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Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento Covid-19
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Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 15 abril, 2020 Sin categoría

Como hemos explicado en diversos artículos de nuestro blog, las personas con lateralidad cruzada presentan una sintomatología común a la que, además, pueden añadirse otros síntomas en función de si el paciente es hipotónico o hipertónico. Asimismo, algunos de estos síntomas afectan al rendimiento cognitivo y otros ―como consecuencia de estas dificultades cognitivas― afectan a su bienestar emocional.

Desde que empezamos las terapias por Skype debido a la pandemia de Covid-19, estamos observando que en la mayoría de los pacientes el confinamiento ha agudizado muchos de estos síntomas, motivo por el que se hace necesario trabajar los elementos desencadenantes en las sesiones.

Esta epidemia nos ha cogido a todos por sorpresa. El escenario ha evolucionado tan rápido que es normal que el impacto psíquico y emocional sea enorme. Tanto los niños como los jóvenes y los adultos sufren una gran desorientación porque todavía están haciendo la adaptación a una situación que presenta grandes incógnitas, a un mundo que ya ha cambiado, pero que todavía no sabemos muy bien cómo será. 

«Esta epidemia nos ha cogido a todos por sorpresa. El escenario ha evolucionado tan rápido que es normal que el impacto psíquico y emocional sea enorme. Tanto los niños como los jóvenes y los adultos sufren una gran desorientación porque todavía están haciendo la adaptación a una situación que presenta grandes incógnitas, a un mundo que ya ha cambiado, pero que todavía no sabemos muy bien cómo será. Los seres humanos necesitamos saber adónde vamos porque nos da seguridad. Toda esta angustia provocada por la incertidumbre hay que acompañarla con apoyo psicoterapéutico, psicoemocional», nos explica la directora del centro, Joëlle Guitart.

Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento Covid-19

En las sesiones, los terapeutas están ayudando a los pacientes a gestionar, fundamentalmente, los siguientes aspectos:

 

Aprender a estructurar y organizar el día

A medida que transcurren las semanas, cada vez es más difícil mantener una disciplina de horarios; una disciplina que es fundamental para lograr vivir el confinamiento de una manera productiva y saludable emocional y físicamente. Seguir con nuestros hábitos de higiene personal y de ejercicio físico, establecer bien el tiempo de estudio o trabajo, así como la frecuencia en las comidas y el tiempo de ocio es básico.

 

Disminuir los niveles de ansiedad y estrés en los niños

A diferencia de los adultos, los niños ni siquiera han podido salir a la calle para ir a hacer la compra durante el mes que llevamos de cuarentena. Este confinamiento tan estricto aumenta su nivel de ansiedad y estrés, con las repercusiones para su salud mental que se pueden derivar no solo en el presente, sino en el futuro. En un artículo que publicó ayer El País, se menciona un estudio realizado en China que estima que un tercio de la población padece o padecerá Trastorno de Estrés Postraumático (un trastorno que aparece después y que es difícil de tratar).

 

Ansiedad en adultos

En los adultos, la ansiedad tampoco es la que pudiera presentarse antes del confinamiento. Es una ansiedad mucho más profunda y potente que, si no se trata, también puede dejar huella en su salud mental futura.

 

Gestionar las tensiones y conflictos en la dinámica familiar

Muchas familias que antes del confinamiento apenas compartían tiempo juntos han pasado de golpe a convivir las 24 horas del día. Y, en muchos casos, en casas en las que no es posible que cada miembro tenga su propio espacio y/o que no disponen de terrazas a las que poder salir para tener la intimidad necesaria. Esto está provocando tensiones, irritabilidad, discusiones y peleas que, en algunos casos, incluso llegan a la violencia física.

Estas tensiones también están haciendo mella en las relaciones de pareja, hasta el punto de que hay parejas que se están planteando la separación. Los hijos escuchan sus conversaciones o viven la tensión entre sus padres, lo que agrava su inquietud. No es casual que estén aumentando los casos de niños que se van a dormir con sus padres o que ahora necesitan acostarse con la luz encendida y la puerta abierta.

 

Desórdenes del sueño y trastornos de alimentación

Las emociones que estamos experimentando también están afectando al sueño y la alimentación de diversas maneras y en diferentes grados: insomnio, pesadillas, terrores nocturnos, bulimia, comportamientos que pueden derivar en anorexia, obesidad, etc.

 

Miedos

La pandemia está provocando situaciones que despiertan muchos miedos. Algunos son infundados, pero otros no. Tanto si los miedos tienen una base real como si no, requieren ser revisados en terapia.

Hay niños y adolescentes que temen que sus padres pierdan el trabajo, que enfermen o que lo haga otro familiar o persona a la que quieren.  Y a los adultos les pasa lo mismo, aunque unos y otros lo vivan y manifiesten de distinta manera.

Muchos niños, adolescentes y jóvenes tampoco saben cuándo volverán a las aulas ni cómo serán las evaluaciones. La sensación general es de que todo se aguanta por un hilo, que nos faltan recursos para sentirnos protegidos (desde la falta de suministro de guantes y mascarillas a medidas socioeconómicas) y que el futuro es incierto.  Esto provoca un gran temor.

Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento Covid-19

Soledad y sentimiento de separación

Son muchas las personas que no pueden ver a sus padres o abuelos porque estos están en una residencia, hospitalizados o confinados en sus propias casas. Además de echar muchísimo de menos el contacto físico con ellos (abrazarlos, darles un beso, compartir situaciones, etc.), también sufren por si estarán bien, por si pueden ir a comprar o les llevan la compra (hay cadenas de supermercados que han dejado de hacer reparto a domicilio porque no daban abasto), etc.

Del mismo modo, también hay muchas personas que están pasando el confinamiento solas porque el estado de alarma se decretó estando su pareja en otra ciudad o país, o porque ya vivían solas. Y también estamos observando que aunque se esté acompañado, hay un gran sentimiento de soledad (quizá es sentimiento de desamparo en algunos casos); sobre todo, en adultos.

Los niños, aunque se siguen comunicando con sus amigos por videollamadas, están acusando no poder verlos, y los echan de menos. A esto se suma que no saben hasta cuándo se prolongará la situación. Además, es muy probable que cuando se inicie la denominada desescalada, las medidas de distanciamiento social impidan la cercanía física a la que estaban acostumbrados.

 

Duelos

Las personas que han perdido a un ser querido durante la pandemia no han podido despedirse ni hacer el duelo. Cuando este proceso no se realiza, se vive con mucha tristeza, exasperación y abatimiento.

 

Pérdida de libertad y de las relaciones sociales

Otro aspecto que estamos trabajando en terapia es la pérdida de libertad que estamos experimentando, así como el hecho de haber tenido que renunciar a las relaciones sociales.

 

Adicciones

La tecnología está siendo de gran ayuda en este confinamiento, ya que nos está permitiendo comunicarnos con los otros. Sin embargo, muchos niños y jóvenes están hiperconectados, por lo que pueden desarrollar (o haber desarrollado ya) una adicción.

 

Celos

Los celos entre hermanos o entre hijos y padres no son nuevos: como terapeutas, los identificamos a menudo en terapia. Pero en una situación de confinamiento como la actual se exacerban.

 

Falta de ejercicio físico

Aunque tengamos limitaciones para realizar deportes, el cuerpo necesita ser estimulado. Es necesario moverlo, hacer estiramientos, bailar, cambiar de postura cuando miramos la televisión, etc. Todos lo necesitamos, pero los niños, sobre todo, han pasado de tener varias clases semanales de diversos deportes al sedentarismo. Esta falta de movimiento corporal también afecta a la salud psicológica y al rendimiento cognitivo.

 

Pensamientos recurrentes, fobias, somatización e hipocondría

Los pensamientos obsesivos y negativos alteran nuestra estabilidad emocional y aumentan la ansiedad. En la terapia, los pacientes aprenden a detenerlos.

También hemos detectado un aumento de la hipocondría en los niños y adultos que ya la sufrían, así como diversos tipos de fobias, como la de salir a la calle cuando se levante el estado de alarma.

Algunos pacientes también están psicosomatizando el estrés y la angustia con dolores de cabeza o de espalda, aumento de la presión arterial, etc.

 

Motivación

Es normal que cueste mantener la motivación laboral, académica o personal en una situación de crisis como la actual, pero también es absolutamente necesario trabajar los aspectos que están influyendo en esta pérdida de motivación para recuperarla.

 

Habilidades de comunicación

El hecho de que ahora podamos pasar tanto tiempo en familia no implica que no estemos comunicando bien. Los sentimientos de irritabilidad, pérdida y miedo no solamente se expresan elevando la voz o con gritos: hay un lenguaje infraverbal que puede ser igualmente muy agresivo y dañar profundamente a la persona y a la dinámica familiar.

 

Motricidad y técnicas de respiración

En las sesiones por Skype trabajamos la motricidad de los pacientes con lo que estos tienen en casa y hacemos hincapié en los ejercicios de respiración y relajación enfocados a distender el cuerpo. Estos ejercicios, que varían en función de la edad del paciente y de su sintomatología, se pueden realizar en cualquier espacio, aunque este sea reducido.

Muchas personas no saben respirar y desconocen que la respiración proporciona el eje que ayuda a lograr el equilibrio entre uno mismo, el cuerpo y la mente, como siempre explicamos respecto al tratamiento de lateralidad cruzada.

Los síntomas de lateralidad cruzada agudizados por el confinamiento y terapia para tratarlos_Centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart

Obviamente, además de todos estos aspectos emocionales que hemos mencionado, en las sesiones seguimos trabajando todos los ítems de la lateralidad:

 

  • Esquema corporal
  • Bloqueos mentales
  • Pensamiento lógico
  • Coordinación ideomotriz: abstracción, aprender a pensar y razonar, a conectar ideas y conocimientos.
  • Abstracción
  • Cálculo mental
  • La memoria
  • La síntesis
  • La concentración
  • La comprensión lectora
  • La retención
  • El ritmo: para poder trabajar posteriormente la noción de espacio y la organización temporal.
  • El equilibrio estático
  • Hipercinesia
  • Hipotonía
  • La baja autoestima (todos los pacientes de lateralidad presentan una gran infravaloración).
  • Tics
  • Tartamudez en primer grado.

 

En resumen, aunque la terapia de lateralidad cruzada va dirigida fundamentalmente a trabajar todos aquellos aspectos neurofisiológicos que impiden a los pacientes desarrollar todo su potencial mental, la situación de alerta sanitaria (con todas sus implicaciones sociales y económicas) está haciendo necesario, ahora más que nunca, brindarles un apoyo psicoemocional que los refuerce para afrontar el presente y el futuro en las mejores condiciones mentales, corporales y emocionales.

Entrevista: “Si hay un buen desarrollo motriz, mejora el emocional y el intelectual”
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Entrevista: “Si hay un buen desarrollo motor, mejora el emocional e intelectual”

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 19 julio, 2017 Sin categoría 0

El movimiento y el equilibrio son dos aspectos esenciales en la terapia de lateralidad. En esta entrevista, el psicólogo Luis Elías Llorens, terapeuta de nuestro centro, nos explica por qué, y también cómo la vida sedentaria de muchos niños sin el trastorno de lateralidad está afectando a su buen desarrollo general.

 

¿Qué papel juegan el movimiento y el equilibrio en la terapia de lateralidad?

El trabajo que hacemos en consulta parte de la premisa de que los niños y adolescentes, al igual que los adultos, son una unidad.

 

¿A qué se refiere?

El pensamiento, el movimiento (incluyendo el equilibrio) y la relación con el entorno son tres aspectos que están interrelacionados. Para que haya un buen desarrollo de esa unidad, los tres deben tener un buen desarrollo. Si uno de los aspectos falla, los otros dos quedan afectados.

 

Póngame un ejemplo

La motricidad, o el desarrollo motor, es un aspecto fundamental en el desarrollo de un niño. Cuando hay un retraso en este sentido, como es el caso de los niños con trastorno de lateralidad, el niño pierde autonomía y, por tanto, seguridad en sí mismo; lo cual repercute en su bienestar emocional y, casi con toda seguridad, en su rendimiento escolar. Estos niños necesitan desarrollar el movimiento.

 

Por eso lo trabajan en terapia

Sí, porque el proceso es reversible; es decir, si mejoramos la motricidad con ejercicios específicos, sus habilidades y la idea que tienen sobre sí mismos también se modifican, contribuyendo significativamente a su rendimiento escolar.

 

Antes, me comentaba algo más que afecta a muchos niños

Sí, en consulta, nos encontramos con niños que se pasan dos o tres horas al día conectados a dispositivos digitales y que hacen poco deporte. Están en un desarrollo estático que no contribuye a que desarrollen correctamente su motricidad. Son niños que tienen una infancia mucho más pasiva que la que tuvimos nosotros. Y van acumulando retraso motor.

 

Y, por tanto, también emocional

Así es, va relacionado, como decía antes. Si hay un buen desarrollo motriz, mejora el emocional y el intelectual: se crea una sinergia. De lo contrario, la comunicación sináptica queda comprometida.

 

El sedentarismo es algo común en los niños que han nacido con las nuevas tecnologías

En las generaciones anteriores, el desarrollo motriz se daba de una forma natural porque los juegos, jugar, formaba parte de la vida, de nuestra vida cotidiana y, en general, eran juegos en los que el movimiento estaba muy presente.

 

Cuando hablan de movimiento, ¿a qué re refieren exactamente?

A todos los tipos de movimiento que afectan a los diferentes estados motores y al desarrollo adecuado en cada etapa del niño y del adolescente.

 

En la terapia aprenden y realizan todos estos movimientos

Sí, en el centro pueden tener todas estas experiencias: los niños aprenden, por ejemplo, que pueden caerse, y también que pueden levantarse. Eso les ayuda a enfrentarse mejor al mundo. Actualmente, falta la experiencia del movimiento y del equilibrio. El entorno no posibilita dichas experiencias.

 

A mayor seguridad motriz, mayor seguridad emocional

Cuando vences el “no puedo” refuerzas la autoestima. Y vas adquiriendo seguridad. Además de mejorar los aspectos emocionales, el desarrollo motriz también contribuirá a mejorar el nivel de comprensión del niño, su capacidad de atención y concentración, etc.

 

¿Qué consecuencias tiene un déficit psicomotor?

Que se carece de las herramientas para desenvolverse bien en la vida, en el mundo. No disponer de estas herramientas puede generar frustración (al no poder cumplir las expectativas que uno tiene) o, según la personalidad del niño, una actitud conformista que también le impedirá conseguir las metas que pudiera tener.

La enuresis en adultos: causas y tratamiento
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La enuresis en adultos: causas y tratamiento

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 8 mayo, 2017 Sin categoría 0

 

La enuresis diurna y nocturna; es decir, la emisión involuntaria y repetida de orina en la ropa o en la cama debido a la incapacidad de controlar los esfínteres más allá de los 5 años de edad, es un problema que no solo afecta a algunos niños (dedicaremos un próximo artículo a la enuresis infantil): habitualmente, los adultos con dificultades motoras también lo sufren. Sin embargo, se trata de un problema que, siguiendo el tratamiento adecuado, tiene solución y que se resuelve más rápidamente en estos pacientes ya adultos que en los niños.

La enuresis en adultos: causas y tratamiento

Causas de la enuresis en adultos

Para que podamos dominar o controlar cosas, nuestros músculos tienen que hacer un movimiento de contracción. Lo mismo ocurre con la vejiga: controlar el flujo de orina implica tener un dominio neuromuscular adecuado (de contracción de las paredes de la vejiga). Las personas adultas que presentan problemas motores —ya sea a causa del trastorno de lateralidad o porque, por ejemplo, han sufrido un accidente que les ha provocado un traumatismo craneal— suelen ser hipotónicos, por lo que realizan con mucha lentitud los movimientos de contracción. Esta laxitud es la que provoca que tropiecen con facilidad, que se les caigan a menudo las cosas de las manos y también que padezcan enuresis diurna y/o nocturna (en el hombre, debido a su fisiología, las probabilidades de padecerla son mayores que en la mujer, pero las causas citadas —sumadas a que con la edad se pierde la tensión y el control en parte anterior del cuerpo— hacen que sea común también entre las mujeres). Asimismo, la enuresis en adultos también está muy relacionada con la infravaloración del sujeto: si el yo emocional no está sólido, este desequilibrio repercute en el equilibrio motor; una situación que se retroalimenta y agrava con la inseguridad que provocan las micciones involuntarias.

Tratamiento de la enuresis en adultos

La enuresis en adultos: causas y tratamiento

Por las razones descritas anteriormente, en nuestro centro focalizamos el tratamiento de la enuresis en adultos en dos aspectos: la reeducación motora y la terapia verbal (verbalización de la angustia y la ansiedad). No obstante, antes de adentrarnos en la explicación del tratamiento, nos parece importante mencionar que hay pacientes que acuden a la consulta no por el problema de la enuresis en sí (que también padecen) sino porque sus problemas de laxitud, lentitud, concentración, coordinación y reflejos están repercutiendo de tal manera en su vida laboral y personal que solucionarlos se ha convertido en una necesidad imperiosa. Es el caso, por ejemplo, de un paciente de 40 años al que llamaremos Miguel. Él es cocinero. Perdió su trabajo no por la enuresis (en su caso era leve y diurna), sino porque se quemaba con frecuencia, se le caían las cosas, no seguía el ritmo que hay en una cocina y se bloqueaba. Después de varios meses de terapia motora (1 sesión semanal), ha ido solucionando todas estas dificultades, se ha vuelto metódico, ha encontrado trabajo, sus jefes están muy satisfechos con él y la enuresis ya está prácticamente curada.

 

Hay una serie de ejercicios que trabajamos con los pacientes para su reeducación motora: ejercicios para ejercitar los músculos faciales, ejercicios de equilibrio estático y dinámico, ejercicios de precisión digital, de coordinación, etc. Todos ellos tienen como objetivo trabajar la contracción neuromuscular que no hacen por sí mismos y cuya ausencia provoca el problema motor. A base de repetirlos, el cuerpo del paciente va memorizando que tiene que dar una respuesta ante determinadas situaciones, hasta que lo integra por completo. Habitualmente, empezamos a ver progresos significativos en los pacientes al cabo de 4 o 5 meses de terapia y la curación completa suele producirse a los 2 años (1 sesión semanal).

Si quieres hacernos cualquier consulta sobre este tema, puedes ponerte en contacto con nuestro centro.

 

Une étude révèle les différences présentes dans le cerveau des personnes qui ont un TDAH
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Un estudio revela las diferencias en el cerebro de las personas con TDAH

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 23 febrero, 2017 Sin categoría 0

La semana pasada, se publicó en la revista Lancet Psychiatry  el estudio más amplio realizado hasta ahora sobre el TDAH, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad; un estudio que es fruto de la investigación de médicos y neurocientíficos de once países y que muestra que el cerebro de estas personas presenta alteraciones significativas en cinco estructuras neurológicas; es decir, que su cerebro es diferente al del resto de la población. Asimismo, los investigadores también han observado que el tamaño de su cerebro es menor que el de la media de la población, lo que sugiere que el TDAH está relacionado con la maduración tardía del cerebro.

 

Con anterioridad a esta investigación, en el cerebro de las personas con TDAH ya se habían detectado diferencias en tres estructuras: en el núcleo accumbens (implicado en los procesos motivacionales, como el de la recompensa), en el núcleo caudado (interviene en el procesamiento de las emociones y en las acciones dirigidas a objetivos, entre otras funciones) y el putamen (aprendizaje y control motor). Ahora, este nuevo estudio —coordinado por la Universidad Radboud de Holanda y en el que han participado, entre otros, científicos del Hospital del Mar, del Vall d’Hebron y de la UAB—, señala que también están afectadas la amígdala (que juega un papel fundamental en las emociones) y el hipocampo (orientación espacial y memoria). La investigación se ha llevado a cabo con una muestra de 1.713 personas con TDAH, y ha consistido en analizar sus cerebros con resonancia magnética y comparar los resultados con los de 1.529 personas sin TDAH.

 

Un estudio revela que el cerebro de las personas con TDAH es diferente

Según los investigadores, la alteración de las cinco áreas citadas explica la complejidad del TDAH y su efecto en el comportamiento de las personas que lo sufren. Los responsables de la investigación creen que la causa de estas alteraciones podría ser el retraso en la maduración del cerebro; sin embargo, todavía no pueden explicar por qué se produce dicho retraso.

 

Como ya es sabido, las personas con TDAH tienen una gran inquietud motriz (dificultad para permanecer tranquilas, para estar sentadas durante mucho rato, se mueven constantemente con nerviosismo, etc.), son muy impulsivas (responden a las preguntas precipitadamente e interrumpen las conversaciones), sienten una gran inquietud interior, les cuesta mantener la atención y la concentración (se distraen fácilmente), y tienen una gran falta de motivación. Todos estos síntomas tienen consecuencias en su vida diaria (en casa, en el colegio y en sus relaciones sociales) que les provocan, además, mucha ansiedad, baja autoestima, poca tolerancia a la frustración, irritabilidad y una gran sensación de fracaso.

Un estudio revela las diferencias en el cerebro de las personas con TDAH

El TDAH afecta, aproximadamente, a un 5 % de niños y adolescentes y, si no se trata adecuadamente, los síntomas perduran en la edad adulta (solamente un tercio de los adultos mejora al madurar su cerebro). Es fundamental, por tanto, hacer un diagnóstico preciso que incluya, además de los test, entrevistas con el niño y con su familia, así como pruebas que permitan observar directamente el comportamiento del niño. No hay que olvidar que hablamos de TDAH cuando se dan un conjunto de síntomas determinados, pero que estos mismos síntomas también están presentes en otro tipo de disfunciones o patologías, por lo que un diagnóstico erróneo podría comprometer su detección.

 

En nuestro centro, tratamos a los niños y adolescentes con TDAH focalizando la terapia en los aspectos psicomotores (aprendizaje y reeducación); factores que, a su vez, están relacionados con el control de sus emociones, y trabajamos estas, además, a través de su expresión mediante juegos y actividades manuales. Es imprescindible facilitarle al niño un espacio que no detecte como “amenazante”, en el que pueda expresar su frustración, enfado y rabia, y en el que el terapeuta pueda identificar con él lo que provoca dichas emociones para elaborlas desde la confianza. Por otro lado, la comunicación (entrevistas) con la familia y el tutor/profesores del paciente también es un aspecto esencial a la hora de abordar con éxito el tratamiento del TDAH.

Si tienes cualquier consulta sobre este tema, no dudes en ponerte en contacto con nuestro centro.

Fuentes:

http://www.lavanguardia.com/ciencia/cuerpo-humano/20170216/4260318887/personas-tdah-cerebro-diferente.html?utm_source=facebook&utm_medium=social&utm_content=ciencia&utm_campaign=lv

 

https://ddd.uab.cat/pub/afin/afinSPA/afin_a2014m1n57iSPA.pdf

Les nouvelles peurs exprimée par les enfants et adolescents pendant leur thérapie
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Los nuevos miedos que los niños y adolescentes expresan en terapia

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 15 febrero, 2017 Sin categoría 0

«Contra lo oscuro, fracasa el Yo», escribió Rilke

El miedo es una emoción, una emoción universal; es decir, propia de todos los seres humanos. Sentimos miedo cuando percibimos un peligro. Ante una amenaza, la parte más primitiva de nuestro cerebro se activa y entramos en estado de alerta. Este mecanismo neurológico, desde el punto de vista biológico, es una respuesta adaptativa, de supervivencia al medio y, por tanto, muy útil para proteger nuestra integridad cuando el peligro es real. Sin embargo, cuando la causa del miedo es infundada o no tenemos las herramientas para enfrentarnos a esta emoción, nuestro desarrollo personal y nuestro bienestar pueden verse afectados.

Hay miedos que son propios de la infancia, así como hay otros que lo son de las siguientes etapas de la vida: hasta los cinco años, por ejemplo, es normal que el niño tenga miedo a ir solo al lavabo, que tenga miedo a las alturas o a que los padres se olviden de ir a recogerlo al colegio. Pero, ¿qué significado debemos darle al hecho de que un niño de 8 años tenga miedo de irse a la cama estando sus padres en casa, o a que le pregunte insistentemente a su madre si le irá a buscar a la salida del cole?

Miedos en niños y adolescentes

En los últimos años, en nuestro centro, los terapeutas hemos constatado un aumento del miedo en nuestros pacientes (la emoción está presente en un 80 % de ellos y, en muchos casos, desde hace mucho tiempo). La expresión de miedos que deberían estar superados y de nuevos miedos que anteriormente nunca habían sido citados en consulta, ha empezado a generalizarse: miedo, a los 11 años,  a moverse por la propia casa; miedo a todo aquello relacionado con lo bélico (con estados de ansiedad y cuadro de angustia asociados); miedo a las noticias “apocalípticas”, miedo a viajar en transporte público (accidentes y/o atentados); miedo patológico a la muerte de los seres queridos en niños mayores de 9 años, miedo a la enfermedad, a que la vida cambie súbitamente, a las atracciones de las ferias, a las multitudes, a que los padres salgan a cenar fuera (el niño les llama continuamente reclamando su presencia en casa), miedo a no superar las dificultades de cada curso escolar…”En estos niños, la parte emocional invade por completo la parte racional. Y esto tiene graves consecuencias porque no se puede ser feliz sintiendo miedo”, nos explica la directora de nuestro centro, Joëlle Guitart. “Son niños muy ansiosos, inseguros, que padecen mucho, y con un gran temor al abandono”, añade.

Los miedos actuales de niños y adolescentes

Según la especialista, el modelo actual de sociedad en el que estamos inmersos está generando en muchos niños y adolescentes una gran sensación de inseguridad, incertidumbre y desprotección: nuevos tipos de familias en las que no encuentran la estabilidad o el lugar que necesitan, progenitores que tienen que viajar a menudo por trabajo o que sufren la inestabilidad y precariedad laboral, madres que llegan a casa más tarde incluso que los padres, los continuos atentados terroristas, el clima político mundial, el aumento del acoso escolar, el estresante ritmo de vida que empieza con las prisas de la mañana y prosigue más allá del horario escolar con actividades extraescolares, etc. “Muchos niños se sienten como si no tuvieran suelo bajo los pies, acusan la inestabilidad propia de los tiempos que vivimos; un clima de inestabilidad que también les llega continuamente a través de los medios de comunicación y las redes sociales. Desde esta sensación de precariedad e incertidumbre ante el futuro les es muy difícil construirse un “yo” seguro”, señala Guitart.

Los nuevos miedos de los niños y adolescentes

El niño que no tiene “suelo” puede reaccionar de dos maneras distintas y opuestas entre sí: con una respuesta de inhibición (no pregunta en la escuela, mala orientación espacial porque no está bien situado frente al mundo, lentitud al hacer los deberes, dificultades de relación con niños de su misma edad, miedo a todos los juegos en los que no toca pie, etc.), o bien queriendo llamar la atención (hace lo posible por molestar, interrumpe en clase, es muy desordenado porque percibe el mundo como un lugar caótico, etc..). En ambos casos, sin embargo, hay mucha angustia y ansiedad, y también pánico a no hacer las cosas lo suficientemente bien, son muy exigentes consigo mismos.

En terapia, trabajamos los miedos a través de ejercicios de psicomotricidad, actividades manuales y juegos, porque al estado psicológico de amenaza y a los problemas conductuales hay que sumar el efecto que la angustia tiene en el cuerpo. A través del trabajo corporal, trabajamos los otros dos aspectos. “En general, los niños tienen poco tiempo para jugar. Aquí encuentran un espacio para hacerlo, un espacio para conectar con su yo y reforzarlo, que es la vía para poder empezar a gestionar cualquier miedo y aprender a desarrollar las herramientas con las que, en un futuro, podrán hacer frente a esta emoción, sea cual sea su causa”, concluye Guitart.

Para terminar, os invitamos a leer este excelente artículo de José Antonio Marina: Anatomía del miedo: Un tratado sobre la valentía.

 

Lateralidad, hiperactividad e hiperkinesia con hipotonía. Aclaramos conceptos.
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Lateralidad, hiperactividad e hiperkinesia con hipotonía. Aclaramos conceptos.

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 11 enero, 2017 Sin categoría 0

Un 40 % de las personas con trastorno de lateralidad presentan hiperkinesia con hipotonía, y un 80 % de estas personas que sufren hiperkinesia con hipotonía tiene, a su vez, dislexia (oral o escrita). En cambio, en la práctica clínica observamos que la hiperactividad (o el TDAH), a menudo, está asociado a la hipertonía. Asimismo, la hiperactividad, como conjunto de trastornos conductuales, es uno de los síntomas del trastorno de lateralidad. ¿Aclaramos conceptos? Empecemos por la hiperactividad.

 

Qué es la hiperactividad

Lateralidad, hiperactividad e hiperkinesia_Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart

Tal como explica Robert E. Valett en su libro Niños hiperactivos. Guía para la familia y la escuela, el término “hiperactividad” describe a niños con dificultades de aprendizaje, y problemas emocionales asociados, que presentan una serie de conductas específicas:

  • Movimiento corporal excesivo: es muy excepcional que jueguen o estén sentados tranquilamente.
  • Impulsividad: no suelen actuar pensando en las consecuencias de sus actos.
  • Distracción: les cuesta terminar tareas, atender instrucciones y concentrarse.
  • Problemas de retención/memoria: se les olvida lo que se les ha pedido, lo que estudian, etc.
  • Son muy emotivos: suelen sobrerreaccionar emocionalmente a los estímulos porque detrás de la hiperactividad hay un factor emocional (ira contenida, una cierta agresividad, etc.).
  • Problemas con la lectura (aunque no todos los niños con problemas de lectura son hiperactivos).
  • Problemas con las matemáticas: a menudo, a causa de la dificultad para concentrarse y retener información.
  • Problemas de coordinación motora: entre ellos, el equilibrio; lo cual repercute en su habilidad para practicar algunos juegos y deportes.
  • Dificultad para integrar las nociones de espacio y tiempo.

En consecuencia, y como suelen ser conscientes de estas dificultades, normalmente, son niños con baja autoestima que se inhiben delante de nuevos aprendizajes.

Lateralidad, hiperactividad e hiperkinesia con hipotonía. Aclaramos conceptos.

Los niños hiperkinéticos, en cambio, y a pesar de que presentan rasgos comunes a los hiperactivos —como su rechazo a las normas o su dificultad para integrar la noción de espacio y de tiempo—, son hipotónicos (bajo tono muscular), y por esto es frecuente verlos estirados en el sofá o jugando durante horas a montar estructuras (legos). Es decir, los niños hiperkinéticos, al igual que los hiperactivos, no “paran”, pero no son hiperactivos todo el tiempo (los hiperactivos, sí): son muy inquietos, pero tienen momentos de pasividad. Y tal como decíamos al inicio, un alto porcentaje de ellos tiene dislexia (lectura) o disgrafía (escritura) y una gran “patosidad” (se tropiezan, caen, aprender a andar y a ir en bicicleta con retraso y dificultad, suben al patinete con la pierna errónea, les cuesta jugar al fútbol, etc.).

 

Tratamiento para la hiperactividad e hiperkinesia

Tratamiento de lateralidad para niños con hiperactividad e hiperkinesia con hipotonía_

Algunos especialistas son partidarios de medicar a los niños hiperactivos (o con TDAH) para mejorar su capacidad de concentración y “aplacarlos” (a los niños hiperkinéticos, en cambio, no suelen prescribirles medicación). Sin embargo, hay que tener presente que, cuando estos niños finalizan el tratamiento farmacológico, pueden hacer brotes. En nuestro centro, no somos partidarios de utilizar la medicación en estos casos: el tratamiento, tanto para los niños con hiperactividad como para los niños hiperkinéticos con hipotonía, es el tratamiento de lateralidad; una terapia en la que se trabaja su problema neurofisiológico o neuromuscular y con la que se va disminuyendo su inestabilidad psicomotriz, mitigando de esta manera la sintomatología (los pacientes se curan, al menos, en un 80 %, aunque, habitualmente, la curación es ceracana al 100 %,  y sin recaídas posteriores). Si tienes dudas o quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con nosotros.

 

Entrevista al psicólogo Luis Elías Llorens, especialista en la gestión de emociones y terapeuta de niños con problemas de motricidad
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Entrevista al psicólogo Luis Elías Llorens sobre las emociones en los niños con problemas de motricidad

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 3 noviembre, 2016 Sin categoría 0
Por Susana Lladó

 

Todos los niños y adolescentes, al igual que los adultos, tienen, en mayor o menor medida, conflictos emocionales. Sin embargo, los niños y adolescentes con problemas de motricidad viven una serie de experiencias en su día a día de las que se derivan problemas emocionales muy específicos y comunes a todos ellos, dado que la motricidad no solo afecta a la condición física de la persona, sino que también repercute en el desarrollo psicológico y social.

Hoy entrevistamos al psicólogo infanto-juvenil Luis Elías Llorens, del Centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart, para que nos explique en qué consisten estos problemas motrices y emocionales, y cómo se tratan y superan en terapia.

 

«Validar las experiencias del niño le ayuda a construir adecuadamente su identidad»

 
¿Todos los niños con dificultades motrices son niños con trastorno de lateralidad?

Los niños o adoslescentes con trastorno de lateralidad suelen presentar dificultades de tipo motriz, pero en el centro también tratamos a pacientes con problemas motrices que tienen su etiología en otra causa, como por ejemplo el retraso en el desarrollo psicomotor (aprendizaje de la lecto-escritura después de los seis años, control de esfínteres después de los tres años, saltar con pies juntos después de los cuatro años, etc.). Sea cual sea la causa, el hecho de tener dificultades motrices provoca que se desencadenen conflictos emocionales en el niño.

 

¿De qué tipo de conflictos emocionales hablamos?

Estos niños y adolescentes suelen tener problemas de confianza, autoestima, inseguridad, comunicación, ansiedad, apatía e identidad. Todos estos conflictos, a su vez, se convierten en un obstáculo para superar los problemas motrices. Entran en una dinámica que hay que romper mediante la terapia adecuada.

 

Vayamos por partes. ¿Por qué tienen problemas de confianza?

Se ven como los “raros” porque suelen hacer las cosas “mal”. Como además de los problemas de movimiento tienen problemas de concentración y abstracción (hablar del sentido de las cosas de forma abstracta), e incluso dificultades para la expresión oral y escrita, se sienten por debajo de la normalidad. Cuanto más incrementan esta concepción de sí mismos, que es irreal, más desconfianza van desarrollando hacia los demás, ya que tienen miedo a ser juzgados.

 

«El niño debe poder ser niño, equivocarse y aprender. Un niño no nace adulto»

 

¿De ahí la inseguridad?

Sí, se va incrementando, y por eso desisten de aprender cosas nuevas. Dejan de esforzarse, de preguntar y comunicarse. Si yo sé que al decir o hacer algo se me va a juzgar, que me voy a sentir mal ante la respuesta del otro o incluso que se me va a insultar tildándome de tonto (en el ámbito escolar, por ejemplo), dejaré de expresarme. La comunicación se ve afectada.

 

Hemos llegado a la apatía

Exacto.  Están en una etapa en la que deberían tener intereses nuevos y, en cambio, no los tienen. Predomina un desinterés general que está directamente relacionado con esa capacidad mermada que, en realidad, no se corresponde con el potencial que tienen.

 

¿A qué punto les conduce esta situación?

A una crisis de identidad. El niño ve cómo se van empobreciendo sus relaciones interpersonales con otros niños de su edad, e incluso con los adultos, ya que la comunicación en el ámbito familiar, por ejemplo, también disminuye: no comunican sus experiencias y esto les impide tener un feedback de lo que están viviendo.

…

En muchos casos, nos encontramos con niños que sufren una gran ansiedad y problemas depresivos.

 

«La infancia y la adolescencia son las etapas en las que construimos nuestra identidad y la forma en la que nos vamos a relacionar en el futuro»

 
De acuerdo. Vayamos a las soluciones. ¿Cómo se rompe está dinámica a través de la terapia?

Hay tres puntos que son clave para crear un entorno positivo que nos permita trabajar estos aspectos con el niño (tanto los aspectos motrices como los emocionales) para que se sientan con la confianza suficiente como para empezar a expresarse y a aprender; siendo conscientes de que este ambiente de apoyo pasa por, al principio, no forzar al niño a que se exprese si no quiere. El vínculo de confianza se establece paulatinamente.

 

¿Cuál es el primer punto?

Trabajar su potencial, de forma progresiva, para que vayan viendo que sí son capaces de mejorar sus capacidades motrices. En cuanto ven un progreso en este sentido, también mejoran en su autoestima. Cuanta más seguridad adquieren en sí mismos, más crece su motivación e interés. Se establece una relación directa. Van perdiendo el miedo a equivocarse.

 

¿Y el segundo?

No juzgar negativamente, ni de forma autoritaria, lo que estos niños puedan hacer mal o estén entendiendo de manera equivocada. Hay que hacer justo lo contrario: hay que validar sus experiencias.

 

¿Qué significa “validar sus experiencias”?

Cuando un niño o adolescente explica algo sobre sus experiencias que juzgamos internamente como erróneo, no debemos decirle que está mal y empezar a explicarle lo que debería hacer o cómo debería sentirse. Hay que hacer una validación de su experiencia: dar importancia y sentido a lo que él está viviendo en ese momento. Esto es lo que el niño espera: que “recojamos” el esfuerzo que haya podido representar para él hacer lo que ha hecho; recoger ese sentimiento, esa emoción que pueda estar experimentando y, desde esa validación, hacer una reeducación, explicarle cómo debería haber hecho las cosas.

 

«Debemos dar sentido y contención emocional a lo que experimenta el niño»

 

¿Cómo deberíamos hacerlo?

Consiguiendo que el niño sienta que le estamos escuchando, que damos importancia a lo que nos explica, porque para él la tiene. Lo vive como algo importante. Quizá, nosotros, como adultos, sabemos que no lo es, y que el niño lo vive así por inmadurez emocional o desconocimiento, pero lo importante es que él lo está viviendo así. Tenemos que conseguir que sienta nuestra empatía.

 

Pero ante determinadas situaciones es difícil para los padres hacer ese ejercicio

Por muy mal que nos suene lo que nos expliquen, y a no ser que pueda tener una consecuencia directa que afecte a su salud, en cuyo caso habría que intervenir, hay que evitar el juicio.

Como adultos, debemos validar las experiencias de los niños: dar importancia a lo que están experimentando emocionalmente. Esta actitud contribuye a que construyan adecuadamente su identidad.

 

El niño debe poder ser niño

El niño debe poder ser niño, equivocarse y aprender. Un niño no nace adulto.

 

De otro modo, se rompe la comunicación

Sí, suele haber una presión por parte de la familia porque proyectamos estereotipos. Algunos padres proyectan el futuro que desean para sus hijos: el niño lo tiene que aprobar todo, va a estudiar tal carrera, etc. Lo han visualizado así, en lugar de entender que son niños que tienen dificultades, que, como todos, van a cometer errores, y que quizá van a recorrer el camino del aprendizaje con más lentitud, pero de una manera más eficiente y con mejores resultados.

 

La comunicación en casa es fundamental

Es una pieza clave. Me refiero a la comunicación de las emociones, no de las cosas banales. En terapia lo vemos: hay niños que explican lo que han hecho durante el día o sus planes con los amigos para el fin de semana, pero se bloquean cuando entramos en el “cómo me siento”. Ahí es donde aparecen las barreras: temen quedar expuestos. A veces, también puede suceder que, por sus propios miedos, ni siquiera se hayan planteado la pregunta.

Cuanto más puedan expresarse, más van a normalizar sus dificultades y más van a conseguir romper los prejuicios con los que, a menudo, se topan en el sistema escolar; los prejuicios relacionados con sus propias dificultades motrices o psicomotrices, o los derivados de un trastorno de lateralidad no tratado.

 

«Cuando el niño no puede canalizar sus emociones (expresarlas) y no tiene acompañamiento para analizar las negativas, se vuelve un niño problemático»

 
¿Qué le ocurre al niño cuando se rompe la comunicación?

La infancia y la adolescencia son las etapas en las que construimos nuestra identidad y la forma en la que nos vamos a relacionar en el futuro, en nuestro puesto de trabajo, con la familia, la pareja, los amigos, etc. El desamparo comunicativo del niño puede fomentar que acoja herramientas que son perjudiciales para él, pero que son las que le permitirán sobrevivir.

 

¿Con qué consecuencias?

Cada niño reacciona de una manera distinta: puede que se anule como persona, que se convierta en un niño agresivo, que desarrolle un trastorno alimentario, etc. Por esto es tan importante que se expresen: al expresarse alivian la angustia, y podemos “contener” sus emociones negativas. Cuando el niño no puede canalizar sus emociones (expresarlas) y no tiene acompañamiento para analizar las emociones negativas, se vuelve un niño problemático.

 

Mencionaba la agresividad hacia los otros como una posible reacción

Si el niño no tiene herramientas emocionales, desarrolla defensas para hacer frente a la vida. Una de estas herramientas puede ser la agresividad, lo vemos con frecuencia en el llamado bullying o acoso escolar: como yo no quiero ser lo que me están haciendo o lo que veo en otro niño intento destruirlo con agresividad.

 

Nos habíamos quedado en el tercer punto

Son los refuerzos positivos. Hay que dar espacio al niño para que experimente, y cuando esta experiencia es positiva para él, hacerle un refuerzo positivo. De esta manera, ganan confianza, autonomía, capacidad de tomar decisiones y conciencia de sus propias capacidades y habilidades, así como de que la terapia le está ayudando a mejorar sus capacidades psicomotrices.

 

«Al darle un sentido, el logro pasa a formar parte de su personalidad»

 

¿Cómo se hace el refuerzo?

Cuando el niño expresa sus emociones hay que decirle “Muy bien. ¿Ves cómo has podido expresar aquello que decías que no podías o no sabías expresar?”. Puede tratarse de la expresión de un miedo (yo no puedo hablar con chicas, esto no me va salir bien, no voy a jugar al futbol en el patio porque me dicen que no juego bien, etc.) o bien de la expresión de un logro (hoy he jugado al fútbol y me lo he pasado bien). En este último caso, hay que darle mucha importancia a esa vivencia y ayudarle a que sea consciente de ella para que no se siga instalando el pensamiento negativo.

 

Póngame otro ejemplo

A los niños con TDHA les cuesta mantener la atención. Cuando en terapia son capaces de sostenerla, les hacemos conscientes de su logro. Esto les ayuda a seguir progresando. Es una cadena: como tienen la experiencia de que pueden lograrlo, lo siguen intentando, se sienten mejor emocionalmente y, además, le hemos dado un sentido en terapia, no ha quedado en el aire. Al darle un sentido, el logro pasa a formar parte de su personalidad.

 

¿Cómo se trabaja en terapia la comunicación con los padres?

En terapia fomentamos la comunicación en ambos sentidos: para que los niños puedan ser comprendidos por los padres y para que, a su vez, los niños también comprendan a los padres.

En muchas ocasiones se da una situación paradójica: cuando los niños tienen un problema que les hace sentir mal, no acuden a la persona o personas que más quieren; en cambio, cuando les preguntamos qué harían si les ocurriera algo y tuvieran que llamar a alguien, contestan, que llamarían a su padre o a su madre.

 

Por último, ¿la terapia es grupal?

Normalmente, sí, a no ser que por algún motivo se considere que es mejor trabajar con el niño individualmente. Es muy positivo para ellos que la terapia sea en grupo. Los que hace poco que se han incorporado ven que los que llevan más tiempo cuentan sus experiencias y sentimientos con normalidad, a pesar de que tienen problemas parecidos a los suyos, y esto les ayuda a sentirse cómodos y a abrirse. En terapia expresan lo que no expresan en otros ámbitos.

 

Entrevista a Joëlle Guitart Baudot, especialista en el trastorno de lateralidad y directora-fundadora del Centro de lateralidad y psicomotricidad de Barcelona
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Entrevista a Joëlle Guitart Baudot, especialista en el trastorno de lateralidad

Susana Lladó - Lladó Comunicación 26 septiembre, 2016 Sin categoría 0
Por Susana Lladó

 

«Algunos niños que son diagnosticados de TDAH, en realidad, tienen problemas de lateralidad»

 

Joëlle Guitart Baudot es directora-fundadora del Centro de lateralidad y psicomotricidad de Barcelona

La lateralización es un proceso que hacemos todos los seres humanos desde que nacemos hasta, aproximadamente, los cinco años de edad: en nuestro cerebro se va conformando una configuración neuronal que, finalmente, si se realiza homogéneamente, nos determina neurofisiológicamente como diestros o zurdos. Sin embargo, en un 25 % de la población, y debido a causas genéticas, este proceso no se realiza homogéneamente: son las personas con trastorno de lateralidad o lateralidad heterogénea; un trastorno que, al bloquear ciertas áreas del cerebro, limita su capacidad intelectual real provocándoles muchos problemas de aprendizaje y también mucho sufrimiento emocional.

 

El trastorno de lateralidad todavía es bastante desconocido

Se descubrió hace tan solo 50 años, lo cual es muy poco tiempo en términos sociales, e incluso médicos. En España, todavía no se estudia en las universidades, a pesar de que en países como Francia, donde yo me formé, sí forma parte de los estudios de Medicina.

 

Un 25 % de la población está afectada por el trastorno. Es una incidencia muy alta

Al ser todavía poco conocido, a menudo sus síntomas se confunden con los de otras patologías. Los diagnósticos erróneos provocan que los niños con el trastorno, y sus familias, tengan que hacer todo un periplo por logopedas, clases de refuerzo, psicólogos, e incluso psiquiatras, antes de llegar a nuestro centro.

 

Se pierde un tiempo muy valioso

Sí, porque además de prolongar el tiempo de retraso escolar que se da en los niños afectados, se prolonga también su sufrimiento, que es enorme.

 

Cuanto más alto es el CI, más sufrimiento, ya que el niño es más consciente de que hay un problema.

 

¿Por qué sufren tanto?

Lo habitual es que sean niños con un cociente intelectual normal, e incluso alto o muy alto (hemos tratado casos de niños que son superdotados). Imagínese su frustración al ver que, pese a sus muchas horas de estudio y a su esfuerzo constante, no son capaces de aprobar las asignaturas, y que todo se les hace una montaña. Para ellos es desesperante porque no entienden los motivos. Se ven diferentes, y esto les causa ansiedad porque, por ejemplo, ven a compañeros que estudian menos y que, en cambio, sacan mejores notas. Muchos de ellos llegan a la consulta diciendo “soy tonto”. Cuanto más alto es el CI, más sufrimiento, ya que el niño es más consciente de que hay un problema.

 

¿Y los padres?

Muchos padres, antes de llegar al centro, creen que su hijo es vago, que, en realidad, pasa de todo o que sus capacidades intelectuales están por debajo de lo normal. Ellos también sufren. Hay mucha impotencia y preocupación en estas familias.

 

¿Qué es lo que limita su capacidad intelectual?

El bloqueo u obstrucción en los influjos nerviosos. Cuanta más lateralidad, más bloqueo se produce en el sistema nervioso. Del mismo modo que, cuantos más años transcurren sin tratar el trastorno, más retención neurofisiológica se produce. Por esto es fundamental la detección temprana.

 

El ritmo de vida actual de la mayoría de las familias no ayuda; ni tampoco hábitos que se están generalizando, como “enchufar” al niño al ordenador o a la tele, o saturarlo de actividades extraescolares.

 

Retrocedamos un poco. ¿En qué consiste el proceso de lateralización?

La lateralización de cada persona queda definida en función de cómo se establecen sus redes neuronales hasta, generalmente, los cinco años de edad. Si el proceso se realiza correctamente, el niño lateralizará a la derecha o a la izquierda. El problema se presenta cuando el niño hereda los genes de un progenitor que no tiene esta lateralidad homogénea. Es cuando hablamos de trastorno de lateralidad.

 

Es decir, la lateralidad, tanto si es homogénea como si es heterogénea, es hereditaria

Así es. La lateralización viene dada por el código genético heredado. Si ninguno de los dos progenitores sufre el trastorno, el niño no podrá “heredarlo”. Si uno de los dos progenitores tiene lateralidad heterogénea, entonces existe la posibilidad de que el hijo la herede.

 

¿Es un proceso en el que se puede intervenir?

La lateralización se hereda, pero hay factores sociales que pueden intervenir y condicionar el proceso. Por ejemplo, si un niño se está lateralizando como diestro, pero tiene un padre zurdo con el que siente una gran identificación, es probable que empiece a imitarlo, cambiando su lateralización natural. También es muy frecuente que los niños zurdos, cuando empiezan a ir a la escuela, imiten a los niños diestros para no sentirse diferentes.

 

Deberíamos estar atentos a la lateralización que muestra el niño

Sí, observarle. Si sé que es diestro o zurdo, cuando le doy un objeto, por ejemplo, no debería tendérselo en dirección a la otra mano.

 

El trastorno condiciona por completo la vida del afectado. Al verse limitada su capacidad intelectual real y presentar enormes problemas de aprendizaje, todo su desarrollo, incluido el emocional, se ralentiza.

 

Los aspectos psicológicos influyen en el proceso

Sí, con mucha frecuencia. En ocasiones, vemos que cuando un niño no tiene una buena relación con el padre o la madre, hace una crisis de oposición para diferenciarse, para no parecerse al progenitor con el que tiene el conflicto. Esto incluye lateralizar justo al revés que ese progenitor. En las personas con trastorno de lateralidad suele haber un componente emocional que también hay que tratar en la terapia.

 

El ambiente familiar cobra mucha importancia

Desde luego. El estrés agudiza los síntomas del trastorno, bloqueando al niño. El ritmo de vida actual de la mayoría de las familias no ayuda; ni tampoco hábitos que se están generalizando como “enchufar” al niño al ordenador o a la tele, o saturarlo de actividades extraescolares. Los niños necesitan que los padres les dediquen tiempo y que este sea de calidad: que los escuchen, jueguen con ellos, cenar todos juntos sin la televisión encendida, que les lean en voz alta…

 

Me temo que pocos padres tienen tiempo para leerles libros a sus hijos

Cuando el padre o la madre lee en voz alta, está haciendo mucho más que leer: le está transmitiendo mucha información a su hijo a través del tono de voz, de la emoción. Los niños con lateralidad tienen dificultades para la abstracción, por eso les cuesta tanto entender lo que leen, pero, en cambio, tienen mucha memoria visual y auditiva. Este tipo de comunicación es fundamental para ellos.

 

De qué manera concreta afecta el trastorno a la persona que lo padece

El trastorno condiciona por completo la vida del afectado. Al verse limitada su capacidad intelectual real y presentar enormes problemas de aprendizaje, todo su desarrollo, incluido el emocional, se ralentiza. Son niños (y también adultos no tratados) con dificultades para leer, escribir, concentrase, comunicarse, orientarse en el espacio y en tiempo; con problemas de equilibrio, apatía, desmotivación, lentitud, hipertonía o hipotonía…

 

Para hacer un diagnóstico correcto que permita, posteriormente, llevar a cabo la terapia adecuada en cada caso, es imprescindible realizar un test completo de lateralidad que incluya la lateralización de mano, ojo, pierna estática, pierna dinámica, motricidad facial, cervicales y oído.

 

Qué es la hipertonía y la hipotonía

Todos los niños con problemas de lateralidad tienen un problema de tensión neuromuscular. Algunos son hipotónicos; es decir, lentos al realizar las tareas, no se les pueden dar varias consignas a la vez, se bloquean con mucha facilidad y presentan una gran ansiedad e infravaloración; los hipertónicos también son muy inquietos, pero a diferencia de los hipotónicos, son muy ágiles y quieren hacerlo todo a la vez. Si se bloquean, es justo por la precipitación.

 

¿Cómo diagnostican el trastorno?

Este es un punto importante. Para hacer un diagnóstico correcto que permita, posteriormente, llevar a cabo la terapia adecuada en cada caso, es imprescindible realizar un test completo de lateralidad que incluya la lateralización de mano, ojo, pierna estática, pierna dinámica, motricidad facial, cervicales y oído.

 

Actualmente se habla mucho del TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), ¿tiene alguna relación con la lateralidad?

Se está utilizando esta palabra con mucha facilidad. Lo que constatamos en consulta es que algunos niños que han sido diagnosticados de TDAH, en realidad tienen problemas de lateralidad, son hipercinéticos. No es que sean hiperactivos, viven en un entorno “inquieto”. Si los padres viven con un gran estrés, no pueden esperar que su hijo sea tranquilo. Se les suele medicar para que se concentren más, pero luego, esta misma medicación les causa problemas para dormir y también pérdida de apetito.  La medicación no es la solución.

 

El trastorno de lateralidad se cura. Como la terapia es psicomotriz, no hay recaídas posteriores.

 

¿En qué consiste la terapia?

La terapia es psicomotriz, para revertir la lateralización heterogénea a través de la reeducación neuromuscular, y se lleva a cabo con un apoyo emocional. Se trabajan los aspectos relacionados con la lateralidad: relajación, respiración, esquema corporal, el lenguaje, las matemáticas, la capacidad lógica, el bloqueo mental, la coordinación locomotriz, la parte emocional, etc.

 

En su centro han tratado a más de 40.000 personas con trastorno de lateralidad

Sí, desde que fundé el centro en 1970. El 97 % de estos pacientes se ha curado, sin regresiones.

 

Es un porcentaje muy alto de curaciones

Cuando el trastorno se diagnostica bien (de ahí la importancia del test completo que mencionaba antes) y se realiza una terapia personalizada, el trastorno de lateralidad se cura. Como la terapia es psicomotriz, no hay recaídas posteriores. También es muy importante resaltar que, una vez curada, la persona ya no puede transmitir el trastorno a sus hijos.

 

Después de 40 años como terapeuta, ¿qué es lo que destacaría de su experiencia con los pacientes?

Que la terapia les cambia la vida radicalmente. Algunos adultos, cuando se curan, nos dicen “He vuelto a nacer”.

Reeducación psicomotriz. El caso de Diego Parte II_
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Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (parte II)

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 19 septiembre, 2016 Sin categoría 0

Reeducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego*

Publicamos la segunda parte del artículo en el que la directora de nuestro Centro de lateralidad y psicomotricidad, Joëlle Guitart, expone el caso de uno de sus pacientes, desde que sus padres acudieron a la consulta por primera vez hasta su recuperación. *Por motivos de confidencialidad, hemos cambiado el nombre del paciente, al que hemos llamado Diego.

Segundo periodo de la reeducación psicomotriz

Séptimo mes

Se ve a Diego menos inhibido. Presenta mayor movilidad corporal, se anima mucho en los juegos dinámicos y ahora se ríe constantemente. La expresión oral todavía le resulta muy difícil. En la primera sesión, hizo relajación sentado y, al final, acostado con los ojos abiertos. Cerrarlos le crea bastante inquietud.

Jugamos a lanzar unas pelotas de papel dentro de una cesta. Esto facilita pasar a ponérnoslas encima de la cabeza y hacer equilibrio sobre un pie. Ríe mucho cuando se cae la pelota. De este modo, le iniciamos en una toma de conciencia del cuerpo a través de la búsqueda del equilibrio.

Nos ponemos un aro de goma encima de la cabeza y andamos lentamente evitando que se caiga. Luego, subimos y bajamos del banco o de una silla, nos ponemos de rodillas, nos sentamos, nos balanceamos de derecha a izquierda y de delante hacia atrás, procurando siempre que no se caiga el aro. Siguiendo con el aro en la cabeza, ponemos una música. Uno se mueve según el ritmo de la música y el otro ha de imitarlo. En una última fase del juego, introducimos un elemento nuevo a nuestra comunicación: le propongo que nos balanceemos fijos en el mismo sitio, siguiendo la música y dándonos luego las manos y, después, cogiéndonos de los hombros. Diego acepta este contacto corporal y se deja llevar por el ritmo. Parece estar contento y le agrada mucho el ejercicio.

 

Octavo mes

Le pregunto, mientras jugamos, en qué trabaja su papá. Me contesta que es comerciante. Esto me sugiere que juguemos a que él sea el vendedor y yo la compradora. Esta sesión fue una sesión importante, ya que le permitió expresar sus afectos a través del lenguaje vendedor-comprador. Por primera vez, Diego habla un poco, expresa verbalmente frases muy cortas: «¿Qué desea, señora?», «No, no hay» o «si hay», «son 15 euros», etc.

Conversación con la maestra: la maestra es la misma del curso pasado, uno de los motivos por lo que Diego pasó de curso. Comenta que Diego está cambiando mucho de comportamiento: juega con los niños de su edad, se ríe con frecuencia, presta más atención en las clases y realiza las tareas con menos lentitud. Sin embargo, los resultados escolares aún son deficientes.

Entrevista con la madre:

Evidentemente, están muy satisfechos de que Diego haya pasado de curso. Señala que, ahora, el niño está menos pegado a ella, que no mira tanto la televisión, está más activo y se chupa menos el pulgar.

 

Noveno mes

A partir de este mes, se produce una evolución constante en Diego, sobre todo en su comportamiento. Los juegos siguen siendo un elemento importante en las sesiones. Tengo que seguir adaptándome mucho a cada momento sin poder llevar a cabo sesiones previamente preparadas.

Sus juegos preferidos son: arrojarnos con fuerza la pelota intentando que nos toque, el juego del colchón (él se pone encima y yo he de arrastrarlo) y, cogiéndonos de las manos, empujarnos con fuerza tratando de hacernos caer uno al otro.

 

Décimo mes

A veces, acepta los ejercicios que le propongo, aunque lo hace sin demasiado entusiasmo. De todos modos, no se bloquea como lo hacía antes. Aprovecho estos momentos para trabajar el esquema corporal, la organización perceptiva y la atención.

Utilizo el espejo para algunos ejercicios de esquema corporal. Diego se coloca frente al espejo y menciona las distintas partes del cuerpo que le señalo, incluyendo la noción derecha-izquierda. Una variante del ejercicio es que él mismo se toca las partes del cuerpo que le voy indicando. Después de los ejercicios con el espejo, se tiende sobre el colchón con los ojos abiertos (alguna vez lo hace con los ojos cerrados) y levanta la parte del cuerpo que le menciono. En la fase actual, Diego realiza mejor la relajación, la cual consiste en levantar y dejar caer una mano, luego la otra, y, del mismo modo, los antebrazos, brazos, piernas y pies. Se le nota más relajado, exceptuando los hombros y nuca, que siguen bastante tensos. Finalmente, trabajamos el esquema corporal por medio del dibujo, la pintura y la plastilina.

 

Undécimo mes

Aunque continuamos los juegos de pelota, arrastre de colchón, escondites, etc., Diego se adapta cada vez más a las sesiones que le propongo. Durante este mes, trabajamos los elementos anteriormente mencionados y también la noción de ritmo. A modo de ejemplo, voy a explicar cronológicamente la última sesión de este mes:

Diego anda por la sala siguiendo un cierto ritmo. Manteniéndolo, pasa de andar a saltar con los dos pies juntos, con un solo pie, con el otro y corriendo.

Hacemos la relajación con el colchón.

Diego da palmadas al ritmo del metrónomo. Cuando este se para, ha de continuar con las palmadas manteniendo el ritmo.

Con el metrónomo a un ritmo normal, cada uno debe dar una palmada alternativamente siguiendo los tiempos del metrónomo. Posteriormente, hemos de dar una palmada al primer tiempo, no hacerlo en el segundo y tercero, y volver a palmear en el cuarto, y así sucesivamente.

Después de este último ejercicio, que ha exigido una atención bastante sostenida, hacemos un ejercicio derivativo, como es saltar a la cuerda o bailar al ritmo de una música tipo jazz. Después, Diego tiene que expresar con pintura lo que ha sentido con esa música. A veces lo expresa con sonidos y gritos. Terminamos la sesión con una relajación acostado.

El desbloqueo verbal de Diego se va intensificando.

 

Balance psicomotor de Diego

A finales de este mes, realizamos otro balance. Se observa una gran mejoría en el área motriz, la cual ya se corresponde con el nivel de 7-7 años y medio. Diego, ahora, tiene 8 años. En las áreas de estructuración espacio-temporal y organización perceptiva hace progresos que le sitúan al nivel de 6 años y medio-7 años.

La integración del esquema corporal de Diego también está mucho mejor. La orientación derecha-izquierda sobre sí mismo está bien integrada y corresponde al nivel de 7 años. Cuando es sobre los demás, continua con bastantes dudas; lo cual es lógico, ya que es una noción que se adquiere a los ocho años.

Ahora, en sus dibujos, Diego representa la figura humana más proporcionada y sin que le falten las manos. Su lateralidad es actualmente homogénea: diestro de manos, ojos y pies. En su tensión neuromuscular se observa una ligera hipertonía.

La actuación sobre las áreas de estructuración espacio-temporal y organización perceptiva se refleja en sus mejoras escolares, sobre todo, en la lectura.

El nivel de seguridad y confianza que ha alcanzado han permitido ir introduciendo una mayor selección en los ejercicios y una mejor aplicación en la ejecución. Esta línea debe continuar progresando.

Entrevista con los padres de Diego:

Los padres encuentran a Diego muy cambiado, incluso “contestón”. A menudo, sus compañeros de clase lo invitan a sus casas. Los resultados escolares son mejores. Diego logra seguir el ritmo de la clase, aunque todavía con esfuerzo.

Entrevista con la maestra:

Encuentra a Diego mucho mejor. Su escritura ha mejorado, y lee más rápido. A veces, responde oralmente a las preguntas que ella hace en clase. Ya no está tan pegado a los adultos.

 

Tercer periodo de la reeducación psicomotriz

Duodécimo mes

Diego sigue bastante bien el ritmo de la sesión. En las actividades de juego, busca aquellos en los que se produce una proximidad física, o juegos en los que pueda emitir sonidos. Le gusta el tobogán (con el banco apoyado en la espaldera). A veces, le gusta que le empuje; otras, se deja deslizar solo. Le atrae el juego de la casa: construye una casa con colchones, se pone dentro y emite con mucha fuerza sonidos o frases ininteligibles. También le gusta el juego del eco de la montaña: se pone debajo de los colchones y, cuando yo emito un sonido, él lo repite.

 

Decimotercer mes

A partir de este mes, realizo un cambio importante en la dirección terapéutica: puedo conducir a Diego, progresivamente, hacia los ejercicios psicomotores manteniendo algunos momentos de juego.

La toma de conciencia corporal de Diego viene acompañada de un verdadero desbloqueo de su lenguaje verbal: habla de sí mismo, de sus actividades en casa, de las películas que ha visto en el cine, etc. Se observa, también, un desbloqueo de los procesos intelectuales: puede elaborar sus juegos y entrever, por ejemplo, el plano de su casa. Teme menos quedarse solo. En su casa, adquiere más autonomía y se atreve a replicar a sus padres.

 

Decimocuarto mes

A continuación, describo una sesión en la que Diego participó con mucho entusiasmo:

  1. Pongo el metrónomo a ritmos diferentes: normal, lento y rápido. Diego ha de seguir estas variaciones y pararse cuando deja de sonar para volver a andar cuando, nuevamente, se pone en marcha.
  2. Ahora, debe andar al ritmo normal del metrónomo, pero golpeando más fuerte con el pie cada tres tiempos. Le indico que cuando dé el golpe con un pie, la siguiente vez lo dará con el otro.
  3. Hay una cuerda de saltar tendida, con uno de los cabos fijado a la espaldera y el otro fijado en la mano del reeducador, quien hace girar la cuerda. Diego tiene que pasar por encima o por debajo sin tocar la cuerda.
  4. Coordinación brazos-piernas. Efectuando un primer salto, debe poner las manos en sus hombros; en un segundo salto, bajar los brazos, y en el tercero, ponerlos en la nuca.
  5. Ejercicio respiratorio. Con el objetivo de que Diego tome conciencia de su capacidad torácica, realiza algunas profundas inspiraciones y espiraciones estando de pie con las manos abiertas y adosadas a la parte inferior de cada lado del tórax.
  6. Relajación. Se acuesta en el colchón con los ojos cerrados y se queda inmóvil. Al controlarle, se observa que está bastante relajado, incluso de hombros y nuca.
  7. Ejercicio de control motor y de ritmo.
    1. Andar cuatro tiempos del metrónomo. Luego, pararse cuatro tiempos.
    2. El mismo ejercicio anterior añadiendo unos sencillos movimientos de brazos en los cuatro tiempos de posición de parada.
    3. Simultanear la marcha con los movimientos de brazos en los mismos cuatro tiempos, y pararse otros cuatro tiempos.
  8. Estructuración espacial.
    1. Con los ojos cerrados, dar la vuelta en torno a una silla situada a 3-4 metros tratando de no tocarla, y volver al punto de partida.
    2. Escogemos 4 objetos. Hacemos corresponder una cifra a cada uno de ellos: por ejemplo, a la pizarra, el número 1; al colchón, el número 2; a la espaldera, el número 3, y el 4 a la ventana. Se le pide a Diego que haga un recorrido de un objeto al otro siguiendo la serie 2324.
    3. Calcular, por medio de la observación, cuántos pasos hay de un punto a otro; por ejemplo, de la puerta a la ventana, de la ventana a la pizarra. Luego debe comprobarlo.
  9. Esta sesión terminó con un ejercicio de relajación.

Diego lleva a cabo esta sesión sin gran dificultad, exceptuando el ejercicio del recorrido 2324. Entre ejercicio y ejercicio, comentaba cosas que le habían sucedido en el comedor del colegio y la invitación que le había hecho un compañero de clase para ir a su fiesta de cumpleaños.

 

Decimoquinto mes

Se trabajó, sobre todo, la estructuración espacio-temporal, la atención y el lenguaje.

De los ejercicios de lenguaje, a Diego le gustaba especialmente uno en el que leía un párrafo y luego lo explicaba con un dibujo o escenificándolo conmigo. En este último caso, Diego hablaba sin dificultad, aunque las frases eran cortas y el vocabulario pobre.

En el mes de mayo, tengo un cambio de impresiones con los padres y la maestra: observan una gran evolución en su comportamiento y carácter. Diego sigue el ritmo de las clases y alcanza un nivel medio. Les comento a ellos y a Diego que, si los resultados del balance psicomotor que haré en julio no indican lo contrario, probablemente concluiremos la terapia.

 

Decimosexto mes

Resultados del balance psicomotor de Diego

En el momento de realizarlo, Diego tiene ocho años y seis meses. A nivel motor, está como corresponde a su edad. La estructuración espaciotemporal y la adquisición del esquema corporal con orientación D-I corresponde a un nivel de ocho años. La motricidad facial presenta también el nivel de ocho años. En organización perceptiva, los resultados de Bender ofrecen un nivel de ocho años y medio. La lateralidad de Diego es homogénea, y la tensión neuromuscular es de una ligera hipertonía. En la realización de las pruebas, Diego se mostró alegre y comunicativo.

Última entrevista con los padres de Diego:

Tanto los padres de Diego como él están contentos de finalizar la terapia. La madre expresa sentimientos de inseguridad («Ahora, sin la terapia, ¿no va a retroceder?»). Les explico que no hay motivo para que tengan estos temores, que Diego ya no presenta las dificultades que presentaba al inicio de la terapia y que pueden realizarme cualquier consulta que les surja en adelante.

 

Conclusión del caso de Diego

Al comienzo de la reeducación, Diego se presentó como un niño muy inhibido. Un estado de tensión psíquica y física le bloqueaba el lenguaje, el pensamiento y el cuerpo. Estaba hundido en su angustia. Como descarga de esta tensión emocional, Diego utilizaba las risas, los gritos y los sonidos fuertes. Se descargaba también por una necesidad de oposición (sobre todo, familiar). Hay que entender esta necesidad de oposición como su debate por obtener la diferenciación del Yo frente al mundo externo.

Después, Diego entró en una segunda etapa en la que se produjo el desbloqueo verbal y la aceptación a seguir el ritmo de clase que se le proponía.

Diego necesitó revivir los estadios más precoces del desarrollo psicomotor, ejercer sus posibilidades motoras, tomar conciencia de su unidad corporal, vivir muchas situaciones de juego que le permitían establecer una relación de seguridad con el terapeuta e integrar progresivamente las experiencias vividas en un clima gratificante y en el que se sentía valorado.

La terapia le ha proporcionado los medios para satisfacer su necesidad natural de movimiento y de acción, desarrollar su espontaneidad, ejercer su creatividad no solo a través del cuerpo, sino también mediante el lenguaje verbal, léxico y gráfico. En cuanto Diego se encontró más autónomo, pudo seguir correctamente su aprendizaje escolar.

Tres meses después de finalizar la terapia psicomotriz, tuve una entrevista con la psicóloga. Sus conclusiones fueron las siguientes:

En el plano relacional y de comportamiento, Diego tiene la conducta de un niño de su edad, bien integrado en el colegio y en su casa.

En el plano psicomotor, no presenta problemas.

En el lenguaje, se observa una neta mejoría.

Todo el trabajo de la terapia de reeducación psicomotriz ha permitido que Diego se readapte escolarmente y reencuentre la espontaneidad y la alegría de vivir que habían sido reprimidas.

Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (Parte I)
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Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (parte I)

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 8 septiembre, 2016 Sin categoría 0

Reeducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego*

Hoy publicamos la primera parte de un artículo en el que la directora de nuestro Centro de lateralidad y psicomotricidad, Joëlle Guitart, expone el caso de uno de sus pacientes, desde que sus padres acudieron a su consulta por primera vez hasta su recuperación. *Por motivos de confidencialidad, hemos cambiado el nombre del paciente, al que hemos llamado Diego.

Cuando los padres de Diego acuden a la consulta por primera vez, él tiene siete años. Ambos son comerciantes. El padre tiene 43 años; la madre, 39, y tienen otra hija, Alejandra, de dos años y medio. Llegan a la consulta por consejo del colegio de Diego, y explican que el niño tiene dificultades escolares y de expresión verbal.

Entrevista con los padres de Diego

Durante la entrevista preliminar, los padres de Diego explican que el embarazo y el parto se desarrollaron sin complicaciones, y que su desarrollo psicomotor también fue normal: aguantaba la cabeza erguida a los tres meses, comenzó a mantenerse sentado a los seis y a caminar cuando cumplió un año. El control esfinteriano se produjo, sin embargo, con retraso: «Hasta el año pasado, Diego mojaba la cama casi cada noche.»

A Diego no le gustan los deportes, es muy patoso jugando a la pelota y tiene miedo a montar en bicicleta. También le asusta la piscina, aunque sabe nadar. Es un niño muy afectuoso, pero muy reservado, incluso con sus padres. Le cuesta separarse de ellos, como se demostró cuando fue a un campamento de verano el año anterior: la experiencia fue muy negativa. Empezó a ir a la guardería a los tres años, aunque con una enorme dificultad: lloros, vómitos…Todavía se chupa el pulgar.

La relación con su hermana parece buena: juega mucho con ella. Está muy apegado a su madre y siente temor ante su padre. En preescolar, Diego empezó a mostrar dificultades para los ejercicios manuales. Parece que va a tener que repetir curso. El padre tiene mucho interés en que no sea así.

Los padres vienen con un informe del psicólogo de la escuela y una nota de la maestra.

Informe psicológico de la escuela de Diego

En el informe psicológico, se observan los siguientes resultados:

Su CI es de 103 (W.T.S.C.). En la realización de las pruebas se observó un bloqueo en la expresión verbal y en los dibujos.

Presenta un retraso en el vocabulario de más de un año, así como dificultades psicomotrices que aparecen en el Bender.

En las pruebas de personalidad manifestó un gran afecto por su madre y un rápido cansancio en las relaciones con los demás.

Se aconseja una reeducación psicomotriz con el fin de trabajar las dificultades en este campo y obtener una mejor adaptación escolar.

Nota de la maestra de Diego

«Diego no sigue el ritmo de la clase. Es muy distraído y muy pasivo. Presenta importantes dificultades en lectura y escritura. Busca el contacto con los adultos o con niños de clases inferiores. En clase está triste y replegado en sí mismo.

Entrevista con Diego

Diego entra con la cabeza hundida entre los hombros. Es un niño más bien delgado y pálido. Sonríe poco. Sabe por qué viene a verme: «Porque no leo muy bien y no tengo la letra bonita, y si sigo así no pasaré de curso.»

Le explico que al día siguiente haremos unas pruebas psicomotoras. Está de acuerdo y en el transcurso de la entrevista se nota que pide ayuda.

Informe psicomotor realizado en nuestro centro

Efectivamente, Diego presenta un retraso psicomotor y una pobreza de expresión verbal.

En las pruebas motrices de Guilmain tiene un nivel de 5-6 años.

No reconoce bien ni la izquierda ni la derecha.

El conocimiento de su esquema corporal es deficiente.

Su estructura espacio-temporal corresponde a la de un niño de 5 años.

Su lateralidad es heterogénea.

Es ambidiestro de manos, aunque en las pruebas de escritura utiliza la derecha.

Es zurdo de pie en pruebas estáticas y diestro en pruebas dinámicas.

Es diestro de un ojo.

Su capacidad de atención corresponde también a la de un niño de 5-6 años.

Se muestra muy inseguro en la realización de las pruebas.

Conclusión del centro de lateralidad

El cuadro descrito muestra que la terapia individual por mediación corporal es la más adecuada para Diego. Decidimos iniciarla con una frecuencia de dos veces por semana.

El alto grado de inhibición, inseguridad y desconfianza de Diego hacen que, antes de tratar los puntos de repercusión escolar, me centre en crear un clima de relajamiento y confianza. Me tendré que adaptar primero a su realidad para lograr que después él se adapte a la realidad de las sesiones y del mundo exterior. Con este criterio inicio las sesiones basándome en juegos: buscando los que más le interesan y le permitan desbloquear mínimamente su espontaneidad.

A los juegos que acepta les incorporo elementos de tratamiento psicomotor: equilibrio, coordinación, ritmo, etc.

Evolución de Diego

Explicaremos la evolución de Diego dividiéndola en tres periodos, la suma de los cuales constituyen los 11 meses siguientes de terapia.

Primer periodo de la reeducación psicomotriz

 

Reducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego

 

Primer mes

En la primera sesión, se le presenta el material con el que trabajaremos, pero Diego se queda inmovilizado en la sala de reeducación. Además, no toma ninguna iniciativa y se muerde las uñas. Esto lo hará durante mucho tiempo.

Le cuesta mucho reproducir el toque de tambor que previamente yo realizo. Advierto que sonríe si golpeo fuerte el instrumento, pero es incapaz de hacer lo mismo. Cuando le planteo un juego sencillo como es lanzar un aro de goma, se bloquea.

Durante todo el primer mes, Diego mantendrá esta actitud replegada.

No puede mover su cuerpo y, si alguna vez lo hace, es con muy poca amplitud. Es incapaz de coger una pelota. Parece como si su cuerpo le fuera extraño. Frente a cualquier petición, se bloquea y se queda inmóvil.

Al cabo de diversas propuestas de juego, finalmente, escoge un rompecabezas. Se queda de pie frente a las estanterías, mirando el rompecabezas y sin poder hacer ningún gesto para cogerlo. Realiza una figura con gran lentitud y dificultad.

Segundo mes

Se aprecia algo más de expresividad en su rostro. Parece menos angustiado y más contento de acudir a las sesiones, aunque mantiene su actitud inhibida y no habla. Con el objetivo de lograr una situación en la que Diego se sienta más seguro y obtener así el nivel de comunicación necesario, renuncio a hacerle preguntas, evito la solicitación verbal y le propongo juegos más sencillos.

Uno de los juegos es el de “jugar a pillar”. Diego no sabe decidir quién ha de coger a quién. Cuando él tiene que cogerme a mí, apenas me toca. Las sesiones de este mes muestran las importantes dificultades que Diego tiene para moverse, así como su bloqueo total para expresarse.

Parece que le gusta lanzarme pelotas de forma que yo no pueda cogerlas. Esto le hace reír mucho, pero con una risa ahogada. Estas risas y los gritos van adquiriendo mucha importancia en el «vivido» de la reeducación. Descubre el «túnel de la risa» ( un objeto de forma cilíndrica y de unos dos metros de longitud por el que los niños pasan a gatas) y pasa mucho tiempo dentro de él emitiendo unos sonidos cortos y agudos.

Cita con los padres: la madre acude sola a la visita. Comenta que Diego viene de buen grado al centro, pero que en el colegio continua con las mismas dificultades

Tercer mes

La tónica es parecida a la anterior. Diego se encierra, a menudo, en una sola actividad durante toda la sesión. Una de sus actividades consiste en golpear una pelota con una pala de ping-pong. Lo hace con gran intensidad y cada vez con más risas y más ruidosas. Otra actividad que le gusta es saltar con los pies juntos de un aro a otro (están distribuidos en círculo por el suelo). Cada vez salta con más rapidez, pero sin cuidar la corrección de la coordinación motriz.

Comunicación telefónica de la maestra: no se observa un gran cambio.

Cuarto mes

En general, a Diego le agradan las actividades dinámicas y no le atraen tanto los ejercicios de mesa: rompecabezas, dibujo, adhesivos, etc. Las actividades dinámicas le permiten esas risas que he comentado; risas que son verdaderas descargas de tensión.

Trabajamos siempre sobre las bases de la espontaneidad y el juego, la noción de espacio, ritmo y tiempo. En este tipo de trabajo se distrae bastante, le cuesta mucho esfuerzo y le crea cierta ansiedad. En los juegos dinámicos trabajamos el equilibrio dinámico y la coordinación general.

Es incapaz de realizar los ejercicios de relajación en posición acostada: solo los puede hacer sentado y después de haber realizado ejercicios dinámicos.

Quinto mes

Diego sonríe más y se le nota más alegre. Sus movimientos son más amplios. Durante este mes seguimos con los ejercicios dinámicos, como pasar por debajo de un banco de madera (bocabajo y de espaldas) y, después, por encima, o saltar por encima de una cuerda que se mueve como una serpiente. Este segundo ejercicio le gusta y le provoca risas muy explosivas. Empezamos a trabajar la orientación espacial: con un aro en el suelo, tiene que saltar con los dos pies juntos, con el derecho o el izquierdo, hacia delante y hacia atrás, y hacia la izquierda o hacia la derecha.

Sexto mes

Diego dibuja en el suelo un conejo y una zanahoria. A partir de ahí, le propongo un juego: a modo de escondite, uno va a hacer de conejo y el otro de zanahoria. Por primera vez, se ríe con mucha fuerza durante el juego.

Diego comenta que tiene más amigos en clase y que unos días antes le aceptaron para jugar a la pelota.

Diego acepta dibujar un señor en el suelo. A la figura le faltan las manos y hay una desproporción entre la cabeza y el cuerpo.

Iniciamos la relajación en el colchón acompañándola con una música lenta. Lo acepta, pero dura muy poco.

Entrevista con la maestra: la maestra me comunica que Diego participa más en clase y que está menos inhibido y pasivo. Tras un fracaso o dificultad, se sigue bloqueando. Necesita mucho ser estimulado y sigue teniendo dudas sobre si tendrá que repetir curso. La escritura ha mejorado y el profesor de natación ha observado una mejor coordinación en sus movimientos.

La semana que viene publicaremos la segunda parte del artículo (segundo y tercer periodo).

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