Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart
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«La desorientación espacial limita la movilidad de las personas con trastorno de lateralidad»
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«La desorientación espacial limita la movilidad de las personas con trastorno de lateralidad»

Susana Lladó - Lladó Comunicación 4 febrero, 2019 Desorientación espacial, El trastorno de lateralidad, Lateralidad cruzada o heterogénea, Terapia de lateralidad 4

Uno de los síntomas más comunes que presentan las personas con problemas de lateralidad son las dificultades de orientación espacial. El psicólogo de nuestro centro Luis Elías nos explica en esta entrevista cómo afecta a los pacientes esta dificultad en su vida cotidiana y cómo se trabaja en la terapia de lateralidad.

 

¿La desorientación espacial es un síntoma del trastorno de lateralidad?

Sí, es habitual que las personas que no tienen bien definida la lateralidad a la derecha o a la izquierda tengan afectada la capacidad de percepción espaciotemporal y que, además, tengan problemas en otros campos: entre ellos, la capacidad de comprensión, de concentración y de poder analizar y responder con rapidez a situaciones que provocan estrés porque implican procesar cierto volumen de información.

 

¿Qué relación tienen estas dificultades con la orientación?

Para caminar, coger un transporte público, conducir o leer un mapa, necesitamos orientarnos en el espacio, tener claros los puntos cardinales: saber dónde está el norte, el sur, el este y el oeste respecto al punto en el que nos encontramos. Las personas con problemas de lateralidad tienen dificultades para ubicarse en el espacio y ubicar las calles y lo que hay en ellas. Cuando ven que están desorientadas, como les cuesta mantener la atención, comprender, retener y reaccionar con rapidez a la información que reciben, se bloquean.

 

¿Cómo repercute en su vida cotidiana tener estas dificultades de orientación espacial?

La desorientación espacial limita la movilidad de las personas con trastorno de lateralidad: tienen dificultades para orientarse con las líneas del metro y de los autobuses, algunas de estas personas han tenido que dejar de conducir porque se equivocaban con las calles y eran incapaces de seguir las indicaciones del navegador, ya que seguirlas requiere anticipar ciertas respuestas y, cuando caminan por zonas de su ciudad que están fuera de su barrio, también se desorientan.

 

¿Siempre se bloquean cuando se desorientan?

Si están más cansados de lo habitual, reciben muchos estímulos del exterior o hay algún factor más estresante, sí.

 

¿Y qué ocurre cuando viajan?

Cuando hacen viajes fuera de su zona de confort; es decir, a una zona que está fuera de su barrio, a otra ciudad o país, también tienen dificultades a la hora de entender el trazado de las calles, el recorrido de los autobuses y ordenar la información que ven en un mapa para poder orientarse.

 

¿No pueden leer mapas?

 

No es que no puedan leerlos: aunque antes de salir a la calle dediquen un tiempo a estudiar el mapa, visualizar los recorridos que van a hacer e intentar retenerlos, después, en la calle, se quedan desorientados porque hay como una separación entre lo que ven en el papel o en Google Maps y la orientación que tienen en la calle desde el punto de vista visual. 

 

«En terapia hay que trabajar la organización espacial, pero también hay que trabajar mucho la atención. Y es fundamental trabajar los dos aspectos simultáneamente»

 

Debe limitar enormemente su vida y producirles un gran malestar

Así es. Hay pacientes que te dicen: “Soy capaz de dirigir una empresa, pero no soy capaz de orientarme cuando hago un viaje de negocios a otra ciudad”, por ejemplo. Se sienten terriblemente frustrados y angustiados.

 

¿Cómo trabajáis el problema en terapia?

Obviamente, hay que trabajar la organización espacial, pero también hay que trabajar mucho la atención. Y es fundamental trabajar los dos aspectos simultáneamente.

 

¿Por qué es tan importante que sea simultáneamente?

Los pacientes, cuando empiezan la terapia, atribuyen sus problemas de desorientación exclusivamente a sus dificultades de orientación espacial. Sin embargo, hemos constatado que cuando estas dificultades se empiezan a solucionar, si solo hemos trabajado la atención de manera secundaria, siguen teniendo problemas que no son atribuibles a la desorientación espacial, sino a las dificultades de atención propias del trastorno de lateralidad.

 

¿Puedes poner un ejemplo?

Sí, el de un paciente con el que habíamos estado trabajando fundamentalmente la orientación espacial y que ya cogía el metro sin problema para ir a trabajar, pero cada tanto me explicaba que había cogido la línea de metro correcta, pero en dirección contraria, y que se había dado cuenta del error cuando ya habían pasado varias paradas. Este tipo de confusiones son propias de sus problemas de atención. Por eso es muy importante el diálogo con el paciente: como terapeutas debemos poder discernir en el proceso de su evolución las situaciones que se deben a una causa o a otra.

 

¿Porque sus problemas de atención no son los que pueda tener cualquier persona sin el trastorno?

Efectivamente, cuando hablamos de las dificultades de atención que tiene una persona con trastorno de lateralidad, no nos referimos a los típicos despistes que pueda tener cualquiera porque ese día está preocupado por algo y “tiene la cabeza en otro sitio”. Es un tema mucho más profundo y que afecta a todas las personas con trastorno de lateralidad. Independientemente del síntoma central que presenten, siempre tienen, además, la capacidad de atención afectada.

 

¿Por ejemplo?

Las dificultades de comprensión y retención también son síntomas de lateralidad cruzada. Los pacientes que tienen estos síntomas como síntomas centrales, se quedan bloqueados, por ejemplo, cuando tienen que mecanografiar en el trabajo un documento, ya que no pueden retener lo que leen en el papel. Pero como el problema de atención también incide en su dificultad para mecanografiar, hay que ir trabajando los dos aspectos a la vez, en paralelo.

 

¿Y cómo trabajáis la atención?

Con ejercicios que les ayudan a que la atención sea sostenida en el tiempo: primero 20 minutos, después 30, etc. Al principio, les cuesta un gran esfuerzo, pero, paulatinamente, logran que sea sostenida. También trabajamos la concentración, pero cuando hay problemas de orientación espacial, lo prioritario es la atención.

 

Bien, antes estabas explicando cómo trabajáis la desorientación espacial en terapia

Sí, por una parte, hay ese diálogo con el paciente para que nos explique las malas experiencias que vive en su día a día y podamos intervenir sobre ellas diferenciando las que son producto de la desorientación espacial y las que son producto del problema de atención. Por otra parte, el paciente realiza actividades de mesa para trabajar la percepción y organización espacial: como el juego de Tangram, los Pentominós o los cubos de madera: son piezas físicas que hay que cuadrar en un plano o piezas con las que hay que hacer formas complejas.

 
«A medida que van viendo los resultados de la terapia y que ya no tienen tantas dificultades de orientación espacial, los problemas emocionales también disminuyen y es mucho más sencillo reconstruir su autoestima»
 

¿Utilizáis otros elementos?

Sí, las fichas con figuras de papel que hay que encajar. La mecánica es parecida a la de los juegos que he nombrado antes, pero van muy bien porque con ellas podemos conseguir un nivel de dificultad alto. Después, hay otro tipo de juegos en los que hay que emparejar figuras que tienen la misma forma o, por el contrario, formas antagónicas.

 

¿Todos los ejercicios se realizan en una mesa?

No, también hay ejercicios más psicomotrices.

 

¿De qué tipo?

Se les vendan los ojos y aprenden a orientarse dentro de la sala. O sin vendarles los ojos y dándoles un mueble como referencia, deben identificar dónde están las diferentes coordenadas y moverse según las indicaciones que les da el terapeuta. También deben situar diferentes puntos externos de la ciudad en referencia a ellos. Es decir, son ejercicios que requieren todo un trabajo mental de ubicar puntos en el espacio, ponerlos en referencia y trazar recorridos. A veces empezamos con “derecha”, “izquierda”, “arriba” y “abajo” porque es más sencillo y, después, pasamos a los puntos cardinales.

 

¿Una hora a la semana de terapia haciendo este tipo de ejercicios es suficiente para que haya progreso?

Sí, aunque si el paciente quiere o tiene tiempo, yo doy ejercicios que pueden hacer durante la semana y que contribuyen a que el proceso de recuperación sea más rápido.

 

¿Qué tipo de ejercicios?

Por ejemplo, coger un mapa del barrio en el que viven, pensar en un recorrido que no sea en línea recta y visualizarlo durante unos 15 minutos antes de salir a hacerlo. Como conocen su barrio y ya tienen muchas referencias en su cerebro, este es un ejercicio que les va muy bien al principio de la terapia. Con el tiempo, a medida que van progresando, vamos aumentando el nivel de dificultad del ejercicio. Y, en cualquier caso, saben que, si se desorientan, pueden utilizar Google Maps para no angustiarse.

 

Antes has mencionado los problemas emocionales de los pacientes antes de iniciar la terapia. ¿También los abordáis?

Sí, por supuesto. No obstante, a medida que van viendo los resultados de la terapia y que ya no tienen tantas dificultades de orientación espacial, los problemas emocionales también disminuyen y es mucho más sencillo reconstruir su autoestima. Se dan cuenta de que los pensamientos negativos que tenían sobre sí mismos (soy inútil, no valgo para nada, etc.), eran pensamientos distorsionados porque la nueva realidad que empiezan a vivir se lo demuestra.

 

Entrevista: «La terapia de lateralidad ha cambiado mi vida radicalmente»
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Entrevista: «La terapia de lateralidad ha cambiado mi vida radicalmente»

Susana Lladó - Lladó Comunicación 22 enero, 2019 El trastorno de lateralidad, Terapia de lateralidad 0

Kevin vino por primera vez a nuestro centro hace dos años y medio porque sus problemas de lateralidad le impedían conservar sus puestos de trabajo y porque el trastorno de lateralidad había afectado también a todos los otros ámbitos de su vida. El diagnóstico, después de realizarle el test, fue de hipotonía con tres cruces de lateralidad: pierna estática-pierna dinámica, oído-motricidad facial y cervicales, y brazo/mano-ojo. Actualmente, está a punto de terminar la terapia de lateralidad (se le ha lateralizado a la derecha), ya que se ha recuperado en un 90 %. En esta entrevista nos explica, con una naturalidad que le agradecemos, cómo ha vivido todo este proceso, desde que era niño hasta ahora.

 

¿Cuándo supiste que tenías el trastorno de lateralidad?

Hace siete años, aproximadamente; cuando tenía 20.

 

¿Cómo lo supiste?

En aquel entonces estaba estudiando el Grado Superior de Educación Infantil y, durante un ejercicio grupal en el que teníamos que bailar, la profesora, que era psicóloga, se dio cuenta de las enormes dificultades de coordinación que tenía. Ella fue la primera persona que me dijo que tenía problemas de lateralidad.

 

¿Cómo reaccionaste?

En aquel momento no le di importancia, porque pensaba que no la tenía, y no hice nada para solucionarlo.

 

¿Qué pasó después?

Al terminar los estudios y ponerme a trabajar a jornada completa, me di cuenta de que necesitaba ayuda porque no podía hacer bien mi trabajo. De hecho, antes de esto, ya había tenido varios trabajos como camarero y nunca duré más de dos semanas porque no podía seguir la jornada laboral. No podía rendir como quería y como se esperaba de mí.

 

¿Qué es lo que no podías hacer?

Me costaba mucho aprender, acordarme de las cosas, concentrarme, prestar atención…

 

¿Cómo te sentías?

Tenía la autoestima por los suelos porque me daba cuenta de que no podía valerme por mí mismo. Al haber durado tan poco en los trabajos, me costaba mucho ir a dejar currículos. Me daba miedo que no me cogieran.

 

Cuándo trabajabas como camarero, ¿qué es lo que te costaba?

Me costaba todo: aprender a hacer un café, prestar atención, entender lo que se me decía, acordarme de lo que me habían pedido…Era un cúmulo de cosas que para la mayoría de las personas son muy fáciles de hacer y que para mí eran muy complicadas. Y eso me ponía muy nervioso.

 

¿Nunca notaste estas dificultades cuando eras pequeño?

Bueno, de pequeño siempre tuve problemas en el colegio para seguir las clases y aprender. Sobre todo, tenía problemas de atención y comprensión. Y también giraba los números al escribirlos. Suspendía mucho y repetí curso. Siempre fui diferente al resto de los niños de mi clase y ellos me lo hacían notar. Me sentía excluido. Además, siempre estaba como fatigado, en el colegio pensaban que quizá tenía anemia.

 

Y tú, ¿a qué atribuías tu bajo rendimiento escolar?

Yo lo atribuía a que tenía menos capacidad intelectual que ellos, a que era menos inteligente. Ahora sé que me inteligencia solo estaba bloqueada.

 
«En tres o cuatro meses empecé a notar la diferencia: me sentía mejor, hacía más cosas, aprendía más rápido y tenía más confianza. Estaba como más suelto, me desenvolvía mejor. Me quité muchos miedos y volví a trabajar»
 

¿Tus padres no te llevaron a algún especialista?

Mi madre, que es con la que vivía porque mis padres ya estaban separados, nunca tuvo la información que le pudiera hacer pensar que debía llevarme a un especialista en lateralidad. Sí me llevó a un especialista en dislexia, cuando yo tenía diez años, para solucionar el tema de los números. Estuve yendo unos dos años, aproximadamente, pero claro, aunque tenía un problema de dislexia, ahora sé que este problema se debía a otro más grande: el de lateralidad. Ir allí solo hizo que llegara a escribir bien los números, pero no cambió nada de todo lo demás. 

 

¿Cómo te hacía sentir creer que eras menos inteligente que los otros niños?

Me sentía muy frustrado. No tenía confianza en mí mismo y me costaba mucho socializar porque me costaba hablar.

 

¿Por qué te costaba hablar?

Porque pensaba que diría cosas sin demasiado sentido para los demás. 

 

¿Cuál era tu mayor temor?

No sentirme aceptado.

 

¿Cuándo te diagnostican el trastorno de lateralidad?

Después de las dificultades que te he explicado que tuve en el último trabajo, decidí buscar ayuda. Estuve mirando mucho en Internet y me di cuenta de que en España no hay estudios especializados sobre lateralidad y de que el único centro que estaba especializado en el tema era el de Joëlle Guitart. 

 

¿Cómo viviste el diagnóstico?

Bien, muy bien, porque pensé que se me había solucionado la vida.

 

¿Solo por el hecho de ser diagnosticado?

Sí. En ese momento, por fin sabía lo que me pasaba, por qué me pasaba y que tenía solución. Tuve una gran alegría al saber que lo que me pasaba no duraría toda la vida. Y así ha sido. 

 

¿Cuándo empezaste la terapia?

Hace algo más de dos años y medio. He estado yendo una vez a la semana.

 

Y estás a punto de terminarla porque ya te has recuperado

Sí, solo me quedan unas semanas más.

 

¿Cómo afrontaste el inicio de la terapia?

Con mucha ilusión. Tenía muchas ganas de trabajar duro para recuperarme personalmente, intelectualmente, emocionalmente y como persona. Aunque supuso un gran esfuerzo.

 

¿En qué sentido?

La terapia tenía un coste económico que era elevado para mí porque en aquel momento yo no trabajaba. Pero sabía que necesitaba ayuda muy especializada para curarme; una ayuda que no me podían ofrecer en otros sitios. Además, como vivo a 40 kilómetros de Barcelona, también suponía un coste en transporte. 

 

¿Cómo ha sido tu evolución durante la terapia?

En tres o cuatro meses empecé a notar la diferencia:  me sentía mejor, hacía más cosas, aprendía más rápido y tenía más confianza. Estaba como más suelto, me desenvolvía mejor. Me quité muchos miedos y volví a trabajar. Empecé a sentirme autónomo.

 

¿Hay algún aspecto de la terapia que te haya resultado difícil?

No voy a decir que algunas cosas no me han costado, pero es normal: si no costaran, no habría cambios. Pero yo creo que, si te la tomas sin ser demasiado autocrítico, el esfuerzo que requiere no lo vives como un gran esfuerzo. Lo que es muy importante es asistir a todas las sesiones, ser constante y hacer un seguimiento. Y me han sido de gran ayuda los consejos de los terapeutas.

 

¿En qué sentido?

Ellos saben lo que te pasa y cómo te sientes. Todo lo que me han dicho para ayudarme cuando me ha preocupado algo o me ha pasado cualquier cosa me ha servido mucho.

 

Ahora que vas a terminar la terapia, ¿cómo te sientes?

Siento que voy a dejar atrás el trastorno de lateralidad y que voy a poder mirar hacia el futuro, y con más recursos. Con la terapia, cambia tu vida. Voy a poder tener una vida muy diferente a la que tenía antes. Lo peor ya ha pasado, ahora viene lo mejor.

 

¿Qué les dirías a las personas que tienen el trastorno y que todavía no han iniciado la terapia o la están empezando?

¡Que, si me volviera a pasar lo mismo, volvería a hacer la terapia porque ha valido la pena! Que el sacrificio y el esfuerzo acaban compensando, con creces.

 

Acabas de escribir un libro

Sí, es una novela; no es sobre el trastorno, aunque no descarto hacerlo.

 

 
«Ahora, después del tratamiento, me siento capaz de hacer cualquier cosa porque me veo capacitado»
 

¿Te gustaría compartir tu experiencia?

Sí, porque ha sido un proceso muy importante para mí que ha cambiado mi vida radicalmente. Ha sido como pasar de la noche a la mañana. Soy otra persona.  Noto que mi mente de ahora es muy diferente a la de hace tres años.

 

¿A qué te refieres?

Ahora tengo mucha más agilidad mental. Antes me bloqueaba con todo. Ahora, no. Ahora tengo más facilidad para pensar, para escoger la mejor opción cuando pienso en algo, para tomar decisiones. Es como si hubiera cambiado algo en mí, y lo noto constantemente.

 

Actualmente, ¿estás trabajando?

Sí, desde hace un año, y me va muy bien.

 

¿A qué te dedicas?

Trabajo en un supermercado. Y, a veces, me ponen en la caja porque se me da bien. Puedo devolver el cambio haciendo el cálculo mentalmente, sin mirar la pantalla, y con rapidez. ¡Antes hubiera sido imposible! También noto que ahora puedo buscar soluciones cuando pasa cualquier cosa: no necesito llamar a nadie para que me ayude.

 

¿Ya no quieres ser maestro?

No lo descarto, pero lo que quiero es ser es escritor. Me gustaría seguir escribiendo. Y me estoy sacando el carnet de conducir, ya estoy haciendo las prácticas, y tomando clases de baile.

 

¿Crees que hace unos años te hubieras podido sacar el carnet de conducir?

No, seguro que no. No hubiera podido estudiar los temas y me hubiera sentido incapacitado delante del volante. ¡Ahora voy con el coche por todas partes! Estoy haciendo todo lo que antes no podía hacer.

 

¿Quieres añadir algo más?

Sí, que antes tenía muchos límites que ya no tengo. Y eso hacía que yo también me pusiera más límites. Tenía barreras en casi todo. Ahora, después del tratamiento, me siento capaz de hacer cualquier cosa porque me veo capacitado. Y como ya no me veo inferior a los demás, me relaciono con cualquier persona sin problema. Además, he ganado en inteligencia emocional: soy más empático y tengo más herramientas, y esto también ha contribuido a mejorar mis relaciones interpersonales.

El caso de Pol: un niño ambidiestro mal diagnosticado_Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart
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El caso de Pol: un niño ambidiestro mal diagnosticado

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 9 enero, 2019 Ambidiestro, El trastorno de lateralidad 0

 

Por Joëlle Guitart, directora del Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart.

 

Hace unos días llegó a mi consulta un niño ambidiestro de ocho años al que llamaremos Pol. En la primera visita, los padres me explicaron que yo era la tercera especialista a la que acudían en dos años. Estaban desesperados. Su hijo tiene ocho años y todavía no sabe leer ni escribir. Sus dificultades en mecánica lectora son enormes, lo que provoca que la retención lectora sea prácticamente nula: no recuerda lo que acaba de leer. Y como no lo recuerda, no puede comprender lo que lee. Esto provoca, a su vez, que vaya retrasado en todas las asignaturas. Sin embargo, Pol tiene un cociente intelectual de 110, que es un cociente normal-alto. ¿Cómo se explica?

En esta primera entrevista, los padres también me hicieron saber que, en su día, el anterior especialista, al que Pol empezó a ir hace más de un año, le hizo un test de lateralidad que incluía solamente la lateralidad del ojo, de la mano y del pie. Dado que dicho especialista observó que estos tres grupos neuromusculares estaban ligeramente más lateralizados a la izquierda, decidió que Pol iniciara una terapia de lateralización para lateralizarlo homolateralmente a la izquierda. Con el transcurso de los meses, en vez de ir mejorando, Pol fue yendo cada vez a peor. Este año, el niño ha tenido que repetir curso.

Les expliqué a los padres que debíamos repetir el test porque el test de lateralidad que le habían hecho a su hijo es un test incompleto. Un test de lateralidad completo debe incluir: brazos y mano/ojo, pierna estática/pierna dinámica, oído/motricidad facial y cervicales. De otro modo, se está realizando un test parcial que puede dar un diagnóstico erróneo. Y este fue el caso de Pol. Al realizarle yo la batería completa de pruebas, observé que, en su conjunto, sus grupos neuromusculares están algo más lateralizados a la derecha; lo cual determina que Pol debe ser lateralizado a la derecha.

Pol estuvo 21 meses haciendo una terapia errónea que lo ha estado lateralizando justo hacia el lado contrario al que necesita, y por este motivo fue empeorando: además de los problemas que he comentado, también presenta disgrafía y disortografía (el cálculo mental le va mejor, lo cual es típico en estos casos). Pero el diagnóstico erróneo que recibió Pol (producto de un test incompleto) ha tenido también enormes consecuencias emocionales en él: es un niño que se infravalora a sí mismo y que ha tenido que experimentar, al igual que sus padres, un gran sufrimiento. Esto se hubiera podido evitar.

Ahora hemos empezado la terapia para lateralizarlo homolateralmente a la derecha: hay que reeducar de nuevo todos sus grupos neuromusculares para lograr, al menos, un 80 % de curación que le permita poder desarrollar todo su potencial, el cual, como he mencionado, es alto.  El tratamiento será complejo, y todo por haber sido mal diagnosticado.

Por último, quiero aclarar, porque todavía hay cierta confusión al respecto, que un niño ambidiestro no es un niño que tenga más facilidad en su desarrollo o que muestre habilidades de las que otros niños carecen por ser diestros o zurdos: ser ambidiestro no es, en ningún caso, una cualidad, sino una dificultad, y un signo de que que hay un problema de lateralidad.

Si quieres hacernos una consulta sobre este tema, puedes ponerte en contacto con nuestro centro.

 

 

Los 4 principios a seguir cuando discutimos sobre temas controvertidos (también en Navidad)_centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart
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Los 4 principios a seguir cuando discutimos sobre temas controvertidos (también en Navidad)

Susana Lladó - Lladó Comunicación 17 diciembre, 2018 El trastorno de lateralidad, Emociones 0

A muchas personas las reuniones familiares de Navidad les producen angustia porque temen que en las conversaciones se saque algún tema conflictivo que haga estallar por los aires la armonía en la que deberían transcurrir estas fiestas.

Para evitar los conflictos, lo ideal sería que los adultos hiciéramos prevalecer el objetivo de estos encuentros: disfrutar de un tiempo compartido del que podamos guardar, posteriormente, un buen recuerdo. Deberíamos ser conscientes de que estas fechas son muy emotivas para todos, por lo que conviene ser muy cautos a la hora de expresar opiniones que puedan herir sensibilidades. Además, como adultos, no deberíamos olvidar que la presencia de niños es motivo suficiente para evitar iniciar cualquier discusión que se nos pueda ir de las manos. Pero, ¿y si, pese a todo, surge un tema delicado? ¿Cómo debemos manejar la conversación para que no se convierta en un polvorín?

 

Recomendaciones de una especialista en la materia

 

Julia Dhar es una estratega de negocios que trabaja formando a empresarios y responsables de agencias gubernamentales para que aprendan a discutir temas peliagudos y puedan levantarse de las mesas de negociación con acuerdos productivos. Sus enseñanzas son aplicables a cualquier ámbito de la vida, no solo al laboral, porque, en el fondo, siempre se trata de lo mismo: un tema controvertido pone de manifiesto opiniones encontradas.

Los 4 principios a seguir cuando discutimos sobre temas controvertidos (también en Navidad)_centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart

 

Lo que no debemos hacer y lo que sí:

 

Como ella misma explica en la conferencia del vídeo de abajo, a menudo parece que en lo único en lo que podemos estar de acuerdo es en que no podemos estar de acuerdo en nada. Debatimos para encontrar una conexión, un punto en común, y terminamos sintiéndonos enfadados porque el desprecio se apodera del debate. Esto ocurre porque cometemos un gran error: en lugar de delimitar la discusión al tema del que estamos hablando, empezamos a atacar a la persona que está exponiendo sus argumentos. Es decir, abandonamos el terreno de las ideas en sí mismas y trasladamos la discusión a lo personal. Cuando confundimos el desafío de una idea con desafiar al otro, es cuando abrimos la puerta a las ofensas.

Julia Dhar explica que los mejores negociadores con los que ha trabajado adoptan una actitud muy distinta. Estos son los 4 principios por los que se rigen:

1. Su primer objetivo es encontrar un terreno común, los puntos en los que se puede estar de acuerdo, porque esta es la única manera de poder avanzar después en la conversación. Este terreno común es lo que los psicólogos llamamos «realidad compartida».

2. Una vez se ha establecido esta realidad compartida, la segunda clave es separar completamente las ideas que se discuten (por muy polarizadas que estén) de la identidad del otro: hay que centrar la discusión exclusivamente en las ideas, no en la forma de ser de nuestro interlocutor. Jamás debemos atacar la forma de ser del otro porque esto es irrelevante para lo que se está argumentando. De hecho, esta especialista, cuando trabaja con equipos en la discusión de ideas, hace que los participantes envíen sus propuestas de forma anónima para que los demás no las descarten o admitan en función de los prejuicios que puedan tener sobre los otros.

 

 

3. El tercer punto es que la conversación debe avanzar refutando ideas: el otro expone algo, yo contesto y el otro responde con otro argumento. Sin refutación lo único que hay son dos personas que van pontificando.

4. El cuarto principio es lo que ella denomina «la humildad de la incertidumbre»: consiste en ser capaz de escuchar al otro asumiendo previamente la posibilidad de que nosotros estemos equivocados en nuestro punto de vista; es decir, abrir la mente. Y esta actitud debe permanecer en todo el debate, desde su inicio, ya que la causa que nos impide discrepar productivamente suele ser que estamos demasiado apegados a nuestras ideas.

Si conseguimos hacer el ejercicio de argumentar a favor y en contra de algo, veremos que se producen cambios en nuestro interruptor cognitivo: nuestros prejuicios sobre los que opinan diferente a nosotros pueden empezar a evaporarse y situarnos en una posición que nos permita tomar mejores decisiones. El neurocientífico y psicólogo Marl Leary llevó a cabo un estudio sobre la humildad intelectual y los resultados fueron concluyentes: las personas que aprenden a practicar este ejercicio ―es un habilidad y, como toda habilidad, hay que entrenarla― aumentan su capacidad para evaluar un amplio rango de evidencias, son más objetivos al hacerlo y se vuelven menos defensivos y reactivos al enfrentarse con argumentos contrarios a sus ideas.

Sin duda, esta es la forma de debatir que quisiéramos que adoptaran los políticos, los tertulianos de la radio y la televisión, nuestros jefes y compañeros de trabajo, los usuarios de las redes sociales y nuestros amigos y familiares. ¡Empecemos nosotros!

Estudio: jugar con los hijos también beneficia a los padres
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Estudio: jugar con los hijos también beneficia a los padres

Susana Lladó - Lladó Comunicación 5 diciembre, 2018 Actualidad, Aprendizaje, El trastorno de lateralidad 0

Los adultos pensamos que jugar con los niños es más importante para ellos que para nosotros. Sin embargo, un estudio llevado a cabo por la empresa de juguetes Famosa nos da razones de peso para darnos cuenta de que jugar con los hijos también beneficia a los padres, y mucho.

El estudio forma parte de la campaña de Navidad de Famosa de este año; una campaña dirigida directamente a los niños en la que se les pregunta «Por qué tus papás te necesitan».

 

Anuncio de Famosa para la campaña de Navidad de este año.

 

Datos interesantes del estudio

 

El estudio indica que el 60 % de los padres no juega ni dos horas a la semana con sus hijos (casi la mitad alega como impedimento el trabajo), a pesar de que casi todos son conscientes de lo importante que es hacerlo. De hecho, el 54 % de los 500 padres encuestados asegura que cuando juegan con sus hijos se sienten más comunicativos con ellos, y alrededor de un 40 % reconoce volver a sentirse como un niño, que le afloran sentimientos muy positivos y que les permite conocerse mejor a sí mismos.

Otro dato interesante es que la mitad de los padres encuestados declara que jugando aprenden a encontrar soluciones que después les son útiles en otros ámbitos de su vida. Sin embargo, un 18 % de los padres consultados afirma vivir como una obligación el tener que jugar con sus hijos y un 4 % admite no saber cómo jugar con ellos.

 

Cómo beneficia jugar con los hijos

 
Estudio: jugar con los hijos también beneficia a los padres

 

Para fomentar el juego entre padres e hijos, Famosa ha publicado un decálogo realizado por la psicóloga Alicia Banderas con los beneficios que aporta compartir juegos con los hijos. Hemos hecho un resumen de los principales:

 

Jugar con los hijos nos permite sacar la mejor versión de nosotros mismos

Si desconectamos realmente de todo lo demás y nos entregamos al juego, volvemos a recuperar a nuestro niño. Y al concentrarnos en el momento presente, mantenemos alejado el estrés.

Fomenta el pensamiento disruptivo y creativo

En muchas ocasiones, los padres damos directrices a los hijos sobre cómo se deben desarrollar los juegos: nos cuesta aceptar que puedan mezclar las plastilinas de diferentes colores, que le pinten el pelo a una muñeca, etc. Pero si nos dejáramos llevar por su creatividad, descubriríamos muchas cosas sobre la nuestra.

Permite educar en valores de una forma lúdica

El juego vuelve a los niños más receptivos y les predispone a escuchar y aprender. ¡Es el espacio perfecto para transmitirles los valores que queremos inculcarles! Aprovechémoslo para que aprendan a compartir, a tolerar la frustración que supone perder, a desarrollar la paciencia respetando los turnos de un juego, etc.

Nos ayuda a conocer a los hijos en profundidad

Los niños expresan sus emociones a través del juego, por lo que su comportamiento al jugar se convierte en un reflejo de sus vivencias. Si observamos sus actitudes y reacciones, obtendremos mucha información valiosa: lo que les gusta, lo que les enfada, las herramientas que han desarrollado para solucionar sus propios problemas, e incluso si hay algo que les preocupa y no nos cuentan.

Jugar con los hijos crea lazos que perduran toda la vida

Jugar es una forma de comunicarse. Si jugamos con nuestros hijos desde su primera infancia hasta la adolescencia, construimos lazos sólidos que nos unirán durante toda la vida.

Minimiza la sobreestimulación

Jugar al aire libre y con juguetes tradicionales disminuye el riesgo de sobreestimulación que suponen los dispositivos electrónicos.

Permite enseñarles que la vida no son las redes sociales

Es fundamental que los padres actuemos como modelo para nuestros hijos porque ellos imitan lo que hacemos. El juego compartido permite enseñarles que lo valioso son las experiencias que se viven, no el hecho de subir cualquier cosa a las redes sociales. Cuando jugamos con los hijos debemos establecer comunicación visual con ellos porque esto les hará sentir que son lo más importante para nosotros y les enseñará el valor de las experiencias interpersonales de calidad.

El juego preserva su infancia

Los niños deben ser niños. No permitamos que nuestros hijos quemen etapas antes de tiempo adelantando juegos que no les corresponden por edad, y evitemos que se expongan a contenidos violentos o sexualizados. ¡Protejamos su inocencia!

Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)
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Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)

Susana Lladó - Lladó Comunicación 29 noviembre, 2018 Ansiedad social, El cerebro, El trastorno de lateralidad, Emociones, Estrés crónico 0

Todos sabemos que reír nos sienta bien y que mejora nuestro estado de ánimo. Lo que quizá no sabemos es que reír mejora significativamente nuestra salud porque nos protege de numerosas enfermedades. Cuando nos reímos, no solo aliviamos la carga mental: la risa induce cambios físicos en el cuerpo.

 

Estos son los principales beneficios que nos aporta la risa, según las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años:

 

1. La risa detiene la liberación de las hormonas que produce nuestro organismo cuando estamos bajo los efectos del estrés, como el cortisol (una de las más perjudiciales para nuestra salud).

2. Reír desencadena la producción de neuroquímicos que actúan contra la ansiedad y nos calman, como la dopamina.

3. Reír también aumenta la liberación de endorfinas.

4. Como la risa aumenta la cantidad de aire rico en oxígeno, estimula el corazón, los pulmones y los músculos.

5. Alivia el dolor al provocar que el cuerpo produzca sus propios analgésicos naturales.

6. En el trabajo, la risa aumenta el compromiso, la colaboración, la precisión analítica y la productividad, y reduce el absentismo.

7. La risa estimula la actividad de las células que utiliza el sistema inmunitario para defenderse contra enfermedades. Del mismo modo que los pensamientos negativos se manifiestan en reacciones químicas que pueden afectar al cuerpo al provocar estrés y perjudicar al sistema inmunitario, los pensamientos positivos relacionados con la risa pueden liberar neuropéptidos que ayudan a disminuir el estrés y evitar enfermedades potencialmente graves.

8. Nos protege contra las enfermedades del corazón.

9. Reír reduce los niveles de inflamación.

Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)

10. Se ha demostrado que la risa cambia la forma en la que muchas neuronas del cerebro se comunican entre sí. En concreto, la risa induce las frecuencias gamma, un tipo de ondas cerebrales que mejoran la sincronización de la actividad neuronal, lo que refuerza el recuerdo y la memoria.

11. La risa nos ayuda a construir relaciones sociales porque promueve un sentido de unión y seguridad. Cuando nos reímos, estamos enviando un mensaje a los otros de que “todo está bien”. Asimismo, los estudios aseguran que tenemos 30 veces más probabilidades de reírnos cuando estamos con otras personas que cuando estamos solos.

12. Mejora significativamente la calidad del sueño y la cognición de las personas mayores.

13. Reír mejora el flujo sanguíneo y la circulación, por lo que ayuda a la relajación muscular y a reducir la presión arterial basal.

14. Nos ayuda a enfrentarnos a situaciones difíciles, ya que aumenta nuestra satisfacción personal.

15. La risa tiene un efecto similar a los antidepresivos: activa la liberación del neurotransmisor serotonina, el mismo químico cerebral afectado por los tipos más comunes de antidepresivos, los ISRS.

16. La risa fomenta la conectividad cerebral: debido a que descifrar una risa no es una tarea simple para el cerebro, cada tipo de risa (alegre, burlona, etc.) activa conexiones entre diferentes regiones del cerebro. Esto significa que la risa fomenta la conectividad rigurosa de la región del cerebro que se activa cuando escuchamos una risa, mientras nuestros cerebros trabajan para descifrar qué tipo de comunicación se está produciendo.

17. Y, además, nos ayuda a ser más creativos: cuando estamos relajados, es más probable que se produzca la asociación libre de ideas y, por tanto, la creatividad.

 

Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)

Según un estudio publicado en la revista Cerebral Cortex, en el que se utilizaron imágenes por resonancia magnética, estas son algunas de las regiones que se activan en nuestro cerebro cuando nos reímos:

1.El hipotálamo lateral: región que participa en una serie de procesos, como promover el comportamiento de excitación y alimentación, reducir la percepción del dolor, las funciones digestivas y la presión arterial.

2.La amígdala: participa en el procesamiento de memorias, toma de decisiones y reacciones emocionales.

3.Cerebelo derecho: importante para la atención visual, el lenguaje y para imaginar los estados emocionales de los demás.

4.El opérculo parietal: parcialmente responsable del procesamiento de los sentidos, como el tacto y la temperatura.

5.La materia gris periacueductal, que desempeña un papel en la analgesia.

6.Las regiones de la corteza prefrontal ventromedial: cuando estas se activan, se liberan las endorfinas.

 

Fuentes:

The Benefits of Laughing in the Office

You Asked: Does Laughing Have Real Health Benefits?

Clínica Mayo

Medical News Today

Six Science-Based Reasons Why Laughter Is The Best Medicine

New Study Proves That Laughter Really Is The Best Medicine

Crean una tipografía que ayuda a memorizar lo que se lee. Y es gratis
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Crean una tipografía que ayuda a memorizar lo que se lee. Y es gratis

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 23 noviembre, 2018 El trastorno de lateralidad, Memoria, Sin categorizar 0

Sans Forgetica, una tipografía diseñada científicamente

 

La han llamado Sans Forgetica y es la primera tipografía diseñada científica y específicamente para mejorar la retención lectora; es decir, para ayudarnos a memorizar lo que leemos y, por tanto, facilitar el aprendizaje.

 

Vídeo de presentación de la Sans Forgetica.

 

El diseño de esta nueva tipografía es el resultado de la colaboración entre un equipo multidisciplinar de investigadores y académicos de la Facultad de Diseño del Real Instituto de Tecnología de Melbourne (RMIT) y el Laboratorio de Comportamiento Empresarial.

 

Por qué nos ayuda a retener lo que leemos

 

La Sans Forgetica es algo más difícil de leer que la mayoría de los tipos de letra. Y ahí está la clave. En el diseño han utilizado los principios de la psicología cognitiva para crear un efecto conocido como “dificultad deseada”: cuando se introduce una pequeña obstrucción en el proceso de aprendizaje, el cerebro se involucra más profundamente en el procesamiento cognitivo. El resultado es que mejora la capacidad de retención de la memoria.

 

Vídeo en el que el equipo explica el proceso de creación de la Sans Forgetica.

 

El proceso de diseño ha tenido como reto lograr esta dificultad óptima y deseable para la memoria, objetivo que ha requerido que el profesor del RMIT y renombrado tipógrafo Stephen Banham trabajara con el laboratorio para probar con estudiantes diversos diseños y refinar la tipografía final.

Aunque la Sans Forgetica se ha desarrollado para estudiantes, el equipo de investigadores piensa que puede ser muy útil para cualquier persona que tenga que memorizar textos: “Tiene el potencial para extenderse más allá de las aulas, hasta un amplio rango de personas que quieran recordar aquello que es importante para ellas», ha explicado la doctora Janneke Blijlevens, una de las responsables del proyecto.

 

Te la puedes instalar gratis en tu ordenador

 

El RMIT ha creado una página web específica sobre la Sans Forgetica realmente útil: desde la página puedes ponerte la extensión de la tipografía en Google Chrome para convertir cualquier texto en pantalla a esta fuente, también te la puedes bajar gratis (está diseñada bajo licencia de Creative Commons) e incluso puedes hacer pruebas en tiempo real para visualizar cómo queda un texto. La tipografía es compatible con los sistemas operativos PC y Mac.

 

Fuentes:

Retina

sansforgetica

Por qué los problemas de equilibrio físico afectan al equilibrio emocional
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Por qué los problemas de equilibrio físico afectan al equilibrio emocional

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 13 noviembre, 2018 El trastorno de lateralidad, Equilibrio 0

 

•El equilibrio físico condiciona la manera en la que el niño se ve en el mundo
 

Uno de los síntomas del trastorno de lateralidad son los problemas de equilibrio. No obstante, cuando hablamos de “equilibrio”, es importante comprender que las dificultades físicas que experimentan los pacientes con lateralidad cruzada redundan en su equilibrio emocional; es decir hay que entender esta palabra en un sentido global. Vamos a ver por qué.

El funcionamiento del equilibrio físico está estrechamente relacionado con la manera en la que un niño ve, oye y siente el mundo que le rodea. Hace varias décadas, Ray Barsch ya afirmó que para que un niño pueda desarrollar su estabilidad interna es imprescindible que domine el control del equilibrio. Si el equilibrio está afianzado, los sentidos de la visión, oído y tacto quedan “liberados” para procesar la información del entorno. En cambio, si el equilibrio es inestable, varias áreas del cerebro se verán obligadas a implicarse en exceso para tratar de controlar el equilibrio, con lo que se verá comprometido el desarrollo cognitivo.

Por qué los problemas de equilibrio físico afectan al equilibrio emocional

La atención, el equilibrio y la coordinación son el “ABC” del éxito en el aprendizaje. Y es el equilibrio el que proporciona la base para el desarrollo de la coordinación, la percepción visual y los movimientos estables.

Sally Goddard, experta en neurodesarrollo, afirma que estas habilidades son cruciales para todos los aspectos del aprendizaje: para controlar el cuerpo en los deportes, para poder quedarse quieto, para seguir el movimiento de un objeto, controlar los movimientos oculares necesarios para leer la línea de una frase en un texto, e incluso para pensar con claridad. En una entrevista publicada el año pasado en La Vanguardia, la experta decía que el equilibrio es tan esencial porque nos permite tener el sentimiento de seguridad y estabilidad en el espacio, y porque esta seguridad física se transfiere a la emocional.

Nuestra seguridad física y emocional empiezan a construirse cuando, de niños, vamos adquiriendo conciencia de nuestra posición en el espacio. Y lo hacemos a través del movimiento. Tal como explica Goddard, “El movimiento es el primer idioma del niño. Los niños se expresan a través de una combinación de movimiento y gesto. Y estos movimientos y gestos, con el tiempo, constituyen también la base de la comunicación no verbal, de la cual depende, en gran medida, la eficacia de nuestra comunicación en el futuro”.

Por estas razones, en nuestro centro, incluimos en la terapia de lateralidad el trabajo de equilibrio del cuerpo. Si quieres hacernos alguna consulta sobre este tema, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

Fuentes:

 
Entrevista a Sally Goddard sobre equilibrio y neurodesarrollo.
Entrevista en La Contra de La vanguardia: Movimiento y aprendizaje están relacionados

Un estudio vincula los recuerdos de la infancia a la salud en la edad adulta
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Un estudio vincula los recuerdos de la infancia a la salud en la edad adulta

Susana Lladó - Lladó Comunicación 5 noviembre, 2018 El trastorno de lateralidad, Recuerdos de la infancia 0

  • Según el estudio, los recuerdos que tenemos sobre el afecto que recibimos de nuestros padres constituyen un factor clave en nuestra salud durante la etapa adulta
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    Los recuerdos de la infancia y la salud en la adolescencia y juventud

    Un estudio vincula los recuerdos de la infancia a la salud en la edad adulta

    En los últimos años se han llevado a cabo numerosos estudios en los que se asocia la percepción positiva del cuidado temprano recibido por los padres al buen desarrollo adaptativo durante la adolescencia y la juventud. Estos recuerdos positivos sobre el ambiente en el que uno se crio de niño cumplen muchas funciones: contribuyen a que uno se sienta bien, inculcan un sentimiento de gratitud, otorgan confianza en la relación con los demás, ayudan a regular las emociones y actúan de guía en los futuros comportamientos interpersonales y en nuestra capacidad para regular el estrés, además de vincularse a un menor consumo de drogas. No obstante, hasta ahora, muy pocos estudios han examinado la relación entre estos recuerdos y nuestra salud y bienestar más allá de la adolescencia y primera juventud.

     

    La investigación sobre los recuerdos de la infancia y la salud en adultos

    Un estudio vincula los recuerdos de la infancia a la salud en la edad adulta

    La Universidad Estatal de Michigan acaba de publicar una investigación que se ha centrado en esta franja de edad: los autores han estudiado cómo repercuten los recuerdos sobre el afecto recibido de los padres durante la primera infancia en la salud emocional y física de los adultos de mediana edad y de edad avanzada. Los resultados han proporcionado evidencias de que se da una clara asociación. Es más, esta asociación permanece casi invariable en el tiempo: la percepción que conservamos nos influye a lo largo de toda la vida.

    Las personas con recuerdos retrospectivos positivos presentan una mejor salud física, padecen menos enfermedades crónicas y menos síntomas depresivos durante la etapa adulta. Tal como explica el autor principal del estudio, William J. Chopik, “Sabemos que la memoria juega un papel muy importante en la forma en que entendemos el mundo: cómo organizamos nuestras experiencias pasadas y cómo juzgamos que debemos actuar en el futuro. Como resultado, hay muchas maneras diferentes en que nuestros recuerdos del pasado pueden guiarnos. Los buenos recuerdos parecen tener un efecto positivo en la salud y el bienestar, posiblemente a través de la forma en que reducen el estrés o nos ayudan a mantener opciones saludables en la vida».

    La investigación, si queréis leerla completa, se ha publicado en la revista Health Psychology®.

    Rumiar pensamientos negativos consolida el círculo vicioso de la ansiedad social
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    Rumiar pensamientos negativos consolida el círculo vicioso de la ansiedad social

    Susana Lladó - Lladó Comunicación 29 octubre, 2018 Ansiedad social, El trastorno de lateralidad 0

     

    La rumia negativa es uno de los factores en el círculo vicioso de la ansiedad social

    Casi todas las personas experimentamos cierto nerviosismo ante algunas situaciones sociales: impartir una conferencia, tener que hacer una presentación de trabajo, asistir a una cena con personas que apenas conocemos, etc. Sentirnos algo nerviosos en estas situaciones es normal. Sin embargo, a algunas personas este tipo de acontecimientos les causa una gran ansiedad y temor, de tal forma que a menudo reaccionan con una respuesta de evitación (a las situaciones), lo cual altera significativamente su vida. Son las personas con trastorno de ansiedad social o fobia social.

    Las personas con trastorno de ansiedad social se bombardean continuamente con preguntas a medida que se acerca la fecha que temen, proyectando todos sus miedos: se preguntan si irán vestidos adecuadamente, si serán capaces de no derramar la bebida, cómo les valorará la persona que se siente a su lado, etc. Es decir, la idea de exponerse a situaciones en las que pueden ser juzgados por personas desconocidas hace que su ansiedad aumente.

    Rumiar pensamientos negativos consolida el círculo vicioso de la ansiedad social
     

    Nuevo estudio sobre el tratamiento de la ansiedad social

     

    Dos investigadores de la Universidad de Sidney, Matthew Modini y Maree Abbott, han llevado a cabo un estudio en el que han observado que rumiar estos pensamientos alimenta la ansiedad social. Asimismo, proyectar una y otra vez en la mente todo lo que puede salir mal no solo causa más ansiedad, sino que consigue afectar negativamente al comportamiento que se tendrá en la situación real, lo que aumenta los niveles de temor ante un próximo evento perpetuando el ciclo de preocupación. En palabras de los investigadores, “La rumia negativa es uno de los factores en el círculo vicioso de la ansiedad social y puede definirse como un examen intrusivo y detallado de los resultados negativos anticipados o percibidos en relación con una situación social temida”. Esta rumia, además, suele persistir al terminar la situación: la persona sigue rememorando el evento en su mente una y otra vez.

    Aunque hace dos décadas que se identificaron los efectos negativos de la rumia, hay muy pocas investigaciones sobre cómo ayudar a las personas con ansiedad social a romper el ciclo de preocupación. Modini y Abbott creen que el enfoque de los terapeutas durante el tratamiento debería involucrar la “Atención distante”: no solo centrarse en los pensamientos que tienen estas personas sobre lo que puede salir mal en una situación social, sino centrase también en sus suposiciones erróneas de que la rumia tiene efectos de prevención. En otras palabras, la clave sería cuestionar la legitimidad de la rumia, porque las personas que sufren este trastorno creen que les ayuda ensayar mentalmente todos los peores escenarios posibles que se pueden dar en una situación que para ellos es amenazante. Según Modini y Abbot, sería mejor ayudarles a darse cuenta de que es mucho más beneficioso detener la rumia, que es la que se interpone en su capacidad para vivir estas situaciones sin temor.

     

    Fuentes (en inglés) :

     
    The Latest Way to Conquer Social Anxiety Uses a New Mindset
    Modini, M., & Abbott, M. J. (2018). Banning pre-event rumination in social anxiety: A preliminary randomized trial. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, 61, 72–79. https://doi-org.silk.library.umass.edu/10.1016/j.jbtep.2018.06.009

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