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La autoestima en niños con lateralidad cruzada_Centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart
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La autoestima en niños con lateralidad cruzada

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 1 octubre, 2019 Ansiedad, Aprendizaje, Concentración, Desarrollo motor, Desorientación espacial, El trastorno de lateralidad, Lateralidad cruzada o heterogénea

Por Meritxell Pujol

La autoestima

La autoestima es la valoración que uno hace sobre sí mismo, sobre su persona e imagen. Por tanto, la autoestima es un juicio que o bien aporta valor positivo a lo que creemos que somos, o bien aporta un valor negativo.

Asimismo, la autoestima no queda definida por una única evaluación, sino por el conjunto de los juicios que emitimos sobre nuestra persona: todas estas valoraciones van definiendo la imagen que nos conformamos de nosotros mismos y cómo nos representamos simbólica y mentalmente.

En consecuencia, la autoestima es determinante en la construcción de nuestra personalidad y en la manera en la que nos relacionamos con los demás.

Autoestima y psicomotricidad

La autoestima en niños con lateralidad cruzada

La formación de la autoestima es gradual y se revisa y actualiza constantemente. Cuando un niño empieza a tomar conciencia de sí mismo y a adquirir consciencia de su esquema corporal, comienza a crear su imagen corporal. Y esta imagen corporal está relacionada con la autoestima que se está forjando.

Si un niño, por ejemplo, se cae a menudo cuando juega, puede asociar emocionalmente este hecho a un sentimiento negativo, como la frustración. Esta valoración negativa pasará a formar parte de su propia autoestima.

Dado que la imagen corporal es una representación consciente e inconsciente del cuerpo y que tiene un componente emocional, podemos decir que el desarrollo psicomotriz de un niño es una de las primeras bases que conforman su autoestima.

Para que haya un correcto desarrollo psicomotriz es necesario la adquisición de ciertas bases, como el esquema corporal, la lateralización dominante de izquierda o derecha, la organización espacial y la organización temporal.

Estas bases se deben adquirir correctamente y de manera gradual, ya que conforman la estructura de futuros aprendizajes, como el de la lectoescritura y el pensamiento lógico matemático. Un niño que, por ejemplo, no esté bien lateralizado, podría tener dificultades en la estructuración de la temporalidad.

Los niños con lateralidad cruzada suelen tener dificultades psicomotrices y cognitivas: problemas de concentración, atención, memoria, etc. Estas funciones cognitivas son fundamentales para la vida diaria, escolar e individual del niño. Por lo tanto, debemos tener en cuenta que, si un niño se encuentra con muchas dificultades de este tipo en su día a día, esto va a influir en la manera en cómo se ve a sí mismo.

Desde casa es importante ayudarle a que esta valoración sea justa: hacerle ver que, aunque hay cosas que le cuestan más, también hay otras que las hace muy bien. Del mismo modo, también podemos ayudarle a que sea consciente de su evolución: si es un niño al que le cuesta leer, podemos hacerle notar lo mucho que ha progresado desde que empezó a aprender.

En nuestro centro, nos encontramos a menudo con niños que se infravaloran o que tienen una baja autoestima debido a sus dificultades psicomotoras y cognitivas. Algunos no quieren probar cosas nuevas o hacer nuevas actividades porque intentarlo les produce un gran sufrimiento. Hacer algo nuevo, aunque sea algo divertido, significa salir de nuestra rutina y, por tanto, de nuestra zona de confort. Esto puede generar mucho miedo y ansiedad.

Esta inseguridad también afecta a su manera de relacionarse con los demás: pueden ser niños con dificultades para entablar nuevas amistades o para integrarse en un grupo. Cuando uno no se siente a gusto consigo mismo, le cuesta pensar que otros puedan disfrutar de su compañía.

Cómo tratamos los problemas de autoestima en el centro

La autoestima en niños con lateralidad cruzada

En el centro partimos de la base de que se debe trabajar conjuntamente la parte emocional, la motriz y la psicológica. Por este motivo, la terapia integra los tres aspectos.

Por ejemplo, si un niño tiene dificultad en saltar y eso le hace sentir mal y diferente a los demás niños, en terapia propondremos juegos de manera gradual que requieran coordinación y conocimiento de esquema corporal para que vaya mejorando en el salto. A medida que el paciente ve su evolución en este aspecto, su autoestima también aumenta, llegando incluso a pedir ese juego que, ahora, le hace sentir bien.

En ocasiones, también nos encontramos con niños que han interiorizado un discurso negativo sobre ellos mismos y que dan por supuesto, antes de intentarlo, que serán incapaces de hacer algo determinado. El malestar que les genera una actividad nueva les produce una ansiedad anticipatoria asociada. Cuando llevan a cabo la nueva actividad y se dan cuenta de que pueden hacerlo bien, se sorprenden. Estos logros y la valoración positiva de los mismos van aumentando su autoestima.

Sin duda, es un proceso largo, que requiere ayuda terapéutica para que logren expresar las emociones asociadas a la infravaloración que les hace sentir mal. Pero a medida que avanza la terapia y observan que son capaces de hacer cosas que antes no podían hacer, que cada vez las hacen mejor, y aprenden a valorar positivamente sus logros y evolución, también van ajustando la valoración sobre su persona y su juicio se vuelve más justo.

La lateralidad cruzada y el miedo a hablar en público_Centro de laetralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart
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La lateralidad cruzada y el miedo a hablar en público

Susana Lladó - Lladó Comunicación 16 septiembre, 2019 Ansiedad, Concentración, El trastorno de lateralidad, Emociones, Gestión de emociones, Lateralidad cruzada o heterogénea, Memoria, Terapia de lateralidad

A la mayoría de las personas nos provoca ansiedad hablar en público. La perspectiva de tener que hacer una exposición delante de otros nos causa cierto temor y angustia, lo cual es normal si el malestar no es excesivo: la ansiedad es una respuesta de anticipación positiva que evolutivamente nos ha permitido sobrevivir como especie y que, si no sobrepasa ciertos umbrales, actúa a nuestro favor a la hora de superar las situaciones y retos que nos vamos encontrando en la vida. El problema surge cuando esta emoción nos supera y el miedo puede llegar a convertirse en una fobia. Asimismo, es relativamente frecuente que las personas con dificultades de lateralidad, además, vivan estas situaciones como una amenaza por el miedo a quedarse bloqueados.


La sintomatología fisiológica y la cognitiva se van retroalimentando mutuamente: cuantos más pensamientos negativos se tienen, más aumenta el malestar físico, y cuantos más síntomas físicos se presentan, más nerviosa se pone la persona.

Sintomatología previa asociada al miedo a hablar en público

«Cuando se tiene miedo a hablar en público, los síntomas más habituales son la sudoración, temblores, ansiedad, mareos o/y dolor de barriga, aunque también se presenta una sintomatología cognitiva: la persona empieza a tener pensamientos catastrofistas que, la mayoría de las veces, no son racionales, y también puede haber una disminución de la concentración y de la memoria. La sintomatología fisiológica y la cognitiva se van retroalimentando mutuamente: cuantos más pensamientos negativos se tienen, más aumenta el malestar físico, y cuantos más síntomas físicos se presentan, más nerviosa se pone la persona», nos explica el psicólogo de nuestro centro Luis Elías.

Por tanto, es necesario distinguir cuándo la ansiedad entra dentro de lo normal y cuándo no, cuándo hablamos de miedo, cuándo de preocupación y cuándo de fobia. «Hablamos de fobia cuando la reacción es excesiva, cuando la respuesta a la situación es desproporcionada. Por ejemplo, si un adolescente tiene que hacer una exposición de 15 minutos en clase y su sintomatología es tan aguda que intenta evitar hacer esa presentación, probablemente, estemos delante de una fobia. En cambio, si un adulto empieza a sentirse mal antes de dar una conferencia ante quinientas personas en un fórum mundial, esto entraría dentro de lo normal», señala Elías.

Otros marcadores de una posible fobia son la persistencia en el tiempo del malestar agudo, que este malestar fisiológico y emocional sea incontrolable y el hecho de que el miedo sea irracional: es decir, cuando la persona no puede explicar por qué siente miedo o cuando, a pesar de la sintomatología aguda y de la evitación, ni siquiera es consciente de que hablar en público le produce miedo.

El miedo a hablar en público se supera siempre a través de la aceptación, no del rechazo o de la evitación. Hay que aceptar que estas situaciones provocan una activación en nosotros y normalizar los nervios.

Los errores habituales a la hora de intentar controlar el miedo

La mayoría de las personas tratan de esquivar el miedo intentando controlar los síntomas y creen que dejarán de sentirlo si no piensan en él. Hacen ejercicios de respiración contraproducentes, se cogen la mano para que no tiemble, etc. «Esto solo aumenta la sintomatología, ya que la persona está poniendo su atención en los pensamientos que la provocan», prosigue el psicólogo.

Otro error muy común es la evitación: como no saben gestionar estas situaciones, hacen lo posible para no enfrentarse a ellas. Esta conducta evitativa es perjudicial a cualquier edad, no solo en la edad escolar. En el ámbito laboral, los adultos delegan en colegas responsabilidades que representan oportunidades profesionales para progresar en su empresa, por ejemplo, y se degradan dentro del organigrama al dejar que otros asuman sus funciones.

La lateralidad cruzada y el miedo a hablar en público_Centro de laetralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart

Cuanto más se evita hablar en público, más se enquista el miedo a hacerlo, ya que cada vez cuesta más gestionarlo. «Si un directivo tiene una reunión con la junta cada 15 días, aunque vaya encontrando excusas para no asistir, llegará un momento en que tendrá que ir. En ese punto, ya será muy difícil que pueda gestionar la ansiedad. El miedo a hablar en público se supera siempre a través de la aceptación, no del rechazo o de la evitación. Hay que aceptar que estas situaciones provocan una activación en nosotros y normalizar los nervios», apunta Elías.

Cómo se trabaja en terapia el miedo a hablar en público

En terapia se trabajan los aspectos emocionales y cognitivos relacionados con el miedo a hablar en público. Y, una vez se ha avanzado en estos aspectos, se realizan técnicas de actuación para simular un entorno parecido al que se puedan encontrar los pacientes en situaciones reales.

Respecto al trabajo emocional, se trata de que el paciente identifique las emociones que siente en estas situaciones y que pueda darles significado.

Respecto al trabajo emocional, se trata de que el paciente identifique las emociones que siente en estas situaciones y que pueda darles significado. «Hay personas que dicen sentir miedo cuando, en realidad, lo que sienten es preocupación. O están muy preocupadas por sentir una emoción que es normal sentir cuando se tiene que hablar en público. Por ejemplo, hay pacientes que asocian el estrés exclusivamente a un estado negativo y no saben que es un mecanismo que tenemos las personas para poder afrontar situaciones con una mayor concentración, si sabemos cómo gestionarlo. Cuando se lo explicas y entienden por qué se activa este mecanismo, se tranquilizan», añade Elías.

También se trabaja la autoestima para disminuir el peso que suelen darle a la opinión que los demás puedan tener de ellos. Si uno se siente preparado y con sus fortalezas más sólidas, este temor a lo que puedan pensar los otros disminuye.

Las sesiones de role playing en grupo son muy eficaces para que los pacientes puedan experimentar en un entorno de seguridad, simular situaciones diversas que pueden encontrase en casos reales, comentar posteriormente las sensaciones y pensamientos que se presentan y trabajarlos con el especialista.

Otro punto muy importante que se trabaja en las sesiones es la relativización de las consecuencias: al paciente se le hace pensar en las consecuencias más graves que podría tener una presentación en público catastrófica. Este ejercicio les sirve para ser conscientes de que la intensidad del miedo que sienten es desproporcionada respecto a las consecuencias reales, incluso en el peor de los casos. Asimismo, también se trabaja en relativizar la importancia de la opinión que los otros se puedan formar sobre uno.

Aprender a cambiar los pensamientos desadaptativos por otros adaptativos también es fundamental: los pensamientos catastrofistas o desadaptativos suelen ser bastante irracionales, pero, a la vez, están relacionados con aspectos más profundos de la personalidad que hay que trabajar. Son pensamientos relacionados con cómo nos perciben los demás, el miedo a quedarse en blanco, a hacer el ridículo, etc.

Del mismo modo, se trabajan las habilidades cognitivas involucradas en hablar en público que constituyen ítems de la lateralidad ―como la concentración, la memoria, la atención, la retención y la expresión verbal― para fortalecer estas capacidades y disminuir el riesgo de los bloqueos. Cuanto más segura se siente una persona, más aumenta su autoestima y, por tanto, también su tranquilidad para gestionar el estrés que supone hablar en público.

Finalmente, las sesiones de role playing en grupo son muy eficaces para que los pacientes puedan experimentar en un entorno de seguridad, simular situaciones diversas que pueden encontrase en casos reales, comentar posteriormente las sensaciones y pensamientos que se presentan y trabajarlos con el especialista.

Si quieres hacernos una consulta sobre este tema, no dudes en ponerte en contacto con nuestro centro

Nuestro cerebro no olvida por tener problemas de memoria_Centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart
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Nuestro cerebro no olvida por tener problemas de memoria

Susana Lladó - Lladó Comunicación 4 septiembre, 2019 Ansiedad, Memoria

Hasta hace unos diez años, los investigadores pensaban que el olvido se debía a un problema de memoria y, de hecho, el foco de las investigaciones en este campo se había puesto casi exclusivamente en la memoria, no en el olvido. Sin embargo, las últimas investigaciones indican que no es así: el olvido es una capacidad activa del cerebro que resulta crucial para su buen funcionamiento, según se explica en el último monográfico de la revista Nature dedicado por completo al cerebro: Nature Outlook: The Brain.

Hasta cierto punto, resulta lógico que los estudios sobre el olvido se hayan centrado en la memoria, en entender cómo se forman los recuerdos y cómo el cerebro consigue recuperarlos en el transcurso del tiempo. Al fin y al cabo, los recuerdos conforman nuestro yo y son esenciales para nuestra comprensión del mundo y para predecir situaciones. Y también parece lógico que pensaran que olvidar pudiera consistir en un proceso pasivo del cerebro por el que los recuerdos no utilizados se van desdibujando.

Esta creencia ha permanecido así hasta que varios estudios en los que, precisamente, se investigaba la memoria han dado resultados que contradicen esta suposición: parece ser que para entender cómo recordamos, hay que entender cómo y por qué olvidamos. Y que el cerebro está hecho para olvidar. Resumimos las ideas principales de estos hallazgos.

El olvido es un mecanismo activo del cerebro

Olvidar no consiste en que se vayan desdibujando los recuerdos debido al paso del tiempo; es decir no es un proceso pasivo del cerebro: ya hay evidencias que indican que se trata de un mecanismo que está permanentemente activo en el cerebro, como si el estado estándar del cerebro no fuera recordar, sino olvidar.

Cómo se almacenan los recuerdos de las experiencias personales

Los investigadores ya han concluido que los recuerdos autobiográficos, los que están relacionados con experiencias que hemos vivido personalmente, se almacenan en el hipocampo durante las horas y días posteriores a esas vivencias. Cuanto más recordamos un recuerdo, más sólido se torna en nuestra red neuronal. Si con el tiempo seguimos rememorándolo constantemente, la memoria de ese recuerdo se codifica tanto en el hipocampo como en la corteza cerebral y, finalmente, pasa a existir independientemente de la corteza, donde se guarda para el largo plazo.

Nuestro cerebro no olvida por tener problemas de memoria_Centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart

Las primeras evidencias de cómo funciona el olvido

En 2012, el neurocientífico Ron Davis descubrió evidencias del olvido activo cuando estaba estudiando la memoria con moscas de la fruta. En concreto, estaba investigando la influencia de las neuronas productoras de dopamina (un neurotransmisor) en el almacenamiento de los recuerdos olfativos y otros recuerdos sensoriales en estas moscas. Descubrió que la dopamina es un mensajero químico que juega un papel esencial en el olvido, ya que proporciona al cerebro la señal de «olvidar». Es más, este experto afirma que «El cerebro siempre está tratando de olvidar la información que ha aprendido».

Como hemos mencionado anteriormente, los recuerdos se codifican en el cerebro cuando se fortalecen las conexiones entre las neuronas. Esta fortaleza está determinada por la cantidad de receptores AMPA presentes en las sinapsis: es decir, para que la memoria permanezca intacta los AMPA debe mantenerse. Pues bien, otro investigador (Oliver Hardt, psicólogo cognitivo especializado en neurobiología de la memoria) descubrió que estos receptores no son estables y que en el cerebro existe un mecanismo dedicado que continuamente promueve su expresión en las sinapsis (pero como no son estables, algunos recuerdos se olvidan). Esto significa que, si se pudiera evitar la eliminación de los receptores AMPA, se podría evitar el olvido (y también significa que olvidar es una función de la memoria).

Olvidar es esencial para sobrevivir

Tal como explica Blake Richards, un investigador que estudia circuitos neuronales y aprendizaje automático en la Universidad de Toronto Scarboroug, «Nuestra capacidad para generalizar nuevas experiencias se debe, al menos en parte, al hecho de que nuestros cerebros participan en el olvido controlado». Su hipótesis es que la capacidad del cerebro para olvidar puede deberse al efecto conocido como «sobreajuste»: si recordáramos cada mínimo detalle de todo lo que vivimos, no podríamos extraer lo esencial, que es lo que nos permite evitar, por ejemplo, repetir reacciones en situaciones que entrañan un riesgo para nuestra integridad física (detalles como qué luz había, de qué color eran los zapatos que llevábamos y otros detalles irrelevantes en estas situaciones, acapararían toda nuestra atención y no podríamos reaccionar al peligro).

Llama la atención el hecho de que las personas que tienen una memoria autobiográfica muy superior a lo normal y que, por tanto, recuerdan cada detalle de sus vivencias, tienden a la obsesión y a no ser particularmente exitosas, según el artículo. Por el contrario, las personas que tienen una memoria autobiográfica deficiente suelen ser mejores en trabajos que requieren pensamiento abstracto (probablemente, porque no quedan atrapados en los detalles) y su capacidad para resolver problemas es mayor, aunque les cuesta proyectar situaciones futuras. Según el neurocientífico cognitivo Brian Levine, «Al no tener memoria episódica, tienen la capacidad de atravesar episodios».

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Entender cómo funciona el olvido podría significar un gran avance en el tratamiento de muchas enfermedades

Por otro lado, las investigaciones en personas sin memoria autobiográfica superior o inferior a lo normal han mostrado que cuanto más altos son los niveles en el hipocampo de un neurotransmisor inhibitorio denominado GABA más se produce el olvido. En otras palabras, se ha podido vincular el olvido exitoso con un neurotransmisor en particular del cerebro. Esta función crucial de los GABA en la supresión de pensamientos no deseados también tiene implicaciones en las fobias, la esquizofrenia y la depresión (los pensamientos obsesivos y la rumia se han relacionado con un hipocampo hiperactivo), y podría ayudar a tratar a las personas con estrés postraumático (TEPT) para que sus intensos recuerdos no sean tan intrusivos.

Estos hallazgos que explican cómo olvidamos también podrían llevar a avances significativos en los tratamientos para la ansiedad e incluso para el Alzheimer. De hecho, Hardt cree que esta última enfermedad se entiende mejor como un mal funcionamiento del olvido que como un mal funcionamiento de la memoria. Si partimos de la premisa que olvidar es un mecanismo innato, bien regulado y distinto, tiene sentido pensar que el Alzheimer podría ser un proceso de olvido hiperactivo y descontrolado que borra más de lo que debería.

Cómo relajarse en vacaciones y desconectar del trabajo
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Cómo relajarse en vacaciones y desconectar del trabajo

Susana Lladó - Lladó Comunicación 25 julio, 2019 Ansiedad, El trastorno de lateralidad

Muchas personas no consiguen relajarse en vacaciones, ni desconectar del trabajo. Estos días de descanso tan importantes para la salud física y mental les producen ansiedad y siguen chequeando continuamente sus correos electrónicos, piensan en lo que tendrán que hacer cuando regresen a su puesto de trabajo o se llenan la agenda vacacional de un montón de actividades para intentar complacer a los otros miembros de la familia.

Si es tu caso, aquí tienes algunas sugerencias que pueden ayudarte a disminuir el estrés, desconectar, recargarte, y disfrutar realmente de tus días de vacaciones:

Cómo relajarse en vacaciones y desconectar del trabajo

1.Antes de empezar las vacaciones, deja acordado en el trabajo todo aquello que podría interferir en tu desconexión: quién asumirá tus funciones, quién se responsabilizará de gestionar los imprevistos que puedan surgir en tu ausencia, etc.

2.Usa las tecnologías siguiendo un criterio que beneficie tu salud: a algunas personas les estresa desconectarse completamente; en cambio, para otras es imprescindible hacerlo para conseguir descansar mentalmente. En cualquier caso, si vas a seguir conectado, reduce el tiempo de conexión. Respecto al trabajo, si no puedes evitar estar pendiente porque la desconexión te produce más estrés, una opción puede ser consultar tus correos únicamente una vez al día.

3.Si te vas de viaje, evita coger un vuelo, un billete de tren o emprender el viaje en coche a primera hora de la mañana: aunque quieras aprovechar al máximo los días, pegarte un madrugón no te va a ayudar a empezar a bajar el ritmo de estrés habitual.

4.El primer día de vacaciones no hagas planes: tómate tu tiempo para descansar, dormir o explorar tranquilamente las inmediaciones del hotel o del lugar en el que te encuentres.

5.Si vas a pasar tus vacaciones en pareja, con la familia o con amigos, encuentra cada mañana un espacio y un tiempo para ti en el que puedas ordenar tus pensamientos, relajarte y prepararte emocionalmente para después poder compartir buenos momentos con los demás.

Cómo relajarse en vacaciones y desconectar del trabajo

6.A la hora de planificar visitas culturales, excursiones y otro tipo de actividades, no te llenes la agenda hasta la extenuación. La mejor opción es escucharse a uno mismo y hacer lo que de verdad se quiere hacer y al propio ritmo (no al de la batuta de nadie). Si tienes que negociar los planes con otras personas, sé asertivo (no reactivo). Ten en cuenta que el significado de descanso no es el mismo para todas las personas: para algunas es tener la posibilidad de no hacer nada (o lo mínimo posible), para otras es realizar actividades que las estimulan, y para otras personas es un equilibrio entre el relax y la actividad.

7.Deja lugar para la improvisación: no planifiques cada hora de tus vacaciones. Los psicólogos han observado que las personas solemos disfrutar más de las actividades no programadas: probablemente, porque no hay una restricción de tiempo y porque hay más probabilidades de que surjan situaciones nuevas que ayudan a que el cerebro se desconecte.

8.Haz cosas distintas a las que haces normalmente, que estimulen tu mente, y adopta una actitud de juego al hacerlas: es una excelente manera de ayudar al cerebro a desconectar y reducir el estrés (lee el artículo Por qué viajar es muy bueno para el cerebro).

9.Aprovecha las vacaciones para fortalecer los lazos con las personas que quieres y aprecias: tu cerebro liberará endorfinas.

10.Evita las sobremesas eternas y las siestas prolongadas después de las comidas. Sal a caminar, mantente en contacto con la naturaleza y respira aire fresco: tu nivel de estrés disminuirá y será beneficioso para tu presión arterial.

11.Haz ejercicio: además de ser beneficioso para tu salud física, el ejercicio mejora el estado de ánimo y reduce la tensión y la fatiga.

12.Si tienes la tentación de trabajar solo un rato, recuerda que no es saludable que los límites entre el trabajo y el descanso sean borrosos: ya hay estudios en los que se ha comprobado que no establecer claramente esta diferenciación puede repercutir negativamente en el estado de ánimo, interrumpir el proceso de desconexión y afectar negativamente a las relaciones con los demás.

13.Si te gusta leer y habitualmente lo haces sobre temas relacionados con tu profesión, cambia la temática de los libros.

En resumen: para que las vacaciones sean realmente vacaciones, debe haber libertad de elección y realizar actividades distintas a las que conforman nuestra rutina.

Cuando la ansiedad es nuestra peor enemiga en el trabajo
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Cuando la ansiedad es nuestra peor enemiga en el trabajo

Susana Lladó - Lladó Comunicación 20 mayo, 2019 Ansiedad 0

A las personas ansiosas les suele preocupar mucho que los demás las perciban y valoren de una manera positiva, por esto suelen esforzarse más que sus compañeros en el trabajo. Sin embargo, es precisamente esta preocupación la que, a veces, provoca que se comporten de una manera errática que termina dañando su imagen y sus relaciones en el ámbito laboral.

En lugar de dejar que la ansiedad nos boicotee, entender cómo funciona es lo que nos ayuda a adquirir habilidades para gestionar mejor esta emoción que casi todos sufrimos en mayor o menor medida en alguna ocasión.

La ansiedad resta objetividad

Las personas ansiosas suelen extraer conclusiones negativas cuando la comunicación con los otros les provoca inseguridad. Po ejemplo, si un compañero no las saluda efusivamente, no se para a hablar con ellas o no les dedica el tiempo que les gustaría, se sienten rechazadas y concluyen que no caen bien sin pensar que puede haber otras muchas razones que expliquen el comportamiento del compañero. Sacar conclusiones precipitadas sin tener datos objetivos hace perder oportunidades para establecer buenas relaciones con los demás y les puede hacer creer que somos nosotros los que les rechazamos. Lo positivo es que, si pensamos en ello y cambiamos los pensamientos ansiosos, normalmente, se presentan otras oportunidades para establecer una conexión.

La misma falta de objetividad e inseguridad es la que hace dudar a las personas ansiosas de sus propias competencias y habilidades, lo que provoca que posterguen e incluso eviten algunas tareas.

Cuando la ansiedad es nuestra peor enemiga en el trabajo

El perfeccionismo y la evitación

Otro rasgo muy común de las personas ansiosas es el perfeccionismo: necesitan hacerlo todo muy bien porque piensan que así obtendrán el reconocimiento que necesitan de los demás. Pero como este perfeccionismo las obliga a estar buscando siempre la mejor forma de hacer cualquier cosa, a menudo tardan demasiado tiempo en hacer las tareas: desde contestar un correo electrónico que para ellas es importante a presentar un informe. Cuanto más tiempo transcurre, más aumenta la ansiedad, ya que se acrecienta su preocupación por la imagen que puedan estar dando al retrasarse. Si en lugar de centrarse en lo que paraliza (la evaluación del otro), uno se centra en lo que sabe hacer bien y actúa con naturalidad según sus valores, es mucho más probable que podamos hacer el trabajo sin dificultades y que nuestra comunicación con los otros sea más clara, sin que dé lugar a malentendidos.  Actuar de forma transparente nos ayuda a reducir el estrés, aumenta nuestra confianza y, en general, hace que nos perciban como personas valientes y auténticas.

Miedo a las críticas

Cuando la ansiedad es nuestra peor enemiga en el trabajo

En un artículo de la psicóloga clínica Alice Boyes publicado hace unos días en Harvard Bussiness Review, la autora explica que las personas ansiosas buscan la retroalimentación de los otros que les permita mejorar, ya que desean tener éxito en lo que hacen. Pero, al mismo tiempo, son propensas a recibir las críticas como una prueba de que no hacen las cosas tan bien como deberían. La propuesta de esta psicóloga para romper el círculo es buscar aquello que facilite estar abierto al feedback: en su caso, por ejemplo, es pedírselo a alguien en quien confía y que cree en sus competencias, o, si pide feedback a alguien desconocido, prepararse respuestas que disminuyan su ansiedad cuando la retroalimentación se la provoca. Por ejemplo: “Creo que estos puntos son interesantes, pensaré en ellos y te diré algo en unos días”.

 

El miedo también hace acto de presencia cuando se les proponen ideas o proyectos nuevos: lo primero que hacen es pensar en todo aquello que podría hacer que no llegaran a buen puerto; una reacción que puede percibirse como una actitud muy negativa en el ámbito laboral y desmoralizante cuando se trabaja en equipo. Alice Boyes propone que se empiece por listar los puntos positivos, aunque después se expresen las preocupaciones, y terminar con una valoración general positiva.

Dificultad para percibir las necesidades de los otros

Cuando la ansiedad es nuestra peor enemiga en el trabajo

Las personas que sufren ansiedad están tan encapsuladas en su estrés que este ensimismamiento les impide darse cuenta de las necesidades que tienen las personas de su entorno, por lo que, normalmente, anteponen las suyas a las de su pareja, amigos, colegas, etc. Asimismo, aunque no suelen pedir ayuda, cuando encuentran a una persona merecedora de su confianza, tienden a establecer una relación de dependencia: le piden continuamente que las ayude en la toma de decisiones y en todo aquello que les produce inseguridad. Al igual que con los puntos anteriores, el primer paso para abandonar este patrón es ser consciente de él y establecer relaciones de reciprocidad y trabajo colaborativo. Del mismo modo, hay que evitar arrastrar a los otros con nuestra ansiedad: cuando nos excedemos en nuestras demandas debemos ser conscientes de que solo buscamos tranquilizarnos a nosotros mismos.

Fuentes:

What Anxiety does to us at work

5 Ways Anxiety can Cause Social Problems and rudeness

 

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¿Por qué nos bloqueamos cuando estamos bajo presión?

Susana Lladó - Lladó Comunicación 26 marzo, 2019 Actualidad, Ansiedad, Aprendizaje 0

Sian Leah Beilock es una psicóloga cognitiva que en 2017 fue galardonada con el prestigioso Premio Troland por sus investigaciones sobre por qué las personas nos bloqueamos cuando estamos bajo presión. Beilock investiga los factores del cerebro y del cuerpo que influyen en nuestro rendimiento variando nuestras habilidades cognitivas y de razonamiento cuando estamos sometidos a estrés. Y lo hace utilizando diversas metodologías, como las técnicas de neuroimagen.

 

Según la especialista, los bloqueos son atascos de información en el cerebro que hacen que rindamos por debajo de nuestras capacidades cuando nos sentimos presionados para hacer algo bien. Sus investigaciones nos han parecido especialmente interesantes por dos motivos: porque las personas con trastorno de lateralidad suelen bloquearse y porque, tal como veremos, muchos bloqueos están causados por un mal funcionamiento de la memoria de trabajo, un síntoma que presentan muchas personas con problemas de lateralidad.

 ¿Por qué nos bloqueamos cuando estamos bajo presión?

Tal como ella explica en numerosas publicaciones y conferencias, cualquier persona puede bloquearse en un momento dado. De hecho, a veces les ocurre incluso a los deportistas de élite cuando todo el mundo está pendiente de ellos. El gran golfista Greg Norman, por ejemplo, experimentó una de estas situaciones en el Masters de Estados Unidos en 1996: tras jugar magníficamente los tres primeros días del torneo, el último día se bloqueó. En el caso de los deportistas, pensar demasiado en lo que están haciendo por su miedo a fallar es lo que, precisamente, provoca el bloqueo: intentan controlar tanto cada aspecto de lo que están haciendo que este análisis acaba siendo contraproducente y dejan de fluir en sus movimientos. Se produce una parálisis por análisis.

Según Beilock, si lo que vamos a hacer es una tarea automática que ya hemos realizado anteriormente muchas veces, una manera de evitar el bloqueo es distraer al cerebro haciendo algo tan simple como cantar, silbar o hacer multiplicaciones mentalmente, por ejemplo: esto ayuda a impedir que las partes del cerebro que podrían interferir en el rendimiento tomen el control. Es decir, se trata de evitar que la parte consciente del cerebro regule demasiado los movimientos que deberían quedar fuera de su control.

Sin embargo, el cerebro también nos puede sabotear el rendimiento de formas distintas a la de “parálisis por análisis”. Una de ellas es cuando las situaciones de presión agotan nuestra memoria de trabajo; una capacidad de procesamiento del cerebro que es clave para muchas de las actividades que realizamos diariamente y que necesitamos que funcione bien cuando damos una conferencia, hacemos una presentación, nos presentamos a un examen, tenemos que responder a las preguntas que nos hace un cliente, etc.

¿Por qué nos bloqueamos cuando estamos bajo presión?

Las personas con talento suelen tener una mayor memoria de trabajo, pero cuando están preocupadas o estresadas, se les sobrecarga. Llama la atención un ejemplo que pone la investigadora sobre este fenómeno. Es un ejemplo de lo que denomina “amenaza estereotipada”: en un estudio, alumnos blancos y negros realizaron una serie de pruebas estandarizadas antes y después de que resultara elegido como presidente Obama. Antes de la elección, los alumnos negros obtuvieron peores resultados que los blancos. Sin embargo, justo después de las elecciones, sus puntuaciones mejoraron tanto que casi igualaron a las de los blancos. Según Beilock, cuando los estudiantes negros pueden superar las preocupaciones provocadas por los estereotipos porque ven a alguien como el presidente Obama que responde directamente a los mitos sobre la variación racial en la inteligencia, su desempeño mejora.

 

La amenaza estereotipada se da cuando las personas con talento no rinden según sus capacidades porque les preocupa confirmar los mitos o clichés culturales: que los niños y las niñas tienen aptitudes diferentes para los estudios de ciencias, que la raza determina las capacidades o cualquier otro. Las investigaciones de Beilock han demostrado que sentirse presionado por si se confirman estos estereotipos disminuye el rendimiento porque la preocupación agota la memoria de trabajo.

 

El equipo de investigación de Beilock también ha demostrado que los estudiantes que no pertenecen a ningún grupo estereotipado, pero que se sienten sobrepasados por la ansiedad, dejan de bloquearse cuando empiezan a practicar meditación. De igual manera, ensayar bajo un estrés moderado situaciones que nos provocan ansiedad, también ayuda a que nos sintamos más cómodos en otras situaciones que, a priori, nos provocarían un estrés mayor.

Conferencia de Sian Leah Beilock sobre el tema (está disponible la transcripción en español).

 

 

Entrevista a la madre de un paciente con 3 cruces de lateralidad
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Entrevista a la madre de un paciente con 3 cruces de lateralidad

Susana Lladó - Lladó Comunicación 26 febrero, 2019 Ansiedad, Comprensión lectora, El trastorno de lateralidad, Emociones, Lateralidad, Lateralidad y lectura, Terapia de lateralidad, Tratamiento de lateralidad 0

Entrevistamos a la madre de un paciente diagnosticado con tres cruces de lateralidad que finalizó la terapia hace unos meses. Cuando su hijo ―al que llamaremos Pedro para preservar su anonimato― llegó al centro, era diestro de brazo y mano en un 65 %, y zurdo en un 35 %. 

Antes de transcribir la conversación, queremos incluir el testimonio del padre de Pedro, quien se sumó a la entrevista al finalizarla: «Le agradezco a mi hijo que se abriera desde el primer momento al tratamiento y que se mostrara desde un inicio tan convencido de su decisión, de lo que iba a hacer. Con tan solo 11 años entendió cuál era su problema, que tenía solución y que la terapia le permitiría ir hacia donde quería llegar. Ahí mostró una gran madurez. Se lo he dicho».

 

¿Cuándo empezasteis a detectar que Pedro tenía dificultades?

Hace seis años, cuando Pedro estaba en cuarto de Primaria.

 

¿Qué tipo de dificultades tenía?

Empezó a tener bloqueos.

 

¿Qué tipo de bloqueos?

No sabía cómo enfrentarse a las situaciones que para él eran conflictivas. Se levantaba casi todas las mañanas de mal humor, se mostraba enfadado y agobiado continuamente, se negaba a desayunar, a ir a la escuela, etc. Y cuando intentábamos hablar con él, era imposible razonar: se encerraba completamente en sí mismo y no lo sacabas de ahí. Al mismo tiempo, se quedaba callado y no había manera de acceder a él. Si decía algo, su manera de expresarse era agresiva. No era un niño feliz, nunca estaba contento. Pero en aquel momento pensamos que era una cuestión emocional.

 

¿También tenía bloqueos de tipo cognitivo?

Le costaba mucho concentrarse, estudiar y conseguir hacer los deberes, por ejemplo. Teníamos que estar siempre encima y ayudarle. Las broncas eran continuas. Era duro, para él y para nosotros. Y también recuerdo que la presentación de las libretas donde hacía los deberes era muy desastrosa. Pero, en cambio, se esforzaba mucho estudiando: no es que pasara de la escuela. Y esto le hacía sufrir mucho.

 

¿Qué es lo que os llamaba la atención de la presentación de las libretas?

Lo mezclaba todo, hacía muy mala letra, había muchísimos borrones y estaba todo desordenado. Pero yo no le daba mucha importancia a esto último, pensaba que él era desordenado.

 

¿Notabais alguna dificultad más?

En matemáticas iba bien, lo que más le costaba era la lectura y la escritura. Sobre todo, redactaba muy mal: lo mezclaba todo. No obstante, él intentaba compensar estas dificultades esforzándose mucho y esto hacía que los resultados académicos no fueran malos.

 

¿Notasteis dificultades de orientación espaciotemporal?

La verdad es que nosotros, como padres, no. Pero sé que las tenía y que las han trabajado en terapia.

 

¿Recuerdas algún síntoma más destacable?

Se le olvidaban las cosas con frecuencia. Por ejemplo, nunca sabía qué deberes tenía que hacer. Era como que no se enteraba de las cosas.

 

¿Cómo era su relación con los compañeros de clase?

No era buena. Nosotros lo atribuíamos a que lo habían cambiado de clase y a que había tenido algún percance con la profesora debido a su desorden, pero después he sabido a través de Joëlle Guitart que sufrió algún episodio puntual de bullying. El caso es que él pidió cambiar de colegio. Nos dijo que quería un cambio de aires.

 

¿En los informes de la escuela nunca se mencionó un posible problema de lateralidad?

La verdad es que no. Como Pedro no suspendía las asignaturas, supongo que nadie pensó que pudiera haber un problema de lateralidad. Los informes se limitaban a decir que era despistado, desordenado, infantil, que tenía que madurar…

 

¿Cuándo decidisteis llevarlo al centro para llevar a cabo un diagnóstico?

Leí un artículo de Joëlle Guitart en La Vanguardia y me di cuenta de que lo que explicaba ella era lo que le pasaba a mi hijo. Fue entonces cuando pensé que las dificultades de Pedro quizá no se debían a que todavía tenía que madurar, sino a un problema de lateralidad.

 

¿Cómo reaccionasteis al diagnóstico?

Joëlle Guitart nos explicó que el test mostraba, sin lugar a dudas, una lateralidad cruzada y que le podían ayudar. Fue un alivio: por fin sabíamos la causa y que tenía solución.

 

¿Cómo habéis vivido el proceso de curación de Pedro?

Bueno, para nosotros, acompañarle cada semana a terapia (lo hacía mi marido) supuso un esfuerzo porque vivimos a una hora y media de Barcelona y el tratamiento ha durado dos años. Además, las sesiones eran los viernes y a finales de semana nos cogía a todos ya agotados. Pero Pedro iba muy contento a las sesiones, nunca quiso saltarse ninguna y nosotros empezamos a ver cambios enseguida, casi de inmediato.

 

¿En qué notasteis los cambios, cómo fueron?

No hubo altos y bajos, fue gradualmente yendo a mejor. Al principio, como te decía, fue muy rápido, enseguida vimos un cambio: dejó de tener los bloqueos, empezó a poder hablar cuando había algún conflicto y a dejarse aconsejar, y eso que estaba en una edad difícil, entrando en la adolescencia. Y también quiero destacar que, por fin, empezó a mostrarse alegre y a reír ¡nunca le habíamos visto contento! Y eso para unos padres, es tremendo: es lo que más te hace sufrir. 

 

¿Cómo veis ahora a Pedro?

Ahora, le va muy bien en la escuela, y con los amigos. Hace tiempo que ya estudia solo, se organiza mucho mejor, presenta bien los deberes y los trabajos, ya no se bloquea y, sobre todo, le vemos bien, feliz. Quiere ser periodista deportivo, vamos a ver: en cualquier caso, ahora ya tiene las herramientas para poder conseguir sus objetivos.

 

Y él, ¿ha compartido con vosotros algo sobre lo que ha sido la terapia?

¡Bueno, tiene a su terapeuta, Luis, en un pedestal! Desde un principio encajó muy bien con Joëlle, con él y con los otros niños de su grupo de terapia. Estamos convencidos de que todos estos factores le ayudaron a abrirse y a tener una actitud receptiva para hacer con éxito el tratamiento.

 

Pedro ya ha terminado la terapia y solo le queda un último test de control

Sí, volveremos en verano para este último test y ya estará. La terapia ha conseguido lateralizarle en un 90 % a la derecha. Entretanto, solo tiene que hacer unos ejercicios en casa dos veces a la semana para aumentar un 5 % más esta lateralización.

 

¿Quieres añadir algo más?

Sí, a veces hablo con otros padres que me explican que sus hijos tienen dificultades muy similares a las que tenía Pedro y veo que las atribuyen a otras causas, pero no a un posible problema de lateralidad. Llevan a su hijo al psicólogo o a otro tipo de especialistas y me dicen que no ven grandes progresos. Yo les comento nuestra experiencia, pero me doy cuenta de que hay un gran desconocimiento sobre este tema y de que es difícil explicarlo si no eres un profesional de este campo. En nuestro caso, yo tuve la suerte de que leí el artículo y enseguida identifiqué los síntomas. Espero que nuestro testimonio sirva para que otras personas también puedan reconocer lo que les pasa a sus hijos. 

 

¿Ver el éxito de los demás en las redes sociales te produce ansiedad?
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¿Ver el éxito de los demás en las redes sociales te produce ansiedad?

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 16 enero, 2019 Ansiedad, Redes sociales 0

Hace unos meses, un fotógrafo estadounidense de 29 años, Oliver Kmia, creó un vídeo con más de mil fotos subidas a Instagram en las que se ve a turistas de todo el mundo fotografiados en diversos lugares emblemáticos de varios continentes: en la Torre de Pisa (Italia), en el Machu Picchu (Perú), en el Taj Mahal (India), etc. El objetivo de este fotógrafo no fue criticar el turismo de masas, ni el hecho de que la gente siempre se hace el mismo tipo de fotos, sino poner de manifiesto el postureo en las redes sociales (el vídeo tuvo una gran repercusión en los medios de comunicación y ya lleva más de un millón de reproducciones en Vimeo).


Instravel - A Photogenic Mass Tourism Experience from Oliver KMIA on Vimeo.

Compararnos con los demás forma parte de nuestra naturaleza

 

Es un hecho que muchas personas necesitan reafirmar su identidad publicando imágenes en las redes sociales que hagan pensar a los demás que su vida es extraordinaria. Pero también es cierto que los seres humanos tenemos tendencia a lo que los psicólogos denominan “comparación social”: evaluamos nuestra vida comparándola con los logros y las posesiones de los otros. Este comportamiento, además, comienza a edades muy tempranas, lo que indica que forma parte de nuestra naturaleza. El neurocientífico cognitivo Christian Jarret lo explica muy bien en un artículo en el que cita un estudio reciente realizado con niños de siete años.

 

El estudio

 

A estos niños se les hizo hacer una serie de pruebas en pareja.  Después de cada prueba, se le comunicó a cada uno de ellos si la había pasado con éxito y cuál era la evaluación que había recibido su pareja en la misma prueba. Pues bien, los que mostraron más felicidad fueron los que se enteraron de que habían tenido éxito y de que su pareja había fracasado. Esto les provocó más satisfacción que saber que en algunas pruebas ambos lo habían hecho bien. ¿Cuándo se sintieron peor todos los niños? cuando recibieron la noticia de que ellos habían fallado en una prueba, pero que su pareja la había pasado con éxito (esto les provocó más malestar que saber que ambos habían fallado).

 ¿Ver el éxito de los demás en las redes sociales te produce ansiedad?

 

Para este neurocientífico, el mensaje que debemos extraer es que compararse con los amigos es natural, y que también lo es que nos produzca cierto malestar percibir que a los otros les va mejor que a nosotros (comparación ascendente). La cuestión es que la probabilidad de malestar aumenta en función de lo minada que está la autoestima de la persona y de la propensión al pesimismo que tenga. Si este malestar es profundo y provoca ansiedad, hay que considerarlo como un efecto secundario de algún otro malestar que no está resuelto: si solucionamos la causa subyacente, también se disipará la ansiedad que produce ver el supuesto éxito de los demás en las redes sociales.

 

La investigación también indica que deberíamos tratar de frenar una tendencia muy común: la de percibir como poco competentes a los amigos que, por lo que publican en las redes, percibimos como menos exitosos que nosotros. Alguien que extrae una conclusión así, y de esta forma, no merece que lo sigamos considerando como un amigo.

 

Si lo que sentimos es envidia benigna, es decir, admiración por los logros de nuestros amigos, esta emoción puede tener un efecto motivador a la hora de evaluar nuestra propia vida y ayudarnos a mejorar. No obstante, tal como advierte Christian Jarret, debemos evitar sobreestimar el supuesto éxito personal que muestran los amigos/conocidos en las redes sociales: los numerosos estudios sobre el tema concluyen que estas vidas idílicas (viajes fabulosos, cenas y fiestas estupendas, ropa de marca, etc.) pueden estar encubriendo un doloroso vacío que subestimamos: su vida real puede ser muy diferente a la que muestran al mundo a través de estas plataformas.

 ¿Ver el éxito de los demás en las redes sociales te produce ansiedad?

 

En el caso de los adolescentes, aunque es cierto que las redes sociales pueden ser muy positivas en esta etapa (la identidad se construye con el feedback de los otros), no podemos obviar los riesgos: durante esta etapa se está formando su personalidad y construyen la escala de valores que guiará su vida. Creer que impresionar a los demás es lo que les proporcionará bienestar, los hará infelices y no aprenderán a diferenciar la vida real y la virtual. El bienestar viene dado por la satisfacción que nos proporciona la consecución de nuestros objetivos personales y profesionales, y saber que vivimos siendo coherentes con nuestros valores.

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