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Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil
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Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 23 agosto, 2021 El trastorno de lateralidad, Lateralidad, Lateralidad cruzada, Lateralidad y lectura, Lectoescritura, Organización corporal, Organización temporal, Orientación espacial, Síntomas de lateralidad cruzada, Tratamiento de lateralidad, Zurdos

La psicóloga sanitaria de la Universidad Europea del Atlántico Isabel María Medina Amate publicó hace un año un estudio en MLS Psychology Research con el título Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada. Caso único.

El objetivo de este estudio es contribuir a la actualización en la investigación de los trastornos de la lateralidad y conocer en profundidad cuáles son los factores y componentes que afectan al correcto desarrollo de la lateralidad. Para ello, recoge todos aquellos datos relevantes que puedan ser esclarecedores en la controversia que existe en torno a la lateralidad, y así poder asegurar junto a toda la comunidad científica la existencia de una literatura veraz y rigurosa que pueda ser aplicada e impartida en centros educativos, centros de psicología y centros de formación.

El estudio nos ha parecido sumamente interesante y muy bien documentado. Dado que está publicado bajo licencia Creative Commons, compartimos la introducción; la cual ya incluye información relevante que os puede interesar. Y os invitamos a leer el estudio completo en este enlace.

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Introducción al estudio ‘Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada’

El cerebro, como cualquiera de nuestros órganos, se forma a lo largo del desarrollo vital (Blakemore y Frith, 2007). Durante este período, sufre cambios constantes tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. A nivel cuantitativo, el cerebro va modulando su forma, así como su volumen para dar cabida a las conexiones neuronales que van forjándose a lo largo del desarrollo (Ferré, Catalán, Casaprima y Mombiela, 2004). Dichas conexiones neuronales implican que este sufra oleadas de reorganización cerebral (cambios cualitativos) en las que se modifica la función y la organización de todas las estructuras cerebrales, desde las más primitivas a las más complejas (Blakemore y Frith, 2007).

Todas estas estructuras tan complejas necesitan una buena organización que permita al cerebro poder actuar de forma adaptada al entorno. Por ello, el cerebro (así como todo nuestro cuerpo) se organiza de una forma binaria, en el que todas las estructuras tienen su función en base a su localización (Ferré, Catalán, Casaprima, Mombiela, 2016): hemisferio izquierdo y hemisferio derecho.

Así pues, cada uno de los hemisferios está especializado en unas funciones concretas. De forma general, el hemisferio izquierdo es el encargado del lenguaje (Gazzaniga, 2000) y del procesamiento de la información (Ferré et al, 2004), así como el hemisferio encargado de la escritura, lectura o razonamiento numérico (Cumandá, 2012) y cuyo procesamiento es de tipo secuencial, es decir, el que analiza los detalles paso a paso (Rivera, 2010). El hemisferio derecho se encargaría entonces de la parte más espacial, con funciones destinadas a procesar información córporo-espacial (Ferré et al, 2004), así como al hecho de poder orientarse en el espacio y elaborar mapas conceptuales (Cumandá, 2012), siendo su procesamiento más holístico y global (Rivera, 2010). Esta afirmación llevaría a pensar en el hecho de que cada uno de los hemisferios tiene una funcionalidad específica y que, por tanto, en función de la tarea, un hemisferio predominará sobre el otro, marcando así un hemisferio dominante y otro subdominante (Ostrosky, 1986).

Así pues, se ha considerado desde las primeras teorías que el hemisferio izquierdo es el hemisferio dominante, debido a la función lingüística de la que se encarga, además de por ser el hemisferio encargado de la dextralidad de más del 90% de la población mundial (Romero, 2010).

Sin embargo, aunque bien es cierto que cada uno de los hemisferios está preferentemente destinado a funciones concretas, cabe señalar que ninguna de estas actúa “en solitario”, ya que requiere que ambos hemisferios participen en todas las actividades o tareas llevadas a cabo para el correcto desarrollo de las mismas (Ferré et al, 2004). Por tanto, el concepto de hemisferio dominante/no dominante es reemplazado por otras terminologías más concretas, en las que se denomina el término de referencia cerebral en alusión a la mayor participación de uno u otro en determinadas tareas o funciones (Repila, 2014) o en función de la novedad de la tarea (Tirapu, 2018), pero siempre teniendo en cuenta que ambos participan como una globalidad no sometida a disociaciones (Ferré e Irabua, 2002).

Esta conexión interhemisférica es producida por el cuerpo calloso. En palabras de Quintero, Manaut, Rodríguez, Pérez y Gómez (2003), “el cuerpo calloso es la comisura interhemisférica de mayor tamaño y el encargado de conectar de forma transversal ambos hemisferios”, el cual está formado por más de 200 millones de fibras nerviosas (Romero 2010, Quintero et al, 2003). En otras palabras, el cuerpo calloso se encarga de establecer relaciones entre las funciones más elevadas del Sistema Nervioso, y así poder conseguir que el lado derecho del cerebro sepa lo que hace el izquierdo (Ferré et al, 2016).

No obstante, en el momento en el que la organización jerárquica de funciones falla y los hemisferios cerebrales no se comunican a través del cuerpo calloso de una forma exitosa, los circuitos destinados a elaborar una respuesta no son capaces de llevar a cabo las tareas que les corresponden, entrando en escena la corteza. La corteza, encargada per se de funciones superiores, lleva a cabo la “resolución” de tareas de niveles inferiores, provocando un bloqueo y saturación a la hora de realizar sus tareas propias, tales como la planificación, dirección o conciencia (Ferré et al, 2004). Este proceso causa que aparezcan sujetos con problemas de aprendizaje vinculados a la lateralidad, presentando dificultades para desarrollar un aprendizaje correcto y adaptado a las necesidades del ambiente (Casado, Llamas y López, 2015).

La lateralidad ha sido un aspecto muy estudiado por diferentes autores, existiendo controversia en torno a su etiología (Bilbao y Oña, 2000). Según varios autores (Galin y Ornstein, 1972; Hicks y Kinsbourne, 1978 y Milner, 1964), la lateralidad es considerada como un aspecto vinculado a la genética, siendo esta un factor intrínseco en la naturaleza del ser humano, y difícil de cambiar. Sin embargo, autores como Dawson (1972) u Oña (1999), establecen que la predominancia lateral es el resultado del aprendizaje y que puede ser modulada.

A día de hoy y teniendo en cuenta los últimos estudios, se puede concluir que la distribución funcional entre los dos hemisferios viene predeterminada por la información genética, pero que es el ambiente y el aprendizaje el que provoca su modulación y desarrollo posterior. En palabras de Ferré et al (2004): “la genética proporciona el diseño básico, pero la interacción con el entorno es imprescindible para que se activen las sinapsis y se construyan los circuitos y las conexiones”.

Por tanto, al igual que se produce una distribución funcional interhemisférica y hay un hemisferio preferente para ciertas funciones, a nivel sensoriomotriz existen diferencias entre los dos lados del cuerpo, mostrando preferencia por un lado del cuerpo sobre otro, dando lugar al fenómeno de la lateralidad (Bernabéu, 2014).

La lateralidad se define como “el predominio funcional de un lado del cuerpo sobre otro, y se manifiesta en la utilización preferente de mano, pie, ojo y oído” (Portellano, 2008). Es aquello que nos permite orientarnos a nivel témporo-espacial, que nos ayuda a diferenciar lo que es izquierda y derecha (Rivera, 2010), mostrando una habilidad diestra o zurda a nivel de ojo, pie, mano y oído (Squadrone y cols, 1995). Así pues, la lateralidad es el fruto de la distribución ordenada de funciones entre los dos hemisferios, pero sin llegar a suponer una dominancia absoluta de un hemisferio sobre otro, sino como una dominancia relativa en función de la tarea o actividad (Repila, 2014; Tirapu, 2018).

Por tanto, la lateralidad se entiende como un proceso complejo que recorre los aspectos neuro-sensorio-motriz a lo largo de todo el ciclo (Cumandá, 2012), y como tal, pasa por varias fases. La primera fase del desarrollo de la lateralidad es la etapa prelateral, comprendida entre los cero y cuatro años del niño/a. En esta fase lo que se pretende conseguir es que el sujeto posea un dominio propio de los órganos sensoriales y del propio cuerpo, garantizar una buena coordinación automática contralateral y una función sensorial tridimensional, así como una correcta activación del cuerpo calloso (Ferré et al, 2016).

Esta fase a su vez está dividida en tres grandes bloques, en los que destacan los aspectos relacionados con el desarrollo de la organización sensorial, así como las respuestas características del niño/a tras su consecución (tabla 1, Ferré et al, 2016).

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Tabla 1.
Secuencia evolutiva de la lateralidad

Organización Postural Organización Sensorial Respuestas Características que el bebé debe organizar (identificables)

Fase Homolateral Monolateral alternante Percepción monocular, monoaural, monotactil alternante. Reflejo tónico-cervical asimétrico y simétrico Dominio boca arriba. Extensión Corporal Volteo en el suelo. Dominio del Boca abajo. Reptado circular.

Bi-Lateral Percepción duosensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal inexperto y homolateral.

Fase contralateral Contralateral Percepción bisensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal experto Sedestación Gateo Dominio de la bidepestación Deambulación Deambulación contralateral

Lateralidad Lateralidad Dominancias auditiva, táctil, visual Monopedestación Lateralización

Nota: Adaptado de Ferré et al, 2016.

Durante estas fases, y dado que la lateralidad es un proceso complejo que se desarrolla a lo largo de todo el proceso evolutivo y en el que interaccionan factores como el genético, ambiente y estimulación, pueden aparecer dificultades a la hora de definir la lateralización o retrasos en la misma.

La lateralidad, por tanto, puede ser de diferentes tipos (Brusasca, Labiano y Portellano, 2011; Ferré et at, 2016; Repila, 2014):

  • Lateralidad definida: la lateralidad definida es aquella por la cual el sujeto utiliza predominantemente un lado de su cuerpo tanto en manos, pies, oídos y ojos. Así, aquel que use predominantemente su parte derecha será diestro y aquel que use su parte izquierda será zurdo.
  • Lateralidad contrariada: la lateralidad contrariada es aquella que se ha producido al cambiar la preferencia principalmente manual debido a influencias sociales y educativas. Puede provocar alteraciones neuropsicológicas como disfunción, obstrucción o inhibición del funcionamiento cerebral.
  • Ambidextrismo. El ambidextrismo se produce cuando se utilizan ambos lados del cuerpo sin preferencia. Este fenómeno es poco común en la incidencia poblacional. Indica una deficiente organización neurológica y organización funcional interhemisférica.
  • Lateralidad cruzada: la lateralidad cruzada hace referencia a un predominio lateral no homogéneo, es decir, al hecho de predominar el lado derecho en un miembro y el lado izquierdo en otro miembro. Esto suele darse cuando hay un motivo de cruce de ojo y oído, siendo el más frecuente la que se expresa con predominio diestro de la mano y pie junto con predominio ocular izquierdo.

Si bien es cierto que la mayoría de la población desarrolla su lateralidad de forma exitosa, hay un importante porcentaje de niños que no llegan a desarrollarla de manera adecuada. Aproximadamente el 30% de la población sufre lateralidad cruzada, especialmente las mujeres debido a su simetría cerebral (Brusasca et al, 2011). En palabras de Bernabéu (2014), “el desarrollo de la lateralidad tiene repercusiones sobre distintas facetas del desarrollo evolutivo del niño, como el desarrollo motriz, coordinación motora, capacidad de orientación y percepción espacio temporal, así como el conocimiento del esquema corporal”. Concretamente, el hecho de tener lateralidad cruzada conlleva directamente a presentar problemas a la hora de rotar figuras, confundir la representación espacial de letras o números o al hecho de presentar dificultades relacionadas con el propio esquema corporal, así como con la motricidad y la relación témporo-espacial.

En definitiva, procesos relacionados con el aprendizaje como el lenguaje, la lectoescritura o las matemáticas estarían directamente afectados ante la falta de predominancia lateral, ya que es necesario tener un segmento dominante que tenga mayor fuerza, precisión, calidad propioceptiva, equilibrio y coordinación para llevar a cabo este tipo de aprendizajes (Mayolas, 2010). Según Bernabéu (2014), los niños con una dominancia lateralidad definida presentan ventajas a la hora de aprender a leer, a escribir y a hacer cálculos matemáticos con respecto a aquellos que presentan dificultades en predefinir su lateralidad. Por ejemplo, autores como Mesonero (1994) mencionan que las dificultades que pueden aparecer durante el proceso de aprendizaje de la lectura puede ser provocado en gran medida por la dificultad de discriminación entre derecha e izquierda, al retraso de la maduración nerviosa y a las alteraciones de la lateralidad cruzada. Al igual que la lectura, también existen problemas de disgrafía y disortografía, así como problemas de cálculo. Además, este autor relaciona los problemas de lectoescritura debido a alteraciones en la psicomotricidad, esquema corporal y en la estructuración espacial.

Aunque hay que tener en cuenta que el proceso de lateralidad es evolutivo y cuyo predominio no empieza a establecerse en torno a los 4-6 años con el aprendizaje de códigos (Ferré et al, 2016), es cierto que estos problemas deben detectarse de la manera más eficaz y rápida posible, con el fin de suplir todos aquellos déficits en el menor tiempo posible. Para ello, se debe tener en cuenta manifestaciones como las siguientes (Bernabéu, 2014; Ferré et al, 2016):

  • Dificultades en la automatización de lectura, escritura y cálculo.
  • Problemas de organización en espacio y tiempo.
  • Inestabilidad personal y emocional.
  • Desorden de los puntos de referencia corporal.
  • Dificultad para situarse a la derecha e izquierda de la línea media corporal.
  • Marcada lentitud de reflejos.
  • Inversiones gráficas y/o lectoras.
  • Velocidad lectora lenta y ausencia de comprensión lectora.
  • Pérdidas de atención.
  • Problemas en las relaciones con los iguales.

Por tanto, es fundamental la exploración completa y global de los diferentes aspectos relacionados con la lateralidad del sujeto, haciendo hincapié en explorar el desarrollo contralateral de base, la simetría de la arquitectura corporal y funcional, la automatización de los niveles de organización previamente alcanzados y el tipo de lateralidad en mano-ojo-pie-oído. El objetivo de esta exploración más exhaustiva no es otro que poder detectar el predominio lateral del sujeto y ver en qué fases o aspectos puede existir el problema de base, con el fin de hacer un buen abordaje y poder diseñar una estrategia de adquisición de preferencia manual que mejore la calidad de vida del niño (Ferré et al, 2004, Mayolas Pi, 2010).

En mayo de 2020 reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Cómo saber si mi hijo tiene problemas de lateralidad (II)
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Cómo saber si mi hijo tiene problemas de lateralidad (II)

Susana Lladó - Lladó Comunicación 29 marzo, 2021 El trastorno de lateralidad, Emociones, Equilibrio, Hipertonía, Hipocondría, Lateralidad cruzada, Lateralidad y CI, Organización corporal, Organización temporal, Orientación espacial, Problemas de equilibrio, Problemas de lateralidad, Síntomas de lateralidad cruzada

 

La semana pasada publicamos la primera parte de este artículo en el que estamos explicando las dificultades más habituales que presentan los niños con problemas de lateralidad. En la primera parte abordamos:

  • Los problemas de lectura
  • Los problemas de escritura
  • Las dificultades en el lenguaje verbal
  • Las dificultades en el lenguaje escrito
  • Los problemas de predislexia

 

El objetivo del artículo es que tanto padres como profesores puedan identificar los síntomas de una posible lateralidad heterogénea para solicitar un test completo de lateralidad cruzada que confirme o descarte el diagnóstico. Este test neurofisiológico evalúa cuántos cruces de lateralidad tiene la persona y en qué grado, resultados que nos permiten diseñar una terapia de lateralidad personalizada para cada paciente.

 

En esta segunda parte, proseguimos con los siguientes problemas de lateralidad:

 

Dificultades de organización temporal y de abstracción

  • Les cuesta aprender las horas y saber en qué día de la semana, mes y estación están: muchos no pueden escribir su fecha de nacimiento completa, no saben la fecha del día en curso (si es martes o jueves, el mes, si es primavera u otoño, no han establecido la relación entre los meses y las estaciones, etc.). Estas dificultades de organización temporal, razonamiento y abstracción que les impiden establecer relaciones cronológicas y secuenciales también provocan que, por ejemplo, en invierno se pongan un jersey de primavera, o al revés. En otras palabras, no pueden hacer el link entre el momento en el que viven y eso a lo que llamamos “estaciones del año”, ya que hacer este link implica capacidad de abstracción y de organización temporal; dos capacidades que no tienen adquiridas (ambas deberían estarlo a los siete años).
  • Les cuesta entender la noción de temperatura: no ven la diferencia entre 10 grados y 30. Esta noción es como un constructo ajeno a ellos.

 

Tienen poca autonomía

  • Dificultades para vestirse solos a los siete años, aproximadamente, cuando ya deberían poder hacerlo. Les cuesta atarse los zapatos (pasar por delante y por detrás los cordones, y orientarlos a la izquierda y derecha), al ponerse los pantalones se hacen un lío, el jersey se lo ponen al revés, son incapaces de abrocharse los botones de una camisa, se visten poniéndose primero los zapatos sin darse cuenta de que primero hay que ponerse el pantalón (secuencia, cronología), etc. No tienen la autonomía que ya deberían tener a su edad. Son niños muy dependientes de la ayuda de los padres.

  • Les cuesta lavarse el pelo y ducharse solos: no ponen la cantidad suficiente de champú ni de agua, se empiezan a aclarar el pelo cuando todavía no está lavado (secuencia), se despistan con el agua y juegan en lugar de ducharse, etc.

Dificultades de organización

  • Los niños con problemas de lateralidad tienen serias dificultades para organizarse el día y gestionar las tareas: no saben por dónde empezar, cómo seguir y cómo terminar los deberes, los trabajos de las asignaturas, etc. Esta dificultad se ha agravado con la pandemia debido a que su rutina ha cambiado. También les cuesta muchísimo hacerse la cama, poner la mesa bien, ordenar la ropa y su habitación, o cualquier otra responsabilidad de este tipo. No hay noción de límite (una parte puede ser educacional, pero hay otra que está relacionada con la lateralidad).

Problemas de equilibrio

  • Problemas de equilibrio estático (cómo se produce el recorrido sináptico cuando el niño está quieto): los niños con problemas de lateralidad presentan inestabilidad motriz, temblores y dificultad en el concepto de distancia y en el de ritmo (estas últimas producen dificultades para el cálculo).

 

  • Problemas de equilibrio dinámico: presentan descoordinación general y desequilibrio en el movimiento. Los niños hipotónicos son patosos, se caen, no les gusta hacer deporte, son poco ágiles, tienen dificultades para ir en monopatín y en bicicleta, así  como para jugar al fútbol. Prefieren bucear, hacer natación y practicar la equitación.

Problemas específicos en función de si son hipertónicos o hipotónicos

  • Los niños hipertónicos son ágiles en los deportes, pero por su precipitación, no calculan los espacios, las distancias. Son muy nerviosos e irritables, por lo que pueden alzar la voz y gritar, tener reacciones bruscas y tirar y romper cosas. Son poco pacientes, se exasperan porque exigen inmediatez, son extrovertidos y muy sociables. Necesitan liberar su energía practicando deportes.

 

  • Los niños hipotónicos: los hipercinéticos son muy inquietos, se mueven mucho, pero no presentan TDAH (no son hiperactivos). Presentan gran ansiedad, se bloquean con facilidad y son lentos en su vida cotidiana y escolar. Pueden tener momentos de apatía (se quedan tumbados en el sofá o en la cama) y son poco sociables e inhibidos.

Repercusiones en el rendimiento mental y emocional

 

  • Por todo lo expuesto, podríamos decir que son niños que están como perdidos, que no se apropian de su vida: por ejemplo, no saben a qué hora deben coger el autobús para ir al colegio y por eso siguen sin vestirse cuando deberían estar saliendo de casa. Los padres se ven obligados a ir continuamente detrás de ellos marcando los tiempos porque ellos no los interiorizan. Asimismo, ellos notan que “algo” va mal, que son diferentes, que les toman por tontos o piensan que quizá lo son (recordemos que la lateralidad cruzada no está relacionada con el cociente intelectual). Son niños muy sensibles que lo pasan francamente mal. De hecho, tienen una sensibilidad especial para captar el estado emocional de los otros, sobre todo, de las personas más cercanas (si un progenitor no se encuentra bien o está preocupado por algo). Como no tienen un yo fuerte y pueden dar la impresión de fragilidad, algunos de ellos son víctimas del acoso escolar.

 

  • No están entendiendo el confinamiento por covid-19: viven como un castigo no poder ver a sus amigos o que se hayan suspendido las clases de las actividades extraescolares a las que iban porque no pueden organizar como sujetos lo que está pasando.  Hay que tener en cuenta que, aunque no presentan un retraso mental, sí hay un retraso de unos 2 años en su madurez. En cambio, se les exige una comprensión de lo externo cuando ellos no se sitúan ni siquiera a sí mismos. Por ejemplo, si se despiertan por la noche porque necesitan ir al lavabo, tienen que llamar a su madre porque no se orientan bien (desorientación espacial y desorientación propia porque no tienen adquirida la noción de esquema corporal). Leer el artículo Los síntomas de la lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento.

 

  • Todos estos problemas de lateralidad repercuten en su rendimiento mental, lo que, a su vez, repercute en su rendimiento emocional. Se sienten inseguros y presentan infravaloración, desmotivación y ansiedad (de hecho, cada vez vemos a más niños con depresión o predepresión). La ansiedad, desmotivación y depresión no son un problema psiquiátrico en estos niños: se deben al trastorno neurofisiológico provocado por la lateralidad heterogénea (mal definida).

En muchos casos, también hay un retraso o retardo motor (próximamente, publicaremos un artículo explicando cuál debería ser la evolución del desarrollo motor en cada edad).

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento Covid-19
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Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 15 abril, 2020 El trastorno de lateralidad, Motivación, Síntomas de lateralidad cruzada, Terapia de lateralidad vía Skype, Terapia psicomotriz

Como hemos explicado en diversos artículos de nuestro blog, las personas con lateralidad cruzada presentan una sintomatología común a la que, además, pueden añadirse otros síntomas en función de si el paciente es hipotónico o hipertónico. Asimismo, algunos de estos síntomas afectan al rendimiento cognitivo y otros ―como consecuencia de estas dificultades cognitivas― afectan a su bienestar emocional.

Desde que empezamos las terapias por Skype debido a la pandemia de Covid-19, estamos observando que en la mayoría de los pacientes el confinamiento ha agudizado muchos de estos síntomas, motivo por el que se hace necesario trabajar los elementos desencadenantes en las sesiones.

Esta epidemia nos ha cogido a todos por sorpresa. El escenario ha evolucionado tan rápido que es normal que el impacto psíquico y emocional sea enorme. Tanto los niños como los jóvenes y los adultos sufren una gran desorientación porque todavía están haciendo la adaptación a una situación que presenta grandes incógnitas, a un mundo que ya ha cambiado, pero que todavía no sabemos muy bien cómo será. 

«Esta epidemia nos ha cogido a todos por sorpresa. El escenario ha evolucionado tan rápido que es normal que el impacto psíquico y emocional sea enorme. Tanto los niños como los jóvenes y los adultos sufren una gran desorientación porque todavía están haciendo la adaptación a una situación que presenta grandes incógnitas, a un mundo que ya ha cambiado, pero que todavía no sabemos muy bien cómo será. Los seres humanos necesitamos saber adónde vamos porque nos da seguridad. Toda esta angustia provocada por la incertidumbre hay que acompañarla con apoyo psicoterapéutico, psicoemocional», nos explica la directora del centro, Joëlle Guitart.

Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento Covid-19

En las sesiones, los terapeutas están ayudando a los pacientes a gestionar, fundamentalmente, los siguientes aspectos:

 

Aprender a estructurar y organizar el día

A medida que transcurren las semanas, cada vez es más difícil mantener una disciplina de horarios; una disciplina que es fundamental para lograr vivir el confinamiento de una manera productiva y saludable emocional y físicamente. Seguir con nuestros hábitos de higiene personal y de ejercicio físico, establecer bien el tiempo de estudio o trabajo, así como la frecuencia en las comidas y el tiempo de ocio es básico.

 

Disminuir los niveles de ansiedad y estrés en los niños

A diferencia de los adultos, los niños ni siquiera han podido salir a la calle para ir a hacer la compra durante el mes que llevamos de cuarentena. Este confinamiento tan estricto aumenta su nivel de ansiedad y estrés, con las repercusiones para su salud mental que se pueden derivar no solo en el presente, sino en el futuro. En un artículo que publicó ayer El País, se menciona un estudio realizado en China que estima que un tercio de la población padece o padecerá Trastorno de Estrés Postraumático (un trastorno que aparece después y que es difícil de tratar).

 

Ansiedad en adultos

En los adultos, la ansiedad tampoco es la que pudiera presentarse antes del confinamiento. Es una ansiedad mucho más profunda y potente que, si no se trata, también puede dejar huella en su salud mental futura.

 

Gestionar las tensiones y conflictos en la dinámica familiar

Muchas familias que antes del confinamiento apenas compartían tiempo juntos han pasado de golpe a convivir las 24 horas del día. Y, en muchos casos, en casas en las que no es posible que cada miembro tenga su propio espacio y/o que no disponen de terrazas a las que poder salir para tener la intimidad necesaria. Esto está provocando tensiones, irritabilidad, discusiones y peleas que, en algunos casos, incluso llegan a la violencia física.

Estas tensiones también están haciendo mella en las relaciones de pareja, hasta el punto de que hay parejas que se están planteando la separación. Los hijos escuchan sus conversaciones o viven la tensión entre sus padres, lo que agrava su inquietud. No es casual que estén aumentando los casos de niños que se van a dormir con sus padres o que ahora necesitan acostarse con la luz encendida y la puerta abierta.

 

Desórdenes del sueño y trastornos de alimentación

Las emociones que estamos experimentando también están afectando al sueño y la alimentación de diversas maneras y en diferentes grados: insomnio, pesadillas, terrores nocturnos, bulimia, comportamientos que pueden derivar en anorexia, obesidad, etc.

 

Miedos

La pandemia está provocando situaciones que despiertan muchos miedos. Algunos son infundados, pero otros no. Tanto si los miedos tienen una base real como si no, requieren ser revisados en terapia.

Hay niños y adolescentes que temen que sus padres pierdan el trabajo, que enfermen o que lo haga otro familiar o persona a la que quieren.  Y a los adultos les pasa lo mismo, aunque unos y otros lo vivan y manifiesten de distinta manera.

Muchos niños, adolescentes y jóvenes tampoco saben cuándo volverán a las aulas ni cómo serán las evaluaciones. La sensación general es de que todo se aguanta por un hilo, que nos faltan recursos para sentirnos protegidos (desde la falta de suministro de guantes y mascarillas a medidas socioeconómicas) y que el futuro es incierto.  Esto provoca un gran temor.

Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento Covid-19

Soledad y sentimiento de separación

Son muchas las personas que no pueden ver a sus padres o abuelos porque estos están en una residencia, hospitalizados o confinados en sus propias casas. Además de echar muchísimo de menos el contacto físico con ellos (abrazarlos, darles un beso, compartir situaciones, etc.), también sufren por si estarán bien, por si pueden ir a comprar o les llevan la compra (hay cadenas de supermercados que han dejado de hacer reparto a domicilio porque no daban abasto), etc.

Del mismo modo, también hay muchas personas que están pasando el confinamiento solas porque el estado de alarma se decretó estando su pareja en otra ciudad o país, o porque ya vivían solas. Y también estamos observando que aunque se esté acompañado, hay un gran sentimiento de soledad (quizá es sentimiento de desamparo en algunos casos); sobre todo, en adultos.

Los niños, aunque se siguen comunicando con sus amigos por videollamadas, están acusando no poder verlos, y los echan de menos. A esto se suma que no saben hasta cuándo se prolongará la situación. Además, es muy probable que cuando se inicie la denominada desescalada, las medidas de distanciamiento social impidan la cercanía física a la que estaban acostumbrados.

 

Duelos

Las personas que han perdido a un ser querido durante la pandemia no han podido despedirse ni hacer el duelo. Cuando este proceso no se realiza, se vive con mucha tristeza, exasperación y abatimiento.

 

Pérdida de libertad y de las relaciones sociales

Otro aspecto que estamos trabajando en terapia es la pérdida de libertad que estamos experimentando, así como el hecho de haber tenido que renunciar a las relaciones sociales.

 

Adicciones

La tecnología está siendo de gran ayuda en este confinamiento, ya que nos está permitiendo comunicarnos con los otros. Sin embargo, muchos niños y jóvenes están hiperconectados, por lo que pueden desarrollar (o haber desarrollado ya) una adicción.

 

Celos

Los celos entre hermanos o entre hijos y padres no son nuevos: como terapeutas, los identificamos a menudo en terapia. Pero en una situación de confinamiento como la actual se exacerban.

 

Falta de ejercicio físico

Aunque tengamos limitaciones para realizar deportes, el cuerpo necesita ser estimulado. Es necesario moverlo, hacer estiramientos, bailar, cambiar de postura cuando miramos la televisión, etc. Todos lo necesitamos, pero los niños, sobre todo, han pasado de tener varias clases semanales de diversos deportes al sedentarismo. Esta falta de movimiento corporal también afecta a la salud psicológica y al rendimiento cognitivo.

 

Pensamientos recurrentes, fobias, somatización e hipocondría

Los pensamientos obsesivos y negativos alteran nuestra estabilidad emocional y aumentan la ansiedad. En la terapia, los pacientes aprenden a detenerlos.

También hemos detectado un aumento de la hipocondría en los niños y adultos que ya la sufrían, así como diversos tipos de fobias, como la de salir a la calle cuando se levante el estado de alarma.

Algunos pacientes también están psicosomatizando el estrés y la angustia con dolores de cabeza o de espalda, aumento de la presión arterial, etc.

 

Motivación

Es normal que cueste mantener la motivación laboral, académica o personal en una situación de crisis como la actual, pero también es absolutamente necesario trabajar los aspectos que están influyendo en esta pérdida de motivación para recuperarla.

 

Habilidades de comunicación

El hecho de que ahora podamos pasar tanto tiempo en familia no implica que no estemos comunicando bien. Los sentimientos de irritabilidad, pérdida y miedo no solamente se expresan elevando la voz o con gritos: hay un lenguaje infraverbal que puede ser igualmente muy agresivo y dañar profundamente a la persona y a la dinámica familiar.

 

Motricidad y técnicas de respiración

En las sesiones por Skype trabajamos la motricidad de los pacientes con lo que estos tienen en casa y hacemos hincapié en los ejercicios de respiración y relajación enfocados a distender el cuerpo. Estos ejercicios, que varían en función de la edad del paciente y de su sintomatología, se pueden realizar en cualquier espacio, aunque este sea reducido.

Muchas personas no saben respirar y desconocen que la respiración proporciona el eje que ayuda a lograr el equilibrio entre uno mismo, el cuerpo y la mente, como siempre explicamos respecto al tratamiento de lateralidad cruzada.

Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento y terapia para tratarlos_Centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart

Obviamente, además de todos estos aspectos emocionales que hemos mencionado, en las sesiones seguimos trabajando todos los ítems de la lateralidad:

 

  • Esquema corporal
  • Bloqueos mentales
  • Pensamiento lógico
  • Coordinación ideomotriz: abstracción, aprender a pensar y razonar, a conectar ideas y conocimientos.
  • Abstracción
  • Cálculo mental
  • La memoria
  • La síntesis
  • La concentración
  • La comprensión lectora
  • La retención
  • El ritmo: para poder trabajar posteriormente la noción de espacio y la organización temporal.
  • El equilibrio estático
  • Hipercinesia
  • Hipotonía
  • La baja autoestima (todos los pacientes de lateralidad presentan una gran infravaloración).
  • Tics
  • Tartamudez en primer grado.

 

En resumen, aunque la terapia de lateralidad cruzada va dirigida fundamentalmente a trabajar todos aquellos aspectos neurofisiológicos que impiden a los pacientes desarrollar todo su potencial mental, la situación de alerta sanitaria (con todas sus implicaciones sociales y económicas) está haciendo necesario, ahora más que nunca, brindarles un apoyo psicoemocional que los refuerce para afrontar el presente y el futuro en las mejores condiciones mentales, corporales y emocionales.

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