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Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil
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Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 23 agosto, 2021 El trastorno de lateralidad, Lateralidad, Lateralidad cruzada, Lateralidad y lectura, Lectoescritura, Organización corporal, Organización temporal, Orientación espacial, Síntomas de lateralidad cruzada, Tratamiento de lateralidad, Zurdos

La psicóloga sanitaria de la Universidad Europea del Atlántico Isabel María Medina Amate publicó hace un año un estudio en MLS Psychology Research con el título Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada. Caso único.

El objetivo de este estudio es contribuir a la actualización en la investigación de los trastornos de la lateralidad y conocer en profundidad cuáles son los factores y componentes que afectan al correcto desarrollo de la lateralidad. Para ello, recoge todos aquellos datos relevantes que puedan ser esclarecedores en la controversia que existe en torno a la lateralidad, y así poder asegurar junto a toda la comunidad científica la existencia de una literatura veraz y rigurosa que pueda ser aplicada e impartida en centros educativos, centros de psicología y centros de formación.

El estudio nos ha parecido sumamente interesante y muy bien documentado. Dado que está publicado bajo licencia Creative Commons, compartimos la introducción; la cual ya incluye información relevante que os puede interesar. Y os invitamos a leer el estudio completo en este enlace.

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Introducción al estudio ‘Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada’

El cerebro, como cualquiera de nuestros órganos, se forma a lo largo del desarrollo vital (Blakemore y Frith, 2007). Durante este período, sufre cambios constantes tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. A nivel cuantitativo, el cerebro va modulando su forma, así como su volumen para dar cabida a las conexiones neuronales que van forjándose a lo largo del desarrollo (Ferré, Catalán, Casaprima y Mombiela, 2004). Dichas conexiones neuronales implican que este sufra oleadas de reorganización cerebral (cambios cualitativos) en las que se modifica la función y la organización de todas las estructuras cerebrales, desde las más primitivas a las más complejas (Blakemore y Frith, 2007).

Todas estas estructuras tan complejas necesitan una buena organización que permita al cerebro poder actuar de forma adaptada al entorno. Por ello, el cerebro (así como todo nuestro cuerpo) se organiza de una forma binaria, en el que todas las estructuras tienen su función en base a su localización (Ferré, Catalán, Casaprima, Mombiela, 2016): hemisferio izquierdo y hemisferio derecho.

Así pues, cada uno de los hemisferios está especializado en unas funciones concretas. De forma general, el hemisferio izquierdo es el encargado del lenguaje (Gazzaniga, 2000) y del procesamiento de la información (Ferré et al, 2004), así como el hemisferio encargado de la escritura, lectura o razonamiento numérico (Cumandá, 2012) y cuyo procesamiento es de tipo secuencial, es decir, el que analiza los detalles paso a paso (Rivera, 2010). El hemisferio derecho se encargaría entonces de la parte más espacial, con funciones destinadas a procesar información córporo-espacial (Ferré et al, 2004), así como al hecho de poder orientarse en el espacio y elaborar mapas conceptuales (Cumandá, 2012), siendo su procesamiento más holístico y global (Rivera, 2010). Esta afirmación llevaría a pensar en el hecho de que cada uno de los hemisferios tiene una funcionalidad específica y que, por tanto, en función de la tarea, un hemisferio predominará sobre el otro, marcando así un hemisferio dominante y otro subdominante (Ostrosky, 1986).

Así pues, se ha considerado desde las primeras teorías que el hemisferio izquierdo es el hemisferio dominante, debido a la función lingüística de la que se encarga, además de por ser el hemisferio encargado de la dextralidad de más del 90% de la población mundial (Romero, 2010).

Sin embargo, aunque bien es cierto que cada uno de los hemisferios está preferentemente destinado a funciones concretas, cabe señalar que ninguna de estas actúa “en solitario”, ya que requiere que ambos hemisferios participen en todas las actividades o tareas llevadas a cabo para el correcto desarrollo de las mismas (Ferré et al, 2004). Por tanto, el concepto de hemisferio dominante/no dominante es reemplazado por otras terminologías más concretas, en las que se denomina el término de referencia cerebral en alusión a la mayor participación de uno u otro en determinadas tareas o funciones (Repila, 2014) o en función de la novedad de la tarea (Tirapu, 2018), pero siempre teniendo en cuenta que ambos participan como una globalidad no sometida a disociaciones (Ferré e Irabua, 2002).

Esta conexión interhemisférica es producida por el cuerpo calloso. En palabras de Quintero, Manaut, Rodríguez, Pérez y Gómez (2003), “el cuerpo calloso es la comisura interhemisférica de mayor tamaño y el encargado de conectar de forma transversal ambos hemisferios”, el cual está formado por más de 200 millones de fibras nerviosas (Romero 2010, Quintero et al, 2003). En otras palabras, el cuerpo calloso se encarga de establecer relaciones entre las funciones más elevadas del Sistema Nervioso, y así poder conseguir que el lado derecho del cerebro sepa lo que hace el izquierdo (Ferré et al, 2016).

No obstante, en el momento en el que la organización jerárquica de funciones falla y los hemisferios cerebrales no se comunican a través del cuerpo calloso de una forma exitosa, los circuitos destinados a elaborar una respuesta no son capaces de llevar a cabo las tareas que les corresponden, entrando en escena la corteza. La corteza, encargada per se de funciones superiores, lleva a cabo la “resolución” de tareas de niveles inferiores, provocando un bloqueo y saturación a la hora de realizar sus tareas propias, tales como la planificación, dirección o conciencia (Ferré et al, 2004). Este proceso causa que aparezcan sujetos con problemas de aprendizaje vinculados a la lateralidad, presentando dificultades para desarrollar un aprendizaje correcto y adaptado a las necesidades del ambiente (Casado, Llamas y López, 2015).

La lateralidad ha sido un aspecto muy estudiado por diferentes autores, existiendo controversia en torno a su etiología (Bilbao y Oña, 2000). Según varios autores (Galin y Ornstein, 1972; Hicks y Kinsbourne, 1978 y Milner, 1964), la lateralidad es considerada como un aspecto vinculado a la genética, siendo esta un factor intrínseco en la naturaleza del ser humano, y difícil de cambiar. Sin embargo, autores como Dawson (1972) u Oña (1999), establecen que la predominancia lateral es el resultado del aprendizaje y que puede ser modulada.

A día de hoy y teniendo en cuenta los últimos estudios, se puede concluir que la distribución funcional entre los dos hemisferios viene predeterminada por la información genética, pero que es el ambiente y el aprendizaje el que provoca su modulación y desarrollo posterior. En palabras de Ferré et al (2004): “la genética proporciona el diseño básico, pero la interacción con el entorno es imprescindible para que se activen las sinapsis y se construyan los circuitos y las conexiones”.

Por tanto, al igual que se produce una distribución funcional interhemisférica y hay un hemisferio preferente para ciertas funciones, a nivel sensoriomotriz existen diferencias entre los dos lados del cuerpo, mostrando preferencia por un lado del cuerpo sobre otro, dando lugar al fenómeno de la lateralidad (Bernabéu, 2014).

La lateralidad se define como “el predominio funcional de un lado del cuerpo sobre otro, y se manifiesta en la utilización preferente de mano, pie, ojo y oído” (Portellano, 2008). Es aquello que nos permite orientarnos a nivel témporo-espacial, que nos ayuda a diferenciar lo que es izquierda y derecha (Rivera, 2010), mostrando una habilidad diestra o zurda a nivel de ojo, pie, mano y oído (Squadrone y cols, 1995). Así pues, la lateralidad es el fruto de la distribución ordenada de funciones entre los dos hemisferios, pero sin llegar a suponer una dominancia absoluta de un hemisferio sobre otro, sino como una dominancia relativa en función de la tarea o actividad (Repila, 2014; Tirapu, 2018).

Por tanto, la lateralidad se entiende como un proceso complejo que recorre los aspectos neuro-sensorio-motriz a lo largo de todo el ciclo (Cumandá, 2012), y como tal, pasa por varias fases. La primera fase del desarrollo de la lateralidad es la etapa prelateral, comprendida entre los cero y cuatro años del niño/a. En esta fase lo que se pretende conseguir es que el sujeto posea un dominio propio de los órganos sensoriales y del propio cuerpo, garantizar una buena coordinación automática contralateral y una función sensorial tridimensional, así como una correcta activación del cuerpo calloso (Ferré et al, 2016).

Esta fase a su vez está dividida en tres grandes bloques, en los que destacan los aspectos relacionados con el desarrollo de la organización sensorial, así como las respuestas características del niño/a tras su consecución (tabla 1, Ferré et al, 2016).

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Tabla 1.
Secuencia evolutiva de la lateralidad

Organización Postural Organización Sensorial Respuestas Características que el bebé debe organizar (identificables)

Fase Homolateral Monolateral alternante Percepción monocular, monoaural, monotactil alternante. Reflejo tónico-cervical asimétrico y simétrico Dominio boca arriba. Extensión Corporal Volteo en el suelo. Dominio del Boca abajo. Reptado circular.

Bi-Lateral Percepción duosensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal inexperto y homolateral.

Fase contralateral Contralateral Percepción bisensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal experto Sedestación Gateo Dominio de la bidepestación Deambulación Deambulación contralateral

Lateralidad Lateralidad Dominancias auditiva, táctil, visual Monopedestación Lateralización

Nota: Adaptado de Ferré et al, 2016.

Durante estas fases, y dado que la lateralidad es un proceso complejo que se desarrolla a lo largo de todo el proceso evolutivo y en el que interaccionan factores como el genético, ambiente y estimulación, pueden aparecer dificultades a la hora de definir la lateralización o retrasos en la misma.

La lateralidad, por tanto, puede ser de diferentes tipos (Brusasca, Labiano y Portellano, 2011; Ferré et at, 2016; Repila, 2014):

  • Lateralidad definida: la lateralidad definida es aquella por la cual el sujeto utiliza predominantemente un lado de su cuerpo tanto en manos, pies, oídos y ojos. Así, aquel que use predominantemente su parte derecha será diestro y aquel que use su parte izquierda será zurdo.
  • Lateralidad contrariada: la lateralidad contrariada es aquella que se ha producido al cambiar la preferencia principalmente manual debido a influencias sociales y educativas. Puede provocar alteraciones neuropsicológicas como disfunción, obstrucción o inhibición del funcionamiento cerebral.
  • Ambidextrismo. El ambidextrismo se produce cuando se utilizan ambos lados del cuerpo sin preferencia. Este fenómeno es poco común en la incidencia poblacional. Indica una deficiente organización neurológica y organización funcional interhemisférica.
  • Lateralidad cruzada: la lateralidad cruzada hace referencia a un predominio lateral no homogéneo, es decir, al hecho de predominar el lado derecho en un miembro y el lado izquierdo en otro miembro. Esto suele darse cuando hay un motivo de cruce de ojo y oído, siendo el más frecuente la que se expresa con predominio diestro de la mano y pie junto con predominio ocular izquierdo.

Si bien es cierto que la mayoría de la población desarrolla su lateralidad de forma exitosa, hay un importante porcentaje de niños que no llegan a desarrollarla de manera adecuada. Aproximadamente el 30% de la población sufre lateralidad cruzada, especialmente las mujeres debido a su simetría cerebral (Brusasca et al, 2011). En palabras de Bernabéu (2014), “el desarrollo de la lateralidad tiene repercusiones sobre distintas facetas del desarrollo evolutivo del niño, como el desarrollo motriz, coordinación motora, capacidad de orientación y percepción espacio temporal, así como el conocimiento del esquema corporal”. Concretamente, el hecho de tener lateralidad cruzada conlleva directamente a presentar problemas a la hora de rotar figuras, confundir la representación espacial de letras o números o al hecho de presentar dificultades relacionadas con el propio esquema corporal, así como con la motricidad y la relación témporo-espacial.

En definitiva, procesos relacionados con el aprendizaje como el lenguaje, la lectoescritura o las matemáticas estarían directamente afectados ante la falta de predominancia lateral, ya que es necesario tener un segmento dominante que tenga mayor fuerza, precisión, calidad propioceptiva, equilibrio y coordinación para llevar a cabo este tipo de aprendizajes (Mayolas, 2010). Según Bernabéu (2014), los niños con una dominancia lateralidad definida presentan ventajas a la hora de aprender a leer, a escribir y a hacer cálculos matemáticos con respecto a aquellos que presentan dificultades en predefinir su lateralidad. Por ejemplo, autores como Mesonero (1994) mencionan que las dificultades que pueden aparecer durante el proceso de aprendizaje de la lectura puede ser provocado en gran medida por la dificultad de discriminación entre derecha e izquierda, al retraso de la maduración nerviosa y a las alteraciones de la lateralidad cruzada. Al igual que la lectura, también existen problemas de disgrafía y disortografía, así como problemas de cálculo. Además, este autor relaciona los problemas de lectoescritura debido a alteraciones en la psicomotricidad, esquema corporal y en la estructuración espacial.

Aunque hay que tener en cuenta que el proceso de lateralidad es evolutivo y cuyo predominio no empieza a establecerse en torno a los 4-6 años con el aprendizaje de códigos (Ferré et al, 2016), es cierto que estos problemas deben detectarse de la manera más eficaz y rápida posible, con el fin de suplir todos aquellos déficits en el menor tiempo posible. Para ello, se debe tener en cuenta manifestaciones como las siguientes (Bernabéu, 2014; Ferré et al, 2016):

  • Dificultades en la automatización de lectura, escritura y cálculo.
  • Problemas de organización en espacio y tiempo.
  • Inestabilidad personal y emocional.
  • Desorden de los puntos de referencia corporal.
  • Dificultad para situarse a la derecha e izquierda de la línea media corporal.
  • Marcada lentitud de reflejos.
  • Inversiones gráficas y/o lectoras.
  • Velocidad lectora lenta y ausencia de comprensión lectora.
  • Pérdidas de atención.
  • Problemas en las relaciones con los iguales.

Por tanto, es fundamental la exploración completa y global de los diferentes aspectos relacionados con la lateralidad del sujeto, haciendo hincapié en explorar el desarrollo contralateral de base, la simetría de la arquitectura corporal y funcional, la automatización de los niveles de organización previamente alcanzados y el tipo de lateralidad en mano-ojo-pie-oído. El objetivo de esta exploración más exhaustiva no es otro que poder detectar el predominio lateral del sujeto y ver en qué fases o aspectos puede existir el problema de base, con el fin de hacer un buen abordaje y poder diseñar una estrategia de adquisición de preferencia manual que mejore la calidad de vida del niño (Ferré et al, 2004, Mayolas Pi, 2010).

En mayo de 2020 reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Neuropsicología: relación entre lateralidad y aprendizaje
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Neuropsicología: relación entre lateralidad y aprendizaje

Susana Lladó - Lladó Comunicación 22 junio, 2021 Aprendizaje, El trastorno de lateralidad, Lateralidad, Lateralidad cruzada

La relación entre lateralidad y aprendizaje ha quedado refrendada con las investigaciones que se han llevado a cabo en las últimas décadas desde la neuropsicología. Hoy compartimos algunas de las conclusiones más relevantes de un estudio publicado por la doctora en Psicología y Máster en Neuropsicología Cognitiva Elena Bernabéu Brotons, quien es también Vicedecana de Ordenación Académica y Calidad de la Facultad de Educación y Psicología de la UFV (Universidad Francisco de Vitoria), además de participar como docente en diversos posgrados relacionados con la Neuropsicología Clínica y la Neuropsicología y Educación.

El estudio al que nos referimos lleva por título Programas de desarrollo de la lateralidad, mejora del esquema corporal y organización espaciotemporal. Intervención en dificultades de aprendizaje, y forma parte de la publicación Procesos y programas de neuropsicología educativa editada por el Centro Nacional de Innovación e Investigación Educativa (CNIIE). Desde aquí, agradecemos a la doctora Bernabéu que nos haya autorizado a compartir su trabajo.

El desarrollo de la lateralidad tiene repercusiones sobre distintas facetas del desarrollo evolutivo del niño

En la introducción del estudio se señala:

«La lateralidad corporal se define como el predominio funcional de un lado del cuerpo sobre el otro, y se manifiesta en la utilización preferente de mano, pie, ojo y oído (Bilbao & Oña, 2000; Portellano, 2008). La organización lateral, consecuencia de la diferente distribución de funciones en el cerebro humano, es de gran relevancia en el desarrollo cognitivo y emocional infantil. Gracias a las aportaciones llevadas a cabo dentro del campo de la neuropsicología (Dubois et al., 2008; Oltra, 2002), actualmente se asume que el desarrollo de la lateralidad tiene repercusiones sobre distintas facetas del desarrollo evolutivo del niño, como el desarrollo psicomotriz, la coordinación motora, la capacidad de orientación y percepción espacio-temporal, el conocimiento del esquema corporal, y como consecuencia de todo esto, está implicado en los procesos de aprendizajes, especialmente en los relacionados con el lenguaje, la lectoescritura o las matemáticas (Jagannath, Garrido & González, 2001; Dean & Reynolds, 1997). »

Posteriormente, la especialista cita los trabajos de Broca y Wernicke sobre la localización del lenguaje añadiendo que, desde entonces, las investigaciones desde la neuropsicología sobre lateralización hemisférica muestran:

  • La especialización del hemisferio izquierdo en el procesamiento del lenguaje (Gazzaniga, 2000).
  • Mayor competencia del hemisferio izquierdo en tareas solución de problemas y en formulación de hipótesis (Gazzaniga, 2000).
  • Superioridad del hemisferio izquierdo en la programación del acto motor en la ejecución de los movimientos que se realizan con cualquiera de las dos manos (Babiloni et al., 2003).
  • Superioridad del hemisferio derecho en tareas visoperceptivas, visoespaciales y visoconstructivas (Stephan et al. 2007), así como en la percepción de la emoción; es decir, en el reconocimiento de los aspectos emocionales de los estímulos (Tamietto et al., 2006).
  • Los sistemas atencionales también parecen organizarse de forma asimétrica: se ha encontrado una mayor implicación del hemisferio derecho en los procesos de vigilancia y de orientación automática de la atención (Banich, 2003), frente al control voluntario de la atención, en el que parece predominar el hemisferio izquierdo (Gazzaniga, 2000; Chokron et al., 2003).
  • El hemisferio izquierdo procesa la información preferentemente de forma analítica y secuencial, mientras que el hemisferio derecho estaría especializado en un tipo de procesamiento global u holístico, hipótesis planteada originariamente por Levy en 1974, y confirmada en estudios posteriores (Banich y Compton, 2011). Como consecuencia de esta distribución asimétrica de funciones en el cerebro, los seres humanos también muestran diferencias de organización sensorial y motora. Al igual que hay un hemisferio preferente o más competente en cada una de las funciones psicológicas, también a nivel sensoriomotriz existen diferencias funcionales entre los dos lados del cuerpo. Aunque la dominancia manual es la asimetría humana más evidente, la mayoría de las personas tienen un ojo, un oído o un pie dominante o preferente: la mano preferente dirige la función y coordina el movimiento manual, y lo mismo ocurre en las extremidades inferiores: el ojo y el oído preferentes dirigen el análisis sensorial y la integración de la información que procede de los dos canales visuales y auditivos (Ferré y Aribau, 2006; Ferré, Catalán, Casaprima y Mombiela, 2008).
Neuropsicología: relación entre lateralidad y aprendizaje

En el apartado sobre lateralidad, esquema corporal y estructuración espaciotemporal, la doctora explica lo siguiente:

  • La lateralidad no es únicamente la preferencia sensorial o motora de uno de los dos lados del cuerpo: es una función de gran complejidad que se constituye en principio organizador de la estimulación aferente y de la respuesta motora. Se ha comprobado que el desarrollo de la lateralidad está implicado en aspectos importantes del desarrollo psicomotriz, como la coordinación motriz, la orientación espacial, y la percepción espaciotemporal (Dean & Reynolds, 1997).
  • La preferencia funcional de uno u otro lado del cuerpo permite al niño diferenciar la derecha y la izquierda con relación a su cuerpo, ubicarse en su entorno y en relación los demás, lo que le va a permitir conformar la base de la orientación y la estructuración espacial. La lateralidad, por tanto, posibilita la utilización eficaz del propio cuerpo y la percepción del propio esquema corporal (Vlachos, Gaillard, Vaitsis, & Karapetsas, 2013).
  • Muy unida a la ubicación especial y al esquema corporal está la temporalidad o estructuración del tiempo. La estructuración temporal implica una correcta estructuración espacial y esquema corporal, una conciencia integrada de la experiencia sensorial y motriz y la correcta orientación propioceptiva (intracorporal) y exteroceptiva (en relación a referencias externas). Además, de una correcta estructuración espacial, la temporalidad implica el sentido del ritmo, o percepción de los intervalos (iguales o desiguales) de tiempo. El desarrollo de la lateralidad permite distinguir, por ejemplo, experiencias simultáneas de experiencias secuenciadas (Da Fonseca, 2005). La capacidad para organizar y estructurar la información en las coordenadas espaciotemporales es esencial para cualquier aprendizaje (Da Fonseca, 2005). Como consecuencia, la lateralidad está directamente implicada en el rendimiento escolar, especialmente en los procesos relacionados con el lenguaje, la lectoescritura o las matemáticas (Jagannath, Garrido & González, 2001). Una buena organización lateral permite la correcta orientación en el espacio y en el tiempo, esencial para asimilar y comprender los códigos escritos (letras y números), que son el medio principal por el que el niño adquiere el conocimiento en el aula (Ferré et al, 2006; Roure, 2012). El sistema más eficaz es el que está lateralmente estructurado.

Respecto al proceso de consolidación de la lateralidad, leemos:

  • La lateralidad parece condicionada genéticamente (Annett, 2008), y se han encontrado respuestas en los neonatos que reflejan preferencias en el uso de un lado u otro del cuerpo, en particular en referencia a manos, pies, ojos y oídos (Annett, 2000; Warren, Stern, Duggirala & Almasy, 2005). Sin embargo, estas respuestas tienden a desaparecer durante el curso del primer año para reaparecer posteriormente a partir de los dos años de forma progresiva hasta que se consolida organización lateral. Casi todos los autores coinciden en que la lateralidad se establece en torno a los ocho años de edad (Ferré et al., 2008), aunque este proceso puede prolongarse en determinadas circunstancias hasta los doce años, siendo inestable antes de los cuatro (Michel, Tyler, Ferre & Sheu, 2006).
  • Los estudios que se han realizado sobre rendimiento cognitivo en diestros y zurdos no han encontrado diferencias significativas relevantes (Springer y Deutsch, 2001; Portellano, Torrijos, Martínez-Arias y Vale, 2006). Lo que sí es importante es que, tras el proceso de consolidación de la lateralidad, el niño construya una lateralidad homogénea, es decir, con los cuatro índices corporales (mano, pie, ojo, oído) ubicados en el mismo hemicuerpo (Ferré y Aribau, 2002; Ferré et al., 2008).
Neuropsicología: relación entre lateralidad y aprendizaje

Las ideas que nos parecen más relevantes sobre la lateralidad y los problemas de aprendizaje para destacar aquí son:

  • La relación entre lateralidad y aprendizaje ha sido señalada por multitud de autores. Los niños lateralizados de forma adecuada muestran cierta ventaja en el desarrollo de habilidades visoespaciales, en el aprendizaje de la lectoescritura y en el cálculo frente a niños con lateralidad indefinida o no estructurada de forma homogénea (De Jong, Van der Graaf, & Paans, 2001; Simon, Mangin, Cohen, Le Bihan, & Dehaene, 2002).
  • Se ha propuesto que cuanto más afianzada y fuerte sea la lateralidad (diestra o zurda), mejor será la capacidad cognitiva (Nettle, 2003). Mayolas, Villaroya & Reverter (2010) encontraron que la mayoría de los niños con lateralidad homogénea, mostraban un estilo de aprendizaje positivo (64,5%), mientras que los niños con lateralidad cruzada mostraron con más frecuencia (55,8%), un aprendizaje negativo, según valoración de sus profesores.
  • La incidencia de alteraciones en la lateralización es mucho más elevada entre niños con problema de aprendizaje. De forma coherente, se ha hallado un alto porcentaje de lateralidad cruzada entre alumnos con cociente intelectual normal y dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura (Siviero, Rysovas, Juliano, Del Porto & Bertolucci, 2002), y se ha relacionado una dominancia manual indefinida y con tendencia al ambidextrismo con dificultades en el desarrollo del lenguaje y en el aprendizaje de la lectoescritura y de las matemáticas (Hallahan, Kauffman & Lloyd, 1999; Vlachos et al., 2013).
  • También es mayor la proporción de niños con lateralidad mal definida entre niños con dislexia, disgrafía, tartamudez y dificultades de estructuración espaciotemporal (Da Fonseca, 2005).
  • Se ha descrito un mayor porcentaje de niños con lateralidad no homogénea o indefinida en diferentes trastornos del desarrollo: discapacidad intelectual (Niort, 2012), espectro autista (Yoshimura et al., 2013; Dane & Balci, 2007), trastorno específico del lenguaje (Triviño, 2002), trastorno por déficit de atención con hiperactividad (Reid & Norvilitis, 2000) o sufrimiento perinatal (Portellano, 2009).

Respecto a los programas de intervención para mejorar la organización lateral, la doctora concluye:

  • La lateralidad mal definida puede considerarse, por tanto, un factor de riesgo que aumenta en las aulas las posibilidades de tener dificultades o desarrollar un trastorno del desarrollo. Se hace, por tanto, necesario desarrollar programas de intervención de carácter preventivo que aseguren un correcto establecimiento de la lateralidad, y programas de intervención para mejorar patrones de lateralidad anómalos o no establecidos de forma homogénea.
  • Previamente, los profesionales del entorno educativo deben evaluar el desarrollo de la lateralidad de sus alumnos, y eso puede hacerse a partir de la edad de cuatro años, cuando las tendencias en lateralidad son evidentes.
«La lateralidad cruzada estanca el CI de las personas»
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«La lateralidad cruzada estanca el CI de las personas»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 9 febrero, 2021 Entrevistas, Lateralidad, Lateralidad cruzada, Lateralidad cruzada e hipotonía, Lateralidad y CI

Por Susana Lladó

 

La directora-fundadora de nuestro centro, Joëlle Guitart, nos explica en esta entrevista el caso de Elena, una niña con 3 cruces de lateralidad e hipotonía. Aunque los resultados del primer test de WISC que se le realizó al iniciar la terapia mostraron un cociente intelectual normal, estos resultaron de CI aumentaron significativamente cuando se le realizó un segundo test de WISC al finalizar la terapia de lateralidad.

Elena tenía muchas dificultades con las matemáticas y, a causa de una ligera dislexia, omitía sílabas y dejaba palabras sin terminar al escribir. También presentaba problemas de concentración, lentitud, bloqueos y disortografía. La mecánica lectora estaba bien, pero la comprensión lectora no era buena, motivo por el que les costaba recordar lo que leía de cualquier asignatura.

¿Qué caso nos va a exponer hoy? 

El de una niña con lateralidad cruzada, a la que llamaré Elena, que llegó al centro hace tres años, cuando tenía 9 años y 11 meses. Estaba cursando cuarto de Primaria. 

 

¿Cuáles fueron los resultados del test de lateralidad? 

Presentaba tres cruces de lateralidad e hipotonía en miembros superiores e inferiores. Los resultados del test de lateralidad fueron los siguientes: lateralidad de mano, 65 % derecha, 35 % izquierda; lateralidad del ojo, izquierda; lateralidad de pierna estática, 55 % derecha, 45 % izquierda; lateralidad de pierna dinámica, derecha; lateralidad de oído, 40 % derecho, 60 % izquierdo, y lateralidad de la motricidad facial, 35 % derecha, 65 % izquierda. Decidí lateralizarla a la derecha, como diestra. 

 

¿Cuáles son las particularidades del caso? 

Elena tenía muchas dificultades con las matemáticas y, a causa de una ligera dislexia, omitía sílabas y dejaba palabras sin terminar al escribir. También presentaba problemas de concentración, lentitud, bloqueos y disortografía. La mecánica lectora estaba bien, pero la comprensión lectora no era buena, motivo por el que les costaba recordar lo que leía de cualquier asignatura.

 

¿Su CI era normal? 

Antes de iniciar la terapia, le realizamos el test WISC para saber en qué aspectos cognitivos necesitaba más ayuda. Los resultados mostraron un cociente intelectual normal, de 102. No obstante, cuando lo repetimos un año y medio después, el resultado aumentó a 107. Esta diferencia se debe a que la lateralidad cruzada estanca el CI de las personas. Lo vemos en todos los casos. Es decir, no es que el rendimiento académico de estos niños sea bajo porque no sean inteligentes, sino que su CI está frenado por sus cruces de lateralidad. En cuanto su lateralidad queda bien definida a la derecha o a la izquierda al finalizar la terapia, alcanzan todo su potencial intelectual. Es muy importante aclarar este punto, ya que en alguna ocasión hemos tenido pacientes que llegaron al centro con un diagnóstico de deficiencia mental y tras hacerles de nuevo el test meses después de iniciar el tratamiento, los resultados indicaron un CI dentro del rango de lo normal.

La madre también tenía lateralidad cruzada. Todavía recuerdo sus palabras. Me dijo: «Venimos porque no queremos que le pase lo mismo que a mí. Yo quería estudiar y no pude porque no comprendía bien las materias».

¿Qué dificultades tenía en las matemáticas? 

No las comprendía. No entendía la lógica de las matemáticas porque su capacidad de abstracción era deficitaria. Por ejemplo, no entendía cómo se hace una división de dos cifras. 

 

¿Y su carácter? 

Lo más destacable es que era una niña muy autoexigente, un rasgo que suele estar presente en las personas con lateralidad cruzada: sustituyen sus déficits cognitivos con una gran fuerza de voluntad y autoexigencia. Esta es la razón por la que, en algunos casos, como el de Elena, van siguiendo el ritmo de clase hasta que, de repente, el rendimiento cae en picado. 

 

¿El de Elena también cayó? 

Sí, fue cuando pasó de cuarto a quinto de Primaria. 

 

¿Había más rasgos o dificultades remarcables? 

Era muy introvertida e irritable y, como presentaba hipotonía, era muy patosa. Iba a clases de natación, pero solía nadar por debajo del agua, ya que le costaba menos, como a todos los hipotónicos. También iba a clases de música.  

 

¿Cómo era la dinámica familiar? 

Elena contaba con una familia muy sana emocionalmente y que entendía muy bien la función de la terapia, algo que no todos los padres comprenden. Este punto contribuyó positivamente a su recuperación porque contamos con toda su colaboración, al igual que con la de su maestra del colegio. Además, como en cualquier terapia, también fue fundamental que el transfer con su terapeuta fuera muy bueno. Todo ello posibilitó que la evolución de Elena fuera muy rápida. 

 

¿Cuál fue el relato de los padres en la primera visita? 

La madre también tenía lateralidad cruzada. Todavía recuerdo sus palabras. Me dijo: «Venimos porque no queremos que le pase lo mismo que a mí. Yo quería estudiar y no pude porque no comprendía bien las materias». En cambio, el padre, estaba más preocupado porque Elena fuera feliz. Dijo que la parte escolar no era lo que más les preocupaba. 

El paciente hace ejercicios de seriación, como contar de dos en dos hasta 100 y, después, hacer lo mismo en orden decreciente (100-98-96-94, etc.). A Elena le costaba la estrategia mental, que es la habilidad mental numérica; hacer operaciones mentalmente, como sumar llevando, pero enseguida empezó a mejorar en las matemáticas porque fue adquiriendo esta agilidad mental.

¿Elena no era una niña feliz? 

No. Antes de acudir a nuestro centro, estuvo yendo tres años a terapia por una depresión. Aunque este problema ya se había resuelto, Elena hablaba poco. Era una niña que estaba triste.  

 

 ¿Qué mejoras cabe destacar  del primer test de control, tras iniciar la terapia? 

La terapeuta de Elena reporta que la niña va a terapia a gusto. Están trabajando la abstracción y la comprensión lectora y, paralelamente, va introduciendo ejercicios de respiración y relajación para que se vaya sintiendo más relajada y no tenga tantos bloqueos en el colegio. En las últimas sesiones la ha observado más participativa y sonriente. En la entrevista con los padres, me hacen saber que su hija está contenta con la terapeuta y que confía mucho en ella. La ven más motivada, aunque preocupada porque el horario de las sesiones de terapia le iba a coincidir con el de las fiestas que se iban a celebrar en su pueblo. Llegamos a un acuerdo para que Elena no se las perdiera, pues era importante para ella. 

 

¿Qué otros aspectos se empezaron a trabajar en terapia? 

La coordinación oculomanual, la coordinación ideomotriz ―como deletrear palabras mentalmente― y el razonamiento. Su profesora me llamó y me comentó que estaba de acuerdo en que era importante que Elena aprendiera a pensar, en lugar de que estudiara de memoria. Aunque la paciente leía mucho en casa debido a su autoexigencia, recomendé que bajara el tiempo de lectura a 8 minutos y dedicara cada día 3 minutos a comentar lo que hubiese leído. Más adelante, también recomendé que empezara a hacer esquemas sinópticos para trabajar la lógica entre conceptos e ideas. 

 

¿Algún aspecto más? 

Sí, se la estimuló para que adquiriera fluidez numérica mentalmente. 

 

¿Por ejemplo? 

El paciente hace ejercicios de seriación, como contar de dos en dos hasta 100 y, después, hacer lo mismo en orden decreciente (100-98-96-94, etc.). A Elena le costaba la estrategia mental, que es la habilidad mental numérica; hacer operaciones mentalmente, como sumar llevando, pero enseguida empezó a mejorar en las matemáticas porque fue adquiriendo esta agilidad mental.  

 

¿Hubo más avances en esta etapa? 

Ella misma empezó a repasar sus deberes y exámenes para evitar errores que antes se le pasaban por alto, comenzó a disfrutar de la lectura (ya no leía solo por obligación) y también observé que había adquirido más soltura corporal gracias a los ejercicios de estiramientos que introdujimos en la terapia. La concentración también empezó a mejorar. 

Tenía el cuerpo muy bloqueado, lo cual era un reflejo de cómo se sentía. Por ejemplo, al principio, estaba muy angustiada porque siempre creía que le faltaba tiempo para estudiar. Si se iban de fin de semana o de puente, le entraba una gran ansiedad. El desbloqueo corporal la ayudó mucho a desbloquearse mentalmente

¿Por qué  integraron estos ejercicios en las sesiones? 

Porque tenía el cuerpo muy bloqueado, lo cual era un reflejo de cómo se sentía. Por ejemplo, al principio, estaba muy angustiada porque siempre creía que le faltaba tiempo para estudiar. Si se iban de fin de semana o de puente, le entraba una gran ansiedad. El desbloqueo corporal la ayudó mucho a desbloquearse mentalmente. Esto se reflejaba en los ejercicios de las sesiones: al gestionar mejor sus emociones y coger confianza, cada vez se equivocaba menos al hacerlos. Además, empezó a sentirse más vital, con el cuerpo más despierto. 

 

¿Cuál es la evolución en el segundo test de control? 

Entre cada test de control transcurren 5-6 meses. Algo que no he mencionado es que Elena no tenía amigos. Pero no los tenía porque no se atrevía a establecer relación con otros niños, no los invitaba a su casa, no les proponía planes, etc. Es decir, era ella quien tenía problemas de relación social. Sufría mucho por este tema. En cambio, cuando venía a mi despacho y durante las sesiones se relajaba porque sentía el centro como un entorno seguro.  

 

La inseguridad y la baja autoestima son comunes en las personas con lateralidad cruzada 

Sí, todas sus dificultades de aprendizaje hacen mella en su identidad. Elena, antes de empezar sexto de Primaria, ya estaba sufriendo por si sería capaz de aprobar las asignaturas de ese nivel superior. 

 

Estábamos en el segundo test de control 

Lo más destacable es que en esta etapa ya no hay signos de la dislexia perceptiva, pero sigue teniendo dificultades para hacer una síntesis y la sintaxis todavía no es buena. Cuando se equivoca, normalmente es porque se precipita mucho.   

En la entrevista con los padres, recomiendo que la apunten a clases de teatro para seguir reforzando todo el trabajo corporal y de desbloqueo. Elena es una niña muy perfeccionista, podríamos decir que demasiado perfecta. Como terapeuta, cuando veo a estos niños tan poco niños, tan modélicos en su comportamiento, sé que no se permiten el error, que tienen poca tolerancia a la frustración. 

Les comunico a los padres que en el cuarto test calcularé el porcentaje de recuperación de lateralidad. 

 

 

La onicofagia está relacionada con la ansiedad y, en algunos casos, con el autocastigo y el autocontrol. Se suelen morder las uñas o arrancar la piel de alrededor. Lo observo desde hace 50 años, de la misma manera que observo que esta compulsión deja de estar presente al finalizar la terapia.

Pasemos al tercer test de control 

La evolución es buena, aunque todavía le cuesta recordar lo que lee y el perfeccionismo sigue estando presente. En el colegio, hay evolución en todas las asignaturas, salvo en la gramática del inglés. La disortografía va mejor, ya no confunde tanto la fonética de algunas letras (confundía la j con la g, por ejemplo), mezcla menos el catalán y el castellano, sigue mejorando en las mates y se la ve con más energía, con más reflejos y más despierta en los ejercicios que requieren rapidez y agilidad.  

Elena se encuentra mejor en su piel, la ansiedad se ha reducido, empieza a hacer amigos, decide voluntariamente, por primera vez, que se va a ir unos días de colonias y expresa que va a querer estudiar una carrera que le permita ayudar después a la gente.  

En este test también observo que la lateralidad de la pierna estática ya es ambivalente y Elena me dice que ahora es consciente de lo que le cuesta más o menos, tanto en el aspecto cognitivo como en el emocional. 

Los padres deciden que van a cambiar a su hija de colegio el próximo curso, a una escuela de nivel pedagógico más alto. 

 

¿Cuál es la evolución en el cuarto test de control? 

Las observaciones más relevantes de la terapeuta son que ha aumentado su capacidad de razonamiento lógico-matemático y su concentración, y que ya no la ve triste: sonríe y se divierte, algo que es nuevo. La adaptación al nuevo colegio es buena y, a pesar de que la escuela está en otra población, bastante lejos de Barcelona, Elena quiere terminar la terapia. 

La terapeuta también recalca que ha mejorado mucho en reflejos y rapidez corporal, y que la propia paciente es consciente de que ha ganado musculatura y que ha disminuido notablemente su hipotonía. Ahora, Elena se atreve a preguntar en clase, cosa que nunca había hecho. Y, aunque todavía comete faltas de ortografía, ha mejorado en la redacción. También observa que ya no se come las uñas. 

 

La onicofagia es también muy común en los niños y adolescentes con lateralidad cruzada 

Sí, la onicofagia está relacionada con la ansiedad y, en algunos casos, con el autocastigo y el autocontrol. Se suelen morder las uñas o arrancar la piel de alrededor. Lo observo desde hace 50 años, de la misma manera que observo que esta compulsión deja de estar presente al finalizar la terapia. Precisamente, hoy ha terminado la terapia otra niña que se arrancaba la piel, sobre todo, de los pulgares y meñiques de ambas manos, y ha dejado de hacerlo. 

 

En este cuarto test calculó el porcentaje de recuperación, ¿no? 

Sí. Respecto a la lateralidad, la recuperación llegó al 78 %. Como no había estancamiento en ningún ítem de lateralidad, decidimos finalizar la terapia al cabo de 6 meses, momento en el que la recuperación alcanzó el 89 %. El caso de Elena es un caso de recuperación más rápida de lo habitual. La terapia duró dos años. Fue en este quinto test de control cuando repetimos el test de WISC y dio el resultado de 107, un cociente intelectual normal-alto. 

Los ejercicios posterapia sirven para afianzar todo el trabajo neurofisiológico realizado durante las sesiones de terapia. Estos ejercicios son muy importantes: cuando el paciente los realiza, el porcentaje de recuperación siempre aumenta un poco más. Lo observo en los tres controles más de seguimiento que les hago después en intervalos de 5 meses.

¿La terapia fue individual o en grupo? 

En grupo, con otros niños de edad y dificultades de lateralidad similares.  En muchos casos, la terapia de lateralidad en grupo tiene muchas ventajas respecto a la individual; sobre todo, en niños y adolescentes.

 

¿Elena tuvo que hacer en casa los ejercicios posterapia? 

Sí, como todos los pacientes. Los ejercicios posterapia sirven para afianzar todo el trabajo neurofisiológico realizado durante las sesiones de terapia. Estos ejercicios son muy importantes: cuando el paciente los realiza, el porcentaje de recuperación siempre aumenta un poco más. Lo observo en los tres controles más de seguimiento que les hago después en intervalos de 5 meses. En su caso, eran tan solo cinco minutos de ejercicios dos veces por semana. Llegamos a un 93 % de recuperación en el segundo test de control posterapia y la hipotonía se redujo de un 15 % a un 10 %.  

La paciente, cuando vino a realizar el tercer test posterapia, me comentó que se había apuntado a clases de baile moderno, lo cual, teniendo en cuenta la rigidez y falta de conciencia corporal con la llegó al centro, es muy significativo. Asimismo, en el nuevo colegio había empezado a estudiar alemán sin dificultad y había superado completamente sus problemas con las otras lenguas. La recuperación final de Elena fue de un 95 %, el máximo posible. 

 

¿Cuáles fueron los resultados del último test de lateralidad? 

Lateralidad de la mano, 90 % derecha, 10 % izquierda; la del ojo, derecha; pierna estática, 80 % derecha, 20 % izquierda; pierna dinámica, derecha; oído, 70 % derecho, 30 % izquierdo, y motricidad facial, 70 % derecha, 30 % izquierda. 

 

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

La integración y retención de la información en adultos
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La integración y retención de información en adultos

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 27 enero, 2020 El trastorno de lateralidad, Integración y retención de información, Lateralidad, Lateralidad cruzada o heterogénea, Memoria, Terapia de lateralidad

Por Susana Lladó

Vivimos en un escenario laboral en permanente cambio que requiere perfiles flexibles con capacidad para adaptarse rápidamente a los nuevos desafíos, a nuevos grupos de trabajo y a los avances continuos en tecnología. En este escenario, es imprescindible ser capaz de integrar y retener información nueva continuamente. Sin embargo, esta capacidad cognitiva es, precisamente, una de las que tienen afectada las personas con problemas de lateralidad. El psicólogo Luis Elías nos explica cómo se trabaja este aspecto en terapia, sobre todo, con los pacientes adultos.

Si tienes un mal concepto de ti mismo, estás tan cohibido en el ámbito laboral que pierdes la capacidad de integrar bien la información

 

Me comentabas que tienes pacientes que trabajan, por ejemplo, en el ámbito de la consultoría y que tienen serios problemas para integrar y retener la información, algo esencial para el buen desempeño de sus responsabilidades

Sí, así es. Uno de ellos, al inicio de la terapia, me explicó que cuando le hablaban en la oficina, no sabía lo que le decían, no lo entendía.

 

Complicado y duro. ¿Retrocedemos? ¿Cómo funciona el proceso de integración y retención de la información?

En el proceso de integración (recopilación) y retención (memoria) cognitiva de la información, primero se integra la información y después se retiene.

 

Este proceso, ¿se produce igual en todas las personas?

En los niños y jóvenes es mucho más sensorial que en los adultos porque todavía no son tan porosos a una serie de condicionantes que tenemos los más mayores.

 

¿Qué tipo de condicionantes?

A medida que nos hacemos mayores, estamos más condicionados por factores como los prejuicios, los valores, cuestiones culturales, aspectos emocionales, la cultura de empresa de la organización en la que trabajamos, etc. La integración de la información no deja de ser una interpretación de la realidad y todos estos factores nos influyen a la hora de integrar la información que recibimos del exterior.

 

Explícanos un poco más lo de la interpretación de la realidad y su relación con el proceso cognitivo

Las personas hacemos una interpretación continua de la realidad, de todo aquello que percibimos. Para reforzar el proceso cognitivo que supone esta interpretación, utilizamos la concentración, la atención, etc. La integración de los inputs que recibimos del exterior es un acto en el que ponemos en relación y sintetizamos las diversas informaciones dándoles un sentido. Es decir, es un proceso en el que guardamos e interpretamos cognitivamente la información y le damos un sentido integral. Pero para ello hay que entender dicha información. Por eso, además de los aspectos perceptivos, en terapia también se trabaja la capacidad de comprensión.

 

Para poder integrar cualquier información es necesario darle un sentido

Sí, incluso para integrar la sensorial, que es a la que más atienden los niños.

 

Y ¿cómo lo hacemos?

Como decía, la integración sensorial es un proceso neurológico que consiste en organizar la información que proviene de los sentidos para lograr un concepto unificado. Para ello necesitamos la percepción, pero también capacidad de abstracción, saber organizar la información para convertirla en conocimiento y motivación.

Lateralidad e integración y retención de la información en adultos

¿Estos aspectos son los que se trabajan en terapia?

Se trabajan los sistemas sensoriales (percepción del cuerpo, tacto, sistema auditivo, visual, etc.) y, cuando es necesario, los otros, ya que si una persona es incapaz de ordenar la información, difícilmente podrá integrarla.

 

A cuanta más velocidad sucede lo que queremos integrar, mayor es la dificultad para integrar la información: para procesarla, codificarla y darle sentido, lo cual nos permitirá, posteriormente, recordarla

 

¿Hasta qué punto es esencial la motivación en este proceso cognitivo?

Es fundamental. Hay pacientes, como el que mencionaba al principio, que trabajan en entornos bastante deshumanizados y muy estresantes. Vienen a terapia por dos aspectos cruciales: porque les costaba mucho integrar y retener la información, y porque su autoestima estaba tan mermada que se sentían desvalorizados y desmotivados. Si tienes un mal concepto de ti mismo, estás tan cohibido en el ámbito laboral que pierdes la capacidad de integrar bien la información: estás pensando que todo irá mal, que tu rendimiento será insuficiente. Los prejuicios, los aspectos motivacionales, emocionales, anímicos, físicos, así como las expectativas, condicionan, o pueden condicionar, la capacidad de integración de la información.

 

¿Qué más puede impedir o dificultar el proceso?

La memoria. Es un ítem de lateralidad que también trabajamos en terapia, tanto en niños como en adultos. Y después hay dos factores que se deben tomar en consideración cuando hablamos de la integración y retención de información: la velocidad y la duración.

 

Vamos con la velocidad

A cuanta más velocidad sucede lo que queremos integrar, mayor es la dificultad para integrar la información: para procesarla, codificarla y darle sentido, lo cual nos permitirá, posteriormente, recordarla. Por ejemplo, en las actividades que hacemos en sesión, normalmente ponemos timings. Primero es un timing abierto (no se establece un tiempo), pero progresivamente, al repetir la actividad, cada vez fijamos tiempos más cortos. Esto lo hacemos así no solo para añadir un ápice de presión con el objetivo de que aprendan a gestionar el estrés, la tolerancia a la frustración, etc., sino también para tener una medida de referencia; es decir, si hay un progreso o no en ese proceso de retención e integración de la información.

 

¿Y la duración?

La duración está relacionada con las experiencias de la vida. A mayor exposición a una información, mejor asimilación. Por esto la repetición (la práctica) es importante, por ejemplo, cuando se aprende a tocar un instrumento.

 

Y estos iítems van interralacionados con los emocionales

Sí. En terapia trabajamos todos estos aspectos conjuntamente con los emocionales, de manera que los pacientes adultos cada vez tienen menos temor a afrontar nuevos retos laborales. Al comprobar que van mejorando en la integración y retención de la información, esto les refuerza emocionalmente, y como emocionalmente cada vez están más fuertes, aumenta su motivación para seguir trabajando los aspectos cognitivos. Lo ven en su ámbito laboral: hay un cambio significativo en la forma de abordar nuevos retos.

 

Para terminar, ¿nos puedes poner otro ejemplo de un paciente con estas dificultades?

Las dificultades en todos ellos son similares. Tengo otro paciente al que, cuando le explicaban un proceso metodológico en el trabajo, al cabo de un minuto o minuto y medio se perdía. Y entonces, entraba en una dinámica de pensamientos rumiativos obsesionándose con que se perdía, con lo cual se bloqueaba y todavía era más complicado que pudiera retener la información. A base de trabajar durante un año en terapia todo lo que hemos mencionado, ya no ha vuelto a tener ningún problema de este tipo: es más, ha sido capaz de adaptarse a los nuevos departamentos a los que lo han trasladado dentro de la empresa.  Ahora puede seguir el hilo de lo que le dicen y puede visualizarlo; es decir, puede anticiparse a las fases que le explican verbalmente visualizando cómo lo hará: cómo abordará el caso, cómo organizará el trabajo con el equipo, qué enfoque jurídico le dará, etc.

 

A estos pacientes, la terapia les debe cambiar radicalmente la vida

Así es. Tengo una paciente que no estaba satisfecha trabajando en su ámbito profesional y se ha atrevido a iniciar una nueva etapa en su vida formándose de nuevo para poder acceder a otro sector laboral. Me dijo que ahora se sentía capaz y con ganas de emprender retos que antes no podía ni plantearse porque tenía una gran inseguridad en la adquisición de nuevos aprendizajes por el problema en la retención de la información. Ahora hace más cosas que cuando era joven y se va a ir al extranjero a estudiar un máster. Hay otro paciente que me explica que ahora asimila mucho mejor la información cuando hay cambios en la empresa. Esto le motiva para asumir nuevos retos. Se ha vuelto más flexible y esto es fundamental en un escenario laboral en continuo cambio.

 

¿Hay algún punto importante que no hayamos comentado?

La línea temporal de los datos o de las acciones: qué va antes y qué va después, para darle sentido y contextualizarlo organizando esa información y poder, por ejemplo, hacer el seguimiento de un proyecto; algo crucial en muchas profesiones.

Si quieres hacernos una consulta sobre este tema, puedes ponerte en contacto con nuestro centro.

Lateralidad: el caso de Pere, diagnosticado como deficiente mental
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Lateralidad: el caso de Pere, diagnosticado como deficiente mental

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 14 enero, 2020 Comprensión lectora, Concentración, El trastorno de lateralidad, Lateralidad, Lateralidad cruzada o heterogénea, Lectoescritura, Miedos, Motivación, Orientación espacial, Terapia de lateralidad

Por Joëlle Guitart

 

El caso que expongo hoy es el de un niño que llegó al Centro de Lateralidad con un resultado del test de inteligencia de 73; es decir, había sido diagnosticado como deficiente mental.

Cuando este paciente, al que llamaremos Pere, vino por primera vez a consulta en enero de 2017 con sus padres, tenía 8 años y 8 meses, y cursaba tercero en una escuela especializada. En su clase había una gran heterogeneidad de alumnos: niños con autismo, con el síndrome de Asperger, con deficiencia mental, con problemas conductuales, etc.

Al hacerle el  test de lateralidad, los resultados mostraron que Pere presentaba tres cruces de lateralidad y una acusada hipotonía. Iniciamos la terapia y tras cinco meses de tratamiento,  como es habitual en todos los pacientes, le realicé el primer test de control. Observé, con cierta sorpresa, que ya no presentaba las grandes dificultades de organización perceptiva, ni de organización espacial que tenía cuando llegó al centro. Respecto al aparato locomotor, tampoco aprecié nada que entrara fuera de lo normal: saltaba a la comba y la pata coja sin ningún problema, y realizaba los otros juegos y ejercicios con los que evalúo este aspecto con bastante normalidad. Asimismo, en estos cinco meses, Pere había empezado a jugar en un equipo de fútbol en el que antes no lo habían aceptado, y su acusada hipotonía en miembros superiores e inferiores había disminuido notablemente, lo cual es poco frecuente en tan poco tiempo de terapia (en general, la hipotonía no disminuye antes del segundo test de control; es decir, antes de los 10 meses de tratamiento).

A partir de entonces, seguimos trabajando todos los ítems de lateralidad, incluyendo los relacionados con la lentitud, la dificultad de concentración y la lectoescritura. Del mismo modo, seguimos trabajando aspectos como sus miedos (tenía miedo a todo) y su falta de motivación, pues se desanimaba a menudo.

De una escuela especializada a una escuela normal

Es importante destacar que cuando el paciente empezó la terapia, también presentaba algunos problemas de comportamiento: fundamentalmente, cierta agresividad e impulsividad dentro del grupo, tanto con los otros pacientes como, incluso, con la terapeuta. Este comportamiento, en el segundo test de control, había dado un giro radical. Hablé con los padres y con la escuela especializada sobre toda esta evolución y se tomó la decisión de cambiarlo a un colegio normal repitiendo segundo de Primaria, ya que Pere todavía tenía dificultades en la lectoescritura.

Este segundo test de control lo realicé cuando Pere tenía nueve años y ocho meses. En este punto del tratamiento lo que observo es que la coordinación ideomotriz ha mejorado (le costaba mucho pensar, razonar), aunque todavía se bloquea con el pensamiento lógico en algunas ocasiones. A pesar de ello, tiene menos dificultades en las asignaturas de ciencia que en las relacionadas con la lengua. En la nueva escuela, seguía yendo bien, gracias a la implicación de los profesores, a la coordinación que establecimos entre el colegio y nuestro centro, a la actitud de los padres y a la colaboración del propio paciente en la terapia que, como he mencionado, era colectiva. Es entonces cuando les propongo a los padres del paciente que su hijo haga en el centro otro test de cociente intelectual. El resultado es de 100, un resultado que está en el rango de lo normal.

El tercer test de control lo realizo en octubre de 2019, cuando el paciente tiene 10 años y 5 meses. Todos los ítems de lateralidad han mejorado significativamente, la mecánica lectora ya es fluida, lee correctamente en voz alta y, aunque la comprensión lectora todavía es muy mejorable, ya retiene lo que lee (anteriormente era incapaz). También sigue disminuyendo la hipotonía, ya no se cae ni tropieza como antes, está mucho más ágil, juega más con los otros niños de la escuela y ya está aprobando, aunque justito, todas las asignaturas. Asimismo, ha empezado natación y, los fines de semana, esquí (dos deportes que siempre recomiendo, cuando hay problemas de lateralidad, porque a nivel neurofisiológico ayudan a acelerar todo el proceso de lateralización; a diferencia de los deportes oculomanuales, como el tenis, que lo dificultan porque provocan irritabilidad en el cerebelo).

Quiero detenerme aquí para hacer una reflexión: si este paciente hubiera permanecido en la escuela especializada, hubiera terminado siendo una persona con un cociente intelectual de deficiente mental y toda su vida hubiera quedado sellada por esta circunstancia: hubiera tenido que renunciar a ir a la universidad, a la expectativa de poder desarrollarse profesionalmente en un futuro y socialmente también habría quedado igualmente limitado. Toda su existencia se habría desarrollado por debajo de su verdadero potencial. Aunque su caso no representa a la inmensa mayoría de pacientes que vemos en el centro de lateralidad, debo decir que tampoco es una excepción. No es la primera vez que nos encontramos con un niño que ha sido etiquetado de esta forma, con todo lo que ello supone también para sus familias. Hay que ser conscientes de que otros padres se sienten tan solos y desamparados ante un diagnóstico de estas características que no saben adónde acudir ni qué hacer. Muchos se rinden tomando como válido el diagnóstico erróneo que reciben.

Actualmente, ya estamos finalizando la terapia con Pere. El próximo test será en marzo de 2020, que es cuando calcularé su porcentaje de recuperación. Aunque quedará un test más (máximo dos) por realizar, puedo aventurar que este paciente se habrá recuperado en un 80 % como mínimo (si no hay ningún obstáculo este porcentaje será más alto) al darle el alta. Posteriormente, como en todos los casos, se le darán una serie de ejercicios para que haga en casa durante un periodo de cinco meses; periodo tras el cual cada cinco meses volverá tres veces más al centro a terapia, ya solo para la supervisión.

Lateralidad: las dificultades de coordinación en el deporte
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Lateralidad: las dificultades de coordinación en el deporte

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 25 junio, 2019 El trastorno de lateralidad, Lateralidad 0

Las personas que no tienen bien definida la lateralidad presentan problemas de coordinación corporal que se manifiestan desde edades muy tempranas: recordemos que a los cinco años la lateralidad de un niño ya debería estar configurada homolateralmente a la derecha o a la izquierda.

 

Las dificultades de coordinación en el deporte y sus consecuencias

 

Lateralidad: las dificultades de coordinación en el deporte

Estas dificultades relacionadas con la motricidad afectan a la adquisición de importantes y diversos aprendizajes que se realizan durante las primeras etapas de la vida, como la lectoescritura. Pero los problemas de coordinación corporal propios del trastorno de lateralidad también causan dificultades en la práctica de actividades como el deporte, aprender a ir en bicicleta o bailar; dificultades que provocan consecuencias secundarias en los pacientes, ya que son actividades mediante las que las personas socializamos.

“La mayoría de los pacientes que tratamos tienen dañada su autoestima porque, en mayor o menor medida, han sentido el rechazo de su entorno social debido a estas dificultades. Este rechazo provoca inseguridad, frustración, aislamiento, ansiedad y, en algunos casos, cuando es grave, incluso acoso escolar.  Es fundamental detectar estas dificultades de coordinación cuanto antes porque trabajándolas en terapia le evitaremos al niño un sufrimiento innecesario en el futuro. Pensemos que todas estas experiencias negativas marcan las líneas de la futura personalidad del niño y de cómo se va a desenvolver socialmente”, explica Luis Elías, psicólogo de nuestro centro.

 

Motricidad gruesa y motricidad fina

 

Los problemas de coordinación son una consecuencia de las dificultades en el desarrollo de las destrezas motoras. Estas destrezas pueden implicar movimientos simples o diversos movimientos que se realizan simultáneamente, como la destreza oculomanual: una habilidad compleja que requiere que los ojos focalicen en un objeto mientras la mano ejecuta una tarea.

Lateralidad: las dificultades de coordinación en el deporte

Asimismo, los problemas de coordinación (sobre todo, cuando nos referimos a la motricidad) pueden estar relacionados con la motricidad gruesa o con la motricidad fina. De la primera dependen los movimientos motrices complejos, como saltar a la comba, lanzar objetos o chutar una pelota. De la segunda dependen las actividades que requieren coordinación oculomanual y coordinación de los músculos cortos, como recortar, dibujar, etc.

En terapia se trabajan simultáneamente los dos tipos de motricidad, así como la coordinación en general, mediante ejercicios específicos que se adaptan a cada niño en función de los resultados del test de lateralidad. Estos ejercicios, además, se llevan a cabo bajo la supervisión de un terapeuta especializado. “Es muy raro que a un niño no le guste la actividad física. Cuando un niño se niega a hacer deporte no es porque no le gusta, sino porque teme que se burlen de él. A medida que el paciente es consciente de su progreso, los miedos y la inseguridad también disminuyen. Cada vez se atreven a hacer más cosas y van mejorando sus relaciones sociales”, añade Elías.

 

Las dificultades de coordinación en adultos

 

Al no haber tratado su lateralidad cruzada prematuramente, las personas con dificultades de coordinación que inician la terapia de lateralidad en la edad adulta han desarrollado capas de protección y sistemas de evitación para gestionar su miedo al rechazo. Este blindaje emocional requiere llevar a cabo un trabajo terapéutico más intenso con estos pacientes, por lo que su evolución puede ser más lenta que la de un niño o un adolescente.

“Con ellos también hay que trabajar los aspectos emocionales que les van a permitir implicarse en la terapia: los ejercicios requieren constancia y, por lo tanto, voluntad y una determinada actitud. Muchos de ellos llegan con una motivación muy baja a causa de sus malas experiencias vitales. La intervención terapéutica les ayuda a ir superando los bloqueos. En cuanto superan esta fase, la recuperación empieza a ser paulatina, como en los niños, o incluso más rápida.  Recuerdo el caso de un paciente al que le gustaba mucho bailar, pero era incapaz de dar dos pasos coordinados cuando llegó al centro: estaba completamente bloqueado, mental y físicamente. Sin embargo, su motivación para apuntarse a clases de salsa era tan grande que abordó la terapia con una actitud excelente. Al ir constatando la evolución que iba experimentando, fue adquiriendo confianza en sí mismo. Actualmente, va a clases de baile tres veces por semana.  Menciono este caso porque la motricidad es clave para que una persona pueda integrarse socialmente y no se sienta excluida”, concluye el especialista.

 

La lateralidad no se cura haciendo ejercicios de YouTube
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La lateralidad no se cura haciendo ejercicios de YouTube

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 28 mayo, 2019 Actualidad, El trastorno de lateralidad, Lateralidad 2

Vivimos en tiempos de desinformación y fake news, y sabemos hasta qué punto se puede manipular el conocimiento a través de estas malas prácticas. Sin embargo, este fenómeno relacionado con el uso irresponsable y tendencioso de las tecnologías tiene consecuencias más perniciosas, si cabe, cuando se trata de la salud de las personas. Es el caso de una serie de vídeos publicados en YouTube en los que se muestran diversos tipos de ejercicios para, supuestamente, trabajar la lateralidad en niños y adultos. Hoy queremos alertar sobre este hecho porque los problemas relacionados con este trastorno no se curan haciendo ejercicios de YouTube: al contrario, se agravan. Vamos a explicar por qué.

Un mismo ejercicio no es válido para todas las personas afectadas

En primer lugar ― y mencionamos este punto primero porque es determinante― no hay dos personas con trastorno de lateralidad que presenten exactamente la misma retención neurofisiológica en los mismos lóbulos cerebrales; motivo por el que, bajo ningún concepto, se puede llevar a cabo la misma terapia con dos pacientes. En cambio, en todos los vídeos que hemos visionado en el centro, aparecen grupos de niños o de adultos realizando los mismos ejercicios, como si los resultados de sus test (otro punto que después abordaremos) hubieran sido idénticos. Si se estimula un recorrido sináptico erróneo en una persona con trastorno de lateralidad, estamos afianzando su lateralidad cruzada, en lugar de tratarla.

La lateralidad no se cura haciendo ejercicios de YouTube

Explicaciones erróneas sobre la lateralidad

Aclarado el punto anterior, y antes de proseguir: los responsables de estos vídeos apenas dan razón de su formación académica, área de especialización o experiencia en la atención clínica de pacientes con trastorno de lateralidad. A veces, son profesores de gimnasia; en otras ocasiones, son psicopedagogos que no mencionan formación específica alguna y, en la mayoría de los vídeos, no se sabe quiénes son. En el mejor de los casos, cuando se trata de psicopedagogos o logopedas, la información que dan sobre la lateralidad es confusa o errónea. Por ejemplo: en un vídeo se menciona el cruce oído-mano, cuando este cruce de lateralidad no existe. El oído puede estar cruzado con la motricidad facial o con la lateralidad de las cervicales, pero no con la mano: la lateralidad de esta, de la mano, puede estar cruzada con la del ojo, pero nunca con la del oído.

En otro vídeo, se afirma que la causa del TDAH es la lateralidad cruzada; lo cual es falso: el TDAH se puede confundir ― y, de hecho, en muchos diagnósticos se confunde― con lateralidad cruzada debido a que los pacientes con trastorno de lateralidad que, además, son hipercinéticos, presentan una sintomatología muy similar a los pacientes con TDAH. Se trata de un error de diagnóstico, lo cual es muy distinto a afirmar que la etiología del TDAH es el trastorno de lateralidad.

Estos dos ejemplos constituyen tan solo una pequeña muestra de la gran cantidad de información errónea que hemos escuchado al visionar los vídeos con más visualizaciones en YouTube sobre los ejercicios para curar la lateralidad. En muchos otros, ni siquiera se da una explicación, a modo de introducción, sobre lo que verán los usuarios: qué es la lateralidad cruzada, en qué consiste el test de diagnóstico, cómo lo realizan (si es que lo hacen), a quién van orientados los vídeos (si a zurdos contrariados, zurdos por oposición, diestros hipotónicos o hipertónicos con 1, 2 o 3 cruces de lateralidad, etc.).

La lateralidad no se cura haciendo ejercicios de YouTube

Confusión entre gimnasia, psicomotricidad y lateralidad

No es casual que estos vídeos de ejercicios estén dirigidos indistintamente por profesores de educación física o supuestos especialistas en áreas muy diversas. «Al visionarlos, como especialista en lateralidad, no me cabe ninguna duda de que están confundiendo ejercicios de gimnasia con ejercicios de psicomotricidad y lateralidad. Incluso aconsejan ejercicios de estiramientos para tratar los problemas de lateralidad en personas mayores; ejercicios que, en realidad, forman parte de métodos de relajación que, en todo caso, utilizamos para distender al paciente cuando está contracturado y antes de empezar a trabajar los ítems de la lateralidad, pero no son ejercicios para curarla», explica la directora de nuestro centro, Joëlle Guitart.

Asimismo, en los vídeos todos los niños realizan los ejercicios al mismo ritmo y siguiendo las mismas secuencias. «Es otra barbaridad. Las etapas de una terapia de lateralidad son diferentes en cada paciente. Además, se ajustan en función de los resultados que nos muestran los test de control que realizamos cada 5 meses. No existen packs de ejercicios ni soluciones rápidas para curar la lateralidad: presentarlo así es irresponsable y poco ético», asegura la especialista.

Los test grupales no son test de lateralidad

En otro vídeo se aprecia cómo se realiza, simultáneamente, un supuesto test de lateralidad a un grupo de niños haciendo que cada uno le tire una pelota al que está a su lado, algo que tampoco tiene ningún sentido: un test de lateralidad consta de una batería de pruebas de diferente índole en las que hay que observar la lateralidad de la mano, pierna dinámica, pierna estática, oído, ojo, motricidad facial y cervicales. Con la evaluación de estos resultados, más los de la anámnesis (un procedimiento indispensable), es cuando se puede hacer un diagnóstico con rigor. Cualquier otro método es un despropósito.

El trastorno de lateralidad es un trastorno neurofisiológico que afecta a las funciones superiores localizadas en los lóbulos cerebrales. No es una alteración banal que pueda tomarse a la ligera. Requiere ser diagnosticado y tratado por especialistas, no con “técnicas caseras”, como se dice en uno de los vídeos a los que estamos haciendo referencia.

 

Entrevista a la madre de un paciente con 3 cruces de lateralidad
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Entrevista a la madre de un paciente con 3 cruces de lateralidad

Susana Lladó - Lladó Comunicación 26 febrero, 2019 Ansiedad, Comprensión lectora, El trastorno de lateralidad, Emociones, Lateralidad, Lateralidad y lectura, Terapia de lateralidad, Tratamiento de lateralidad 0

Entrevistamos a la madre de un paciente diagnosticado con tres cruces de lateralidad que finalizó la terapia hace unos meses. Cuando su hijo ―al que llamaremos Pedro para preservar su anonimato― llegó al centro, era diestro de brazo y mano en un 65 %, y zurdo en un 35 %. 

Antes de transcribir la conversación, queremos incluir el testimonio del padre de Pedro, quien se sumó a la entrevista al finalizarla: «Le agradezco a mi hijo que se abriera desde el primer momento al tratamiento y que se mostrara desde un inicio tan convencido de su decisión, de lo que iba a hacer. Con tan solo 11 años entendió cuál era su problema, que tenía solución y que la terapia le permitiría ir hacia donde quería llegar. Ahí mostró una gran madurez. Se lo he dicho».

 

¿Cuándo empezasteis a detectar que Pedro tenía dificultades?

Hace seis años, cuando Pedro estaba en cuarto de Primaria.

 

¿Qué tipo de dificultades tenía?

Empezó a tener bloqueos.

 

¿Qué tipo de bloqueos?

No sabía cómo enfrentarse a las situaciones que para él eran conflictivas. Se levantaba casi todas las mañanas de mal humor, se mostraba enfadado y agobiado continuamente, se negaba a desayunar, a ir a la escuela, etc. Y cuando intentábamos hablar con él, era imposible razonar: se encerraba completamente en sí mismo y no lo sacabas de ahí. Al mismo tiempo, se quedaba callado y no había manera de acceder a él. Si decía algo, su manera de expresarse era agresiva. No era un niño feliz, nunca estaba contento. Pero en aquel momento pensamos que era una cuestión emocional.

 

¿También tenía bloqueos de tipo cognitivo?

Le costaba mucho concentrarse, estudiar y conseguir hacer los deberes, por ejemplo. Teníamos que estar siempre encima y ayudarle. Las broncas eran continuas. Era duro, para él y para nosotros. Y también recuerdo que la presentación de las libretas donde hacía los deberes era muy desastrosa. Pero, en cambio, se esforzaba mucho estudiando: no es que pasara de la escuela. Y esto le hacía sufrir mucho.

 

¿Qué es lo que os llamaba la atención de la presentación de las libretas?

Lo mezclaba todo, hacía muy mala letra, había muchísimos borrones y estaba todo desordenado. Pero yo no le daba mucha importancia a esto último, pensaba que él era desordenado.

 

¿Notabais alguna dificultad más?

En matemáticas iba bien, lo que más le costaba era la lectura y la escritura. Sobre todo, redactaba muy mal: lo mezclaba todo. No obstante, él intentaba compensar estas dificultades esforzándose mucho y esto hacía que los resultados académicos no fueran malos.

 

¿Notasteis dificultades de orientación espaciotemporal?

La verdad es que nosotros, como padres, no. Pero sé que las tenía y que las han trabajado en terapia.

 

¿Recuerdas algún síntoma más destacable?

Se le olvidaban las cosas con frecuencia. Por ejemplo, nunca sabía qué deberes tenía que hacer. Era como que no se enteraba de las cosas.

 

¿Cómo era su relación con los compañeros de clase?

No era buena. Nosotros lo atribuíamos a que lo habían cambiado de clase y a que había tenido algún percance con la profesora debido a su desorden, pero después he sabido a través de Joëlle Guitart que sufrió algún episodio puntual de bullying. El caso es que él pidió cambiar de colegio. Nos dijo que quería un cambio de aires.

 

¿En los informes de la escuela nunca se mencionó un posible problema de lateralidad?

La verdad es que no. Como Pedro no suspendía las asignaturas, supongo que nadie pensó que pudiera haber un problema de lateralidad. Los informes se limitaban a decir que era despistado, desordenado, infantil, que tenía que madurar…

 

¿Cuándo decidisteis llevarlo al centro para llevar a cabo un diagnóstico?

Leí un artículo de Joëlle Guitart en La Vanguardia y me di cuenta de que lo que explicaba ella era lo que le pasaba a mi hijo. Fue entonces cuando pensé que las dificultades de Pedro quizá no se debían a que todavía tenía que madurar, sino a un problema de lateralidad.

 

¿Cómo reaccionasteis al diagnóstico?

Joëlle Guitart nos explicó que el test mostraba, sin lugar a dudas, una lateralidad cruzada y que le podían ayudar. Fue un alivio: por fin sabíamos la causa y que tenía solución.

 

¿Cómo habéis vivido el proceso de curación de Pedro?

Bueno, para nosotros, acompañarle cada semana a terapia (lo hacía mi marido) supuso un esfuerzo porque vivimos a una hora y media de Barcelona y el tratamiento ha durado dos años. Además, las sesiones eran los viernes y a finales de semana nos cogía a todos ya agotados. Pero Pedro iba muy contento a las sesiones, nunca quiso saltarse ninguna y nosotros empezamos a ver cambios enseguida, casi de inmediato.

 

¿En qué notasteis los cambios, cómo fueron?

No hubo altos y bajos, fue gradualmente yendo a mejor. Al principio, como te decía, fue muy rápido, enseguida vimos un cambio: dejó de tener los bloqueos, empezó a poder hablar cuando había algún conflicto y a dejarse aconsejar, y eso que estaba en una edad difícil, entrando en la adolescencia. Y también quiero destacar que, por fin, empezó a mostrarse alegre y a reír ¡nunca le habíamos visto contento! Y eso para unos padres, es tremendo: es lo que más te hace sufrir. 

 

¿Cómo veis ahora a Pedro?

Ahora, le va muy bien en la escuela, y con los amigos. Hace tiempo que ya estudia solo, se organiza mucho mejor, presenta bien los deberes y los trabajos, ya no se bloquea y, sobre todo, le vemos bien, feliz. Quiere ser periodista deportivo, vamos a ver: en cualquier caso, ahora ya tiene las herramientas para poder conseguir sus objetivos.

 

Y él, ¿ha compartido con vosotros algo sobre lo que ha sido la terapia?

¡Bueno, tiene a su terapeuta, Luis, en un pedestal! Desde un principio encajó muy bien con Joëlle, con él y con los otros niños de su grupo de terapia. Estamos convencidos de que todos estos factores le ayudaron a abrirse y a tener una actitud receptiva para hacer con éxito el tratamiento.

 

Pedro ya ha terminado la terapia y solo le queda un último test de control

Sí, volveremos en verano para este último test y ya estará. La terapia ha conseguido lateralizarle en un 90 % a la derecha. Entretanto, solo tiene que hacer unos ejercicios en casa dos veces a la semana para aumentar un 5 % más esta lateralización.

 

¿Quieres añadir algo más?

Sí, a veces hablo con otros padres que me explican que sus hijos tienen dificultades muy similares a las que tenía Pedro y veo que las atribuyen a otras causas, pero no a un posible problema de lateralidad. Llevan a su hijo al psicólogo o a otro tipo de especialistas y me dicen que no ven grandes progresos. Yo les comento nuestra experiencia, pero me doy cuenta de que hay un gran desconocimiento sobre este tema y de que es difícil explicarlo si no eres un profesional de este campo. En nuestro caso, yo tuve la suerte de que leí el artículo y enseguida identifiqué los síntomas. Espero que nuestro testimonio sirva para que otras personas también puedan reconocer lo que les pasa a sus hijos. 

 

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