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¿Dudas de tus capacidades? hablamos del síndrome del impostor
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¿Dudas de tus capacidades? hablamos del síndrome del impostor

Susana Lladó - Lladó Comunicación 17 febrero, 2020 Ansiedad, El síndrome del impostor, Emociones, Miedos, Perfeccionismo

Qué es el síndrome del impostor

El síndrome del impostor es un problema psicológico que afecta hasta al 70 % de las personas en algún momento de su vida, según un estudio publicado en International Journal of Behavorial Science, por lo que es bastante probable que identifiques sus síntomas.

Síntomas del síndrome del impostor

A pesar de tener una buena trayectoria profesional, de haber conseguido buenos resultados académicos y de que elogien tus habilidades y capacidades a menudo, ¿has pensado alguna vez que no eres merecedor/a de tus logros? ¿Has sentido en el trabajo que eres un fraude? ¿Has pensado que tus habilidades no son dignas de reconocimiento? ¿Crees a menudo que no estás a la altura? ¿Piensas que lo que consigues se debe más a la suerte que a tu inteligencia? ¿Te aterra el fracaso? Este sentimiento interno de fraude basado en miedos infundados es lo que se conoce en psicología como el síndrome del impostor.

¿Dudas de tus capacidades? hablamos del síndrome del impostor

Einstein, Maya Angelou y Michelle Obama, entre las personas afectadas

Personas tan intelectualmente brillantes como Albert Einstein y Maya Angelou lo padecieron. El físico llegó a describirse a sí mismo como un estafador involuntario, cuyo trabajo no merecía tanta atención como la que había conseguido. Y la premiada escritora dudaba constantemente de que se hubiera ganado el reconocimiento que obtuvieron sus obras. ¿Un ejemplo más próximo en tiempo? Michelle Obama inauguró una conferencia hace aproximadamente un año reconociendo, ante la sorpresa del auditorio, que todavía sufría este síndrome (la ex primera dama logró acceder a Harvard a pesar de haber nacido en una familia sin muchos recursos económicos, entre los muchos méritos que ha acumulado en su vida).

Todos somos susceptibles a un fenómeno conocido como ignorancia pluralista: dudamos de nosotros mismos en privado, pero creemos que esto solamente nos pasa a nosotros porque nadie más expresa este tipo de dudas.

Un síndrome silenciado

El síndrome del impostor fue identificado por la doctora Pauline Clance en 1978 a partir de observaciones clínicas realizadas durante sesiones terapéuticas con mujeres de alto rendimiento. Aunque en todos los casos había datos objetivos que avalaban su merecido éxito, estas mujeres habían tenido experiencias psicológicas marcadas por la creencia de que eran intelectualmente un fraude y por el temor a ser descubiertas como impostoras. Sufrían ansiedad, miedo al fracaso, angustia e insatisfacción con la vida.

Este síndrome no es una enfermedad ni una anormalidad. Tacharlo de poco común sería minimizar lo universal que es, ya que no afecta exclusivamente a personas altamente cualificadas. Tampoco está ligado necesariamente a la depresión, a la ansiedad o la autoestima, tal como se explica en un vídeo que recientemente han publicado en TED Talks.  Entonces, ¿de dónde proceden estos sentimientos de fraude?

Todos somos susceptibles a un fenómeno conocido como ignorancia pluralista: dudamos de nosotros mismos en privado, pero creemos que esto solamente nos pasa a nosotros porque nadie más expresa este tipo de dudas. “Dado que es difícil saber realmente cuán duro trabajan nuestros compañeros, si encuentran muy difíciles ciertas tareas o hasta qué punto dudan de ellos mismos, no hay una manera fácil de descartar los sentimientos de que somos menos capaces que las personas que nos rodean”, se explica en el vídeo.

¿Dudas de tus capacidades? hablamos del síndrome del impostor

Aunque es cierto que este síndrome suele afectar a personas muy perfeccionistas que continuamente se están subiendo su propio listón de retos, también es cierto que el modelo de sociedad en el que vivimos contribuye a padecerlo: hay una tendencia a medirnos, y a medir a los demás, por los logros; a no reconocer los méritos de los otros (con lo cual no obtenemos un feedback objetivo de nuestras competencias), y también prevalece la idea de que debemos ocultar nuestros miedos, como si estos fueran un signo de debilidad, en lugar de entender que es muy saludable compartirlos. De hecho, la mejor forma de enfrentarse a este síndrome es hablar de él y constatar que otras personas experimentan o han experimentado los mismos sentimientos.

Os recomendamos leer el artículo El síndrome del impostor: por qué Michelle Obama piensa que su carrera es un fraude que publicó hace un año El País. En él se menciona a diversos altos directivos de grandes compañías norteamericanas que han hablado de este problema públicamente; una actitud que difiere de la que suele predominar entre los directivos españoles.

Otras fuentes:

Sakulku, J. (1). The Impostor Phenomenon. The Journal of Behavioral Science, 6(1), 75-97. https://doi.org/10.14456/ijbs.2011.6

Conclusiones del mayor estudio realizado sobre el perfeccionismo
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Conclusiones del mayor estudio realizado sobre el perfeccionismo

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 3 enero, 2019 Motivación, Perfeccionismo 0

Harvard Business Review ha publicado los resultados del mayor estudio realizado hasta la fecha sobre el perfeccionismo y la eficacia de los empleados en el trabajo; una extensa investigación que incluye un metaanálisis de 95 estudios sobre el tema llevados a cabo en las últimas cuatro décadas (la muestra incluye 25.000 personas en edad de trabajar). Hacemos un resumen de los datos más interesantes, avanzando que la propia investigación reconoce que la psicología del perfeccionismo es bastante compleja.

 

El perfeccionismo: ¿una debilidad o una fortaleza?

En las entrevistas de trabajo, los responsables de los departamentos de Recursos Humanos suelen preguntar a los candidatos cuál creen que es su mayor debilidad. Muchas personas responden: “Mi perfeccionismo”, dando por sentado que esta característica de su personalidad no es una fortaleza. Y no van tan errados.

Si bien es cierto que los perfeccionistas se esfuerzan para conseguir que su trabajo sea impecable y presentan niveles de motivación y de conciencia más altos que los que no lo son, también es una realidad que suelen establecer estándares inflexibles y excesivamente altos, y que tienen una mentalidad del «todo o nada» a la hora de desempeñar sus funciones; es decir, consideran que su trabajo es perfecto o que es un fracaso total (no hay medias tintas). Además, su autoestima depende de su desempeño perfecto y tienen niveles más altos de estrés, agotamiento y ansiedad.

El estudio afirma que el perfeccionismo solo predice de manera significativa y consistente tres posibles beneficios en el lugar de trabajo: estas personas trabajan más horas, participan más en los proyectos y, como hemos dicho, están más motivadas. Sin embargo, los resultados también indican que el perfeccionismo está estrechamente relacionado, y de manera sistemática, con numerosos resultados perjudiciales: niveles altos de agotamiento, adicción al trabajo, depresión, estrés y ansiedad.

 

Dos tipos de perfeccionismo

Conclusiones del mayor estudio realizado sobre el perfeccionismo

El análisis de metadatos ha llevado a los investigadores a distinguir entre dos tipos de perfeccionismo:

1). El perfeccionismo que busca la excelencia: implica tendencias de estándares excesivamente altos. Estas personas evalúan estrictamente tanto su trabajo como el de los demás.

2). El perfeccionismo para evitar fallos: implica una preocupación obsesiva por no alcanzar los estándares de alto rendimiento y la persona cree que perderá el respeto de los demás si no logra la perfección.

Según los autores del trabajo, el perfeccionismo en busca de excelencia tiene efectos más beneficiosos que el perfeccionismo para evitar fallos. No obstante, los resultados no muestran una relación entre perfeccionismo y rendimiento en el trabajo, y los expertos no han podido identificar la ausencia de esta relación (recordemos que es una investigación científica y que los resultados deben ser objetivos y concluyentes): quizá las personas perfeccionistas descuidan otras tareas y proyectos porque pasan demasiado tiempo centrados en una, o quizá las ventajas que obtienen las empresas gracias a las tendencias de los empleados perfeccionistas son eliminadas por las consecuencias de esas mismas tendencias.

En síntesis, las variables que podrían considerarse beneficiosas para los empleados y las empresas, como la motivación y la conciencia de los perfeccionistas, quedan compensadas o anuladas por las fuerzas opuestas de la depresión y la ansiedad, que también tienen consecuencias graves más allá del lugar de trabajo.

 

¿Cómo deberían actuar las empresas?

Conclusiones del mayor estudio realizado sobre el perfeccionismo

Todos estos datos no implican que las empresas deban despreciar a los candidatos y empleados perfeccionistas: deberían ver cómo aprovechar lo que estas personas aportan de positivo y reconocer y mitigar las consecuencias negativas. ¿Cómo? Los autores proponen que en lugar de recordar constantemente a los perfeccionistas los objetivos de rendimiento (de los que ya son sumamente conscientes), los alienten para que realicen actividades no laborales de recuperación que les ayuden a reducir el estrés y el agotamiento. Asimismo, también convendría que los gerentes y responsables de equipos comunicaran una mayor tolerancia a algunos errores como parte de la cultura de empresa.

 

El perfeccionismo va en aumento

Otro estudio llevado a cabo con 42. 000 jóvenes de todo el mundo, y que también se menciona en el artículo de Harvard Business Review, indica que el perfeccionismo ha aumentado en las tres últimas décadas. Quizá el competitivo escenario laboral actual tenga algo que ver con estos datos, ya que ―y esto es una reflexión nuestra― muchas organizaciones promueven soterradamente, y ejerciendo mucha presión, la perfección.

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