable. En consecuencia, lo más habitual es que la persona que lo sufre opte finalmente por abandonar el puesto de trabajo, ya que, además, el coste emocional y físico es alto: estrés crónico, ansiedad, depresión, etc.

Un jefe o un compañero puede poner a la víctima en contra de sus compañeros, asignarle tareas que posteriormente se apropia negando habérselas encomendado, asegurar que le ha entregado un informe sin haberlo hecho para poder tacharla de despistada, etc. Y la víctima puede llegar a justificar durante mucho tiempo estos comportamientos con todo tipo de razonamientos que no hacen más que menoscabar su propia autoestima y seguridad.

La única manera de no caer en la dinámica abusiva es ser consciente de lo que está pasando, dejar de dudar de uno mismo, poder analizar lo que sucede, evitar las reuniones a solas, buscar apoyo en personas de confianza del entorno y, si es necesario, de un profesional.

Qué es el gaslighting y cómo reconocerlo

Cuál es el mecanismo de actuación

  • Se da en situaciones de desigualdad en las que el maltratador, que es un ser parasitario y con un gran ego, quiere algo que la víctima puede ofrecerle.
  • El gaslighter inicia la relación con la víctima seduciéndola: la hace sentir en un pedestal para pasar a devaluarla cuando ya está convencido/a de que la víctima ha pasado a ser dependiente.
  • Se aísla paulatinamente a la víctima de su entorno social.
  • Se va minando la autoestima de la víctima mediante el ninguneo y el desprecio de sus virtudes hasta que esta cree que no es merecedora de nada bueno.
  • La víctima entra en un círculo vicioso en el que queda atrapada y su percepción de la realidad se va viendo afectada.
  • El manipulador se las ingenia para poner en evidencia a la víctima en público y que su entorno crea que se ha perdido el juicio o que no es una persona válida, consolidando así su aislamiento social.
  • La víctima se convence de que ha hecho algo mal y que este mal comportamiento es el que provoca las acciones del gaslighter (culpa).
  • El gaslighter miente constantemente, pero es a la víctima a quien acusa de hace trampa (proyección). Si la víctima intenta confrontar al gaslighter con los hechos, este la castigará ignorándola.

Cómo salir de una situación de gaslighting

La mayoría de los gaslighters son narcisistas y mitómanos, por lo que es muy difícil que admitan que deberían buscar ayuda psicológica. Además, necesitan a la víctima para alimentar su narcisismo. De modo que si el gaslighting se produce en una relación de pareja, hay que poner distancia y cortar todo contacto. De lo contrario, la relación puede devenir en una relación violenta. Es importante comprender que estas personas son arrogantes, no sienten empatía y consideran al otro como un objeto cuyo único papel es servir a sus propósitos. Por lo tanto, no pueden establecer vínculos emocionales profundos, ni sentir culpa ni remordimiento, aunque expresen lo contrario y se muestren encantadores para intentar volver a seducir a la víctima.

Otras fuentes:

https://www.vogue.mx/estilo-de-vida/articulo/gaslighting-que-es-y-como-saber-si-pasa-en-la-oficina

Entrevista a una paciente: «Voy a poder dedicarme a lo que siempre había querido»
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Entrevista: «Voy a poder dedicarme a lo que siempre había querido»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 10 septiembre, 2021 Entrevistas

Por Susana Lladó

Raquel inició la terapia de lateralidad en septiembre de 2017, con 21 años, y la finalizó en febrero de este año. Tras visitar con anterioridad a dos especialistas, acudió al centro porque sus problemas de lateralidad le habían impedido terminar los estudios y afectaban su salud emocional, sus relaciones interpersonales y sus expectativas de futuro.

El test completo de lateralidad que le realizamos antes de iniciar la terapia (24/07/2017) mostró un cruce mano-ojo y los siguientes resultados:

  • Lateralidad de la mano: 65 % derecha, 35 % izquierda
  • Lateralidad del ojo: izquierda
  • Lateralidad de la pierna estática: izquierda
  • Lateralidad de la pierna dinámica:  60 % derecha, 40 % izquierda
  • Lateralidad del oído:  45 % derecha, 55 % izquierda
  • Motricidad facial:  55 % derecha, 45 % izquierda
  • Hipotonía: 85%
  • Retención neurofisiológica 39 %.

Durante la terapia se ha lateralizado a Raquel a la derecha,  como diestra.

El último test de lateralidad que se le realizó (14-02-21) mostró los siguientes resultados:

  • Lateralidad de la mano: 90 % derecha, 10 % izquierda
  • Lateralidad del ojo: 60 % derecha, 40 % izquierda
  • Lateralidad de la pierna estática: 65 % derecha, 35 % izquierda
  • Lateralidad de la pierna dinámica:  85 % derecha, 15 % izquierda
  • Lateralidad del oído:  85 % derecha, 15 % izquierda
  • Motricidad facial: 85 % derecha, 15 % izquierda
  • Hipotonía: 30 %
Cuando hacía un examen, me quedaba como en blanco, no sabía qué contestar. No aprobaba ningún examen. Estaba como muy despistada. Me notaba muy rara.

¿Por qué motivos decides iniciar la terapia de lateralidad en nuestro centro?

Cuando estaba cursando Primaria, mi madre me llevó a un psiquiatra infantil porque sabía que “algo pasaba” desde que era un bebé.  Por ejemplo, no empecé a gatear hasta los 16 meses.

 

¿Cuál fue el diagnóstico del psiquiatra al que fuiste?

Me diagnosticó lateralidad cruzada y dislexia.

 

¿Hubo algún avance al hacer terapia con el psiquiatra?

No. Seguía teniendo las mismas dificultades y problemas.

 

¿Qué dificultades y problemas tenías?

Recuerdo que tenía muchas dificultades para entender las cosas, y no solo en el colegio, en general. También me costaba muchísimo concentrarme y, aunque me quedara estudiando toda una tarde, al día siguiente ya no me acordaba de nada. Si me decían algo, tenían que explicármelo muchas veces hasta que conseguía entenderlo. Y cuando hacía un examen, me quedaba como en blanco: no sabía qué contestar. No aprobaba ningún examen. Estaba como muy despistada. Me notaba muy rara.

 

¿Puedes explicar lo que te sucedía con los exámenes?

Leía una pregunta y no sabía lo que se me estaba preguntando. Tenía que leerla varias veces para poder responder. Ahora sé que era una cuestión de comprensión.

 

¿Esto te pasaba en cualquier asignatura?

Sí. Y mucho más en cálculo y matemáticas. No entendía las preguntas.

No llegué a tener anorexia, pero sí estaba muy nerviosa y angustiada. Creía que no me iban a aceptar nunca. No me sentía bien.

¿Cómo era la relación con tus profesores?

En mi clase éramos muchos alumnos y notaba que esto no me ayudaba. Me costaba enterarme de lo que se decía. Por eso les pedí a los profesores que me dejaran sentar delante. Al final, me cambiaron a una clase con 6 personas. La situación mejoró un poco, pero seguía teniendo las dificultades que he explicado.

 

Además del cambio de clase, ¿obtuviste alguna otra ayuda del colegio?

De hecho, no. Mi madre fue a hablar con el colegio para ver si podían hacerme los exámenes de otra manera o ayudarme de algún modo, pero los profesores no pusieron de su parte. No entendían mi problema.

 

¿Cómo era tu relación con los otros niños?

Los otros niños no me aceptaban porque veían que no era como ellos. En aquel entonces, yo no hablaba mucho porque no vocalizaba bien y no me salían las palabras. Me dejaban atrás porque ellos eran “normales” y yo no.

 

Debió ser duro

Lo llevé muy mal porque, aparte de que no me aceptaban, me adelgacé mucho. Mis padres estaban muy preocupados.

 

¿Por qué crees que te adelgazaste tanto?

No llegué a tener anorexia, pero sí estaba muy nerviosa y angustiada. Creía que no me iban a aceptar nunca. No me sentía bien.

 

¿Constaste con el apoyo de tus padres?

Sí, siempre estuvieron apoyándome.

 

Además de visitar a un psiquiatra, ¿fuiste a algún otro especialista antes de acudir al centro?

Fui a un optometrista cuando tenía 7 años. Me hizo unas pruebas y dijo que tenía algunos problemas en el ojo. Estuve yendo un tiempo. Me hacía realizar algunos ejercicios con, por ejemplo, una pelota de tenis. La verdad es que no sé por qué, ya que yo siempre he tenido bien la vista, siempre he visto bien tanto de lejos como de cerca.

En lo primero que noté una mejoría fue en el equilibrio. En las primeras semanas estuvimos trabajándolo y enseguida vi que podía andar a la pata coja y mantener el equilibrio de pie con los pies cruzados, por ejemplo. Antes no podía.

¿Por qué vía conoces el centro de lateralidad y cuándo inicias la terapia?

Fue en 2017. Me trasladé de mi pueblo natal en la provincia de Zaragoza a la capital. Allí alquilé un piso. En una conversación con los dueños, me explicaron que su hijo también había tenido un problema de lateralidad, que lo habían tratado en vuestro centro y que se había curado.

 

Qué casualidad

Cuando me recomendaron vuestro centro, tuve una alegría enorme. No me imaginaba que pudiera haber algo que curara lo que tenía. Hablé con el hijo de estos señores y me explicó que antes de iniciar la terapia se había sentido muy frustrado por no poder estudiar lo que quería. Gracias al tratamiento, pudo estudiar Derecho y está ejerciendo como abogado.

 

¿Cómo viviste el inicio de la terapia?

Como empecé la terapia sin saber muy bien en qué consistía, al principio estaba un poco expectante, pero poco a poco fui cogiendo confianza con el terapeuta. Empezamos trabajando la coordinación, la concentración y la memoria con diferentes ejercicios. También hacíamos ejercicios para la organización temporal y espacial.

 

¿Trabajabais paralelamente aspectos emocionales?

Sí, desde el principio. Al inicio de cada sesión, lo primero que hacíamos era hablar durante un rato de este tipo de temas: de cómo me sentía, cómo estaba de ánimo, etc. Y después pasábamos a los ejercicios.

 

¿Cuándo empezaste a percibir los primeros cambios?

En lo primero que noté una mejoría fue en el equilibrio. En las primeras semanas estuvimos trabajándolo y enseguida vi que podía andar a la pata coja y mantener el equilibrio de pie con los pies cruzados, por ejemplo.  Antes no podía.

 

¿Y posteriormente?

Lo segundo que noté fue que mi coordinación y concentración mejoraban. Cuando hacía algo, era consciente de lo que estaba haciendo. Si, por ejemplo, el terapeuta me daba una ficha de lógica y concentración, ya no me costaba tanto hacerla.

Antes de empezar la terapia, me había quedado en tercero de la ESO. Le dije a mi madre que me sentía demasiado frustrada para terminarla.

Volvamos atrás. ¿Pudiste terminar los estudios?

Antes de empezar la terapia, me había quedado en tercero de la ESO. Le dije a mi madre que me sentía demasiado frustrada para terminarla.  Más tarde, cuando ya había empezado la terapia de lateralidad, pude sacarme el graduado en Zaragoza, en un centro de adultos.

 

¿Cómo cambió tu rendimiento en este centro?

Los avances que conseguía en terapia me permitían rendir más y mejor académicamente. Además, también empecé a establecer mejores relaciones con la gente.

 

¿Las relaciones eran más saludables?

Sí, y dejé de sentirme excluida. Ya no me etiquetaban.

 

¿Cuáles son tus planes de futuro?

Voy a poder hacer lo que siempre había querido: voy a empezar un grado medio de Farmacia.

 

¿Ha habido otro tipo de cambios en tu vida?

Estoy mucho mejor de ánimo y puedo estudiar sola perfectamente entendiendo lo que leo. También he notado que ahora hablo mucho más y que puedo expresar mis ideas sobre un tema como una persona normal.

 

¿Quieres añadir algo más?

Mi vida ha hecho un cambio radical. La terapia ha sido como un regalo porque nunca me hubiera podido imaginar que todo pudiera cambiar para mí de esta manera.

 

Hay personas a las que les cuesta entender cómo repercuten los problemas de lateralidad en la vida de quien tiene lateralidad cruzada

Es cierto. Cuando yo intentaba explicárselo a alguien, no me entendía.

 

¿Cómo lo explicarías tú desde tu experiencia?

Es difícil, pero tener la lateralidad cruzada es como si hubiera una desconexión entre el mundo y uno. Y, además, ves que los demás entienden las cosas y tú no. Y no sabes por qué. Por eso quiero recalcar que la terapia lo ha cambiado todo radicalmente: yo pensaba que nunca podría hacer nada y ahora, me veo perfectamente capaz de trabajar en una farmacia cuando termine los estudios.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil
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Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 23 agosto, 2021 El trastorno de lateralidad, Lateralidad, Lateralidad cruzada, Lateralidad y lectura, Lectoescritura, Organización corporal, Organización temporal, Orientación espacial, Síntomas de lateralidad cruzada, Tratamiento de lateralidad, Zurdos

La psicóloga sanitaria de la Universidad Europea del Atlántico Isabel María Medina Amate publicó hace un año un estudio en MLS Psychology Research con el título Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada. Caso único.

El objetivo de este estudio es contribuir a la actualización en la investigación de los trastornos de la lateralidad y conocer en profundidad cuáles son los factores y componentes que afectan al correcto desarrollo de la lateralidad. Para ello, recoge todos aquellos datos relevantes que puedan ser esclarecedores en la controversia que existe en torno a la lateralidad, y así poder asegurar junto a toda la comunidad científica la existencia de una literatura veraz y rigurosa que pueda ser aplicada e impartida en centros educativos, centros de psicología y centros de formación.

El estudio nos ha parecido sumamente interesante y muy bien documentado. Dado que está publicado bajo licencia Creative Commons, compartimos la introducción; la cual ya incluye información relevante que os puede interesar. Y os invitamos a leer el estudio completo en este enlace.

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Introducción al estudio ‘Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada’

El cerebro, como cualquiera de nuestros órganos, se forma a lo largo del desarrollo vital (Blakemore y Frith, 2007). Durante este período, sufre cambios constantes tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. A nivel cuantitativo, el cerebro va modulando su forma, así como su volumen para dar cabida a las conexiones neuronales que van forjándose a lo largo del desarrollo (Ferré, Catalán, Casaprima y Mombiela, 2004). Dichas conexiones neuronales implican que este sufra oleadas de reorganización cerebral (cambios cualitativos) en las que se modifica la función y la organización de todas las estructuras cerebrales, desde las más primitivas a las más complejas (Blakemore y Frith, 2007).

Todas estas estructuras tan complejas necesitan una buena organización que permita al cerebro poder actuar de forma adaptada al entorno. Por ello, el cerebro (así como todo nuestro cuerpo) se organiza de una forma binaria, en el que todas las estructuras tienen su función en base a su localización (Ferré, Catalán, Casaprima, Mombiela, 2016): hemisferio izquierdo y hemisferio derecho.

Así pues, cada uno de los hemisferios está especializado en unas funciones concretas. De forma general, el hemisferio izquierdo es el encargado del lenguaje (Gazzaniga, 2000) y del procesamiento de la información (Ferré et al, 2004), así como el hemisferio encargado de la escritura, lectura o razonamiento numérico (Cumandá, 2012) y cuyo procesamiento es de tipo secuencial, es decir, el que analiza los detalles paso a paso (Rivera, 2010). El hemisferio derecho se encargaría entonces de la parte más espacial, con funciones destinadas a procesar información córporo-espacial (Ferré et al, 2004), así como al hecho de poder orientarse en el espacio y elaborar mapas conceptuales (Cumandá, 2012), siendo su procesamiento más holístico y global (Rivera, 2010). Esta afirmación llevaría a pensar en el hecho de que cada uno de los hemisferios tiene una funcionalidad específica y que, por tanto, en función de la tarea, un hemisferio predominará sobre el otro, marcando así un hemisferio dominante y otro subdominante (Ostrosky, 1986).

Así pues, se ha considerado desde las primeras teorías que el hemisferio izquierdo es el hemisferio dominante, debido a la función lingüística de la que se encarga, además de por ser el hemisferio encargado de la dextralidad de más del 90% de la población mundial (Romero, 2010).

Sin embargo, aunque bien es cierto que cada uno de los hemisferios está preferentemente destinado a funciones concretas, cabe señalar que ninguna de estas actúa “en solitario”, ya que requiere que ambos hemisferios participen en todas las actividades o tareas llevadas a cabo para el correcto desarrollo de las mismas (Ferré et al, 2004). Por tanto, el concepto de hemisferio dominante/no dominante es reemplazado por otras terminologías más concretas, en las que se denomina el término de referencia cerebral en alusión a la mayor participación de uno u otro en determinadas tareas o funciones (Repila, 2014) o en función de la novedad de la tarea (Tirapu, 2018), pero siempre teniendo en cuenta que ambos participan como una globalidad no sometida a disociaciones (Ferré e Irabua, 2002).

Esta conexión interhemisférica es producida por el cuerpo calloso. En palabras de Quintero, Manaut, Rodríguez, Pérez y Gómez (2003), “el cuerpo calloso es la comisura interhemisférica de mayor tamaño y el encargado de conectar de forma transversal ambos hemisferios”, el cual está formado por más de 200 millones de fibras nerviosas (Romero 2010, Quintero et al, 2003). En otras palabras, el cuerpo calloso se encarga de establecer relaciones entre las funciones más elevadas del Sistema Nervioso, y así poder conseguir que el lado derecho del cerebro sepa lo que hace el izquierdo (Ferré et al, 2016).

No obstante, en el momento en el que la organización jerárquica de funciones falla y los hemisferios cerebrales no se comunican a través del cuerpo calloso de una forma exitosa, los circuitos destinados a elaborar una respuesta no son capaces de llevar a cabo las tareas que les corresponden, entrando en escena la corteza. La corteza, encargada per se de funciones superiores, lleva a cabo la “resolución” de tareas de niveles inferiores, provocando un bloqueo y saturación a la hora de realizar sus tareas propias, tales como la planificación, dirección o conciencia (Ferré et al, 2004). Este proceso causa que aparezcan sujetos con problemas de aprendizaje vinculados a la lateralidad, presentando dificultades para desarrollar un aprendizaje correcto y adaptado a las necesidades del ambiente (Casado, Llamas y López, 2015).

La lateralidad ha sido un aspecto muy estudiado por diferentes autores, existiendo controversia en torno a su etiología (Bilbao y Oña, 2000). Según varios autores (Galin y Ornstein, 1972; Hicks y Kinsbourne, 1978 y Milner, 1964), la lateralidad es considerada como un aspecto vinculado a la genética, siendo esta un factor intrínseco en la naturaleza del ser humano, y difícil de cambiar. Sin embargo, autores como Dawson (1972) u Oña (1999), establecen que la predominancia lateral es el resultado del aprendizaje y que puede ser modulada.

A día de hoy y teniendo en cuenta los últimos estudios, se puede concluir que la distribución funcional entre los dos hemisferios viene predeterminada por la información genética, pero que es el ambiente y el aprendizaje el que provoca su modulación y desarrollo posterior. En palabras de Ferré et al (2004): “la genética proporciona el diseño básico, pero la interacción con el entorno es imprescindible para que se activen las sinapsis y se construyan los circuitos y las conexiones”.

Por tanto, al igual que se produce una distribución funcional interhemisférica y hay un hemisferio preferente para ciertas funciones, a nivel sensoriomotriz existen diferencias entre los dos lados del cuerpo, mostrando preferencia por un lado del cuerpo sobre otro, dando lugar al fenómeno de la lateralidad (Bernabéu, 2014).

La lateralidad se define como “el predominio funcional de un lado del cuerpo sobre otro, y se manifiesta en la utilización preferente de mano, pie, ojo y oído” (Portellano, 2008). Es aquello que nos permite orientarnos a nivel témporo-espacial, que nos ayuda a diferenciar lo que es izquierda y derecha (Rivera, 2010), mostrando una habilidad diestra o zurda a nivel de ojo, pie, mano y oído (Squadrone y cols, 1995). Así pues, la lateralidad es el fruto de la distribución ordenada de funciones entre los dos hemisferios, pero sin llegar a suponer una dominancia absoluta de un hemisferio sobre otro, sino como una dominancia relativa en función de la tarea o actividad (Repila, 2014; Tirapu, 2018).

Por tanto, la lateralidad se entiende como un proceso complejo que recorre los aspectos neuro-sensorio-motriz a lo largo de todo el ciclo (Cumandá, 2012), y como tal, pasa por varias fases. La primera fase del desarrollo de la lateralidad es la etapa prelateral, comprendida entre los cero y cuatro años del niño/a. En esta fase lo que se pretende conseguir es que el sujeto posea un dominio propio de los órganos sensoriales y del propio cuerpo, garantizar una buena coordinación automática contralateral y una función sensorial tridimensional, así como una correcta activación del cuerpo calloso (Ferré et al, 2016).

Esta fase a su vez está dividida en tres grandes bloques, en los que destacan los aspectos relacionados con el desarrollo de la organización sensorial, así como las respuestas características del niño/a tras su consecución (tabla 1, Ferré et al, 2016).

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Tabla 1.
Secuencia evolutiva de la lateralidad

Organización Postural Organización Sensorial Respuestas Características que el bebé debe organizar (identificables)

Fase Homolateral Monolateral alternante Percepción monocular, monoaural, monotactil alternante. Reflejo tónico-cervical asimétrico y simétrico Dominio boca arriba. Extensión Corporal Volteo en el suelo. Dominio del Boca abajo. Reptado circular.

Bi-Lateral Percepción duosensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal inexperto y homolateral.

Fase contralateral Contralateral Percepción bisensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal experto Sedestación Gateo Dominio de la bidepestación Deambulación Deambulación contralateral

Lateralidad Lateralidad Dominancias auditiva, táctil, visual Monopedestación Lateralización

Nota: Adaptado de Ferré et al, 2016.

Durante estas fases, y dado que la lateralidad es un proceso complejo que se desarrolla a lo largo de todo el proceso evolutivo y en el que interaccionan factores como el genético, ambiente y estimulación, pueden aparecer dificultades a la hora de definir la lateralización o retrasos en la misma.

La lateralidad, por tanto, puede ser de diferentes tipos (Brusasca, Labiano y Portellano, 2011; Ferré et at, 2016; Repila, 2014):

  • Lateralidad definida: la lateralidad definida es aquella por la cual el sujeto utiliza predominantemente un lado de su cuerpo tanto en manos, pies, oídos y ojos. Así, aquel que use predominantemente su parte derecha será diestro y aquel que use su parte izquierda será zurdo.
  • Lateralidad contrariada: la lateralidad contrariada es aquella que se ha producido al cambiar la preferencia principalmente manual debido a influencias sociales y educativas. Puede provocar alteraciones neuropsicológicas como disfunción, obstrucción o inhibición del funcionamiento cerebral.
  • Ambidextrismo. El ambidextrismo se produce cuando se utilizan ambos lados del cuerpo sin preferencia. Este fenómeno es poco común en la incidencia poblacional. Indica una deficiente organización neurológica y organización funcional interhemisférica.
  • Lateralidad cruzada: la lateralidad cruzada hace referencia a un predominio lateral no homogéneo, es decir, al hecho de predominar el lado derecho en un miembro y el lado izquierdo en otro miembro. Esto suele darse cuando hay un motivo de cruce de ojo y oído, siendo el más frecuente la que se expresa con predominio diestro de la mano y pie junto con predominio ocular izquierdo.

Si bien es cierto que la mayoría de la población desarrolla su lateralidad de forma exitosa, hay un importante porcentaje de niños que no llegan a desarrollarla de manera adecuada. Aproximadamente el 30% de la población sufre lateralidad cruzada, especialmente las mujeres debido a su simetría cerebral (Brusasca et al, 2011). En palabras de Bernabéu (2014), “el desarrollo de la lateralidad tiene repercusiones sobre distintas facetas del desarrollo evolutivo del niño, como el desarrollo motriz, coordinación motora, capacidad de orientación y percepción espacio temporal, así como el conocimiento del esquema corporal”. Concretamente, el hecho de tener lateralidad cruzada conlleva directamente a presentar problemas a la hora de rotar figuras, confundir la representación espacial de letras o números o al hecho de presentar dificultades relacionadas con el propio esquema corporal, así como con la motricidad y la relación témporo-espacial.

En definitiva, procesos relacionados con el aprendizaje como el lenguaje, la lectoescritura o las matemáticas estarían directamente afectados ante la falta de predominancia lateral, ya que es necesario tener un segmento dominante que tenga mayor fuerza, precisión, calidad propioceptiva, equilibrio y coordinación para llevar a cabo este tipo de aprendizajes (Mayolas, 2010). Según Bernabéu (2014), los niños con una dominancia lateralidad definida presentan ventajas a la hora de aprender a leer, a escribir y a hacer cálculos matemáticos con respecto a aquellos que presentan dificultades en predefinir su lateralidad. Por ejemplo, autores como Mesonero (1994) mencionan que las dificultades que pueden aparecer durante el proceso de aprendizaje de la lectura puede ser provocado en gran medida por la dificultad de discriminación entre derecha e izquierda, al retraso de la maduración nerviosa y a las alteraciones de la lateralidad cruzada. Al igual que la lectura, también existen problemas de disgrafía y disortografía, así como problemas de cálculo. Además, este autor relaciona los problemas de lectoescritura debido a alteraciones en la psicomotricidad, esquema corporal y en la estructuración espacial.

Aunque hay que tener en cuenta que el proceso de lateralidad es evolutivo y cuyo predominio no empieza a establecerse en torno a los 4-6 años con el aprendizaje de códigos (Ferré et al, 2016), es cierto que estos problemas deben detectarse de la manera más eficaz y rápida posible, con el fin de suplir todos aquellos déficits en el menor tiempo posible. Para ello, se debe tener en cuenta manifestaciones como las siguientes (Bernabéu, 2014; Ferré et al, 2016):

  • Dificultades en la automatización de lectura, escritura y cálculo.
  • Problemas de organización en espacio y tiempo.
  • Inestabilidad personal y emocional.
  • Desorden de los puntos de referencia corporal.
  • Dificultad para situarse a la derecha e izquierda de la línea media corporal.
  • Marcada lentitud de reflejos.
  • Inversiones gráficas y/o lectoras.
  • Velocidad lectora lenta y ausencia de comprensión lectora.
  • Pérdidas de atención.
  • Problemas en las relaciones con los iguales.

Por tanto, es fundamental la exploración completa y global de los diferentes aspectos relacionados con la lateralidad del sujeto, haciendo hincapié en explorar el desarrollo contralateral de base, la simetría de la arquitectura corporal y funcional, la automatización de los niveles de organización previamente alcanzados y el tipo de lateralidad en mano-ojo-pie-oído. El objetivo de esta exploración más exhaustiva no es otro que poder detectar el predominio lateral del sujeto y ver en qué fases o aspectos puede existir el problema de base, con el fin de hacer un buen abordaje y poder diseñar una estrategia de adquisición de preferencia manual que mejore la calidad de vida del niño (Ferré et al, 2004, Mayolas Pi, 2010).

En mayo de 2020 reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

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