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Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)
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Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)

Susana Lladó - Lladó Comunicación 29 noviembre, 2018 Ansiedad social, El cerebro, El trastorno de lateralidad, Emociones, Estrés crónico 0

Todos sabemos que reír nos sienta bien y que mejora nuestro estado de ánimo. Lo que quizá no sabemos es que reír mejora significativamente nuestra salud porque nos protege de numerosas enfermedades. Cuando nos reímos, no solo aliviamos la carga mental: la risa induce cambios físicos en el cuerpo.

 

Estos son los principales beneficios que nos aporta la risa, según las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años:

 

1. La risa detiene la liberación de las hormonas que produce nuestro organismo cuando estamos bajo los efectos del estrés, como el cortisol (una de las más perjudiciales para nuestra salud).

2. Reír desencadena la producción de neuroquímicos que actúan contra la ansiedad y nos calman, como la dopamina.

3. Reír también aumenta la liberación de endorfinas.

4. Como la risa aumenta la cantidad de aire rico en oxígeno, estimula el corazón, los pulmones y los músculos.

5. Alivia el dolor al provocar que el cuerpo produzca sus propios analgésicos naturales.

6. En el trabajo, la risa aumenta el compromiso, la colaboración, la precisión analítica y la productividad, y reduce el absentismo.

7. La risa estimula la actividad de las células que utiliza el sistema inmunitario para defenderse contra enfermedades. Del mismo modo que los pensamientos negativos se manifiestan en reacciones químicas que pueden afectar al cuerpo al provocar estrés y perjudicar al sistema inmunitario, los pensamientos positivos relacionados con la risa pueden liberar neuropéptidos que ayudan a disminuir el estrés y evitar enfermedades potencialmente graves.

8. Nos protege contra las enfermedades del corazón.

9. Reír reduce los niveles de inflamación.

Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)

10. Se ha demostrado que la risa cambia la forma en la que muchas neuronas del cerebro se comunican entre sí. En concreto, la risa induce las frecuencias gamma, un tipo de ondas cerebrales que mejoran la sincronización de la actividad neuronal, lo que refuerza el recuerdo y la memoria.

11. La risa nos ayuda a construir relaciones sociales porque promueve un sentido de unión y seguridad. Cuando nos reímos, estamos enviando un mensaje a los otros de que “todo está bien”. Asimismo, los estudios aseguran que tenemos 30 veces más probabilidades de reírnos cuando estamos con otras personas que cuando estamos solos.

12. Mejora significativamente la calidad del sueño y la cognición de las personas mayores.

13. Reír mejora el flujo sanguíneo y la circulación, por lo que ayuda a la relajación muscular y a reducir la presión arterial basal.

14. Nos ayuda a enfrentarnos a situaciones difíciles, ya que aumenta nuestra satisfacción personal.

15. La risa tiene un efecto similar a los antidepresivos: activa la liberación del neurotransmisor serotonina, el mismo químico cerebral afectado por los tipos más comunes de antidepresivos, los ISRS.

16. La risa fomenta la conectividad cerebral: debido a que descifrar una risa no es una tarea simple para el cerebro, cada tipo de risa (alegre, burlona, etc.) activa conexiones entre diferentes regiones del cerebro. Esto significa que la risa fomenta la conectividad rigurosa de la región del cerebro que se activa cuando escuchamos una risa, mientras nuestros cerebros trabajan para descifrar qué tipo de comunicación se está produciendo.

17. Y, además, nos ayuda a ser más creativos: cuando estamos relajados, es más probable que se produzca la asociación libre de ideas y, por tanto, la creatividad.

 

Reír mejora significativamente nuestra salud (y va muy en serio)

Según un estudio publicado en la revista Cerebral Cortex, en el que se utilizaron imágenes por resonancia magnética, estas son algunas de las regiones que se activan en nuestro cerebro cuando nos reímos:

1.El hipotálamo lateral: región que participa en una serie de procesos, como promover el comportamiento de excitación y alimentación, reducir la percepción del dolor, las funciones digestivas y la presión arterial.

2.La amígdala: participa en el procesamiento de memorias, toma de decisiones y reacciones emocionales.

3.Cerebelo derecho: importante para la atención visual, el lenguaje y para imaginar los estados emocionales de los demás.

4.El opérculo parietal: parcialmente responsable del procesamiento de los sentidos, como el tacto y la temperatura.

5.La materia gris periacueductal, que desempeña un papel en la analgesia.

6.Las regiones de la corteza prefrontal ventromedial: cuando estas se activan, se liberan las endorfinas.

 

Fuentes:

The Benefits of Laughing in the Office

You Asked: Does Laughing Have Real Health Benefits?

Clínica Mayo

Medical News Today

Six Science-Based Reasons Why Laughter Is The Best Medicine

New Study Proves That Laughter Really Is The Best Medicine

Resiliencia: por qué es tan importante para nuestra salud y cómo desarrollarla
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Resiliencia: por qué es tan importante para nuestra salud y cómo desarrollarla

Susana Lladó - Lladó Comunicación 8 junio, 2018 El trastorno de lateralidad, Emociones, Estrés crónico 0

La resiliencia es la capacidad para adaptarse a las adversidades y a las fuentes de tensión que nos producen estrés: problemas personales, familiares, laborales, económicos, traumas, etc. Es un hecho que, en nuestra sociedad, el estrés va en aumento. Cada vez nos enfrentamos a más estresores: escenarios políticos convulsos, horarios laborales que fagocitan la vida personal, aumento de presión en el trabajo, etc. Para intentar minimizar el estrés que estas situaciones nos provocan, solemos reaccionar con 2 tipos de respuestas; ambas equivocadas, según los expertos, ya que son parches temporales e ineficaces:

1). Nos proponemos ser más resistentes ante el estrés. Es decir, confundimos la resiliencia con la resistencia: nos enfocamos en ser capaces de soportar la situación.

2). Buscamos soluciones de tipo externo: cambiar de trabajo, contratar a una persona que nos ayude en las tareas domésticas y a un nuevo empleado que nos alivie la carga de trabajo en la oficina, etc.

Muchas personas no solo tienen horarios que dificultan o imposibilitan la conciliación de la vida laboral, personal y familiar: la presión a la que se ven sometidas provoca que el trabajo también invada las conversaciones durante la cena, su mente durante el poco tiempo de ocio que puedan tener y la calidad de sus horas de sueño. Además, el hecho de vivir hiperconectados (dispositivos electrónicos) tampoco favorece la desconexión de la continua actividad cognitiva. La adicción al trabajo no viene determinada exclusivamente por el horario laboral, también se produce cuando el trabajo invade de tal forma nuestra vida que termina afectando a las otras parcelas importantes de esta.

Según un artículo publicado en Harvard Business Review, la falta de periodos de recuperación es la que está frenando nuestra capacidad colectiva de ser resilientes. Los investigadores han hallado una correlación directa entre esa ausencia de periodos de recuperación y una mayor incidencia de problemas de salud (lo que, por cierto, también se traduce en pérdidas de productividad para las empresas y en un alto coste económico, no solo personal y social).

Sin duda, podríamos entrar en un debate sobre los cambios que deberíamos introducir en nuestras sociedades para cambiar, mejorándolo, el modelo actual; sin embargo, ese debate no mejoraría nuestra resiliencia. Esa es otra cuestión. La resiliencia trata de nuestra capacidad para vivir mejor sea cual sea el escenario en el que nos encontremos. En ese sentido, el problema no son solo los factores externos, que son reales, sino cómo cuidamos de nosotros mismos para minimizar su impacto en nuestro bienestar. Como se dice en el artículo que hemos citado, la resiliencia trata de cómo recargarnos, no de cómo soportar el estrés.

 

Qué podemos hacer para mejorar nuestra resiliencia

El primer punto importante a tener en cuenta es que la resiliencia no es una capacidad innata; es decir, no es algo que se tiene o no se tiene, sino que, afortunadamente, podemos aprender a desarrollarla. El objetivo es cambiar la forma en que manejamos el estrés y cultivar nuestra capacidad de recuperación, sabiendo que esto requiere de un aprendizaje continuo. Estas son algunas pautas que pueden ayudarnos:

1). Tener presente que no podemos evitar ni cambiar la mayoría de los acontecimientos que ocurren en el mundo, pero sí podemos cambiar la forma en que nos enfrentamos a esas circunstancias.

2). Aceptar que el cambio continuo forma parte de la vida.

3). Aprender a no magnificar hechos o situaciones y ponerlas en perspectiva.

4). Aprender a distinguir entre lo que depende de uno y lo que no para no asumir cargas innecesarias.

5). Ser conscientes de que tenemos la capacidad para reinterpretar de una manera menos estresante todo aquello que no depende de nosotros.

6). Centrarnos en cambiar lo que sí depende de nosotros y ponernos pequeñas metas asumibles.

7). Aprender a cuidarse: a veces, la vorágine diaria hace que ni siquiera nos preguntemos qué necesitamos o qué nos gustaría hacer. Practicar actividades que nos hacen sentir mejor nos ayuda a poner en forma nuestra mente (y nuestro cuerpo) para hacer frente a situaciones que requieren resiliencia.

8). Intentar aprender del propio estrés: analizar situaciones de estrés anteriores para ver qué podemos cambiar al enfrentarnos a una nueva, preguntarnos qué factores desencadenantes deberíamos revisar para poder gestionar mejor nuestro tiempo, escuchar las señales fisiológicas que experimentamos en medio del estrés para aprender a desarrollar habilidades en futuras situaciones similares y valorar el hecho de que las adversidades también son una oportunidad para crecer como personas.

9). Establecer buenas relaciones: contar con las personas que nos quieren y apoyan, y con las que podemos compartir momentos de calidad, también fortalece la resiliencia.

10). Establecer una buena relación con uno mismo: en ocasiones, somos nuestro peor enemigo. Para desarrollar la capacidad de resiliencia es necesario que aprendamos a confiar en nuestras capacidades.

11). Revisar nuestra biografía para determinar qué factores no sabemos manejar y buscar apoyo profesional, si es necesario, para aprender a mejorar nuestras habilidades y nuestras respuestas ante esos factores.

12). No quedarse anclado en el análisis, ya que entonces propiciamos la ansiedad. Una vez realizado el análisis hay que pasar a la acción: poner en práctica nuevas respuestas al estrés.

 

Fuentes:
To handle Increaded Stress, Build Your Resilience

Resilience is about how you recharge, not how you endure

El estrés crónico favorece la toma de decisiones arriesgadas, según el MIT
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El estrés crónico favorece la toma de decisiones arriesgadas, según el MIT

Susana Lladó - Lladó Comunicación 21 noviembre, 2017 El cerebro, El trastorno de lateralidad, Estrés crónico 0

La imagen de arriba es una ilustración de Christine Daniloff/MIT.

 

El estrés crónico favorece la toma de decisiones arriesgadas

Tomar decisiones sobre cuestiones importantes no es fácil, y la elección se complica cuando barajamos dos opciones que incluyen tanto elementos positivos como negativos. Este tipo de situación es la que se conoce como «conflicto de coste-beneficio», por ejemplo: tener que decidir entre un puesto de trabajo con un salario alto y largas jornadas laborales o un puesto de trabajo no tan bien remunerado, pero que nos permitiría disponer de más tiempo para nuestra vida personal.

Pues bien, un equipo de neurocientíficos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha descubierto que tomar decisiones del tipo coste-beneficio cuando sufrimos estrés crónico nos hace propensos a elegir opciones de alto riesgo y alto rendimiento. En otras palabras, el estrés crónico favorece la toma de decisiones arriesgadas.

 

Estudio previo

En 2015, los neurólogos Ann Graybiel, profesora del MIT; Alexander Friedman, científico investigador del McGovern Institute, y sus colegas identificaron por primera vez el circuito cerebral implicado en la toma de decisiones que involucra un conflicto de costo-beneficio. El circuito comienza en la corteza prefrontal medial, que es responsable del control del estado de ánimo, y se extiende a grupos de neuronas llamadas estriosomas, que se encuentran en el cuerpo estriado; una región asociada con la formación de hábitos, la motivación y el refuerzo de recompensas.

 

Estos hallazgos ayudan a explicar, por ejemplo, cómo el estrés contribuye al abuso de sustancias, tal como ha declarado Amy Arnsten, profesora de neurociencia y psicología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale.

 

El estudio actual

En este estudio, realizado con ratones, los neurólogos han constatado que el estrés crónico favorece las elecciones de alto riesgo: «El resultado es que el animal ignora el alto coste y elige la alta recompensa», afirma Friedman. Estos hallazgos ayudan a explicar, por ejemplo, cómo el estrés contribuye al abuso de sustancias, tal como ha declarado Amy Arnsten, profesora de neurociencia y psicología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale.  Los investigadores también han descubierto que esta toma de decisiones anormal se debe a deficiencias en el circuito cerebral responsable de las decisiones y han podido restaurar el comportamiento normal de los animales manipulando dicho circuito.

Si se lograra desarrollar un método para manipular este circuito en humanos, se podría ayudar a los pacientes que son propensos a tomar decisiones poco acertadas, como a las personas con depresión, adicciones y ansiedad. «Es un hecho emocionante: hemos encontrado un microcircuito de neuronas en el estriado que podríamos manipular para revertir los efectos del estrés en este tipo de toma de decisiones. Esto para nosotros es extremadamente prometedor, pero somos conscientes de que hasta ahora estos experimentos están limitados a ratas y ratones», ha declarado Ann Graybiel, quien también es miembro del Instituto McGovern para la Investigación del Cerebro.

La investigación ha sido financiada por el Instituto Nacional de Salud / Instituto Nacional de Salud Mental, la Fundación CHDI, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa y la Oficina de Investigación del Ejército de EE. UU., la Fundación de Distonía y Parkinson Bachmann-Strauss, el William N. y Bernice E. Bumpus Foundation, Michael Stiefel, la Fundación Saks Kavanaugh, y John Wasserlein y Lucille Braun.

Si queréis profundizar en los detalles del estudio, podéis leer el artículo en la web del MIT (en inglés).

 

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