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Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil
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Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 23 agosto, 2021 El trastorno de lateralidad, Lateralidad, Lateralidad cruzada, Lateralidad y lectura, Lectoescritura, Organización corporal, Organización temporal, Orientación espacial, Síntomas de lateralidad cruzada, Tratamiento de lateralidad, Zurdos

La psicóloga sanitaria de la Universidad Europea del Atlántico Isabel María Medina Amate publicó hace un año un estudio en MLS Psychology Research con el título Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada. Caso único.

El objetivo de este estudio es contribuir a la actualización en la investigación de los trastornos de la lateralidad y conocer en profundidad cuáles son los factores y componentes que afectan al correcto desarrollo de la lateralidad. Para ello, recoge todos aquellos datos relevantes que puedan ser esclarecedores en la controversia que existe en torno a la lateralidad, y así poder asegurar junto a toda la comunidad científica la existencia de una literatura veraz y rigurosa que pueda ser aplicada e impartida en centros educativos, centros de psicología y centros de formación.

El estudio nos ha parecido sumamente interesante y muy bien documentado. Dado que está publicado bajo licencia Creative Commons, compartimos la introducción; la cual ya incluye información relevante que os puede interesar. Y os invitamos a leer el estudio completo en este enlace.

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Introducción al estudio ‘Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada’

El cerebro, como cualquiera de nuestros órganos, se forma a lo largo del desarrollo vital (Blakemore y Frith, 2007). Durante este período, sufre cambios constantes tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. A nivel cuantitativo, el cerebro va modulando su forma, así como su volumen para dar cabida a las conexiones neuronales que van forjándose a lo largo del desarrollo (Ferré, Catalán, Casaprima y Mombiela, 2004). Dichas conexiones neuronales implican que este sufra oleadas de reorganización cerebral (cambios cualitativos) en las que se modifica la función y la organización de todas las estructuras cerebrales, desde las más primitivas a las más complejas (Blakemore y Frith, 2007).

Todas estas estructuras tan complejas necesitan una buena organización que permita al cerebro poder actuar de forma adaptada al entorno. Por ello, el cerebro (así como todo nuestro cuerpo) se organiza de una forma binaria, en el que todas las estructuras tienen su función en base a su localización (Ferré, Catalán, Casaprima, Mombiela, 2016): hemisferio izquierdo y hemisferio derecho.

Así pues, cada uno de los hemisferios está especializado en unas funciones concretas. De forma general, el hemisferio izquierdo es el encargado del lenguaje (Gazzaniga, 2000) y del procesamiento de la información (Ferré et al, 2004), así como el hemisferio encargado de la escritura, lectura o razonamiento numérico (Cumandá, 2012) y cuyo procesamiento es de tipo secuencial, es decir, el que analiza los detalles paso a paso (Rivera, 2010). El hemisferio derecho se encargaría entonces de la parte más espacial, con funciones destinadas a procesar información córporo-espacial (Ferré et al, 2004), así como al hecho de poder orientarse en el espacio y elaborar mapas conceptuales (Cumandá, 2012), siendo su procesamiento más holístico y global (Rivera, 2010). Esta afirmación llevaría a pensar en el hecho de que cada uno de los hemisferios tiene una funcionalidad específica y que, por tanto, en función de la tarea, un hemisferio predominará sobre el otro, marcando así un hemisferio dominante y otro subdominante (Ostrosky, 1986).

Así pues, se ha considerado desde las primeras teorías que el hemisferio izquierdo es el hemisferio dominante, debido a la función lingüística de la que se encarga, además de por ser el hemisferio encargado de la dextralidad de más del 90% de la población mundial (Romero, 2010).

Sin embargo, aunque bien es cierto que cada uno de los hemisferios está preferentemente destinado a funciones concretas, cabe señalar que ninguna de estas actúa “en solitario”, ya que requiere que ambos hemisferios participen en todas las actividades o tareas llevadas a cabo para el correcto desarrollo de las mismas (Ferré et al, 2004). Por tanto, el concepto de hemisferio dominante/no dominante es reemplazado por otras terminologías más concretas, en las que se denomina el término de referencia cerebral en alusión a la mayor participación de uno u otro en determinadas tareas o funciones (Repila, 2014) o en función de la novedad de la tarea (Tirapu, 2018), pero siempre teniendo en cuenta que ambos participan como una globalidad no sometida a disociaciones (Ferré e Irabua, 2002).

Esta conexión interhemisférica es producida por el cuerpo calloso. En palabras de Quintero, Manaut, Rodríguez, Pérez y Gómez (2003), “el cuerpo calloso es la comisura interhemisférica de mayor tamaño y el encargado de conectar de forma transversal ambos hemisferios”, el cual está formado por más de 200 millones de fibras nerviosas (Romero 2010, Quintero et al, 2003). En otras palabras, el cuerpo calloso se encarga de establecer relaciones entre las funciones más elevadas del Sistema Nervioso, y así poder conseguir que el lado derecho del cerebro sepa lo que hace el izquierdo (Ferré et al, 2016).

No obstante, en el momento en el que la organización jerárquica de funciones falla y los hemisferios cerebrales no se comunican a través del cuerpo calloso de una forma exitosa, los circuitos destinados a elaborar una respuesta no son capaces de llevar a cabo las tareas que les corresponden, entrando en escena la corteza. La corteza, encargada per se de funciones superiores, lleva a cabo la “resolución” de tareas de niveles inferiores, provocando un bloqueo y saturación a la hora de realizar sus tareas propias, tales como la planificación, dirección o conciencia (Ferré et al, 2004). Este proceso causa que aparezcan sujetos con problemas de aprendizaje vinculados a la lateralidad, presentando dificultades para desarrollar un aprendizaje correcto y adaptado a las necesidades del ambiente (Casado, Llamas y López, 2015).

La lateralidad ha sido un aspecto muy estudiado por diferentes autores, existiendo controversia en torno a su etiología (Bilbao y Oña, 2000). Según varios autores (Galin y Ornstein, 1972; Hicks y Kinsbourne, 1978 y Milner, 1964), la lateralidad es considerada como un aspecto vinculado a la genética, siendo esta un factor intrínseco en la naturaleza del ser humano, y difícil de cambiar. Sin embargo, autores como Dawson (1972) u Oña (1999), establecen que la predominancia lateral es el resultado del aprendizaje y que puede ser modulada.

A día de hoy y teniendo en cuenta los últimos estudios, se puede concluir que la distribución funcional entre los dos hemisferios viene predeterminada por la información genética, pero que es el ambiente y el aprendizaje el que provoca su modulación y desarrollo posterior. En palabras de Ferré et al (2004): “la genética proporciona el diseño básico, pero la interacción con el entorno es imprescindible para que se activen las sinapsis y se construyan los circuitos y las conexiones”.

Por tanto, al igual que se produce una distribución funcional interhemisférica y hay un hemisferio preferente para ciertas funciones, a nivel sensoriomotriz existen diferencias entre los dos lados del cuerpo, mostrando preferencia por un lado del cuerpo sobre otro, dando lugar al fenómeno de la lateralidad (Bernabéu, 2014).

La lateralidad se define como “el predominio funcional de un lado del cuerpo sobre otro, y se manifiesta en la utilización preferente de mano, pie, ojo y oído” (Portellano, 2008). Es aquello que nos permite orientarnos a nivel témporo-espacial, que nos ayuda a diferenciar lo que es izquierda y derecha (Rivera, 2010), mostrando una habilidad diestra o zurda a nivel de ojo, pie, mano y oído (Squadrone y cols, 1995). Así pues, la lateralidad es el fruto de la distribución ordenada de funciones entre los dos hemisferios, pero sin llegar a suponer una dominancia absoluta de un hemisferio sobre otro, sino como una dominancia relativa en función de la tarea o actividad (Repila, 2014; Tirapu, 2018).

Por tanto, la lateralidad se entiende como un proceso complejo que recorre los aspectos neuro-sensorio-motriz a lo largo de todo el ciclo (Cumandá, 2012), y como tal, pasa por varias fases. La primera fase del desarrollo de la lateralidad es la etapa prelateral, comprendida entre los cero y cuatro años del niño/a. En esta fase lo que se pretende conseguir es que el sujeto posea un dominio propio de los órganos sensoriales y del propio cuerpo, garantizar una buena coordinación automática contralateral y una función sensorial tridimensional, así como una correcta activación del cuerpo calloso (Ferré et al, 2016).

Esta fase a su vez está dividida en tres grandes bloques, en los que destacan los aspectos relacionados con el desarrollo de la organización sensorial, así como las respuestas características del niño/a tras su consecución (tabla 1, Ferré et al, 2016).

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Tabla 1.
Secuencia evolutiva de la lateralidad

Organización Postural Organización Sensorial Respuestas Características que el bebé debe organizar (identificables)

Fase Homolateral Monolateral alternante Percepción monocular, monoaural, monotactil alternante. Reflejo tónico-cervical asimétrico y simétrico Dominio boca arriba. Extensión Corporal Volteo en el suelo. Dominio del Boca abajo. Reptado circular.

Bi-Lateral Percepción duosensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal inexperto y homolateral.

Fase contralateral Contralateral Percepción bisensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal experto Sedestación Gateo Dominio de la bidepestación Deambulación Deambulación contralateral

Lateralidad Lateralidad Dominancias auditiva, táctil, visual Monopedestación Lateralización

Nota: Adaptado de Ferré et al, 2016.

Durante estas fases, y dado que la lateralidad es un proceso complejo que se desarrolla a lo largo de todo el proceso evolutivo y en el que interaccionan factores como el genético, ambiente y estimulación, pueden aparecer dificultades a la hora de definir la lateralización o retrasos en la misma.

La lateralidad, por tanto, puede ser de diferentes tipos (Brusasca, Labiano y Portellano, 2011; Ferré et at, 2016; Repila, 2014):

  • Lateralidad definida: la lateralidad definida es aquella por la cual el sujeto utiliza predominantemente un lado de su cuerpo tanto en manos, pies, oídos y ojos. Así, aquel que use predominantemente su parte derecha será diestro y aquel que use su parte izquierda será zurdo.
  • Lateralidad contrariada: la lateralidad contrariada es aquella que se ha producido al cambiar la preferencia principalmente manual debido a influencias sociales y educativas. Puede provocar alteraciones neuropsicológicas como disfunción, obstrucción o inhibición del funcionamiento cerebral.
  • Ambidextrismo. El ambidextrismo se produce cuando se utilizan ambos lados del cuerpo sin preferencia. Este fenómeno es poco común en la incidencia poblacional. Indica una deficiente organización neurológica y organización funcional interhemisférica.
  • Lateralidad cruzada: la lateralidad cruzada hace referencia a un predominio lateral no homogéneo, es decir, al hecho de predominar el lado derecho en un miembro y el lado izquierdo en otro miembro. Esto suele darse cuando hay un motivo de cruce de ojo y oído, siendo el más frecuente la que se expresa con predominio diestro de la mano y pie junto con predominio ocular izquierdo.

Si bien es cierto que la mayoría de la población desarrolla su lateralidad de forma exitosa, hay un importante porcentaje de niños que no llegan a desarrollarla de manera adecuada. Aproximadamente el 30% de la población sufre lateralidad cruzada, especialmente las mujeres debido a su simetría cerebral (Brusasca et al, 2011). En palabras de Bernabéu (2014), “el desarrollo de la lateralidad tiene repercusiones sobre distintas facetas del desarrollo evolutivo del niño, como el desarrollo motriz, coordinación motora, capacidad de orientación y percepción espacio temporal, así como el conocimiento del esquema corporal”. Concretamente, el hecho de tener lateralidad cruzada conlleva directamente a presentar problemas a la hora de rotar figuras, confundir la representación espacial de letras o números o al hecho de presentar dificultades relacionadas con el propio esquema corporal, así como con la motricidad y la relación témporo-espacial.

En definitiva, procesos relacionados con el aprendizaje como el lenguaje, la lectoescritura o las matemáticas estarían directamente afectados ante la falta de predominancia lateral, ya que es necesario tener un segmento dominante que tenga mayor fuerza, precisión, calidad propioceptiva, equilibrio y coordinación para llevar a cabo este tipo de aprendizajes (Mayolas, 2010). Según Bernabéu (2014), los niños con una dominancia lateralidad definida presentan ventajas a la hora de aprender a leer, a escribir y a hacer cálculos matemáticos con respecto a aquellos que presentan dificultades en predefinir su lateralidad. Por ejemplo, autores como Mesonero (1994) mencionan que las dificultades que pueden aparecer durante el proceso de aprendizaje de la lectura puede ser provocado en gran medida por la dificultad de discriminación entre derecha e izquierda, al retraso de la maduración nerviosa y a las alteraciones de la lateralidad cruzada. Al igual que la lectura, también existen problemas de disgrafía y disortografía, así como problemas de cálculo. Además, este autor relaciona los problemas de lectoescritura debido a alteraciones en la psicomotricidad, esquema corporal y en la estructuración espacial.

Aunque hay que tener en cuenta que el proceso de lateralidad es evolutivo y cuyo predominio no empieza a establecerse en torno a los 4-6 años con el aprendizaje de códigos (Ferré et al, 2016), es cierto que estos problemas deben detectarse de la manera más eficaz y rápida posible, con el fin de suplir todos aquellos déficits en el menor tiempo posible. Para ello, se debe tener en cuenta manifestaciones como las siguientes (Bernabéu, 2014; Ferré et al, 2016):

  • Dificultades en la automatización de lectura, escritura y cálculo.
  • Problemas de organización en espacio y tiempo.
  • Inestabilidad personal y emocional.
  • Desorden de los puntos de referencia corporal.
  • Dificultad para situarse a la derecha e izquierda de la línea media corporal.
  • Marcada lentitud de reflejos.
  • Inversiones gráficas y/o lectoras.
  • Velocidad lectora lenta y ausencia de comprensión lectora.
  • Pérdidas de atención.
  • Problemas en las relaciones con los iguales.

Por tanto, es fundamental la exploración completa y global de los diferentes aspectos relacionados con la lateralidad del sujeto, haciendo hincapié en explorar el desarrollo contralateral de base, la simetría de la arquitectura corporal y funcional, la automatización de los niveles de organización previamente alcanzados y el tipo de lateralidad en mano-ojo-pie-oído. El objetivo de esta exploración más exhaustiva no es otro que poder detectar el predominio lateral del sujeto y ver en qué fases o aspectos puede existir el problema de base, con el fin de hacer un buen abordaje y poder diseñar una estrategia de adquisición de preferencia manual que mejore la calidad de vida del niño (Ferré et al, 2004, Mayolas Pi, 2010).

En mayo de 2020 reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Neuropsicología: relación entre lateralidad y aprendizaje
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Neuropsicología: relación entre lateralidad y aprendizaje

Susana Lladó - Lladó Comunicación 22 junio, 2021 Aprendizaje, El trastorno de lateralidad, Lateralidad, Lateralidad cruzada

La relación entre lateralidad y aprendizaje ha quedado refrendada con las investigaciones que se han llevado a cabo en las últimas décadas desde la neuropsicología. Hoy compartimos algunas de las conclusiones más relevantes de un estudio publicado por la doctora en Psicología y Máster en Neuropsicología Cognitiva Elena Bernabéu Brotons, quien es también Vicedecana de Ordenación Académica y Calidad de la Facultad de Educación y Psicología de la UFV (Universidad Francisco de Vitoria), además de participar como docente en diversos posgrados relacionados con la Neuropsicología Clínica y la Neuropsicología y Educación.

El estudio al que nos referimos lleva por título Programas de desarrollo de la lateralidad, mejora del esquema corporal y organización espaciotemporal. Intervención en dificultades de aprendizaje, y forma parte de la publicación Procesos y programas de neuropsicología educativa editada por el Centro Nacional de Innovación e Investigación Educativa (CNIIE). Desde aquí, agradecemos a la doctora Bernabéu que nos haya autorizado a compartir su trabajo.

El desarrollo de la lateralidad tiene repercusiones sobre distintas facetas del desarrollo evolutivo del niño

En la introducción del estudio se señala:

«La lateralidad corporal se define como el predominio funcional de un lado del cuerpo sobre el otro, y se manifiesta en la utilización preferente de mano, pie, ojo y oído (Bilbao & Oña, 2000; Portellano, 2008). La organización lateral, consecuencia de la diferente distribución de funciones en el cerebro humano, es de gran relevancia en el desarrollo cognitivo y emocional infantil. Gracias a las aportaciones llevadas a cabo dentro del campo de la neuropsicología (Dubois et al., 2008; Oltra, 2002), actualmente se asume que el desarrollo de la lateralidad tiene repercusiones sobre distintas facetas del desarrollo evolutivo del niño, como el desarrollo psicomotriz, la coordinación motora, la capacidad de orientación y percepción espacio-temporal, el conocimiento del esquema corporal, y como consecuencia de todo esto, está implicado en los procesos de aprendizajes, especialmente en los relacionados con el lenguaje, la lectoescritura o las matemáticas (Jagannath, Garrido & González, 2001; Dean & Reynolds, 1997). »

Posteriormente, la especialista cita los trabajos de Broca y Wernicke sobre la localización del lenguaje añadiendo que, desde entonces, las investigaciones desde la neuropsicología sobre lateralización hemisférica muestran:

  • La especialización del hemisferio izquierdo en el procesamiento del lenguaje (Gazzaniga, 2000).
  • Mayor competencia del hemisferio izquierdo en tareas solución de problemas y en formulación de hipótesis (Gazzaniga, 2000).
  • Superioridad del hemisferio izquierdo en la programación del acto motor en la ejecución de los movimientos que se realizan con cualquiera de las dos manos (Babiloni et al., 2003).
  • Superioridad del hemisferio derecho en tareas visoperceptivas, visoespaciales y visoconstructivas (Stephan et al. 2007), así como en la percepción de la emoción; es decir, en el reconocimiento de los aspectos emocionales de los estímulos (Tamietto et al., 2006).
  • Los sistemas atencionales también parecen organizarse de forma asimétrica: se ha encontrado una mayor implicación del hemisferio derecho en los procesos de vigilancia y de orientación automática de la atención (Banich, 2003), frente al control voluntario de la atención, en el que parece predominar el hemisferio izquierdo (Gazzaniga, 2000; Chokron et al., 2003).
  • El hemisferio izquierdo procesa la información preferentemente de forma analítica y secuencial, mientras que el hemisferio derecho estaría especializado en un tipo de procesamiento global u holístico, hipótesis planteada originariamente por Levy en 1974, y confirmada en estudios posteriores (Banich y Compton, 2011). Como consecuencia de esta distribución asimétrica de funciones en el cerebro, los seres humanos también muestran diferencias de organización sensorial y motora. Al igual que hay un hemisferio preferente o más competente en cada una de las funciones psicológicas, también a nivel sensoriomotriz existen diferencias funcionales entre los dos lados del cuerpo. Aunque la dominancia manual es la asimetría humana más evidente, la mayoría de las personas tienen un ojo, un oído o un pie dominante o preferente: la mano preferente dirige la función y coordina el movimiento manual, y lo mismo ocurre en las extremidades inferiores: el ojo y el oído preferentes dirigen el análisis sensorial y la integración de la información que procede de los dos canales visuales y auditivos (Ferré y Aribau, 2006; Ferré, Catalán, Casaprima y Mombiela, 2008).
Neuropsicología: relación entre lateralidad y aprendizaje

En el apartado sobre lateralidad, esquema corporal y estructuración espaciotemporal, la doctora explica lo siguiente:

  • La lateralidad no es únicamente la preferencia sensorial o motora de uno de los dos lados del cuerpo: es una función de gran complejidad que se constituye en principio organizador de la estimulación aferente y de la respuesta motora. Se ha comprobado que el desarrollo de la lateralidad está implicado en aspectos importantes del desarrollo psicomotriz, como la coordinación motriz, la orientación espacial, y la percepción espaciotemporal (Dean & Reynolds, 1997).
  • La preferencia funcional de uno u otro lado del cuerpo permite al niño diferenciar la derecha y la izquierda con relación a su cuerpo, ubicarse en su entorno y en relación los demás, lo que le va a permitir conformar la base de la orientación y la estructuración espacial. La lateralidad, por tanto, posibilita la utilización eficaz del propio cuerpo y la percepción del propio esquema corporal (Vlachos, Gaillard, Vaitsis, & Karapetsas, 2013).
  • Muy unida a la ubicación especial y al esquema corporal está la temporalidad o estructuración del tiempo. La estructuración temporal implica una correcta estructuración espacial y esquema corporal, una conciencia integrada de la experiencia sensorial y motriz y la correcta orientación propioceptiva (intracorporal) y exteroceptiva (en relación a referencias externas). Además, de una correcta estructuración espacial, la temporalidad implica el sentido del ritmo, o percepción de los intervalos (iguales o desiguales) de tiempo. El desarrollo de la lateralidad permite distinguir, por ejemplo, experiencias simultáneas de experiencias secuenciadas (Da Fonseca, 2005). La capacidad para organizar y estructurar la información en las coordenadas espaciotemporales es esencial para cualquier aprendizaje (Da Fonseca, 2005). Como consecuencia, la lateralidad está directamente implicada en el rendimiento escolar, especialmente en los procesos relacionados con el lenguaje, la lectoescritura o las matemáticas (Jagannath, Garrido & González, 2001). Una buena organización lateral permite la correcta orientación en el espacio y en el tiempo, esencial para asimilar y comprender los códigos escritos (letras y números), que son el medio principal por el que el niño adquiere el conocimiento en el aula (Ferré et al, 2006; Roure, 2012). El sistema más eficaz es el que está lateralmente estructurado.

Respecto al proceso de consolidación de la lateralidad, leemos:

  • La lateralidad parece condicionada genéticamente (Annett, 2008), y se han encontrado respuestas en los neonatos que reflejan preferencias en el uso de un lado u otro del cuerpo, en particular en referencia a manos, pies, ojos y oídos (Annett, 2000; Warren, Stern, Duggirala & Almasy, 2005). Sin embargo, estas respuestas tienden a desaparecer durante el curso del primer año para reaparecer posteriormente a partir de los dos años de forma progresiva hasta que se consolida organización lateral. Casi todos los autores coinciden en que la lateralidad se establece en torno a los ocho años de edad (Ferré et al., 2008), aunque este proceso puede prolongarse en determinadas circunstancias hasta los doce años, siendo inestable antes de los cuatro (Michel, Tyler, Ferre & Sheu, 2006).
  • Los estudios que se han realizado sobre rendimiento cognitivo en diestros y zurdos no han encontrado diferencias significativas relevantes (Springer y Deutsch, 2001; Portellano, Torrijos, Martínez-Arias y Vale, 2006). Lo que sí es importante es que, tras el proceso de consolidación de la lateralidad, el niño construya una lateralidad homogénea, es decir, con los cuatro índices corporales (mano, pie, ojo, oído) ubicados en el mismo hemicuerpo (Ferré y Aribau, 2002; Ferré et al., 2008).
Neuropsicología: relación entre lateralidad y aprendizaje

Las ideas que nos parecen más relevantes sobre la lateralidad y los problemas de aprendizaje para destacar aquí son:

  • La relación entre lateralidad y aprendizaje ha sido señalada por multitud de autores. Los niños lateralizados de forma adecuada muestran cierta ventaja en el desarrollo de habilidades visoespaciales, en el aprendizaje de la lectoescritura y en el cálculo frente a niños con lateralidad indefinida o no estructurada de forma homogénea (De Jong, Van der Graaf, & Paans, 2001; Simon, Mangin, Cohen, Le Bihan, & Dehaene, 2002).
  • Se ha propuesto que cuanto más afianzada y fuerte sea la lateralidad (diestra o zurda), mejor será la capacidad cognitiva (Nettle, 2003). Mayolas, Villaroya & Reverter (2010) encontraron que la mayoría de los niños con lateralidad homogénea, mostraban un estilo de aprendizaje positivo (64,5%), mientras que los niños con lateralidad cruzada mostraron con más frecuencia (55,8%), un aprendizaje negativo, según valoración de sus profesores.
  • La incidencia de alteraciones en la lateralización es mucho más elevada entre niños con problema de aprendizaje. De forma coherente, se ha hallado un alto porcentaje de lateralidad cruzada entre alumnos con cociente intelectual normal y dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura (Siviero, Rysovas, Juliano, Del Porto & Bertolucci, 2002), y se ha relacionado una dominancia manual indefinida y con tendencia al ambidextrismo con dificultades en el desarrollo del lenguaje y en el aprendizaje de la lectoescritura y de las matemáticas (Hallahan, Kauffman & Lloyd, 1999; Vlachos et al., 2013).
  • También es mayor la proporción de niños con lateralidad mal definida entre niños con dislexia, disgrafía, tartamudez y dificultades de estructuración espaciotemporal (Da Fonseca, 2005).
  • Se ha descrito un mayor porcentaje de niños con lateralidad no homogénea o indefinida en diferentes trastornos del desarrollo: discapacidad intelectual (Niort, 2012), espectro autista (Yoshimura et al., 2013; Dane & Balci, 2007), trastorno específico del lenguaje (Triviño, 2002), trastorno por déficit de atención con hiperactividad (Reid & Norvilitis, 2000) o sufrimiento perinatal (Portellano, 2009).

Respecto a los programas de intervención para mejorar la organización lateral, la doctora concluye:

  • La lateralidad mal definida puede considerarse, por tanto, un factor de riesgo que aumenta en las aulas las posibilidades de tener dificultades o desarrollar un trastorno del desarrollo. Se hace, por tanto, necesario desarrollar programas de intervención de carácter preventivo que aseguren un correcto establecimiento de la lateralidad, y programas de intervención para mejorar patrones de lateralidad anómalos o no establecidos de forma homogénea.
  • Previamente, los profesionales del entorno educativo deben evaluar el desarrollo de la lateralidad de sus alumnos, y eso puede hacerse a partir de la edad de cuatro años, cuando las tendencias en lateralidad son evidentes.
El déficit de atención en niños con lateralidad cruzada (Parte I)
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El déficit de atención en niños con lateralidad cruzada (Parte I)

Susana Lladó - Lladó Comunicación 2 junio, 2021 Déficit de atención, El trastorno de lateralidad, Lateralidad cruzada

Nueve de cada diez niños y adolescentes con lateralidad cruzada presentan déficit de atención. Esta dificultad tiene múltiples consecuencias en todos los ámbitos de su vida, incluyendo su desempeño escolar, ya que les impide realizar tanto tareas muy sencillas como complejas.

El déficit de atención se puede manifestar conductualmente con un alto nivel de activación y/o con desatención. De hecho, en muchos de estos niños y adolescentes se combina la impulsividad del movimiento (no paran de moverse) con la impulsividad en su habla y la falta de atención.

En cualquier caso, el déficit de atención les impide recoger el volumen de información que se les está transmitiendo: indicaciones, explicaciones, pautas, etc. Y al no poder gestionar esta información, desconectan y se distraen.

«Los niños suelen vivir este problema con una especie de malestar o culpabilidad; sobre todo, por las consecuencias que tiene en su aprendizaje escolar. No obstante, cuando se refieren a su déficit de atención, no saben explicarlo. Son conscientes de que algo les pasa, pero no lo tienen identificado. En cambio, los adolescentes adoptan, normalmente, una actitud más pasota. Han llegado a la conclusión de no hay ninguna explicación para su falta de atención y, aparentemente, lo aceptan como esto es lo que hay, aunque de hecho, esta actitud desprendida es una actitud defensiva. Al inicio de la terapia, el terapeuta proporciona sentido a lo que para ellos no lo tiene explicándoles las causas y mostrándoles mediante diferentes actividades que no se distraen siempre, por lo que no es cierto que tengan una incapacidad. Y todos los pacientes mejoran, aunque dependiendo de su edad y circunstancias lo hacen a un ritmo más rápido o más lento», nos explica el psicólogo de nuestro centro Luis Elías.

El déficit de atención en niños con lateralidad cruzada (Parte I)

Consecuencias del déficit de atención

Los niños con déficit de atención no pueden seguir el ritmo escolar porque no llegan a asimilar los conocimientos que se les imparten, conocimientos que de forma natural les correspondería adquirir por edad. Si los problemas de déficit de atención derivados de la lateralidad cruzada no se tratan, la tasa de abandono escolar de estos niños cuando llegan a la adolescencia es alta porque su motivación y autoestima han quedado muy mermadas. Piensan que nadie les entiende.

Al no poder concentrase, cometen muchos errores, no consiguen planificarse las tareas ni organizarse. Como hemos mencionado, algunos pueden manifestar impulsividad no solo conductual, sino también a la hora de hablar: no piensan antes de expresarse verbalmente ni antes de pasar a la acción, puede haber verborrea, suelen interrumpir a la persona que se dirige a ellos, etc.

Asimismo, también les cuesta mucho pedir ayuda o informar de que no han entendido lo que se les ha dicho. Hay que tener en cuenta que algunos son conscientes de su dificultad, pero otros no. «Son niños que parece que no escuchan cuando les hablas. Simplemente hacen, van haciendo. Por esto, una parte importante de la terapia es, precisamente, ayudarles a tomar consciencia para que consigan ir focalizando en las pautas que se les dan, las integren y empiecen a pensar antes de decir y hacer, en lugar de actuar de forma impulsiva», prosigue Elías.

El déficit de atención en niños con lateralidad cruzada (Parte I)

Como apuntábamos al principio, las dificultades de atención también repercuten en su ámbito familiar y social, además de en el escolar. En casa, muchos padres ya no saben cómo actuar con ellos: ni tienen las herramientas para corregirles adecuadamente ni para fomentar cambios en su hijo. Son padres que llegan a la consulta quemados. Además, desconocen que su manera de proceder solamente logra cohibir más al niño. En el ámbito social, cuando los pacientes se relacionan con sus amigos y compañeros, estos perciben que no les escuchan, que no entienden lo que les explican o directamente creen que pasan de ellos.

«A los padres les proporcionamos pautas para que no se desesperen. Una de las más importantes es que las normas que les den a sus hijos deben ser cortas y sencillas. Nunca les deben dar indicaciones largas. Por ejemplo: en vez de decirle al niño que haga los deberes, hay que decirle que haga la página 3 de sumas del cuaderno de Matemáticas. Cuando termine las sumas, hay que darle la siguiente indicación, que lea la página 58 del libro de Lengua, etc. Cuanto más se concrete, mejor. A la hora de acostarse, en lugar de decirle que vaya a lavarse los dientes, hay que decirle que se lave los dientes, después que se acuerde de cerrar el dentífrico y, posteriormente, que doble la toalla. Para los padres esto representa alargar el proceso, es cierto, pero así es como el proceso queda simplificado para el niño porque no se acordará de que debe doblar la toalla después de lavarse los dientes y de cerrar el tubo», detalla el psicólogo.

Asimismo, a los niños con déficit de atención les ayuda mucho que se apoye la información verbal con la información visual, tal como explicaremos la próxima semana en la segunda parte de este artículo que dedicaremos a cómo se trabaja en terapia el déficit de atención.  Por ejemplo, para indicar en el aula que no se puede chillar o que no se puede comer en clase, lo ideal sería colgar letreros que lo representen  (el de mantener silencio y uno con un bocata tachado), en vez de darle al niño toda una explicación sobre la normativas del colegio al respecto. Este apoyo mediante información gráfica favorece la integración de la información. De otro modo, quizá ni presten atención, al margen de que es muy probable que, aunque la presten, se les olvide al cabo de un momento debido a que ya han desconectado después de la segunda idea o directriz.

En mayo de 2020 reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

Cómo saber si mi hijo tiene problemas de lateralidad (II)
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Cómo saber si mi hijo tiene problemas de lateralidad (II)

Susana Lladó - Lladó Comunicación 29 marzo, 2021 El trastorno de lateralidad, Emociones, Equilibrio, Hipertonía, Hipocondría, Lateralidad cruzada, Lateralidad y CI, Organización corporal, Organización temporal, Orientación espacial, Problemas de equilibrio, Problemas de lateralidad, Síntomas de lateralidad cruzada

 

La semana pasada publicamos la primera parte de este artículo en el que estamos explicando las dificultades más habituales que presentan los niños con problemas de lateralidad. En la primera parte abordamos:

  • Los problemas de lectura
  • Los problemas de escritura
  • Las dificultades en el lenguaje verbal
  • Las dificultades en el lenguaje escrito
  • Los problemas de predislexia

 

El objetivo del artículo es que tanto padres como profesores puedan identificar los síntomas de una posible lateralidad heterogénea para solicitar un test completo de lateralidad cruzada que confirme o descarte el diagnóstico. Este test neurofisiológico evalúa cuántos cruces de lateralidad tiene la persona y en qué grado, resultados que nos permiten diseñar una terapia de lateralidad personalizada para cada paciente.

 

En esta segunda parte, proseguimos con los siguientes problemas de lateralidad:

 

Dificultades de organización temporal y de abstracción

  • Les cuesta aprender las horas y saber en qué día de la semana, mes y estación están: muchos no pueden escribir su fecha de nacimiento completa, no saben la fecha del día en curso (si es martes o jueves, el mes, si es primavera u otoño, no han establecido la relación entre los meses y las estaciones, etc.). Estas dificultades de organización temporal, razonamiento y abstracción que les impiden establecer relaciones cronológicas y secuenciales también provocan que, por ejemplo, en invierno se pongan un jersey de primavera, o al revés. En otras palabras, no pueden hacer el link entre el momento en el que viven y eso a lo que llamamos “estaciones del año”, ya que hacer este link implica capacidad de abstracción y de organización temporal; dos capacidades que no tienen adquiridas (ambas deberían estarlo a los siete años).
  • Les cuesta entender la noción de temperatura: no ven la diferencia entre 10 grados y 30. Esta noción es como un constructo ajeno a ellos.

 

Tienen poca autonomía

  • Dificultades para vestirse solos a los siete años, aproximadamente, cuando ya deberían poder hacerlo. Les cuesta atarse los zapatos (pasar por delante y por detrás los cordones, y orientarlos a la izquierda y derecha), al ponerse los pantalones se hacen un lío, el jersey se lo ponen al revés, son incapaces de abrocharse los botones de una camisa, se visten poniéndose primero los zapatos sin darse cuenta de que primero hay que ponerse el pantalón (secuencia, cronología), etc. No tienen la autonomía que ya deberían tener a su edad. Son niños muy dependientes de la ayuda de los padres.

  • Les cuesta lavarse el pelo y ducharse solos: no ponen la cantidad suficiente de champú ni de agua, se empiezan a aclarar el pelo cuando todavía no está lavado (secuencia), se despistan con el agua y juegan en lugar de ducharse, etc.

Dificultades de organización

  • Los niños con problemas de lateralidad tienen serias dificultades para organizarse el día y gestionar las tareas: no saben por dónde empezar, cómo seguir y cómo terminar los deberes, los trabajos de las asignaturas, etc. Esta dificultad se ha agravado con la pandemia debido a que su rutina ha cambiado. También les cuesta muchísimo hacerse la cama, poner la mesa bien, ordenar la ropa y su habitación, o cualquier otra responsabilidad de este tipo. No hay noción de límite (una parte puede ser educacional, pero hay otra que está relacionada con la lateralidad).

Problemas de equilibrio

  • Problemas de equilibrio estático (cómo se produce el recorrido sináptico cuando el niño está quieto): los niños con problemas de lateralidad presentan inestabilidad motriz, temblores y dificultad en el concepto de distancia y en el de ritmo (estas últimas producen dificultades para el cálculo).

 

  • Problemas de equilibrio dinámico: presentan descoordinación general y desequilibrio en el movimiento. Los niños hipotónicos son patosos, se caen, no les gusta hacer deporte, son poco ágiles, tienen dificultades para ir en monopatín y en bicicleta, así  como para jugar al fútbol. Prefieren bucear, hacer natación y practicar la equitación.

Problemas específicos en función de si son hipertónicos o hipotónicos

  • Los niños hipertónicos son ágiles en los deportes, pero por su precipitación, no calculan los espacios, las distancias. Son muy nerviosos e irritables, por lo que pueden alzar la voz y gritar, tener reacciones bruscas y tirar y romper cosas. Son poco pacientes, se exasperan porque exigen inmediatez, son extrovertidos y muy sociables. Necesitan liberar su energía practicando deportes.

 

  • Los niños hipotónicos: los hipercinéticos son muy inquietos, se mueven mucho, pero no presentan TDAH (no son hiperactivos). Presentan gran ansiedad, se bloquean con facilidad y son lentos en su vida cotidiana y escolar. Pueden tener momentos de apatía (se quedan tumbados en el sofá o en la cama) y son poco sociables e inhibidos.

Repercusiones en el rendimiento mental y emocional

 

  • Por todo lo expuesto, podríamos decir que son niños que están como perdidos, que no se apropian de su vida: por ejemplo, no saben a qué hora deben coger el autobús para ir al colegio y por eso siguen sin vestirse cuando deberían estar saliendo de casa. Los padres se ven obligados a ir continuamente detrás de ellos marcando los tiempos porque ellos no los interiorizan. Asimismo, ellos notan que “algo” va mal, que son diferentes, que les toman por tontos o piensan que quizá lo son (recordemos que la lateralidad cruzada no está relacionada con el cociente intelectual). Son niños muy sensibles que lo pasan francamente mal. De hecho, tienen una sensibilidad especial para captar el estado emocional de los otros, sobre todo, de las personas más cercanas (si un progenitor no se encuentra bien o está preocupado por algo). Como no tienen un yo fuerte y pueden dar la impresión de fragilidad, algunos de ellos son víctimas del acoso escolar.

 

  • No están entendiendo el confinamiento por covid-19: viven como un castigo no poder ver a sus amigos o que se hayan suspendido las clases de las actividades extraescolares a las que iban porque no pueden organizar como sujetos lo que está pasando.  Hay que tener en cuenta que, aunque no presentan un retraso mental, sí hay un retraso de unos 2 años en su madurez. En cambio, se les exige una comprensión de lo externo cuando ellos no se sitúan ni siquiera a sí mismos. Por ejemplo, si se despiertan por la noche porque necesitan ir al lavabo, tienen que llamar a su madre porque no se orientan bien (desorientación espacial y desorientación propia porque no tienen adquirida la noción de esquema corporal). Leer el artículo Los síntomas de la lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento.

 

  • Todos estos problemas de lateralidad repercuten en su rendimiento mental, lo que, a su vez, repercute en su rendimiento emocional. Se sienten inseguros y presentan infravaloración, desmotivación y ansiedad (de hecho, cada vez vemos a más niños con depresión o predepresión). La ansiedad, desmotivación y depresión no son un problema psiquiátrico en estos niños: se deben al trastorno neurofisiológico provocado por la lateralidad heterogénea (mal definida).

En muchos casos, también hay un retraso o retardo motor (próximamente, publicaremos un artículo explicando cuál debería ser la evolución del desarrollo motor en cada edad).

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

Cómo saber si mi hijo tiene problemas de lateralidad (I)
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Cómo saber si mi hijo tiene problemas de lateralidad (I)

Susana Lladó - Lladó Comunicación 19 marzo, 2021 Lateralidad cruzada

Son muchos los padres que se preguntan si su hijo tiene problemas de lateralidad al observar ciertos síntomas y comportamientos en el niño. Aunque la única manera de obtener un diagnóstico certero de lateralidad cruzada es realizar un test neurofisiológico completo, hay una sintomatología concreta que indica que la lateralidad de una persona no está bien definida.

En este artículo ―que publicaremos en dos partes― detallamos las dificultades más habituales que presentan los niños con problemas de lateralidad para que padres y profesores puedan identificarlos.

Problemas de lectura

  • Mecánica lectora: sobre todo, cuando leen en voz alta.
  • Retención lectora.
  • Comprensión lectora.

Los niños no leen con fluidez, la lectura es entrecortada, se equivocan al leer sílabas y/o palabras invirtiéndolas (“al” por “la”, por ejemplo) y omiten fonemas, sílabas e incluso palabras.

Cuando leen, se concentran en identificar los fonemas, sílabas, palabras, puntuación, etc., motivo por el que leen en un tono monótono y sin interpretar las comas, los puntos ni los signos de exclamación. Esta monotonía les dificulta la comprensión lectora de cualquier asignatura, incluidas las de ciencias.

Problemas de escritura

  • Hacen mala letra (disgrafía), por lo que a los profesores, padres, y a ellos mismos, les cuesta descifrarla.

La escritura indescifrable se puede deber a una caligrafía deficiente o a que empiezan a escribir en el margen superior izquierdo de la hoja y, en lugar de seguir en línea recta, lo hacen en diagonal bajando cada vez más por el papel hasta llegar al margen inferior derecho. Es decir, no saben seguir la horizontalidad ni organizar el espacio de la página a causa de la dificultad de organización espacial que provoca el cruce oculomanual (uno de los 3 cruces posibles de la lateralidad). En este cruce, el ojo tiene dominancia diestra y la mano tiene dominancia zurda, o viceversa, de modo que si, por ejemplo, el ojo tiene dominancia izquierda, el niño empezará a escribir por el margen superior izquierdo y proseguirá escribiendo tal como hemos explicado.

  • En algunos casos más graves, ni siquiera pueden escribir su nombre: o bien el orden de las letras que lo componen es incorrecto debido a que no saben qué letra debe ir antes y después (no tienen adquirida la organización temporal) o hacen una especie de garabatos al escribirlo. La organización temporal es uno de los últimos ítems que se adquieren durante el proceso de lateralización, el cual debería finalizar correctamente a los cinco años.

Por tanto, si a los 5-6 años el niño no tiene un nivel adecuado de lectoescritura a causa de estos problemas de lateralidad, ya no podrá seguir las clases y, en consecuencia, su rendimiento escolar se verá muy afectado. Recalcamos que todas estas dificultades están causadas por los problemas de lateralidad: no se deben a un cociente intelectual bajo ni a que estos niños sean perezosos o hiperactivos (Leer la entrevista La lateralidad cruzada estanca el CI de las personas).

Cómo saber si mi hijo tiene problemas de lateralidad (I)

Dificultades en el lenguaje verbal

  • Hay poca fluidez verbal. Se expresan de manera muy escueta, a veces con monosílabos. No pueden construir correctamente una frase con complemento circunstancial, sujeto, verbo y predicado debido a que no tienen adquirida la organización espaciotemporal: lo que va antes y después en el tiempo y espacio. Por ejemplo, dicen:« Ayer haré un dibujo»
  • Cuando hablan, los niños hipertónicos lo hacen muy rápido, no vocalizan y el tono es monótono, como hemos mencionado antes. Cuesta entenderles. Si el niño es hipotónico, hablará muy despacio y mezclando ideas.
  • Dificultad para expresar ordenadamente una frase (oralmente): no se les entiende cuando hablan, ni siquiera los padres. El niño intenta explicar lo que ha hecho ese día en clase y los padres se impacientan y acaban terminando ellos mismos las frases.
  • Su diálogo es desordenado: empiezan a explicar algo y pasan a explicar otra antes de terminar la primera.
  • Les cuesta mucho construir por escrito una frase con orden, incluso con 7-8 años. Es ininteligible lo que plasman: no hay concepto, lo que escriben no representa nada.
  • Mezclan las nociones de antes, ahora y después con la espacial. Muchas veces esto está relacionado con el cruce oculomanual.
  • Se encallan al hablar. Puede haber tartamudeo de primer grado; es decir, no al iniciar las frases, sino durante las frases. Si se les pide que hablen sin encallarse, se bloquean.

Dificultades en el lenguaje escrito

  • Disortografía. Este problema, según la edad que tengan, les hace bajar las notas de diversas asignaturas, no solo de la de Lenguaje. A veces, hacen bien un examen, pero la maestra les quita puntos por las faltas de ortografía.
  • No saben hacer un resumen oral o escrito a los 8-9 años. Esta dificultad para realizar síntesis se debe a que no han entendido bien lo que han leído o lo que han escuchado por sus problemas de organización espaciotemporal y de ritmo (suelen ser lentos). En consecuencia, no pueden seguir el ritmo del profesor o del adulto. Por ejemplo, si se les pide que hagan un resumen del argumento de una película que han visto, hablarán del león, de la jirafa, etc., pero será imposible deducir de qué iba la película.
  • Por las mismas razones citadas, les es imposible hacer un cuadro sinóptico. Si no pueden hacer un resumen, ¿cómo van a poder entender lo que es la estructura de un texto o de un argumento e identificar las ideas primarias y secundarias?

Predislexia

  • Confunden letras al escribir: la p con la q, la m con n, la d con la b, etc. (predislexia perceptiva).
  • Confunden letras al hablar (Roma/toma, por ejemplo) y al escuchar (predislexia auditiva).
  • Escriben letras y números en espejo: por ejemplo, el palito del número uno lo trazan hacia el otro lado, o convierten el número 15 en el 51. Estas inversiones les dificultan aún más el cálculo, ya que no es lo mismo restarle 7 a 15 que restarle 7 a 51, por ejemplo.

Son niños que en su desarrollo psicomotor no han gateado: han pasado directamente de la posición sentada a andar (más tarde de lo normal). Esto es muy importante, ya que el gateo permite adquirir la noción de espacio porque es una exploración de este. Por lo tanto, si en la fase del gateo la noción de espacio no ha sido adquirida, o han gateado solamente con una pierna y la otra seguía como podía, no podrán situar bien los fonemas, las letras ni el orden de las palabras en una frase.

  • Dificultad en las seriaciones: por ejemplo, no pueden contar de 10 en 10 hasta 100, y todavía menos en orden decreciente (100, 90, 80, 70, etc.).
  • A menudo, la predislexia también está asociada a la discalculia. A causa de sus dificultades con la seriación, muchos niños también tienen problemas a la hora de multiplicar, una operación que es más fácil que restar porque es mucho más mecánica (la resta implica más capacidad de abstracción). Y como les cuesta retener información y concentrarse, se abruman cuando se les hace realizar una serie de multiplicaciones (no saben dejar suspendido el resultado mientras “se llevan”). Con las sumas les ocurre lo mismo (dificultad para sumar “llevando”), al igual que con las divisiones de dos cifras o más. Aquí ni siquiera estamos hablando de comprensión de problemas matemáticos, hablamos de capacidad de cálculo mental.

Todas estos problemas de lateralidad se pueden solventar en una terapia personalizada. Leer el artículo ¿En qué consiste la terapia de lateralidad cruzada?

Ya podéis leer la segunda parte del artículo.

«Si hay problemas de psicomotricidad, los hay de conciencia corporal»
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«Si hay problemas de psicomotricidad, los hay de conciencia corporal»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 2 marzo, 2021 Lateralidad cruzada, Lateralidad y lectura, Lectoescritura, Terapia de psicomotricidad

 

Por Susana Lladó

Los problemas de psicomotricidad pueden deberse a diversas causas, las cuales suelen estar interrelacionadas. En esta entrevista, la psicóloga Meritxell Pujol profundiza en los diversos aspectos implicados.


¿Por qué algunos niños necesitan realizar una terapia de psicomotricidad? 

En general, el desarrollo psicomotor es un proceso vivencial que cada niño va realizando sin que se le tenga que enseñar cómo. Por ejemplo: normalmente, no es necesario que tengamos que explicarle a un niño de 3-4 años en qué consiste saltar antes de que dé su primer salto. No hace falta detallarle previamente que saltar consiste en coger impulso y levantar la pierna derecha, luego la izquierda, etc. Un día, dará su primer salto.  Sin embargo, algunos niños experimentan dificultades durante su desarrollo psicomotor.

 

¿Lo puedes ilustrar siguiendo el mismo ejemplo?

Hay niños que no pueden saltar a edades en las que ya deberían hacerlo sin dificultad.

 

¿Por qué?

Porque saltar significa quedarse sin suelo bajo los pies. Es la pérdida del sostén, del contacto que da seguridad. Hay un gran componente simbólico.

 


Lo primero que hace un bebé es arrastrarse y gatear. Solamente se pone de pie una vez que se siente seguro. Es decir, pasa del plano horizontal al vertical cuando está preparado para contener la angustia.


 

¿Cuál es el componente simbólico?

En el caso del salto ―pero podríamos hablar de otros muchos ejemplos― es perder la seguridad que proporcionan la madre o el padre al sujetarnos cuando todavía somos pequeños.

 

Entiendo, ¿y cómo se trabaja esta problemática en la terapia de psicomotricidad?

En el caso del ejemplo que estamos dando, el terapeuta deberá reasegurar al niño mediante juegos de arrastre para que experimente el contacto cuerpo-suelo.

 

¿Con qué objetivo?

Lo primero que hace un bebé es arrastrarse y gatear. Solamente se pone de pie una vez que se siente seguro. Es decir, pasa del plano horizontal al vertical cuando está preparado para contener la angustia.

 

¿Es como esos niños que para lanzarse por el tobogán necesitan que su madre los espere abajo con los brazos abiertos o que les coja la mano mientras bajan?

Sí y no. Es decir, a ciertas edades es normal que el niño todavía necesite que le proporcionen esa seguridad. Incluso en terapia, hay niños que te piden que les des la mano al hacer algunos ejercicios. Ahora bien, si el niño depende siempre de la mano de un adulto es que algo está fallando. Y esto nos lleva a un punto importante.

 


Si el niño todavía no se ve capacitado, nunca hay que forzarle. Un niño no debería verse inmerso en una situación que le provoca miedo o angustia. Es fundamental que pueda conquistar él solo esos territorios nuevos. Por esto es crucial que el terapeuta sepa respetar sus ritmos y prepararlo emocionalmente.


 

¿Cuál?

Si el niño todavía no se ve capacitado, nunca hay que forzarle. Un niño no debería verse inmerso en una situación que le provoca miedo o angustia. Es fundamental que pueda conquistar él solo esos territorios nuevos. Por esto es crucial que un terapeuta de psicomotricidad sepa respetar sus ritmos y prepararlo emocionalmente. Algunos adultos lo entenderán muy bien si recuerdan cómo se sentían de niños cuando en clase de gimnasia los obligaban a saltar el potro.

 

¿Y cómo llega el niño a superar esas dificultades?

En el espacio de terapia ―que es un espacio que el niño percibe como un espacio lúdico―, si le vas poniendo las estructuras y componentes adecuados, lo irá haciendo.

 

Algunos padres pueden pensar que si se trata de un juego, su hijo puede hacerlo en casa, sin asistir a una terapia de psicomotricidad

Las personas construimos lo simbólico a través del cuerpo. Si hay problemas de psicomotricidad, los hay de conciencia corporal. El terapeuta está preparado para identificar en qué fase está el niño. Puede ser que tenga 7 años y tenga un desarrollo motor de 5. Asimismo, identificará qué necesita para ayudarle a avanzar en las diferentes etapas. Quizá sea necesario retroceder y revisar qué ha pasado en una etapa anterior, quizá haya un miedo cuyo origen se debe identificar o se trate de inseguridad, problemas de equilibrio físico, una coordinación motora deficiente o una desorganización en el movimiento.

 

¿Qué es una desorganización en el movimiento?

En la sala donde realizamos la terapia de psicomotricidad  tenemos una escalera triangular. Al llegar arriba, el niño tiene que darse la vuelta para bajar. Hay niños que, en lugar de darse la vuelta con normalidad, necesitan cogerse la pierna y pasársela al otro lado para quedar encarados correctamente y poder bajar. Este sería un ejemplo de esta dificultad de tipo psicomotor. Pero, como digo, las causas de los problemas psicomotores pueden estar relacionadas también con aspectos emocionales.

 

En función de la causa, enfocáis la terapia

Sí. Hay que detectar bien cuál es el problema subyacente. En el caso de los niños con lateralidad cruzada, por ejemplo, suelen llegar al centro muy machacados emocionalmente por todas sus dificultades de lectoescritura y/o abstracción, capacidad lógica, etc. Aquí, la mirada del terapeuta y la relación que establezca con el niño son fundamentales.

 


El movimiento no debe suponer angustia o sufrimiento; el movimiento debe poder realizarse con placer. Esto es esencial para que cada etapa del niño transcurra de forma idónea. De otro modo, si hay miedo o angustia es cuando puede darse un estancamiento en su psicomotricidad.


 

¿En qué sentido?

Porque la mirada de la que han sido objeto estos niños siempre se ha dirigido a la falta, a lo que no hacen bien, en lugar de a su potencialidad. En la intervención terapéutica se validan sus logros, se contienen sus frustraciones y, si han sido objeto de burlas o infravaloraciones, se trabaja también toda esta parte, además de la conciencia corporal y las habilidades motoras. Lo fundamental es que se trabaje la psicomotricidad para que en el movimiento haya placer.

 

¿A qué te refieres con que en el movimiento debe haber placer?

El movimiento no debe suponer angustia o sufrimiento; el movimiento debe poder realizarse con placer. Esto es esencial para que cada etapa del niño transcurra de forma idónea. De otro modo, si hay miedo o angustia es cuando puede darse un estancamiento en su psicomotricidad. Volviendo al ejemplo de antes: un terapeuta preparará la sesión colocando en la sala varios componentes, algunos de ellos pensados para que el niño salte, pero nunca le dirá al paciente “Salta”. Si el niño no lo hace, es cuando empieza la intervención terapéutica para promover que pueda llegar a hacerlo. Quizá necesite primero otro tipo de juegos que le den seguridad. En otras ocasiones, una frase o palabra del terapeuta provocan el cambio. La función del terapeuta de psicomotricidad es acompañar al niño e intervenir para que pueda avanzar en este proceso obteniendo sus propios recursos.

 

Por eso la terapia de psicomotricidad debe ser personalizada

Si. Podríamos decir que en terapia se reconstruye una historia. Esto significa que identificamos la falta del niño, conectamos con su necesidad y le ayudamos a que, en un ambiente seguro y ante la mirada del terapeuta que le valida como sujeto, se vaya reconstruyendo a sí mismo.  De esta manera, una vez identificada la dificultad que ha habido en su desarrollo psicomotor, y con una estrategia de intervención, el niño va a poder mejorar e ir conquistando etapas.

 

¿De qué manera están relacionados los problemas de lateralidad con las dificultades de aprendizaje?

Muchos niños llegan con problemas escolares, como dificultades en la lectoescritura o las matemáticas, aunque también tratamos aspectos motores como la hipotonía o la hipertonía. Estas afectaciones del tono muscular están muy ligadas a las emociones y su regulación.  En los niños con dificultades de lectura o lectoescritura, observamos que muchas veces son niños que no tiene adquirido el esquema corporal o que tienen un retraso de desarrollo psicomotor. Ayudarles en la base, significa ir a la dificultad en estadios anteriores para que ellos puedan llegar a desarrollar la capacidad y maduración necesaria para la adquisición del símbolo.

 

¿Puedes explicar un poco más lo de la adquisición del símbolo?

El bebé adquiere poco a poco conciencia del mundo que le rodea y va entendiendo que él y su madre no son una sola persona, pero que esta acude y le calma cuando él la demanda. Este proceso de adquisición del concepto de individualidad se construye a medida que el niño va creciendo. Pero primero, le cuesta mucho entender que su madre está aunque no la vea. Si no la ve, llora porque cree que la ha perdido. Hasta que el niño no cumple los 2-4años ―que es cuando empieza a hacer el proceso de simbolización al que llamamos descentración― no es capaz de separarse de ella.

 


Los niños viven jugando. Su desarrollo como personas es mediante el juego.  A través de él adquieren la noción de orientación, de organización espacial y temporal. El juego es lo que les permite vivir su cuerpo y explorar sus capacidades. La terapia de psicomotricidad tiene como objetivo llevarlos del placer de moverse al placer de pensar. Esto significa que mediante la vivencia de su cuerpo luego van a ser capaces de poder representarse el mundo simbólicamente.


 

¿Proceso de descentración?

Sí, el proceso de descentración se da a medida que el niño puede adoptar el punto de vista del otro. Cuando esto sucede, empieza a jugar a juegos simbólicos: a hacer ver que es un lobo, un perrito y después un pirata o un policía porque entiende la diferencia entre él mismo y lo otro. Puede hacer ver que es un lobo porque en su mente sabe que no lo es, algo que no ocurre en fases más tempranas: por ejemplo, a los niños muy pequeños no les gusta dibujar, hacen unos garabatos y se van a jugar porque les interesa mucho más todo lo sensomotor, están en una etapa muy sensorial. Necesitan experimentar la separación del otro, la distinción. Todavía necesitan descubrir el cuerpo y sentirlo antes de centrarse en otras cosas. Este concepto de descentración es clave para que el niño pueda adquirir los aprendizajes escolares, que se construyen de manera simbólica. Nos construimos como sujetos a través de este proceso de separación y diferenciación. Pero para ello es imprescindible que el niño se vaya construyendo una imagen mental de sí mismo; es decir, que se simbolice. Esta imagen mental dependerá de la conciencia corporal que tenga de sí mismo, la cual está muy ligada a su biografía. Nuestra historia está grabada en el cuerpo.

 

¿Nuestra historia está grabada en el cuerpo?

Así es. Cuando digo que la historia de uno está grabada en su cuerpo me refiero a que cada uno aprende de su propio aprendizaje. Por eso las experiencias del sujeto con la familia, en la escuela, etc., son únicas. En una clase de 25 niños, cada uno tiene su propia historia grabada en su cuerpo, por eso no podemos exigirles a todos lo mismo en los mismos tiempos (el aprendizaje de la lectoescritura o cualquier otro aprendizaje) sin observar si están preparados.  Cada niño tiene su ritmo.

 

¿Y aquí es donde entra en relación el desarrollo del niño con el juego?

Así es. Los niños viven jugando. Su desarrollo como personas es mediante el juego.  A través de él adquieren la noción de orientación, de organización espacial y temporal. El juego es lo que les permite vivir su cuerpo y explorar sus capacidades. La terapia de psicomotricidad tiene como objetivo llevarlos del placer de moverse al placer de pensar. Esto significa que mediante la vivencia de su cuerpo luego van a ser capaces de poder representarse el mundo simbólicamente.

 


Alexia, de 6 años, era una paciente que mostraba dificultades escolares. Los dibujos que hacía de las personas eran desorganizados y más bien casi garabatos. Esta niña se dejaba por dibujar las orejas, el tronco, las manos, etc. Como no había adquirido su propio esquema corporal, tampoco podía representarlo.


 

Ahondemos un poco más con un ejemplo de un caso real

Por ejemplo, Alexia, de 6 años, era una paciente que mostraba dificultades escolares. Los dibujos que hacía de las personas eran desorganizados y más bien casi garabatos. Esta niña se dejaba por dibujar las orejas, el tronco, las manos, etc. Como no había adquirido su propio esquema corporal, tampoco podía representarlo. Un día, después de varias sesiones de psicomotricidad en las que jugamos a saltar y arrastrarnos con diferentes materiales hasta alcanzar algún juego de carácter más simbólico en el que ella hacía de lobo, le propuse cierto material para que dibujáramos juntas. Sin que yo le diera ninguna consigna, ella empezó a dibujar. Dibujó una persona y este dibujo era bastante más completo que los que realizaba al inicio de la terapia. Las partes del cuerpo estaban mucho más organizadas y bien colocadas, no omitió ninguna parte ni extremidad. Hay que destacar que a esta paciente no le gustaba dibujar y, debido a s u dificultad, no solía dibujar personas.  Además, era consciente de que tenía esta dificultad, por lo que veía la diferencia entre los dibujos de los otros niños y los suyos.; lo cual hacía que intentara defenderse negándose a dibujar o a enseñar sus dibujos. Este ejemplo ilustra que mediante la vivencia de uno mismo la persona es capaz de adquirir la representación y el símbolo. Lo que sería el placer de pensar.

 

Resumamos, entonces, la idea principal

Hay niños de edades avanzadas que, aunque ya leen y escriben, tienen dificultades escolares. Y observamos que, aunque ya están en el estadio simbólico, no han hecho el proceso de descentración correctamente, ya que siguen mostrando dificultades de aprendizaje. La propia lateralización del cuerpo se da en edades muy tempranas y una mala lateralización conlleva dificultades en estadios del desarrollo más avanzados, como la de la construcción del pensamiento simbólico, esencial para esos futuros aprendizajes. Y algo más.

 

Adelante

El movimiento del cuerpo también permite la regulación de las emociones. A veces vienen niños que en clase no se concentran o a los que les cuesta quedarse quietos haciendo una tarea. Como comentaba anteriormente, podríamos pensar en niños hipertónicos. Las sesiones de psicomotricidad les ayudan a que puedan regularse emocionalmente.

 

Ponnos un ejemplo

Recuerdo el caso de un niño de 10 años que durante las sesiones de terapia mostraba mucha dificultad para realizar las actividades que le proponía. Se dispersaba hablando de otras cosas, quizás ante la dificultad y el reto que le suponían las actividades, lo que hacía que no acabara de entender la mecánica de los juegos y que para él resultara todo muy pesado. Adoptamos una metodología en la que antes de jugar a ese tipo de juegos (juegos de mesa) dedicábamos un tiempo para “trabajar con el cuerpo”. En ese espacio, él jugaba con libertad, utilizando los materiales previamente elegidos por mí.  Nos dimos cuenta de que ese espacio de juego le ayudaba a regularse y que, después de jugar, podía concentrarse mucho mejor en las actividades. Entendía los juegos y éramos capaces de hacer actividades que no habíamos podido hacer hasta ese momento. Con el tiempo, a veces no necesitaba este espacio de “trabajo del cuerpo” y trabajábamos más a un nivel mental, pero él aprendió a reconocer cuando lo necesitaba. En este espacio de «cuerpo», a veces surgían peleas de cojines a través de las cuales podía expresar su agresividad, frustración o enfado, porque no siempre es fácil gestionar las emociones. Los adultos, en algunas ocasiones, también funcionamos así. Si tenemos un mal día porque nos hemos enfadado en el trabajo con alguien, salimos a correr y volvemos a casa con la sensación de que el enfado ya no ocupa el mismo espacio en nuestra cabeza. En todo caso, los adultos tenemos más estrategias que los niños y podemos contener y tolerar mejor el enfado. Se trata de que los niños vayan adquiriendo estas herramientas.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

«La causa del mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad»
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«La causa del mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 23 febrero, 2021 El trastorno de lateralidad, Emociones, Gestión de emociones, Habilidades de comunicación, Lateralidad cruzada, Mutismo selectivo

Por Susana Lladó

 

El psicólogo de nuestro centro Luis Elías nos explica en esta entrevista qué es el mutismo selectivo y cómo se trata en terapia.

¿Qué es el mutismo selectivo?

Es la inhibición del habla en circunstancias concretas.

 

No en todas

No. A diferencia del mutismo general, cuando un niño presenta mutismo selectivo solamente deja de hablar en ciertas situaciones, no en todas.

 

¿En qué circunstancias deja de hablar?

En aquellas que percibe como amenazantes: cuando cree que va a ser juzgado, criticado, etiquetado, que se van a burlar de él, delante de extraños, en algunos contextos escolares, sociales, etc. En cambio, hablará con normalidad cuando se sienta cómodo con las personas con las que esté o en situaciones a las que esté más habituado. Seguramente, no tendrá ningún problema con su mejor amigo, en familia, etc.

 

¿Qué es lo que ocurre para que se inhiba el habla?

El niño se bloquea.

No es que el niño se diga «Ahora no hablo». Normalmente, lo que ocurre es que se siente sobrepasado por una situación determinada y se bloquea directamente

¿No es una inhibición voluntaria?

No, no es que el niño se diga «Ahora no hablo». Normalmente, lo que ocurre es que se siente sobrepasado por una situación determinada y se bloquea directamente. No obstante, puede ser que para evitarse el sufrimiento que le pudiera ocasionar esa situación decida voluntariamente no hablar o que intente hablar y no pueda, aunque lo más habitual es lo primero.

 

Entonces, no hay una causa orgánica

No, si el origen es orgánico, no hablamos de mutismo selectivo. Lo cual no quiere decir que si, por ejemplo, un niño sesea y se ríen de él a causa de ello, con el tiempo llegue a presentar mutismo selectivo por lo mal que lo pasa cuando se producen las mofas.

 

Entiendo, tiene un componente social

Sí, los niños con mutismo selectivo se sienten amenazados por alguna razón, eso les hace sufrir, les provoca una gran ansiedad y, como consecuencia, se produce un bloqueo que inhibe el habla.

 

¿El origen es la ansiedad?

Suele tener su origen en la ansiedad, en un trastorno de ansiedad. Ahora bien, el hecho de que el niño sí tenga capacidad de habla en situaciones que no percibe como amenazantes es una pista que nos indica que en el niño no sufre mutismo general, sino selectivo. Y esta capacidad de habla es clave para la terapia porque nos podemos valer de ella para realizar actividades, hacer psicoterapia, etc. 

Fundamentalmente, trabajamos en cuatro aspectos, ya que los cuatro están interrelacionados: la parte psicoterapéutica, la conductual, la cognitiva y la de expresión

¿Qué situaciones pueden provocar en un niño el mutismo selectivo?

Son muy variadas. Puede ser que el niño tenga un tic, una cicatriz en la cara, que proyecte una inseguridad suya que los demás ni perciben, como creer que está gordo, etc. Lo importante es cómo el niño percibe y vive esos comentarios, ya que puede haber niños con las mismas características que nunca presenten por ello mutismo selectivo. Por esta razón, hay una serie de aspectos que los terapeutas debemos tener en cuenta a la hora de realizar una evaluación.

 

Bien, ¿Cuáles son estos aspectos?

Para que haya una evaluación de mutismo selectivo, el niño debe presentar los síntomas durante más de un mes. Es decir, el mutismo no puede coincidir con el primer mes de un cambio de colegio, del inicio de una actividad nueva o un cambio de país, de cultura o de idioma, ya que todas estas situaciones pueden provocarle ansiedad. Entraría dentro de lo normal que la problemática asociada a un cambio de idioma pueda influir en el habla del niño.

 

¿Qué otros aspectos evalúan?

Son niños que ya tienden a ser ansiosos, tímidos, inseguros e inhibidos, y suelen tener miedos y fobias, como a hablar en público, a sentirse observados, a ser juzgados por los demás, etc. Como no saben canalizar la ansiedad y el sufrimiento que esto les supone, su respuesta es el mutismo.

 

Deben sufrir mucho para llegar a inhibir el habla

Sí, detrás del mutismo selectivo puede haber niveles muy altos de sufrimiento. Además, este mutismo puede entorpecer su evolución escolar y personal, debido a que afecta a su desarrollo afectivo y emocional, el cual queda afectado por el propio sufrimiento y por la ansiedad.

 

¿Cómo se trata el mutismo selectivo?

Fundamentalmente, trabajamos en cuatro aspectos, ya que los cuatro están interrelacionados: la parte psicoterapéutica, la conductual, la cognitiva y la de expresión.

Debemos mostrarle al niño que el camino de la comunicación es mucho más positivo y productivo que el de la inhibición del habla. Tiene que poder ver la utilidad de la comunicación, los beneficios que le reportará

Vamos por partes, con la psicoterapéutica

Se trata de trabajar con el niño el origen de la ansiedad que provoca su mutismo. Normalmente, esto es lo más fácil de identificar para el terapeuta, pero hay que trabajar su miedo a ser juzgado buscando las oportunidades para hablar sobre ello con naturalidad, sin forzarlo, y utilizando un lenguaje nada formal, sino acorde a su edad. Muchas veces, la percepción que tiene de los otros como jueces es errónea; en otros casos, habrá que ver si ha tenido una mala experiencia y desmitificar el poder que le otorga a los otros, a sus valoraciones. De cualquier modo, el objetivo es que tome conciencia de que a través de la comunicación puede lograr expresar y solucionar sus dificultades, además de conseguir otros objetivos que le interesan. Debemos mostrarle al niño que el camino de la comunicación es mucho más positivo y productivo que el de la inhibición del habla. Tiene que poder ver la utilidad de la comunicación, los beneficios que le reportará. Y todo esto con un refuerzo conductual y evitando por completo juzgar, criticar o burlarse de la conducta del niño en sesión. Hay que dejarle espacio.

 

La parte psicoterapéutica nos ha conducido a la conductual

Sí, porque todo este trabajo siempre debe ir acompañado de un refuerzo positivo a los progresos que vaya haciendo el niño en todos los campos. Este refuerzo es el que le hará ser consciente de su evolución, aumentará su confianza y seguridad, y le animará a seguir introduciendo cambios. Ahora bien, para ello también hay que hacer un trabajo con la familia y la escuela.

 

El trabajo debe ser conjunto

Así es. A la familia hay que explicarle las pautas a seguir para que aprendan a dejarle al niño el espacio adecuado sin forzar la comunicación. Además, debemos realizar la psicoeducación correcta con ellos que les permita entender bien qué es el mutismo selectivo y cuál es su causa. Hay padres que creen que su hijo tiene un problema grave, y eso ya etiqueta erróneamente al niño, aunque no sea su intención. Si se les explica que no es así, que su hijo tiene ansiedad por algo que hace que se bloquee y que este problema se puede solucionar con la terapia, su miedo se disipa.

 

¿Qué más debería saber la familia?

La familia debería saber crear situaciones para conversar con el niño, situaciones en las que este pueda dialogar utilizando el lenguaje propio de su edad. Lo más aconsejable es hablar sobre cosas que le gusten o llamen su atención; es decir, sobre temas hacia los que haya mostrado una predisposición a hablar previamente y, luego, se puede ir redirigiendo la conversación, pero siempre sin forzar y respetando sus tiempos. Con estos niños todo debe ser siempre progresivo. También es importante que vayan promoviendo su socialización apuntándole a algún deporte o actividad en grupo.

Una vez que ya se han trabajado los aspectos que hemos comentado con el niño durante un cierto tiempo y se ha establecido un vínculo terapéutico, se le puede ir exponiendo gradualmente a situaciones que teme. Estas situaciones se programan aumentando poco a poco las experiencias comunicativas para que vaya ganando competencias y seguridad al hablar

¿En qué consiste la parte cognitiva?

En la terapia de lateralidad hay una parte dedicada a trabajar las habilidades cognitivas. Esta parte es importante porque, al ser más competentes, afrontan mejor las situaciones, van teniendo experiencias positivas y esto refuerza su autoestima. De manera que cuando e niño se tenga que exponer a una situación que le resulta amenazante, lo hará mucho más preparado, con más confianza. Pensemos que en el caso de niños con lateralidad cruzada, la mayoría tienen mucho miedo a equivocarse, a fracasar, a ser tildados de torpes, lentos, etc. Algo tan nimio como esto (desde el punto de vista terapéutico, no del niño) puede ser el origen de una problemática bastante grande. Por esto hay que desenquistar las falsas creencias de inutilidad, etc.

 

Bien, pasemos a la expresión

Cuando hablábamos antes de la socialización, este punto puede incluir que, llegados a un punto de la terapia, el niño la prosiga en grupo; lo cual le ayudará a socializar y nos permitirá trabajar la expresión, a nivel comunicativo, con otros niños y en un entorno controlado.

 

¿En un entorno controlado?

Sí, porque previamente, a los otros niños se les explica qué normas deben respetar (no burlarse, respetar la forma de comunicarse, etc.) y, además, ponemos especial cuidado en formar grupos adecuados que no incluyan, por ejemplo, a un niño desafiante. La terapia en estas condiciones les ayuda mucho porque el niño, entonces, puede tener la experiencia de una buena relación comunicativa. Dedicamos ¼ parte de la sesión a trabajar la expresión.

 

¿Trabajáis el tema comunicativo de alguna forma más?

Sí, con otras actividades y juegos muy específicos para fomentarla y desarrollarla, como el juego del tabú.

 

¿En qué consiste este juego?

Tienen que explicar un concepto sin utilizar la 5 palabras más recurrentes, lo que les obliga a pensar otra manera de hacerlo. También utilizamos el Scrabble para mejorar su vocabulario y el Dixit para trabajar las emociones a nivel expresivo.

 

Explícanos qué es el juego del Dixit

Es un juego que consiste en narrar y adivinar historias utilizando las imágenes de las cartas. El Dixit fomenta la cooperación y la creatividad y, además, suele ser bastante proyectivo; es decir, al crear historias hablan de ellos mismos.

 

¿Hay algún aspecto más importante en la terapia?

Es bueno que estos niños estén en ambientes estructurados, donde ya sepan lo que se van a encontrar. Si el niño ya sabe, por ejemplo, que vamos a dedicar 15-20 minutos de la sesión a hablar, que luego haremos una actividad de una ficha, luego una serie de juegos didácticos y al final un ejercicio más de motricidad, llega a la sesión más tranquilo. Una sesión de terapia no puede ser una sesión anárquica. Y algo más.

 

¿Sí?

Una vez que ya se han trabajado los aspectos que hemos comentado con el niño durante un cierto tiempo y se ha establecido un vínculo terapéutico, se le puede ir exponiendo gradualmente a situaciones que teme. Estas situaciones se programan aumentando poco a poco las experiencias comunicativas para que vaya ganando competencias y seguridad al hablar. También se hacen role playings en sesión con los pacientes más mayores: cada uno adopta un roll diferente para poder trabajar ciertos aspectos. Y todo este trabajo se refuerza positivamente. Asimismo, en paralelo, se sigue haciendo la psicoeducación con los padres y se establece una comunicación con la escuela en el mismo sentido.

 

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

«La lateralidad cruzada estanca el CI de las personas»
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«La lateralidad cruzada estanca el CI de las personas»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 9 febrero, 2021 Entrevistas, Lateralidad, Lateralidad cruzada, Lateralidad cruzada e hipotonía, Lateralidad y CI

Por Susana Lladó

 

La directora-fundadora de nuestro centro, Joëlle Guitart, nos explica en esta entrevista el caso de Elena, una niña con 3 cruces de lateralidad e hipotonía. Aunque los resultados del primer test de WISC que se le realizó al iniciar la terapia mostraron un cociente intelectual normal, estos resultaron de CI aumentaron significativamente cuando se le realizó un segundo test de WISC al finalizar la terapia de lateralidad.

Elena tenía muchas dificultades con las matemáticas y, a causa de una ligera dislexia, omitía sílabas y dejaba palabras sin terminar al escribir. También presentaba problemas de concentración, lentitud, bloqueos y disortografía. La mecánica lectora estaba bien, pero la comprensión lectora no era buena, motivo por el que les costaba recordar lo que leía de cualquier asignatura.

¿Qué caso nos va a exponer hoy? 

El de una niña con lateralidad cruzada, a la que llamaré Elena, que llegó al centro hace tres años, cuando tenía 9 años y 11 meses. Estaba cursando cuarto de Primaria. 

 

¿Cuáles fueron los resultados del test de lateralidad? 

Presentaba tres cruces de lateralidad e hipotonía en miembros superiores e inferiores. Los resultados del test de lateralidad fueron los siguientes: lateralidad de mano, 65 % derecha, 35 % izquierda; lateralidad del ojo, izquierda; lateralidad de pierna estática, 55 % derecha, 45 % izquierda; lateralidad de pierna dinámica, derecha; lateralidad de oído, 40 % derecho, 60 % izquierdo, y lateralidad de la motricidad facial, 35 % derecha, 65 % izquierda. Decidí lateralizarla a la derecha, como diestra. 

 

¿Cuáles son las particularidades del caso? 

Elena tenía muchas dificultades con las matemáticas y, a causa de una ligera dislexia, omitía sílabas y dejaba palabras sin terminar al escribir. También presentaba problemas de concentración, lentitud, bloqueos y disortografía. La mecánica lectora estaba bien, pero la comprensión lectora no era buena, motivo por el que les costaba recordar lo que leía de cualquier asignatura.

 

¿Su CI era normal? 

Antes de iniciar la terapia, le realizamos el test WISC para saber en qué aspectos cognitivos necesitaba más ayuda. Los resultados mostraron un cociente intelectual normal, de 102. No obstante, cuando lo repetimos un año y medio después, el resultado aumentó a 107. Esta diferencia se debe a que la lateralidad cruzada estanca el CI de las personas. Lo vemos en todos los casos. Es decir, no es que el rendimiento académico de estos niños sea bajo porque no sean inteligentes, sino que su CI está frenado por sus cruces de lateralidad. En cuanto su lateralidad queda bien definida a la derecha o a la izquierda al finalizar la terapia, alcanzan todo su potencial intelectual. Es muy importante aclarar este punto, ya que en alguna ocasión hemos tenido pacientes que llegaron al centro con un diagnóstico de deficiencia mental y tras hacerles de nuevo el test meses después de iniciar el tratamiento, los resultados indicaron un CI dentro del rango de lo normal.

La madre también tenía lateralidad cruzada. Todavía recuerdo sus palabras. Me dijo: «Venimos porque no queremos que le pase lo mismo que a mí. Yo quería estudiar y no pude porque no comprendía bien las materias».

¿Qué dificultades tenía en las matemáticas? 

No las comprendía. No entendía la lógica de las matemáticas porque su capacidad de abstracción era deficitaria. Por ejemplo, no entendía cómo se hace una división de dos cifras. 

 

¿Y su carácter? 

Lo más destacable es que era una niña muy autoexigente, un rasgo que suele estar presente en las personas con lateralidad cruzada: sustituyen sus déficits cognitivos con una gran fuerza de voluntad y autoexigencia. Esta es la razón por la que, en algunos casos, como el de Elena, van siguiendo el ritmo de clase hasta que, de repente, el rendimiento cae en picado. 

 

¿El de Elena también cayó? 

Sí, fue cuando pasó de cuarto a quinto de Primaria. 

 

¿Había más rasgos o dificultades remarcables? 

Era muy introvertida e irritable y, como presentaba hipotonía, era muy patosa. Iba a clases de natación, pero solía nadar por debajo del agua, ya que le costaba menos, como a todos los hipotónicos. También iba a clases de música.  

 

¿Cómo era la dinámica familiar? 

Elena contaba con una familia muy sana emocionalmente y que entendía muy bien la función de la terapia, algo que no todos los padres comprenden. Este punto contribuyó positivamente a su recuperación porque contamos con toda su colaboración, al igual que con la de su maestra del colegio. Además, como en cualquier terapia, también fue fundamental que el transfer con su terapeuta fuera muy bueno. Todo ello posibilitó que la evolución de Elena fuera muy rápida. 

 

¿Cuál fue el relato de los padres en la primera visita? 

La madre también tenía lateralidad cruzada. Todavía recuerdo sus palabras. Me dijo: «Venimos porque no queremos que le pase lo mismo que a mí. Yo quería estudiar y no pude porque no comprendía bien las materias». En cambio, el padre, estaba más preocupado porque Elena fuera feliz. Dijo que la parte escolar no era lo que más les preocupaba. 

El paciente hace ejercicios de seriación, como contar de dos en dos hasta 100 y, después, hacer lo mismo en orden decreciente (100-98-96-94, etc.). A Elena le costaba la estrategia mental, que es la habilidad mental numérica; hacer operaciones mentalmente, como sumar llevando, pero enseguida empezó a mejorar en las matemáticas porque fue adquiriendo esta agilidad mental.

¿Elena no era una niña feliz? 

No. Antes de acudir a nuestro centro, estuvo yendo tres años a terapia por una depresión. Aunque este problema ya se había resuelto, Elena hablaba poco. Era una niña que estaba triste.  

 

 ¿Qué mejoras cabe destacar  del primer test de control, tras iniciar la terapia? 

La terapeuta de Elena reporta que la niña va a terapia a gusto. Están trabajando la abstracción y la comprensión lectora y, paralelamente, va introduciendo ejercicios de respiración y relajación para que se vaya sintiendo más relajada y no tenga tantos bloqueos en el colegio. En las últimas sesiones la ha observado más participativa y sonriente. En la entrevista con los padres, me hacen saber que su hija está contenta con la terapeuta y que confía mucho en ella. La ven más motivada, aunque preocupada porque el horario de las sesiones de terapia le iba a coincidir con el de las fiestas que se iban a celebrar en su pueblo. Llegamos a un acuerdo para que Elena no se las perdiera, pues era importante para ella. 

 

¿Qué otros aspectos se empezaron a trabajar en terapia? 

La coordinación oculomanual, la coordinación ideomotriz ―como deletrear palabras mentalmente― y el razonamiento. Su profesora me llamó y me comentó que estaba de acuerdo en que era importante que Elena aprendiera a pensar, en lugar de que estudiara de memoria. Aunque la paciente leía mucho en casa debido a su autoexigencia, recomendé que bajara el tiempo de lectura a 8 minutos y dedicara cada día 3 minutos a comentar lo que hubiese leído. Más adelante, también recomendé que empezara a hacer esquemas sinópticos para trabajar la lógica entre conceptos e ideas. 

 

¿Algún aspecto más? 

Sí, se la estimuló para que adquiriera fluidez numérica mentalmente. 

 

¿Por ejemplo? 

El paciente hace ejercicios de seriación, como contar de dos en dos hasta 100 y, después, hacer lo mismo en orden decreciente (100-98-96-94, etc.). A Elena le costaba la estrategia mental, que es la habilidad mental numérica; hacer operaciones mentalmente, como sumar llevando, pero enseguida empezó a mejorar en las matemáticas porque fue adquiriendo esta agilidad mental.  

 

¿Hubo más avances en esta etapa? 

Ella misma empezó a repasar sus deberes y exámenes para evitar errores que antes se le pasaban por alto, comenzó a disfrutar de la lectura (ya no leía solo por obligación) y también observé que había adquirido más soltura corporal gracias a los ejercicios de estiramientos que introdujimos en la terapia. La concentración también empezó a mejorar. 

Tenía el cuerpo muy bloqueado, lo cual era un reflejo de cómo se sentía. Por ejemplo, al principio, estaba muy angustiada porque siempre creía que le faltaba tiempo para estudiar. Si se iban de fin de semana o de puente, le entraba una gran ansiedad. El desbloqueo corporal la ayudó mucho a desbloquearse mentalmente

¿Por qué  integraron estos ejercicios en las sesiones? 

Porque tenía el cuerpo muy bloqueado, lo cual era un reflejo de cómo se sentía. Por ejemplo, al principio, estaba muy angustiada porque siempre creía que le faltaba tiempo para estudiar. Si se iban de fin de semana o de puente, le entraba una gran ansiedad. El desbloqueo corporal la ayudó mucho a desbloquearse mentalmente. Esto se reflejaba en los ejercicios de las sesiones: al gestionar mejor sus emociones y coger confianza, cada vez se equivocaba menos al hacerlos. Además, empezó a sentirse más vital, con el cuerpo más despierto. 

 

¿Cuál es la evolución en el segundo test de control? 

Entre cada test de control transcurren 5-6 meses. Algo que no he mencionado es que Elena no tenía amigos. Pero no los tenía porque no se atrevía a establecer relación con otros niños, no los invitaba a su casa, no les proponía planes, etc. Es decir, era ella quien tenía problemas de relación social. Sufría mucho por este tema. En cambio, cuando venía a mi despacho y durante las sesiones se relajaba porque sentía el centro como un entorno seguro.  

 

La inseguridad y la baja autoestima son comunes en las personas con lateralidad cruzada 

Sí, todas sus dificultades de aprendizaje hacen mella en su identidad. Elena, antes de empezar sexto de Primaria, ya estaba sufriendo por si sería capaz de aprobar las asignaturas de ese nivel superior. 

 

Estábamos en el segundo test de control 

Lo más destacable es que en esta etapa ya no hay signos de la dislexia perceptiva, pero sigue teniendo dificultades para hacer una síntesis y la sintaxis todavía no es buena. Cuando se equivoca, normalmente es porque se precipita mucho.   

En la entrevista con los padres, recomiendo que la apunten a clases de teatro para seguir reforzando todo el trabajo corporal y de desbloqueo. Elena es una niña muy perfeccionista, podríamos decir que demasiado perfecta. Como terapeuta, cuando veo a estos niños tan poco niños, tan modélicos en su comportamiento, sé que no se permiten el error, que tienen poca tolerancia a la frustración. 

Les comunico a los padres que en el cuarto test calcularé el porcentaje de recuperación de lateralidad. 

 

 

La onicofagia está relacionada con la ansiedad y, en algunos casos, con el autocastigo y el autocontrol. Se suelen morder las uñas o arrancar la piel de alrededor. Lo observo desde hace 50 años, de la misma manera que observo que esta compulsión deja de estar presente al finalizar la terapia.

Pasemos al tercer test de control 

La evolución es buena, aunque todavía le cuesta recordar lo que lee y el perfeccionismo sigue estando presente. En el colegio, hay evolución en todas las asignaturas, salvo en la gramática del inglés. La disortografía va mejor, ya no confunde tanto la fonética de algunas letras (confundía la j con la g, por ejemplo), mezcla menos el catalán y el castellano, sigue mejorando en las mates y se la ve con más energía, con más reflejos y más despierta en los ejercicios que requieren rapidez y agilidad.  

Elena se encuentra mejor en su piel, la ansiedad se ha reducido, empieza a hacer amigos, decide voluntariamente, por primera vez, que se va a ir unos días de colonias y expresa que va a querer estudiar una carrera que le permita ayudar después a la gente.  

En este test también observo que la lateralidad de la pierna estática ya es ambivalente y Elena me dice que ahora es consciente de lo que le cuesta más o menos, tanto en el aspecto cognitivo como en el emocional. 

Los padres deciden que van a cambiar a su hija de colegio el próximo curso, a una escuela de nivel pedagógico más alto. 

 

¿Cuál es la evolución en el cuarto test de control? 

Las observaciones más relevantes de la terapeuta son que ha aumentado su capacidad de razonamiento lógico-matemático y su concentración, y que ya no la ve triste: sonríe y se divierte, algo que es nuevo. La adaptación al nuevo colegio es buena y, a pesar de que la escuela está en otra población, bastante lejos de Barcelona, Elena quiere terminar la terapia. 

La terapeuta también recalca que ha mejorado mucho en reflejos y rapidez corporal, y que la propia paciente es consciente de que ha ganado musculatura y que ha disminuido notablemente su hipotonía. Ahora, Elena se atreve a preguntar en clase, cosa que nunca había hecho. Y, aunque todavía comete faltas de ortografía, ha mejorado en la redacción. También observa que ya no se come las uñas. 

 

La onicofagia es también muy común en los niños y adolescentes con lateralidad cruzada 

Sí, la onicofagia está relacionada con la ansiedad y, en algunos casos, con el autocastigo y el autocontrol. Se suelen morder las uñas o arrancar la piel de alrededor. Lo observo desde hace 50 años, de la misma manera que observo que esta compulsión deja de estar presente al finalizar la terapia. Precisamente, hoy ha terminado la terapia otra niña que se arrancaba la piel, sobre todo, de los pulgares y meñiques de ambas manos, y ha dejado de hacerlo. 

 

En este cuarto test calculó el porcentaje de recuperación, ¿no? 

Sí. Respecto a la lateralidad, la recuperación llegó al 78 %. Como no había estancamiento en ningún ítem de lateralidad, decidimos finalizar la terapia al cabo de 6 meses, momento en el que la recuperación alcanzó el 89 %. El caso de Elena es un caso de recuperación más rápida de lo habitual. La terapia duró dos años. Fue en este quinto test de control cuando repetimos el test de WISC y dio el resultado de 107, un cociente intelectual normal-alto. 

Los ejercicios posterapia sirven para afianzar todo el trabajo neurofisiológico realizado durante las sesiones de terapia. Estos ejercicios son muy importantes: cuando el paciente los realiza, el porcentaje de recuperación siempre aumenta un poco más. Lo observo en los tres controles más de seguimiento que les hago después en intervalos de 5 meses.

¿La terapia fue individual o en grupo? 

En grupo, con otros niños de edad y dificultades de lateralidad similares.  En muchos casos, la terapia de lateralidad en grupo tiene muchas ventajas respecto a la individual; sobre todo, en niños y adolescentes.

 

¿Elena tuvo que hacer en casa los ejercicios posterapia? 

Sí, como todos los pacientes. Los ejercicios posterapia sirven para afianzar todo el trabajo neurofisiológico realizado durante las sesiones de terapia. Estos ejercicios son muy importantes: cuando el paciente los realiza, el porcentaje de recuperación siempre aumenta un poco más. Lo observo en los tres controles más de seguimiento que les hago después en intervalos de 5 meses. En su caso, eran tan solo cinco minutos de ejercicios dos veces por semana. Llegamos a un 93 % de recuperación en el segundo test de control posterapia y la hipotonía se redujo de un 15 % a un 10 %.  

La paciente, cuando vino a realizar el tercer test posterapia, me comentó que se había apuntado a clases de baile moderno, lo cual, teniendo en cuenta la rigidez y falta de conciencia corporal con la llegó al centro, es muy significativo. Asimismo, en el nuevo colegio había empezado a estudiar alemán sin dificultad y había superado completamente sus problemas con las otras lenguas. La recuperación final de Elena fue de un 95 %, el máximo posible. 

 

¿Cuáles fueron los resultados del último test de lateralidad? 

Lateralidad de la mano, 90 % derecha, 10 % izquierda; la del ojo, derecha; pierna estática, 80 % derecha, 20 % izquierda; pierna dinámica, derecha; oído, 70 % derecho, 30 % izquierdo, y motricidad facial, 70 % derecha, 30 % izquierda. 

 

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

«A veces, es conveniente lateralizar al paciente a la izquierda»
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«A veces, es conveniente lateralizar al paciente a la izquierda»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 20 enero, 2021 El trastorno de lateralidad, Lateralidad cruzada, Lateralización a la izquierda

Por Susana Lladó

En algunos casos ―cuando los pacientes son zurdos contrariados― es conveniente que la terapia de lateralidad vaya dirigida a lateralizar a la persona a la izquierda, en lugar de a la derecha. En esta entrevista, la directora de nuestro centro, Joëlle Guitart, expone el caso de un niño que ha sido lateralizado como zurdo; es decir, homolateralmente a la izquierda.

¿Qué caso va a exponer hoy? 

El de un niño que llegó a la consulta cuando tenía cuatro años y cinco meses, y al que llamaré Alain.

 

¿Cuáles son las particularidades de este caso? 

En aquel entonces, junio de 2016, Alain estudiaba en el Liceo Francés. Estaba en parvulario. Sus padres, que son ingenieros, lo trajeron al centro porque tenía muchas dificultades de aprendizaje; sobre todo, para hablar en francés y en la lectoescritura. Presentaba un gran bloqueo, así como un rechazo absoluto al colegio.

Alain invertía tanto las letras como los números y, como lo hacían escribir con la derecha, su grafía era ilegible. Escribía de izquierda a derecha, omitía letras, su sintaxis era deficiente y no tenía bien adquirida la noción de temporalidad ni la de espacio.

¿El francés era su lengua materna? 

No, era el catalán; que es la lengua en la que hablaba con su madre. Dadas las dificultades que presentaba como consecuencia de su lateralidad mal configurada, estudiar en castellano, catalán y francés era demasiado para él.

 

En concreto, ¿cuáles eran sus problemas de aprendizaje? 

Alain invertía tanto las letras como los números y, como lo hacían escribir con la derecha, su grafía era ilegible. Escribía de izquierda a derecha, omitía letras, su sintaxis era deficiente y no tenía bien adquirida la noción de temporalidad ni la de espacio; razón por la que también tuvo que dejar las clases de piano que recibía. No podía seguirlas. Además, era daltónico, aunque era muy bueno en todo lo relacionado con la creatividad y los colores. De hecho, les recomendé a los padres un centro para que pudiera desarrollar esta creatividad. También rechazaba dibujar la figura humana.

 

¿Y su carácter? 

Era muy introvertido, pero líder (no es contradictorio), y presentaba una gran ansiedad e inseguridad. No quería hacer nada sin su madre. No obstante, no había nada alarmante desde el punto de vista psicológico o psiquiátrico.

 

¿Cuáles fueron los resultados del test de lateralidad? 

El test mostró una hipertonía notable tanto en miembros superiores como inferiores. Respecto a la lateralidad, la de la mano era 40 % izquierda, 60 % derecha; la del ojo era derecha, la de la pierna estática era izquierda, la de la pierna dinámica era 65 % izquierda y 35 % derecha; la del oído, 40 % izquierda y 60 % derecha, y la motricidad facial era prácticamente 50 % izquierda, 50 % derecha.

Normalmente, se lateraliza a la persona a la derecha, como diestra, ya que el porcentaje de personas diestras entre la población es mucho mayor que el de zurdas (95-5 %). Sin embargo, cuando la lateralidad de una persona, a nivel general, está más dirigida a la izquierda es conveniente lateralizarla homolateralmente a la izquierda.

¿Cómo decidió lateralizarlo? 

Homolateralmente a la izquierda.

 

No es muy común la lateralización a la izquierda, ¿no?

No, no lo es. Normalmente, se lateraliza a la persona a la derecha, como diestra, ya que el porcentaje de personas diestras entre la población es mucho mayor que el de zurdas (95-5 %). Sin embargo, cuando la lateralidad de una persona, a nivel general, está más dirigida a la izquierda es conveniente lateralizarla homolateralmente a la izquierda. Es importante hacer hincapié en que, por desconocimiento, a muchos de estos niños se les fuerza en la escuela a la derecha.

 

¿Por qué?

Por desconocimiento. Pero es muy contraproducente. A los niños que son zurdos contrariados siempre hay que lateralizarlos de manera homogénea a la izquierda. Alain ha terminado la terapia con éxito. Es zurdo de brazo y mano, de pierna dinámica y estática, de ojo y de oído y cervicales.

 

¿Hay otros datos relevantes en el caso? 

Al ser hipertónico, era un niño muy ágil, pero lento en las tareas, y muy ansioso. Al igual que los padres, tenía un nivel de autoexigencia sumamente alto. Además, la relación con su madre era de extrema dependencia. Alain estaba siempre agotado, se iba a dormir cada día a las 18 h porque se sentía exhausto, y se levantaba a las 7.30 de la mañana. Es decir, necesitaba dormir casi catorce horas al día y, aun así, le costaba levantarse. También presentaba claustrofobia, fundamentalmente, en los ascensores, y onicofagia (se comía la uñas de las manos).

 

Tras empezar la terapia, ¿cuándo le hace el primer test de control? 

En enero de 2017. En su informe, la terapeuta expone que si siguen trabajando la temporalidad ―las nociones de ahora, antes, después― y toda la parte espacial ―arriba, abajo, derecha, izquierda― Alain progresará bien. Y recalca que, aunque lo ve más sonriente y menos triste, deberán seguir trabajando su autoexigencia y su capacidad para disfrutar de lo que sí hace bien, ya que no tolera cometer errores, por ejemplo.  Recuerdo, además, que en este punto de la terapia pasó algo curioso.

 

¿Qué ocurrió? 

Habían transcurrido tan solo 6 meses desde que inició el tratamiento, pero Alain le dijo a su madre que ya había finalizado la terapia.

 

¿Y a la madre no le extrañó? 

No, porque le constaba que Alain tenía una buena relación con la terapeuta y que venía al centro voluntariamente. Así que se creyó que le habíamos dado el alta en seis meses.

 

La dinámica familiar es un aspecto que tiene un gran peso en los pacientes. En este caso, sin entrar en detalles, diré que Alain cargaba con la maleta de la ansiedad familiar.

¿Por qué Alain quiso dejar la terapia? 

Quería ir a fútbol, y las sesiones coincidían con el horario del entrenamiento. Hablamos con la madre, se resolvió la situación cambiando la hora de las sesiones y Alain prosiguió su tratamiento.

 

¿La primera entrevista con los padres cómo fue? 

Su valoración fue muy positiva. La maestra del Liceo Francés había reportado una evolución importante y, aunque todavía cometía errores, ya empezaba a hablar en francés. Además, lo veían mucho más suelto. Decidieron que lo apuntarían a natación y a clases de música en septiembre. Yo no estoy de acuerdo con que los niños hagan tantas actividades extraescolares, como he comentado en alguna ocasión. Actualmente, muchos padres proyectan una gran exigencia en este sentido en sus hijos, cuando los niños deberían tener más tiempo para jugar. Pero no me opuse.

 

¿Hay algo más a destacar?

Los padres también me comentaron que cuando Alain aplaudía, lo hacía como diestro. Les hice notar que en seis meses de terapia, que son 24 sesiones, no podía haber más progresos de los que ya había habido. Lo entendieron.

 

¿Cuándo fue el segundo test de control? 

En junio de 2017.  La hipertonía de miembros superiores e inferiores había disminuido, tenía más interiorizado el esquema corporal, su pupila estaba menos dilatada, se quejaba menos del dolor en los ojos que solía comentar y ya chutaba mejor la pelota, aunque, a veces, todavía confundía derecha e izquierda, le costaba saltar a la pata coja y seguía con la ansiedad, a pesar de que había cierta mejoría en este sentido.

 

¿Por qué sentía tanta ansiedad?

Como he explicado en alguna entrevista anterior, la dinámica familiar es un aspecto que tiene un gran peso en los pacientes. En este caso, sin entrar en detalles, diré que Alain cargaba con la maleta de la ansiedad familiar.

Alain había hecho grandes progresos en la organización espacial y temporal. Pero el cambio
más destacable fue en su comportamiento: se mostraba mucho más extrovertido, cada vez menos ansioso, más maduro y se notaba que había ganado confianza en sí mismo.

¿Algún progreso más o dato destacable?

Los padres lo habían llevado al médico porque Alain estaba siempre muy pálido y con mucha tos por las noches, pero no le encontró nada remarcable. En este paciente, como en otros, el porcentaje de somatización era alto. El padre viajaba mucho; es decir, estaba muy ausente y la madre debía levantarse varias veces cada noche para atender las demandas de Alain: a veces decía tener hambre; otras, pipí, o lloraba, o quería agua, etc. Esta situación se fue resolviendo. Asimismo, aunque en el centro trabajamos con técnicas de relajación, también empezó a ir a un osteópata para la cuestión de la ansiedad. El osteópata le fue muy bien.

 

¿Las demandas de Alain hacia su madre eran llamadas de atención?

Sí, producto de la dinámica familiar. De cualquier modo, en este punto de la terapia ya estaba habiendo una mejoría significativa de la autoexigencia y de la ansiedad.

 

Pasemos al tercer test de control

Fue en noviembre de 2017. En esta fase, Alain había hecho grandes progresos en la organización espacial y temporal. Pero el cambio

más destacable fue en su comportamiento: se mostraba mucho más extrovertido, cada vez menos ansioso, más maduro y se notaba que había ganado confianza en sí mismo. De hecho, al despedirse de mí, me dio espontáneamente un beso, lo cual hubiera sido impensable antes de todo este recorrido. Por lo demás, había tenido un eczema en la cara, pero se le curó, y su aspecto general también era mucho mejor, más saludable. Del mismo modo, había tenido algún problema de control de esfínteres cuando se le hacían cosquillas, pero este aspecto también se superó.

 

¿Cómo fue la reunión con los padres para comentar el resultado del tercer test?

Comentaron que Alain ya no sentía claustrofobia, ni siquiera en los ascensores; que gestionaba mucho mejor la frustración cuando se equivocaba en algo, que lo notaban con más seguridad en sí mismo y que ahora no se agotaba tanto: había empezado a acostarse dos horas más tarde, a las 20 h. Lo que sí persistía era la onicofagia, algunas dificultades en la motricidad fina (recortar, pintar, etc.) y su rechazo a dibujar. También me explicaron que tiempo atrás, y siempre coincidiendo con el fin de semana para no ir el lunes al colegio, decía tener otitis; es decir, seguía habiendo ahí un síntoma psicosomático de malestar. Esto también se había resuelto antes del tercer test de control.

En esta fase, la terapeuta reporta que Alain muestra interés en aprender, que ahora, cuando pide ayuda, lo hace para progresar en sus aprendizajes y no para que hagan las cosas por él. También es importante destacar que el paciente empieza a ser consciente de sus avances. En esta fase deja de invertir por primera vez las letras al escribir.

¿Los síntomas psicológicos estaban relacionados con su lateralidad cruzada?

Sí. Cuando una persona empieza a ser más feliz y aumenta su calidad de vida, la somatización va disminuyendo. Por eso en la terapia de lateralidad trabajamos en tres aspectos: con ejercicios que estimulan los ítems de la lateralidad y la psicomotricidad (la organización espaciotemporal, la comprensión, la concentración, etc.), la tensión del cuerpo que impide que el cerebro integre los nuevos conocimientos, y la parte emocional.

 

¿Cómo fue el cuarto test de control?

Este test fue en mayo de 2017. Alain estaba mucho menos hipercinético, la lateralización era más homogénea a la izquierda, la coordinación ideomotriz había mejorado mucho y había bajado considerablemente la ansiedad, lo cual también se notó en que ya casi no se iba a dormir con su mamá cuando el padre estaba de viaje. En esta fase, la terapeuta reporta que Alain muestra interés en aprender, que ahora, cuando pide ayuda, lo hace para progresar en sus aprendizajes y no para que hagan las cosas por él. También es importante destacar que el paciente empieza a ser consciente de sus avances. En esta fase deja de invertir por primera vez las letras al escribir, algo de lo que él mismo se sorprendió (si lo hizo es porque fue consciente de ello) y que representó una gran motivación. La terapeuta también reporta que está más atento y que se siente más seguro y cómodo en la relación con ella.  Coincidiendo con este cuarto test recibí una llamada de la maestra de Alain.

 

¿Por qué motivo?

Quiso comunicarme que Alain estaba haciendo grandes progresos en la lectoescritura y que ya no era tan lento al hacer las tareas. Lo veía menos apocado y mucho más sociable. Había hecho amigos.

 

¿Qué destacaría de la reunión con los padres?

Me informan de que Alain ha empezado a asistir a un grupo de refuerzo en el colegio con otros cuatro niños que tienen dificultades con el lenguaje. También me hacen saber que han observado muchos progresos. El más destacable es que ya apenas confunde la orientación espacial de las letras. No obstante, sigue teniendo dificultad con las restas; una dificultad que fue superando posteriormente.

Los padres están muy satisfechos con la terapia, pero trasladan su propia autoexigencia a su hijo; lo cual veo a menudo en consulta. Vivimos en una sociedad que ejerce mucha presión y los niños reciben las consecuencias.  Aquí es cuando también intervengo como terapeuta  con los padres, ya que ellos también sufren esta autoexigencia.

Pasemos al quinto test de control

Fue en noviembre de 2017. En esta fase, Alain ya ha conseguido una armonía notable entre el rendimiento neurofisiológico (lateralidad) y el rendimiento mental y emocional. Les comunico a los padres que lo más probable es que finalice la terapia en diciembre, y están de acuerdo. Se muestran muy satisfechos con todos los avances de su hijo relacionados con la mecánica lectora, la retención lectora, la comprensión lectora y la organización espaciotemporal; avances que confirma la profesora particular que le pusieron unos meses antes. Sin embargo, me comentan que han llevado al niño a una logopeda por una pequeña dificultad de pronunciación con la b y la v que requeriría que siguiera yendo. Mi consejo es que, en todo caso, lo posterguen, ya que sus notas escolares están siendo buenas y ya realiza varias actividades extraescolares, además de venir a terapia. El niño necesita algo de respiro. Después de hablarlo con su profesora particular, la cual está de acuerdo conmigo, deciden no llevarlo a la logopeda. También me comentan que Alain sigue ampliando y consolidando su círculo de amigos.

 

La exigencia de los padres era alta…

Sí, los padres están muy satisfechos con la terapia, pero trasladan su propia autoexigencia a su hijo; lo cual veo a menudo en consulta. Vivimos en una sociedad que ejerce mucha presión y los niños reciben las consecuencias.  Aquí es cuando también intervengo como terapeuta  con los padres, ya que ellos también sufren esta autoexigencia.

 

En esta reunión, ¿comentan algún punto más importante?

El padre señala que, en casa, Alain sigue irascible, que responde mal, que sigue teniendo una actitud militar y que se pelea mucho con su hermano mayor. Comentamos que todavía hay que seguir trabajando para que mejore su capacidad de gestionar la frustración, así como el aspecto de la lentitud.

 

¿Cuándo le hace el sexto test de control?

En abril de 2018. En su caso, fue el último antes de darle el alta. Los resultados mostraron que Alain se había recuperado en un 91 %. Ya estaba dominando la comprensión lectora, lo cual significa que la mecánica y la retención lectoras son correctas. Recordemos que no puede haber comprensión lectora si el niño tiene serias dificultades para leer y, que si tiene estas dificultades, al leer no podrá retener lo que ha leído, ni comprenderlo.

 

Tras darle el alta, ¿aumentó todavía más la recuperación?

Sí, al hacerle los sucesivos test posterapia, se fue incrementando hasta un 97 %; un porcentaje que está muy bien. Recordemos tres cosas importantes: que ninguna persona tiene una lateralidad 100 % zurda o diestra, y que es fundamental que los pacientes realicen los ejercicios que se le dan para hacer en casa cuando terminan la terapia. Estos ejercicios acaban de afianzar la lateralidad que se ha trabajado durante todo el tratamiento. Cuando la terapia se lleva a cabo correctamente, la lateralidad ya no vuelve a cambiarse; es decir, no hay regresión o recaídas.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

El caso de Guillem: rigidez neurofisiológica, mental y emocional
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El caso de Guillem: rigidez neurofisiológica, mental y emocional

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 12 noviembre, 2020 El trastorno de lateralidad, Lateralidad cruzada

Por Susana Lladó

 

La directora de nuestro centro, Joëlle Guitart, expone en esta entrevista el caso de Guillem; un caso complejo de un niño con lateralidad cruzada que acaba de finalizar la terapia con éxito.

¿Cuántos años tenía Guillem cuando llegó al centro?

Cuando Guillem acude al centro por primera vez en abril de 2018 tiene 12 años y nueve meses, y está en 1º de ESO.

 

¿Cuál fue el motivo de consulta de sus padres?

A la primera consulta Guillem vino solo con su padre, el cual quería un diagnóstico y pronóstico de su hijo. El relato fue que Guillem tenía problemas de concentración, lentitud, dificultades con la física y las matemáticas, sobre todo en el pensamiento lógico; migrañas oftálmicas frecuentes (las cuales estaban relacionadas con el problema de lateralidad heterogénea), tardaba mucho en responder cuando se le hacía una pregunta, su reacción era muy lenta; era muy ansioso, no se le daba bien el ejercicio físico (tenía una hipotonía considerable), presentaba TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) y era bastante hipocondríaco. Además, tenía que llevar plantillas por tener los pies planos, padecía otitis…

 

Es bastante habitual que los niños con lateralidad heterogénea tengan pies planos

Sí, es debido a la hipotonía. Suelen tener poca curva en los pies, caminar de una forma bastante patosa y tener las rodillas en arco: estas se acercan formando una v.

 

Desde el punto de vista diagnóstico, ¿hay algún rasgo más destacable en el caso de Guillem?

Sí. De hecho, el caso de Guillem es un caso de rigidez neurofisiológica, mental y emocional; un caso mucho más complejo de lo que parecía en un principio.

 

¿Cuál fue el resultado del test de lateralidad?

Este primer test lo realizamos en abril de 2018 y mostró una lateralidad muy heterogénea con fuerte hipotonía tanto en los miembros superiores como inferiores, lo que explica que su motricidad manual fina fuera deficiente. Los resultados fueron:  lateralidad de la mano y brazo, 65 % izquierdo, 35 % derecho; el ojo, derecho; pierna estática, derecha; pierna dinámica, 60 % derecha y 40 % izquierda; oído 55 % derecho y 45 % izquierdo; la motricidad facial y cervicales 45 % derecho y 55 % izquierdo.

 

¿Había realizado otras terapias anteriormente?

Antes de acudir al centro, iba a sesiones de acupuntura, aunque sin resultados. También estuvo haciendo una rehabilitación de los ojos (optometría) que no estaba mostrando avances. Desde los cuatro años llevaba gafas por hipermetropía y astigmatismo.

 

¿Cómo se decide lateralizarlo?

A la izquierda, como zurdo.

Había una falta de madurez importante. Falta de yo. Falta de yo corporal, mental y neurofisiológico. La personalidad que debería haber desarrollado a su edad no estaba formada. No había autonomía

¿Había otras dificultades y rasgos que permitan entender mejor su caso?

Además de lo que ya he mencionado, estaba muy obsesionado con los microbios (antes del Covid), por lo que se lavaba compulsivamente las manos; a veces tenía vértigos, siempre estaba cansado, se bloqueaba continuamente, hacía fútbol, pero su entrenador le comunicó que no podía seguir en el equipo porque no era nada ágil; estaba muy enganchado al móvil y a la videoconsola, tenía alergia a los pelos de gatos y perros…

 

¿Cómo iba en el colegio?

Cuando se esforzaba, la caligrafía era bastante buena, como la redacción, pero no le gustaba leer, ya que le costaba la mecánica lectora y, por tanto, la retención y la comprensión lectora. Tenía que volver a leer los párrafos de un texto varias veces para comprender el hilo conductor. También le costaba muchísimo el inglés. Le gustaba hacer los deberes con la madre, fundamentalmente los de mates y física; las asignaturas que llevaba peor, además de los idiomas.

 

¿Y su carácter?

Guillem era, y es, un niño muy sensible; lo cual está muy bien, pero con una gran falta de confianza en sí mismo. Se inhibía y era muy poco sociable.

 

¿Hay algún avance cuando hacen el primer cambio de impresiones con los padres tras empezar la terapia?

Esta primera visita con los padres fue en junio de 2018, un mes y medio después de que Guillem empezara la terapia de lateralidad. Les comunico que la adaptación a la terapia es buena, pero que el niño se somete a la terapeuta acatando lo que esta le va indicando de forma muy mecánica, sin desarrollar su propia capacidad para pensar.

 

¿Puede explicarlo un poco más?

Había una falta de madurez importante. Falta de yo. Falta de yo corporal, mental y neurofisiológico. La personalidad que debería haber desarrollado a su edad no estaba formada. No había autonomía.

La terapeuta me informó en su evaluación que el caso era mucho más complejo de lo que pudiera parecer. Seguía con una actitud muy sumisa y el perfil era ligeramente de autismo. Las conductas obsesivas le daban seguridad y tranquilidad. Se estaba trabajando a fondo para que Guillem empezara a conectar con lo que sentía y pensaba, porque era como si hubiera un desierto emocional

¿Qué ítems de lateralidad se estaban empezando a trabajar?

La memoria, la coordinación ideomotriz, la coordinación facial, la atención y el razonamiento. También había empezado a hacer natación, tal como le recomendamos. Asimismo, acordamos que iba a reducir las horas que dedicaba al móvil y a los videojuegos, y se estaba distribuyendo este tiempo según lo acordado. Cabe destacar que, aunque se bloqueaba a menudo en la terapia, con el acompañamiento de la terapeuta se lograba que se desbloquease. También estaba haciendo ejercicios de relajación y respiración, y de desbloqueo corporal. Le recomendamos unas sesiones con un osteópata y, con todo este trabajo, empezó a respirar mejor que antes, ya que no era consciente de su propia respiración y tenía una respiración muy corta.

 

¿Y emocionalmente?

Estaba empezando a trabajar la ansiedad, la inseguridad, la falta de madurez y la tristeza. A Guillem le gustaba venir a terapia y ponía una gran voluntad en las sesiones.

 

¿En casa debía hacer alguna actividad específica?

Sí, leer cada día un rato con los padres y explicar después qué había entendido, oralmente o por escrito.

 

¿Cuándo y cómo fue el primer test de control?

Antes de este primer test, que fue en octubre de 2018, Guillem pasó de curso, a 2º de ESO. No obstante, la terapeuta me informó en su evaluación que el caso era mucho más complejo de lo que pudiera parecer. Seguía con una actitud muy sumisa y el perfil era ligeramente de autismo. Las conductas obsesivas le daban seguridad y tranquilidad. Se estaba trabajando a fondo para que Guillem empezara a conectar con lo que sentía y pensaba porque era como si hubiera un desierto emocional. A pesar de que la rigidez corporal, mental y emocional ya no era tan fuerte, había que seguir trabajándola. Además, la presión de los padres le provocaba más ansiedad y bloqueo a Guillem, por lo que les sugerimos que empezaran a preguntarle por sus emociones para que en el ámbito familiar también pudiera expresarlas.

 

¿Cuáles fueron los resultados de este segundo test de lateralidad?

Brazo y mano, 70 % izquierdo, 30 % derecho; ojo, derecho; pierna estática, 10 % izquierda, 90 % derecha; pierna dinámica, 45 % izquierdo, 55 % derecho; oído, 50 % derecho, 50 % izquierdo; motricidad facial y cervicales, 55 % izquierdo, 45 % derecho.  Unos resultados que están bastante bien para un primer test de lateralidad tras dos meses de terapia.

Cuando le dolía algo, estaba convencido de que se volvería sordo, de que perdería la vista, etc. Y además de su fobia a las bacterias, solamente bebía agua de una marca determinada porque creía que era la única que no perjudicaría su salud. Lo importante de esto es que estaba obsesionado con temas muy específicos relacionados con la enfermedad

¿Los padres estaban apreciando algún cambio positivo?

Sí, nos hicieron saber que en clase se concentraba más, que entendía mejor las explicaciones que se le daban en el colegio y en casa, que ya no era tan lento al responder y que se bloqueaba menos. También estaban observando que la hipotonía había disminuido y que estaba más ágil. De hecho, empezaron a practicar esquí en familia. Las migrañas oftálmicas también estaban disminuyendo: eran menos frecuentes e intensas. Y no estaba tan ansioso, parecía que se sentía mejor, que se abría más a los demás y empezó a jugar a fútbol con su padre una hora al día. No obstante, Guillem seguía con TOC, con la hipocondría y negándose a leer.

 

¿Cómo le afectaba la hipocondría?

Cuando le dolía algo, estaba convencido de que se volvería sordo, de que perdería la vista, etc. Y además de su fobia a las bacterias, solamente bebía agua de una marca determinada porque creía que era la única que no perjudicaría su salud. Lo importante de esto es que estaba obsesionado con temas muy específicos relacionados con la enfermedad.

 

¿Cuándo fue el siguiente test de control?

El segundo test de control lo realizamos en marzo de 2019. Los resultados habían mejorado sensiblemente desde que le hicimos el primer test de lateralidad al llegar al centro: mano y brazo, 55 % izquierdo, 45 % derecho; ojo,10 % izquierdo, 90 % derecho; pierna estática, 20 % izquierda, 80 % derecha; pierna dinámica, 50 % izquierdo, 50 % derecho; oído, 45 % derecho, 55 % izquierdo; motricidad facial y cervicales, 55 % izquierdo, 45 % derecho (igual que en el primero).  Unos resultados que están bastante bien para un primer test de lateralidad tras dos meses de terapia.

En este periodo todavía depende mucho del apoyo de la madre para hacer las tareas escolares, sigue con bastante ansiedad y no consigue terminar un examen de Física en el colegio, pero hay avances en la coordinación ideomotriz, la estructuración espaciotemporal, la abstracción lógico-matemática, la comprensión de los idiomas y la confianza en sí mismo. También han seguido disminuyendo los dolores de cabeza y la onicofagia (se lastimaba las uñas con la otra mano). Aunque el curso escolar se le hace difícil, la escuela informa que pasará a 3º de ESO.

 

¿Y emocionalmente?

Empieza a salir de casa solo, le gusta sacar a pasear al perro y muestra otros intereses diferentes a los relacionados con Internet. La evolución es satisfactoria.

El último test de control lo hicimos en febrero de 2020. Guillem sigue avanzando en la agilidad mental, la hipotonía, la lectura, la comprensión lectora y la concentración, y se trabaja para que tenga más herramientas en el campo verbal. Cada vez socializa más. La madre dice que está más maduro, seguro de sí mismo y comunicativo

¿Cuáles es la situación en el tercer test de control?

Este test lo hacemos en julio de 2019. Los resultados muestran que la curación ha llegado al 78 %. Los resultados son: brazo y mano, 80 % izquierdo, 20 % derecho; el ojo, 20 % izquierdo, 80 % derecho; pierna estática, 35 % izquierda, 65 % derecha; pierna dinámica, 45 % derecha y 55 % izquierda; oído 40 % derecho y 60 % izquierdo; la motricidad facial y cervicales 40 % derecho y 60 % izquierdo. Son unos buenos resultados.

Guillem ya ha empezado a leer, aunque sigue sin gustarle, pero duerme poco porque sigue enganchado a la tablet.  La concentración, la ortografía y el vocabulario han mejorado significativamente, aunque sigue costándole hacer un esquema o cuadro sinóptico (lo cual requiere abstracción). Los dolores de cabeza tensionales han cesado, prácticamente, y aunque todavía le cuesta registrar lo que siente y piensa, empieza a poder comunicarse en este sentido; lo cual influye en los resultados de su rendimiento. Sigue ganando autonomía en los ejercicios de la terapia y los padres también observan que ya es más independiente y que su capacidad de razonamiento es bastante buena. Guillem ha vuelto a ser aceptado en el equipo de fútbol de amigos debido a que ha disminuido bastante la hipotonía y, por tanto, es mucho menos patoso. También empieza a quedar con otros niños del barrio para jugar y caminar. Se siente mucho mejor consigo mismo. La comprensión lectora debe seguir mejorando porque sigue siendo escasa. La ansiedad y los problemas de otitis se han reducido (tenía pólipos en la nariz).

 

¿Y los resultados del cuarto?

La curación ya es de un 85 %. Hay progreso en todos los ítems de lateralidad. Guillem es mucho más autónomo, la mejoría de sus capacidades mentales y su adaptación en la escuela y en las relaciones sociales es evidente, ha dejado de pasar tanto tiempo online, empieza a interesarse por los libros sobre animales y empieza a leer artículos de periódicos y, como está motivado, entiende lo que lee (al desbloquearse la parte emocional se desbloquea la mental). Progresa en todas las asignaturas, incluidas las matemáticas. Su yo emocional, mental y corporal está mucho más construido, y no hay tanta infravaloración ni ansiedad. Los vértigos disminuyen.

Este test lo hacemos en octubre de 2019 y la lateralidad ya es predominante hacia la izquierda. Apenas hay migrañas ni dolores. La terapia se enfoca a que aprenda a razonar y reflexionar por sí mismo. Para ello se sigue trabajando la coordinación ideomotriz, la concentración y la organización espaciotemporal. El podólogo le cambia las plantillas porque ya empieza a tener curva en la planta de los pies. Ahora va a nadar dos veces por semana. Ya solo se arranca la uña del pulgar izquierdo.

 

¿Cuál es el feedback de los padres en esta etapa?

Nos hacen saber que ya se comunica mucho más y con mayor fluidez, que sus relaciones sociales se han enriquecido, que hay buenos progresos en las matemáticas, aunque le sigue costando la Física.

 

¿Cuándo le realiza el quinto test de control?

El último test de control lo hicimos en febrero de 2020. Guillem sigue avanzando en la agilidad mental, la hipotonía, la lectura, la comprensión lectora y la concentración, y se trabaja para que tenga más herramientas en el campo verbal. Cada vez socializa más. La madre dice que está más maduro, seguro de sí mismo y comunicativo. Se han resuelto los dolores producidos por sus problemas oculares y de otitis, y sigue yendo a natación y haciendo actividades con sus amigos. Guillem manifiesta que quiere estudiar para dedicarse a algún campo relacionado con la informática.

Los resultados del test de lateralidad son los siguientes: brazo y mano, 90 % izquierdo, 10 % derecho; el ojo, 40 % izquierdo, 60 % derecho; pierna estática, 50 % izquierda, 50 % derecha; pierna dinámica, 30 % derecha y 70 % izquierda; oído y motricidad facial y cervicales, 30 % derecho y 70 % izquierdo.

 

¿Y el último test de control?

Ha sido ahora, en octubre de 2020. Los resultados del test de lateralidad han sido los siguientes: brazo y mano, 90 % izquierda, 10 % derecha; el ojo, 60 % izquierdo, 40 % derecho; pierna estática, 60 % izquierda, 40 % derecha; pierna dinámica, 20 % derecha y 80 % izquierda; oído, 80 % izquierdo, 20 derecho y motricidad facial y cervicales, 25 % derecho y 75 % izquierdo. Es decir, la curación es del 90 %.

 

¿Cuál ha sido la reacción de los padres?

Han visto que ha habido un cambio extraordinario, sobre todo, en lo que hace referencia a la rigidez neurofisiológica, mental y emocional de su hijo, porque era un niño con un bloqueo casi total en todos estos aspectos.

La terapia ya ha finalizado. A partir de ahora, como todos los pacientes que terminan el tratamiento, Guillem deberá hacer en casa una serie de ejercicios de los que hacía con la terapeuta aquí en el centro para afianzar la lateralidad lograda, y vendrá 3 veces más al centro cada 5-6 meses para que hagamos los respectivos controles de seguimiento antes de darle el alta definitiva. El caso de Guillem es un caso difícil, como me he mencionado, pero, a la vez, es un caso muy gratificante: la constancia y voluntad del paciente durante el tratamiento, la implicación de los padres y la escuela durante todo el proceso y la labor de la terapeuta han sido cruciales para su recuperación.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

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