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¿Por qué nos bloqueamos cuando estamos bajo presión?

Susana Lladó - Lladó Comunicación 26 marzo, 2019 Actualidad, Ansiedad, Aprendizaje 0

Sian Leah Beilock es una psicóloga cognitiva que en 2017 fue galardonada con el prestigioso Premio Troland por sus investigaciones sobre por qué las personas nos bloqueamos cuando estamos bajo presión. Beilock investiga los factores del cerebro y del cuerpo que influyen en nuestro rendimiento variando nuestras habilidades cognitivas y de razonamiento cuando estamos sometidos a estrés. Y lo hace utilizando diversas metodologías, como las técnicas de neuroimagen.

 

Según la especialista, los bloqueos son atascos de información en el cerebro que hacen que rindamos por debajo de nuestras capacidades cuando nos sentimos presionados para hacer algo bien. Sus investigaciones nos han parecido especialmente interesantes por dos motivos: porque las personas con trastorno de lateralidad suelen bloquearse y porque, tal como veremos, muchos bloqueos están causados por un mal funcionamiento de la memoria de trabajo, un síntoma que presentan muchas personas con problemas de lateralidad.

 ¿Por qué nos bloqueamos cuando estamos bajo presión?

Tal como ella explica en numerosas publicaciones y conferencias, cualquier persona puede bloquearse en un momento dado. De hecho, a veces les ocurre incluso a los deportistas de élite cuando todo el mundo está pendiente de ellos. El gran golfista Greg Norman, por ejemplo, experimentó una de estas situaciones en el Masters de Estados Unidos en 1996: tras jugar magníficamente los tres primeros días del torneo, el último día se bloqueó. En el caso de los deportistas, pensar demasiado en lo que están haciendo por su miedo a fallar es lo que, precisamente, provoca el bloqueo: intentan controlar tanto cada aspecto de lo que están haciendo que este análisis acaba siendo contraproducente y dejan de fluir en sus movimientos. Se produce una parálisis por análisis.

Según Beilock, si lo que vamos a hacer es una tarea automática que ya hemos realizado anteriormente muchas veces, una manera de evitar el bloqueo es distraer al cerebro haciendo algo tan simple como cantar, silbar o hacer multiplicaciones mentalmente, por ejemplo: esto ayuda a impedir que las partes del cerebro que podrían interferir en el rendimiento tomen el control. Es decir, se trata de evitar que la parte consciente del cerebro regule demasiado los movimientos que deberían quedar fuera de su control.

Sin embargo, el cerebro también nos puede sabotear el rendimiento de formas distintas a la de “parálisis por análisis”. Una de ellas es cuando las situaciones de presión agotan nuestra memoria de trabajo; una capacidad de procesamiento del cerebro que es clave para muchas de las actividades que realizamos diariamente y que necesitamos que funcione bien cuando damos una conferencia, hacemos una presentación, nos presentamos a un examen, tenemos que responder a las preguntas que nos hace un cliente, etc.

¿Por qué nos bloqueamos cuando estamos bajo presión?

Las personas con talento suelen tener una mayor memoria de trabajo, pero cuando están preocupadas o estresadas, se les sobrecarga. Llama la atención un ejemplo que pone la investigadora sobre este fenómeno. Es un ejemplo de lo que denomina “amenaza estereotipada”: en un estudio, alumnos blancos y negros realizaron una serie de pruebas estandarizadas antes y después de que resultara elegido como presidente Obama. Antes de la elección, los alumnos negros obtuvieron peores resultados que los blancos. Sin embargo, justo después de las elecciones, sus puntuaciones mejoraron tanto que casi igualaron a las de los blancos. Según Beilock, cuando los estudiantes negros pueden superar las preocupaciones provocadas por los estereotipos porque ven a alguien como el presidente Obama que responde directamente a los mitos sobre la variación racial en la inteligencia, su desempeño mejora.

 

La amenaza estereotipada se da cuando las personas con talento no rinden según sus capacidades porque les preocupa confirmar los mitos o clichés culturales: que los niños y las niñas tienen aptitudes diferentes para los estudios de ciencias, que la raza determina las capacidades o cualquier otro. Las investigaciones de Beilock han demostrado que sentirse presionado por si se confirman estos estereotipos disminuye el rendimiento porque la preocupación agota la memoria de trabajo.

 

El equipo de investigación de Beilock también ha demostrado que los estudiantes que no pertenecen a ningún grupo estereotipado, pero que se sienten sobrepasados por la ansiedad, dejan de bloquearse cuando empiezan a practicar meditación. De igual manera, ensayar bajo un estrés moderado situaciones que nos provocan ansiedad, también ayuda a que nos sintamos más cómodos en otras situaciones que, a priori, nos provocarían un estrés mayor.

Conferencia de Sian Leah Beilock sobre el tema (está disponible la transcripción en español).

 

 

Entrevista a la madre de un paciente con 3 cruces de lateralidad
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Entrevista a la madre de un paciente con 3 cruces de lateralidad

Susana Lladó - Lladó Comunicación 26 febrero, 2019 Ansiedad, Comprensión lectora, El trastorno de lateralidad, Emociones, Lateralidad, Lateralidad y lectura, Terapia de lateralidad, Tratamiento de lateralidad 0

Entrevistamos a la madre de un paciente diagnosticado con tres cruces de lateralidad que finalizó la terapia hace unos meses. Cuando su hijo ―al que llamaremos Pedro para preservar su anonimato― llegó al centro, era diestro de brazo y mano en un 65 %, y zurdo en un 35 %. 

Antes de transcribir la conversación, queremos incluir el testimonio del padre de Pedro, quien se sumó a la entrevista al finalizarla: «Le agradezco a mi hijo que se abriera desde el primer momento al tratamiento y que se mostrara desde un inicio tan convencido de su decisión, de lo que iba a hacer. Con tan solo 11 años entendió cuál era su problema, que tenía solución y que la terapia le permitiría ir hacia donde quería llegar. Ahí mostró una gran madurez. Se lo he dicho».

 

¿Cuándo empezasteis a detectar que Pedro tenía dificultades?

Hace seis años, cuando Pedro estaba en cuarto de Primaria.

 

¿Qué tipo de dificultades tenía?

Empezó a tener bloqueos.

 

¿Qué tipo de bloqueos?

No sabía cómo enfrentarse a las situaciones que para él eran conflictivas. Se levantaba casi todas las mañanas de mal humor, se mostraba enfadado y agobiado continuamente, se negaba a desayunar, a ir a la escuela, etc. Y cuando intentábamos hablar con él, era imposible razonar: se encerraba completamente en sí mismo y no lo sacabas de ahí. Al mismo tiempo, se quedaba callado y no había manera de acceder a él. Si decía algo, su manera de expresarse era agresiva. No era un niño feliz, nunca estaba contento. Pero en aquel momento pensamos que era una cuestión emocional.

 

¿También tenía bloqueos de tipo cognitivo?

Le costaba mucho concentrarse, estudiar y conseguir hacer los deberes, por ejemplo. Teníamos que estar siempre encima y ayudarle. Las broncas eran continuas. Era duro, para él y para nosotros. Y también recuerdo que la presentación de las libretas donde hacía los deberes era muy desastrosa. Pero, en cambio, se esforzaba mucho estudiando: no es que pasara de la escuela. Y esto le hacía sufrir mucho.

 

¿Qué es lo que os llamaba la atención de la presentación de las libretas?

Lo mezclaba todo, hacía muy mala letra, había muchísimos borrones y estaba todo desordenado. Pero yo no le daba mucha importancia a esto último, pensaba que él era desordenado.

 

¿Notabais alguna dificultad más?

En matemáticas iba bien, lo que más le costaba era la lectura y la escritura. Sobre todo, redactaba muy mal: lo mezclaba todo. No obstante, él intentaba compensar estas dificultades esforzándose mucho y esto hacía que los resultados académicos no fueran malos.

 

¿Notasteis dificultades de orientación espaciotemporal?

La verdad es que nosotros, como padres, no. Pero sé que las tenía y que las han trabajado en terapia.

 

¿Recuerdas algún síntoma más destacable?

Se le olvidaban las cosas con frecuencia. Por ejemplo, nunca sabía qué deberes tenía que hacer. Era como que no se enteraba de las cosas.

 

¿Cómo era su relación con los compañeros de clase?

No era buena. Nosotros lo atribuíamos a que lo habían cambiado de clase y a que había tenido algún percance con la profesora debido a su desorden, pero después he sabido a través de Joëlle Guitart que sufrió algún episodio puntual de bullying. El caso es que él pidió cambiar de colegio. Nos dijo que quería un cambio de aires.

 

¿En los informes de la escuela nunca se mencionó un posible problema de lateralidad?

La verdad es que no. Como Pedro no suspendía las asignaturas, supongo que nadie pensó que pudiera haber un problema de lateralidad. Los informes se limitaban a decir que era despistado, desordenado, infantil, que tenía que madurar…

 

¿Cuándo decidisteis llevarlo al centro para llevar a cabo un diagnóstico?

Leí un artículo de Joëlle Guitart en La Vanguardia y me di cuenta de que lo que explicaba ella era lo que le pasaba a mi hijo. Fue entonces cuando pensé que las dificultades de Pedro quizá no se debían a que todavía tenía que madurar, sino a un problema de lateralidad.

 

¿Cómo reaccionasteis al diagnóstico?

Joëlle Guitart nos explicó que el test mostraba, sin lugar a dudas, una lateralidad cruzada y que le podían ayudar. Fue un alivio: por fin sabíamos la causa y que tenía solución.

 

¿Cómo habéis vivido el proceso de curación de Pedro?

Bueno, para nosotros, acompañarle cada semana a terapia (lo hacía mi marido) supuso un esfuerzo porque vivimos a una hora y media de Barcelona y el tratamiento ha durado dos años. Además, las sesiones eran los viernes y a finales de semana nos cogía a todos ya agotados. Pero Pedro iba muy contento a las sesiones, nunca quiso saltarse ninguna y nosotros empezamos a ver cambios enseguida, casi de inmediato.

 

¿En qué notasteis los cambios, cómo fueron?

No hubo altos y bajos, fue gradualmente yendo a mejor. Al principio, como te decía, fue muy rápido, enseguida vimos un cambio: dejó de tener los bloqueos, empezó a poder hablar cuando había algún conflicto y a dejarse aconsejar, y eso que estaba en una edad difícil, entrando en la adolescencia. Y también quiero destacar que, por fin, empezó a mostrarse alegre y a reír ¡nunca le habíamos visto contento! Y eso para unos padres, es tremendo: es lo que más te hace sufrir. 

 

¿Cómo veis ahora a Pedro?

Ahora, le va muy bien en la escuela, y con los amigos. Hace tiempo que ya estudia solo, se organiza mucho mejor, presenta bien los deberes y los trabajos, ya no se bloquea y, sobre todo, le vemos bien, feliz. Quiere ser periodista deportivo, vamos a ver: en cualquier caso, ahora ya tiene las herramientas para poder conseguir sus objetivos.

 

Y él, ¿ha compartido con vosotros algo sobre lo que ha sido la terapia?

¡Bueno, tiene a su terapeuta, Luis, en un pedestal! Desde un principio encajó muy bien con Joëlle, con él y con los otros niños de su grupo de terapia. Estamos convencidos de que todos estos factores le ayudaron a abrirse y a tener una actitud receptiva para hacer con éxito el tratamiento.

 

Pedro ya ha terminado la terapia y solo le queda un último test de control

Sí, volveremos en verano para este último test y ya estará. La terapia ha conseguido lateralizarle en un 90 % a la derecha. Entretanto, solo tiene que hacer unos ejercicios en casa dos veces a la semana para aumentar un 5 % más esta lateralización.

 

¿Quieres añadir algo más?

Sí, a veces hablo con otros padres que me explican que sus hijos tienen dificultades muy similares a las que tenía Pedro y veo que las atribuyen a otras causas, pero no a un posible problema de lateralidad. Llevan a su hijo al psicólogo o a otro tipo de especialistas y me dicen que no ven grandes progresos. Yo les comento nuestra experiencia, pero me doy cuenta de que hay un gran desconocimiento sobre este tema y de que es difícil explicarlo si no eres un profesional de este campo. En nuestro caso, yo tuve la suerte de que leí el artículo y enseguida identifiqué los síntomas. Espero que nuestro testimonio sirva para que otras personas también puedan reconocer lo que les pasa a sus hijos. 

 

¿Ver el éxito de los demás en las redes sociales te produce ansiedad?
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¿Ver el éxito de los demás en las redes sociales te produce ansiedad?

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 16 enero, 2019 Ansiedad, Redes sociales 0

Hace unos meses, un fotógrafo estadounidense de 29 años, Oliver Kmia, creó un vídeo con más de mil fotos subidas a Instagram en las que se ve a turistas de todo el mundo fotografiados en diversos lugares emblemáticos de varios continentes: en la Torre de Pisa (Italia), en el Machu Picchu (Perú), en el Taj Mahal (India), etc. El objetivo de este fotógrafo no fue criticar el turismo de masas, ni el hecho de que la gente siempre se hace el mismo tipo de fotos, sino poner de manifiesto el postureo en las redes sociales (el vídeo tuvo una gran repercusión en los medios de comunicación y ya lleva más de un millón de reproducciones en Vimeo).


Instravel - A Photogenic Mass Tourism Experience from Oliver KMIA on Vimeo.

Compararnos con los demás forma parte de nuestra naturaleza

 

Es un hecho que muchas personas necesitan reafirmar su identidad publicando imágenes en las redes sociales que hagan pensar a los demás que su vida es extraordinaria. Pero también es cierto que los seres humanos tenemos tendencia a lo que los psicólogos denominan “comparación social”: evaluamos nuestra vida comparándola con los logros y las posesiones de los otros. Este comportamiento, además, comienza a edades muy tempranas, lo que indica que forma parte de nuestra naturaleza. El neurocientífico cognitivo Christian Jarret lo explica muy bien en un artículo en el que cita un estudio reciente realizado con niños de siete años.

 

El estudio

 

A estos niños se les hizo hacer una serie de pruebas en pareja.  Después de cada prueba, se le comunicó a cada uno de ellos si la había pasado con éxito y cuál era la evaluación que había recibido su pareja en la misma prueba. Pues bien, los que mostraron más felicidad fueron los que se enteraron de que habían tenido éxito y de que su pareja había fracasado. Esto les provocó más satisfacción que saber que en algunas pruebas ambos lo habían hecho bien. ¿Cuándo se sintieron peor todos los niños? cuando recibieron la noticia de que ellos habían fallado en una prueba, pero que su pareja la había pasado con éxito (esto les provocó más malestar que saber que ambos habían fallado).

 ¿Ver el éxito de los demás en las redes sociales te produce ansiedad?

 

Para este neurocientífico, el mensaje que debemos extraer es que compararse con los amigos es natural, y que también lo es que nos produzca cierto malestar percibir que a los otros les va mejor que a nosotros (comparación ascendente). La cuestión es que la probabilidad de malestar aumenta en función de lo minada que está la autoestima de la persona y de la propensión al pesimismo que tenga. Si este malestar es profundo y provoca ansiedad, hay que considerarlo como un efecto secundario de algún otro malestar que no está resuelto: si solucionamos la causa subyacente, también se disipará la ansiedad que produce ver el supuesto éxito de los demás en las redes sociales.

 

La investigación también indica que deberíamos tratar de frenar una tendencia muy común: la de percibir como poco competentes a los amigos que, por lo que publican en las redes, percibimos como menos exitosos que nosotros. Alguien que extrae una conclusión así, y de esta forma, no merece que lo sigamos considerando como un amigo.

 

Si lo que sentimos es envidia benigna, es decir, admiración por los logros de nuestros amigos, esta emoción puede tener un efecto motivador a la hora de evaluar nuestra propia vida y ayudarnos a mejorar. No obstante, tal como advierte Christian Jarret, debemos evitar sobreestimar el supuesto éxito personal que muestran los amigos/conocidos en las redes sociales: los numerosos estudios sobre el tema concluyen que estas vidas idílicas (viajes fabulosos, cenas y fiestas estupendas, ropa de marca, etc.) pueden estar encubriendo un doloroso vacío que subestimamos: su vida real puede ser muy diferente a la que muestran al mundo a través de estas plataformas.

 ¿Ver el éxito de los demás en las redes sociales te produce ansiedad?

 

En el caso de los adolescentes, aunque es cierto que las redes sociales pueden ser muy positivas en esta etapa (la identidad se construye con el feedback de los otros), no podemos obviar los riesgos: durante esta etapa se está formando su personalidad y construyen la escala de valores que guiará su vida. Creer que impresionar a los demás es lo que les proporcionará bienestar, los hará infelices y no aprenderán a diferenciar la vida real y la virtual. El bienestar viene dado por la satisfacción que nos proporciona la consecución de nuestros objetivos personales y profesionales, y saber que vivimos siendo coherentes con nuestros valores.

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