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Las 4 reglas de la empatía que pueden salvarnos de la actual anomia

Susana Lladó - Lladó Comunicación 23 febrero, 2022 Anomia, Ansiedad, Emociones

¿Qué es la anomia?

La anomia es la incapacidad de la estructura social para proveer a los individuos de lo necesario para lograr sus metas en el seno de su comunidad o sociedad. La anomia se caracteriza por un estado/Estado de desorganización social y aislamiento del individuo como consecuencia de la carencia, la incongruencia o la degradación de las normas sociales y las leyes.

El concepto de anomia aplica, por ejemplo, cuando se da una brecha significativa entre los valores que nos transmiten y su práctica en la vida diaria, o cuando hay una disociación entre los objetivos socioculturales y el acceso a los medios necesarios para poder alcanzar esos objetivos. El término lo introdujo por primera vez el sociólogo Émile Durkheim en sus obras La División del Trabajo Social y El suicidio y, desde entonces, se utiliza en sociología y ciencias sociales.

Cómo ‘navegar’ este periodo de incertidumbre

Las 4 reglas de la empatía que pueden salvarnos de la actual anomia

Me ha parecido interesante que una psicóloga y socióloga del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Sherry Turkle, utilice este término para describir la situación actual de desorientación, incoherencia y ansiedad que estamos viviendo con la pandemia en un artículo publicado en Harvard Business Review.

En el artículo, la autora utiliza la siguiente definición de anomia: “Describe un estado desestabilizado y desestabilizador cuando las reglas y quienes las dictan pierden legitimidad”. Esta pérdida de legitimidad que se menciona es importante porque tiene consecuencias que son, asimismo, características de la anomia: la incoherencia de las normas vuelve inestables las relaciones de grupo impidiendo su cordial integración, estas normas incoherentes dejan de ser respetadas por la comunidad y, además, tal como explicó Durkheim en el libro El suicidio,  una situación de anomia promueve las conductas suicidas, ya que la sensación de pérdida de valores y de alienación conduce a las personas a un estado de incertidumbre, inseguridad, insatisfacción, miedo y angustia.

Las 4 reglas de la empatía que pueden salvarnos de la actual anomia

Nos estamos enfrentando a un panorama complejo y desgastante en estado de aislamiento social, cada uno como puede. Sin embargo, esta no es la mejor manera: ni es la más saludable, ni es la más efectiva. Sin duda, hay una posición valiente en describir lo que estamos viviendo mediante el concepto de anomia. No obstante, lo que me ha parecido más relevante del artículo de esta profesora es su propuesta para navegar este periodo con mejor salud emocional y sin hacerla depender de una gestión política e institucional que se muestra, cuando menos, incoherente.

La propuesta de Sherry Turkle es construir un sentido de comunidad que, entre otros beneficios, «nos ayude a superar las divisiones en nuestras vidas y a no sentirnos tan abandonados al aislamiento anómico». ¿Cómo? Entendiendo bien lo que es la empatía y aplicándola en todos los ámbitos de nuestra vida (el de pareja, el familiar, el laboral y el social). La empatía es clave en el bienestar emocional y social.

Las 4 reglas de la empatía de Sherry Turkle

Las 4 reglas de la empatía que pueden salvarnos de la actual anomia

Shery Turkle es autora, entre otros, del libro The Empathy Diaries, en el que trata en profundidad el tema de la empatía, pero en el artículo citado resume las cuatro reglas fundamentales para practicarla.

    1. La verdadera empatía no es acercarse al otro creyendo que le conocemos y que sabemos cómo se siente, aunque hayamos pasado alguna vez por una situación semejante a la suya: todo lo contrario, consiste en dar un paso hacia atrás y acercarse al otro con una humildad radical que nos permita decirle «No sé cómo te sientes, pero estoy aquí para escucharte».

Es imposible ponerse en el lugar del otro si tenemos ideas preconcebidas sobre él/ella. La estrategia del no saber es lo que nos abre la posibilidad de conocer la verdad de las cosas, y estar dispuestos a aprender es lo que deja el espacio que requiere la empatía.

2. Al contrario de lo que se suele pensar, la empatía acepta la fricción, e incluso la diferencia radical. No se trata de pensar igual que el vecino, el compañero de trabajo, nuestra madre o nuestros amigos. Esto no es ser empático, es querer evitar eventuales conflictos. «Para ser empáticos debemos estar dispuestos a adueñarnos del conflicto, participar y luchar de manera justa. La empatía exige un compromiso total, incluso cuando la situación es incómoda», explica Sherry Turkle.

3.Aceptemos el compromiso de ayudar al otro, sin reservas.

4.No nos confundamos cayendo en el buenismo: la empatía no es altruista, engrandece a quien la ofrece.

Estamos viviendo una crisis que no deberíamos atravesar solos. Utilicemos los recursos que dependen de nosotros para disminuir los efectos de la anomia.

Fuentes:

Revista Iberóforum

Harvard Business Review

Wikipedia (ciencias sociales)

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro
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Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

Susana Lladó - Lladó Comunicación 8 febrero, 2022 Aprendizaje, Autoestima, Integración y retención de información, Memoria, Motivación, Neurociencia, Sistema educativo

¿Cómo aprende mejor el cerebro? La ciencia cognitiva lleva unos 60 años investigándolo. Lo que ha descubierto en estas décadas supera con creces todo lo que se sabía con anterioridad al respecto. Lo curioso, sin embargo, es que los conocimientos a los que ha llegado la ciencia cognitiva durante este tiempo apenas se han transferido a los que más podrían aprovecharlo, alumnos y profesores. Lo sabe muy bien uno de los mejores investigadores en este campo, Héctor Ruiz Martín, neurobiólogo y director de la International Science Teaching Foundation. Desde hace años, investiga científicamente las circunstancias y acciones que hacen que nuestro cerebro aprenda mejor.

Tras escuchar varias de sus conferencias, hemos resumido algunas de las evidencias de las que ya dispone la ciencia cognitiva sobre el aprendizaje. Pero antes de entrar en materia, veamos algunas consideraciones importantes que hace el especialista sobre la capacidad de aprendizaje, ya que también existen muchos malentendidos sobre este punto.

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

Capacidad de aprendizaje

Salvo en los casos de trastornos extremos, cualquier persona puede aprender cualquier cosa. Lo que limita el aprendizaje son las creencias autolimitantes. Más importante incluso que el interés por aprender es el concepto de autoeficacia: si nos vemos capaces o no de lograr un aprendizaje.

A su vez, nuestra creencia sobre si seremos capaces de aprender algo es lo que determina nuestra motivación, y esta creencia depende de las experiencias previas de éxito o fracaso en una materia. Por esta razón es fundamental que los educadores valoren y refuercen positivamente el esfuerzo de un alumno por aprender.

¿Qué es lo que hace que el desempeño varíe de unos estudiantes a otros?

Sin duda, la habilidad (innata) es importante, pero no decisiva. Otro factor diferenciador es el esfuerzo, ya que sin él, por mucha habilidad innata que se tenga, no se llevará a cabo el aprendizaje. No obstante, uno se puede esforzar mucho y no aprender (lo cual disminuye la motivación). Entonces, ¿qué factor marca la diferencia? lo que hacemos cuando aprendemos, porque esto está relacionado con cómo aprende nuestro cerebro. Es necesario aprender a aprender, conocer las estrategias más eficaces de aprendizaje. Además, si el alumno conoce estas técnicas estará preparado para afrontar retos más exigentes que se le presentarán después en la universidad.

Cómo aprende mejor el cerebro: memoria y relaciones entre significados

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

La memoria no es (solo) un disco duro, un mero almacén de datos sin sentido. No funciona así. Por esto el aprendizaje basado exclusivamente en memorizar no da buenos resultados. De hecho, hay diferentes tipos de memoria que se ocupan de diferentes objetos de aprendizaje. Y es la memoria semántica la que nos permite obtener conocimientos.

Este tipo de memoria, la semántica, no es muy buena aprendiendo datos, pero sí lo es aprendiendo conceptos e ideas. Funciona como una red en la que se va conectando todo lo que vamos aprendiendo, estableciendo relaciones de significado entre las ideas y los conceptos nuevos, y los que ya teníamos sobre ese ámbito del saber. Cuando, después, queremos echar mano de un conocimiento en concreto, lo que hace es reconstruirlo agregando estos últimos elementos aprendidos.

En otras palabras, la memoria se construye conectando lo que ya sabemos con lo que estamos aprendiendo. Por esto es tan importante entender los conceptos e ideas cuando aprendemos algo nuevo: es la única manera que tendrá nuestro cerebro de poder establecer las conexiones entre significados. Es decir, sin comprensión de aquello que memorizamos no hay aprendizaje duradero, ni aprendizaje que podamos aplicar a otras situaciones que requieran usarlo (resolver un problema matemático basado en lo mismo, interpretar un texto nuevo, etc.). En cambio, cuando hay comprensión, la memoria es capaz de aprender cualquier cosa y podemos aprender cada vez más conocimientos y de más complejidad.

Cómo se debería estudiar

En lugar de leer y releer una y otra vez un temario, hay que hacerlo a la inversa: después de leerlo con atención, comprenderlo, entender el sentido y las relaciones entre las partes del contenido, hay que explicárselo a uno mismo o explicárselo a otra persona. Así es como nuestro cerebro consolida mejor un aprendizaje. Por la misma razón, poner ejemplos y crear analogías nos ayudará a “fijar” ese aprendizaje en la memoria.

Otra cuestión importante es la práctica espaciada: una vez que sabemos, por ejemplo, cómo resolver un problema porque lo hemos hecho varias veces, deja de ser útil seguir haciendo más ejercicios para consolidar el aprendizaje. Lo eficaz, cognitivamente hablando, es dejar pasar unas horas o días. Por la misma razón, si se estudia en el último momento para un examen, lo que se retenga va a ser un aprendizaje efímero. Además, dormir es imprescindible para consolidar lo que se aprende.

¿Qué ocurre si al tratar de recordar (evocar) unos días después lo que hemos aprendido nos damos cuenta de que necesitamos repasar? Nada negativo, todo lo contrario: ese repaso será mucho más efectivo que si repasamos una y otra vez sin intentar explicárnoslo. Al consultar lo que no recordamos, nuestro cerebro acabará de hacer las conexiones que le faltaban.

Cómo pueden los docentes fomentar el aprendizaje

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

De todo lo que hemos visto se desprende que enseñar consiste en ayudar a los alumnos a aprender, ya que los conocimientos no se pueden transferir de una mente a otra, y que para aprender hay que darle sentido a lo que aprendemos. Por lo tanto, al preparar cualquier actividad, los profesores deberían preguntarse en qué pensarán sus alumnos al hacerla: ¿la actividad les permitirá darle un significado al conocimiento que les quieren transmitir mediante esa actividad? ¿podrán establecer relaciones con otros conocimientos adquiridos, interpretar los resultados, ver analogías? Recordemos aquí la importancia de la evocación y de espaciar la repetición de un mismo aprendizaje como ingredientes esenciales de la “receta”.

Finalmente, algunas consideraciones sobre cuatro cuestiones:

La motivación: promover la motivación de los alumnos no consigue per se que estos aprendan, pero sí consigue que estos dediquen más tiempo y esfuerzo a aprender. Como hemos visto, aprender requiere esfuerzo, además de confianza.

Trabajar en el error: que un alumno falle en un aprendizaje no significa que no lo pueda aprender, sino que todavía no lo ha aprendido. Aunque se haya equivocado, si se ha esforzado, tiene que recibir una validación positiva.

Sistema de evaluación: lo adecuado sería evaluar mediante pruebas en las que los alumnos tengan que demostrar que han entendido los conceptos, en lugar de mediante pruebas basadas en la memorización de estos conceptos. Asimismo, tal como señala el experto en una entrevista publicada en Magisnet: «Debería servir para ver en qué punto del aprendizaje está uno y darse cuenta de si necesita más para conseguir el objetivo o si ya es suficiente y puede seguir con otro tema».

Las emociones: solemos recordar mejor los episodios de nuestra vida que son emocionalmente intensos. Esto es cierto. Ahora bien, una actividad de aprendizaje de este tipo no garantiza que el alumno vaya a recordar lo que se le enseñó durante esa actividad, más bien al contrario, ya que las emociones intensas secuestran la capacidad de razonamiento. No obstante, esto no significa que las emociones no sean un elemento a tener en cuenta en el aprendizaje: son importantes porque en el aula debe haber un buen ambiente que promueva la confianza y permita el error, y porque van ligadas a la motivación que nos empuja a hacer lo necesario para aprender: dedicarle más tiempo, más atención y esfuerzo.

En la charla del vídeo de arriba de Aprendemos Juntos, Héctor Ruiz también explica para qué tipos de aprendizaje son útiles las reglas mnemotécnicas, cómo actúan las estrategias visuales o si es conveniente estudiar con música.

Si queréis profundizar más en cómo aprende mejor el cerebro, este experto en psicología cognitiva ha publicado varios libros, entre ellos Aprendiendo a aprender y ¿Cómo aprendemos? Una aproximación científica al aprendizaje y a la enseñanza.

«Muchas personas tienen la sensación de no poder más, de saturación»
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«Muchas personas tienen la sensación de no poder más, de saturación»

Susana Lladó - Lladó Comunicación 1 febrero, 2022 Ansiedad, Emociones, Entrevistas

Saturación es la palabra que define el estado actual de más de la mitad de la población. Según la OMS, la fatiga pandémica afecta a 6 de cada 10 europeos

Sí, hay muchas personas que tienen la sensación de que ya no pueden más.

 

¿Cuándo habláis los psicólogos de saturación?

La saturación incluye el agotamiento mental, la sensación de que no se podrá hacer frente a ningún nuevo elemento cambiante que irrumpa en nuestra vida porque nos derrumbaríamos mentalmente y/o psicológicamente.

 

Cualquier mínimo problema ya desborda a la persona

Sí, y por varios motivos. Uno de ellos es que estamos expuestos continuamente a un caudal desbordante de información, de inputs. Y esta sobreinformación es, desde hace ya casi dos años, información muy negativa.

Las personas debemos buscar la manera de drenar tantas emociones y pensamientos negativos. Es imprescindible.

Nuestra capacidad para procesar información negativa no es infinita

No, no lo es. No estamos preparados para gestionar tal cantidad de inputs negativos. Nuestra capacidad para hacer frente a este tipo de información es inferior a la cantidad que recibimos constantemente. El ser humano no puede vivir en constante estado de alerta, de miedo.

 

Sería otra entrevista, pero esta es la línea de comunicación que han seguido, en general, los políticos y los medios de comunicación desde el inicio de la pandemia

Sí, y estamos viendo los efectos perniciosos para la población. La capacidad de las personas para procesar tanta información negativa emitida, además, de forma continua, puede colapsar. Podemos llegar a sentirnos muy agotados física y mentalmente. Si esta es la situación en una familia, los padres, por ejemplo, no solamente gestionarán peor sus propios problemas, también tendrán menos capacidad para gestionar los problemas cotidianos que se van presentando con los hijos y que afectan a su evolución. Su umbral de paciencia disminuirá mucho y aumentarán otros umbrales, como el de la irritabilidad. Cuando alguien está en esta situación de saturación, cualquier pequeño problema se vuelve insoportable porque le desborda.

 

¿Cómo se puede rebajar este nivel de saturación?

De la misma forma que un contenedor tiene una capacidad limitada y debemos vaciarlo antes de introducirle algo más, las personas debemos buscar la manera de drenar tantas emociones y pensamientos negativos. Es imprescindible.

La anhedonia es la incapacidad para disfrutar de las cosas, de la vida. Ya no se encuentra placer en todo aquello que debería resultarnos agradable.

Si no lo hacemos, alimentamos la espiral

Sí. Debemos tener en cuenta que el agotamiento psicológico no solo nos desgasta mentalmente, también nos debilita físicamente. La saturación afecta al rendimiento laboral, a nuestras relaciones personales porque descargamos la frustración con las personas que más queremos, a la calidad y horas de sueño, nos cuidamos menos y peor, somos más reactivos porque tenemos menos control, nos sentimos abatidos, experimentamos anhedonia, ansiedad, pérdida de energía, hipersensibilidad, etc. Es decir, la saturación afecta a todas las áreas de nuestra vida: la personal, emocional, social y laboral.

 

¿Qué es la anhedonia?

La anhedonia es la incapacidad para disfrutar de las cosas, de la vida. Ya no se encuentra placer en todo aquello que debería resultarnos agradable. Hay una pérdida de interés por lo que antes sí nos lo despertaba, ya sean actividades de ocio o aficiones, como escuchar música. También puede ser que la persona deje de disfrutar de la comida o las relaciones sexuales.

 

¿También tiene efectos cognitivos la saturación?

Sí, hay estudios científicos que muestran que la saturación puede provocar una disminución de la memoria, por ejemplo, además de pérdida de concentración y de una alteración cognitiva denominada efecto de desinformación.

 

¿En qué consiste esta alteración cognitiva?

Básicamente, la persona mezcla informaciones. Puede confundir una información relacionada con el trabajo con otra de un ámbito distinto.

 

¿Puedes dar algunas herramientas para rebajar el nivel de saturación?

Hay diversas maneras de diluir o atenuar la saturación. Una de ellas es buscar espacios personales para aislarse de los estímulos externos.

 

Hay que quedarse a solas con uno mismo

Sí, es fundamental. A cada persona le irá bien algo distinto: un retiro de un fin de semana, practicar yoga, dar paseos por el campo o la montaña, salir a correr, practicar meditación para centrarse únicamente en el ahora y evitar los pensamientos recurrentes relacionados con los aspectos negativos de la situación actual, procurarse un espacio de silencio agradable, etc.

 

Sigamos con más hábitos que puedan ayudarnos

La práctica de ejercicio y deporte nos ayudan a regular el sueño y a proteger la cognición, entre otros beneficios. Lo más aconsejable es, si se puede, realizarlo al aire libre para obtener vitamina D, la cual contribuye a evitar la depresión y también a mejorar la calidad del sueño.

 

¿Qué más podemos hacer?

A algunas personas les puede ayudar disminuir el tiempo que dedican a escuchar o leer noticias con información de carácter negativo. También es importante rebajar nuestro nivel de autoexigencia y aprender a priorizar para evitar el desgaste. Hay que poder distinguir lo que es importante y lo que es urgente, lo que es primordial y lo que es secundario, etc. Además, deberíamos focalizarnos en valorar y agradecer todo aquello que sí está bien en nuestra vida, no perderlo de vista y disfrutarlo. No obstante, si el estrés se vuelve crónico o la angustia y la ansiedad se hacen insoportables, la persona debería buscar la ayuda de un especialista.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Nuestra identidad se refleja en la voz
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Nuestra identidad se refleja en la voz

Susana Lladó - Lladó Comunicación 25 enero, 2022 Autoestima, Emociones, Estrés crónico, La voz

No hay dos voces iguales, cada voz es única

La voz refleja quiénes somos: nuestra alma, personalidad e identidad. Y también cómo nos sentimos física y emocionalmente. Incluso revela nuestra evolución, la historia de nuestra vida. Así lo asegura el otorrinolaringólogo, foniatra y cirujano craneofacial Jean Abitbol, uno de los mejores especialistas del mundo en el aparato fonador.

Además, la voz es un instrumento musical y, de entre todos los instrumentos que existen, es el único que es de cuerda y de viento a la vez, ya que es la respiración la que hace que nuestras cuerdas vocales vibren.

Asimismo, no hay dos voces idénticas. Hay tantas voces distintas como seres humanos, ¡casi 8.000 millones de voces diferentes! ¿Cómo es posible, si todos tenemos los mismos órganos fonadores y respiratorios? La respuesta está en los armónicos. Debido a que la anatomía de cada persona es diferente y a que utilizamos los órganos también de manera diferente, los resonadores que tenemos en el tracto vocal y en la caja torácica hacen que cada persona tenga un grupo de armónicos (llamado formante) distinto que singulariza su voz, que la hace única; de la misma manera que no hay dos huellas dactilares idénticas.

Nuestra identidad se refleja en la voz

¿Cómo afectan las emociones a la voz?

En un artículo publicado en Scientific American, el doctor Abitbol explica la fisiología de la voz y cómo le afectan las emociones: «La voz es el instrumento musical humano. Consiste en un elemento vibratorio, cámaras de resonancia y la energía que produce las vibraciones. Esta energía proviene de la respiración que se origina en los pulmones. Las vibraciones se producen en las dos cuerdas vocales, en la parte inferior de la caja de la voz, o laringe, que están dispuestas en forma de “V”, perpendiculares a la tráquea. Finalmente, las cámaras de resonancia están formadas por múltiples estructuras situadas por encima de las cuerdas vocales: la parte superior de la laringe, la faringe, la cavidad nasal y la boca. La lubricación de las cuerdas vocales es muy buena cuando te sientes bien, pero lo es mucho menos cuando estás ansioso, estresado o tienes miedo escénico. El suministro de sangre también se deteriora en este último caso, en particular debido a una contracción de los vasos sanguíneos. Entonces las cuerdas vocales se blanquean y pierden su flexibilidad, lo que se traduce en una sequedad en la voz. Además, el estrés frecuente e intenso provoca reflujo gástrico en las cuerdas vocales, que se secan por la acidez y se cubren de bultos (queratosis). Como resultado, la voz se quiebra y se vuelve ronca. Las expresiones emocionales también modifican la configuración de las cámaras de resonancia vocal, en particular al movilizar la boca y las mejillas».

Todo lo anterior explica que nuestras emociones se pueden escuchar, que sepamos cuándo un amigo que nos dice por teléfono que está bien, no lo está. Las emociones repercuten de una manera determinada en nuestro aparato vocal. De hecho, no es posible recrear con precisión una voz sintéticamente. Se logra hasta cierto punto, pero falta el componente emocional; precisamente lo que hacía que cantantes de ópera como Pavarotti o María Callas fueran únicos (técnica aparte).

En otros casos, una anomalía en el aparato fonador puede hacer que una voz sea extraordinaria. Louis Armstrong, por ejemplo, tenía dos masas enormes (benignas) en sus cuerdas vocales que le otorgaban esa ronquez inimitable.

Nuestra identidad se refleja en la voz

Si cambia nuestra voz, cambia nuestra identidad

En el artículo, el doctor Abitbol expone también varios casos de pacientes que ejemplifican hasta qué punto la voz es un componente esencial de nuestra identidad. Uno de ellos es el de una abogada que tenía una voz muy profunda y masculina debido a un edema en las cuerdas vocales. A pesar de que esta voz grave actuaba a su favor en el ámbito profesional porque se dedicaba a defender a matones, a ella no le gustaba. En contra de la recomendación del doctor Albiol, se hizo operar (por otro médico). Cuando la volvió a ver, tenía una voz aguda que le impedía reconocerse a sí misma. Había dejado de ser ella, sentía que ya no tenía autoridad, perdía las causas judiciales y su novio la había dejado. Todos estos cambios en su vida no se debieron a que el tono de su voz fuera más alto, sino al conflicto interno que le provocó no reconocerse en su propia voz.

Sin embargo, pocas personas se dirigen a este doctor para que les cambie la voz. Al 95 % de las que lo hacen las deriva a un psicólogo, a un logopeda o a un foniatra porque esta demanda suele revelar un problema psicológico subyacente. Hay personas que nunca consiguen hacerse oír en un reunión, otras que gritan al hablar para demostrarse algo a sí mismas y a los demás, hombres corpulentos ocupando puestos directivos que tienen voces infantiles o, por el contrario, hombres que esconden una fragilidad detrás de voces engoladas que pretenden transmitir poder.

Un último dato que llama la atención en este artículo es la cantidad de personas que quieren aprender a que su voz suene más persuasiva y transmita cierto poder desde que se han multiplicado las reuniones virtuales con el teletrabajo. Pero como dice el especialista, lo que estas personas quieren cambiar no es su voz en sí, sino la forma en que la usan.

Otras fuentes:

Influencia de las hormonas en la voz operística. 40 años de experiencia

«La agresividad siempre tiene un propósito»
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«La agresividad siempre tiene un propósito»

Susana Lladó - Lladó Comunicación 18 enero, 2022 Agresividad, Entrevistas

La agresividad es un problema multidimensional. La psicóloga de nuestro centro Núria León aborda en esta entrevista los factores que pueden causar este sentimiento, nos ofrece algunas claves para gestionarlo y nos explica cómo se trata en terapia.

Se estima que la prevalencia de la agresividad en la población general es del 25 %. Es una cifra muy alta que indica que tenemos un gran problema como sociedad

Sí, por eso es muy importante hablar de ello y poder abordar el problema desde la infancia, no solo en los adolescentes y adultos.

 

Bien, empecemos por hablar de las causas de las conductas agresivas

Lo cierto es que no se sabe muy bien cuál es la causa o naturaleza de la agresividad. Es un problema multifactorial. Los factores que pueden desencadenar sentimientos y conductas agresivas pueden ser biológicos, ambientales y/o educacionales. No obstante, lo que sí sabemos es que siempre hay un motivo o una intencionalidad en el hecho de hacerle daño a otra persona, física o psicológicamente. Esta intencionalidad puede estar motivada por la frustración, una injusticia, dolor, miedo, etc. Y, a veces, esto se puede manifestar desde las primeras etapas de la infancia.

 

¿Esta intencionalidad siempre es consciente?

No, no siempre, y menos en la infancia. Si un niño de tres años muestra una conducta agresiva hacia su padre porque este no le presta atención, no es porque esté pensando racionalmente en que quiere hacerle daño. En un niño tan pequeño todavía no se ha producido el proceso madurativo que podría conllevar consciencia y voluntad de dañar, pero el niño que tiene esta conducta sí tiene un objetivo o un motivo al mostrarse agresivo con su padre. La agresividad siempre tiene un propósito.

Si un niño crece sin aprender a canalizar y dominar esta emoción a lo largo de su desarrollo, tendrá serias dificultades en su vida.

¿La agresividad es consustancial al ser humano?

La agresividad es una emoción natural. Todos, niños y adultos, podemos sentir en algún momento agresividad, ya que esta forma parte de nuestra condición y evolución. Pero así como hace miles de años la agresividad era la única forma de sobrevivir, en sociedad es necesario aplicar la racionalidad y poder controlar este tipo de impulsos. Si un niño crece sin aprender a canalizar y dominar esta emoción a lo largo de su desarrollo, tendrá serias dificultades en su vida.

 

¿Qué tipo de dificultades?

Se complicarán las relaciones sociales que vaya estableciendo al ir creciendo y esta agresividad le dificultará su integración en la sociedad. Las relaciones sociales quedan afectadas por la agresividad.

 

¿A qué edad aparecen las conductas agresivas?

Cuando los niños tienen alrededor de dos años. A esa edad ya tienen capacidad cognitiva para sentir ciertas emociones cuando algo no sale como ellos quieren. Además, a los dos años ya tienen cierta independencia motora, por lo que pueden dar golpes, caminar, levantar la mano, etc. Los niños expresan su malestar a través de conductas agresivas. Esto entra dentro de lo normal, al igual que es normal que los bebés lloren, tengan pataletas o griten.

 

Y a partir de los dos años, ¿qué sucede?

La manifestación de la agresividad suele alcanzar su punto álgido sobre los cuatro años y hasta los seis se sigue considerando una conducta normal. Si el niño continúa mostrando conductas agresivas a partir de esta edad, hay que prestar atención.

Hay que entender que no podemos controlar lo que pasa en el mundo, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos a lo que sea que ocurra. Inhibir la responsabilidad de lo que sentimos no nos hace libres: al contrario, nos hace dependientes de lo externo.

¿Qué indicarían las conductas agresivas a partir de los seis años?

A esta edad, el cerebro ya se ha desarrollado de tal manera que el niño debería ser capaz de regular sus emociones y tener otro tipo de reacciones cuando se siente frustrado, contrariado, etc. Si a esta edad no está mostrando esta regulación, puede ser indicativo de que hay algún problema.

 

¿Cómo pueden saber los padres si la conducta es anómala?

Los padres deber identificar si la conducta agresiva de su hijo forma parte de su evolución y desarrollo o si, por el contrario, esta agresividad se ha convertido en una conducta habitual.

 

¿Qué más pueden hacer los padres?

Intentar comprender por qué su hijo está siendo agresivo, dilucidar cuál es el motivo subyacente a esa conducta.

 

¿Una persona agresiva es un persona antisocial?

En psicología, agresividad y conducta antisocial se utilizan como sinónimos, ya que una conducta antisocial engloba cualquier comportamiento que infringe las normas sociales y de convivencia, afectando a los derechos de los demás. En este sentido, la agresividad formaría parte de la conducta antisocial, sí. Hay personas que tienden a culpar siempre a otro de lo que les ocurre. No se responsabilizan de su vida.

La relación que una persona haya tenido con sus padres puede determinar su nivel de frustración y, por ende, su agresividad. La relación con los padres tiene un papel decisivo en la ideas que nos forjamos sobre las relaciones sociales y sobre cómo se funciona en sociedad.

Responsabilizamos al mundo

Hay que entender que no podemos controlar lo que pasa en el mundo, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos a lo que sea que ocurra. Inhibir la responsabilidad de lo que sentimos no nos hace libres: al contrario, nos hace dependientes de lo externo.

 

¿La agresividad se aprende?

En general, la agresividad está muy relacionada con los patrones de comportamiento aprendidos. La conducta agresiva se aprende, al igual que cualquier otra conducta, porque los niños imitan lo que ven a través de la observación.

La relación que una persona haya tenido con sus padres puede determinar su nivel de frustración y, por ende, su agresividad. La relación con los padres tiene un papel decisivo en la ideas que nos forjamos sobre las relaciones sociales y sobre cómo se funciona en sociedad. Los modelos maternos y paternos influyen en el modo de emitir o manifestar los deseos agresivos. Dado que el comportamiento de los padres opera como ejemplo en los niños, los padres deben preguntarse si de alguna forma viven con patrones agresivos que puedan estar transmitiendo a sus hijos. La violencia en la familia está directamente relacionada con la agresividad en los niños.  De hecho, la familia, los compañeros y los amigos constituyen el factor más importante.

 

¿La violencia es transgeneracional?

Puede serlo. Un niño tiene más probabilidades de ser violento y agresivo si en su casa ha vivido violencia y agresividad. En las familias en las que hay mucho estrés o situaciones económicas complicadas o de marginación y exclusión, la conducta antisocial suele ser más habitual. Pero, como he apuntado al principio, pueden intervenir muchos otros factores.

 

Entremos en estos otros factores

Cuando un niño se siente rechazado por su familia y recibe escaso afecto, este déficit de apoyo emocional le puede generar conductas antisociales.

La inconsistencia en la educación, al igual que los mensajes inconsistentes en general, generan frustración e ira.

¿Por qué?

Porque en este entorno no podrá aprender cómo establecer correctamente vínculos con las otras personas. En un ámbito así no hay transmisión de normas y valores. El estilo de crianza en el que se educa a un hijo es fundamental en todo este tema. Sabemos que los estilos de crianza basados en la hostilidad, la negligencia o la permisividad fomentan la agresividad en los niños. Asimismo, la inconsistencia en la educación, al igual que los mensajes inconsistentes en general, generan frustración e ira. En cambio, el estilo de crianza democrático previene las conductas agresivas. Ahora bien, también existen otros factores asociados a la agresividad o que la fomentan: que haya un trastorno de personalidad, consumo de tóxicos, el tipo de valores de la sociedad en la que se vive, el ámbito escolar, el lugar de trabajo, los mensajes emitidos por los medios de comunicación y las redes sociales, etc.

 

La agresividad no siempre es obvia. Se puede manifestar de formas ladinas

Sí, existen muchas clases de agresividad. Las más obvias son la física y algunas de tipo psicológico. Estas, además, son directas. Pero también hay formas indirectas de ser agresivo, como difundir rumores, compartir contenido íntimo de otra persona en las redes sociales, destruir algo, robar, etc. En los niños, la agresividad suele ser directa. En cambio, en los adolescentes y adultos puede ser directa e indirecta.

 

¿Qué podemos hacer cuándo sentimos agresividad?

El primer paso sería intentar no reaccionar de manera automática. Darse un tiempo e Intentar pasar esa emoción por la parte racional o más lógica. Hay que preguntarse «qué me pasa, por qué me está pasando, qué me está provocando este sentimiento, por qué me estoy sintiendo atacado», etc. Es decir, ante la agresividad, el primer paso es identificar lo que estás sintiendo, lo cual no siempre es fácil. Después, hay que Identificar también por qué lo estás sintiendo. Y por último, darse cuenta de las desventajas que conlleva expresar esas emociones que se sienten de manera agresiva, valorar la situación y buscar la manera más asertiva de reaccionar. Por ejemplo, si me enfado con un compañero de trabajo o con un superior, difícilmente conseguiré mis objetivos reaccionando de manera agresiva. Hay que tomar distancia y decidir cómo queremos reaccionar.

Hay que ver si el niño es agresivo siempre o solamente en contextos concretos. Y hacer mucha labor de psicoeducación con la familia, no solo con el paciente.

A veces no es agresividad, es rabia, enfado o incluso ira

Claro, delante de una situación que nos crea frustración podemos sentir emociones de diferentes intensidades. Pero no todas las personas canalizamos estas emociones de manera agresiva hacia los demás.  La agresividad es una emoción que se siente, pero se puede manifestar haciéndole daño a otra persona física o psicológicamente, o puedes “coger” esa agresividad, ser consciente de que la estás sintiendo y buscar la manera de canalizarla sin que dañe a otro o sin que te dañe a ti mismo. En otras palabras, la agresividad es la manifestación de la emoción, pero esta manifestación no tiene por qué ser agresiva. Puedes sentir rabia y, en lugar de dar un golpe contra la pared, irte a correr o ponerte a escribir lo que estás sintiendo. La agresión verbal o física hacia el otro es la manera menos adaptativa de manifestar la agresividad.

 

¿Hay otras formas que ayuden a canalizar estas emociones?

Además del deporte, que se ha demostrado que ayuda a reducir los niveles de estrés y frustración, las actividades creativas también son una manera eficaz: escribir, dibujar, tocar un instrumento o cantar nos permiten expresar y comunicar lo que estamos sintiendo de una manera más positiva. No deberíamos acumular frustración hasta explotar.

 

¿Y si persiste la agresividad?

Si aun así persiste el sentimiento y la persona ve que no puede elaborarlo y canalizarlo, hay que buscar ayuda terapéutica.

 

¿Cómo trabajáis en terapia los problemas de agresividad?

Identificamos las causas de la agresividad y vemos en qué contextos el niño o el adolescente es agresivo, ya que es probable que se dé un patrón que se repite. Quizá, cada vez que llega el padre, el niño está más agresivo. O quizá, cada vez que la madre le habla, el adolescente explota. Hay que ver si el niño es agresivo siempre o solamente en contextos concretos. Y hacer mucha labor de psicoeducación con la familia, no solo con el paciente. Analizamos el contexto: cuál es la situación con los padres, profesores, pareja, si es el caso, etc. Y le enseñamos a la persona a buscar otra manera de lidiar con sus emociones, de gestionarlas. Empezar a hablar de ellas en un espacio terapéutico ya es un primer paso para ser más consciente de cómo se comporta uno, de cuáles son los patrones de comportamiento que sigue. Todo esto hay que naturalizarlo y hablarlo, sin tabúes, en el espacio de terapia. En resumen, la terapia está enfocada al autocontrol, el manejo de la frustración, la adquisición de límites coherentes y a mejorar la interrelación entre padres e hijos, ya que la mala comunicación es un factor de riesgo. Hay que fomentar las relaciones cálidas, de habilidades sociales. En los adultos, si vemos cuál es su historia personal, de dónde vienen, los traumas que han vivido y en qué contexto se mueven, entenderemos mejor de dónde viene su agresividad.

 

¿Puedes dar algunas claves a los padres para no reforzar las conductas agresivas?

Primero, crear un clima familiar de confianza en el que el niño se sienta escuchado y acogido porque, muchas veces, la agresividad es la manera que utiliza el niño para llamar la atención. Después, intentar identificar la causa de su agresividad e intentar ser un buen referente para él, un buen ejemplo. Fomentar valores y actitudes positivas, comprenderlo y no juzgarlo, ya que es probable que el niño actúe de esa manera porque no sabe hacerlo de otra. Si recibe nuestra mirada comprensiva, seguramente mejorará su autoestima y se dará cuenta de que puede reaccionar de otra forma más positiva para lograr lo que quiere.

 

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Las 10 cosas que hacen las personas que saben escuchar
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Las 10 cosas que hacen las personas que saben escuchar

Susana Lladó - Lladó Comunicación 11 enero, 2022 Escucha activa, Habilidades de comunicación

Saber escuchar conscientemente siempre crea entendimiento. Sin embargo, nos hemos vuelto tan impacientes y hay tanto ruido a nuestro alrededor que estamos perdiendo la capacidad de escucha. Y esto afecta a la calidad de nuestras relaciones. No obstante, como toda habilidad, la escucha activa se puede entrenar.

¿Cuándo fue la última vez que te sentiste escuchado?

Llamas a un amigo, a tu madre o a tu pareja porque sientes la necesidad de compartir algo que te ha ocurrido o a lo que le estás dando vueltas en la cabeza. En cuanto empiezas a entrar en el tema, la otra persona te interrumpe. Tú, que estabas haciendo un esfuerzo para encontrar las palabras que te permitieran ordenar tus pensamientos y emociones, sientes que te acaban de cerrar ese espacio para elaborar lo que te ocurre. Y no solo eso: con la interrupción, también se ha cerrado la posibilidad de mostrarte vulnerable, de poder expresar tus dudas y mostrarte como eres. Y esto último es mucho más importante de lo que parece.

La vulnerabilidad, según la doctora Brené Brown   ̶ que lleva 20 años estudiando el coraje, la vulnerabilidad, la vergüenza y la empatía ̶   no es un signo de debilidad, sino la medida más precisa de valentía. De la vulnerabilidad nace la innovación, la creatividad y el cambio. ¿Por qué? porque crear significa hacer algo que hasta ese momento no existía, y no hay nada que implique más vulnerabilidad que eso. Cuando nos permitimos ser vulnerables, nos dejamos ver, podemos ser nosotros. Correr este riesgo emocional, exponerse y moverse temporalmente en la incertidumbre son situaciones imprescindibles para que se puedan producir cambios en nuestra vida.  Te recomiendo escuchar a la doctora Brown en la charla del vídeo de abajo, rebosante de humor, que dio en Ted Talks (está transcrita al español).

La escucha consciente siempre crea entendimiento

Además, el hecho de no saber escuchar con atención daña nuestras relaciones interpersonales porque mina la confianza que la otra persona tiene en nosotros, disminuyendo la calidad de la comunicación.

El filósofo Ángel Gabilondo escribió hace años lo siguiente en una columna que tenía en El País: «Escuchar no es abrir los oídos mientras mantenemos clausuradas y a buen recaudo las decisiones, adoptadas con independencia de lo que se nos diga. No es un ejercicio misericordioso o de condescendencia para atender a quien habla, a fin de poder decir que ya se ha cumplido el requisito de hacerlo. No es una cortesía, es un elemento fundamental para el reconocimiento del otro y para que haya realmente diálogo. Es estar dispuesto a cuestionar lo que uno propone, defiende, o ya piensa».

Las personas necesitamos espacio para traspasar los pensamientos a palabras. Ese espacio es la escucha activa del otro, el silencio atento que nos invita a ir desarrollando aquello que queremos expresar hasta el final, sin juicios y sin que el que escucha aproveche la oportunidad para contarnos lo suyo o ponerse de ejemplo. Sin embargo, nos hemos vuelto impacientes. Estamos perdiendo la capacidad de escucha. Y esto, como dice otro experto en este tema, Julian Treasure, no es algo trivial. «Un mundo en el que no nos escuchamos unos a otros es, de hecho, un lugar tenebroso. En cambio, la escucha consciente siempre crea entendimiento», afirma es especialista.

Las 10 cosas que hacen las personas que saben escuchar

Así podemos entrenar la escucha activa

Aprender a escuchar es una habilidad, por lo que, como toda habilidad, se puede entrenar. ¡Conversar con otra persona debería constituir uno de los mayores placeres de la vida!

Para aprender a escuchar mejor, practica estas 10 cosas:

  1. Cuando alguien te explique algo, espera varios segundos antes de empezar a hablar tú. Descubrirás, seguramente, que la otra persona tenía más cosas que decir, que no había terminado.
  2. En una conversación, respeta siempre los turnos de palabra, deja que el otro termine antes de intervenir tú.
  3. Mientras la otra persona habla, no estés pensando en tu respuesta: escúchala.
  4. Si la conversación es “cara a cara”, mantén el contacto visual durante la conversación para que la otra persona perciba que estás en la conversación.
  5. No hagas otra cosa mientras la otra persona habla, aunque creas que puedes escuchar y estar pendiente de algo más. Dedícale toda tu atención a la otra persona.
  6. No te agarres literalmente a las palabras del otro: piensa qué es lo que quiere expresar con esas palabras.
  7. Hazle saber a la otra persona que, aunque no digas nada porque la estás escuchando, la estás siguiendo: emite sonidos y palabras que no interrumpen, como mmm, sí, etc. Si la conversación es presencial o por videoconferencia, asiente cada tanto y mantén una expresión facial que la acoja.
  8. Tras escuchar y pensar sobre lo que el otro está diciendo, haz una reflexión que recoja lo que ha expresado, incluyendo lo que crees que siente y necesita. De este modo, el otro sabrá si le has entendido.
  9. No emitas juicios sobre el otro, no lo juzgues. No conviertas la conversación en algo personal, limítate a hablar sobre el objeto de la conversación.
  10. Haz preguntas abiertas que estimulen a la otra persona a seguir adentrándose en el tema. Por ejemplo: no es lo mismo preguntar «¿Te ha ido bien la reunión?» que decir: «Explícame cómo te ha ido la reunión». Y si tienes dudas sobre lo que está diciendo, en lugar de sacar conclusiones precipitadas, pregúntale qué quiere decir.
Las 10 cosas que hacen las personas que saben escuchar

¿Te cuesta guardar silencio? practícalo

Si te cuesta guardar silencio, Julian Treasure propone varios ejercicios que ayudan a desarrollar las habilidades de la escucha consciente:

  • Practica el silencio durante 3 minutos al día. Esto ayuda a recalibrar los oídos en un mundo ruidoso como en el que vivimos.
  • En cualquier lugar, haz el ejercicio de intentar distinguir los diferentes canales de sonido que escuchas. Puedes practicarlo incluso si estás en la naturaleza: ¿se mueven las hojas de los árboles? ¿Dónde están los pájaros que oyes? ¿Y ese murmullo a lo lejos?
  • Concéntrate en cualquier sonido mundano de los que nos rodean continuamente y disfrútalo (Julian Treasure, por ejemplo, ha descubierto el ritmo del vals en su secadora: un, dos tres, un dos tres…).
  • Aprecia el hecho de que la otra persona ha decidido compartir algo contigo.

Otras fuentes:

3 cosas que los buenos escuchas hacen todo el tiempo

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

El MIT Lab quiere fomentar la aplicación positiva del deepfake
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El MIT Lab quiere fomentar la aplicación positiva del deepfake

Susana Lladó - Lladó Comunicación 21 diciembre, 2021 Actualidad, Aprendizaje

El deepfake es la técnica de inteligencia artificial (AI) que permitió, por ejemplo, que la princesa Leila apareciera en la película Rogue One: una historia de Star Wars con la cara de Carrie Fisher cuando era joven, a pesar de que, en realidad, el papel lo interpretó otra actriz. Sin embargo, esta tecnología emergente también se está utilizando intencionadamente con fines perversos, como dañar la imagen de celebridades, políticos y empresas, y tergiversar la realidad mediante vídeos falsos. Pero no todo son aspectos negativos. Como toda tecnología, y gracias a su potencial, el deepfake también puede transformarse en una herramienta que contribuya a nuestro bienestar. Y esto es, precisamente, lo que ha hecho un equipo del MIT Media Lab en colaboración con la Universidad de California y la Universidad de Osaka: han dado la vuelta al deepfake explorando aplicaciones interesantes en campos como la educación, el arte y la salud.

¿Cómo funciona esta técnica de AI?

La palabra deepfake es un acrónimo del inglés formado por las palabras fake (falsificación) y Deep learning (aprendizaje profundo). Para entender cómo funciona esta tecnología, lo mejor es poner otro ejemplo de lo que se está haciendo con ella. Se ha utilizado para hacer aparecer a actores famosos en vídeos pornográficos que ellos jamás han rodado. Estos vídeos se crean combinando un vídeo pornográfico real   ̶que es el que utilizan los algoritmos como base ̶   con otro vídeo o imagen del actor al que se quiere dañar, y procesando toda esta información en el programa informático. Los resultados del deepfake pueden llegar a ser tan asombrosos que es imposible distinguir si un vídeo es real o falso.

En el vídeo de arriba podéis ver un ejemplo de cómo funciona la tecnología: se han servido del cuerpo de la actriz Jennifer Lawrence para crear un vídeo falso de ella que parece absolutamente real.

Las posibilidades positivas del deepfake

Para fomentar las posibilidades positivas de la tecnología, los investigadores del MIT Media Lab y sus colaboradores de la Universidad de California en Santa Bárbara y la Universidad de Osaka han compilado un canal de generación de caracteres de código abierto y fácil de usar que combina modelos de inteligencia artificial para expresiones faciales, voz y movimiento, los cuales se pueden utilizar para crear una variedad de salidas de audio y video. Esta canalización, además, señala la salida resultante con una marca de agua rastreable para distinguirla del vídeo auténtico y mostrar cómo se generó, lo que ayuda a prevenir su uso malicioso.

El objetivo de los investigadores es inspirar a maestros, estudiantes y trabajadores de la salud para que exploren cómo esta herramienta puede ayudarlos en sus respectivos campos. Por ejemplo, se puede animar a Albert Einstein para que dé clases de Física, a Vincent Van Gogh para que explique su propia pintura, otorgar anonimato a los participantes de un grupo de terapia, que los niños puedan hablar con su médico online viéndolo con una apariencia más «amigable» que alivie su temor antes, durante y tras las citas médicas, etc. (ver el vídeo de arriba).

Los investigadores del MIT también utilizaron la tecnología para crear una versión de Johann Sebastian Bach y hacer que tuviera una conversación en vivo con el renombrado violonchelista Yo-Yo Ma en una clase del Media Lab. Los experimentos han mostrado que estos personajes generados por AI pueden hacer que los estudiantes se entusiasmen más con el aprendizaje y mejoren el desempeño de las tareas cognitivas al personalizar la enseñanza en función de sus intereses y sus ídolos, por lo que plantean su uso como un complemento a la instrucción tradicional. Incluso proponen ampliar el uso de personajes generados por AI más allá del profesorado. Los estudiantes también pueden desempeñar diferentes roles. «Durante una lección de historia, varios estudiantes pueden encarnar a los padres fundadores de los Estados Unidos y participar en la redacción de la Constitución», sugieren los investigadores, ya que han comprobado que encarnar a un personaje en la realidad virtual puede influir positivamente en el comportamiento y las habilidades de las personas de múltiples maneras, desde mejorar la expresividad hasta mitigar los estereotipos negativos y aumentar las habilidades de resolución de problemas. De hecho, han estudiado a estudiantes de ingeniería que encarnaron a grandes inventores de la historia durante brainstormings en realidad virtual, y comprobaron que tenían una mayor fluidez y originalidad de ideas en comparación con aquellos que participaron bajo condiciones de control.

La IA generativa se volverá omnipresente en nuestra vida diaria, como se afirma en el artículo que han publicado los investigadores en Nature Machine Intelligence. Es necesaria una discusión sobre las implicaciones éticas y sociales de la generación de personajes, y sobre las cuestiones jurídicas. «Será un mundo realmente extraño cuando la IA y los humanos comiencen a compartir identidades. Este documento hace un trabajo increíble de liderazgo de pensamiento, trazando el espacio de lo que es posible con personajes generados por IA en dominios que van desde la educación a la salud y las relaciones cercanas, al tiempo que brinda una hoja de ruta tangible sobre cómo afrontar los desafíos éticos en torno a la privacidad y la tergiversación», ha declarado Jeremy Bailenson, director fundador del Laboratorio Virtual de Interacción Humana de Stanford, el cual no participó en el estudio.

Neurociencia: nuestro corazón se comunica con el cerebro
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Neurociencia: nuestro corazón se comunica con el cerebro

Susana Lladó - Lladó Comunicación 10 diciembre, 2021 Corazón y cerebro, El cerebro, Emociones, Neurociencia

Nuestro corazón se comunica con el cerebro. Lo sabían nuestros ancestros, los grandes meditadores y místicos de todas las culturas y, ahora, la neurociencia también. Tras más de tres siglos de dualismo cartesiano en los que la ciencia ha concebido nuestro cuerpo como una máquina, nuestro corazón como una mera bomba hidráulica y el cerebro como la sede de los pensamientos y emociones, investigaciones recientes en el campo de la neurociencia han demostrado la interacción entre el cerebro y el corazón, lo cual supone una verdadera revolución científica.

Es fácil intuir que este hallazgo tiene múltiples implicaciones.  De hecho, las tiene, y son relevantes para nuestro bienestar: para nuestra salud física y mental, y para nuestro rendimiento cognitivo y emocional. Lo explica estupendamente la doctora Nazareth Castellanos    ̶ licenciada en Física Teórica y doctora en Neurociencia ̶ ,  quien se dedica desde hace más de veinte años a investigar cómo el cerebro se comunica con el resto del cuerpo, con el resto de los órganos. Dado que además de ser una gran investigadora que ha trabajado en universidades como el King’s College de Londres o el Instituto Max Planck es una gran comunicadora, te recomiendo escucharla en el vídeo de abajo. Su manera de ir desarrollando la explicación contextualizando el tema y poniendo ejemplos hace que se entienda perfectamente y que uno se quede enganchado y quiera saber más.

‘El espejo del cerebro’, un libro para aprender a vivir mejor

Neurociencia: nuestro corazón se comunica con el cerebro

Si, efectivamente, te has quedado con ganas de tirar del hilo, la doctora Castellanos publicó en abril de este año el libro El espejo del cerebro. En este ensayo, que está deliciosamente escrito, destila todos esos conocimientos complejos con los que trabaja la neurociencia y que nos pueden servir para conocernos mejor y, en consecuencia, vivir mejor.

El espejo del cerebro recoge los resultados de las investigaciones más relevantes que han llevado a cabo en el laboratorio que dirige, Nirakara; un laboratorio dedicado a investigar la neurociencia de la meditación y la relación entre el cerebro y el resto del cuerpo (Nazareth Castellanos también dirige la Cátedra extraordinaria de Mindfulness y Ciencias Cognitivas de la Universidad Complutense de Madrid).

En la obra explica las bases neuronales de la meditación, los mecanismos neuronales de la emoción y la atención, así como los cambios que se producen en el cerebro cuando conseguimos tener una actitud atenta, amable y consciente (no te preocupes, como excelente divulgadora científica que es, lo hace con gran claridad, empezando por la base: en este caso, por las neuronas). Se trata de un trabajo –y de un viaje ̶  fascinante en el que pone en relación el conocimiento de la neurociencia con el conocimiento de las tradiciones contemplativas, (la del budismo es una de ellas, pero no la única), muestra la interconexión entre la medicina, la filosofía y la espiritualidad, y nos recuerda –como dijo Ramón y Cajal, el padre de la neurociencia– que podemos ser los escultores de nuestro propio cerebro.

Podemos transformar nuestro cuerpo

Pero la cosa no termina aquí, porque la neurociencia de la meditación no se limita únicamente a estudiar la respuesta del cerebro ante la práctica de la meditación, evidencia el papel que tiene la mente en la transformación del cuerpo. Y esto, tal como explica ella en el libro, es uno de los aspectos que más le interesa: «Quizás, lo que más me atraía del estudio científico de la meditación era poder ver en el laboratorio de qué modo el ejercicio que consiste en observarse uno mismo hace cambiar aquello que se observa».

Para empezar a abrir boca sobre este último aspecto, puedes escucharla en su participación en Aprendemos juntos, una charla en la que nos ofrece muchas claves para comenzar a hacer un shift a nuestro favor. En estos tiempos que estamos viviendo de incertidumbre, en los que es fácil que el miedo se apodere de nosotros por la apabullante información con la que se nos bombardea a diario, podemos tomar las riendas de nuestro bienestar, aprender a cuidarnos mejor, a fortalecer nuestro sistema inmunitario y nuestra salud en general, a sacarle provecho a la plasticidad cerebral y a gestionar mucho mejor nuestras emociones. ¡La información está ahí, a nuestro alcance!

Así son los abrazos perfectos, según la ciencia
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Así son los abrazos perfectos, según la ciencia

Susana Lladó - Lladó Comunicación 22 noviembre, 2021 Actualidad, El cerebro, Emociones

Damos abrazos para celebrar los momentos más felices de nuestra vida y sobrellevar mejor los peores. Con ellos expresamos y compartimos la alegría, paliamos la tristeza, calmamos, protegemos y mostramos lo orgullosos que nos sentimos de alguien. Abrazamos en las despedidas antes de soltar al otro y en las bienvenidas para acogerlo y hacerle saber lo mucho que lo hemos añorado. Posiblemente, un buen abrazo sea la mejor manera de decirle a alguien que estamos ahí. ¿Hay algo más reconfortante que un abrazo?

Los efectos positivos de los abrazos en nuestra salud

Abrazar tiene efectos positivos en nuestra salud física y mental. Los científicos han comprobado que, cuando nos abrazamos, nuestro cerebro libera una gran cantidad de oxitocina; la hormona que nos vincula a otra persona. Por lo que abrazar a alguien profundiza, literalmente, nuestra relación con esa persona a nivel bioquímico.

Abrazarse también reduce el cortisol, la hormona del estrés. De modo que puede contribuir a reducir la inflamación y la presión arterial asociados a él, así como a mejorar la salud del corazón. Además, los efectos positivos de abrazar se dan tanto en la persona que recibe el abrazo como en la que lo da. Ahora bien, ¿todos los abrazos son igual de efectivos?

Así son los abrazos perfectos

Así son los abrazos perfectos, según la ciencia

¿La colocación de los brazos es importante? ¿Cuánto tiempo debería durar un abrazo? ¿Hay abrazos mejores que otros? Para responder a estas preguntas, un grupo de científicos ha llevado a cabo una investigación cuyos resultados se publicaron la semana pasada en la revista Science.

Si atendemos a la colocación de los brazos, hay dos tipos de abrazos: los entrecruzados (ambas personas ponen un brazo sobre el hombro de la otra y pasan el otro brazo por debajo del brazo de su pareja) y los de cuello-cintura (las dos personas pasan sus brazos por detrás del cuello o de la cintura de su pareja). Pues bien, los resultados mostraron que las personas percibimos como más seguros y agradables los abrazos entrecruzados y que hay una preferencia clara por este tipo de abrazos, incluso entre los hombres. De hecho, estudios anteriores ya habían indicado que las personas percibimos este tipo de abrazos como más igualitarios. «El entrecruzamiento transmite cercanía sin agregar un subcontexto romántico. El cuello y la cintura se asocian con algo más íntimo», explica la psicóloga de la Universidad de Londres Anna Düren, autora principal del estudio.

En cuanto a su duración, todo indica que preferimos los que se prolongan entre cinco y diez segundos. ¿Te parecen mucho 10 segundos? A los investigadores también (quizá es que necesitamos abrazos más que nunca).

La preferencia lateral al abrazar no depende exclusivamente de la lateralidad

Los abrazos son un comportamiento en la intersección de las redes motoras y las redes emocionales del cerebro. Esto implica que pueden verse influenciados por ambas redes neuronales. Cuando nos abrazamos, suele haber un brazo guía que inicia el abrazo. Alrededor del 90 % de los humanos son diestros, lo que significa que prefieren usar la mano derecha para actividades como escribir o dibujar, y también para abrazar. Así lo demostró un estudio sobre abrazos realizado en la sala de llegadas de un aeropuerto internacional: el 59 % de los viajeros observados abrazaron con el brazo derecho y el 41 % con el izquierdo. Estos resultados se validaron en estudios posteriores con otros grupos y en otras circunstancias. Pero en ninguno de estos estudios se evaluaron las emociones, algo que sí hizo el neurocientífico alemán Julian Packheiser en un estudio de 2018.

Al estudiar los abrazos en situaciones emocionalmente positivas, en situaciones emocionalmente negativas y en situaciones neutras, los resultados cambiaron. Si bien la mayoría de la gente mostró preferencia por los abrazos del lado derecho en las tres situaciones, se dieron con más frecuencia los abrazos del lado izquierdo en situaciones cargadas de mucha emoción, sin importar si estas emociones eran negativas o positivas. «El lado izquierdo del cuerpo está controlado por el lado derecho del cerebro, que está muy involucrado en el procesamiento de las emociones tanto positivas como negativas. Por tanto, esta deriva hacia la izquierda puede mostrar una interacción entre las redes emocionales y las preferencias motoras», explica el neurocientífico.

Estrategias para que tu hijo reduzca el consumo de tecnología
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Estrategias para que tu hijo reduzca el consumo de tecnología

Susana Lladó - Lladó Comunicación 15 noviembre, 2021 Adicción a los videojuegos - Terapia, Juegos y desarrollo, Redes sociales, Uso disfuncional de los dispositivos

En este artículo, te proporcionamos algunas estrategias que puedes poner en práctica para que tu hijo reduzca el consumo de tecnología. Si tienes dudas acerca de si está haciendo un uso disfuncional de los dispositivos electrónicos, en el artículo de la semana pasada detallamos cuáles son las conductas indicativas que permiten detectarlo.  En el caso de que tu hijo ya presente síntomas de adicción, puedes leer la entrevista en la que el psicólogo Luis Elías explica cómo se trata en terapia.

Recordemos que el uso excesivo de las tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) tiene un impacto a corto y largo plazo en los niños y adolescentes: crea dependencia, altera su desarrollo neurológico, afecta a su rendimiento escolar y a la convivencia familiar, dificulta que adquieran la cultura del esfuerzo y tiene consecuencias en su salud mental y en su capacidad de socialización, entre otros efectos perjudiciales.

Estrategias para reducir el consumo de tecnología

Las siguientes estrategias para que los hijos, independientemente de su edad, reduzcan el consumo de tecnología son válidas siempre y cuando se haya mantenido previamente una conversación con el niño explicándole la situación: que se le van a poner límites para evitar que desarrolle una adicción, que podrá jugar con los dispositivos electrónicos exclusivamente los fines de semana, un máximo de dos horas al día, por ejemplo, etc.

Estrategias para que tu hijo reduzca el consumo de tecnología
  • Integrar en su espacio de juego, y a la vista, material de juego atractivo: facilitarle juegos tradicionales que sean estimulantes y divertidos para él. Este material debe estar visualmente a su alcance, y a mano. Debe formar parte de su cotidianidad, del paisaje en el que está habitualmente, para que se vaya familiarizando con él. Es decir, los juegos alternativos al teléfono móvil o la tablet no deben estar guardados en un cajón dentro de un armario. El objetivo es que cuando los padres estén ocupados o el niño esté aburrido, pueda disponer de ellos al tenerlos delante.

    «Cuando el niño termine de utilizar los juguetes, ya se recogerán. Menciono este punto porque algunos padres se resisten a esta estrategia argumentando que no quieren desorden en el comedor o en el salón, pero mantener el orden en estos espacios no puede ser la prioridad en estas circunstancias. Y, obviamente, se le habrán retirado primero los dispositivos electrónicos al niño y no se dejarán en un lugar en el que pueda encontrarlos. Subrayo esta idea, aunque pueda parecer elemental, debido a que hay padres que les dicen a sus hijos que no pueden jugar y se dejan la tablet en la repisa del mueble de la tele, por ejemplo. De hecho, hay niños que cuando llegan a casa, se van directos a buscar la tablet porque ya saben dónde está.», señala el psicólogo Luis Elías.

  • No responder con reprimendas, juicios o castigos al hecho de que esté contrariado: es la cuestión más importante desde el punto de vista educativo o pedagógico. Al principio, el niño estará malhumorado porque los dispositivos están escondidos y no puede jugar entre semana. Es normal que en esta fase exprese su malestar, que esté contrariado e irritado, y que se produzca el drama, pero no hay que emitir juicios sobre esta respuesta ni reaccionar con regañinas ni castigándole. Hay que hacer lo contrario, evitar el refuerzo negativo y decirle que comprendemos cómo se siente, pero que se le prohíbe jugar porque no es sano para él y para evitar que cree una adicción. «Los padres deben hacerle saber que comprenden lo que le ocurre y recordarle que puede jugar a muchos otros juegos, proponerle realizar una actividad con ellos, etc. Paulatinamente, lo irá integrando y se irá reduciendo esta reactividad», explica el especialista

Estrategias adicionales en función de la edad

Asimismo, hay otras actividades específicas y alternativas a los dispositivos electrónicos que los padres pueden utilizar como estrategias en función de la edad que tengan sus hijos.

A casi todos los niños les gusta dibujar, pintar y realizar manualidades. El yoga es otra práctica que les suele atraer. Tiene muchas ventajas físicas y mentales para ellos. Es muy útil, además, cuando hay irritabilidad. Es una actividad que se puede realizar conjuntamente, con el padre o la madre y, actualmente, hay aplicaciones con clases pensadas incluso para los más pequeños.

Estrategias para que tu hijo reduzca el consumo de tecnología

Otra estrategia para reducir el consumo de tecnología es promover que escuchen su música favorita utilizando dispositivos que no puedan mostrar vídeos. Es decir, quedan excluidas plataformas como TikTok, YouTube o Instagram. A los niños más pequeños también les va muy bien tomar un baño caliente y relajante con sus juguetes cuando están irritables. Y no deberíamos olvidarnos de los cuentos. «Esta estrategia la conocen todos los padres. La cuestión es cuántas veces le han leído un cuento a su hijo, porque hacerlo requiere implicación. De modo que una alternativa pueden ser los audiolibros, siempre que no haya un componente visual», aclara Elías.

En cuanto a los bebés, la mayoría de las veces bastaría con que los padres estuvieran pendientes de sus necesidades y supieran detectarlas. Normalmente, lo que causa su malestar son cosas muy básicas: quizá el niño necesite que se le cambie el pañal, le pica el cojín en el cuello, tiene frío porque la ventana está abierta y hay corriente de aire, etc. Hay que observar, estar atentos y tener paciencia. No hay que darle la tablet para que se relaje y porque vamos desbordados. «Estamos en una sociedad en la que los padres apenas tienen tiempo para nada. En muchos casos, ambos trabajan. A veces, además, también estudian. Lo que era obvio para nuestras abuelas y madres, ya no lo es. Y lo más obvio de todo es que un bebé quiere y necesita el contacto físico. Normalmente, si lo cogemos en brazos, dejará de llorar», concluye el especialista.

En mayo de 2020 reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

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