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Neurociencia: nuestro corazón se comunica con el cerebro
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Neurociencia: nuestro corazón se comunica con el cerebro

Susana Lladó - Lladó Comunicación 10 diciembre, 2021 Corazón y cerebro, El cerebro, Emociones, Neurociencia

Nuestro corazón se comunica con el cerebro. Lo sabían nuestros ancestros, los grandes meditadores y místicos de todas las culturas y, ahora, la neurociencia también. Tras más de tres siglos de dualismo cartesiano en los que la ciencia ha concebido nuestro cuerpo como una máquina, nuestro corazón como una mera bomba hidráulica y el cerebro como la sede de los pensamientos y emociones, investigaciones recientes en el campo de la neurociencia han demostrado la interacción entre el cerebro y el corazón, lo cual supone una verdadera revolución científica.

Es fácil intuir que este hallazgo tiene múltiples implicaciones.  De hecho, las tiene, y son relevantes para nuestro bienestar: para nuestra salud física y mental, y para nuestro rendimiento cognitivo y emocional. Lo explica estupendamente la doctora Nazareth Castellanos    ̶ licenciada en Física Teórica y doctora en Neurociencia ̶ ,  quien se dedica desde hace más de veinte años a investigar cómo el cerebro se comunica con el resto del cuerpo, con el resto de los órganos. Dado que además de ser una gran investigadora que ha trabajado en universidades como el King’s College de Londres o el Instituto Max Planck es una gran comunicadora, te recomiendo escucharla en el vídeo de abajo. Su manera de ir desarrollando la explicación contextualizando el tema y poniendo ejemplos hace que se entienda perfectamente y que uno se quede enganchado y quiera saber más.

‘El espejo del cerebro’, un libro para aprender a vivir mejor

Neurociencia: nuestro corazón se comunica con el cerebro

Si, efectivamente, te has quedado con ganas de tirar del hilo, la doctora Castellanos publicó en abril de este año el libro El espejo del cerebro. En este ensayo, que está deliciosamente escrito, destila todos esos conocimientos complejos con los que trabaja la neurociencia y que nos pueden servir para conocernos mejor y, en consecuencia, vivir mejor.

El espejo del cerebro recoge los resultados de las investigaciones más relevantes que han llevado a cabo en el laboratorio que dirige, Nirakara; un laboratorio dedicado a investigar la neurociencia de la meditación y la relación entre el cerebro y el resto del cuerpo (Nazareth Castellanos también dirige la Cátedra extraordinaria de Mindfulness y Ciencias Cognitivas de la Universidad Complutense de Madrid).

En la obra explica las bases neuronales de la meditación, los mecanismos neuronales de la emoción y la atención, así como los cambios que se producen en el cerebro cuando conseguimos tener una actitud atenta, amable y consciente (no te preocupes, como excelente divulgadora científica que es, lo hace con gran claridad, empezando por la base: en este caso, por las neuronas). Se trata de un trabajo –y de un viaje ̶  fascinante en el que pone en relación el conocimiento de la neurociencia con el conocimiento de las tradiciones contemplativas, (la del budismo es una de ellas, pero no la única), muestra la interconexión entre la medicina, la filosofía y la espiritualidad, y nos recuerda –como dijo Ramón y Cajal, el padre de la neurociencia– que podemos ser los escultores de nuestro propio cerebro.

Podemos transformar nuestro cuerpo

Pero la cosa no termina aquí, porque la neurociencia de la meditación no se limita únicamente a estudiar la respuesta del cerebro ante la práctica de la meditación, evidencia el papel que tiene la mente en la transformación del cuerpo. Y esto, tal como explica ella en el libro, es uno de los aspectos que más le interesa: «Quizás, lo que más me atraía del estudio científico de la meditación era poder ver en el laboratorio de qué modo el ejercicio que consiste en observarse uno mismo hace cambiar aquello que se observa».

Para empezar a abrir boca sobre este último aspecto, puedes escucharla en su participación en Aprendemos juntos, una charla en la que nos ofrece muchas claves para comenzar a hacer un shift a nuestro favor. En estos tiempos que estamos viviendo de incertidumbre, en los que es fácil que el miedo se apodere de nosotros por la apabullante información con la que se nos bombardea a diario, podemos tomar las riendas de nuestro bienestar, aprender a cuidarnos mejor, a fortalecer nuestro sistema inmunitario y nuestra salud en general, a sacarle provecho a la plasticidad cerebral y a gestionar mucho mejor nuestras emociones. ¡La información está ahí, a nuestro alcance!

Así son los abrazos perfectos, según la ciencia
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Así son los abrazos perfectos, según la ciencia

Susana Lladó - Lladó Comunicación 22 noviembre, 2021 Actualidad, El cerebro, Emociones

Damos abrazos para celebrar los momentos más felices de nuestra vida y sobrellevar mejor los peores. Con ellos expresamos y compartimos la alegría, paliamos la tristeza, calmamos, protegemos y mostramos lo orgullosos que nos sentimos de alguien. Abrazamos en las despedidas antes de soltar al otro y en las bienvenidas para acogerlo y hacerle saber lo mucho que lo hemos añorado. Posiblemente, un buen abrazo sea la mejor manera de decirle a alguien que estamos ahí. ¿Hay algo más reconfortante que un abrazo?

Los efectos positivos de los abrazos en nuestra salud

Abrazar tiene efectos positivos en nuestra salud física y mental. Los científicos han comprobado que, cuando nos abrazamos, nuestro cerebro libera una gran cantidad de oxitocina; la hormona que nos vincula a otra persona. Por lo que abrazar a alguien profundiza, literalmente, nuestra relación con esa persona a nivel bioquímico.

Abrazarse también reduce el cortisol, la hormona del estrés. De modo que puede contribuir a reducir la inflamación y la presión arterial asociados a él, así como a mejorar la salud del corazón. Además, los efectos positivos de abrazar se dan tanto en la persona que recibe el abrazo como en la que lo da. Ahora bien, ¿todos los abrazos son igual de efectivos?

Así son los abrazos perfectos

Así son los abrazos perfectos, según la ciencia

¿La colocación de los brazos es importante? ¿Cuánto tiempo debería durar un abrazo? ¿Hay abrazos mejores que otros? Para responder a estas preguntas, un grupo de científicos ha llevado a cabo una investigación cuyos resultados se publicaron la semana pasada en la revista Science.

Si atendemos a la colocación de los brazos, hay dos tipos de abrazos: los entrecruzados (ambas personas ponen un brazo sobre el hombro de la otra y pasan el otro brazo por debajo del brazo de su pareja) y los de cuello-cintura (las dos personas pasan sus brazos por detrás del cuello o de la cintura de su pareja). Pues bien, los resultados mostraron que las personas percibimos como más seguros y agradables los abrazos entrecruzados y que hay una preferencia clara por este tipo de abrazos, incluso entre los hombres. De hecho, estudios anteriores ya habían indicado que las personas percibimos este tipo de abrazos como más igualitarios. «El entrecruzamiento transmite cercanía sin agregar un subcontexto romántico. El cuello y la cintura se asocian con algo más íntimo», explica la psicóloga de la Universidad de Londres Anna Düren, autora principal del estudio.

En cuanto a su duración, todo indica que preferimos los que se prolongan entre cinco y diez segundos. ¿Te parecen mucho 10 segundos? A los investigadores también (quizá es que necesitamos abrazos más que nunca).

La preferencia lateral al abrazar no depende exclusivamente de la lateralidad

Los abrazos son un comportamiento en la intersección de las redes motoras y las redes emocionales del cerebro. Esto implica que pueden verse influenciados por ambas redes neuronales. Cuando nos abrazamos, suele haber un brazo guía que inicia el abrazo. Alrededor del 90 % de los humanos son diestros, lo que significa que prefieren usar la mano derecha para actividades como escribir o dibujar, y también para abrazar. Así lo demostró un estudio sobre abrazos realizado en la sala de llegadas de un aeropuerto internacional: el 59 % de los viajeros observados abrazaron con el brazo derecho y el 41 % con el izquierdo. Estos resultados se validaron en estudios posteriores con otros grupos y en otras circunstancias. Pero en ninguno de estos estudios se evaluaron las emociones, algo que sí hizo el neurocientífico alemán Julian Packheiser en un estudio de 2018.

Al estudiar los abrazos en situaciones emocionalmente positivas, en situaciones emocionalmente negativas y en situaciones neutras, los resultados cambiaron. Si bien la mayoría de la gente mostró preferencia por los abrazos del lado derecho en las tres situaciones, se dieron con más frecuencia los abrazos del lado izquierdo en situaciones cargadas de mucha emoción, sin importar si estas emociones eran negativas o positivas. «El lado izquierdo del cuerpo está controlado por el lado derecho del cerebro, que está muy involucrado en el procesamiento de las emociones tanto positivas como negativas. Por tanto, esta deriva hacia la izquierda puede mostrar una interacción entre las redes emocionales y las preferencias motoras», explica el neurocientífico.

Cambiar nuestro lenguaje corporal moldea nuestra identidad
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Cambiar nuestro lenguaje corporal moldea nuestra identidad

Susana Lladó - Lladó Comunicación 25 octubre, 2021 Autoestima, El cerebro, Emociones

Nuestro lenguaje corporal habla de nosotros

Todos hemos oído que el lenguaje corporal nos da mucha información sobre una persona: sobre cómo es y sobre qué está pensando y sintiendo. Es un tema interesante porque vivimos interaccionando con los otros, comunicándonos, y el lenguaje corporal es comunicación.

Hacemos juicios e inferencias a partir del lenguaje corporal de alguien; el cual incluye la postura, los movimientos corporales, las expresiones faciales, el tono de voz y el volumen. Hay estudios que revelan que el lenguaje corporal es decisivo a la hora de contratar a alguien, promocionarlo, invitarlo a salir o votar a un candidato político (Alex Todorov, de la Universidad de Princeton demostró que el juicio que hacemos en un solo segundo de los rostros de los candidatos políticos predice el 70 % de los resultados). Incluso registramos, aunque no seamos conscientes, las microexpresiones en la cara de alguien: los leves movimientos faciales involuntarios y no controlados que hacemos según las emociones que sentimos. Estos movimientos casi imperceptibles duran apenas unos microsegundos y no se pueden esconder. Los  estudió por primera vez el doctor en Psicología Paul Ekman de la Universidad de California (la serie Miénteme está inspirada en su trabajo y en los casos policiales que ayudó a resolver aplicando sus conocimientos).

Expresamos corporalmente lo que sentimos, y el cuerpo no miente. Hay muy pocos especialistas que puedan hacerlo. Algunos ejemplos: si tras decir algo, cruzamos los brazos, nos estamos protegiendo. Si nos tocamos el cuello, nos sentimos en peligro; si nos encorvamos con los hombros hacia delante, queremos pasar desapercibidos porque nos sentimos poca cosa, y si unimos las yemas de los dedos de las dos manos al hablar, estamos mostrando una alta confianza en lo que decimos.

Cómo se modifica nuestro cerebro cuando cambia el lenguaje corporal

Ahora bien, el lenguaje corporal no solo es la expresión de cómo nos sentimos y de lo que somos. Es mucho más poderoso: si lo modificamos, podemos cambiar lo que pensamos y sentimos acerca de nosotros mismos. Es decir, actúa en ambos sentidos. Lo explica la psicóloga social y profesora de Harvard Amy Cuddy en su libro El poder de la presencia, en el que aborda la relación entre la postura del cuerpo y el poder personal de nuestra presencia, entendida como la capacidad de expresar los propios pensamientos, sentimientos, valor y potencial de manera que resuenen y conecten con los demás (no como dominio sobre los otros o intimidación).

Como profesora de una escuela de negocios muy competitiva, Amy Cuddy está especialmente interesada en las dinámicas de poder y, concretamente, en las expresiones no verbales de poder y dominio. Cuando alguien se siente empoderado, se expande. Ocurre en todo el reino animal. Se hace grande, se abre, se estira, ocupa espacio. Cuando uno se siente impotente, hace lo contrario: se cierra y se hace pequeño porque no quiere toparse con el que tiene al lado. Y si alguien se muestra poderoso con nosotros, tendemos a hacernos más pequeños.

En sus clases, la especialista había observado dos cuestiones que no la sorprendieron: las mujeres suelen hacerse más diminutas que los chicos. Se sienten “crónicamente menos poderosas que los hombres” y, además, participan mucho menos en el aula. Entonces se preguntó si falsificar la postura corporal podría llevar a cambios de conducta. Y la respuesta es que sí. Lo corroboró haciendo una serie de estudios con una especialista de la Universidad de Berkeley, Dana Carney. Tan cierto es que nuestras mentes cambian nuestros cuerpos como que nuestros cuerpos cambian nuestras mentes. Si uno adopta una postura de seguridad es más probable que se sienta más seguro. La cuestión es fingirlo (en el sentido de adoptarla, aunque no salga de manera natural) hasta que se logra el cambio.

El papel de las hormonas en todo esto

Las personas poderosas tienden a ser más asertivas, optimistas y seguras. Además, piensan de manera más abstracta y toman más riesgos. Fisiológicamente, también presentan diferencias importantes respecto a las que se sienten impotentes: aunque solemos asociar el poder únicamente a la testosterona (dominio) los auténticos líderes tienen la testosterona alta y el cortisol bajo (la hormona del estrés) porque el poder está muy vinculado a la forma no reactiva y calmada de responder al estrés. En las jerarquías de primates ocurre lo mismo: si un macho alfa necesita asumir el control, no solo aumentará significativamente su testosterona en unos días, sus niveles de cortisol también irán disminuyendo.

En su investigación, las especialistas hicieron una prueba en laboratorio con un grupo de personas: les hicieron adoptar durante dos minutos posturas de alto y bajo poder, y tomaron muestras de su saliva en ambos casos. Al adoptar las de alto poder, sus niveles de testosterona aumentaron un 20 %, aproximadamente; al adoptar las de bajo poder, los niveles disminuyeron un 10 %. Respecto al cortisol, este disminuyó un 25 % tras las posturas de alto poder y aumentó un 15 % con las de bajo poder.

Conclusiones

En resumen, con solo dos minutos de práctica se producen cambios hormonales que configuran nuestro cerebro para que sea más asertivo, se sienta más seguro y sea menos reactivo al estrés. No se trata de fingir lo que no somos, si no de entrenar nuestros cuerpos hasta que nuestras mentes consoliden la percepción que tenemos de nosotros mismos y se produzca el cambio. En el primer vídeo de arriba, podéis ver las posturas y escuchar el testimonio de Amy Cuddy sobre su propio caso. La especialista tuvo un grave accidente de coche cuando era joven que disminuyó su cociente intelectual. Le dijeron que no podría terminar sus estudios universitarios, pero no se rindió. Fingió su seguridad en cada charla que tuvo que dar en Princeton como parte de su formación. Hoy enseña en Harvard.

Además de los recursos incluidos en el libro y en el vídeo de la charla de Amy Cuddy en TEDTalks, hay muchas otras fuentes para aprender a expandir el cuerpo: técnicas de respiración y posturas de yoga para la apertura de pecho, como las que incluye la clase que imparte Xuan Lan en el vídeo de arriba.

Un estudio revela que escribir a mano facilita el aprendizaje
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Un estudio revela que escribir a mano facilita el aprendizaje

Susana Lladó - Lladó Comunicación 27 septiembre, 2021 Aprendizaje, Comprensión lectora, El cerebro

Con el uso generalizado de los dispositivos digitales, estamos perdiendo la costumbre de escribir a mano. Un grupo de investigadores del Laboratorio de Neurociencia del Desarrollo de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología ha querido saber qué implicaciones tiene este hecho. Se han preguntado qué es más eficaz para un aprendizaje óptimo en el aula, si escribir a mano, escribir tecleando o dibujar.

Para averiguarlo, han estudiado la actividad eléctrica del cerebro de adultos jóvenes y niños mientras escribían a mano, mecanografiaban o dibujaban palabras presentadas visualmente que variaban en dificultad.

Lo primero que han constatado es que se da una clara diferencia en la actividad eléctrica cerebral subyacente al escribir a mano, en un teclado y al dibujar (una diferencia que ya encontraron investigaciones previas realizadas por otros investigadores en 2017). El segundo hallazgo es que la escritura a mano y el dibujo son procesos más parecidos en comparación con la mecanografía. El tercero, que los cerebros de los niños están mucho más activos cuando escriben a mano. El cuarto, que tanto niños como adultos aprendemos y recordamos más cuando escribimos a mano.

Por qué escribir a mano facilita el aprendizaje

Siempre que se incluyen movimientos autogenerados como estrategia de aprendizaje se estimula una mayor parte del cerebro, lo que da como resultado la formación de redes neuronales más complejas (Van der Meer y Van der Weel, 2017). Además, cuando un niño produce letras individuales escritas a mano, los resultados son muy variables, lo que conducirá a una mejor comprensión (Li y James, 2016; James, 2017). En cambio, todo indica que los movimientos relacionados con la escritura del teclado no activan estas redes de la misma manera que lo hacen el dibujo y la escritura a mano.  El patrón espaciotemporal simultáneo de la visión, los comandos motores y la retroalimentación cinestésica proporcionada a través de los movimientos finos de la mano no es evidente en la mecanografía, la cual solo requiere presionar un botón para producir la forma completa deseada (Longcamp et al., 2006; James, 2010); Vinci-Booher et al., 2016). Por lo tanto, el reemplazo continuo de la escritura a mano por la escritura con teclado puede parecer en algunos aspectos poco aconsejable, ya que parece afectar negativamente al proceso de aprendizaje (Alonso, 2015; Mangen y Balsvik, 2016). Los hallazgos del estudio de la Universidad de Noruega también confirman que los movimientos delicados y controlados con precisión involucrados en la escritura a mano contribuyen a los patrones de activación del cerebro relacionados con el aprendizaje. Los investigadores no encontraron evidencia de tales patrones de activación al usar un teclado.

Los niños no tienen que renunciar al teclado

Los investigadores subrayan que, aunque es fundamental mantener la práctica de la escritura a mano en la escuela, también es importante mantenerse al día en el mundo digital. Los niños pequeños deben aprender a escribir a mano y, al mismo tiempo, aprender a escribir en un teclado (por ejemplo, aprender el método táctil y a transcribir información rápidamente), según el contexto. Si bien existen diferencias subyacentes en las tres estrategias mencionadas, es importante señalar que todas son tareas cognitivas, cada una de las cuales tiene sus propios beneficios.

En conclusión, los investigadores sugieren que, desde temprana edad, los niños deben estar expuestos a actividades de escritura y dibujo en la escuela para establecer los patrones de oscilación neuronal que son beneficiosos para el aprendizaje. La práctica de la escritura a mano debe seguir siendo una actividad central en el aprendizaje temprano de las letras, independientemente de si se realiza con lápiz y papel tradicionales o con un lápiz y una tableta, ya que el uso del formato digital permite escribir a mano, agregar dibujos y resaltar texto. Por lo tanto, se pueden implementar los beneficios de ambos métodos de escritura. Lo importante es que tanto los estudiantes como los maestros sean conscientes de cuándo usar un método u otro considerando las fortalezas y el apoyo que ofrece cada uno de ellos.

Neurociencia: el cerebro del adolescente quiere respeto
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Neurociencia: el cerebro del adolescente quiere respeto

Susana Lladó - Lladó Comunicación 12 mayo, 2021 Comunicación entre padres e hijos adolescentes, Desarrollo cerebral, El cerebro, Relación padres-hijos, Sistema educativo

El cerebro del adolescente crece a dos velocidades

Durante décadas, la mayor parte de las investigaciones sobre la adolescencia se centraron en los aspectos más conflictivos de esta etapa, ya que este periodo trae consigo aumentos significativos de las tasas de consumo de alcohol y otras drogas, mala comunicación entre padres e hijos, comportamientos imprudentes, trastornos alimentarios, depresión, etc., en comparación con las tasas que se dan en niños más pequeños.

Sin embargo, dos hallazgos realizados en la década del 2000 abrieron las puertas a una interpretación muy diferente de la adolescencia. Los neurocientíficos demostraron que la pubertad marca el comienzo de un periodo de exuberante crecimiento neuronal al que sigue una poda de conexiones neuronales; un proceso que solamente es comparable al que ocurre durante los tres primeros años de vida. Es como si su cerebro hiciera un update.

Asimismo, los neurocientíficos también demostraron que la maduración del cerebro adolescente no es lineal. Todas las áreas que son sensibles a la emoción, la recompensa, las novedades, las amenazas y las expectativas de los compañeros crecen de manera acelerada, mientras que las áreas del cerebro responsables del razonamiento, el juicio y la función ejecutiva van creciendo constante, pero lentamente. Este desequilibrio es el que explica en gran medida la impulsividad de los adolescentes y que tomen tan a menudo decisiones arriesgadas, pero también explica lo sensibles que son a la recompensa social y al aprendizaje. Desde el punto de vista evolutivo, diríamos que los adolescentes tienden a alejarse de la seguridad que representa el núcleo familiar y se lanzan a explorar el mundo social como parte de lo que significa ir convirtiéndose en un adulto independiente. Pero hay más.

Neurociencia: el cerebro del adolescente quiere respeto

La ventana del tiempo en el cerebro adolescente

En un artículo publicado en Scientific American, la escritora científica Lydia Denworth explica varios estudios recientes realizados con adolescentes que aportan nuevos datos sobre cómo funciona su cerebro. Estos datos constituyen una oportunidad para que padres y maestros intervengan positivamente en su educación.

Dado que los adolescentes son especialmente sensibles a las señales y a las recompensas sociales precisamente en la época en que su cerebro experimenta un crecimiento más rápido y realiza grandes ajustes neuronales, estas investigaciones se han centrado en cómo su cerebro interactúa con el entorno social. Los resultados muestran que el contexto social y la aceptación tienen una gran influencia en su comportamiento. Los neurocientíficos creen, incluso, que la adolescencia podría constituir lo que denominan “una ventana de tiempo”. Las ventanas de tiempo son periodos en los que el cerebro realiza conexiones neuronales específicas con la información importante que ha recabado hasta entonces. Por ejemplo, la ventana del tiempo para la adquisición del idioma explica por qué las personas que aprenden un idioma extranjero después de la pubertad suelen tener acento, ya que estas ventanas tienen una apertura, un pico y un cierre. Es decir, el cerebro de los adolescentes está neuroquímicamente preparado para utilizar las señales sociales para el aprendizaje. Esto significa que en lugar de centrarnos en la tempestad de la adolescencia, los adultos podríamos aprovechar esta ventana como una oportunidad para trabajar mejor en su educación y su salud física y mental.

El respeto, el sentido de propósito y su contribución a la sociedad

Neurociencia: el cerebro del adolescente quiere respeto

Si tenemos en cuenta que lo que aprendan en esta etapa es de suma importancia porque el cerebro del adolescente se reorganiza en torno a todo lo que recibe, es un hecho que de la misma forma que las experiencias dañinas pueden conducirles a espirales negativas de las que les sea difícil recuperarse, las experiencias positivas también tendrán un gran efecto en ellos.

Por ejemplo, las investigaciones realizadas sobre el efecto de la descripción detallada del suicidio de un personaje en la controvertida serie de Netflix Por trece razones concluyen que hay una relación entre esa detallada descripción y el aumento de los suicidios de adolescentes. En cambio, también se sabe que los programas de voluntariado más exitosos con adolescentes son aquellos que son significativos para ellos, en los que se les da voz y la oportunidad de reflexionar sobre el trabajo. ¿Por qué? porque a los adolescentes les preocupa especialmente el sentido de su vida en relación con el mundo, tienen la necesidad de contribuir a la sociedad, encontrar un propósito y ser respetados. Cuando contribuyen a la sociedad, se sienten valorados.

Otro estudio con adolescentes ha demostrado que cuando se les pidió que escribieran el sentido de su propósito antes de participar en una actividad educativa, aumentaba su participación en dicha actividad y la encontraban más importante e interesante. «El propósito es una forma bastante poderosa de capital de identidad porque no es solo una respuesta a la pregunta de quién eres, sino que es una respuesta a la pregunta de quién vas a ser y la dirección en la que te diriges», explica el psicólogo de la Universidad de Cornell Anthony Burrow en el artículo que hemos citado.

En 2019, Nature Human Behavior también publicó un interesante estudio sobre la respuesta de los adolescentes cuando se les informa sobre los buenos hábitos nutricionales. Los expertos saben que si pretendemos que dejen de consumir comida basura atiborrándoles de información sobre las propiedades nutricionales de las frutas, verduras y otros alimentos, no cambian sus hábitos. De modo que en este estudio cambiaron la estrategia. A un grupo de 300 adolescentes se les explicó que muchos ejecutivos de compañías de alimentos utilizan ingredientes que no son saludables y que dirigen las campañas de marketing de sus productos directamente a ellos. Los adolescentes se indignaron y empezaron a ver la alimentación saludable como una manera de tomar posición para no ser manipulados. Empezaron a cambiar su dieta.

En resumen, tomar en cuenta el deseo de los adolescentes de tener un estatus y sentirse respetados, así como su necesidad de contribuir a la sociedad y encontrar un propósito puede ser muy efectivo en las intervenciones educacionales de padres y maestros.

Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)
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Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)

Susana Lladó - Lladó Comunicación 29 noviembre, 2018 Ansiedad social, El cerebro, El trastorno de lateralidad, Emociones, Estrés crónico 0

Todos sabemos que reír nos sienta bien y que mejora nuestro estado de ánimo. Lo que quizá no sabemos es que reír mejora significativamente nuestra salud porque nos protege de numerosas enfermedades. Cuando nos reímos, no solo aliviamos la carga mental: la risa induce cambios físicos en el cuerpo.

 

Estos son los principales beneficios que nos aporta la risa, según las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años:

 

1. La risa detiene la liberación de las hormonas que produce nuestro organismo cuando estamos bajo los efectos del estrés, como el cortisol (una de las más perjudiciales para nuestra salud).

2. Reír desencadena la producción de neuroquímicos que actúan contra la ansiedad y nos calman, como la dopamina.

3. Reír también aumenta la liberación de endorfinas.

4. Como la risa aumenta la cantidad de aire rico en oxígeno, estimula el corazón, los pulmones y los músculos.

5. Alivia el dolor al provocar que el cuerpo produzca sus propios analgésicos naturales.

6. En el trabajo, la risa aumenta el compromiso, la colaboración, la precisión analítica y la productividad, y reduce el absentismo.

7. La risa estimula la actividad de las células que utiliza el sistema inmunitario para defenderse contra enfermedades. Del mismo modo que los pensamientos negativos se manifiestan en reacciones químicas que pueden afectar al cuerpo al provocar estrés y perjudicar al sistema inmunitario, los pensamientos positivos relacionados con la risa pueden liberar neuropéptidos que ayudan a disminuir el estrés y evitar enfermedades potencialmente graves.

8. Nos protege contra las enfermedades del corazón.

9. Reír reduce los niveles de inflamación.

Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)

10. Se ha demostrado que la risa cambia la forma en la que muchas neuronas del cerebro se comunican entre sí. En concreto, la risa induce las frecuencias gamma, un tipo de ondas cerebrales que mejoran la sincronización de la actividad neuronal, lo que refuerza el recuerdo y la memoria.

11. La risa nos ayuda a construir relaciones sociales porque promueve un sentido de unión y seguridad. Cuando nos reímos, estamos enviando un mensaje a los otros de que “todo está bien”. Asimismo, los estudios aseguran que tenemos 30 veces más probabilidades de reírnos cuando estamos con otras personas que cuando estamos solos.

12. Mejora significativamente la calidad del sueño y la cognición de las personas mayores.

13. Reír mejora el flujo sanguíneo y la circulación, por lo que ayuda a la relajación muscular y a reducir la presión arterial basal.

14. Nos ayuda a enfrentarnos a situaciones difíciles, ya que aumenta nuestra satisfacción personal.

15. La risa tiene un efecto similar a los antidepresivos: activa la liberación del neurotransmisor serotonina, el mismo químico cerebral afectado por los tipos más comunes de antidepresivos, los ISRS.

16. La risa fomenta la conectividad cerebral: debido a que descifrar una risa no es una tarea simple para el cerebro, cada tipo de risa (alegre, burlona, etc.) activa conexiones entre diferentes regiones del cerebro. Esto significa que la risa fomenta la conectividad rigurosa de la región del cerebro que se activa cuando escuchamos una risa, mientras nuestros cerebros trabajan para descifrar qué tipo de comunicación se está produciendo.

17. Y, además, nos ayuda a ser más creativos: cuando estamos relajados, es más probable que se produzca la asociación libre de ideas y, por tanto, la creatividad.

 

Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)

Según un estudio publicado en la revista Cerebral Cortex, en el que se utilizaron imágenes por resonancia magnética, estas son algunas de las regiones que se activan en nuestro cerebro cuando nos reímos:

1.El hipotálamo lateral: región que participa en una serie de procesos, como promover el comportamiento de excitación y alimentación, reducir la percepción del dolor, las funciones digestivas y la presión arterial.

2.La amígdala: participa en el procesamiento de memorias, toma de decisiones y reacciones emocionales.

3.Cerebelo derecho: importante para la atención visual, el lenguaje y para imaginar los estados emocionales de los demás.

4.El opérculo parietal: parcialmente responsable del procesamiento de los sentidos, como el tacto y la temperatura.

5.La materia gris periacueductal, que desempeña un papel en la analgesia.

6.Las regiones de la corteza prefrontal ventromedial: cuando estas se activan, se liberan las endorfinas.

 

Fuentes:

The Benefits of Laughing in the Office

You Asked: Does Laughing Have Real Health Benefits?

Clínica Mayo

Medical News Today

Six Science-Based Reasons Why Laughter Is The Best Medicine

New Study Proves That Laughter Really Is The Best Medicine

Científicos del MIT descubren el mecanismo de la plasticidad cerebral
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Científicos del MIT descubren el mecanismo de la plasticidad cerebral

Susana Lladó - Lladó Comunicación 7 agosto, 2018 Actualidad, Aprendizaje, Desarrollo cerebral, El cerebro, El trastorno de lateralidad 0
Imagen: Sur Lab. La fotografía es de una dendrita ―una rama de una neurona― y sus espinas. Fue reconstruida con microscopio electrónico (primer plano) después de haber sido fotografiada con microscopio de dos fotones en un cerebro intacto (fondo).

 

Nuestro cerebro es flexible y está en permanente cambio

 

Los estudios sobre plasticidad cerebral nos dicen que nuestro cerebro es capaz de cambiar su estructura y configuración durante toda la vida en función de nuestras experiencias con el entorno. Las investigaciones en este campo ―también conocido como neuroplasticidad o plasticidad cognitiva― afirman que nuestro cerebro tiene la capacidad para remodelar y fortalecer las conexiones entre las neuronas, las sinapsis. Es decir, que podemos mejorar nuestra capacidad de aprendizaje, nuestras habilidades cognitivas y nuestra memoria, y adaptarnos a nuevas situaciones. E incluso compensar los efectos de lesiones cerebrales estableciendo nuevas redes o, como decíamos, fortaleciendo algunas de ellas.

Nuestro cerebro está en permanente cambio, inclusive en los adultos y personas mayores (leer el artículo Neurogénesis: cómo los adultos podemos desarrollar nuevas neuronas). Y podemos estimular estas modificaciones ejercitando nuestro cerebro a través de la actividad cognitiva y sensorial, el ejercicio físico, las emociones, la nutrición, etc. (ver el vídeo de abajo).

 

Vídeo de un programa de Redes sobre la plasticidad cerebral.

 

Cómo se produce la plasticidad cerebral

 

No obstante, hasta ahora, no se sabía cómo se produce el fenómeno de la plasticidad cerebral. Tengamos en cuenta que nuestro cerebro es un sistema, en el que hay unos cien mil millones de neuronas y miles de sinapsis en constante cambio. Los investigadores tenían la hipótesis de que cuando se establecen nuevas conexiones entre neuronas y cuando algunas sinapsis se fortalecen, debía activarse algún mecanismo de compensación para que se mantuviera el sistema en equilibrio, sin que quedara abrumado por los cambios.

Pues bien, un equipo de investigadores del Instituto Picower para el Aprendizaje y la Memoria del MIT ha publicado recientemente un estudio en la revista Science en el que se demuestra cómo logra nuestro cerebro este equilibrio (el estudio se ha realizado con ratones vivos). El resultado es una regla tan fascinante como simple, aunque el trabajo que han llevado a cabo para descubrirla es extremadamente complejo: cuando una conexión, llamada sinapsis, se fortalece, las sinapsis vecinas se debilitan debido a la acción de una proteína llamada Arc. El autor principal del estudio, Mriganka Sur, ha declarado al respecto que está emocionado, pero no sorprendido, de que una regla tan simple rija un sistema tan complejo como es el cerebro: «Los comportamientos colectivos de los sistemas complejos siempre tienen reglas simples», ha declarado. El descubrimiento de esta regla fundamental de la plasticidad cerebral explica cómo el fortalecimiento y el debilitamiento sináptico se combinan en las neuronas para producir plasticidad.

 

El papel determinante de la proteína Arc

 

Una vez que los investigadores comprobaron la regla, quisieron saber el mecanismo por el que las neuronas la obedecen. Para ello tenían que poder observar cómo cambian unos receptores llamados AMPA, que son claves en las sinapsis. Valiéndose de una etiqueta química, vieron que la ampliación y el fortalecimiento de las sinapsis está correlacionado con una mayor expresión del receptor AMPA, del mismo modo que la reducción y el debilitamiento de las sinapsis está correlacionado con una menor expresión de este receptor. La proteína que regula la expresión del AMPA es la proteína Arc, por lo que el equipo se dio cuenta de que tenían que seguir también a Arc para entender del todo el mecanismo. De nuevo, utilizaron una etiqueta química (que tuvo que ser desarrollada por científicos de Japón, ya que nunca antes se había hecho una para el cerebro de un animal vivo) que les permitió observar que las sinapsis fortalecidas estaban rodeadas de sinapsis debilitadas que habían enriquecido la expresión de Arc, y que el fortalecimiento de las sinapsis aumenta la proteína para debilitar las sinapsis vecinas. En otras palabras, Arc es la proteína que mantiene el equilibrio de los recursos sinápticos. Podéis leer la explicación completa del estudio en este enlace.

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Los resultados de esta investigación, así como las nuevas técnicas que los investigadores han desarrollado para llevarlo a cabo, serán de gran utilidad a la comunidad científica para seguir progresando en la investigación del cerebro.

La fascinante historia del niño autista que hoy es un gran compositor
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La fascinante historia del niño autista que hoy es un gran compositor

Susana Lladó - Lladó Comunicación 1 julio, 2018 El cerebro 0

• Su padre es el escritor japonés y Premio Nobel Kenzaburo Oé

• Su madre, en contra de las opiniones médicas, decidió que fuera operado de la hidrocefalia con la que nació, a pesar de los graves riesgos que comportaba la intervención

Hay vidas que son un ejemplo de vida, historias fascinantes que lo son porque están protagonizadas por personas excepcionales. Esta es una de ellas: la de Hikari Oé, un niño autista que hoy es un gran compositor gracias a la perseverancia de sus padres y de una profesora de música, y a que todos ellos supieron vislumbrar en él lo que parecía impensable. Pero antes de contaros su historia, que está repleta de hechos singulares, os explicamos cómo llegamos a ella, porque todo está relacionado, como si fuera el hilo de Ariadna.

El otro día, el diario El País publicó el vídeo de la charla Por qué es tan importante cómo miras a tu hijo que dio el escritor Álex Rovira. En su intervención, Rovira explica que si en la escuela y en casa cada niño recibiera la mirada apreciativa que da alas, esa mirada haría que cada uno de ellos llegue a ser lo que es capaz de ser, porque no somos conscientes de hasta qué punto nuestra mirada, nuestra forma de relacionarnos con los otros sin prejuicios, condiciona las posibilidades de realización del otro. Al final del vídeo, para ilustrar sus propias palabras, el escritor pone el ejemplo de Hikari Oé explicando brevemente su historia. Nos pusimos a buscar en Internet porque queríamos saber más y aquí está el resumen de lo que hemos encontrado.

En 1962, Yukari Itami, la mujer del escritor japonés Kenzaburo Oé, se quedó embarazada del que iba a ser el primer hijo de la pareja. El niño nació con hidrocefalia. Su única posibilidad de supervivencia pasaba por practicarle una intervención que los propios médicos desaconsejaron, ya que la operación implicaba seccionar una parte de su cerebro, lo que le causaría daños severos e irreversibles. Kenzaburo era de la misma opinión que los médicos, pero la madre no: afirmó que prefería suicidarse antes que perder a su hijo. Fue entonces cuando el escritor vivió una experiencia que le hizo cambiar de opinión: se fue a Hiroshima para escribir un artículo sobre los médicos que trataban a las víctimas de la radiación y allí fue consciente de cómo estas personas eran capaces de superar el dolor y la adversidad para seguir viviendo. Operaron a Hikari y el niño sobrevivió a la intervención, pero con graves secuelas permanentes: epilepsia, problemas importantes de visión y motricidad, y autismo. El niño no hablaba, no se comunicaba de ninguna forma y apenas se movía. “Era como una flor preciosa”, decían sus padres.

Un día, la madre se percató de que Hikari mostraba alguna respuesta cuando oía cantar a los pájaros, así que le compraron un disco en el que se catalogaba el trino de unas 70 aves diferentes. Un tiempo después, Hikari pronunció su primera palabra: fue en un parque, al oír el canto de un pájaro. Dijo el nombre del pájaro. Había memorizado e identificado todos los sonidos del disco. Sus padres se dieron cuenta de que también identificaba composiciones musicales, así que buscaron una profesora de música para su hijo. Y aquí es donde aparece otra persona que también resulta ser clave en esta historia: la profesora Tamura. Primero le enseñó melodías sencillas que él pudiera repetir con un dedo en el piano, pero pronto se dio cuenta de que Hikari aprendía muy rápido, por lo que decidió dejar de dar clase a sus otros alumnos para concentrase en el trabajo que estaba haciendo con él. Hikari aprendió solfeo y notación musical, y a tocar el piano. Y empezó a componer sus propias piezas musicales.

Sin duda, esta historia es también una historia de dolor: solo hay que leer las obras del padre (ganó el Premio Nobel en 1994). En 1964, en el libro Una cuestión personal, Kenzaburo Oé escribió: “Si quiero enfrentar mi responsabilidad, solo tengo dos caminos: o le estrangulo con mis propias manos o lo acepto y lo crío. Lo sé desde el principio, pero no he tenido valor para aceptarlo…”. No obstante, también es una historia de amor y superación que ilustra perfectamente el hecho de que la mirada apreciativa de los otros tiene una capacidad transformadora inimaginable: es capaz de extraer lo mejor de cada uno de nosotros, todo nuestro potencial.

Si queréis profundizar en los detalles de la vida de los protagonistas os recomendamos leer el relato de Juan Forn en Página 12, relato en el que nos hemos basado nosotros. También es interesante leer el artículo Miles de personas descubren la historia del Nobel Kenzaburo Oé gracias a Twitter que publico Verne hace unos meses.

‘La vida secreta del cerebro’: una teoría revolucionaria sobre las emociones
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‘La vida secreta del cerebro’: una teoría revolucionaria sobre las emociones

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 18 mayo, 2018 Actualidad, El cerebro, El trastorno de lateralidad, Emociones 0

Lisa Feldman Barret es neurocientífica, catedrática de Psicología por la Northeastern University (Massachusetts), miembro electo de la Royal Society of Canada y ha recibido el premio NIH Director’s Pionner por su investigación pionera sobre las emociones y el cerebro, además de colaborar, por ejemplo, con la Escuela de Medicina de Harvard. Conviene hacer esta presentación antes de hablar de su libro La vida secreta del cerebro porque con la teoría que desarrolla en él cuestiona todo lo que hasta ahora dábamos por sentado sobre la construcción de las emociones; es decir, afirma que la teoría clásica es incorrecta y presenta una teoría revolucionaria que representa un nuevo paradigma sobre la mente humana.

 

Qué dice la teoría clásica 

Grosso modo, la teoría clásica sobre las emociones afirma que estas son producto de la evolución debido a que se mostraron útiles para nuestra supervivencia, que las llevamos incorporadas desde que nacemos, que son definidas y reconocibles, que se alojan en diferentes partes del cerebro, que son universales y que se desencadenan de manera automática cuando algo las activa. Las manifestamos con el rostro, la voz y la postura corporal, y provocan cambios físicos en nuestro organismo: aceleración de la respiración y el corazón, activación de las glándulas sudoríparas, etc. Según la teoría hasta ahora aceptada, tenemos muchos circuitos emocionales en el cerebro y cada uno de ellos provoca un conjunto característico de cambios, como si fuera una huella dactilar. En otras palabras, se cree que los sucesos pueden activar las neuronas de la alegría, las neuronas del miedo, etc., y que dado que identificamos y experimentamos estas emociones, a cada una de ellas le debe corresponder una pauta subyacente concreta en el cerebro y en el cuerpo.

 

‘La vida secreta del cerebro’

 

Lisa Feldman Barret asegura que no hay ninguna prueba científica de que estas supuestas huellas dactilares físicas sean constantes, ni para una sola emoción (hay muchos experimentos que concluyen que sí, de la misma manera que hay otros muchos que concluyen que no); que las emociones nos son universales y que las creamos nosotros; es decir, que se construyen socialmente. Por este motivo ha denominado a su teoría “La teoría de la emoción construida”: “Vemos que las emociones no son monolíticas, sino que están hechas de componentes más básicos; que en lugar de ser universales varían de una cultura a otra; que no son provocadas, sino que las creamos nosotros; que surgen de una combinación entre las propiedades físicas del cuerpo, un cerebro flexible cuyas conexiones reflejan el entorno en el que se desarrolla, y la cultura y la educación que ofrecen ese entorno. Las emociones son reales, pero no en el mismo sentido objetivo que las moléculas o las neuronas. Son reales en el sentido en que lo es el dinero, es decir, no son una ilusión, pero sí un producto del consenso humano. Esta visión, a la que llamo «teoría de la emoción construida», ofrece una interpretación muy diferente», explica la especialista en su libro.

 

Implicaciones

Lisa Feldman Barret es muy consciente de que su teoría parece ilógica porque, de hecho, experimentamos las emociones como si respondieran a la teoría clásica, pero alerta sobre las implicaciones de nuestras creencias al respecto. Veamos algunos de los ejemplos que ella misma ofrece en el libro:

  1. Pensemos en la última vez que hemos pasado por la seguridad de un aeropuerto: unos agentes taciturnos pasan nuestros zapatos por rayos X y evalúan la probabilidad de que supongamos una amenaza terrorista. No hace mucho, un programa de formación llamado SPOT (siglas en inglés de «comprobación de pasajeros mediante técnicas de observación») enseñaba a esos agentes a detectar engaños y evaluar riesgos basándose en movimientos faciales y corporales, partiendo de la teoría de que estos movimientos revelan nuestros sentimientos más íntimos. El programa no funcionó, pero costó novecientos millones de dólares a los contribuyentes. Debemos entender la emoción de una manera científica para que los agentes del gobierno no nos detengan —o no pasen por alto a quienes supongan una amenaza— basándose en una visión errónea de las emociones.
  2. Imaginemos ahora que una persona se halla en la consulta de un médico diciendo que siente una opresión en el pecho y que le cuesta respirar; síntomas que pueden indicar un infarto de miocardio. Si la persona es una mujer, lo más probable es que se le diagnostique ansiedad y se la envíe a casa, mientras que si es un varón es más probable que se le diagnostique una cardiopatía y se le aconseje un tratamiento preventivo. Como consecuencia, las mujeres de más de sesenta y cinco años fallecen por infarto con más frecuencia que los varones. Las percepciones de los médicos, del personal de enfermería y de los mismos pacientes reflejan las creencias de la visión clásica de que emociones como la ansiedad se pueden detectar y de que las mujeres son intrínsecamente más sensibles a las emociones que los varones… Unas creencias que pueden tener consecuencias mortales.
  3. La creencia en la visión clásica incluso puede «provocar» guerras. La guerra del Golfo en Irak se debió, en parte, a que el hermanastro de Sadam Huseín creyó que podía «leer» las emociones de los negociadores estadounidenses y dijo a Sadam que Estados Unidos no hablaba en serio al decir que atacaría. La posterior guerra acabó con la vida de 175.000 iraquíes y de centenares de militares de la coalición.

En este enlace podéis leer el primer capítulo de ‘La vida secreta del cerebro‘  (la autora utiliza un ejemplo como hilo conductor que es muy esclarecedor y que hemos omitido para no extendernos demasiado en este artículo).

‘El cerebro del niño explicado a los padres’, del neuropsicólogo Álvaro Bilbao
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‘El cerebro del niño explicado a los padres’, del neuropsicólogo Álvaro Bilbao

Susana Lladó - Lladó Comunicación 12 abril, 2018 Actualidad, Aprendizaje, Desarrollo cerebral, El cerebro, El trastorno de lateralidad, Emociones 0

‘El cerebro del niño explicado a los padres’

El cerebro de los niños explicado a los padres es un libro que está ayudando a muchos progenitores a educar mejor a sus hijos, y también a muchos educadores. Su autor es Álvaro Bilbao, un neuropsicólogo especializado en un ámbito de la neurociencia muy concreto y hasta hace poco bastante desconocido: el del cerebro de los niños.  Este doctor en Psicología de la Salud se formó en el Hospital Johns Hopkins de Baltimore y en el Royal Hospital for Neurodisability de Londres y es, además, un excelente divulgador con grandes aptitudes pedagógicas.

‘El cerebro del niño explicado a los padres’, del neuropsicólogo Álvaro Bilbao_Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart

Tal como el propio Álvaro Bilbao explica, todos los padres quieren lo mejor para sus hijos y que estos puedan alcanzar sus metas, pero muchas veces se encuentran perdidos a la hora de ayudarles a conseguirlo. Saber cómo funciona el cerebro de un niño o de un adolescente nos permite entender qué necesitan nuestros hijos, saber cuáles son las claves para educarlos bien y actuar de la mejor manera delante de las situaciones que se van presentando. El cerebro de los niños explicado a los padres es, por tanto, un manual en el que se nos explica de una forma inteligible lo que debemos saber sobre neurociencia para ayudarles a desarrollarse emocional e intelectualmente de una manera óptima, ofreciéndonos herramientas prácticas y muy útiles para guiarlos en su proceso de aprendizaje.

Puntos importantes de ‘El cerebro del niño explicado a los padres’

En los dos vídeos que incluimos en este artículo Álvaro Bilbao expone los puntos esenciales de su libro. Veamos algunos.

 

En el vídeo de arriba, que ha publicado el diario El País, el especialista explica en qué consiste el desarrollo global de un niño: es fundamental procurarle seguridad y un buen desarrollo emocional durante los primeros años de vida, ya que sobre estas dos bases se construirá su mundo intelectual y, cuando sea adulto, conseguirá que sus pensamientos, emociones y acciones vayan en la misma dirección. En el mismo vídeo también explica por qué la educación basada en los premios y castigos no es eficaz, la diferencia entre una norma y un castigo, cómo aprender a ponerles límites, cómo se les puede ayudar a cumplir las normas, por qué es tan importante darles responsabilidades y dejar que tomen decisiones, qué estrategias podemos implementar para enseñarles a gestionar la frustración y que aprendan autocontrol, cómo este (el autocontrol) incide en la corteza frontal, qué criterio deberíamos aplicar a la hora de decidir qué actividades extraescolares deben realizar, el papel del deporte y el juego en el aprendizaje, cómo y hasta dónde hay que dejar que utilicen las nuevas tecnologías, los efectos de la sobreprotección, qué hacer si el niño suspende asignaturas, etc.

 

El cerebro del niño explicado a los padres from Ibercaja Aula en Red on Vimeo.

 

El segundo vídeo es un resumen del libro El cerebro del niño explicado a los padres en el que sintetiza el ABC del cerebro infantil. Nos ha parecido una excelente exposición: sumamente interesante, con explicaciones neurológicas que se entienden perfectamente y que nos dan muchas pistas para mejorar nuestro papel como educadores. A título de ejemplo: el cerebro es una red de conexiones neuronales. Lo que distingue a un niño con buenas habilidades de otro que no las tiene no es el número de neuronas, sino el número de conexiones entre ellas. Cada vez que un niño o un adolescente se enfrenta a una situación nueva y consigue resolverla con éxito, en su cerebro se forma una nueva conexión que, además, le proporciona bienestar. Pues bien, los padres y educadores tenemos un papel fundamental en el establecimiento de esas conexiones. En este punto entran en juego, por ejemplo, los refuerzos (los más eficaces, explica, son siempre los inmateriales, por lo que están al alcance de todos) y nuestro propio comportamiento a la hora de gestionar los problemas o el estrés, ya que el cerebro dispone de un sistema de neuronas espejo que hace que el niño tome decisiones en función del modelo que como padres le ofrecemos.

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