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Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro
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Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

Susana Lladó - Lladó Comunicación 8 febrero, 2022 Aprendizaje, Autoestima, Integración y retención de información, Memoria, Motivación, Neurociencia, Sistema educativo

¿Cómo aprende mejor el cerebro? La ciencia cognitiva lleva unos 60 años investigándolo. Lo que ha descubierto en estas décadas supera con creces todo lo que se sabía con anterioridad al respecto. Lo curioso, sin embargo, es que los conocimientos a los que ha llegado la ciencia cognitiva durante este tiempo apenas se han transferido a los que más podrían aprovecharlo, alumnos y profesores. Lo sabe muy bien uno de los mejores investigadores en este campo, Héctor Ruiz Martín, neurobiólogo y director de la International Science Teaching Foundation. Desde hace años, investiga científicamente las circunstancias y acciones que hacen que nuestro cerebro aprenda mejor.

Tras escuchar varias de sus conferencias, hemos resumido algunas de las evidencias de las que ya dispone la ciencia cognitiva sobre el aprendizaje. Pero antes de entrar en materia, veamos algunas consideraciones importantes que hace el especialista sobre la capacidad de aprendizaje, ya que también existen muchos malentendidos sobre este punto.

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

Capacidad de aprendizaje

Salvo en los casos de trastornos extremos, cualquier persona puede aprender cualquier cosa. Lo que limita el aprendizaje son las creencias autolimitantes. Más importante incluso que el interés por aprender es el concepto de autoeficacia: si nos vemos capaces o no de lograr un aprendizaje.

A su vez, nuestra creencia sobre si seremos capaces de aprender algo es lo que determina nuestra motivación, y esta creencia depende de las experiencias previas de éxito o fracaso en una materia. Por esta razón es fundamental que los educadores valoren y refuercen positivamente el esfuerzo de un alumno por aprender.

¿Qué es lo que hace que el desempeño varíe de unos estudiantes a otros?

Sin duda, la habilidad (innata) es importante, pero no decisiva. Otro factor diferenciador es el esfuerzo, ya que sin él, por mucha habilidad innata que se tenga, no se llevará a cabo el aprendizaje. No obstante, uno se puede esforzar mucho y no aprender (lo cual disminuye la motivación). Entonces, ¿qué factor marca la diferencia? lo que hacemos cuando aprendemos, porque esto está relacionado con cómo aprende nuestro cerebro. Es necesario aprender a aprender, conocer las estrategias más eficaces de aprendizaje. Además, si el alumno conoce estas técnicas estará preparado para afrontar retos más exigentes que se le presentarán después en la universidad.

Cómo aprende mejor el cerebro: memoria y relaciones entre significados

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

La memoria no es (solo) un disco duro, un mero almacén de datos sin sentido. No funciona así. Por esto el aprendizaje basado exclusivamente en memorizar no da buenos resultados. De hecho, hay diferentes tipos de memoria que se ocupan de diferentes objetos de aprendizaje. Y es la memoria semántica la que nos permite obtener conocimientos.

Este tipo de memoria, la semántica, no es muy buena aprendiendo datos, pero sí lo es aprendiendo conceptos e ideas. Funciona como una red en la que se va conectando todo lo que vamos aprendiendo, estableciendo relaciones de significado entre las ideas y los conceptos nuevos, y los que ya teníamos sobre ese ámbito del saber. Cuando, después, queremos echar mano de un conocimiento en concreto, lo que hace es reconstruirlo agregando estos últimos elementos aprendidos.

En otras palabras, la memoria se construye conectando lo que ya sabemos con lo que estamos aprendiendo. Por esto es tan importante entender los conceptos e ideas cuando aprendemos algo nuevo: es la única manera que tendrá nuestro cerebro de poder establecer las conexiones entre significados. Es decir, sin comprensión de aquello que memorizamos no hay aprendizaje duradero, ni aprendizaje que podamos aplicar a otras situaciones que requieran usarlo (resolver un problema matemático basado en lo mismo, interpretar un texto nuevo, etc.). En cambio, cuando hay comprensión, la memoria es capaz de aprender cualquier cosa y podemos aprender cada vez más conocimientos y de más complejidad.

Cómo se debería estudiar

En lugar de leer y releer una y otra vez un temario, hay que hacerlo a la inversa: después de leerlo con atención, comprenderlo, entender el sentido y las relaciones entre las partes del contenido, hay que explicárselo a uno mismo o explicárselo a otra persona. Así es como nuestro cerebro consolida mejor un aprendizaje. Por la misma razón, poner ejemplos y crear analogías nos ayudará a “fijar” ese aprendizaje en la memoria.

Otra cuestión importante es la práctica espaciada: una vez que sabemos, por ejemplo, cómo resolver un problema porque lo hemos hecho varias veces, deja de ser útil seguir haciendo más ejercicios para consolidar el aprendizaje. Lo eficaz, cognitivamente hablando, es dejar pasar unas horas o días. Por la misma razón, si se estudia en el último momento para un examen, lo que se retenga va a ser un aprendizaje efímero. Además, dormir es imprescindible para consolidar lo que se aprende.

¿Qué ocurre si al tratar de recordar (evocar) unos días después lo que hemos aprendido nos damos cuenta de que necesitamos repasar? Nada negativo, todo lo contrario: ese repaso será mucho más efectivo que si repasamos una y otra vez sin intentar explicárnoslo. Al consultar lo que no recordamos, nuestro cerebro acabará de hacer las conexiones que le faltaban.

Cómo pueden los docentes fomentar el aprendizaje

Estudiantes, profesores: así es cómo aprende mejor el cerebro

De todo lo que hemos visto se desprende que enseñar consiste en ayudar a los alumnos a aprender, ya que los conocimientos no se pueden transferir de una mente a otra, y que para aprender hay que darle sentido a lo que aprendemos. Por lo tanto, al preparar cualquier actividad, los profesores deberían preguntarse en qué pensarán sus alumnos al hacerla: ¿la actividad les permitirá darle un significado al conocimiento que les quieren transmitir mediante esa actividad? ¿podrán establecer relaciones con otros conocimientos adquiridos, interpretar los resultados, ver analogías? Recordemos aquí la importancia de la evocación y de espaciar la repetición de un mismo aprendizaje como ingredientes esenciales de la “receta”.

Finalmente, algunas consideraciones sobre cuatro cuestiones:

La motivación: promover la motivación de los alumnos no consigue per se que estos aprendan, pero sí consigue que estos dediquen más tiempo y esfuerzo a aprender. Como hemos visto, aprender requiere esfuerzo, además de confianza.

Trabajar en el error: que un alumno falle en un aprendizaje no significa que no lo pueda aprender, sino que todavía no lo ha aprendido. Aunque se haya equivocado, si se ha esforzado, tiene que recibir una validación positiva.

Sistema de evaluación: lo adecuado sería evaluar mediante pruebas en las que los alumnos tengan que demostrar que han entendido los conceptos, en lugar de mediante pruebas basadas en la memorización de estos conceptos. Asimismo, tal como señala el experto en una entrevista publicada en Magisnet: «Debería servir para ver en qué punto del aprendizaje está uno y darse cuenta de si necesita más para conseguir el objetivo o si ya es suficiente y puede seguir con otro tema».

Las emociones: solemos recordar mejor los episodios de nuestra vida que son emocionalmente intensos. Esto es cierto. Ahora bien, una actividad de aprendizaje de este tipo no garantiza que el alumno vaya a recordar lo que se le enseñó durante esa actividad, más bien al contrario, ya que las emociones intensas secuestran la capacidad de razonamiento. No obstante, esto no significa que las emociones no sean un elemento a tener en cuenta en el aprendizaje: son importantes porque en el aula debe haber un buen ambiente que promueva la confianza y permita el error, y porque van ligadas a la motivación que nos empuja a hacer lo necesario para aprender: dedicarle más tiempo, más atención y esfuerzo.

En la charla del vídeo de arriba de Aprendemos Juntos, Héctor Ruiz también explica para qué tipos de aprendizaje son útiles las reglas mnemotécnicas, cómo actúan las estrategias visuales o si es conveniente estudiar con música.

Si queréis profundizar más en cómo aprende mejor el cerebro, este experto en psicología cognitiva ha publicado varios libros, entre ellos Aprendiendo a aprender y ¿Cómo aprendemos? Una aproximación científica al aprendizaje y a la enseñanza.

Nuestra identidad se refleja en la voz
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Nuestra identidad se refleja en la voz

Susana Lladó - Lladó Comunicación 25 enero, 2022 Autoestima, Emociones, Estrés crónico, La voz

No hay dos voces iguales, cada voz es única

La voz refleja quiénes somos: nuestra alma, personalidad e identidad. Y también cómo nos sentimos física y emocionalmente. Incluso revela nuestra evolución, la historia de nuestra vida. Así lo asegura el otorrinolaringólogo, foniatra y cirujano craneofacial Jean Abitbol, uno de los mejores especialistas del mundo en el aparato fonador.

Además, la voz es un instrumento musical y, de entre todos los instrumentos que existen, es el único que es de cuerda y de viento a la vez, ya que es la respiración la que hace que nuestras cuerdas vocales vibren.

Asimismo, no hay dos voces idénticas. Hay tantas voces distintas como seres humanos, ¡casi 8.000 millones de voces diferentes! ¿Cómo es posible, si todos tenemos los mismos órganos fonadores y respiratorios? La respuesta está en los armónicos. Debido a que la anatomía de cada persona es diferente y a que utilizamos los órganos también de manera diferente, los resonadores que tenemos en el tracto vocal y en la caja torácica hacen que cada persona tenga un grupo de armónicos (llamado formante) distinto que singulariza su voz, que la hace única; de la misma manera que no hay dos huellas dactilares idénticas.

Nuestra identidad se refleja en la voz

¿Cómo afectan las emociones a la voz?

En un artículo publicado en Scientific American, el doctor Abitbol explica la fisiología de la voz y cómo le afectan las emociones: «La voz es el instrumento musical humano. Consiste en un elemento vibratorio, cámaras de resonancia y la energía que produce las vibraciones. Esta energía proviene de la respiración que se origina en los pulmones. Las vibraciones se producen en las dos cuerdas vocales, en la parte inferior de la caja de la voz, o laringe, que están dispuestas en forma de “V”, perpendiculares a la tráquea. Finalmente, las cámaras de resonancia están formadas por múltiples estructuras situadas por encima de las cuerdas vocales: la parte superior de la laringe, la faringe, la cavidad nasal y la boca. La lubricación de las cuerdas vocales es muy buena cuando te sientes bien, pero lo es mucho menos cuando estás ansioso, estresado o tienes miedo escénico. El suministro de sangre también se deteriora en este último caso, en particular debido a una contracción de los vasos sanguíneos. Entonces las cuerdas vocales se blanquean y pierden su flexibilidad, lo que se traduce en una sequedad en la voz. Además, el estrés frecuente e intenso provoca reflujo gástrico en las cuerdas vocales, que se secan por la acidez y se cubren de bultos (queratosis). Como resultado, la voz se quiebra y se vuelve ronca. Las expresiones emocionales también modifican la configuración de las cámaras de resonancia vocal, en particular al movilizar la boca y las mejillas».

Todo lo anterior explica que nuestras emociones se pueden escuchar, que sepamos cuándo un amigo que nos dice por teléfono que está bien, no lo está. Las emociones repercuten de una manera determinada en nuestro aparato vocal. De hecho, no es posible recrear con precisión una voz sintéticamente. Se logra hasta cierto punto, pero falta el componente emocional; precisamente lo que hacía que cantantes de ópera como Pavarotti o María Callas fueran únicos (técnica aparte).

En otros casos, una anomalía en el aparato fonador puede hacer que una voz sea extraordinaria. Louis Armstrong, por ejemplo, tenía dos masas enormes (benignas) en sus cuerdas vocales que le otorgaban esa ronquez inimitable.

Nuestra identidad se refleja en la voz

Si cambia nuestra voz, cambia nuestra identidad

En el artículo, el doctor Abitbol expone también varios casos de pacientes que ejemplifican hasta qué punto la voz es un componente esencial de nuestra identidad. Uno de ellos es el de una abogada que tenía una voz muy profunda y masculina debido a un edema en las cuerdas vocales. A pesar de que esta voz grave actuaba a su favor en el ámbito profesional porque se dedicaba a defender a matones, a ella no le gustaba. En contra de la recomendación del doctor Albiol, se hizo operar (por otro médico). Cuando la volvió a ver, tenía una voz aguda que le impedía reconocerse a sí misma. Había dejado de ser ella, sentía que ya no tenía autoridad, perdía las causas judiciales y su novio la había dejado. Todos estos cambios en su vida no se debieron a que el tono de su voz fuera más alto, sino al conflicto interno que le provocó no reconocerse en su propia voz.

Sin embargo, pocas personas se dirigen a este doctor para que les cambie la voz. Al 95 % de las que lo hacen las deriva a un psicólogo, a un logopeda o a un foniatra porque esta demanda suele revelar un problema psicológico subyacente. Hay personas que nunca consiguen hacerse oír en un reunión, otras que gritan al hablar para demostrarse algo a sí mismas y a los demás, hombres corpulentos ocupando puestos directivos que tienen voces infantiles o, por el contrario, hombres que esconden una fragilidad detrás de voces engoladas que pretenden transmitir poder.

Un último dato que llama la atención en este artículo es la cantidad de personas que quieren aprender a que su voz suene más persuasiva y transmita cierto poder desde que se han multiplicado las reuniones virtuales con el teletrabajo. Pero como dice el especialista, lo que estas personas quieren cambiar no es su voz en sí, sino la forma en que la usan.

Otras fuentes:

Influencia de las hormonas en la voz operística. 40 años de experiencia

«Es fundamental que los padres sepan identificar en qué estilo de crianza están educando a sus hijos»
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«Es fundamental que los padres sepan identificar en qué estilo de crianza están educando a sus hijos»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 28 diciembre, 2021 Aprendizaje, Autoestima, Emociones, Entrevistas, Estilos de crianza, Relación padres-hijos

Por Susana Lladó

El estilo de crianza condiciona la vida de un niño. En esta entrevista, la psicóloga de nuestro centro Núria León nos explica cuáles son los diferentes estilos de crianza para que los padres puedan identificar en cuál de ellos están educando a sus hijos y, si es el caso, adoptar el que contribuya a un desarrollo más saludable del niño.

Empecemos por definir a qué nos referimos cuándo hablamos de estilos de crianza

El estilo de crianza hace referencia a la manera que tienen los padres de responder a las emociones de los hijos, así como al conjunto de actitudes y comportamientos que tienen ante sus respuestas. También incluye el conjunto de normas y valores, y cómo los padres van manejando y resolviendo los diferentes conflictos que se presentan.

 

¿Por qué es importante poder identificar el estilo de crianza?

Los padres tienen mucha influencia en la conducta y en el desarrollo general de los hijos. De hecho, aunque hay varios factores que afectan a la educación de un niño, el estilo de crianza es el pilar más importante en su futura evolución. Las investigaciones actuales también nos dicen que, desde edades muy tempranas, el estilo de crianza puede afectar a su desarrollo socioafectivo, tanto durante su niñez y adolescencia como en la edad adulta; es decir, al desarrollo de sus habilidades para crecer como persona y como ser social.

 

¿Del estilo de crianza depende el aprendizaje de la gestión de nuestras emociones?

Sí, también. El estilo de crianza repercute en cómo aprendemos a gestionar y controlar las emociones. Si es el adecuado, aprenderemos a ser asertivos, a tener en cuenta a los demás, tendremos una buena autoestima, adquiriremos habilidades sociales y aprenderemos a vivir en sociedad de una forma sana y positiva.

 

¿Con qué criterio se categorizan los estilos de crianza?

A la hora de clasificar estilos de crianza, partimos de dos factores: el primero es la sensibilidad o el grado de interés de los padres hacia las emociones del hijo y sus necesidades, si las tienen en cuenta y las atienden, si son cariñosos y se ocupan de su cuidado. El segundo factor es el nivel de exigencia y control. En función de en qué medida se den estos dos factores, tendremos un estilo de crianza u otro.

Los padres que utilizan el estilo de crianza autoritario buscan tener un control sobre el hijo y que este sea el que se adapte siempre a sus estándares. No hay afecto ni comunicación, se concentran en el comportamiento negativo, en el castigo

¿Es una clasificación rígida?

Aunque hay excepciones, lo habitual es que en una familia se puedan dar y mezclar diferentes estilos de crianza dependiendo del momento y las circunstancias. La utilidad de la clasificación reside en que nos permite saber si deberíamos utilizar más una que otra para mejorar así la educación de los hijos.  Además, hay que tener en cuenta que la crianza es bidireccional: los padres afectan a los hijos, y estos a los padres.

 

¿Cuántos estilos de crianza hay?

Fundamentalmente, tres. Aunque, recientemente, se ha añadido uno más.

 

¿Cuál es el primero?

El autoritario. Se caracteriza por un régimen muy estricto, en el que los padres valoran la obediencia y utilizan la disciplina basada en las órdenes y el castigo. Intentan imponer sus normas de manera inflexible sin tener en cuenta las necesidades y emociones del hijo. En estos casos, la firmeza es lo que predomina, y el interés hacia los intereses y emociones del niño es bajo o nulo. Es el caso de los padres que dicen «Esto se hace así porque lo digo yo», sin darle la oportunidad al niño de expresarse y, mucho menos, de negociar.

Los hijos que crecen en un estilo de crianza permisivo suelen ser muy egocéntricos y no saben manejar la frustración. De mayores, debido a esto, pueden tener comportamientos autodestructivos y, sobre todo, de adaptación social

¿Cómo influye en un niño la crianza autoritaria?

Le puede crear muchos problemas. La crianza autoritaria construye un ambiente inseguro y de miedo que hace que el niño viva en estado de alerta. Por otro lado, se crea una gran distancia entre padres e hijos. El niño no tendrá una buena autoestima y esta educación autoritaria repercutirá en su autonomía personal. Estos hijos suelen ser niños descontentos y reservados. Durante la adolescencia, por ejemplo, no les explicarán sus problemas a los progenitores, y se pueden mostrar rebeldes.

Los padres que utilizan el estilo de crianza autoritario buscan tener un control sobre el hijo y que este sea el que se adapte siempre a sus estándares. No hay afecto ni comunicación, se concentran en el comportamiento negativo, en el castigo. En muchos casos también se fomenta la agresividad.

 

¿Cuál es el segundo estilo de crianza?

El permisivo. Es el opuesto al que acabamos de ver. La firmeza y la exigencia son inexistentes, y la sensibilidad y el interés hacia el hijo son excesivamente altos. Son padres que se lo quieren dar todo a sus hijos, su objetivo es contentarles y evitar que estos se decepcionen; por lo que siempre tratan de adaptarse a ellos y nunca ponen normas ni los castigan, sin tener en cuenta que un niño necesita límites y aprender que hay que ponerles límites a los demás. Son familias en las que es el hijo el que tiene el control, pero estos niños tienen muy poco control sobre su propia conducta y no aprenden a respetar las figuras de autoridad.

 

Todo esto no educa

No, porque el niño debe aprender a tolerar las emociones negativas, a que no siempre puede salirse con la suya.  Los hijos que crecen en un estilo de crianza permisivo suelen ser muy egocéntricos y no saben manejar la frustración. De mayores, debido a esto, pueden tener comportamientos autodestructivos y, sobre todo, de adaptación social.

El estilo de crianza democrático no solo fomenta la asertividad, crea el espacio para practicarla, para aprender a negociar en la vida y saber cómo resolver conflictos en la vida adulta; lo cual es absolutamente necesario para poder tener una vida satisfactoria

¿Y el tercer estilo de crianza?

Es el democrático, y es el mejor de los tres. En este estilo de crianza hay un equilibrio entre la sensibilidad hacia las emociones y necesidades del niño, y la exigencia o firmeza que debe estar presente en la educación de los hijos. Son padres amorosos, que escuchan a sus hijos, favorecen el diálogo y validan las emociones del niño, pero se muestran firmes en lo que deben ser firmes. Si le dicen a su hijo que no puede hacer una cosa, le explicarán por qué no es bueno para él hacerla. Si el hijo les hace una demanda, lo escucharán y fomentarán la negociación. En resumen, los padres establecen normas y ponen límites con coherencia y lógica, pero también reconocen las necesidades de los hijos, y se fomenta el apoyo, la calidez y la independencia del hijo. La relación entre padres e hijos es respetuosa. Los padres exigen cosas a sus hijos, pero de manera razonable. Este estilo de crianza propicia una autoestima sana y que el niño desarrolle las habilidades necesarias para afrontar cualquier obstáculo.

 

Esta forma de educarles les enseñará también cómo vivir en sociedad

Claro. Así es cómo aprenderán habilidades sociales, a no ser agresivos, a ser asertivos, a tener autocontrol y a ser cooperativos. Incluso serán más creativos. Todas estas herramientas son imprescindibles para su futuro, para la vida en pareja, las relaciones laborales, etc. El estilo de crianza democrático no solo fomenta la asertividad, crea el espacio para practicarla, para aprender a negociar en la vida y saber cómo resolver conflictos en la vida adulta; lo cual es absolutamente necesario para poder tener una vida satisfactoria. De hecho, es el único estilo de crianza bidireccional: los padres afectan al hijo y el hijo a los padres. Gracias a la comunicación y a la negociación, ganan todos.

 

¿Y el cuarto estilo de crianza?

Es el negligente. Como indica la palabra, en estas familias, los padres no están. Hay una ausencia de disciplina y exigencia, per también hay una gran distancia emocional. La relación padres-hijo es casi inexistente.

 

¿Nos puedes poner un ejemplo de crianza negligente?

Cuando, por ejemplo, los padres trabajan todo el día y el niño siempre está solo. Podríamos decir que es el estilo de crianza más perjudicial para un hijo. El niño no aprende normas, crece sin referentes y sin que se recojan sus emociones. Estos padres se centran, básicamente, en sus propias necesidades, abandonando las de los hijos. No hay ningún tipo de dirección ni de relación.

 

¿Y cuando no hay coherencia en la crianza?

La crianza debería ser consistente y estable en el tiempo. Los niños necesitan que haya una coherencia. No puedes decirles a veces una cosa y otras la contraria, porque vas a dejar de ser su referente si actúas así. Para educar democráticamente, que es la mejor forma de criar a un hijo, se requiere coherencia, consistencia e integridad. Y hay que fomentar lo que más esfuerzo requiere, la comunicación, ya que implica explicarle las cosas al niño con paciencia y escucharle, en lugar de imponerlas por decreto. La inconsistencia en el estilo de crianza de los hijos puede generarles agresividad. Los niños lo observan todo. Lo que los padres les dicen debe quedar refrendado por sus acciones.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Cambiar nuestro lenguaje corporal moldea nuestra identidad
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Cambiar nuestro lenguaje corporal moldea nuestra identidad

Susana Lladó - Lladó Comunicación 25 octubre, 2021 Autoestima, El cerebro, Emociones

Nuestro lenguaje corporal habla de nosotros

Todos hemos oído que el lenguaje corporal nos da mucha información sobre una persona: sobre cómo es y sobre qué está pensando y sintiendo. Es un tema interesante porque vivimos interaccionando con los otros, comunicándonos, y el lenguaje corporal es comunicación.

Hacemos juicios e inferencias a partir del lenguaje corporal de alguien; el cual incluye la postura, los movimientos corporales, las expresiones faciales, el tono de voz y el volumen. Hay estudios que revelan que el lenguaje corporal es decisivo a la hora de contratar a alguien, promocionarlo, invitarlo a salir o votar a un candidato político (Alex Todorov, de la Universidad de Princeton demostró que el juicio que hacemos en un solo segundo de los rostros de los candidatos políticos predice el 70 % de los resultados). Incluso registramos, aunque no seamos conscientes, las microexpresiones en la cara de alguien: los leves movimientos faciales involuntarios y no controlados que hacemos según las emociones que sentimos. Estos movimientos casi imperceptibles duran apenas unos microsegundos y no se pueden esconder. Los  estudió por primera vez el doctor en Psicología Paul Ekman de la Universidad de California (la serie Miénteme está inspirada en su trabajo y en los casos policiales que ayudó a resolver aplicando sus conocimientos).

Expresamos corporalmente lo que sentimos, y el cuerpo no miente. Hay muy pocos especialistas que puedan hacerlo. Algunos ejemplos: si tras decir algo, cruzamos los brazos, nos estamos protegiendo. Si nos tocamos el cuello, nos sentimos en peligro; si nos encorvamos con los hombros hacia delante, queremos pasar desapercibidos porque nos sentimos poca cosa, y si unimos las yemas de los dedos de las dos manos al hablar, estamos mostrando una alta confianza en lo que decimos.

Cómo se modifica nuestro cerebro cuando cambia el lenguaje corporal

Ahora bien, el lenguaje corporal no solo es la expresión de cómo nos sentimos y de lo que somos. Es mucho más poderoso: si lo modificamos, podemos cambiar lo que pensamos y sentimos acerca de nosotros mismos. Es decir, actúa en ambos sentidos. Lo explica la psicóloga social y profesora de Harvard Amy Cuddy en su libro El poder de la presencia, en el que aborda la relación entre la postura del cuerpo y el poder personal de nuestra presencia, entendida como la capacidad de expresar los propios pensamientos, sentimientos, valor y potencial de manera que resuenen y conecten con los demás (no como dominio sobre los otros o intimidación).

Como profesora de una escuela de negocios muy competitiva, Amy Cuddy está especialmente interesada en las dinámicas de poder y, concretamente, en las expresiones no verbales de poder y dominio. Cuando alguien se siente empoderado, se expande. Ocurre en todo el reino animal. Se hace grande, se abre, se estira, ocupa espacio. Cuando uno se siente impotente, hace lo contrario: se cierra y se hace pequeño porque no quiere toparse con el que tiene al lado. Y si alguien se muestra poderoso con nosotros, tendemos a hacernos más pequeños.

En sus clases, la especialista había observado dos cuestiones que no la sorprendieron: las mujeres suelen hacerse más diminutas que los chicos. Se sienten “crónicamente menos poderosas que los hombres” y, además, participan mucho menos en el aula. Entonces se preguntó si falsificar la postura corporal podría llevar a cambios de conducta. Y la respuesta es que sí. Lo corroboró haciendo una serie de estudios con una especialista de la Universidad de Berkeley, Dana Carney. Tan cierto es que nuestras mentes cambian nuestros cuerpos como que nuestros cuerpos cambian nuestras mentes. Si uno adopta una postura de seguridad es más probable que se sienta más seguro. La cuestión es fingirlo (en el sentido de adoptarla, aunque no salga de manera natural) hasta que se logra el cambio.

El papel de las hormonas en todo esto

Las personas poderosas tienden a ser más asertivas, optimistas y seguras. Además, piensan de manera más abstracta y toman más riesgos. Fisiológicamente, también presentan diferencias importantes respecto a las que se sienten impotentes: aunque solemos asociar el poder únicamente a la testosterona (dominio) los auténticos líderes tienen la testosterona alta y el cortisol bajo (la hormona del estrés) porque el poder está muy vinculado a la forma no reactiva y calmada de responder al estrés. En las jerarquías de primates ocurre lo mismo: si un macho alfa necesita asumir el control, no solo aumentará significativamente su testosterona en unos días, sus niveles de cortisol también irán disminuyendo.

En su investigación, las especialistas hicieron una prueba en laboratorio con un grupo de personas: les hicieron adoptar durante dos minutos posturas de alto y bajo poder, y tomaron muestras de su saliva en ambos casos. Al adoptar las de alto poder, sus niveles de testosterona aumentaron un 20 %, aproximadamente; al adoptar las de bajo poder, los niveles disminuyeron un 10 %. Respecto al cortisol, este disminuyó un 25 % tras las posturas de alto poder y aumentó un 15 % con las de bajo poder.

Conclusiones

En resumen, con solo dos minutos de práctica se producen cambios hormonales que configuran nuestro cerebro para que sea más asertivo, se sienta más seguro y sea menos reactivo al estrés. No se trata de fingir lo que no somos, si no de entrenar nuestros cuerpos hasta que nuestras mentes consoliden la percepción que tenemos de nosotros mismos y se produzca el cambio. En el primer vídeo de arriba, podéis ver las posturas y escuchar el testimonio de Amy Cuddy sobre su propio caso. La especialista tuvo un grave accidente de coche cuando era joven que disminuyó su cociente intelectual. Le dijeron que no podría terminar sus estudios universitarios, pero no se rindió. Fingió su seguridad en cada charla que tuvo que dar en Princeton como parte de su formación. Hoy enseña en Harvard.

Además de los recursos incluidos en el libro y en el vídeo de la charla de Amy Cuddy en TEDTalks, hay muchas otras fuentes para aprender a expandir el cuerpo: técnicas de respiración y posturas de yoga para la apertura de pecho, como las que incluye la clase que imparte Xuan Lan en el vídeo de arriba.

Qué es el gaslighting y cómo reconocerlo
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Qué es el ‘gaslighting’ y cómo reconocerlo

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 20 septiembre, 2021 Actualidad, Autoestima, Emociones, Estrés crónico, Gaslighting

El gaslighting puede darse en cualquier tipo de relación, pero, fundamentalmente, se da en las relaciones íntimas y en las laborales. Puede ser ejercido por la pareja, un jefe o un compañero de trabajo. Se trata de una forma de maltrato psicológico o control coercitivo en la que el agresor lleva a cabo una estrategia previamente planificada para hacerle creer a su víctima que está perdiendo el juicio. Así es como lo define Stephanie Sarkis, la doctora, psicoterapeuta y autora del libro Gaslighting: Recognise Manipulative and Emotionally Abusive People – And Break Free.

El nombre de este tipo de abuso está tomado de todo un clásico del thriller psicológico: una antigua película (1944) del gran director George Cukor que en España se tradujo como Luz que agoniza (lo que vendría a ser luz de gas). En el film, el marido (Charles Boyer) de la protagonista (Ingrid Bergman, a quien el papel le valió el Oscar a la mejor Actriz) la va aislando de su entorno y lleva a cabo premeditadamente una serie de acciones para que ella piense que pierde y olvida constantemente cosas. El propósito de él es que empiece a dudar de sus sentidos, de su percepción de la realidad, de su capacidad de razonamiento, de su propia identidad y, en consecuencia, que llegue a creer que ha perdido la cordura.

El fin último de quien ejerce el gaslighting es ganar poder sobre la víctima. Y tal como explica Stephanie Sarkis, la estrategia de estos manipuladores funciona mucho mejor de lo que a priori uno pudiera pensar. «Cualquiera es susceptible a la manipulación psicológica y es una técnica común de abusadores, dictadores, narcisistas y líderes de culto. Se lleva a cabo lentamente, para que la víctima no se dé cuenta de cuánto le han lavado el cerebro», explica en un artículo de Psychology Today.

El ‘gaslighting’ en el ámbito laboral

En el ámbito laboral, el gaslighting también se lleva a cabo de manera muy sutil, por lo que suele ser difícil de probar. Los gaslighters minan la autoestima de la víctima para ejercer poder sobre ella y dominarla a su voluntad, y mezclan críticas con alabanzas porque saben que la confusión debilita a las personas, como señala el profesor de management Eugenio Machiori. Suelen actuar de tal manera que sus acciones quedan ligeramente por debajo del umbral del acoso o la intimidación denunciable. En consecuencia, lo más habitual es que la persona que lo sufre opte finalmente por abandonar el puesto de trabajo, ya que, además, el coste emocional y físico es alto: estrés crónico, ansiedad, depresión, etc.

Un jefe o un compañero puede poner a la víctima en contra de sus compañeros, asignarle tareas que posteriormente se apropia negando habérselas encomendado, asegurar que le ha entregado un informe sin haberlo hecho para poder tacharla de despistada, etc. Y la víctima puede llegar a justificar durante mucho tiempo estos comportamientos con todo tipo de razonamientos que no hacen más que menoscabar su propia autoestima y seguridad.

La única manera de no caer en la dinámica abusiva es ser consciente de lo que está pasando, dejar de dudar de uno mismo, poder analizar lo que sucede, evitar las reuniones a solas, buscar apoyo en personas de confianza del entorno y, si es necesario, de un profesional.

Qué es el gaslighting y cómo reconocerlo

Cuál es el mecanismo de actuación

  • Se da en situaciones de desigualdad en las que el maltratador, que es un ser parasitario y con un gran ego, quiere algo que la víctima puede ofrecerle.
  • El gaslighter inicia la relación con la víctima seduciéndola: la hace sentir en un pedestal para pasar a devaluarla cuando ya está convencido/a de que la víctima ha pasado a ser dependiente.
  • Se aísla paulatinamente a la víctima de su entorno social.
  • Se va minando la autoestima de la víctima mediante el ninguneo y el desprecio de sus virtudes hasta que esta cree que no es merecedora de nada bueno.
  • La víctima entra en un círculo vicioso en el que queda atrapada y su percepción de la realidad se va viendo afectada.
  • El manipulador se las ingenia para poner en evidencia a la víctima en público y que su entorno crea que se ha perdido el juicio o que no es una persona válida, consolidando así su aislamiento social.
  • La víctima se convence de que ha hecho algo mal y que este mal comportamiento es el que provoca las acciones del gaslighter (culpa).
  • El gaslighter miente constantemente, pero es a la víctima a quien acusa de hace trampa (proyección). Si la víctima intenta confrontar al gaslighter con los hechos, este la castigará ignorándola.

Cómo salir de una situación de gaslighting

La mayoría de los gaslighters son narcisistas y mitómanos, por lo que es muy difícil que admitan que deberían buscar ayuda psicológica. Además, necesitan a la víctima para alimentar su narcisismo. De modo que si el gaslighting se produce en una relación de pareja, hay que poner distancia y cortar todo contacto. De lo contrario, la relación puede devenir en una relación violenta. Es importante comprender que estas personas son arrogantes, no sienten empatía y consideran al otro como un objeto cuyo único papel es servir a sus propósitos. Por lo tanto, no pueden establecer vínculos emocionales profundos, ni sentir culpa ni remordimiento, aunque expresen lo contrario y se muestren encantadores para intentar volver a seducir a la víctima.

Otras fuentes:

https://www.vogue.mx/estilo-de-vida/articulo/gaslighting-que-es-y-como-saber-si-pasa-en-la-oficina

Los 4 pilares para construir la autoestima
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Los 4 pilares para construir la autoestima

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 3 septiembre, 2020 Autoestima

Los problemas de autoestima son un rasgo común en las personas que presentan lateralidad cruzada, por eso en nuestro centro se trabaja este aspecto como parte de la terapia de lateralidad. No obstante, ahora que empieza un nuevo curso escolar y laboral, no está de más tener bien presentes cuáles son las claves de la autoestima, ya que de ella depende en gran medida nuestro bienestar (el de todos, dejando al margen las personalidades narcisistas y se tengan o no dificultades de lateralidad).

Walter Riso: los 4 pilares de la autoestima

Este verano, el psicólogo y escritor Walter Riso participó en las conferencias de Aprendemos Juntos que organiza la Fundación BBVA haciendo un buen resumen de los 4 pilares que necesitamos construir para nuestra autoestima:

  1. El autoconcepto
  2. La autoimagen
  3. El autorrefuerzo
  4. La autoeficacia

Walter Riso es doctor en Psicología, especialista en Terapia Cognitiva y Máster en Bioética. Desde hace treinta años trabaja como psicólogo clínico y formando a terapeutas; actividad que compagina con el ejercicio de la cátedra universitaria y con la publicación de libros y de textos científicos y de divulgación que se han traducido a numerosos idiomas.

Los 4 pilares de la autoestima se pueden aprender y desarrollar, y tal como apunta el psicólogo, tanto los padres como los educadores deberían enseñárselos a los niños y fomentarlos. Aunque funcionan entrelazados, Walter Riso los explica por separado para que se entiendan e interioricen mejor. Compartimos el vídeo de su conferencia y resumimos los puntos principales:

1.El autoconcepto

El autoconcepto es lo que uno piensa de sí mismo, el concepto que tenemos de nuestra persona, si nos aceptamos o no.

Nos tratamos a nosotros mismos en función de lo que pensamos sobre nuestra persona. El autoconcepto condiciona la forma en la que nos hablamos y nuestro nivel de autoexigencia. Cuando tenemos un buen autoconcepto nos tratamos bien, no nos lastimamos. El autoconcepto es lo que en el budismo se denomina compasión: la autocompasión, como la compasión, no consiste en sentir lástima o simpatía, sino en tratarse bien a uno mismo, en ser amables con nuestra persona, en ser capaces de vernos desde fuera con amor.

 

2. La autoimagen

La autoimagen hace referencia a si uno se gusta o no. Deberíamos entender que la belleza es una actitud, no una cualidad física. Las personas son bellas cuando se sienten bellas. Por lo tanto, no son los otros los que nos validan como personas y nuestra autoimagen no debería depender de las opiniones externas. Si nos sentimos bien, esto es lo que transmitiremos. Cuando uno no se gusta es que algo no está funcionando bien en su yo (probablemente, porque está supeditando la autoimagen a los cánones externos o a la opinión de los demás).

 

3.El autorrefuerzo

Del mismo modo que reforzamos a los demás reconociendo sus habilidades y cualidades, también deberíamos ser capaces de elogiarnos a nosotros mismos, reconocer lo que hacemos bien, felicitarnos por nuestros logros y premiarnos por ellos (hacerlo no tiene nada que ver con el narcisismo).

 

4.La autoeficacia

La autoeficacia es la confianza que uno tiene en sí mismo: si creemos que tenemos las habilidades para hacer frente a las situaciones que se nos presentan y persistir en la consecución de nuestras metas (la cultura del esfuerzo y la capacidad de levantarse cada vez que uno se cae).

El psicólogo explica que deberíamos enseñarles a los niños a intentar aquello que se propongan hasta el final, lo cual no significa que nunca deban permitirse darse por vencidos.

El éxito no consiste en ganar, sino en intentar lo que nos proponemos con pasión, venciendo nuestros miedos (las personas valientes no son las que no tienen miedo: son las que se enfrentan a ellos) y disfrutando el proceso. 

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