Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart
  • El trastorno de lateralidad
    • Qué es la lateralidad
    • Qué es el trastorno de lateralidad
    • Sintomatología
    • Cómo afecta a nuestra vidas
  • Diagnóstico y terapia
  • El equipo
  • El centro
  • Confinamiento Covid-19: psicoterapia emocional
  • Blog
  • Contacto
  • Español
    • Catalán
    • Francés
  • El trastorno de lateralidad
    • Qué es la lateralidad
    • Qué es el trastorno de lateralidad
    • Sintomatología
    • Cómo afecta a nuestra vidas
  • Diagnóstico y terapia
  • El equipo
  • El centro
  • Confinamiento Covid-19: psicoterapia emocional
  • Blog
  • Contacto
  • Español
    • Catalán
    • Francés
¿Tu hijo se distrae a menudo y es lento y patoso? puede ser hipotónico
Link Enlarge

¿Tu hijo se distrae a menudo y es lento y patoso? puede ser hipotónico

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 16 enero, 2018 Concentración, Dislexia, El trastorno de lateralidad, Hipotonía 0

Podemos categorizar a los niños y adolescentes con trastorno de lateralidad en dos tipologías: los hipotónicos y los hipertónicos. Hoy hablaremos de los primeros y dedicaremos el próximo artículo a los segundos.

Un niño hipotónico no tiene una buena coordinación motriz (del movimiento), motivo por el que es tildado de torpe o patoso. Es el típico niño que tropieza con la alfombra de casa, al que se le cae el tenedor y se ensucia muchísimo durante las comidas. El mismo problema de coordinación es el que causa, asimismo, que sea lento: tiene grandes dificultades para cortar con las tijeras, plasmar un dibujo y escribir.

El niño hipotónico tiene dificultades de aprendizaje en la escritura porque no coordina bien el ritmo al cual tiene que escribir con la noción de espacio (percepción de las letras). Por eso hay muchos niños de 7-8-9 años que ya deberían haber adquirido el aprendizaje de la escritura y, en cambio, todavía invierten letras, las añaden u omiten (de una manera inadecuada). A menudo, y sin serlo, esto se diagnostica como dislexia. Debido a la torpeza motriz, estos niños, además, se concentran tanto en hacer la letra bien que suelen apretar demasiado el lápiz o el bolígrafo sobre la hoja: se trata de un tipo de letra a la que denominamos “disgrafía” (mala letra).

Tal como precisamos habitualmente, estos pacientes tienen un cociente intelectual normal e incluso, en algunos casos, superior a lo normal. Sin embargo, al ser lentos, tienen dificultades escolares; dificultades que en la mayoría de los casos pueden compensar muy bien mientras están cursando los primeros años de Primaria, hasta que, de repente, experimentan un gran bajón en su rendimiento escolar.

¿Tu hijo se distrae a menudo y es lento y patoso? puede ser hipotónico_Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart

Otra característica del niño hipotónico es que desconecta de su entorno muy a menudo. En el colegio, por ejemplo, empieza a escuchar las explicaciones del profesor, pero al cabo de un rato deja de estar presente en el aula, se queda out. Aunque después se reengancha a las explicaciones, estas interrupciones que necesita hacer porque no sigue el ritmo del profesor, provocan que cuando se le hace una pregunta sobre lo que se ha dicho no tenga la información para responder o que no haya archivado todas las indicaciones dadas para hacer los deberes o un trabajo. Paulatinamente, estas situaciones van creando un problema en su rendimiento escolar y también en su rendimiento emocional: empieza a bloquearse con facilidad, se vuelve inseguro y comienza a percibirse a sí mismo como incapaz; una percepción que le lleva a la infravaloración y, en muchas ocasiones, a una desmotivación que deriva en predepresión e incluso depresión.

En el centro hemos visto con relativa frecuencia pacientes de edades muy tempranas a los que, en el momento de empezar la terapia, estaban tratando con psicofármacos; un hecho que nos parece alarmante. Debemos plantearnos bastantes cuestiones si a un niño le dan medicación por ser disperso y tener problemas de concentración.  Aunque es cierto que los padres de estos niños padecen en su día a día las dificultades de sus hijos y su sufrimiento, y que no entienden por qué sacan tan malas notas teniendo un buen cociente intelectual, es fundamental que den los pasos necesarios para averiguar la etiología de estos síntomas (al igual que hacemos con cualquier otro problema de salud). Conocer la causa permitirá derivar al niño al especialista adecuado y curarlo. La torpeza, la lentitud y la desconcentración no siempre tienen su etiología en el trastorno de lateralidad, pero cuando es así es imprescindible realizar un test completo de lateralidad e iniciar la terapia para lateralizar homolateralmente al paciente. A medida que el niño pasa de una lateralidad cruzada a una lateralidad homogénea, los síntomas mencionados van desapareciendo, lo que le permite desarrollar todo su potencial intelectual y crecer emocionalmente sano.

Si quieres hacernos alguna consulta sobre este tema, puedes ponerte en contacto con nuestro centro.

 

Entrevista a una paciente curada de dislexia y madre de un niño con trastorno de lateralidad
Link Enlarge

Entrevista a una paciente curada de dislexia y madre de un niño con trastorno de lateralidad

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 12 junio, 2017 Dislexia, El trastorno de lateralidad 0

Laia nació con trastorno de lateralidad y, durante su infancia, hasta que recibió en nuestro centro el tratamiento que le permitió lateralizarse correctamente, sufrió dislexia. Más de veinte años después de su curación, se ha vuelto a poner en contacto con nosotros porque su hijo Pau tiene trastorno de lateralidad. El trastorno es hereditario, pero no se transmite una vez curado. Pau lo ha heredado de su padre. Laia y su marido han accedido a compartir con nosotros su testimonio; un testimonio que publicamos en tres entrevistas sucesivas: en esta primera, Laia nos hablará de cómo vivió su dislexia y de cómo fue el proceso hasta su curación; en la segunda, de su hijo Pau, y en la tercera, será Jordi, su marido, quien nos hable de su propia experiencia.

 

«Como en el colegio insistían en que me distraía a menudo, durante unos años fui peregrinando de un psicólogo a otro. Me hicieron la prueba de CI para saber si realmente era tonta o no. A esa edad fue duro pasar por esa situación»

 

Antes de empezar la entrevista, le comento que cambiaré tanto el nombre de su hijo como el de ella para preservar su anonimato. Laia me agradece el gesto, pero me dice que no es necesario. Cuando finalizamos la conversación, vuelvo a proponérselo, y su respuesta me confirma la imagen de mujer valiente, responsable y resolutiva que me he ido conformando de ella durante las dos horas en las que ha compartido conmigo sus vivencias; una actitud que no solo fue fundamental en su día para afrontar su dislexia asociada a una lateralidad cruzada, sino que ha sido esencial para diagnosticar de manera temprana a su hijo Pau: «La gente se extraña de la naturalidad con la que hablo de mi dislexia y del trastorno de lateralidad. Nunca me he avergonzado. Ofrecer mi testimonio puede ayudar a otras personas con el mismo problema; un problema que tiene solución, pero sobre el que todavía existe un gran desconocimiento».

 

¿A qué edad supo que era disléxica?

A los 9 años.

¿La diagnosticaron en el colegio?

No. Yo no rendía bien en el colegio, sobre todo, en las asignaturas relacionadas con las letras. Mis padres fueron a muchas entrevistas con los profesores. Les decían: «La niña no es tonta, pero se distrae mucho». Ellos ya sabían que no era tonta. Lo que no sabían es por qué tenía dificultades de aprendizaje. Los profesores no pudieron detectar mi dislexia porque no sabían lo que era (estamos hablando de hace casi 30 años).

Sin embargo, tuvo que hacer un test de CI (Cociente Intelectual)

Sí, como en el colegio insistían en que me distraía a menudo, durante unos años fui peregrinando de un psicólogo a otro. Me hicieron la prueba para saber si realmente era tonta o no. A esa edad fue duro pasar por esa situación. Y también lo fue comprobar que, a pesar de que el test salió bien, la psicóloga que me atendía entonces seguía tratándome como si fuera tonta.

¿En qué más le afectaba el hecho de tener dislexia?

Lo peor era tener que leer en voz alta. En clase, calculaba el párrafo que me iba a tocar leer a mí y me lo aprendía de memoria para poder “soltarlo” cuando llegara mi turno sin que se notaran mis dificultades. Era angustiante.

Es decir, no ensayaba los textos; los memorizaba.

Sí, los memorizaba para poder hacer ver que leía. Era la única forma de evitar el ridículo.

¿Cuál era el problema al leer?

El problema era que mi ojo iba más deprisa que mi habla, con lo cual, a medida que yo iba hablando, mi ojo ya estaba mucho más adelantado en el texto, por lo que ya no me acordaba de lo que había visto anteriormente. Después, con el tiempo, aprendí que ir tapando los textos siguientes al que estás leyendo ayuda, pero hasta que aprendes esos “trucos” lo pasas mal.

 

«Finalmente, estudié la carrera que me había propuesto estudiar. No obstante, soy consciente de que muchas personas no han estudiado lo que hubieran querido y podido estudiar: han tenido que renunciar a sus sueños»

¿En qué más le afectaba la dislexia?

Si lees mal, escribes mal (yo hacía muchísimas faltas de ortografía), así que me preguntaba a mí misma: “¿Cómo se aprende a leer?» Y como me contestaba, «leyendo», pues me hacía un hartón de leer. Llegué a aborrecer los libros.

¿Qué decían sus padres?

Mi padre era profesor. Él también creía que superaría mis dificultades leyendo mucho. Años más tarde, llegó a pedirme perdón por todas esas horas de lectura, a pesar de que, al igual que mi madre, nunca me exigió más de lo que yo podía hacer. Afortunadamente, siempre me sentí apoyada y reforzada por ambos. Nunca tiraron la toalla.

¿Y sus compañeros de clase?

En ese sentido, no tuve problemas porque era una niña muy abierta. Suplía mis déficits con mi actitud.

¿Cómo le diagnosticaron la dislexia?

Fue por casualidad. Mi madre tenía la costumbre de escuchar la radio mientras preparaba la cena. Una noche, entrevistaron a Joëlle Guitart y mis padres reconocieron los síntomas que ella iba detallando. Al día siguiente llamaron al centro.

Un centro más a añadir a la extensa lista de su peregrinaje…

Al haber pasado ya por varios centros, al principio, sí tuve la sensación de que iba a uno más. Sin embargo, al empezar la terapia con más gente, me di cuenta de que esas personas estaban como yo, que les pasaba lo mismo que a mí. Después, también me di cuenta de que otras personas que habían estado como yo estaba en ese momento, ya no lo estaban: habían mejorado muchísimo. Todo eso hace que, de pronto, hacer un dictado en el centro no sea lo mismo que hacerlo en clase: ya no es un trauma. No tienes la sensación de estar trabajando, de que te estén examinando. Día a día vas viendo tus propios progresos y le encuentras un sentido a la terapia, a ir allí cada semana.

Usted era ambidiestra

Si, de manos y pies, porque no estaba bien lateralizada. Durante cinco años trabajamos el trastorno de lateralidad hasta mi curación, que incluyó la dislexia como síntoma del trastorno.

Entonces, ¿pudo seguir sus estudios? ¿Fue a la universidad?

Yo siempre quise ser fisioterapeuta, pero no quería hacer el BUP y el COU. Hice otro recorrido para poder llegar a la universidad: estudié auxiliar de clínica, técnico en radiodiagnóstico y, finalmente, estudié la carrera que me había propuesto estudiar. No obstante, soy consciente de que muchas personas no han estudiado lo que hubieran querido y podido estudiar: han tenido que renunciar a sus sueños.

 

«Un profesor, al enterarse de mi dislexia, me dijo: «Si fueras disléxica, no estarías aquí». Él daba por sentado que una persona disléxica está incapacitada para los estudios. Otra reacción habitual, sobre todo, en algunos padres, es negar el problema»

¿Por qué razón hizo ese recorrido alternativo, si ya estaba curada?

Bueno, corriges la lateralidad, pero hay un escalón que te has tenido que saltar y que queda mal puesto. El proceso no se recorre igual. Hoy en día, todavía sigue sin gustarme tener que leer en voz alta, no porque no pueda, sino porque se hacen presentes todos esos años de trauma y te pones nervioso.

¿Cómo fue su experiencia en la universidad?

Fue muy satisfactorio estudiar la carrera que deseaba estudiar. Además, de alguna forma, se lo debía a mis padres y también a mí, por todas las dificultades que habíamos superado juntos. Aunque reconozco que no siempre fue fácil: Farmacología fue la cruz de la carrera, por los nombres largos y extraños, que me sonaban como si fueran de otro idioma (siempre me ha costado estudiar otras lenguas). Y todavía recuerdo el comentario que me hizo una vez un profesor.

¿?

Escogí Psicomotricidad como materia optativa y un profesor, al enterarse de mi dislexia, me dijo: «Si fueras disléxica, no estarías aquí». Él daba por sentado que una persona disléxica está incapacitada para los estudios. Otra reacción habitual, sobre todo, en algunos padres, es negar el problema. Mi padre, al ser profesor, vivió esa experiencia con relativa frecuencia.

Explíquemelo

Él era profesor de FP (Formación Profesional). Cuando detectaba los síntomas de dislexia en algún alumno, hablaba con los padres para que pudieran ayudarle. A menudo, se daba cuenta de que los padres no querían saber, su respuesta era «Mi hijo no es raro». Había una negación.

Su hijo Pau tiene trastorno de lateralidad

Sí. Desde hace unos meses, está recibiendo tratamiento en el centro.

Pero usted tuvo a su hijo una vez ya estaba curada

Así es. El trastorno de lateralidad es hereditario, pero una vez se cura, ya no hay regresión y tampoco se transmite. De hecho, puedo decir que yo misma pude comprobar que con el tratamiento me había lateralizado correctamente: antes de la terapia, al ser ambidiestra, a menudo escribía con la izquierda. Hace unos años, tuve un pequeño accidente y estuve nueve meses con la mano derecha escayolada. Al intentar escribir con la izquierda, vi que ya no podía. No hubo forma.

Entonces, ¿cómo es que Pau tiene trastorno de lateralidad?

Cuando empecé a observar en Pau algunos síntomas que yo había tenido de pequeña, mi marido y yo lo llevamos al centro para que le hicieran el test de lateralidad. En la primera entrevista, Joëlle Guitart, la directora del centro, ya pudo observar algunos síntomas del trastorno de lateralidad en él y nos los comentó a mi marido y a mí. Mi marido se reconoció en la descripción que ella estaba haciendo de Pau. Posteriormente, el test confirmó que él tiene el trastorno, por lo que Pau lo ha heredado de su padre. Pero aquí, aunque en un primer momento cueste un poco encajar el diagnóstico, no hay culpables. En casa, hemos conseguido desdramatizarlo e incluso, a veces, hacemos algún comentario poniéndole mucho humor.

En las próximas entrevistas hablaremos de ello. ¿Quiere añadir algo más sobre su propia experiencia con la dislexia o el tratamiento?

El trastorno de lateralidad sigue siendo un trastorno poco conocido. Es fundamental que se hable más de él, que los profesores tengan la información necesaria para detectarlo en las escuelas y que los padres no se avergüencen de sus hijos si estos tienen dificultades como consecuencia del trastorno. Actualmente, ir al psicólogo ya no se considera algo que haya que esconder; sin embargo, sigue habiendo un cierto tabú con el trastorno de lateralidad. Yo tuve mucha suerte al, casi por azar, llegar al centro, y también por tener unos padres que me apoyaron en todo momento. Mi carácter también me ayudó: siempre he sido muy constante con lo que me he propuesto. Pero muchas personas con trastorno de lateralidad no tienen las mismas condiciones.

 

Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) sugiere que los disléxicos tienen menor plasticidad cerebral
Link Enlarge

Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) sugiere que los disléxicos tienen menor plasticidad cerebral

Susana Lladó - Lladó Comunicación 4 enero, 2017 Dislexia, El cerebro, El trastorno de lateralidad 0

La dislexia es un trastorno neurológico que dificulta enormemente el aprendizaje de la lectura, pero que no está relacionado con la capacidad cognitiva de la persona. Hasta ahora, su estudio siempre había estado muy focalizado en las áreas cerebrales involucradas en la lectura; sin embargo, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) acaba de realizar una investigación según la cual las anomalías cerebrales que provocan la dislexia serían más profundas y generalizadas de lo que se creía.

 

El estudio, que también se ha publicado esta semana en la revista Neuron, aporta dos conclusiones relevantes: la primera es que la plasticidad del cerebro de las personas con dislexia parece menor que la de las personas que no la padecen; el segundo, que los cerebros de las personas con dislexia no solo responden de manera diferente a las palabras, sino también a los objetos y las caras (hasta ahora, esta dificultad en las personas disléxicas no estaba documentada).

 

Según John Gabrieli, profesor de Ciencias Cerebrales y Cognitivas, miembro del McGovern Institute for Brain Research del MIT y autor principal del estudio, el cerebro de las personas con dislexia tiene menor capacidad para adaptarse a las entradas repetidas (por ejemplo, ver una misma palabra varias veces seguidas); un rasgo que se conoce como “adaptación neuronal”. Esta firma neuronal distintiva, de la que depende la capacidad para aprender cosas nuevas, explicaría por qué tienen, entre otras, dificultades para aprender a leer. “Esta diferencia en el cerebro no es sobre leer per se, es una diferencia en el aprendizaje perceptivo, que es bastante amplio y clave para el aprendizaje de nuevas habilidades”, ha explicado Gabrieli.

 

El estudio sobre plasticidad reducida

Estudio del MIT sobre el cerebro de los disléxicos

Cuando nuestro cerebro se “enfrenta” a un aprendizaje nuevo, aprende algo sobre esta presentación inicial que lo hace más capaz de hacerlo por segunda vez. Esta facilidad viene marcada por la reducción de la actividad neuronal. “Las neuronas que responden a una entrada sensorial particular, generalmente, reaccionan fuertemente al principio, pero su respuesta se silencia a medida que la entrada continúa. Esta adaptación neural refleja los cambios químicos en las neuronas que hacen más fácil para ellos responder a un estímulo familiar. Como hemos hecho algo antes, nos es más fácil hacerlo de nuevo”, aclara Gabrieli. Lo que se ha visto en el estudio — en el que se han utilizado imágenes de resonancia magnética para escanear los cerebros de adultos jóvenes con y sin dificultades de lectura en diferentes pruebas— es que en las personas con dislexia, las áreas cerebrales dedicadas a interpretar las palabras, objetos y rostros no mostraron adaptación neuronal cuando los mismos estímulos se repitieron varias veces; es decir, mostraron menor plasticidad cerebral.

El equipo que ha realizado esta investigación apunta que, seguramente, el deterioro aparece principalmente en la lectura porque descifrar las letras y cartografiarlas con los sonidos es una tarea cognitiva sumamente exigente: probablemente, la lectura sea una de las tareas que mayor plasticidad cerebral requiere.

Otros artículos sobre dislexia publicados en nuestro blog que te pueden interesar:

La dislexia y la lateralidad, a través de un caso real

Dyseggxia, el juego para móviles diseñado científicamente para ayudar a los niños con dislexia

Dyseggxia, el juego para móviles diseñado científicamente para ayudar a los niños con dislexia
Link Enlarge

Dyseggxia, el juego para móviles diseñado científicamente para ayudar a los niños con dislexia

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 28 octubre, 2016 Dislexia, El trastorno de lateralidad 0

Luz Rello es una joven de 30 años, licenciada en Lingüística por la Universidad Complutense de Madrid y doctora en Ciencias de la Computación por la Universidad Pompeu Fabra, que ha creado varias herramientas informáticas para ayudar a mejorar el rendimiento de las personas con dislexia. Una de estas herramientas es el juego Dyseggxia, desarrollado desde la start-up Cookie Cloud; una empresa que Rello cofundó en 2102 y que se dedica a desarrollar aplicaciones educativas para niños.

Dyseggxia, el juego para móviles diseñado científicamente para ayudar a los niños con dislexia

El trabajo de Luz Rello ha sido reconocido con uno de los premios MIT Technology Review Innovadores menores de 35 España. Tal como afirmó el jurado de estos galardones al concedérselo, “Su mérito consiste en que ha sido capaz de trasladar sus éxitos en el campo científico y su capacidad innovadora a proyectos concretos y resultados tangibles en productos de uso real y difusión significativa”.

Por cierto, un Luz Rello es disléxica, por lo que ha vivido en primera persona las dificultades que experimenta una persona con este síndrome (no os perdáis el vídeo de abajo en el que explica este aspecto, además de presentar el juego).

Dyseggxia, un juego gratuito para móviles

Dyseggxia es un juego para teléfonos móviles concebido para que los niños con dislexia aprendan a escribir con menos errores ortográficos y superen sus problemas de lectura. El juego es una aplicación gratuita, disponible en castellano y en inglés, que se puede descargar tanto para dispositivos iOS como para dispositivos Android desde su propia página web.

Excelentes resultados en niños con dislexia

El estudio que la start-up llevó a cabo para evaluar la eficacia del juego mostró que, tras jugar durante cuatro semanas seguidas, la ortografía de los niños mejoraba significativamente. De hecho, desde que lanzaron la aplicación en junio de 2012 ha habido cerca de 20.000 descargas del juego en App Store desde más de 35 países.

Dyseggxia, el juego para móviles diseñado científicamente para ayudar a los niños con dislexia

Dyseggxia incluye ejercicios de deletreado diseñados a partir del análisis de los rasgos lingüísticos y fonéticos de los errores cometidos en ejercicios de redacción por niños con este síndrome. El juego se divide en tres niveles diferentes de dificultad: fácil, medio y difícil. Cada nivel incluye ejercicios de diferente tipo:

  • Inserción: se muestra una palabra con una letra en blanco, y el usuario debe escoger la correcta de entre un abanico de posibilidades.
  • Omisión: la palabra en pantalla contiene una letra de más que se debe eliminar.
  • Sustitución: se muestra una palabra con una letra errónea, que se debe identificar y sustituir por la correcta de entre ciertas posibilidades.
  • Derivación: se muestran una serie de terminaciones de palabra y el usuario debe escoger qué sufijo es correcto para la palabra mostrada.
  • Separación de palabras: se muestran varias palabras juntas y el usuario debe identificar por dónde se separan correctamente.

Si queréis más información sobre los trabajos de Luz Rello y el juego, aquí os dejamos los enlaces a un artículo publicado en MIT Technology Review y a la página web de Dyseggxia. Si queréis hacernos cualquier consulta sobre la terapia de lateralidad para el tratamiento de la dislexia, podéis poneros en contacto con nuestro centro.

 

 

Dislexia, a través de un caso real
Link Enlarge

La dislexia y la lateralidad, a través de un caso real

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 22 octubre, 2016 Dislexia, El trastorno de lateralidad 0

En España, un 10 % de la población, aproximadamente, tiene problemas de dislexia.  Este síndrome (no es una enfermedad, sino un conjunto de síntomas) afecta tanto a mujeres como a hombres, aunque la prevalencia entre varones es más alta. A menudo, las personas con dislexia no son diagnosticadas o el diagnóstico que reciben no es correcto, lo que provoca que los afectados, y también sus familias, vean sus vidas trastocadas.

Un factor determinante en la falta de diagnóstico o en el diagnóstico erróneo es la discrepancia en la etiología (causa) de la dislexia. Hay profesionales que piensan que el síndrome se debe a que el hemisferio cerebral derecho de las personas afectadas es mayor que el hemisferio izquierdo. Otros terapeutas creen que la causa es completamente emocional. Y hay especialistas, como el neurólogo H. Wintrebert y el neuropsiquiatra J. de Ajuriaguerra, que afirman que la dislexia es producto de una lateralidad mal establecida; es decir, de una lateralidad heterogénea, cruzada o contrariada.

Voy a clase, pero no entiendo lo que me dicen ni lo que leo. Tengo que leer cinco o seis veces un enunciado para entender lo que he leído. Pienso que soy tonto, pero sé que no lo soy

Joëlle Guitart, fundadora del Centro de Lateralidad y Psicomotricidad de Barcelona, es de la misma opinión que Wintrebert y Ajuriaguerra: “Así lo hemos constatado al tratar durante cuatro décadas a cientos de pacientes con dislexia. Del mismo modo que, a diferencia de otros colegas, podemos decir que la dislexia en adultos sí se puede tratar. Sin duda, las personas disléxicas sufren muchos problemas emocionales, pero, en nuestra experiencia, los problemas emocionales son una consecuencia de la dislexia, de las situaciones que vive el paciente”, afirma.

Las personas con dislexia tienen dificultades de orientación espacial y de organización temporal; es decir, confunden las nociones de “arriba, “abajo”, “derecha” e “izquierda”, y de “ahora”, “antes” y “después”. Asimismo, presentan una gran dificultad lectora. ¿Qué consecuencias tiene para un niño o para un adolescente vivir con estos obstáculos cuando la lectura es la base de los estudios? Vamos a verlo a través de un caso real: el caso de un adolescente al que llamaremos César, que ha seguido la terapia de lateralidad con la especialista y directora de nuestro centro, Joëlle Guitart.

La dislexia y la lateralidad, a través de un caso práctico

César llegó a la consulta con 15 años. En la primera entrevista que tuvo con la terapeuta pronunció una frase que, sin saberlo, resume, en mayor o menor medida, la situación que experimenta todo niño disléxico: “Voy a clase, pero no entiendo lo que me dicen ni lo que leo. Tengo que leer cinco o seis veces un enunciado para entender lo que he leído. Pienso que soy tonto, pero sé que no lo soy”.

César no exageró. Los niños con dislexia invierten letras y números al escribirlos (suelen hacerlo “en espejo”), confunden números de grafía similar, como el 2 y el 5; se saltan sílabas cuando escriben y cuando leen, empiezan a leer una palabra y la terminan “inventándose” el resto; en los dictados, omiten palabras e, incluso, frases enteras. Por esto muestran un desinterés total por la lectura. A menudo, tienen también muchas dificultades en asignaturas como las matemáticas: no por problemas de comprensión, sino porque no entienden los enunciados de las preguntas. Y, generalmente, son inquietos, ansiosos, dispersos, lentos y les cuesta mucho concentrarse. En ocasiones, según la edad y el grado de dislexia, los padres se ven “obligados” a ayudarles excesivamente con los deberes, repitiéndoles una y otra vez los enunciados.

El tratamiento, no cura la dislexia por completo, pero la va resolviendo, como mínimo, en un 80 %. A los pacientes les cambia la vida, la recuperan

Nos estamos refiriendo a niños con un cociente intelectual normal e incluso alto o muy alto, a niños que, pese a ello, tienen un rendimiento escolar muy inferior a sus capacidades intelectuales. Por esta razón, repiten curso, se les aconseja el ACI (Adaptación Curricular Individualizada) o se les cambia de colegio, y, posteriormente, los orientan hacia estudios que, generalmente, no son los que ellos quisieran cursar. Y, finalmente, ven truncadas sus expectativas de ir a la universidad.

Todo lo expuesto provoca problemas de diferente índole. Al no seguir el ritmo que marcan los profesores y que sí siguen los otros niños, suelen tener problemas de integración escolar. Con frecuencia, les riñen en clase en lugar de comprender su situación y estimularles, y son rechazados por los compañeros. El niño disléxico es el niño que está solo en el patio. Por todos estos motivos, el problema llega a convertirse, también , en un problema emocional: el niño se infravalora y pierde su autoestima. César, como muchos otros niños, dejó de querer ir a la escuela.

La dislexia y la lateralidad, a través de un caso real

Los padres, como es lógico, experimentan, a su vez, mucho sufrimiento e impotencia. Las evaluaciones e informes escolares, las de los diferentes tipos de terapeutas por los que pasan los niños y las dificultades que perciben en sus hijos les hacen pensar que, quizá, tienen un cociente intelectual por debajo del normal. Es fundamental evitar todo este sufrimiento realizando un test de lateralidad, el cual indicará si el niño tiene o no dislexia. Y en el caso de que así sea, iniciar cuanto antes la terapia. “El tratamiento, no cura la dislexia por completo, pero la va resolviendo, como mínimo, en un 80 %. A los pacientes les cambia la vida, la recuperan”, afirma J.G. Baudot. “En general, no solo hay dislexia, estos niños suelen presentar un retraso motor y falta de integración social”, prosigue la especialista. “Mediante ejercicios que el niño percibe como juegos, le vamos lateralizando adecuadamente, homolateralmente, y tratando, simultáneamente estos otros aspectos”.

El bloqueo y la inhibición son síntomas comunes a todas las personas con dislexia: se bloquean debido a la inseguridad y a la presión a la que se sienten sometidos

Al iniciar la terapia, César presentaba todas las dificultades descritas. Tuvo que renunciar a su deseo de estudiar el Bachillerato e ir después a la universidad. Era incapaz de tomar apuntes a la velocidad requerida y no podía hacer esquemas. Como todos los niños con dislexia, mostraba una buena memoria visual y auditiva; es decir, podía repetir lo que el profesor había dicho en una clase, pero no podía leer un libro sobre la materia ni escribir sobre ella, y también era evidente su falta de concentración. Inició la Formación Profesional y empezó a trabajar algunas horas a la semana como camarero en un bar. Sin embargo, el trabajo requería tomar por escrito las comandas, así como cierta agilidad y rapidez. Se le caían las cosas y, aunque intentaba recordar lo que le habían pedido, el bloqueo se lo impedía. Tuvo que dejar el trabajo.

A menudo, cuando explicaba algo que había hecho o que tenía planificado hacer, confundía el pasado con el futuro. Decía, por ejemplo, “Ayer fui a casa de mi abuela” cuando, en realidad, lo que quería expresar es que iría a la semana siguiente (la noción de temporalidad es la última adquisición del desarrollo psicomotor, y requiere de mucha abstracción). También se bloqueaba con frecuencia. El bloqueo y la inhibición son síntomas comunes a todas las personas con dislexia: se bloquean debido a la inseguridad y a la presión a la que se sienten sometidos.

Dislexia y trastorno de lateralidad

César terminó la terapia el pasado mes de junio, habiéndose recuperado de la dislexia casi por completo (ninguna persona es homolateral al 100 %). Sus padres, desde entonces, se han puesto en contacto con Joëlle Guitart en varias ocasiones para informarla sobre su estado:  enseguida encontró un trabajo que le gusta como marmolista y lo desempeña bien (ahora puede seguir las consignas de un jefe).

Hace unos días, fue el propio César el que llamó a la terapeuta porque tenía un problema. Tras finalizar la terapia, decidió sacarse el carnet de conducir. Había aprobado el examen práctico, pero había suspendido el teórico: se quedó bloqueado durante la prueba. César relató el episodio sin mostrar angustia. Muy al contrario, manifestó que podía leer sin dificultad y que cada vez se sentía más optimista. “Ahora tengo una mirada con vida”, dijo. Simplemente, era consciente de que la situación le había podido. Quería hacer unas sesiones más de terapia para trabajar este punto. Sin duda, el hecho de que César tomara la iniciativa de llamar directamente a la terapeuta es una muestra más de su recuperación. Estaba afrontando la situación sin ansiedad, sin infravalorarse y pidiendo ayuda. Y es que una vez curado el trastorno de lateralidad, no se producen regresiones; pero la persona, como cualquier otra sin dislexia, sí puede experimentar que se inhibe su respuesta ante una situación que supone una presión psicológica.

Aviso legal y política de privacidad

Aviso legal y política de privacidad

Últimos artículos

  • «Si hay problemas de psicomotricidad, los hay de conciencia corporal»
  • «La causa del mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad»
  • Estudio: cómo la pandemia está menguando nuestra red de contactos
  • «La lateralidad cruzada estanca el CI de las personas»

Estamos en Facebook

Consúltenos

Dirección: C/ Josep Bertrand, 3. Ático 2º. 08021 Barcelona
Tel.: + 34 932 007 586
Móvil: +34 610 791 125
Fax: + 34 932 007 611
E-mail: info@lateralidad.com
  • Lateralidad
  • El centro
  • Diagnóstico y terapia

Diseño web: ©2021 Lladó Comunicación

Top