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Las 4 reglas de la empatía que pueden salvarnos de la actual anomia

Susana Lladó - Lladó Comunicación 23 febrero, 2022 Anomia, Ansiedad, Emociones

¿Qué es la anomia?

La anomia es la incapacidad de la estructura social para proveer a los individuos de lo necesario para lograr sus metas en el seno de su comunidad o sociedad. La anomia se caracteriza por un estado/Estado de desorganización social y aislamiento del individuo como consecuencia de la carencia, la incongruencia o la degradación de las normas sociales y las leyes.

El concepto de anomia aplica, por ejemplo, cuando se da una brecha significativa entre los valores que nos transmiten y su práctica en la vida diaria, o cuando hay una disociación entre los objetivos socioculturales y el acceso a los medios necesarios para poder alcanzar esos objetivos. El término lo introdujo por primera vez el sociólogo Émile Durkheim en sus obras La División del Trabajo Social y El suicidio y, desde entonces, se utiliza en sociología y ciencias sociales.

Cómo ‘navegar’ este periodo de incertidumbre

Las 4 reglas de la empatía que pueden salvarnos de la actual anomia

Me ha parecido interesante que una psicóloga y socióloga del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Sherry Turkle, utilice este término para describir la situación actual de desorientación, incoherencia y ansiedad que estamos viviendo con la pandemia en un artículo publicado en Harvard Business Review.

En el artículo, la autora utiliza la siguiente definición de anomia: “Describe un estado desestabilizado y desestabilizador cuando las reglas y quienes las dictan pierden legitimidad”. Esta pérdida de legitimidad que se menciona es importante porque tiene consecuencias que son, asimismo, características de la anomia: la incoherencia de las normas vuelve inestables las relaciones de grupo impidiendo su cordial integración, estas normas incoherentes dejan de ser respetadas por la comunidad y, además, tal como explicó Durkheim en el libro El suicidio,  una situación de anomia promueve las conductas suicidas, ya que la sensación de pérdida de valores y de alienación conduce a las personas a un estado de incertidumbre, inseguridad, insatisfacción, miedo y angustia.

Las 4 reglas de la empatía que pueden salvarnos de la actual anomia

Nos estamos enfrentando a un panorama complejo y desgastante en estado de aislamiento social, cada uno como puede. Sin embargo, esta no es la mejor manera: ni es la más saludable, ni es la más efectiva. Sin duda, hay una posición valiente en describir lo que estamos viviendo mediante el concepto de anomia. No obstante, lo que me ha parecido más relevante del artículo de esta profesora es su propuesta para navegar este periodo con mejor salud emocional y sin hacerla depender de una gestión política e institucional que se muestra, cuando menos, incoherente.

La propuesta de Sherry Turkle es construir un sentido de comunidad que, entre otros beneficios, «nos ayude a superar las divisiones en nuestras vidas y a no sentirnos tan abandonados al aislamiento anómico». ¿Cómo? Entendiendo bien lo que es la empatía y aplicándola en todos los ámbitos de nuestra vida (el de pareja, el familiar, el laboral y el social). La empatía es clave en el bienestar emocional y social.

Las 4 reglas de la empatía de Sherry Turkle

Las 4 reglas de la empatía que pueden salvarnos de la actual anomia

Shery Turkle es autora, entre otros, del libro The Empathy Diaries, en el que trata en profundidad el tema de la empatía, pero en el artículo citado resume las cuatro reglas fundamentales para practicarla.

    1. La verdadera empatía no es acercarse al otro creyendo que le conocemos y que sabemos cómo se siente, aunque hayamos pasado alguna vez por una situación semejante a la suya: todo lo contrario, consiste en dar un paso hacia atrás y acercarse al otro con una humildad radical que nos permita decirle «No sé cómo te sientes, pero estoy aquí para escucharte».

Es imposible ponerse en el lugar del otro si tenemos ideas preconcebidas sobre él/ella. La estrategia del no saber es lo que nos abre la posibilidad de conocer la verdad de las cosas, y estar dispuestos a aprender es lo que deja el espacio que requiere la empatía.

2. Al contrario de lo que se suele pensar, la empatía acepta la fricción, e incluso la diferencia radical. No se trata de pensar igual que el vecino, el compañero de trabajo, nuestra madre o nuestros amigos. Esto no es ser empático, es querer evitar eventuales conflictos. «Para ser empáticos debemos estar dispuestos a adueñarnos del conflicto, participar y luchar de manera justa. La empatía exige un compromiso total, incluso cuando la situación es incómoda», explica Sherry Turkle.

3.Aceptemos el compromiso de ayudar al otro, sin reservas.

4.No nos confundamos cayendo en el buenismo: la empatía no es altruista, engrandece a quien la ofrece.

Estamos viviendo una crisis que no deberíamos atravesar solos. Utilicemos los recursos que dependen de nosotros para disminuir los efectos de la anomia.

Fuentes:

Revista Iberóforum

Harvard Business Review

Wikipedia (ciencias sociales)

«Todas las emociones son necesarias y tienen que ser escuchadas»
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«Todas las emociones son necesarias y tienen que ser escuchadas»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 17 febrero, 2022 Emociones, Empatía, Entrevistas

Por Susana Lladó

La psicóloga de nuestro centro Núria León nos explica en esta entrevista por qué es tan importante para nuestra salud mental y bienestar social aprender a identificar las emociones que sentimos y expresarlas con normalidad; un aprendizaje que debería adquirirse en la infancia y que determina nuestra inteligencia emocional. 

¿Los niños entienden las emociones igual que los adultos?

Los niños, al igual que los adultos, no solo sienten emociones, sino que también pueden experimentar emociones intensas, se pueden sentir abrumados por ellas y les puede costar gestionarlas, como a nosotros. En su caso, no obstante, les es más difícil entender conceptos abstractos, comprender las diferencias y matices entre los diferentes tipos de emociones. Por esto es importante ayudarles a comprender, explicándoselo, el mundo emocional; así como fomentar que expresen lo que sienten.

 

¿Su manera de expresar las emociones es diferente a la de los adultos?

Sí. Los niños más pequeños, sobre todo, no utilizan tanto las palabras: expresan más sus emociones con la conducta, con el lenguaje no verbal, la mirada, la expresión facial, las posturas corporales, los gestos, etc. Por lo tanto, los adultos tenemos que estar atentos a estas manifestaciones e intentar descifrar lo que están expresando con ellas. Posteriormente, a medida que los niños van creciendo, van desarrollando la capacidad de verbalizar mejor lo que sienten utilizando más las palabras. En cualquier caso, es fundamental enseñarles a que esta expresión emocional la hagan de manera saludable y positiva para que se desarrollen con un buen equilibrio mental.

 

¿Qué consecuencias tiene para un niño no aprender a expresar sus emociones?

Actualmente, sabemos que los niños que tienen que reprimir o bloquear lo que sienten por vivir situaciones complejas de abuso, maltrato, etc., en un futuro pueden desarrollar problemas que les afecten el resto de sus vidas. En cambio, cuando un niño es capaz de hablar con sus padres sobre cómo se siente, esto le aporta seguridad porque se siente atendido y escuchado. El niño aprenderá a abrirse y a expresarse emocionalmente de una manera libre y saludable, lo cual contribuirá a la construcción de una buena autoestima, adquirirá habilidades sociales y se sentirá más motivado y capacitado a la hora de integrarse en las diversas situaciones que se le vayan presentando en la vida.

No hay emociones buenas y malas: hay emociones agradables y desagradables. Todas ellas tienen una función adaptativa, guían y organizan la conducta. Por esto es fundamental naturalizarlas.

Sin embargo, nuestra sociedad suele penalizar la expresión de las emociones; sobre todo, de las negativas

Sí, aunque cada vez menos. Pero es cierto que, como sociedad, todavía emitimos mensajes que transmiten la idea de que sentir emociones desagradables está mal. Seguimos diciendo frases como “No llores”, “No te pongas así” o “No te enfades”. Este tipo de mensajes no promueven la salud de las personas ni, por lo tanto, una sociedad saludable. Hay que normalizar las emociones: el hecho de que uno sienta y de que los demás también sientan.

 

¿Cómo se ayuda a un niño a reconocer sus propias emociones?

Como he comentado antes, los niños más pequeños no saben expresarlas bien con palabras, pero lo hacen a través del llanto, los golpes, rabietas, enfados, etc. Y también pueden estar expresándolas con problemas de sueño, haciéndose pipí o con un aumento de sus miedos, por ejemplo. Entonces, lo primero que debemos hacer es ayudarles a que puedan reconocer lo que les pasa y a que vayan poniéndole nombre a esas emociones, que las describan. Después, hay que ayudarles a que las acepten de una manera positiva. Y el entorno más adecuado para hacerlo es el de la familia.

 

¿Qué debería ocurrir en un entorno familiar emocionalmente saludable?

Los padres deberían dar ejemplo hablando con naturalidad de sus emociones con los hijos porque los niños observan a sus padres, son su modelo. Si ven que ellos expresan con calma lo que sienten, este comportamiento será su referente. Cuando un padre o una madre expresa con normalidad que ha tenido un día estupendo o un mal día en el trabajo, el niño aprende que todos las emociones son normales y que se pueden gestionar bien. En cambio, si los padres reprimen lo que sienten, se les sigue quedando dentro de alguna manera, y los niños lo detectan. Los padres, tutores y todos los adultos en general tenemos que ser un referente para que vayan desarrollando su inteligencia emocional, sin practicar juegos de poder, tener conductas manipuladoras o maltratadoras. Esta es la manera de fomentar un entorno sano de comunicación asertiva. Debemos normalizar las emociones porque son humanas y tienen una función.

Cuando un niño aprende que hay grados en las emociones, aprende a diferenciarlas. Esto le permite ser más consciente de sí mismo, expresar mejor lo que siente y aprender también a aceptar las emociones de los demás.

No hay emociones buenas y malas

No hay emociones buenas y malas: hay emociones agradables y desagradables. Todas ellas tienen una función adaptativa, guían y organizan la conducta. Por esto es fundamental naturalizarlas. Todas las emociones   ̶ tanto las que sienten los niños como las que sentimos los adultos ̶   son necesarias y tienen que ser escuchadas. Por otro lado, también es imprescindible enseñarles a los niños que hay grados en las emociones.

 

¿Por qué es tan importante?

Cuando un niño aprende que hay grados en las emociones, aprende a diferenciarlas. Esto le permite ser más consciente de sí mismo, expresar mejor lo que siente y aprender también a aceptar las emociones de los demás. Un niño muy pequeño quizá solo sepa decir “estoy bien” o “estoy mal”, que son categorías muy generales. Pero es bueno que, poco a poco, aprenda a distinguir los matices dentro de las categorías generales, la riqueza de las emociones. No es lo mismo decir que uno está triste que decir que uno siente nostalgia, por ejemplo. Todo este aprendizaje repercute en la inteligencia emocional.

 

Ahondemos un poco más en este punto

Dado que la expresión saludable de las emociones contribuye a organizar nuestra conducta, repercute también en cómo nos comunicamos. Como comentamos en una entrevista anterior sobre la agresividad, durante sus primeros años, los niños pueden expresar la frustración con rabietas o utilizar las pataletas para intentar conseguir lo que quieren. Este comportamiento no es grave, no debe preocupar a los padres porque con el tiempo el niño aprenderá a gestionar su frustración de una manera distinta. Lo importante es que cuando se dan estos episodios, los padres reaccionen con calma a su intensidad y no cedan a sus peticiones. Aunque el niño no entienda que no se le dé lo que quiere, sí percibirá la aceptación del progenitor a través de su calma y la escucha. Percibirá que le está proporcionando un espacio seguro. Esto es lo que le va a ayudar.

La inteligencia emocional incluye la empatía, la autorregulación, la expresión de los sentimientos, el control de nuestro carácter, la capacidad de adaptación, la persistencia, la automotivación, las habilidades sociales, la tolerancia a la frustración, la capacidad de ser flexible, etc. Todas estas habilidades no se miden con un test de CI, es mucho más complejo.

Hablemos de las emociones en las aulas de los colegios

En el aula, los profesores también deberían fomentar ese espacio de expresión de las emociones. Sobre todo, hay que tener en cuenta, por ejemplo, que los niños que tienen dificultades de aprendizaje o de atención, también suelen tener más dificultades de adaptación y para abrirse emocionalmente o desarrollar la inteligencia emocional. Además, suelen compararse mucho con los demás porque notan que no encajan, por lo que, normalmente, su autoestima es baja.

 

Has mencionado la inteligencia emocional en varias ocasiones. ¿Se nos ha olvidado su importancia?

En general, se habla mucho del coeficiente intelectual y poco de la inteligencia emocional, como si el único indicador de la inteligencia fuera el CI o el nivel de conocimientos adquiridos. Sin embargo, la inteligencia emocional es imprescindible para disfrutar de una buena vida y desarrollarnos plenamente como personas.  ¡Necesitamos aprender a ser inteligentes con nuestras emociones! Y esto se aprende en la infancia. La inteligencia emocional nos permite desarrollar las habilidades necesarias para descifrar lo que nos ocurre, lo que sentimos; gestionar en el día a día los obstáculos y superar retos, y vivir de una manera más satisfactoria con nosotros mismos y con los demás estableciendo mejores relaciones.  La inteligencia emocional incluye la empatía, la autorregulación, la expresión de los sentimientos, el control de nuestro carácter, la capacidad de adaptación, la persistencia, la automotivación, las habilidades sociales, la tolerancia a la frustración, la capacidad de ser flexible, etc. Todas estas habilidades no se miden con un test de CI, es mucho más complejo.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

«Muchas personas tienen la sensación de no poder más, de saturación»
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«Muchas personas tienen la sensación de no poder más, de saturación»

Susana Lladó - Lladó Comunicación 1 febrero, 2022 Ansiedad, Emociones, Entrevistas

Saturación es la palabra que define el estado actual de más de la mitad de la población. Según la OMS, la fatiga pandémica afecta a 6 de cada 10 europeos

Sí, hay muchas personas que tienen la sensación de que ya no pueden más.

 

¿Cuándo habláis los psicólogos de saturación?

La saturación incluye el agotamiento mental, la sensación de que no se podrá hacer frente a ningún nuevo elemento cambiante que irrumpa en nuestra vida porque nos derrumbaríamos mentalmente y/o psicológicamente.

 

Cualquier mínimo problema ya desborda a la persona

Sí, y por varios motivos. Uno de ellos es que estamos expuestos continuamente a un caudal desbordante de información, de inputs. Y esta sobreinformación es, desde hace ya casi dos años, información muy negativa.

Las personas debemos buscar la manera de drenar tantas emociones y pensamientos negativos. Es imprescindible.

Nuestra capacidad para procesar información negativa no es infinita

No, no lo es. No estamos preparados para gestionar tal cantidad de inputs negativos. Nuestra capacidad para hacer frente a este tipo de información es inferior a la cantidad que recibimos constantemente. El ser humano no puede vivir en constante estado de alerta, de miedo.

 

Sería otra entrevista, pero esta es la línea de comunicación que han seguido, en general, los políticos y los medios de comunicación desde el inicio de la pandemia

Sí, y estamos viendo los efectos perniciosos para la población. La capacidad de las personas para procesar tanta información negativa emitida, además, de forma continua, puede colapsar. Podemos llegar a sentirnos muy agotados física y mentalmente. Si esta es la situación en una familia, los padres, por ejemplo, no solamente gestionarán peor sus propios problemas, también tendrán menos capacidad para gestionar los problemas cotidianos que se van presentando con los hijos y que afectan a su evolución. Su umbral de paciencia disminuirá mucho y aumentarán otros umbrales, como el de la irritabilidad. Cuando alguien está en esta situación de saturación, cualquier pequeño problema se vuelve insoportable porque le desborda.

 

¿Cómo se puede rebajar este nivel de saturación?

De la misma forma que un contenedor tiene una capacidad limitada y debemos vaciarlo antes de introducirle algo más, las personas debemos buscar la manera de drenar tantas emociones y pensamientos negativos. Es imprescindible.

La anhedonia es la incapacidad para disfrutar de las cosas, de la vida. Ya no se encuentra placer en todo aquello que debería resultarnos agradable.

Si no lo hacemos, alimentamos la espiral

Sí. Debemos tener en cuenta que el agotamiento psicológico no solo nos desgasta mentalmente, también nos debilita físicamente. La saturación afecta al rendimiento laboral, a nuestras relaciones personales porque descargamos la frustración con las personas que más queremos, a la calidad y horas de sueño, nos cuidamos menos y peor, somos más reactivos porque tenemos menos control, nos sentimos abatidos, experimentamos anhedonia, ansiedad, pérdida de energía, hipersensibilidad, etc. Es decir, la saturación afecta a todas las áreas de nuestra vida: la personal, emocional, social y laboral.

 

¿Qué es la anhedonia?

La anhedonia es la incapacidad para disfrutar de las cosas, de la vida. Ya no se encuentra placer en todo aquello que debería resultarnos agradable. Hay una pérdida de interés por lo que antes sí nos lo despertaba, ya sean actividades de ocio o aficiones, como escuchar música. También puede ser que la persona deje de disfrutar de la comida o las relaciones sexuales.

 

¿También tiene efectos cognitivos la saturación?

Sí, hay estudios científicos que muestran que la saturación puede provocar una disminución de la memoria, por ejemplo, además de pérdida de concentración y de una alteración cognitiva denominada efecto de desinformación.

 

¿En qué consiste esta alteración cognitiva?

Básicamente, la persona mezcla informaciones. Puede confundir una información relacionada con el trabajo con otra de un ámbito distinto.

 

¿Puedes dar algunas herramientas para rebajar el nivel de saturación?

Hay diversas maneras de diluir o atenuar la saturación. Una de ellas es buscar espacios personales para aislarse de los estímulos externos.

 

Hay que quedarse a solas con uno mismo

Sí, es fundamental. A cada persona le irá bien algo distinto: un retiro de un fin de semana, practicar yoga, dar paseos por el campo o la montaña, salir a correr, practicar meditación para centrarse únicamente en el ahora y evitar los pensamientos recurrentes relacionados con los aspectos negativos de la situación actual, procurarse un espacio de silencio agradable, etc.

 

Sigamos con más hábitos que puedan ayudarnos

La práctica de ejercicio y deporte nos ayudan a regular el sueño y a proteger la cognición, entre otros beneficios. Lo más aconsejable es, si se puede, realizarlo al aire libre para obtener vitamina D, la cual contribuye a evitar la depresión y también a mejorar la calidad del sueño.

 

¿Qué más podemos hacer?

A algunas personas les puede ayudar disminuir el tiempo que dedican a escuchar o leer noticias con información de carácter negativo. También es importante rebajar nuestro nivel de autoexigencia y aprender a priorizar para evitar el desgaste. Hay que poder distinguir lo que es importante y lo que es urgente, lo que es primordial y lo que es secundario, etc. Además, deberíamos focalizarnos en valorar y agradecer todo aquello que sí está bien en nuestra vida, no perderlo de vista y disfrutarlo. No obstante, si el estrés se vuelve crónico o la angustia y la ansiedad se hacen insoportables, la persona debería buscar la ayuda de un especialista.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Nuestra identidad se refleja en la voz
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Nuestra identidad se refleja en la voz

Susana Lladó - Lladó Comunicación 25 enero, 2022 Autoestima, Emociones, Estrés crónico, La voz

No hay dos voces iguales, cada voz es única

La voz refleja quiénes somos: nuestra alma, personalidad e identidad. Y también cómo nos sentimos física y emocionalmente. Incluso revela nuestra evolución, la historia de nuestra vida. Así lo asegura el otorrinolaringólogo, foniatra y cirujano craneofacial Jean Abitbol, uno de los mejores especialistas del mundo en el aparato fonador.

Además, la voz es un instrumento musical y, de entre todos los instrumentos que existen, es el único que es de cuerda y de viento a la vez, ya que es la respiración la que hace que nuestras cuerdas vocales vibren.

Asimismo, no hay dos voces idénticas. Hay tantas voces distintas como seres humanos, ¡casi 8.000 millones de voces diferentes! ¿Cómo es posible, si todos tenemos los mismos órganos fonadores y respiratorios? La respuesta está en los armónicos. Debido a que la anatomía de cada persona es diferente y a que utilizamos los órganos también de manera diferente, los resonadores que tenemos en el tracto vocal y en la caja torácica hacen que cada persona tenga un grupo de armónicos (llamado formante) distinto que singulariza su voz, que la hace única; de la misma manera que no hay dos huellas dactilares idénticas.

Nuestra identidad se refleja en la voz

¿Cómo afectan las emociones a la voz?

En un artículo publicado en Scientific American, el doctor Abitbol explica la fisiología de la voz y cómo le afectan las emociones: «La voz es el instrumento musical humano. Consiste en un elemento vibratorio, cámaras de resonancia y la energía que produce las vibraciones. Esta energía proviene de la respiración que se origina en los pulmones. Las vibraciones se producen en las dos cuerdas vocales, en la parte inferior de la caja de la voz, o laringe, que están dispuestas en forma de “V”, perpendiculares a la tráquea. Finalmente, las cámaras de resonancia están formadas por múltiples estructuras situadas por encima de las cuerdas vocales: la parte superior de la laringe, la faringe, la cavidad nasal y la boca. La lubricación de las cuerdas vocales es muy buena cuando te sientes bien, pero lo es mucho menos cuando estás ansioso, estresado o tienes miedo escénico. El suministro de sangre también se deteriora en este último caso, en particular debido a una contracción de los vasos sanguíneos. Entonces las cuerdas vocales se blanquean y pierden su flexibilidad, lo que se traduce en una sequedad en la voz. Además, el estrés frecuente e intenso provoca reflujo gástrico en las cuerdas vocales, que se secan por la acidez y se cubren de bultos (queratosis). Como resultado, la voz se quiebra y se vuelve ronca. Las expresiones emocionales también modifican la configuración de las cámaras de resonancia vocal, en particular al movilizar la boca y las mejillas».

Todo lo anterior explica que nuestras emociones se pueden escuchar, que sepamos cuándo un amigo que nos dice por teléfono que está bien, no lo está. Las emociones repercuten de una manera determinada en nuestro aparato vocal. De hecho, no es posible recrear con precisión una voz sintéticamente. Se logra hasta cierto punto, pero falta el componente emocional; precisamente lo que hacía que cantantes de ópera como Pavarotti o María Callas fueran únicos (técnica aparte).

En otros casos, una anomalía en el aparato fonador puede hacer que una voz sea extraordinaria. Louis Armstrong, por ejemplo, tenía dos masas enormes (benignas) en sus cuerdas vocales que le otorgaban esa ronquez inimitable.

Nuestra identidad se refleja en la voz

Si cambia nuestra voz, cambia nuestra identidad

En el artículo, el doctor Abitbol expone también varios casos de pacientes que ejemplifican hasta qué punto la voz es un componente esencial de nuestra identidad. Uno de ellos es el de una abogada que tenía una voz muy profunda y masculina debido a un edema en las cuerdas vocales. A pesar de que esta voz grave actuaba a su favor en el ámbito profesional porque se dedicaba a defender a matones, a ella no le gustaba. En contra de la recomendación del doctor Albiol, se hizo operar (por otro médico). Cuando la volvió a ver, tenía una voz aguda que le impedía reconocerse a sí misma. Había dejado de ser ella, sentía que ya no tenía autoridad, perdía las causas judiciales y su novio la había dejado. Todos estos cambios en su vida no se debieron a que el tono de su voz fuera más alto, sino al conflicto interno que le provocó no reconocerse en su propia voz.

Sin embargo, pocas personas se dirigen a este doctor para que les cambie la voz. Al 95 % de las que lo hacen las deriva a un psicólogo, a un logopeda o a un foniatra porque esta demanda suele revelar un problema psicológico subyacente. Hay personas que nunca consiguen hacerse oír en un reunión, otras que gritan al hablar para demostrarse algo a sí mismas y a los demás, hombres corpulentos ocupando puestos directivos que tienen voces infantiles o, por el contrario, hombres que esconden una fragilidad detrás de voces engoladas que pretenden transmitir poder.

Un último dato que llama la atención en este artículo es la cantidad de personas que quieren aprender a que su voz suene más persuasiva y transmita cierto poder desde que se han multiplicado las reuniones virtuales con el teletrabajo. Pero como dice el especialista, lo que estas personas quieren cambiar no es su voz en sí, sino la forma en que la usan.

Otras fuentes:

Influencia de las hormonas en la voz operística. 40 años de experiencia

«Es fundamental que los padres sepan identificar en qué estilo de crianza están educando a sus hijos»
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«Es fundamental que los padres sepan identificar en qué estilo de crianza están educando a sus hijos»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 28 diciembre, 2021 Aprendizaje, Autoestima, Emociones, Entrevistas, Estilos de crianza, Relación padres-hijos

Por Susana Lladó

El estilo de crianza condiciona la vida de un niño. En esta entrevista, la psicóloga de nuestro centro Núria León nos explica cuáles son los diferentes estilos de crianza para que los padres puedan identificar en cuál de ellos están educando a sus hijos y, si es el caso, adoptar el que contribuya a un desarrollo más saludable del niño.

Empecemos por definir a qué nos referimos cuándo hablamos de estilos de crianza

El estilo de crianza hace referencia a la manera que tienen los padres de responder a las emociones de los hijos, así como al conjunto de actitudes y comportamientos que tienen ante sus respuestas. También incluye el conjunto de normas y valores, y cómo los padres van manejando y resolviendo los diferentes conflictos que se presentan.

 

¿Por qué es importante poder identificar el estilo de crianza?

Los padres tienen mucha influencia en la conducta y en el desarrollo general de los hijos. De hecho, aunque hay varios factores que afectan a la educación de un niño, el estilo de crianza es el pilar más importante en su futura evolución. Las investigaciones actuales también nos dicen que, desde edades muy tempranas, el estilo de crianza puede afectar a su desarrollo socioafectivo, tanto durante su niñez y adolescencia como en la edad adulta; es decir, al desarrollo de sus habilidades para crecer como persona y como ser social.

 

¿Del estilo de crianza depende el aprendizaje de la gestión de nuestras emociones?

Sí, también. El estilo de crianza repercute en cómo aprendemos a gestionar y controlar las emociones. Si es el adecuado, aprenderemos a ser asertivos, a tener en cuenta a los demás, tendremos una buena autoestima, adquiriremos habilidades sociales y aprenderemos a vivir en sociedad de una forma sana y positiva.

 

¿Con qué criterio se categorizan los estilos de crianza?

A la hora de clasificar estilos de crianza, partimos de dos factores: el primero es la sensibilidad o el grado de interés de los padres hacia las emociones del hijo y sus necesidades, si las tienen en cuenta y las atienden, si son cariñosos y se ocupan de su cuidado. El segundo factor es el nivel de exigencia y control. En función de en qué medida se den estos dos factores, tendremos un estilo de crianza u otro.

Los padres que utilizan el estilo de crianza autoritario buscan tener un control sobre el hijo y que este sea el que se adapte siempre a sus estándares. No hay afecto ni comunicación, se concentran en el comportamiento negativo, en el castigo

¿Es una clasificación rígida?

Aunque hay excepciones, lo habitual es que en una familia se puedan dar y mezclar diferentes estilos de crianza dependiendo del momento y las circunstancias. La utilidad de la clasificación reside en que nos permite saber si deberíamos utilizar más una que otra para mejorar así la educación de los hijos.  Además, hay que tener en cuenta que la crianza es bidireccional: los padres afectan a los hijos, y estos a los padres.

 

¿Cuántos estilos de crianza hay?

Fundamentalmente, tres. Aunque, recientemente, se ha añadido uno más.

 

¿Cuál es el primero?

El autoritario. Se caracteriza por un régimen muy estricto, en el que los padres valoran la obediencia y utilizan la disciplina basada en las órdenes y el castigo. Intentan imponer sus normas de manera inflexible sin tener en cuenta las necesidades y emociones del hijo. En estos casos, la firmeza es lo que predomina, y el interés hacia los intereses y emociones del niño es bajo o nulo. Es el caso de los padres que dicen «Esto se hace así porque lo digo yo», sin darle la oportunidad al niño de expresarse y, mucho menos, de negociar.

Los hijos que crecen en un estilo de crianza permisivo suelen ser muy egocéntricos y no saben manejar la frustración. De mayores, debido a esto, pueden tener comportamientos autodestructivos y, sobre todo, de adaptación social

¿Cómo influye en un niño la crianza autoritaria?

Le puede crear muchos problemas. La crianza autoritaria construye un ambiente inseguro y de miedo que hace que el niño viva en estado de alerta. Por otro lado, se crea una gran distancia entre padres e hijos. El niño no tendrá una buena autoestima y esta educación autoritaria repercutirá en su autonomía personal. Estos hijos suelen ser niños descontentos y reservados. Durante la adolescencia, por ejemplo, no les explicarán sus problemas a los progenitores, y se pueden mostrar rebeldes.

Los padres que utilizan el estilo de crianza autoritario buscan tener un control sobre el hijo y que este sea el que se adapte siempre a sus estándares. No hay afecto ni comunicación, se concentran en el comportamiento negativo, en el castigo. En muchos casos también se fomenta la agresividad.

 

¿Cuál es el segundo estilo de crianza?

El permisivo. Es el opuesto al que acabamos de ver. La firmeza y la exigencia son inexistentes, y la sensibilidad y el interés hacia el hijo son excesivamente altos. Son padres que se lo quieren dar todo a sus hijos, su objetivo es contentarles y evitar que estos se decepcionen; por lo que siempre tratan de adaptarse a ellos y nunca ponen normas ni los castigan, sin tener en cuenta que un niño necesita límites y aprender que hay que ponerles límites a los demás. Son familias en las que es el hijo el que tiene el control, pero estos niños tienen muy poco control sobre su propia conducta y no aprenden a respetar las figuras de autoridad.

 

Todo esto no educa

No, porque el niño debe aprender a tolerar las emociones negativas, a que no siempre puede salirse con la suya.  Los hijos que crecen en un estilo de crianza permisivo suelen ser muy egocéntricos y no saben manejar la frustración. De mayores, debido a esto, pueden tener comportamientos autodestructivos y, sobre todo, de adaptación social.

El estilo de crianza democrático no solo fomenta la asertividad, crea el espacio para practicarla, para aprender a negociar en la vida y saber cómo resolver conflictos en la vida adulta; lo cual es absolutamente necesario para poder tener una vida satisfactoria

¿Y el tercer estilo de crianza?

Es el democrático, y es el mejor de los tres. En este estilo de crianza hay un equilibrio entre la sensibilidad hacia las emociones y necesidades del niño, y la exigencia o firmeza que debe estar presente en la educación de los hijos. Son padres amorosos, que escuchan a sus hijos, favorecen el diálogo y validan las emociones del niño, pero se muestran firmes en lo que deben ser firmes. Si le dicen a su hijo que no puede hacer una cosa, le explicarán por qué no es bueno para él hacerla. Si el hijo les hace una demanda, lo escucharán y fomentarán la negociación. En resumen, los padres establecen normas y ponen límites con coherencia y lógica, pero también reconocen las necesidades de los hijos, y se fomenta el apoyo, la calidez y la independencia del hijo. La relación entre padres e hijos es respetuosa. Los padres exigen cosas a sus hijos, pero de manera razonable. Este estilo de crianza propicia una autoestima sana y que el niño desarrolle las habilidades necesarias para afrontar cualquier obstáculo.

 

Esta forma de educarles les enseñará también cómo vivir en sociedad

Claro. Así es cómo aprenderán habilidades sociales, a no ser agresivos, a ser asertivos, a tener autocontrol y a ser cooperativos. Incluso serán más creativos. Todas estas herramientas son imprescindibles para su futuro, para la vida en pareja, las relaciones laborales, etc. El estilo de crianza democrático no solo fomenta la asertividad, crea el espacio para practicarla, para aprender a negociar en la vida y saber cómo resolver conflictos en la vida adulta; lo cual es absolutamente necesario para poder tener una vida satisfactoria. De hecho, es el único estilo de crianza bidireccional: los padres afectan al hijo y el hijo a los padres. Gracias a la comunicación y a la negociación, ganan todos.

 

¿Y el cuarto estilo de crianza?

Es el negligente. Como indica la palabra, en estas familias, los padres no están. Hay una ausencia de disciplina y exigencia, per también hay una gran distancia emocional. La relación padres-hijo es casi inexistente.

 

¿Nos puedes poner un ejemplo de crianza negligente?

Cuando, por ejemplo, los padres trabajan todo el día y el niño siempre está solo. Podríamos decir que es el estilo de crianza más perjudicial para un hijo. El niño no aprende normas, crece sin referentes y sin que se recojan sus emociones. Estos padres se centran, básicamente, en sus propias necesidades, abandonando las de los hijos. No hay ningún tipo de dirección ni de relación.

 

¿Y cuando no hay coherencia en la crianza?

La crianza debería ser consistente y estable en el tiempo. Los niños necesitan que haya una coherencia. No puedes decirles a veces una cosa y otras la contraria, porque vas a dejar de ser su referente si actúas así. Para educar democráticamente, que es la mejor forma de criar a un hijo, se requiere coherencia, consistencia e integridad. Y hay que fomentar lo que más esfuerzo requiere, la comunicación, ya que implica explicarle las cosas al niño con paciencia y escucharle, en lugar de imponerlas por decreto. La inconsistencia en el estilo de crianza de los hijos puede generarles agresividad. Los niños lo observan todo. Lo que los padres les dicen debe quedar refrendado por sus acciones.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Neurociencia: nuestro corazón se comunica con el cerebro
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Neurociencia: nuestro corazón se comunica con el cerebro

Susana Lladó - Lladó Comunicación 10 diciembre, 2021 Corazón y cerebro, El cerebro, Emociones, Neurociencia

Nuestro corazón se comunica con el cerebro. Lo sabían nuestros ancestros, los grandes meditadores y místicos de todas las culturas y, ahora, la neurociencia también. Tras más de tres siglos de dualismo cartesiano en los que la ciencia ha concebido nuestro cuerpo como una máquina, nuestro corazón como una mera bomba hidráulica y el cerebro como la sede de los pensamientos y emociones, investigaciones recientes en el campo de la neurociencia han demostrado la interacción entre el cerebro y el corazón, lo cual supone una verdadera revolución científica.

Es fácil intuir que este hallazgo tiene múltiples implicaciones.  De hecho, las tiene, y son relevantes para nuestro bienestar: para nuestra salud física y mental, y para nuestro rendimiento cognitivo y emocional. Lo explica estupendamente la doctora Nazareth Castellanos    ̶ licenciada en Física Teórica y doctora en Neurociencia ̶ ,  quien se dedica desde hace más de veinte años a investigar cómo el cerebro se comunica con el resto del cuerpo, con el resto de los órganos. Dado que además de ser una gran investigadora que ha trabajado en universidades como el King’s College de Londres o el Instituto Max Planck es una gran comunicadora, te recomiendo escucharla en el vídeo de abajo. Su manera de ir desarrollando la explicación contextualizando el tema y poniendo ejemplos hace que se entienda perfectamente y que uno se quede enganchado y quiera saber más.

‘El espejo del cerebro’, un libro para aprender a vivir mejor

Neurociencia: nuestro corazón se comunica con el cerebro

Si, efectivamente, te has quedado con ganas de tirar del hilo, la doctora Castellanos publicó en abril de este año el libro El espejo del cerebro. En este ensayo, que está deliciosamente escrito, destila todos esos conocimientos complejos con los que trabaja la neurociencia y que nos pueden servir para conocernos mejor y, en consecuencia, vivir mejor.

El espejo del cerebro recoge los resultados de las investigaciones más relevantes que han llevado a cabo en el laboratorio que dirige, Nirakara; un laboratorio dedicado a investigar la neurociencia de la meditación y la relación entre el cerebro y el resto del cuerpo (Nazareth Castellanos también dirige la Cátedra extraordinaria de Mindfulness y Ciencias Cognitivas de la Universidad Complutense de Madrid).

En la obra explica las bases neuronales de la meditación, los mecanismos neuronales de la emoción y la atención, así como los cambios que se producen en el cerebro cuando conseguimos tener una actitud atenta, amable y consciente (no te preocupes, como excelente divulgadora científica que es, lo hace con gran claridad, empezando por la base: en este caso, por las neuronas). Se trata de un trabajo –y de un viaje ̶  fascinante en el que pone en relación el conocimiento de la neurociencia con el conocimiento de las tradiciones contemplativas, (la del budismo es una de ellas, pero no la única), muestra la interconexión entre la medicina, la filosofía y la espiritualidad, y nos recuerda –como dijo Ramón y Cajal, el padre de la neurociencia– que podemos ser los escultores de nuestro propio cerebro.

Podemos transformar nuestro cuerpo

Pero la cosa no termina aquí, porque la neurociencia de la meditación no se limita únicamente a estudiar la respuesta del cerebro ante la práctica de la meditación, evidencia el papel que tiene la mente en la transformación del cuerpo. Y esto, tal como explica ella en el libro, es uno de los aspectos que más le interesa: «Quizás, lo que más me atraía del estudio científico de la meditación era poder ver en el laboratorio de qué modo el ejercicio que consiste en observarse uno mismo hace cambiar aquello que se observa».

Para empezar a abrir boca sobre este último aspecto, puedes escucharla en su participación en Aprendemos juntos, una charla en la que nos ofrece muchas claves para comenzar a hacer un shift a nuestro favor. En estos tiempos que estamos viviendo de incertidumbre, en los que es fácil que el miedo se apodere de nosotros por la apabullante información con la que se nos bombardea a diario, podemos tomar las riendas de nuestro bienestar, aprender a cuidarnos mejor, a fortalecer nuestro sistema inmunitario y nuestra salud en general, a sacarle provecho a la plasticidad cerebral y a gestionar mucho mejor nuestras emociones. ¡La información está ahí, a nuestro alcance!

Así son los abrazos perfectos, según la ciencia
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Así son los abrazos perfectos, según la ciencia

Susana Lladó - Lladó Comunicación 22 noviembre, 2021 Actualidad, El cerebro, Emociones

Damos abrazos para celebrar los momentos más felices de nuestra vida y sobrellevar mejor los peores. Con ellos expresamos y compartimos la alegría, paliamos la tristeza, calmamos, protegemos y mostramos lo orgullosos que nos sentimos de alguien. Abrazamos en las despedidas antes de soltar al otro y en las bienvenidas para acogerlo y hacerle saber lo mucho que lo hemos añorado. Posiblemente, un buen abrazo sea la mejor manera de decirle a alguien que estamos ahí. ¿Hay algo más reconfortante que un abrazo?

Los efectos positivos de los abrazos en nuestra salud

Abrazar tiene efectos positivos en nuestra salud física y mental. Los científicos han comprobado que, cuando nos abrazamos, nuestro cerebro libera una gran cantidad de oxitocina; la hormona que nos vincula a otra persona. Por lo que abrazar a alguien profundiza, literalmente, nuestra relación con esa persona a nivel bioquímico.

Abrazarse también reduce el cortisol, la hormona del estrés. De modo que puede contribuir a reducir la inflamación y la presión arterial asociados a él, así como a mejorar la salud del corazón. Además, los efectos positivos de abrazar se dan tanto en la persona que recibe el abrazo como en la que lo da. Ahora bien, ¿todos los abrazos son igual de efectivos?

Así son los abrazos perfectos

Así son los abrazos perfectos, según la ciencia

¿La colocación de los brazos es importante? ¿Cuánto tiempo debería durar un abrazo? ¿Hay abrazos mejores que otros? Para responder a estas preguntas, un grupo de científicos ha llevado a cabo una investigación cuyos resultados se publicaron la semana pasada en la revista Science.

Si atendemos a la colocación de los brazos, hay dos tipos de abrazos: los entrecruzados (ambas personas ponen un brazo sobre el hombro de la otra y pasan el otro brazo por debajo del brazo de su pareja) y los de cuello-cintura (las dos personas pasan sus brazos por detrás del cuello o de la cintura de su pareja). Pues bien, los resultados mostraron que las personas percibimos como más seguros y agradables los abrazos entrecruzados y que hay una preferencia clara por este tipo de abrazos, incluso entre los hombres. De hecho, estudios anteriores ya habían indicado que las personas percibimos este tipo de abrazos como más igualitarios. «El entrecruzamiento transmite cercanía sin agregar un subcontexto romántico. El cuello y la cintura se asocian con algo más íntimo», explica la psicóloga de la Universidad de Londres Anna Düren, autora principal del estudio.

En cuanto a su duración, todo indica que preferimos los que se prolongan entre cinco y diez segundos. ¿Te parecen mucho 10 segundos? A los investigadores también (quizá es que necesitamos abrazos más que nunca).

La preferencia lateral al abrazar no depende exclusivamente de la lateralidad

Los abrazos son un comportamiento en la intersección de las redes motoras y las redes emocionales del cerebro. Esto implica que pueden verse influenciados por ambas redes neuronales. Cuando nos abrazamos, suele haber un brazo guía que inicia el abrazo. Alrededor del 90 % de los humanos son diestros, lo que significa que prefieren usar la mano derecha para actividades como escribir o dibujar, y también para abrazar. Así lo demostró un estudio sobre abrazos realizado en la sala de llegadas de un aeropuerto internacional: el 59 % de los viajeros observados abrazaron con el brazo derecho y el 41 % con el izquierdo. Estos resultados se validaron en estudios posteriores con otros grupos y en otras circunstancias. Pero en ninguno de estos estudios se evaluaron las emociones, algo que sí hizo el neurocientífico alemán Julian Packheiser en un estudio de 2018.

Al estudiar los abrazos en situaciones emocionalmente positivas, en situaciones emocionalmente negativas y en situaciones neutras, los resultados cambiaron. Si bien la mayoría de la gente mostró preferencia por los abrazos del lado derecho en las tres situaciones, se dieron con más frecuencia los abrazos del lado izquierdo en situaciones cargadas de mucha emoción, sin importar si estas emociones eran negativas o positivas. «El lado izquierdo del cuerpo está controlado por el lado derecho del cerebro, que está muy involucrado en el procesamiento de las emociones tanto positivas como negativas. Por tanto, esta deriva hacia la izquierda puede mostrar una interacción entre las redes emocionales y las preferencias motoras», explica el neurocientífico.

Cambiar nuestro lenguaje corporal moldea nuestra identidad
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Cambiar nuestro lenguaje corporal moldea nuestra identidad

Susana Lladó - Lladó Comunicación 25 octubre, 2021 Autoestima, El cerebro, Emociones

Nuestro lenguaje corporal habla de nosotros

Todos hemos oído que el lenguaje corporal nos da mucha información sobre una persona: sobre cómo es y sobre qué está pensando y sintiendo. Es un tema interesante porque vivimos interaccionando con los otros, comunicándonos, y el lenguaje corporal es comunicación.

Hacemos juicios e inferencias a partir del lenguaje corporal de alguien; el cual incluye la postura, los movimientos corporales, las expresiones faciales, el tono de voz y el volumen. Hay estudios que revelan que el lenguaje corporal es decisivo a la hora de contratar a alguien, promocionarlo, invitarlo a salir o votar a un candidato político (Alex Todorov, de la Universidad de Princeton demostró que el juicio que hacemos en un solo segundo de los rostros de los candidatos políticos predice el 70 % de los resultados). Incluso registramos, aunque no seamos conscientes, las microexpresiones en la cara de alguien: los leves movimientos faciales involuntarios y no controlados que hacemos según las emociones que sentimos. Estos movimientos casi imperceptibles duran apenas unos microsegundos y no se pueden esconder. Los  estudió por primera vez el doctor en Psicología Paul Ekman de la Universidad de California (la serie Miénteme está inspirada en su trabajo y en los casos policiales que ayudó a resolver aplicando sus conocimientos).

Expresamos corporalmente lo que sentimos, y el cuerpo no miente. Hay muy pocos especialistas que puedan hacerlo. Algunos ejemplos: si tras decir algo, cruzamos los brazos, nos estamos protegiendo. Si nos tocamos el cuello, nos sentimos en peligro; si nos encorvamos con los hombros hacia delante, queremos pasar desapercibidos porque nos sentimos poca cosa, y si unimos las yemas de los dedos de las dos manos al hablar, estamos mostrando una alta confianza en lo que decimos.

Cómo se modifica nuestro cerebro cuando cambia el lenguaje corporal

Ahora bien, el lenguaje corporal no solo es la expresión de cómo nos sentimos y de lo que somos. Es mucho más poderoso: si lo modificamos, podemos cambiar lo que pensamos y sentimos acerca de nosotros mismos. Es decir, actúa en ambos sentidos. Lo explica la psicóloga social y profesora de Harvard Amy Cuddy en su libro El poder de la presencia, en el que aborda la relación entre la postura del cuerpo y el poder personal de nuestra presencia, entendida como la capacidad de expresar los propios pensamientos, sentimientos, valor y potencial de manera que resuenen y conecten con los demás (no como dominio sobre los otros o intimidación).

Como profesora de una escuela de negocios muy competitiva, Amy Cuddy está especialmente interesada en las dinámicas de poder y, concretamente, en las expresiones no verbales de poder y dominio. Cuando alguien se siente empoderado, se expande. Ocurre en todo el reino animal. Se hace grande, se abre, se estira, ocupa espacio. Cuando uno se siente impotente, hace lo contrario: se cierra y se hace pequeño porque no quiere toparse con el que tiene al lado. Y si alguien se muestra poderoso con nosotros, tendemos a hacernos más pequeños.

En sus clases, la especialista había observado dos cuestiones que no la sorprendieron: las mujeres suelen hacerse más diminutas que los chicos. Se sienten “crónicamente menos poderosas que los hombres” y, además, participan mucho menos en el aula. Entonces se preguntó si falsificar la postura corporal podría llevar a cambios de conducta. Y la respuesta es que sí. Lo corroboró haciendo una serie de estudios con una especialista de la Universidad de Berkeley, Dana Carney. Tan cierto es que nuestras mentes cambian nuestros cuerpos como que nuestros cuerpos cambian nuestras mentes. Si uno adopta una postura de seguridad es más probable que se sienta más seguro. La cuestión es fingirlo (en el sentido de adoptarla, aunque no salga de manera natural) hasta que se logra el cambio.

El papel de las hormonas en todo esto

Las personas poderosas tienden a ser más asertivas, optimistas y seguras. Además, piensan de manera más abstracta y toman más riesgos. Fisiológicamente, también presentan diferencias importantes respecto a las que se sienten impotentes: aunque solemos asociar el poder únicamente a la testosterona (dominio) los auténticos líderes tienen la testosterona alta y el cortisol bajo (la hormona del estrés) porque el poder está muy vinculado a la forma no reactiva y calmada de responder al estrés. En las jerarquías de primates ocurre lo mismo: si un macho alfa necesita asumir el control, no solo aumentará significativamente su testosterona en unos días, sus niveles de cortisol también irán disminuyendo.

En su investigación, las especialistas hicieron una prueba en laboratorio con un grupo de personas: les hicieron adoptar durante dos minutos posturas de alto y bajo poder, y tomaron muestras de su saliva en ambos casos. Al adoptar las de alto poder, sus niveles de testosterona aumentaron un 20 %, aproximadamente; al adoptar las de bajo poder, los niveles disminuyeron un 10 %. Respecto al cortisol, este disminuyó un 25 % tras las posturas de alto poder y aumentó un 15 % con las de bajo poder.

Conclusiones

En resumen, con solo dos minutos de práctica se producen cambios hormonales que configuran nuestro cerebro para que sea más asertivo, se sienta más seguro y sea menos reactivo al estrés. No se trata de fingir lo que no somos, si no de entrenar nuestros cuerpos hasta que nuestras mentes consoliden la percepción que tenemos de nosotros mismos y se produzca el cambio. En el primer vídeo de arriba, podéis ver las posturas y escuchar el testimonio de Amy Cuddy sobre su propio caso. La especialista tuvo un grave accidente de coche cuando era joven que disminuyó su cociente intelectual. Le dijeron que no podría terminar sus estudios universitarios, pero no se rindió. Fingió su seguridad en cada charla que tuvo que dar en Princeton como parte de su formación. Hoy enseña en Harvard.

Además de los recursos incluidos en el libro y en el vídeo de la charla de Amy Cuddy en TEDTalks, hay muchas otras fuentes para aprender a expandir el cuerpo: técnicas de respiración y posturas de yoga para la apertura de pecho, como las que incluye la clase que imparte Xuan Lan en el vídeo de arriba.

El estrés de la vuelta a la oficina es contagioso. Cómo evitarlo
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El estrés de la vuelta a la oficina es contagioso. Cómo evitarlo

Susana Lladó - Lladó Comunicación 18 octubre, 2021 Actualidad, Ansiedad, Emociones, Empatía, Gestión de emociones

La vuelta a la oficina tras año y medio de trabajo en remoto es una situación complicada a la que se están enfrentando muchas personas, incluso aquellas cuyas empresas están optando por un modelo híbrido. Las patologías psicológicas están aumentando a causa de la covid y se hacen más visibles en el mundo laboral. Después de adaptarse a trabajar desde casa, ahora hay que afrontar una nueva adaptación que incluye la preocupación por la salud y la seguridad, la conciliación, volver a tener contacto directo con compañeros y jefes con los que no hay una buena relación, etc.

Qué es el contagio emocional

En un artículo publicado recientemente en El País, Jordi Badal  – profesor de Finanzas de la Business School y responsable de Recursos Humanos de la Agència Catalana de Notícies– decía que los cambios que tendrán que hacer las empresas necesitarán líderes diferentes que se comporten más como un coach emocional que como un capataz. Y es que el estrés es contagioso. Se sabe que los sistemas nerviosos humanos se sincronizan y que se da un efecto psicológico llamado contagio emocional: captamos las emociones de los demás e imitamos de forma natural e inconsciente los comportamientos y expresiones de las personas con las que pasamos mucho tiempo.

Cómo gestionar mejor el estrés de la vuelta a la oficina

Absorber las emociones y preocupaciones de los demás solo aumenta la angustia general y afecta al propio bienestar. ¿Cómo protegerse en estas circunstancias? La autora del libro Confíe en usted mismo: deje de pensar demasiado y canalice sus emociones para el éxito en el trabajo, Melody Wilding, ofrece 6 claves en un artículo publicado en Harvard Business Review. Aunque las claves van dirigidas a los gerentes de empresa, son aplicables a cualquier persona de una organización. Las hemos resumido en cinco puntos.

Monitorea tu estado emocional a lo largo de la jornada

A lo largo de la jornada, revisemos periódica y conscientemente nuestras emociones: ¿cuáles son? ¿cómo las estamos manifestando en las interacciones con los otros? ¿las trasladamos al tono en el que nos dirigimos a los demás? ¿qué sentimientos expresan? Recordemos que las emociones se contagian, por lo que cada trabajador de una empresa es un inductor de estado de ánimo. Podemos contribuir con el nuestro de manera positiva o negativa a la atmósfera general.

Si en una conversación o reunión estamos demasiado nerviosos o ansiosos, podemos utilizar la técnica de la corregulación. Esta técnica consiste, básicamente, en calmarse conscientemente. Si nosotros nos tranquilizamos, probablemente, nuestro estado calmado tendrá un efecto beneficioso en los demás. La corregulación se puede utilizar también cuando es el otro el que está alterado: hay que respirar profundamente, ralentizar la respiración, hablar más lentamente, adoptar una postura corporal más relajada, etc.

Empatizar, sí; internalizar, no

¿Cuál es la diferencia? Tal como se explica en la revista de psicología Iztacala: «La empatía es fundamental tanto para el desarrollo moral como para la supervivencia del individuo en el contexto social. Empatizar implica ponerse en el lugar de los demás, reconocer e interpretar sus sentimientos y pensamientos, pero sin llegar a sentir lo mismo. Así, cuando el estado emocional del otro induce en nosotros la misma emoción se produce el contagio emocional». Hay que evitar adentrarse en los pensamientos negativos de los demás. En cambio, sí debemos utilizar la empatía para atender las inquietudes de los otros sin que nos pasen su ansiedad, fomentar la resolución de problemas mediante la formulación de preguntas abiertas y validar todo lo positivo de nuestros compañeros o subordinados.

Visualiza un límite entre los otros y tú

A muchas personas les afectan durante horas o días los sentimientos residuales que dejan las interacciones con los otros. La autora del artículo recomienda el método de la visualización para crear una separación y protegerse de sus emociones: por ejemplo, imaginar que hay un vidrio que nos separa del compañero, jefe o subordinado. Este vidrio impide que sus reacciones lleguen hasta nosotros y puedan afectarnos.

Aprovecha la parte positiva del contagio emocional

Según las investigaciones en psicología, se necesitan cinco interacciones positivas para superar una negativa. A lo largo de una jornada laboral tenemos decenas de oportunidades para construirlas: en nuestra manera de redactar los correos electrónicos (deseándole a la otra persona que tenga un buen día, por ejemplo), elogiando el trabajo de otro, reconociendo sus contribuciones, empezando las reuniones valorando lo que se ha hecho bien, dirigiéndonos a los demás con una sonrisa, etc. ¡Aprovechemos la vuelta a la oficina para modificar hábitos y beneficiarnos de la parte positiva del contagio emocional!

Pon en práctica un ritual de transición para desconectar del trabajo

Es inevitable que en el trabajo ocurran cosas que, a veces, alteren nuestro estado de ánimo, pero esto no significa que debamos permitir que nos acompañen a casa. Una manera de no arrastrarlas con nosotros es crear un ritual de limpieza del día que simbolice la transición del trabajo al tiempo personal. A cada persona le funcionará uno en particular: cambiarse de ropa, ir a clases de baile, escuchar un programa de radio determinado mientras se vuelve a casa en coche, etc. Lo importante es hacer la transición para cuidarse, protegerse uno mismo y estar en las mejores condiciones para volver a la oficina al día siguiente. Recordemos que no siempre depende de nosotros lo que ocurre en nuestro entorno, pero sí está en nuestras manos decidir cómo reaccionamos a lo que ocurre. Si nuestra reacción es positiva,  contribuiremos a que se produzcan cambios de mejora en toda la organización.

Qué es el gaslighting y cómo reconocerlo
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Qué es el ‘gaslighting’ y cómo reconocerlo

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 20 septiembre, 2021 Actualidad, Autoestima, Emociones, Estrés crónico, Gaslighting

El gaslighting puede darse en cualquier tipo de relación, pero, fundamentalmente, se da en las relaciones íntimas y en las laborales. Puede ser ejercido por la pareja, un jefe o un compañero de trabajo. Se trata de una forma de maltrato psicológico o control coercitivo en la que el agresor lleva a cabo una estrategia previamente planificada para hacerle creer a su víctima que está perdiendo el juicio. Así es como lo define Stephanie Sarkis, la doctora, psicoterapeuta y autora del libro Gaslighting: Recognise Manipulative and Emotionally Abusive People – And Break Free.

El nombre de este tipo de abuso está tomado de todo un clásico del thriller psicológico: una antigua película (1944) del gran director George Cukor que en España se tradujo como Luz que agoniza (lo que vendría a ser luz de gas). En el film, el marido (Charles Boyer) de la protagonista (Ingrid Bergman, a quien el papel le valió el Oscar a la mejor Actriz) la va aislando de su entorno y lleva a cabo premeditadamente una serie de acciones para que ella piense que pierde y olvida constantemente cosas. El propósito de él es que empiece a dudar de sus sentidos, de su percepción de la realidad, de su capacidad de razonamiento, de su propia identidad y, en consecuencia, que llegue a creer que ha perdido la cordura.

El fin último de quien ejerce el gaslighting es ganar poder sobre la víctima. Y tal como explica Stephanie Sarkis, la estrategia de estos manipuladores funciona mucho mejor de lo que a priori uno pudiera pensar. «Cualquiera es susceptible a la manipulación psicológica y es una técnica común de abusadores, dictadores, narcisistas y líderes de culto. Se lleva a cabo lentamente, para que la víctima no se dé cuenta de cuánto le han lavado el cerebro», explica en un artículo de Psychology Today.

El ‘gaslighting’ en el ámbito laboral

En el ámbito laboral, el gaslighting también se lleva a cabo de manera muy sutil, por lo que suele ser difícil de probar. Los gaslighters minan la autoestima de la víctima para ejercer poder sobre ella y dominarla a su voluntad, y mezclan críticas con alabanzas porque saben que la confusión debilita a las personas, como señala el profesor de management Eugenio Machiori. Suelen actuar de tal manera que sus acciones quedan ligeramente por debajo del umbral del acoso o la intimidación denunciable. En consecuencia, lo más habitual es que la persona que lo sufre opte finalmente por abandonar el puesto de trabajo, ya que, además, el coste emocional y físico es alto: estrés crónico, ansiedad, depresión, etc.

Un jefe o un compañero puede poner a la víctima en contra de sus compañeros, asignarle tareas que posteriormente se apropia negando habérselas encomendado, asegurar que le ha entregado un informe sin haberlo hecho para poder tacharla de despistada, etc. Y la víctima puede llegar a justificar durante mucho tiempo estos comportamientos con todo tipo de razonamientos que no hacen más que menoscabar su propia autoestima y seguridad.

La única manera de no caer en la dinámica abusiva es ser consciente de lo que está pasando, dejar de dudar de uno mismo, poder analizar lo que sucede, evitar las reuniones a solas, buscar apoyo en personas de confianza del entorno y, si es necesario, de un profesional.

Qué es el gaslighting y cómo reconocerlo

Cuál es el mecanismo de actuación

  • Se da en situaciones de desigualdad en las que el maltratador, que es un ser parasitario y con un gran ego, quiere algo que la víctima puede ofrecerle.
  • El gaslighter inicia la relación con la víctima seduciéndola: la hace sentir en un pedestal para pasar a devaluarla cuando ya está convencido/a de que la víctima ha pasado a ser dependiente.
  • Se aísla paulatinamente a la víctima de su entorno social.
  • Se va minando la autoestima de la víctima mediante el ninguneo y el desprecio de sus virtudes hasta que esta cree que no es merecedora de nada bueno.
  • La víctima entra en un círculo vicioso en el que queda atrapada y su percepción de la realidad se va viendo afectada.
  • El manipulador se las ingenia para poner en evidencia a la víctima en público y que su entorno crea que se ha perdido el juicio o que no es una persona válida, consolidando así su aislamiento social.
  • La víctima se convence de que ha hecho algo mal y que este mal comportamiento es el que provoca las acciones del gaslighter (culpa).
  • El gaslighter miente constantemente, pero es a la víctima a quien acusa de hace trampa (proyección). Si la víctima intenta confrontar al gaslighter con los hechos, este la castigará ignorándola.

Cómo salir de una situación de gaslighting

La mayoría de los gaslighters son narcisistas y mitómanos, por lo que es muy difícil que admitan que deberían buscar ayuda psicológica. Además, necesitan a la víctima para alimentar su narcisismo. De modo que si el gaslighting se produce en una relación de pareja, hay que poner distancia y cortar todo contacto. De lo contrario, la relación puede devenir en una relación violenta. Es importante comprender que estas personas son arrogantes, no sienten empatía y consideran al otro como un objeto cuyo único papel es servir a sus propósitos. Por lo tanto, no pueden establecer vínculos emocionales profundos, ni sentir culpa ni remordimiento, aunque expresen lo contrario y se muestren encantadores para intentar volver a seducir a la víctima.

Otras fuentes:

https://www.vogue.mx/estilo-de-vida/articulo/gaslighting-que-es-y-como-saber-si-pasa-en-la-oficina

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