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Las 10 cosas que hacen las personas que saben escuchar
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Las 10 cosas que hacen las personas que saben escuchar

Susana Lladó - Lladó Comunicación 11 enero, 2022 Escucha activa, Habilidades de comunicación

Saber escuchar conscientemente siempre crea entendimiento. Sin embargo, nos hemos vuelto tan impacientes y hay tanto ruido a nuestro alrededor que estamos perdiendo la capacidad de escucha. Y esto afecta a la calidad de nuestras relaciones. No obstante, como toda habilidad, la escucha activa se puede entrenar.

¿Cuándo fue la última vez que te sentiste escuchado?

Llamas a un amigo, a tu madre o a tu pareja porque sientes la necesidad de compartir algo que te ha ocurrido o a lo que le estás dando vueltas en la cabeza. En cuanto empiezas a entrar en el tema, la otra persona te interrumpe. Tú, que estabas haciendo un esfuerzo para encontrar las palabras que te permitieran ordenar tus pensamientos y emociones, sientes que te acaban de cerrar ese espacio para elaborar lo que te ocurre. Y no solo eso: con la interrupción, también se ha cerrado la posibilidad de mostrarte vulnerable, de poder expresar tus dudas y mostrarte como eres. Y esto último es mucho más importante de lo que parece.

La vulnerabilidad, según la doctora Brené Brown   ̶ que lleva 20 años estudiando el coraje, la vulnerabilidad, la vergüenza y la empatía ̶   no es un signo de debilidad, sino la medida más precisa de valentía. De la vulnerabilidad nace la innovación, la creatividad y el cambio. ¿Por qué? porque crear significa hacer algo que hasta ese momento no existía, y no hay nada que implique más vulnerabilidad que eso. Cuando nos permitimos ser vulnerables, nos dejamos ver, podemos ser nosotros. Correr este riesgo emocional, exponerse y moverse temporalmente en la incertidumbre son situaciones imprescindibles para que se puedan producir cambios en nuestra vida.  Te recomiendo escuchar a la doctora Brown en la charla del vídeo de abajo, rebosante de humor, que dio en Ted Talks (está transcrita al español).

La escucha consciente siempre crea entendimiento

Además, el hecho de no saber escuchar con atención daña nuestras relaciones interpersonales porque mina la confianza que la otra persona tiene en nosotros, disminuyendo la calidad de la comunicación.

El filósofo Ángel Gabilondo escribió hace años lo siguiente en una columna que tenía en El País: «Escuchar no es abrir los oídos mientras mantenemos clausuradas y a buen recaudo las decisiones, adoptadas con independencia de lo que se nos diga. No es un ejercicio misericordioso o de condescendencia para atender a quien habla, a fin de poder decir que ya se ha cumplido el requisito de hacerlo. No es una cortesía, es un elemento fundamental para el reconocimiento del otro y para que haya realmente diálogo. Es estar dispuesto a cuestionar lo que uno propone, defiende, o ya piensa».

Las personas necesitamos espacio para traspasar los pensamientos a palabras. Ese espacio es la escucha activa del otro, el silencio atento que nos invita a ir desarrollando aquello que queremos expresar hasta el final, sin juicios y sin que el que escucha aproveche la oportunidad para contarnos lo suyo o ponerse de ejemplo. Sin embargo, nos hemos vuelto impacientes. Estamos perdiendo la capacidad de escucha. Y esto, como dice otro experto en este tema, Julian Treasure, no es algo trivial. «Un mundo en el que no nos escuchamos unos a otros es, de hecho, un lugar tenebroso. En cambio, la escucha consciente siempre crea entendimiento», afirma es especialista.

Las 10 cosas que hacen las personas que saben escuchar

Así podemos entrenar la escucha activa

Aprender a escuchar es una habilidad, por lo que, como toda habilidad, se puede entrenar. ¡Conversar con otra persona debería constituir uno de los mayores placeres de la vida!

Para aprender a escuchar mejor, practica estas 10 cosas:

  1. Cuando alguien te explique algo, espera varios segundos antes de empezar a hablar tú. Descubrirás, seguramente, que la otra persona tenía más cosas que decir, que no había terminado.
  2. En una conversación, respeta siempre los turnos de palabra, deja que el otro termine antes de intervenir tú.
  3. Mientras la otra persona habla, no estés pensando en tu respuesta: escúchala.
  4. Si la conversación es “cara a cara”, mantén el contacto visual durante la conversación para que la otra persona perciba que estás en la conversación.
  5. No hagas otra cosa mientras la otra persona habla, aunque creas que puedes escuchar y estar pendiente de algo más. Dedícale toda tu atención a la otra persona.
  6. No te agarres literalmente a las palabras del otro: piensa qué es lo que quiere expresar con esas palabras.
  7. Hazle saber a la otra persona que, aunque no digas nada porque la estás escuchando, la estás siguiendo: emite sonidos y palabras que no interrumpen, como mmm, sí, etc. Si la conversación es presencial o por videoconferencia, asiente cada tanto y mantén una expresión facial que la acoja.
  8. Tras escuchar y pensar sobre lo que el otro está diciendo, haz una reflexión que recoja lo que ha expresado, incluyendo lo que crees que siente y necesita. De este modo, el otro sabrá si le has entendido.
  9. No emitas juicios sobre el otro, no lo juzgues. No conviertas la conversación en algo personal, limítate a hablar sobre el objeto de la conversación.
  10. Haz preguntas abiertas que estimulen a la otra persona a seguir adentrándose en el tema. Por ejemplo: no es lo mismo preguntar «¿Te ha ido bien la reunión?» que decir: «Explícame cómo te ha ido la reunión». Y si tienes dudas sobre lo que está diciendo, en lugar de sacar conclusiones precipitadas, pregúntale qué quiere decir.
Las 10 cosas que hacen las personas que saben escuchar

¿Te cuesta guardar silencio? practícalo

Si te cuesta guardar silencio, Julian Treasure propone varios ejercicios que ayudan a desarrollar las habilidades de la escucha consciente:

  • Practica el silencio durante 3 minutos al día. Esto ayuda a recalibrar los oídos en un mundo ruidoso como en el que vivimos.
  • En cualquier lugar, haz el ejercicio de intentar distinguir los diferentes canales de sonido que escuchas. Puedes practicarlo incluso si estás en la naturaleza: ¿se mueven las hojas de los árboles? ¿Dónde están los pájaros que oyes? ¿Y ese murmullo a lo lejos?
  • Concéntrate en cualquier sonido mundano de los que nos rodean continuamente y disfrútalo (Julian Treasure, por ejemplo, ha descubierto el ritmo del vals en su secadora: un, dos tres, un dos tres…).
  • Aprecia el hecho de que la otra persona ha decidido compartir algo contigo.

Otras fuentes:

3 cosas que los buenos escuchas hacen todo el tiempo

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

«La causa del mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad»
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«La causa del mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 23 febrero, 2021 El trastorno de lateralidad, Emociones, Gestión de emociones, Habilidades de comunicación, Lateralidad cruzada, Mutismo selectivo

Por Susana Lladó

 

El psicólogo de nuestro centro Luis Elías nos explica en esta entrevista qué es el mutismo selectivo y cómo se trata en terapia.

¿Qué es el mutismo selectivo?

Es la inhibición del habla en circunstancias concretas.

 

No en todas

No. A diferencia del mutismo general, cuando un niño presenta mutismo selectivo solamente deja de hablar en ciertas situaciones, no en todas.

 

¿En qué circunstancias deja de hablar?

En aquellas que percibe como amenazantes: cuando cree que va a ser juzgado, criticado, etiquetado, que se van a burlar de él, delante de extraños, en algunos contextos escolares, sociales, etc. En cambio, hablará con normalidad cuando se sienta cómodo con las personas con las que esté o en situaciones a las que esté más habituado. Seguramente, no tendrá ningún problema con su mejor amigo, en familia, etc.

 

¿Qué es lo que ocurre para que se inhiba el habla?

El niño se bloquea.

No es que el niño se diga «Ahora no hablo». Normalmente, lo que ocurre es que se siente sobrepasado por una situación determinada y se bloquea directamente

¿No es una inhibición voluntaria?

No, no es que el niño se diga «Ahora no hablo». Normalmente, lo que ocurre es que se siente sobrepasado por una situación determinada y se bloquea directamente. No obstante, puede ser que para evitarse el sufrimiento que le pudiera ocasionar esa situación decida voluntariamente no hablar o que intente hablar y no pueda, aunque lo más habitual es lo primero.

 

Entonces, no hay una causa orgánica

No, si el origen es orgánico, no hablamos de mutismo selectivo. Lo cual no quiere decir que si, por ejemplo, un niño sesea y se ríen de él a causa de ello, con el tiempo llegue a presentar mutismo selectivo por lo mal que lo pasa cuando se producen las mofas.

 

Entiendo, tiene un componente social

Sí, los niños con mutismo selectivo se sienten amenazados por alguna razón, eso les hace sufrir, les provoca una gran ansiedad y, como consecuencia, se produce un bloqueo que inhibe el habla.

 

¿El origen es la ansiedad?

Suele tener su origen en la ansiedad, en un trastorno de ansiedad. Ahora bien, el hecho de que el niño sí tenga capacidad de habla en situaciones que no percibe como amenazantes es una pista que nos indica que en el niño no sufre mutismo general, sino selectivo. Y esta capacidad de habla es clave para la terapia porque nos podemos valer de ella para realizar actividades, hacer psicoterapia, etc. 

Fundamentalmente, trabajamos en cuatro aspectos, ya que los cuatro están interrelacionados: la parte psicoterapéutica, la conductual, la cognitiva y la de expresión

¿Qué situaciones pueden provocar en un niño el mutismo selectivo?

Son muy variadas. Puede ser que el niño tenga un tic, una cicatriz en la cara, que proyecte una inseguridad suya que los demás ni perciben, como creer que está gordo, etc. Lo importante es cómo el niño percibe y vive esos comentarios, ya que puede haber niños con las mismas características que nunca presenten por ello mutismo selectivo. Por esta razón, hay una serie de aspectos que los terapeutas debemos tener en cuenta a la hora de realizar una evaluación.

 

Bien, ¿Cuáles son estos aspectos?

Para que haya una evaluación de mutismo selectivo, el niño debe presentar los síntomas durante más de un mes. Es decir, el mutismo no puede coincidir con el primer mes de un cambio de colegio, del inicio de una actividad nueva o un cambio de país, de cultura o de idioma, ya que todas estas situaciones pueden provocarle ansiedad. Entraría dentro de lo normal que la problemática asociada a un cambio de idioma pueda influir en el habla del niño.

 

¿Qué otros aspectos evalúan?

Son niños que ya tienden a ser ansiosos, tímidos, inseguros e inhibidos, y suelen tener miedos y fobias, como a hablar en público, a sentirse observados, a ser juzgados por los demás, etc. Como no saben canalizar la ansiedad y el sufrimiento que esto les supone, su respuesta es el mutismo.

 

Deben sufrir mucho para llegar a inhibir el habla

Sí, detrás del mutismo selectivo puede haber niveles muy altos de sufrimiento. Además, este mutismo puede entorpecer su evolución escolar y personal, debido a que afecta a su desarrollo afectivo y emocional, el cual queda afectado por el propio sufrimiento y por la ansiedad.

 

¿Cómo se trata el mutismo selectivo?

Fundamentalmente, trabajamos en cuatro aspectos, ya que los cuatro están interrelacionados: la parte psicoterapéutica, la conductual, la cognitiva y la de expresión.

Debemos mostrarle al niño que el camino de la comunicación es mucho más positivo y productivo que el de la inhibición del habla. Tiene que poder ver la utilidad de la comunicación, los beneficios que le reportará

Vamos por partes, con la psicoterapéutica

Se trata de trabajar con el niño el origen de la ansiedad que provoca su mutismo. Normalmente, esto es lo más fácil de identificar para el terapeuta, pero hay que trabajar su miedo a ser juzgado buscando las oportunidades para hablar sobre ello con naturalidad, sin forzarlo, y utilizando un lenguaje nada formal, sino acorde a su edad. Muchas veces, la percepción que tiene de los otros como jueces es errónea; en otros casos, habrá que ver si ha tenido una mala experiencia y desmitificar el poder que le otorga a los otros, a sus valoraciones. De cualquier modo, el objetivo es que tome conciencia de que a través de la comunicación puede lograr expresar y solucionar sus dificultades, además de conseguir otros objetivos que le interesan. Debemos mostrarle al niño que el camino de la comunicación es mucho más positivo y productivo que el de la inhibición del habla. Tiene que poder ver la utilidad de la comunicación, los beneficios que le reportará. Y todo esto con un refuerzo conductual y evitando por completo juzgar, criticar o burlarse de la conducta del niño en sesión. Hay que dejarle espacio.

 

La parte psicoterapéutica nos ha conducido a la conductual

Sí, porque todo este trabajo siempre debe ir acompañado de un refuerzo positivo a los progresos que vaya haciendo el niño en todos los campos. Este refuerzo es el que le hará ser consciente de su evolución, aumentará su confianza y seguridad, y le animará a seguir introduciendo cambios. Ahora bien, para ello también hay que hacer un trabajo con la familia y la escuela.

 

El trabajo debe ser conjunto

Así es. A la familia hay que explicarle las pautas a seguir para que aprendan a dejarle al niño el espacio adecuado sin forzar la comunicación. Además, debemos realizar la psicoeducación correcta con ellos que les permita entender bien qué es el mutismo selectivo y cuál es su causa. Hay padres que creen que su hijo tiene un problema grave, y eso ya etiqueta erróneamente al niño, aunque no sea su intención. Si se les explica que no es así, que su hijo tiene ansiedad por algo que hace que se bloquee y que este problema se puede solucionar con la terapia, su miedo se disipa.

 

¿Qué más debería saber la familia?

La familia debería saber crear situaciones para conversar con el niño, situaciones en las que este pueda dialogar utilizando el lenguaje propio de su edad. Lo más aconsejable es hablar sobre cosas que le gusten o llamen su atención; es decir, sobre temas hacia los que haya mostrado una predisposición a hablar previamente y, luego, se puede ir redirigiendo la conversación, pero siempre sin forzar y respetando sus tiempos. Con estos niños todo debe ser siempre progresivo. También es importante que vayan promoviendo su socialización apuntándole a algún deporte o actividad en grupo.

Una vez que ya se han trabajado los aspectos que hemos comentado con el niño durante un cierto tiempo y se ha establecido un vínculo terapéutico, se le puede ir exponiendo gradualmente a situaciones que teme. Estas situaciones se programan aumentando poco a poco las experiencias comunicativas para que vaya ganando competencias y seguridad al hablar

¿En qué consiste la parte cognitiva?

En la terapia de lateralidad hay una parte dedicada a trabajar las habilidades cognitivas. Esta parte es importante porque, al ser más competentes, afrontan mejor las situaciones, van teniendo experiencias positivas y esto refuerza su autoestima. De manera que cuando e niño se tenga que exponer a una situación que le resulta amenazante, lo hará mucho más preparado, con más confianza. Pensemos que en el caso de niños con lateralidad cruzada, la mayoría tienen mucho miedo a equivocarse, a fracasar, a ser tildados de torpes, lentos, etc. Algo tan nimio como esto (desde el punto de vista terapéutico, no del niño) puede ser el origen de una problemática bastante grande. Por esto hay que desenquistar las falsas creencias de inutilidad, etc.

 

Bien, pasemos a la expresión

Cuando hablábamos antes de la socialización, este punto puede incluir que, llegados a un punto de la terapia, el niño la prosiga en grupo; lo cual le ayudará a socializar y nos permitirá trabajar la expresión, a nivel comunicativo, con otros niños y en un entorno controlado.

 

¿En un entorno controlado?

Sí, porque previamente, a los otros niños se les explica qué normas deben respetar (no burlarse, respetar la forma de comunicarse, etc.) y, además, ponemos especial cuidado en formar grupos adecuados que no incluyan, por ejemplo, a un niño desafiante. La terapia en estas condiciones les ayuda mucho porque el niño, entonces, puede tener la experiencia de una buena relación comunicativa. Dedicamos ¼ parte de la sesión a trabajar la expresión.

 

¿Trabajáis el tema comunicativo de alguna forma más?

Sí, con otras actividades y juegos muy específicos para fomentarla y desarrollarla, como el juego del tabú.

 

¿En qué consiste este juego?

Tienen que explicar un concepto sin utilizar la 5 palabras más recurrentes, lo que les obliga a pensar otra manera de hacerlo. También utilizamos el Scrabble para mejorar su vocabulario y el Dixit para trabajar las emociones a nivel expresivo.

 

Explícanos qué es el juego del Dixit

Es un juego que consiste en narrar y adivinar historias utilizando las imágenes de las cartas. El Dixit fomenta la cooperación y la creatividad y, además, suele ser bastante proyectivo; es decir, al crear historias hablan de ellos mismos.

 

¿Hay algún aspecto más importante en la terapia?

Es bueno que estos niños estén en ambientes estructurados, donde ya sepan lo que se van a encontrar. Si el niño ya sabe, por ejemplo, que vamos a dedicar 15-20 minutos de la sesión a hablar, que luego haremos una actividad de una ficha, luego una serie de juegos didácticos y al final un ejercicio más de motricidad, llega a la sesión más tranquilo. Una sesión de terapia no puede ser una sesión anárquica. Y algo más.

 

¿Sí?

Una vez que ya se han trabajado los aspectos que hemos comentado con el niño durante un cierto tiempo y se ha establecido un vínculo terapéutico, se le puede ir exponiendo gradualmente a situaciones que teme. Estas situaciones se programan aumentando poco a poco las experiencias comunicativas para que vaya ganando competencias y seguridad al hablar. También se hacen role playings en sesión con los pacientes más mayores: cada uno adopta un roll diferente para poder trabajar ciertos aspectos. Y todo este trabajo se refuerza positivamente. Asimismo, en paralelo, se sigue haciendo la psicoeducación con los padres y se establece una comunicación con la escuela en el mismo sentido.

 

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

La frustración en las personas con lateralidad cruzada
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La frustración en las personas con lateralidad cruzada

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 24 febrero, 2020 El trastorno de lateralidad, Emociones, Habilidades de comunicación, Lateralidad cruzada o heterogénea, Terapia de lateralidad

La psicóloga de nuestro centro Meritxell Pujol nos explica en este artículo qué es la frustración, por qué es tan importante aprender a tolerarla, los motivos por los que las personas con lateralidad cruzada se enfrentan a menudo a este sentimiento y cómo se trabaja en terapia.

Tanto si la frustración genera sentimientos negativos hacia uno mismo, como si los genera hacia los demás, es fundamental aprender a tolerarla para reducir el estrés que nos provoca.

¿Qué es la frustración?

La frustración es una respuesta emocional de impotencia que surge cuando no conseguimos aquello que deseamos. En función de nuestra personalidad, de la situación concreta y de las experiencias vividas anteriormente, las personas reaccionamos de muy diversas maneras ante este sentimiento: podemos experimentar diferentes emociones, como enfado, tristeza, decepción, etc.

Necesitamos aprender a tolerar la frustración

En algunos casos, estas emociones asociadas a la frustración pueden estar dirigidas hacia nosotros mismos. Por ejemplo, una persona puede enfadarse consigo misma y que este enfado vaya acompañado de un sentimiento de culpa e infravaloración de las propias capacidades. En cualquier caso, tanto si la frustración genera sentimientos negativos hacia uno mismo como si los genera hacia los demás, es fundamental aprender a tolerarla para reducir el estrés que nos provoca. Y cuando hablamos de aprender a tolerar la frustración, nos referimos a la capacidad de cada individuo de sobrellevar estos sentimientos que provocan malestar. Para ello, las personas nos valemos de nuestro equilibrio emocional y de los recursos personales de los que disponemos; recursos que, si no se tienen, se pueden adquirir mediante experiencias reeducativas.

Para aprender a gestionar la frustración, la clave es comprender cómo la vivimos: ver si este sentimiento es transitorio y nos impulsa a volver a intentar aquello que nos proponemos para conseguir nuestros objetivos o si, por el contrario, nos paraliza y se llega a crear un patrón de conducta de evitación respecto a la actividad asociada, por ejemplo.

La frustración en las personas con lateralidad cruzada

Debemos poder detectar si esta frustración es transitoria (en este caso el niño podrá seguir persistiendo) o si la está viviendo como una desvalorización de sí mismo, en cuyo caso su autoestima quedará minada.

Aunque las dificultades a las que se enfrentan en su día a día las personas con lateralidad cruzada pueden variar en función del número de cruces de lateralidad que tengan y de sus circunstancias personales, la mayoría de ellas tienen problemas con la orientación espacial, la organización temporal, el pensamiento lógico y la capacidad de abstracción. Esta problemática puede causar dificultades a la hora de comprender los conceptos lógicomatemáticos, dificultades en la lectoescritura, así como dificultades para organizarse las tareas. Y estas dificultades no solamente las viven continuamente, sino que a diario les exigen hacer un sobresfuerzo para superarlas, por lo que es natural que aparezca la frustración. Pensemos en un niño al que le cuesta leer. Cada día, en la escuela, vive numerosas situaciones que le exigen un esfuerzo mayor que el que deben hacer sus compañeros. En alguna de estas situaciones aparecerá la frustración. Y es entonces cuando debemos poder detectar si esta frustración es transitoria (en este caso el niño podrá seguir persistiendo) o si la está viviendo como una desvalorización de sí mismo, en cuyo caso su autoestima quedará minada. En este mismo contexto también podríamos detectar niños enfadados que pueden llegar a expresar este enfado con rabia y agrediendo a otros niños, por ejemplo, sin entender qué les está pasando.

Recuerdo el caso de una niña que solía molestar a sus compañeros en clase pegándoles o llamando su atención de maneras inadecuadas. En las sesiones observamos que tenía una gran dificultad en la organización espacial. Esto le hacía toparse con dificultades en el dibujo, en los ejercicios de simetría, coordinación, etc. Al principio de la terapia, cuando se frustraba, lo pasaba muy mal. Tiraba el lápiz y pedía ayuda adoptando una actitud infantil, como de lloro, y después molestaba a sus compañeros porque le hacía sentirse mal ver que ellos sí conseguían hacer bien lo que a ella no le salía. Con ayuda y tiempo pudo ir tolerando estos fracasos al comprobar por sí misma su evolución y comprender que sus dificultades no eran permanentes. También pudo entender sus emociones y expresarlas de una manera no agresiva con sus compañeros, de modo que sus relaciones en el colegio mejoraron mucho. Este cambio en la gestión de sus emociones también repercutió en la comunicación con su familia: sus padres habían verbalizado en consulta que en casa solía estar casi siempre enfadada y esta situación fue mejorando.

En el centro vemos a menudo casos similares a este: niños que viven enfadados porque no saben sobrellevar las frustraciones en su vida cotidiana. Y también observamos pautas muy similares en los pacientes adultos con lateralidad cruzada que se enfrentan a las mismas dificultades, salvo que en otros contextos.

La frustración en las personas con lateralidad cruzada

Como se trabaja en terapia la tolerancia a la frustración

En las terapias que realizamos en nuestro centro trabajamos proponiendo diferentes ejercicios que, normalmente, están pensados para trabajar una dificultad en particular. El hecho de que estas dificultades se trabajen mediante ejercicios específicos en un ambiente reeducador que el paciente siente como seguro es fundamental, ya que es lo que posibilita que la persona pueda cambiar la manera de interpretar las cosas.

En este entorno que se percibe como seguro, podemos ayudar, por ejemplo, a calmar a un niño que se frustra enseguida, enseñarle a gestionar sus emociones y animarle a que siga persistiendo en sus intentos. Cuando finalmente logra realizar algo que le costaba, valoramos muy positivamente estos logros, reforzando su autoestima. A base de repetirse estas situaciones, el niño acaba aprendiendo a reinterpretar el fracaso: aprende que no es algo irresoluble y, en consecuencia, también aprende a tolerarlo mejor cuando se presenta porque ha experimentado que, con esfuerzo, puede superar los obstáculos.

Por lo tanto, la actividad terapéutica que se lleva a cabo en las sesiones no solo va dirigida a trabajar los ítems de lateralidad (por ejemplo, la lectura), también tiene como objetivo reeducar la respuesta ante las dificultades. Por este motivo es tan importante la relación que se establece entre el paciente y el terapeuta.

Podríamos estructurar esta actividad terapéutica en dos etapas:

  • Es primordial que el paciente aprenda a identificar sus emociones, lo cual no es tan sencillo como se podría pensar. A veces cuesta mucho saber cómo nos sentimos realmente ante el fracaso, solo sabemos que nos sentimos mal, que nos notamos nerviosos o, simplemente, nos fijamos en cómo se manifiesta el malestar en nuestro cuerpo (que dormimos más horas, que comemos más o menos de lo habitual o menos, etc.). Hay que poder identificar bien las emociones que experimentamos ante la frustración, así como el pensamiento al que va asociado el malestar (si se da o no una desvalorización). En las sesiones ayudamos a poner palabras a esas emociones que, a veces, son tan confusas.
  • El siguiente paso es poder expresar estas emociones de una manera adecuada, verbalizándolas y poniéndoles nombre. El hecho de entender cómo nos sentimos y conectar con nosotros mismos hace que se modifiquen las conductas derivadas de nuestro malestar, como la irritabilidad o la agresividad.
El problema con la frustración surge cuando no podemos conectar con el malestar que nos produce.

Hasta ahora, me he centrado en explicar que durante los ejercicios que realizamos en las sesiones surgen oportunidades para que los pacientes se enfrenten a estas situaciones y puedan trabajar su respuesta emocional en ese momento. No obstante, no es la única manera en la que trabajamos. En algunas ocasiones, son los propios pacientes los que exponen durante la sesión experiencias que han vivido. Por ejemplo, recuerdo el caso de una niña que explicó que en el colegio se había sentido muy mal al no saberse una tabla en la que se indicaba el hábitat de una serie de animales. Lo primero que hice como terapeuta fue valorar muy positivamente el hecho de que hubiera podido decirlo, ya que contactar con este tipo de emociones y sentimientos nos hiere. No es fácil. Después, identificamos que su emoción era de tristeza y que esta se debía a que ella pensaba que “los demás sabían más que ella”.  Lo que sucedió a continuación fue que otros niños del grupo de terapia también pudieron expresar cómo se sentían ellos ante situaciones similares y la ayudaron a ver que estas emociones de frustración son normales y que las experimentamos todos.  Después, todo el grupo se planteó qué podría mejorar la vivencia de la niña. Ella propuso que le podría pedir ayuda a su padre cuando volviera a casa y estudiar un poco más la tabla juntos. Cuando esta paciente regresó a terapia una semana después, se mostró muy contenta de haberlo hecho, ya que el padre la había calmado relativizando la situación. Aprendió que, simplemente, le llevaba más tiempo que a otros niños aprender esa tabla, pero que lo podía conseguir.

El problema con la frustración surge cuando no podemos conectar con el malestar que nos produce. Esto es lo que le ocurría a una paciente de 18 años que tenía serias dificultades para organizarse el tiempo de estudio. En su caso, esto le provocaba un gran malestar porque después se sentía culpable por no haber aprovechado bien el tiempo y suspender. En esta paciente se daba un patrón de retroalimentación: cuanto menos estudiaba, peor se sentía y menos ganas tenía de estudiar, ya que era incapaz de afrontar las emociones que experimentaba ante sus dificultades.

Durante la terapia trabajamos sus emociones y pudo expresar que cuando estudiaba se sentía “tonta” al no entender lo que leía. Se frustraba y acababa dejándolo y pasando a hacer una actividad más placentera, como ver la televisión o salir con los amigos. Este punto es otro de los aspectos que conviene trabajar respecto a la tolerancia a la frustración: se debe aprender a gestionarla para no caer en la procrastinación; es decir, para no abandonar lo que nos cuesta y nos proporciona una satisfacción a largo plazo en favor de actividades más placenteras que nos proporcionan una satisfacción inmediata.

Cómo debemos pedir ayuda para que nos digan que sí_Centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart
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Cómo debemos pedir ayuda para que nos digan que sí

Susana Lladó - Lladó Comunicación 18 agosto, 2019 Habilidades de comunicación

Todos nos vemos alguna vez en la situación de tener que pedir ayuda a alguien, ya sea a un colega del trabajo, a un amigo o incluso a un desconocido. Sin embargo, no siempre sabemos cómo hacerlo: quizá porque nos cuesta admitir que la necesitamos o porque nos da vergüenza pedir un favor. Asimismo, también hay personas que no dudan en solicitar ayuda, pero la piden tan mal que es difícil que obtengan un sí como respuesta. En este vídeo de Ted Talks, la psicóloga social Heidi Grant nos explica las cuatro reglas para pedir ayuda sin que nos sintamos incómodos y para conseguir que nos la presten (el vídeo cuenta con transcripción al español). Resumimos las ideas principales.

Primera regla para pedir ayuda: sé claro y conciso en tu demanda

En general, todos disponemos de poco tiempo y, aunque tengamos una predisposición a ayudar a los demás, no queremos que nos hagan perder el tiempo. Es decir, no estamos dispuestos a brindar una ayuda que no va a servir para nada. Así que, al plantear nuestra solicitud, debemos ser claros y específicos: debemos comunicarle al otro qué tipo de ayuda necesitamos y por qué. Ser imprecisos e indirectos no motivará al otro a implicarse en lo que demandamos.

Segunda regla para pedir ayuda: no canses al otro excusándote

Muchas personas, cuando piden ayuda, no hacen más que hablar de lo mucho que sienten tener que pedirla. Es decir, en lugar de centrarse en la solicitud, ponen el acento en hablar de sí mismos y en lo mucho que les incomoda molestar al otro; con lo cual consiguen resultar molestas.

Tercera regla para pedir ayuda: hazlo personalmente, no por correo

Pedir un favor es algo personal. Y es de mal gusto pedir algo personal por correo electrónico o por WhatsApp. Quizá a algunas personas les resulte menos violento pedir ayuda por estos medios, pero, lo más probable, es que el que reciba la solicitud de ayuda de una manera tan impersonal, también responda de manera impersonal diciendo que no. Hay que pedir ayuda personalmente o, al menos, por teléfono.

Cuarta regla para pedir ayuda: informa al otro de los resultados de su ayuda

No es cierto que las personas ayudamos por ayudar: las personas ayudamos con el objetivo de que nuestra ayuda sirva para algo. Esto es lo gratificante de ayudar a los demás. Por lo tanto, cuando pedimos un favor, después debemos informar a la persona que nos ha ayudado de los resultados que ha tenido su ayuda.

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