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Reeducación psicomotriz. El caso de Diego Parte II_
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Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (parte II)

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 19 septiembre, 2016 El trastorno de lateralidad, Terapia psicomotriz 0

Reeducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego*

Publicamos la segunda parte del artículo en el que la directora de nuestro Centro de lateralidad y psicomotricidad, Joëlle Guitart, expone el caso de uno de sus pacientes, desde que sus padres acudieron a la consulta por primera vez hasta su recuperación. *Por motivos de confidencialidad, hemos cambiado el nombre del paciente, al que hemos llamado Diego.

Segundo periodo de la reeducación psicomotriz

Séptimo mes

Se ve a Diego menos inhibido. Presenta mayor movilidad corporal, se anima mucho en los juegos dinámicos y ahora se ríe constantemente. La expresión oral todavía le resulta muy difícil. En la primera sesión, hizo relajación sentado y, al final, acostado con los ojos abiertos. Cerrarlos le crea bastante inquietud.

Jugamos a lanzar unas pelotas de papel dentro de una cesta. Esto facilita pasar a ponérnoslas encima de la cabeza y hacer equilibrio sobre un pie. Ríe mucho cuando se cae la pelota. De este modo, le iniciamos en una toma de conciencia del cuerpo a través de la búsqueda del equilibrio.

Nos ponemos un aro de goma encima de la cabeza y andamos lentamente evitando que se caiga. Luego, subimos y bajamos del banco o de una silla, nos ponemos de rodillas, nos sentamos, nos balanceamos de derecha a izquierda y de delante hacia atrás, procurando siempre que no se caiga el aro. Siguiendo con el aro en la cabeza, ponemos una música. Uno se mueve según el ritmo de la música y el otro ha de imitarlo. En una última fase del juego, introducimos un elemento nuevo a nuestra comunicación: le propongo que nos balanceemos fijos en el mismo sitio, siguiendo la música y dándonos luego las manos y, después, cogiéndonos de los hombros. Diego acepta este contacto corporal y se deja llevar por el ritmo. Parece estar contento y le agrada mucho el ejercicio.

 

Octavo mes

Le pregunto, mientras jugamos, en qué trabaja su papá. Me contesta que es comerciante. Esto me sugiere que juguemos a que él sea el vendedor y yo la compradora. Esta sesión fue una sesión importante, ya que le permitió expresar sus afectos a través del lenguaje vendedor-comprador. Por primera vez, Diego habla un poco, expresa verbalmente frases muy cortas: «¿Qué desea, señora?», «No, no hay» o «si hay», «son 15 euros», etc.

Conversación con la maestra: la maestra es la misma del curso pasado, uno de los motivos por lo que Diego pasó de curso. Comenta que Diego está cambiando mucho de comportamiento: juega con los niños de su edad, se ríe con frecuencia, presta más atención en las clases y realiza las tareas con menos lentitud. Sin embargo, los resultados escolares aún son deficientes.

Entrevista con la madre:

Evidentemente, están muy satisfechos de que Diego haya pasado de curso. Señala que, ahora, el niño está menos pegado a ella, que no mira tanto la televisión, está más activo y se chupa menos el pulgar.

 

Noveno mes

A partir de este mes, se produce una evolución constante en Diego, sobre todo en su comportamiento. Los juegos siguen siendo un elemento importante en las sesiones. Tengo que seguir adaptándome mucho a cada momento sin poder llevar a cabo sesiones previamente preparadas.

Sus juegos preferidos son: arrojarnos con fuerza la pelota intentando que nos toque, el juego del colchón (él se pone encima y yo he de arrastrarlo) y, cogiéndonos de las manos, empujarnos con fuerza tratando de hacernos caer uno al otro.

 

Décimo mes

A veces, acepta los ejercicios que le propongo, aunque lo hace sin demasiado entusiasmo. De todos modos, no se bloquea como lo hacía antes. Aprovecho estos momentos para trabajar el esquema corporal, la organización perceptiva y la atención.

Utilizo el espejo para algunos ejercicios de esquema corporal. Diego se coloca frente al espejo y menciona las distintas partes del cuerpo que le señalo, incluyendo la noción derecha-izquierda. Una variante del ejercicio es que él mismo se toca las partes del cuerpo que le voy indicando. Después de los ejercicios con el espejo, se tiende sobre el colchón con los ojos abiertos (alguna vez lo hace con los ojos cerrados) y levanta la parte del cuerpo que le menciono. En la fase actual, Diego realiza mejor la relajación, la cual consiste en levantar y dejar caer una mano, luego la otra, y, del mismo modo, los antebrazos, brazos, piernas y pies. Se le nota más relajado, exceptuando los hombros y nuca, que siguen bastante tensos. Finalmente, trabajamos el esquema corporal por medio del dibujo, la pintura y la plastilina.

 

Undécimo mes

Aunque continuamos los juegos de pelota, arrastre de colchón, escondites, etc., Diego se adapta cada vez más a las sesiones que le propongo. Durante este mes, trabajamos los elementos anteriormente mencionados y también la noción de ritmo. A modo de ejemplo, voy a explicar cronológicamente la última sesión de este mes:

Diego anda por la sala siguiendo un cierto ritmo. Manteniéndolo, pasa de andar a saltar con los dos pies juntos, con un solo pie, con el otro y corriendo.

Hacemos la relajación con el colchón.

Diego da palmadas al ritmo del metrónomo. Cuando este se para, ha de continuar con las palmadas manteniendo el ritmo.

Con el metrónomo a un ritmo normal, cada uno debe dar una palmada alternativamente siguiendo los tiempos del metrónomo. Posteriormente, hemos de dar una palmada al primer tiempo, no hacerlo en el segundo y tercero, y volver a palmear en el cuarto, y así sucesivamente.

Después de este último ejercicio, que ha exigido una atención bastante sostenida, hacemos un ejercicio derivativo, como es saltar a la cuerda o bailar al ritmo de una música tipo jazz. Después, Diego tiene que expresar con pintura lo que ha sentido con esa música. A veces lo expresa con sonidos y gritos. Terminamos la sesión con una relajación acostado.

El desbloqueo verbal de Diego se va intensificando.

 

Balance psicomotor de Diego

A finales de este mes, realizamos otro balance. Se observa una gran mejoría en el área motriz, la cual ya se corresponde con el nivel de 7-7 años y medio. Diego, ahora, tiene 8 años. En las áreas de estructuración espacio-temporal y organización perceptiva hace progresos que le sitúan al nivel de 6 años y medio-7 años.

La integración del esquema corporal de Diego también está mucho mejor. La orientación derecha-izquierda sobre sí mismo está bien integrada y corresponde al nivel de 7 años. Cuando es sobre los demás, continua con bastantes dudas; lo cual es lógico, ya que es una noción que se adquiere a los ocho años.

Ahora, en sus dibujos, Diego representa la figura humana más proporcionada y sin que le falten las manos. Su lateralidad es actualmente homogénea: diestro de manos, ojos y pies. En su tensión neuromuscular se observa una ligera hipertonía.

La actuación sobre las áreas de estructuración espacio-temporal y organización perceptiva se refleja en sus mejoras escolares, sobre todo, en la lectura.

El nivel de seguridad y confianza que ha alcanzado han permitido ir introduciendo una mayor selección en los ejercicios y una mejor aplicación en la ejecución. Esta línea debe continuar progresando.

Entrevista con los padres de Diego:

Los padres encuentran a Diego muy cambiado, incluso “contestón”. A menudo, sus compañeros de clase lo invitan a sus casas. Los resultados escolares son mejores. Diego logra seguir el ritmo de la clase, aunque todavía con esfuerzo.

Entrevista con la maestra:

Encuentra a Diego mucho mejor. Su escritura ha mejorado, y lee más rápido. A veces, responde oralmente a las preguntas que ella hace en clase. Ya no está tan pegado a los adultos.

 

Tercer periodo de la reeducación psicomotriz

Duodécimo mes

Diego sigue bastante bien el ritmo de la sesión. En las actividades de juego, busca aquellos en los que se produce una proximidad física, o juegos en los que pueda emitir sonidos. Le gusta el tobogán (con el banco apoyado en la espaldera). A veces, le gusta que le empuje; otras, se deja deslizar solo. Le atrae el juego de la casa: construye una casa con colchones, se pone dentro y emite con mucha fuerza sonidos o frases ininteligibles. También le gusta el juego del eco de la montaña: se pone debajo de los colchones y, cuando yo emito un sonido, él lo repite.

 

Decimotercer mes

A partir de este mes, realizo un cambio importante en la dirección terapéutica: puedo conducir a Diego, progresivamente, hacia los ejercicios psicomotores manteniendo algunos momentos de juego.

La toma de conciencia corporal de Diego viene acompañada de un verdadero desbloqueo de su lenguaje verbal: habla de sí mismo, de sus actividades en casa, de las películas que ha visto en el cine, etc. Se observa, también, un desbloqueo de los procesos intelectuales: puede elaborar sus juegos y entrever, por ejemplo, el plano de su casa. Teme menos quedarse solo. En su casa, adquiere más autonomía y se atreve a replicar a sus padres.

 

Decimocuarto mes

A continuación, describo una sesión en la que Diego participó con mucho entusiasmo:

  1. Pongo el metrónomo a ritmos diferentes: normal, lento y rápido. Diego ha de seguir estas variaciones y pararse cuando deja de sonar para volver a andar cuando, nuevamente, se pone en marcha.
  2. Ahora, debe andar al ritmo normal del metrónomo, pero golpeando más fuerte con el pie cada tres tiempos. Le indico que cuando dé el golpe con un pie, la siguiente vez lo dará con el otro.
  3. Hay una cuerda de saltar tendida, con uno de los cabos fijado a la espaldera y el otro fijado en la mano del reeducador, quien hace girar la cuerda. Diego tiene que pasar por encima o por debajo sin tocar la cuerda.
  4. Coordinación brazos-piernas. Efectuando un primer salto, debe poner las manos en sus hombros; en un segundo salto, bajar los brazos, y en el tercero, ponerlos en la nuca.
  5. Ejercicio respiratorio. Con el objetivo de que Diego tome conciencia de su capacidad torácica, realiza algunas profundas inspiraciones y espiraciones estando de pie con las manos abiertas y adosadas a la parte inferior de cada lado del tórax.
  6. Relajación. Se acuesta en el colchón con los ojos cerrados y se queda inmóvil. Al controlarle, se observa que está bastante relajado, incluso de hombros y nuca.
  7. Ejercicio de control motor y de ritmo.
    1. Andar cuatro tiempos del metrónomo. Luego, pararse cuatro tiempos.
    2. El mismo ejercicio anterior añadiendo unos sencillos movimientos de brazos en los cuatro tiempos de posición de parada.
    3. Simultanear la marcha con los movimientos de brazos en los mismos cuatro tiempos, y pararse otros cuatro tiempos.
  8. Estructuración espacial.
    1. Con los ojos cerrados, dar la vuelta en torno a una silla situada a 3-4 metros tratando de no tocarla, y volver al punto de partida.
    2. Escogemos 4 objetos. Hacemos corresponder una cifra a cada uno de ellos: por ejemplo, a la pizarra, el número 1; al colchón, el número 2; a la espaldera, el número 3, y el 4 a la ventana. Se le pide a Diego que haga un recorrido de un objeto al otro siguiendo la serie 2324.
    3. Calcular, por medio de la observación, cuántos pasos hay de un punto a otro; por ejemplo, de la puerta a la ventana, de la ventana a la pizarra. Luego debe comprobarlo.
  9. Esta sesión terminó con un ejercicio de relajación.

Diego lleva a cabo esta sesión sin gran dificultad, exceptuando el ejercicio del recorrido 2324. Entre ejercicio y ejercicio, comentaba cosas que le habían sucedido en el comedor del colegio y la invitación que le había hecho un compañero de clase para ir a su fiesta de cumpleaños.

 

Decimoquinto mes

Se trabajó, sobre todo, la estructuración espacio-temporal, la atención y el lenguaje.

De los ejercicios de lenguaje, a Diego le gustaba especialmente uno en el que leía un párrafo y luego lo explicaba con un dibujo o escenificándolo conmigo. En este último caso, Diego hablaba sin dificultad, aunque las frases eran cortas y el vocabulario pobre.

En el mes de mayo, tengo un cambio de impresiones con los padres y la maestra: observan una gran evolución en su comportamiento y carácter. Diego sigue el ritmo de las clases y alcanza un nivel medio. Les comento a ellos y a Diego que, si los resultados del balance psicomotor que haré en julio no indican lo contrario, probablemente concluiremos la terapia.

 

Decimosexto mes

Resultados del balance psicomotor de Diego

En el momento de realizarlo, Diego tiene ocho años y seis meses. A nivel motor, está como corresponde a su edad. La estructuración espaciotemporal y la adquisición del esquema corporal con orientación D-I corresponde a un nivel de ocho años. La motricidad facial presenta también el nivel de ocho años. En organización perceptiva, los resultados de Bender ofrecen un nivel de ocho años y medio. La lateralidad de Diego es homogénea, y la tensión neuromuscular es de una ligera hipertonía. En la realización de las pruebas, Diego se mostró alegre y comunicativo.

Última entrevista con los padres de Diego:

Tanto los padres de Diego como él están contentos de finalizar la terapia. La madre expresa sentimientos de inseguridad («Ahora, sin la terapia, ¿no va a retroceder?»). Les explico que no hay motivo para que tengan estos temores, que Diego ya no presenta las dificultades que presentaba al inicio de la terapia y que pueden realizarme cualquier consulta que les surja en adelante.

 

Conclusión del caso de Diego

Al comienzo de la reeducación, Diego se presentó como un niño muy inhibido. Un estado de tensión psíquica y física le bloqueaba el lenguaje, el pensamiento y el cuerpo. Estaba hundido en su angustia. Como descarga de esta tensión emocional, Diego utilizaba las risas, los gritos y los sonidos fuertes. Se descargaba también por una necesidad de oposición (sobre todo, familiar). Hay que entender esta necesidad de oposición como su debate por obtener la diferenciación del Yo frente al mundo externo.

Después, Diego entró en una segunda etapa en la que se produjo el desbloqueo verbal y la aceptación a seguir el ritmo de clase que se le proponía.

Diego necesitó revivir los estadios más precoces del desarrollo psicomotor, ejercer sus posibilidades motoras, tomar conciencia de su unidad corporal, vivir muchas situaciones de juego que le permitían establecer una relación de seguridad con el terapeuta e integrar progresivamente las experiencias vividas en un clima gratificante y en el que se sentía valorado.

La terapia le ha proporcionado los medios para satisfacer su necesidad natural de movimiento y de acción, desarrollar su espontaneidad, ejercer su creatividad no solo a través del cuerpo, sino también mediante el lenguaje verbal, léxico y gráfico. En cuanto Diego se encontró más autónomo, pudo seguir correctamente su aprendizaje escolar.

Tres meses después de finalizar la terapia psicomotriz, tuve una entrevista con la psicóloga. Sus conclusiones fueron las siguientes:

En el plano relacional y de comportamiento, Diego tiene la conducta de un niño de su edad, bien integrado en el colegio y en su casa.

En el plano psicomotor, no presenta problemas.

En el lenguaje, se observa una neta mejoría.

Todo el trabajo de la terapia de reeducación psicomotriz ha permitido que Diego se readapte escolarmente y reencuentre la espontaneidad y la alegría de vivir que habían sido reprimidas.

Tags: Esquema corporal, estructuración espacial y temporal, Lateralidad, motricidad facial, organización perceptiva, Psicomotricidad, Reeducación psicomotriz
Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (Parte I)
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Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (parte I)

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 8 septiembre, 2016 El trastorno de lateralidad, Terapia psicomotriz 0

Reeducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego*

Hoy publicamos la primera parte de un artículo en el que la directora de nuestro Centro de lateralidad y psicomotricidad, Joëlle Guitart, expone el caso de uno de sus pacientes, desde que sus padres acudieron a su consulta por primera vez hasta su recuperación. *Por motivos de confidencialidad, hemos cambiado el nombre del paciente, al que hemos llamado Diego.

Cuando los padres de Diego acuden a la consulta por primera vez, él tiene siete años. Ambos son comerciantes. El padre tiene 43 años; la madre, 39, y tienen otra hija, Alejandra, de dos años y medio. Llegan a la consulta por consejo del colegio de Diego, y explican que el niño tiene dificultades escolares y de expresión verbal.

Entrevista con los padres de Diego

Durante la entrevista preliminar, los padres de Diego explican que el embarazo y el parto se desarrollaron sin complicaciones, y que su desarrollo psicomotor también fue normal: aguantaba la cabeza erguida a los tres meses, comenzó a mantenerse sentado a los seis y a caminar cuando cumplió un año. El control esfinteriano se produjo, sin embargo, con retraso: «Hasta el año pasado, Diego mojaba la cama casi cada noche.»

A Diego no le gustan los deportes, es muy patoso jugando a la pelota y tiene miedo a montar en bicicleta. También le asusta la piscina, aunque sabe nadar. Es un niño muy afectuoso, pero muy reservado, incluso con sus padres. Le cuesta separarse de ellos, como se demostró cuando fue a un campamento de verano el año anterior: la experiencia fue muy negativa. Empezó a ir a la guardería a los tres años, aunque con una enorme dificultad: lloros, vómitos…Todavía se chupa el pulgar.

La relación con su hermana parece buena: juega mucho con ella. Está muy apegado a su madre y siente temor ante su padre. En preescolar, Diego empezó a mostrar dificultades para los ejercicios manuales. Parece que va a tener que repetir curso. El padre tiene mucho interés en que no sea así.

Los padres vienen con un informe del psicólogo de la escuela y una nota de la maestra.

Informe psicológico de la escuela de Diego

En el informe psicológico, se observan los siguientes resultados:

Su CI es de 103 (W.T.S.C.). En la realización de las pruebas se observó un bloqueo en la expresión verbal y en los dibujos.

Presenta un retraso en el vocabulario de más de un año, así como dificultades psicomotrices que aparecen en el Bender.

En las pruebas de personalidad manifestó un gran afecto por su madre y un rápido cansancio en las relaciones con los demás.

Se aconseja una reeducación psicomotriz con el fin de trabajar las dificultades en este campo y obtener una mejor adaptación escolar.

Nota de la maestra de Diego

«Diego no sigue el ritmo de la clase. Es muy distraído y muy pasivo. Presenta importantes dificultades en lectura y escritura. Busca el contacto con los adultos o con niños de clases inferiores. En clase está triste y replegado en sí mismo.

Entrevista con Diego

Diego entra con la cabeza hundida entre los hombros. Es un niño más bien delgado y pálido. Sonríe poco. Sabe por qué viene a verme: «Porque no leo muy bien y no tengo la letra bonita, y si sigo así no pasaré de curso.»

Le explico que al día siguiente haremos unas pruebas psicomotoras. Está de acuerdo y en el transcurso de la entrevista se nota que pide ayuda.

Informe psicomotor realizado en nuestro centro

Efectivamente, Diego presenta un retraso psicomotor y una pobreza de expresión verbal.

En las pruebas motrices de Guilmain tiene un nivel de 5-6 años.

No reconoce bien ni la izquierda ni la derecha.

El conocimiento de su esquema corporal es deficiente.

Su estructura espacio-temporal corresponde a la de un niño de 5 años.

Su lateralidad es heterogénea.

Es ambidiestro de manos, aunque en las pruebas de escritura utiliza la derecha.

Es zurdo de pie en pruebas estáticas y diestro en pruebas dinámicas.

Es diestro de un ojo.

Su capacidad de atención corresponde también a la de un niño de 5-6 años.

Se muestra muy inseguro en la realización de las pruebas.

Conclusión del centro de lateralidad

El cuadro descrito muestra que la terapia individual por mediación corporal es la más adecuada para Diego. Decidimos iniciarla con una frecuencia de dos veces por semana.

El alto grado de inhibición, inseguridad y desconfianza de Diego hacen que, antes de tratar los puntos de repercusión escolar, me centre en crear un clima de relajamiento y confianza. Me tendré que adaptar primero a su realidad para lograr que después él se adapte a la realidad de las sesiones y del mundo exterior. Con este criterio inicio las sesiones basándome en juegos: buscando los que más le interesan y le permitan desbloquear mínimamente su espontaneidad.

A los juegos que acepta les incorporo elementos de tratamiento psicomotor: equilibrio, coordinación, ritmo, etc.

Evolución de Diego

Explicaremos la evolución de Diego dividiéndola en tres periodos, la suma de los cuales constituyen los 11 meses siguientes de terapia.

Primer periodo de la reeducación psicomotriz

 

Reducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego

 

Primer mes

En la primera sesión, se le presenta el material con el que trabajaremos, pero Diego se queda inmovilizado en la sala de reeducación. Además, no toma ninguna iniciativa y se muerde las uñas. Esto lo hará durante mucho tiempo.

Le cuesta mucho reproducir el toque de tambor que previamente yo realizo. Advierto que sonríe si golpeo fuerte el instrumento, pero es incapaz de hacer lo mismo. Cuando le planteo un juego sencillo como es lanzar un aro de goma, se bloquea.

Durante todo el primer mes, Diego mantendrá esta actitud replegada.

No puede mover su cuerpo y, si alguna vez lo hace, es con muy poca amplitud. Es incapaz de coger una pelota. Parece como si su cuerpo le fuera extraño. Frente a cualquier petición, se bloquea y se queda inmóvil.

Al cabo de diversas propuestas de juego, finalmente, escoge un rompecabezas. Se queda de pie frente a las estanterías, mirando el rompecabezas y sin poder hacer ningún gesto para cogerlo. Realiza una figura con gran lentitud y dificultad.

Segundo mes

Se aprecia algo más de expresividad en su rostro. Parece menos angustiado y más contento de acudir a las sesiones, aunque mantiene su actitud inhibida y no habla. Con el objetivo de lograr una situación en la que Diego se sienta más seguro y obtener así el nivel de comunicación necesario, renuncio a hacerle preguntas, evito la solicitación verbal y le propongo juegos más sencillos.

Uno de los juegos es el de “jugar a pillar”. Diego no sabe decidir quién ha de coger a quién. Cuando él tiene que cogerme a mí, apenas me toca. Las sesiones de este mes muestran las importantes dificultades que Diego tiene para moverse, así como su bloqueo total para expresarse.

Parece que le gusta lanzarme pelotas de forma que yo no pueda cogerlas. Esto le hace reír mucho, pero con una risa ahogada. Estas risas y los gritos van adquiriendo mucha importancia en el «vivido» de la reeducación. Descubre el «túnel de la risa» ( un objeto de forma cilíndrica y de unos dos metros de longitud por el que los niños pasan a gatas) y pasa mucho tiempo dentro de él emitiendo unos sonidos cortos y agudos.

Cita con los padres: la madre acude sola a la visita. Comenta que Diego viene de buen grado al centro, pero que en el colegio continua con las mismas dificultades

Tercer mes

La tónica es parecida a la anterior. Diego se encierra, a menudo, en una sola actividad durante toda la sesión. Una de sus actividades consiste en golpear una pelota con una pala de ping-pong. Lo hace con gran intensidad y cada vez con más risas y más ruidosas. Otra actividad que le gusta es saltar con los pies juntos de un aro a otro (están distribuidos en círculo por el suelo). Cada vez salta con más rapidez, pero sin cuidar la corrección de la coordinación motriz.

Comunicación telefónica de la maestra: no se observa un gran cambio.

Cuarto mes

En general, a Diego le agradan las actividades dinámicas y no le atraen tanto los ejercicios de mesa: rompecabezas, dibujo, adhesivos, etc. Las actividades dinámicas le permiten esas risas que he comentado; risas que son verdaderas descargas de tensión.

Trabajamos siempre sobre las bases de la espontaneidad y el juego, la noción de espacio, ritmo y tiempo. En este tipo de trabajo se distrae bastante, le cuesta mucho esfuerzo y le crea cierta ansiedad. En los juegos dinámicos trabajamos el equilibrio dinámico y la coordinación general.

Es incapaz de realizar los ejercicios de relajación en posición acostada: solo los puede hacer sentado y después de haber realizado ejercicios dinámicos.

Quinto mes

Diego sonríe más y se le nota más alegre. Sus movimientos son más amplios. Durante este mes seguimos con los ejercicios dinámicos, como pasar por debajo de un banco de madera (bocabajo y de espaldas) y, después, por encima, o saltar por encima de una cuerda que se mueve como una serpiente. Este segundo ejercicio le gusta y le provoca risas muy explosivas. Empezamos a trabajar la orientación espacial: con un aro en el suelo, tiene que saltar con los dos pies juntos, con el derecho o el izquierdo, hacia delante y hacia atrás, y hacia la izquierda o hacia la derecha.

Sexto mes

Diego dibuja en el suelo un conejo y una zanahoria. A partir de ahí, le propongo un juego: a modo de escondite, uno va a hacer de conejo y el otro de zanahoria. Por primera vez, se ríe con mucha fuerza durante el juego.

Diego comenta que tiene más amigos en clase y que unos días antes le aceptaron para jugar a la pelota.

Diego acepta dibujar un señor en el suelo. A la figura le faltan las manos y hay una desproporción entre la cabeza y el cuerpo.

Iniciamos la relajación en el colchón acompañándola con una música lenta. Lo acepta, pero dura muy poco.

Entrevista con la maestra: la maestra me comunica que Diego participa más en clase y que está menos inhibido y pasivo. Tras un fracaso o dificultad, se sigue bloqueando. Necesita mucho ser estimulado y sigue teniendo dudas sobre si tendrá que repetir curso. La escritura ha mejorado y el profesor de natación ha observado una mejor coordinación en sus movimientos.

La semana que viene publicaremos la segunda parte del artículo (segundo y tercer periodo).
Tags: Ambidiestros, coordinación, Diagnóstico lateralidad, Esquema corporal, estructuración espacial y temporal, Lateralidad, Síntomas lateralidad, Terapia de lateralidad, Test de lateralidad, Zurdos
Los síntomas psicomotores que trata la terapia psicomotriz
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Los síntomas psicomotores que trata la terapia psicomotriz

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 11 agosto, 2016 El trastorno de lateralidad 0

Una persona con anomalías psicomotoras es alguien que no puede fijar su atención, un hecho que le impide desarrollar todo su potencial intelectual. La causa de esta incapacidad suele ser un desequilibrio afectivo.

La terapia psicomotriz, o reeducación psicomotriz, es una terapéutica con la que se consigue la armonía de las funciones mentales trabajando la coordinación de las corporales. Mediante esta reeducación se corrige la incapacidad de la contención motriz, mental, afectiva e intelectual.

Hay diversos síntomas de anomalía psicomotora para cuyo tratamiento la terapia psicomotriz se muestra extraordinariamente eficaz. Veamos los principales:

 

Deficiencias en el conocimiento del esquema corporal

El esquema corporal debe estudiarse desde dos aspectos: el conocimiento del cuerpo y la utilización del cuerpo. En el primero, se trata de estudiar si el niño conoce y distingue las diferentes partes de la cara y, en general, del resto del cuerpo. Este conocimiento se refiere tanto a su propio cuerpo como al del “otro” (un sujeto al que observe). En cuanto al segundo aspecto, el de la utilización del cuerpo, el terapeuta debe poder apreciar si el niño (o el adolescente o adulto) conoce la utilidad de cada una de las partes, ya que, de no ser así, este desconocimiento implica un conocimiento deficiente del esquema corporal.

 

Confusión en la orientación derecha-izquierda

La persona debe tener una buena orientación basada en su conocimiento de la derecha y la izquierda, tanto sobre sí mismo como sobre el “otro” (en este caso el educador, y también sobre los objetos). La orientación derecha-izquierda es una parte del problema general de orientación.

 

Desequilibrio estático

El control postural o equilibrio estático es la facultad que tiene el sujeto de mantener durante un cierto tiempo (uno 15 segundos, aproximadamente) el conjunto de sinergias necesarias para el control de la inmovilidad.

 

Problemas en la estructuración temporal

Es la capacidad para percibir distintos ritmos y reproducirlos.

 

Problemas para la estructuración espacial

La estructuración espacial es la capacidad para descomponer el espacio en elementos y lograr su abstracción. Esta capacidad se observa, por ejemplo, en el ejercicio que consiste en preguntarle al sujeto en cuántos pasos recorrería una sala determinada. Para llevarlo a cabo, el sujeto debe realizar mentalmente dos operaciones: descomponer el espacio específico de la sala y calcular en cuántos pasos podría cruzarla.

 
Los síntomas psicomotores que trata la terapia psicomotriz
 
Dificultades para la organización perceptiva

La capacidad perceptiva consiste en reconocer formas exactas de los objetos y su posición.

 

Habilidad manual y fineza digital insuficientes

Nos referimos a los “gestos finos y precisos”, a la motricidad manual y digital, y a la independencia de los dedos: tocar la mesa con los dedos individualmente, uno después del otro; pasar varias veces el extremo del pulgar por los otros dedos, etc.

 

Deficiencias en la coordinación general

Sobre este aspecto, se analizan dos cuestiones: la diadococinesia, que es la cualidad de regulación tónico-motriz en los movimientos rápidos de contracción y decontracción de grupos musculares anatagonistas, y los movimientos combinados de los miembros; es decir, la capacidad de realizar movimientos coordinados armoniosos y precisos con los miembros superiores e inferiores.

 

Dificultades en la motricidad facial

Una buena motricidad facial permite contraer los distintos músculos de la cara de manera independiente (levantar las cejas, apretar los párpados, hinchar una mejilla, etc.).

 

Dificultades para la concentración

La concentración es el grado de atención cuantitativa y cualitativa que somos capaces de poner en una tarea. Un déficit en esta capacidad es también un indicador de anomalía psicomotora que se trabaja en la terapia psicomotriz.

Tags: concentración, coordinación, Esquema corporal, estructuración espacial y temporal, motricidad facial, organización perceptiva, Psicomotricidad
Los síntomas del trastorno de lateralidad
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Síntomas del trastorno de lateralidad

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 21 julio, 2016 El trastorno de lateralidad, Motivación 2

En los dos artículos anteriores (Lo que necesitas saber para entender qué es el trastorno de lateralidad y Qué es el trastorno de lateralidad) vimos que la lateralidad es un proceso que organiza nuestro sistema nervioso de manera binaria (predominio del hemisferio derecho o predominio del hemisferio izquierdo). Y que este proceso finaliza alrededor de los 5 años de edad, quedando establecida una predominancia u otra (salvo cuando se produce el trastorno de lateralidad).

El hecho de tener una lateralidad bien definida (homogénea) es esencial para que el niño se desarrolle con una buena construcción de su esquema corporal e integre adecuadamente sus percepciones del mundo externo; es decir, para que pueda orientar su propio cuerpo en el espacio, su “yo” en el tiempo y los objetos externos respecto a su cuerpo.

Este proceso de lateralización es gradual: el recién nacido no tiene establecida la relación entre un lado del cuerpo y el otro y, hasta los cuatro años, suele utilizar indistintamente ambas manos. Sin embargo, a los 5-6 años la lateralidad debería estar bien definida: el niño debería ser capaz de localizar correctamente su derecha e izquierda, e identificar las diferentes partes de su cuerpo; a los 7-8 años, localizar derecha-izquierda también en el espacio; y a los 9, en los otros.

La lateralidad, como también vimos en los artículos anteriores, puede definirse con predominio derecho (diestros), predominio izquierdo (zurdos) o con el mismo predominio para la derecha  que para la izquierda (ambidiestros). En estos tres casos, la lateralidad se ha definido correctamente, de manera homogénea. Hablamos de trastorno de lateralidad o lateralidad heterogénea cuando las personas que son zurdas o diestras utilizan por presión social la mano o el pie contrario (lateralidad contrariada) o cuando la persona utiliza unas veces su lado derecho y otras su lado izquierdo (lateralidad indefinida o cruzada).

Hay una serie de síntomas que nos indican que la lateralización no se ha producido correctamente en la persona, ya que la patología provoca una disminución del rendimiento cognitivo al bloquearse parcialmente los influjos nerviosos en ciertas áreas cerebrales. Veamos cuáles son los más habituales.

Los síntomas más habituales del trastorno de lateralidad:

Dificultades en el lenguaje oral: fluidez, mecánica lectora, retención y comprensión lectora.

Dificultades en el lenguaje escrito: disgrafía, disortografía y sintaxis.

Deficiencias motoras y funcionales.

Dificultades para las matemáticas: aprendizaje mecánico y razonamiento.

Dificultades para la concentración.

Dificultades para la comprensión.

Problemas de comunicación y relación.

Hipotonía, apatía, lentitud.

Hipertonía e hipercinesia.

Inestabilidad

Inseguridad

Agresividad

Ansiedad y angustia

Desmotivación, predepresión y depresión.

 

El trastorno de lateralidad tiene cura

Como es de suponer, todos estos problemas de aprendidaje y emocionales, causan un gran sufrimiento a las personas con trastorno de lateralidad, y también a sus familiares. A menudo, los síntomas hacen pensar que el niño es perezoso o que, simplemente, no quiere estudiar; la integración en el colegio resulta complicada, produciendo fracaso escolar; muchos padres tratan de ayudar a sus hijos apuntándolos a clases de refuerzo que sobrecargan a los niños, o llevándoles al psicólogo. Del mismo modo, los adultos no tratados también sufren las consecuencias laborales y de inadaptación social propias del trastorno, lo cual les lleva a cuadros de predepresión o depresión. Sin embargo, todo este sufrimiento es evitable, ya que el trastorno de lateralidad se cura (generalmente, por completo y, al menos, en un 80 %,) mediante un buen diagnóstico pormenorizado y el tratamiento personalizado adecuado, y sin recaídas posteriores.

Leer el próximo artículo Diagnóstico y tratamiento del trastorno de lateralidad.

Tags: Síntomas lateralidad

Lateralidad

20 agosto, 2015

La psicóloga sanitaria de la Universidad Europea del Atlántico Isabel María Medina Amate publicó hace un año un estudio en MLS Psychology Research con el título Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada. Caso único.

El objetivo de este estudio es contribuir a la actualización en la investigación de los trastornos de la lateralidad y conocer en profundidad cuáles son los factores y componentes que afectan al correcto desarrollo de la lateralidad. Para ello, recoge todos aquellos datos relevantes que puedan ser esclarecedores en la controversia que existe en torno a la lateralidad, y así poder asegurar junto a toda la comunidad científica la existencia de una literatura veraz y rigurosa que pueda ser aplicada e impartida en centros educativos, centros de psicología y centros de formación.

El estudio nos ha parecido sumamente interesante y muy bien documentado. Dado que está publicado bajo licencia Creative Commons, compartimos la introducción; la cual ya incluye información relevante que os puede interesar. Y os invitamos a leer el estudio completo en este enlace.

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Introducción al estudio ‘Evaluación e intervención ante un caso de lateralidad cruzada’

El cerebro, como cualquiera de nuestros órganos, se forma a lo largo del desarrollo vital (Blakemore y Frith, 2007). Durante este período, sufre cambios constantes tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. A nivel cuantitativo, el cerebro va modulando su forma, así como su volumen para dar cabida a las conexiones neuronales que van forjándose a lo largo del desarrollo (Ferré, Catalán, Casaprima y Mombiela, 2004). Dichas conexiones neuronales implican que este sufra oleadas de reorganización cerebral (cambios cualitativos) en las que se modifica la función y la organización de todas las estructuras cerebrales, desde las más primitivas a las más complejas (Blakemore y Frith, 2007).

Todas estas estructuras tan complejas necesitan una buena organización que permita al cerebro poder actuar de forma adaptada al entorno. Por ello, el cerebro (así como todo nuestro cuerpo) se organiza de una forma binaria, en el que todas las estructuras tienen su función en base a su localización (Ferré, Catalán, Casaprima, Mombiela, 2016): hemisferio izquierdo y hemisferio derecho.

Así pues, cada uno de los hemisferios está especializado en unas funciones concretas. De forma general, el hemisferio izquierdo es el encargado del lenguaje (Gazzaniga, 2000) y del procesamiento de la información (Ferré et al, 2004), así como el hemisferio encargado de la escritura, lectura o razonamiento numérico (Cumandá, 2012) y cuyo procesamiento es de tipo secuencial, es decir, el que analiza los detalles paso a paso (Rivera, 2010). El hemisferio derecho se encargaría entonces de la parte más espacial, con funciones destinadas a procesar información córporo-espacial (Ferré et al, 2004), así como al hecho de poder orientarse en el espacio y elaborar mapas conceptuales (Cumandá, 2012), siendo su procesamiento más holístico y global (Rivera, 2010). Esta afirmación llevaría a pensar en el hecho de que cada uno de los hemisferios tiene una funcionalidad específica y que, por tanto, en función de la tarea, un hemisferio predominará sobre el otro, marcando así un hemisferio dominante y otro subdominante (Ostrosky, 1986).

Así pues, se ha considerado desde las primeras teorías que el hemisferio izquierdo es el hemisferio dominante, debido a la función lingüística de la que se encarga, además de por ser el hemisferio encargado de la dextralidad de más del 90% de la población mundial (Romero, 2010).

Sin embargo, aunque bien es cierto que cada uno de los hemisferios está preferentemente destinado a funciones concretas, cabe señalar que ninguna de estas actúa “en solitario”, ya que requiere que ambos hemisferios participen en todas las actividades o tareas llevadas a cabo para el correcto desarrollo de las mismas (Ferré et al, 2004). Por tanto, el concepto de hemisferio dominante/no dominante es reemplazado por otras terminologías más concretas, en las que se denomina el término de referencia cerebral en alusión a la mayor participación de uno u otro en determinadas tareas o funciones (Repila, 2014) o en función de la novedad de la tarea (Tirapu, 2018), pero siempre teniendo en cuenta que ambos participan como una globalidad no sometida a disociaciones (Ferré e Irabua, 2002).

Esta conexión interhemisférica es producida por el cuerpo calloso. En palabras de Quintero, Manaut, Rodríguez, Pérez y Gómez (2003), “el cuerpo calloso es la comisura interhemisférica de mayor tamaño y el encargado de conectar de forma transversal ambos hemisferios”, el cual está formado por más de 200 millones de fibras nerviosas (Romero 2010, Quintero et al, 2003). En otras palabras, el cuerpo calloso se encarga de establecer relaciones entre las funciones más elevadas del Sistema Nervioso, y así poder conseguir que el lado derecho del cerebro sepa lo que hace el izquierdo (Ferré et al, 2016).

No obstante, en el momento en el que la organización jerárquica de funciones falla y los hemisferios cerebrales no se comunican a través del cuerpo calloso de una forma exitosa, los circuitos destinados a elaborar una respuesta no son capaces de llevar a cabo las tareas que les corresponden, entrando en escena la corteza. La corteza, encargada per se de funciones superiores, lleva a cabo la “resolución” de tareas de niveles inferiores, provocando un bloqueo y saturación a la hora de realizar sus tareas propias, tales como la planificación, dirección o conciencia (Ferré et al, 2004). Este proceso causa que aparezcan sujetos con problemas de aprendizaje vinculados a la lateralidad, presentando dificultades para desarrollar un aprendizaje correcto y adaptado a las necesidades del ambiente (Casado, Llamas y López, 2015).

La lateralidad ha sido un aspecto muy estudiado por diferentes autores, existiendo controversia en torno a su etiología (Bilbao y Oña, 2000). Según varios autores (Galin y Ornstein, 1972; Hicks y Kinsbourne, 1978 y Milner, 1964), la lateralidad es considerada como un aspecto vinculado a la genética, siendo esta un factor intrínseco en la naturaleza del ser humano, y difícil de cambiar. Sin embargo, autores como Dawson (1972) u Oña (1999), establecen que la predominancia lateral es el resultado del aprendizaje y que puede ser modulada.

A día de hoy y teniendo en cuenta los últimos estudios, se puede concluir que la distribución funcional entre los dos hemisferios viene predeterminada por la información genética, pero que es el ambiente y el aprendizaje el que provoca su modulación y desarrollo posterior. En palabras de Ferré et al (2004): “la genética proporciona el diseño básico, pero la interacción con el entorno es imprescindible para que se activen las sinapsis y se construyan los circuitos y las conexiones”.

Por tanto, al igual que se produce una distribución funcional interhemisférica y hay un hemisferio preferente para ciertas funciones, a nivel sensoriomotriz existen diferencias entre los dos lados del cuerpo, mostrando preferencia por un lado del cuerpo sobre otro, dando lugar al fenómeno de la lateralidad (Bernabéu, 2014).

La lateralidad se define como “el predominio funcional de un lado del cuerpo sobre otro, y se manifiesta en la utilización preferente de mano, pie, ojo y oído” (Portellano, 2008). Es aquello que nos permite orientarnos a nivel témporo-espacial, que nos ayuda a diferenciar lo que es izquierda y derecha (Rivera, 2010), mostrando una habilidad diestra o zurda a nivel de ojo, pie, mano y oído (Squadrone y cols, 1995). Así pues, la lateralidad es el fruto de la distribución ordenada de funciones entre los dos hemisferios, pero sin llegar a suponer una dominancia absoluta de un hemisferio sobre otro, sino como una dominancia relativa en función de la tarea o actividad (Repila, 2014; Tirapu, 2018).

Por tanto, la lateralidad se entiende como un proceso complejo que recorre los aspectos neuro-sensorio-motriz a lo largo de todo el ciclo (Cumandá, 2012), y como tal, pasa por varias fases. La primera fase del desarrollo de la lateralidad es la etapa prelateral, comprendida entre los cero y cuatro años del niño/a. En esta fase lo que se pretende conseguir es que el sujeto posea un dominio propio de los órganos sensoriales y del propio cuerpo, garantizar una buena coordinación automática contralateral y una función sensorial tridimensional, así como una correcta activación del cuerpo calloso (Ferré et al, 2016).

Esta fase a su vez está dividida en tres grandes bloques, en los que destacan los aspectos relacionados con el desarrollo de la organización sensorial, así como las respuestas características del niño/a tras su consecución (tabla 1, Ferré et al, 2016).

Estudio: caso sobre lateralidad cruzada infantil

Tabla 1.
Secuencia evolutiva de la lateralidad

Organización Postural Organización Sensorial Respuestas Características que el bebé debe organizar (identificables)

Fase Homolateral Monolateral alternante Percepción monocular, monoaural, monotactil alternante. Reflejo tónico-cervical asimétrico y simétrico Dominio boca arriba. Extensión Corporal Volteo en el suelo. Dominio del Boca abajo. Reptado circular.

Bi-Lateral Percepción duosensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal inexperto y homolateral.

Fase contralateral Contralateral Percepción bisensorial ocular, auditiva, táctil. Reptado lineal experto Sedestación Gateo Dominio de la bidepestación Deambulación Deambulación contralateral

Lateralidad Lateralidad Dominancias auditiva, táctil, visual Monopedestación Lateralización

Nota: Adaptado de Ferré et al, 2016.

Durante estas fases, y dado que la lateralidad es un proceso complejo que se desarrolla a lo largo de todo el proceso evolutivo y en el que interaccionan factores como el genético, ambiente y estimulación, pueden aparecer dificultades a la hora de definir la lateralización o retrasos en la misma.

La lateralidad, por tanto, puede ser de diferentes tipos (Brusasca, Labiano y Portellano, 2011; Ferré et at, 2016; Repila, 2014):

  • Lateralidad definida: la lateralidad definida es aquella por la cual el sujeto utiliza predominantemente un lado de su cuerpo tanto en manos, pies, oídos y ojos. Así, aquel que use predominantemente su parte derecha será diestro y aquel que use su parte izquierda será zurdo.
  • Lateralidad contrariada: la lateralidad contrariada es aquella que se ha producido al cambiar la preferencia principalmente manual debido a influencias sociales y educativas. Puede provocar alteraciones neuropsicológicas como disfunción, obstrucción o inhibición del funcionamiento cerebral.
  • Ambidextrismo. El ambidextrismo se produce cuando se utilizan ambos lados del cuerpo sin preferencia. Este fenómeno es poco común en la incidencia poblacional. Indica una deficiente organización neurológica y organización funcional interhemisférica.
  • Lateralidad cruzada: la lateralidad cruzada hace referencia a un predominio lateral no homogéneo, es decir, al hecho de predominar el lado derecho en un miembro y el lado izquierdo en otro miembro. Esto suele darse cuando hay un motivo de cruce de ojo y oído, siendo el más frecuente la que se expresa con predominio diestro de la mano y pie junto con predominio ocular izquierdo.

Si bien es cierto que la mayoría de la población desarrolla su lateralidad de forma exitosa, hay un importante porcentaje de niños que no llegan a desarrollarla de manera adecuada. Aproximadamente el 30% de la población sufre lateralidad cruzada, especialmente las mujeres debido a su simetría cerebral (Brusasca et al, 2011). En palabras de Bernabéu (2014), “el desarrollo de la lateralidad tiene repercusiones sobre distintas facetas del desarrollo evolutivo del niño, como el desarrollo motriz, coordinación motora, capacidad de orientación y percepción espacio temporal, así como el conocimiento del esquema corporal”. Concretamente, el hecho de tener lateralidad cruzada conlleva directamente a presentar problemas a la hora de rotar figuras, confundir la representación espacial de letras o números o al hecho de presentar dificultades relacionadas con el propio esquema corporal, así como con la motricidad y la relación témporo-espacial.

En definitiva, procesos relacionados con el aprendizaje como el lenguaje, la lectoescritura o las matemáticas estarían directamente afectados ante la falta de predominancia lateral, ya que es necesario tener un segmento dominante que tenga mayor fuerza, precisión, calidad propioceptiva, equilibrio y coordinación para llevar a cabo este tipo de aprendizajes (Mayolas, 2010). Según Bernabéu (2014), los niños con una dominancia lateralidad definida presentan ventajas a la hora de aprender a leer, a escribir y a hacer cálculos matemáticos con respecto a aquellos que presentan dificultades en predefinir su lateralidad. Por ejemplo, autores como Mesonero (1994) mencionan que las dificultades que pueden aparecer durante el proceso de aprendizaje de la lectura puede ser provocado en gran medida por la dificultad de discriminación entre derecha e izquierda, al retraso de la maduración nerviosa y a las alteraciones de la lateralidad cruzada. Al igual que la lectura, también existen problemas de disgrafía y disortografía, así como problemas de cálculo. Además, este autor relaciona los problemas de lectoescritura debido a alteraciones en la psicomotricidad, esquema corporal y en la estructuración espacial.

Aunque hay que tener en cuenta que el proceso de lateralidad es evolutivo y cuyo predominio no empieza a establecerse en torno a los 4-6 años con el aprendizaje de códigos (Ferré et al, 2016), es cierto que estos problemas deben detectarse de la manera más eficaz y rápida posible, con el fin de suplir todos aquellos déficits en el menor tiempo posible. Para ello, se debe tener en cuenta manifestaciones como las siguientes (Bernabéu, 2014; Ferré et al, 2016):

  • Dificultades en la automatización de lectura, escritura y cálculo.
  • Problemas de organización en espacio y tiempo.
  • Inestabilidad personal y emocional.
  • Desorden de los puntos de referencia corporal.
  • Dificultad para situarse a la derecha e izquierda de la línea media corporal.
  • Marcada lentitud de reflejos.
  • Inversiones gráficas y/o lectoras.
  • Velocidad lectora lenta y ausencia de comprensión lectora.
  • Pérdidas de atención.
  • Problemas en las relaciones con los iguales.

Por tanto, es fundamental la exploración completa y global de los diferentes aspectos relacionados con la lateralidad del sujeto, haciendo hincapié en explorar el desarrollo contralateral de base, la simetría de la arquitectura corporal y funcional, la automatización de los niveles de organización previamente alcanzados y el tipo de lateralidad en mano-ojo-pie-oído. El objetivo de esta exploración más exhaustiva no es otro que poder detectar el predominio lateral del sujeto y ver en qué fases o aspectos puede existir el problema de base, con el fin de hacer un buen abordaje y poder diseñar una estrategia de adquisición de preferencia manual que mejore la calidad de vida del niño (Ferré et al, 2004, Mayolas Pi, 2010).

En mayo de 2020 reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

«La lateralidad cruzada estanca el CI de las personas»
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«La lateralidad cruzada estanca el CI de las personas»

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 9 febrero, 2021 Entrevistas, Lateralidad, Lateralidad cruzada, Lateralidad cruzada e hipotonía, Lateralidad y CI

Por Susana Lladó

 

La directora-fundadora de nuestro centro, Joëlle Guitart, nos explica en esta entrevista el caso de Elena, una niña con 3 cruces de lateralidad e hipotonía. Aunque los resultados del primer test de WISC que se le realizó al iniciar la terapia mostraron un cociente intelectual normal, estos resultaron de CI aumentaron significativamente cuando se le realizó un segundo test de WISC al finalizar la terapia de lateralidad.

Elena tenía muchas dificultades con las matemáticas y, a causa de una ligera dislexia, omitía sílabas y dejaba palabras sin terminar al escribir. También presentaba problemas de concentración, lentitud, bloqueos y disortografía. La mecánica lectora estaba bien, pero la comprensión lectora no era buena, motivo por el que les costaba recordar lo que leía de cualquier asignatura.

¿Qué caso nos va a exponer hoy? 

El de una niña con lateralidad cruzada, a la que llamaré Elena, que llegó al centro hace tres años, cuando tenía 9 años y 11 meses. Estaba cursando cuarto de Primaria. 

 

¿Cuáles fueron los resultados del test de lateralidad? 

Presentaba tres cruces de lateralidad e hipotonía en miembros superiores e inferiores. Los resultados del test de lateralidad fueron los siguientes: lateralidad de mano, 65 % derecha, 35 % izquierda; lateralidad del ojo, izquierda; lateralidad de pierna estática, 55 % derecha, 45 % izquierda; lateralidad de pierna dinámica, derecha; lateralidad de oído, 40 % derecho, 60 % izquierdo, y lateralidad de la motricidad facial, 35 % derecha, 65 % izquierda. Decidí lateralizarla a la derecha, como diestra. 

 

¿Cuáles son las particularidades del caso? 

Elena tenía muchas dificultades con las matemáticas y, a causa de una ligera dislexia, omitía sílabas y dejaba palabras sin terminar al escribir. También presentaba problemas de concentración, lentitud, bloqueos y disortografía. La mecánica lectora estaba bien, pero la comprensión lectora no era buena, motivo por el que les costaba recordar lo que leía de cualquier asignatura.

 

¿Su CI era normal? 

Antes de iniciar la terapia, le realizamos el test WISC para saber en qué aspectos cognitivos necesitaba más ayuda. Los resultados mostraron un cociente intelectual normal, de 102. No obstante, cuando lo repetimos un año y medio después, el resultado aumentó a 107. Esta diferencia se debe a que la lateralidad cruzada estanca el CI de las personas. Lo vemos en todos los casos. Es decir, no es que el rendimiento académico de estos niños sea bajo porque no sean inteligentes, sino que su CI está frenado por sus cruces de lateralidad. En cuanto su lateralidad queda bien definida a la derecha o a la izquierda al finalizar la terapia, alcanzan todo su potencial intelectual. Es muy importante aclarar este punto, ya que en alguna ocasión hemos tenido pacientes que llegaron al centro con un diagnóstico de deficiencia mental y tras hacerles de nuevo el test meses después de iniciar el tratamiento, los resultados indicaron un CI dentro del rango de lo normal.

La madre también tenía lateralidad cruzada. Todavía recuerdo sus palabras. Me dijo: «Venimos porque no queremos que le pase lo mismo que a mí. Yo quería estudiar y no pude porque no comprendía bien las materias».

¿Qué dificultades tenía en las matemáticas? 

No las comprendía. No entendía la lógica de las matemáticas porque su capacidad de abstracción era deficitaria. Por ejemplo, no entendía cómo se hace una división de dos cifras. 

 

¿Y su carácter? 

Lo más destacable es que era una niña muy autoexigente, un rasgo que suele estar presente en las personas con lateralidad cruzada: sustituyen sus déficits cognitivos con una gran fuerza de voluntad y autoexigencia. Esta es la razón por la que, en algunos casos, como el de Elena, van siguiendo el ritmo de clase hasta que, de repente, el rendimiento cae en picado. 

 

¿El de Elena también cayó? 

Sí, fue cuando pasó de cuarto a quinto de Primaria. 

 

¿Había más rasgos o dificultades remarcables? 

Era muy introvertida e irritable y, como presentaba hipotonía, era muy patosa. Iba a clases de natación, pero solía nadar por debajo del agua, ya que le costaba menos, como a todos los hipotónicos. También iba a clases de música.  

 

¿Cómo era la dinámica familiar? 

Elena contaba con una familia muy sana emocionalmente y que entendía muy bien la función de la terapia, algo que no todos los padres comprenden. Este punto contribuyó positivamente a su recuperación porque contamos con toda su colaboración, al igual que con la de su maestra del colegio. Además, como en cualquier terapia, también fue fundamental que el transfer con su terapeuta fuera muy bueno. Todo ello posibilitó que la evolución de Elena fuera muy rápida. 

 

¿Cuál fue el relato de los padres en la primera visita? 

La madre también tenía lateralidad cruzada. Todavía recuerdo sus palabras. Me dijo: «Venimos porque no queremos que le pase lo mismo que a mí. Yo quería estudiar y no pude porque no comprendía bien las materias». En cambio, el padre, estaba más preocupado porque Elena fuera feliz. Dijo que la parte escolar no era lo que más les preocupaba. 

El paciente hace ejercicios de seriación, como contar de dos en dos hasta 100 y, después, hacer lo mismo en orden decreciente (100-98-96-94, etc.). A Elena le costaba la estrategia mental, que es la habilidad mental numérica; hacer operaciones mentalmente, como sumar llevando, pero enseguida empezó a mejorar en las matemáticas porque fue adquiriendo esta agilidad mental.

¿Elena no era una niña feliz? 

No. Antes de acudir a nuestro centro, estuvo yendo tres años a terapia por una depresión. Aunque este problema ya se había resuelto, Elena hablaba poco. Era una niña que estaba triste.  

 

 ¿Qué mejoras cabe destacar  del primer test de control, tras iniciar la terapia? 

La terapeuta de Elena reporta que la niña va a terapia a gusto. Están trabajando la abstracción y la comprensión lectora y, paralelamente, va introduciendo ejercicios de respiración y relajación para que se vaya sintiendo más relajada y no tenga tantos bloqueos en el colegio. En las últimas sesiones la ha observado más participativa y sonriente. En la entrevista con los padres, me hacen saber que su hija está contenta con la terapeuta y que confía mucho en ella. La ven más motivada, aunque preocupada porque el horario de las sesiones de terapia le iba a coincidir con el de las fiestas que se iban a celebrar en su pueblo. Llegamos a un acuerdo para que Elena no se las perdiera, pues era importante para ella. 

 

¿Qué otros aspectos se empezaron a trabajar en terapia? 

La coordinación oculomanual, la coordinación ideomotriz ―como deletrear palabras mentalmente― y el razonamiento. Su profesora me llamó y me comentó que estaba de acuerdo en que era importante que Elena aprendiera a pensar, en lugar de que estudiara de memoria. Aunque la paciente leía mucho en casa debido a su autoexigencia, recomendé que bajara el tiempo de lectura a 8 minutos y dedicara cada día 3 minutos a comentar lo que hubiese leído. Más adelante, también recomendé que empezara a hacer esquemas sinópticos para trabajar la lógica entre conceptos e ideas. 

 

¿Algún aspecto más? 

Sí, se la estimuló para que adquiriera fluidez numérica mentalmente. 

 

¿Por ejemplo? 

El paciente hace ejercicios de seriación, como contar de dos en dos hasta 100 y, después, hacer lo mismo en orden decreciente (100-98-96-94, etc.). A Elena le costaba la estrategia mental, que es la habilidad mental numérica; hacer operaciones mentalmente, como sumar llevando, pero enseguida empezó a mejorar en las matemáticas porque fue adquiriendo esta agilidad mental.  

 

¿Hubo más avances en esta etapa? 

Ella misma empezó a repasar sus deberes y exámenes para evitar errores que antes se le pasaban por alto, comenzó a disfrutar de la lectura (ya no leía solo por obligación) y también observé que había adquirido más soltura corporal gracias a los ejercicios de estiramientos que introdujimos en la terapia. La concentración también empezó a mejorar. 

Tenía el cuerpo muy bloqueado, lo cual era un reflejo de cómo se sentía. Por ejemplo, al principio, estaba muy angustiada porque siempre creía que le faltaba tiempo para estudiar. Si se iban de fin de semana o de puente, le entraba una gran ansiedad. El desbloqueo corporal la ayudó mucho a desbloquearse mentalmente

¿Por qué  integraron estos ejercicios en las sesiones? 

Porque tenía el cuerpo muy bloqueado, lo cual era un reflejo de cómo se sentía. Por ejemplo, al principio, estaba muy angustiada porque siempre creía que le faltaba tiempo para estudiar. Si se iban de fin de semana o de puente, le entraba una gran ansiedad. El desbloqueo corporal la ayudó mucho a desbloquearse mentalmente. Esto se reflejaba en los ejercicios de las sesiones: al gestionar mejor sus emociones y coger confianza, cada vez se equivocaba menos al hacerlos. Además, empezó a sentirse más vital, con el cuerpo más despierto. 

 

¿Cuál es la evolución en el segundo test de control? 

Entre cada test de control transcurren 5-6 meses. Algo que no he mencionado es que Elena no tenía amigos. Pero no los tenía porque no se atrevía a establecer relación con otros niños, no los invitaba a su casa, no les proponía planes, etc. Es decir, era ella quien tenía problemas de relación social. Sufría mucho por este tema. En cambio, cuando venía a mi despacho y durante las sesiones se relajaba porque sentía el centro como un entorno seguro.  

 

La inseguridad y la baja autoestima son comunes en las personas con lateralidad cruzada 

Sí, todas sus dificultades de aprendizaje hacen mella en su identidad. Elena, antes de empezar sexto de Primaria, ya estaba sufriendo por si sería capaz de aprobar las asignaturas de ese nivel superior. 

 

Estábamos en el segundo test de control 

Lo más destacable es que en esta etapa ya no hay signos de la dislexia perceptiva, pero sigue teniendo dificultades para hacer una síntesis y la sintaxis todavía no es buena. Cuando se equivoca, normalmente es porque se precipita mucho.   

En la entrevista con los padres, recomiendo que la apunten a clases de teatro para seguir reforzando todo el trabajo corporal y de desbloqueo. Elena es una niña muy perfeccionista, podríamos decir que demasiado perfecta. Como terapeuta, cuando veo a estos niños tan poco niños, tan modélicos en su comportamiento, sé que no se permiten el error, que tienen poca tolerancia a la frustración. 

Les comunico a los padres que en el cuarto test calcularé el porcentaje de recuperación de lateralidad. 

 

 

La onicofagia está relacionada con la ansiedad y, en algunos casos, con el autocastigo y el autocontrol. Se suelen morder las uñas o arrancar la piel de alrededor. Lo observo desde hace 50 años, de la misma manera que observo que esta compulsión deja de estar presente al finalizar la terapia.

Pasemos al tercer test de control 

La evolución es buena, aunque todavía le cuesta recordar lo que lee y el perfeccionismo sigue estando presente. En el colegio, hay evolución en todas las asignaturas, salvo en la gramática del inglés. La disortografía va mejor, ya no confunde tanto la fonética de algunas letras (confundía la j con la g, por ejemplo), mezcla menos el catalán y el castellano, sigue mejorando en las mates y se la ve con más energía, con más reflejos y más despierta en los ejercicios que requieren rapidez y agilidad.  

Elena se encuentra mejor en su piel, la ansiedad se ha reducido, empieza a hacer amigos, decide voluntariamente, por primera vez, que se va a ir unos días de colonias y expresa que va a querer estudiar una carrera que le permita ayudar después a la gente.  

En este test también observo que la lateralidad de la pierna estática ya es ambivalente y Elena me dice que ahora es consciente de lo que le cuesta más o menos, tanto en el aspecto cognitivo como en el emocional. 

Los padres deciden que van a cambiar a su hija de colegio el próximo curso, a una escuela de nivel pedagógico más alto. 

 

¿Cuál es la evolución en el cuarto test de control? 

Las observaciones más relevantes de la terapeuta son que ha aumentado su capacidad de razonamiento lógico-matemático y su concentración, y que ya no la ve triste: sonríe y se divierte, algo que es nuevo. La adaptación al nuevo colegio es buena y, a pesar de que la escuela está en otra población, bastante lejos de Barcelona, Elena quiere terminar la terapia. 

La terapeuta también recalca que ha mejorado mucho en reflejos y rapidez corporal, y que la propia paciente es consciente de que ha ganado musculatura y que ha disminuido notablemente su hipotonía. Ahora, Elena se atreve a preguntar en clase, cosa que nunca había hecho. Y, aunque todavía comete faltas de ortografía, ha mejorado en la redacción. También observa que ya no se come las uñas. 

 

La onicofagia es también muy común en los niños y adolescentes con lateralidad cruzada 

Sí, la onicofagia está relacionada con la ansiedad y, en algunos casos, con el autocastigo y el autocontrol. Se suelen morder las uñas o arrancar la piel de alrededor. Lo observo desde hace 50 años, de la misma manera que observo que esta compulsión deja de estar presente al finalizar la terapia. Precisamente, hoy ha terminado la terapia otra niña que se arrancaba la piel, sobre todo, de los pulgares y meñiques de ambas manos, y ha dejado de hacerlo. 

 

En este cuarto test calculó el porcentaje de recuperación, ¿no? 

Sí. Respecto a la lateralidad, la recuperación llegó al 78 %. Como no había estancamiento en ningún ítem de lateralidad, decidimos finalizar la terapia al cabo de 6 meses, momento en el que la recuperación alcanzó el 89 %. El caso de Elena es un caso de recuperación más rápida de lo habitual. La terapia duró dos años. Fue en este quinto test de control cuando repetimos el test de WISC y dio el resultado de 107, un cociente intelectual normal-alto. 

Los ejercicios posterapia sirven para afianzar todo el trabajo neurofisiológico realizado durante las sesiones de terapia. Estos ejercicios son muy importantes: cuando el paciente los realiza, el porcentaje de recuperación siempre aumenta un poco más. Lo observo en los tres controles más de seguimiento que les hago después en intervalos de 5 meses.

¿La terapia fue individual o en grupo? 

En grupo, con otros niños de edad y dificultades de lateralidad similares.  En muchos casos, la terapia de lateralidad en grupo tiene muchas ventajas respecto a la individual; sobre todo, en niños y adolescentes.

 

¿Elena tuvo que hacer en casa los ejercicios posterapia? 

Sí, como todos los pacientes. Los ejercicios posterapia sirven para afianzar todo el trabajo neurofisiológico realizado durante las sesiones de terapia. Estos ejercicios son muy importantes: cuando el paciente los realiza, el porcentaje de recuperación siempre aumenta un poco más. Lo observo en los tres controles más de seguimiento que les hago después en intervalos de 5 meses. En su caso, eran tan solo cinco minutos de ejercicios dos veces por semana. Llegamos a un 93 % de recuperación en el segundo test de control posterapia y la hipotonía se redujo de un 15 % a un 10 %.  

La paciente, cuando vino a realizar el tercer test posterapia, me comentó que se había apuntado a clases de baile moderno, lo cual, teniendo en cuenta la rigidez y falta de conciencia corporal con la llegó al centro, es muy significativo. Asimismo, en el nuevo colegio había empezado a estudiar alemán sin dificultad y había superado completamente sus problemas con las otras lenguas. La recuperación final de Elena fue de un 95 %, el máximo posible. 

 

¿Cuáles fueron los resultados del último test de lateralidad? 

Lateralidad de la mano, 90 % derecha, 10 % izquierda; la del ojo, derecha; pierna estática, 80 % derecha, 20 % izquierda; pierna dinámica, derecha; oído, 70 % derecho, 30 % izquierdo, y motricidad facial, 70 % derecha, 30 % izquierda. 

 

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

El caso de Guillem: rigidez neurofisiológica, mental y emocional
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El caso de Guillem: rigidez neurofisiológica, mental y emocional

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 12 noviembre, 2020 El trastorno de lateralidad, Lateralidad cruzada

Por Susana Lladó

 

La directora de nuestro centro, Joëlle Guitart, expone en esta entrevista el caso de Guillem; un caso complejo de un niño con lateralidad cruzada que acaba de finalizar la terapia con éxito.

¿Cuántos años tenía Guillem cuando llegó al centro?

Cuando Guillem acude al centro por primera vez en abril de 2018 tiene 12 años y nueve meses, y está en 1º de ESO.

 

¿Cuál fue el motivo de consulta de sus padres?

A la primera consulta Guillem vino solo con su padre, el cual quería un diagnóstico y pronóstico de su hijo. El relato fue que Guillem tenía problemas de concentración, lentitud, dificultades con la física y las matemáticas, sobre todo en el pensamiento lógico; migrañas oftálmicas frecuentes (las cuales estaban relacionadas con el problema de lateralidad heterogénea), tardaba mucho en responder cuando se le hacía una pregunta, su reacción era muy lenta; era muy ansioso, no se le daba bien el ejercicio físico (tenía una hipotonía considerable), presentaba TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) y era bastante hipocondríaco. Además, tenía que llevar plantillas por tener los pies planos, padecía otitis…

 

Es bastante habitual que los niños con lateralidad heterogénea tengan pies planos

Sí, es debido a la hipotonía. Suelen tener poca curva en los pies, caminar de una forma bastante patosa y tener las rodillas en arco: estas se acercan formando una v.

 

Desde el punto de vista diagnóstico, ¿hay algún rasgo más destacable en el caso de Guillem?

Sí. De hecho, el caso de Guillem es un caso de rigidez neurofisiológica, mental y emocional; un caso mucho más complejo de lo que parecía en un principio.

 

¿Cuál fue el resultado del test de lateralidad?

Este primer test lo realizamos en abril de 2018 y mostró una lateralidad muy heterogénea con fuerte hipotonía tanto en los miembros superiores como inferiores, lo que explica que su motricidad manual fina fuera deficiente. Los resultados fueron:  lateralidad de la mano y brazo, 65 % izquierdo, 35 % derecho; el ojo, derecho; pierna estática, derecha; pierna dinámica, 60 % derecha y 40 % izquierda; oído 55 % derecho y 45 % izquierdo; la motricidad facial y cervicales 45 % derecho y 55 % izquierdo.

 

¿Había realizado otras terapias anteriormente?

Antes de acudir al centro, iba a sesiones de acupuntura, aunque sin resultados. También estuvo haciendo una rehabilitación de los ojos (optometría) que no estaba mostrando avances. Desde los cuatro años llevaba gafas por hipermetropía y astigmatismo.

 

¿Cómo se decide lateralizarlo?

A la izquierda, como zurdo.

Había una falta de madurez importante. Falta de yo. Falta de yo corporal, mental y neurofisiológico. La personalidad que debería haber desarrollado a su edad no estaba formada. No había autonomía

¿Había otras dificultades y rasgos que permitan entender mejor su caso?

Además de lo que ya he mencionado, estaba muy obsesionado con los microbios (antes del Covid), por lo que se lavaba compulsivamente las manos; a veces tenía vértigos, siempre estaba cansado, se bloqueaba continuamente, hacía fútbol, pero su entrenador le comunicó que no podía seguir en el equipo porque no era nada ágil; estaba muy enganchado al móvil y a la videoconsola, tenía alergia a los pelos de gatos y perros…

 

¿Cómo iba en el colegio?

Cuando se esforzaba, la caligrafía era bastante buena, como la redacción, pero no le gustaba leer, ya que le costaba la mecánica lectora y, por tanto, la retención y la comprensión lectora. Tenía que volver a leer los párrafos de un texto varias veces para comprender el hilo conductor. También le costaba muchísimo el inglés. Le gustaba hacer los deberes con la madre, fundamentalmente los de mates y física; las asignaturas que llevaba peor, además de los idiomas.

 

¿Y su carácter?

Guillem era, y es, un niño muy sensible; lo cual está muy bien, pero con una gran falta de confianza en sí mismo. Se inhibía y era muy poco sociable.

 

¿Hay algún avance cuando hacen el primer cambio de impresiones con los padres tras empezar la terapia?

Esta primera visita con los padres fue en junio de 2018, un mes y medio después de que Guillem empezara la terapia de lateralidad. Les comunico que la adaptación a la terapia es buena, pero que el niño se somete a la terapeuta acatando lo que esta le va indicando de forma muy mecánica, sin desarrollar su propia capacidad para pensar.

 

¿Puede explicarlo un poco más?

Había una falta de madurez importante. Falta de yo. Falta de yo corporal, mental y neurofisiológico. La personalidad que debería haber desarrollado a su edad no estaba formada. No había autonomía.

La terapeuta me informó en su evaluación que el caso era mucho más complejo de lo que pudiera parecer. Seguía con una actitud muy sumisa y el perfil era ligeramente de autismo. Las conductas obsesivas le daban seguridad y tranquilidad. Se estaba trabajando a fondo para que Guillem empezara a conectar con lo que sentía y pensaba, porque era como si hubiera un desierto emocional

¿Qué ítems de lateralidad se estaban empezando a trabajar?

La memoria, la coordinación ideomotriz, la coordinación facial, la atención y el razonamiento. También había empezado a hacer natación, tal como le recomendamos. Asimismo, acordamos que iba a reducir las horas que dedicaba al móvil y a los videojuegos, y se estaba distribuyendo este tiempo según lo acordado. Cabe destacar que, aunque se bloqueaba a menudo en la terapia, con el acompañamiento de la terapeuta se lograba que se desbloquease. También estaba haciendo ejercicios de relajación y respiración, y de desbloqueo corporal. Le recomendamos unas sesiones con un osteópata y, con todo este trabajo, empezó a respirar mejor que antes, ya que no era consciente de su propia respiración y tenía una respiración muy corta.

 

¿Y emocionalmente?

Estaba empezando a trabajar la ansiedad, la inseguridad, la falta de madurez y la tristeza. A Guillem le gustaba venir a terapia y ponía una gran voluntad en las sesiones.

 

¿En casa debía hacer alguna actividad específica?

Sí, leer cada día un rato con los padres y explicar después qué había entendido, oralmente o por escrito.

 

¿Cuándo y cómo fue el primer test de control?

Antes de este primer test, que fue en octubre de 2018, Guillem pasó de curso, a 2º de ESO. No obstante, la terapeuta me informó en su evaluación que el caso era mucho más complejo de lo que pudiera parecer. Seguía con una actitud muy sumisa y el perfil era ligeramente de autismo. Las conductas obsesivas le daban seguridad y tranquilidad. Se estaba trabajando a fondo para que Guillem empezara a conectar con lo que sentía y pensaba porque era como si hubiera un desierto emocional. A pesar de que la rigidez corporal, mental y emocional ya no era tan fuerte, había que seguir trabajándola. Además, la presión de los padres le provocaba más ansiedad y bloqueo a Guillem, por lo que les sugerimos que empezaran a preguntarle por sus emociones para que en el ámbito familiar también pudiera expresarlas.

 

¿Cuáles fueron los resultados de este segundo test de lateralidad?

Brazo y mano, 70 % izquierdo, 30 % derecho; ojo, derecho; pierna estática, 10 % izquierda, 90 % derecha; pierna dinámica, 45 % izquierdo, 55 % derecho; oído, 50 % derecho, 50 % izquierdo; motricidad facial y cervicales, 55 % izquierdo, 45 % derecho.  Unos resultados que están bastante bien para un primer test de lateralidad tras dos meses de terapia.

Cuando le dolía algo, estaba convencido de que se volvería sordo, de que perdería la vista, etc. Y además de su fobia a las bacterias, solamente bebía agua de una marca determinada porque creía que era la única que no perjudicaría su salud. Lo importante de esto es que estaba obsesionado con temas muy específicos relacionados con la enfermedad

¿Los padres estaban apreciando algún cambio positivo?

Sí, nos hicieron saber que en clase se concentraba más, que entendía mejor las explicaciones que se le daban en el colegio y en casa, que ya no era tan lento al responder y que se bloqueaba menos. También estaban observando que la hipotonía había disminuido y que estaba más ágil. De hecho, empezaron a practicar esquí en familia. Las migrañas oftálmicas también estaban disminuyendo: eran menos frecuentes e intensas. Y no estaba tan ansioso, parecía que se sentía mejor, que se abría más a los demás y empezó a jugar a fútbol con su padre una hora al día. No obstante, Guillem seguía con TOC, con la hipocondría y negándose a leer.

 

¿Cómo le afectaba la hipocondría?

Cuando le dolía algo, estaba convencido de que se volvería sordo, de que perdería la vista, etc. Y además de su fobia a las bacterias, solamente bebía agua de una marca determinada porque creía que era la única que no perjudicaría su salud. Lo importante de esto es que estaba obsesionado con temas muy específicos relacionados con la enfermedad.

 

¿Cuándo fue el siguiente test de control?

El segundo test de control lo realizamos en marzo de 2019. Los resultados habían mejorado sensiblemente desde que le hicimos el primer test de lateralidad al llegar al centro: mano y brazo, 55 % izquierdo, 45 % derecho; ojo,10 % izquierdo, 90 % derecho; pierna estática, 20 % izquierda, 80 % derecha; pierna dinámica, 50 % izquierdo, 50 % derecho; oído, 45 % derecho, 55 % izquierdo; motricidad facial y cervicales, 55 % izquierdo, 45 % derecho (igual que en el primero).  Unos resultados que están bastante bien para un primer test de lateralidad tras dos meses de terapia.

En este periodo todavía depende mucho del apoyo de la madre para hacer las tareas escolares, sigue con bastante ansiedad y no consigue terminar un examen de Física en el colegio, pero hay avances en la coordinación ideomotriz, la estructuración espaciotemporal, la abstracción lógico-matemática, la comprensión de los idiomas y la confianza en sí mismo. También han seguido disminuyendo los dolores de cabeza y la onicofagia (se lastimaba las uñas con la otra mano). Aunque el curso escolar se le hace difícil, la escuela informa que pasará a 3º de ESO.

 

¿Y emocionalmente?

Empieza a salir de casa solo, le gusta sacar a pasear al perro y muestra otros intereses diferentes a los relacionados con Internet. La evolución es satisfactoria.

El último test de control lo hicimos en febrero de 2020. Guillem sigue avanzando en la agilidad mental, la hipotonía, la lectura, la comprensión lectora y la concentración, y se trabaja para que tenga más herramientas en el campo verbal. Cada vez socializa más. La madre dice que está más maduro, seguro de sí mismo y comunicativo

¿Cuáles es la situación en el tercer test de control?

Este test lo hacemos en julio de 2019. Los resultados muestran que la curación ha llegado al 78 %. Los resultados son: brazo y mano, 80 % izquierdo, 20 % derecho; el ojo, 20 % izquierdo, 80 % derecho; pierna estática, 35 % izquierda, 65 % derecha; pierna dinámica, 45 % derecha y 55 % izquierda; oído 40 % derecho y 60 % izquierdo; la motricidad facial y cervicales 40 % derecho y 60 % izquierdo. Son unos buenos resultados.

Guillem ya ha empezado a leer, aunque sigue sin gustarle, pero duerme poco porque sigue enganchado a la tablet.  La concentración, la ortografía y el vocabulario han mejorado significativamente, aunque sigue costándole hacer un esquema o cuadro sinóptico (lo cual requiere abstracción). Los dolores de cabeza tensionales han cesado, prácticamente, y aunque todavía le cuesta registrar lo que siente y piensa, empieza a poder comunicarse en este sentido; lo cual influye en los resultados de su rendimiento. Sigue ganando autonomía en los ejercicios de la terapia y los padres también observan que ya es más independiente y que su capacidad de razonamiento es bastante buena. Guillem ha vuelto a ser aceptado en el equipo de fútbol de amigos debido a que ha disminuido bastante la hipotonía y, por tanto, es mucho menos patoso. También empieza a quedar con otros niños del barrio para jugar y caminar. Se siente mucho mejor consigo mismo. La comprensión lectora debe seguir mejorando porque sigue siendo escasa. La ansiedad y los problemas de otitis se han reducido (tenía pólipos en la nariz).

 

¿Y los resultados del cuarto?

La curación ya es de un 85 %. Hay progreso en todos los ítems de lateralidad. Guillem es mucho más autónomo, la mejoría de sus capacidades mentales y su adaptación en la escuela y en las relaciones sociales es evidente, ha dejado de pasar tanto tiempo online, empieza a interesarse por los libros sobre animales y empieza a leer artículos de periódicos y, como está motivado, entiende lo que lee (al desbloquearse la parte emocional se desbloquea la mental). Progresa en todas las asignaturas, incluidas las matemáticas. Su yo emocional, mental y corporal está mucho más construido, y no hay tanta infravaloración ni ansiedad. Los vértigos disminuyen.

Este test lo hacemos en octubre de 2019 y la lateralidad ya es predominante hacia la izquierda. Apenas hay migrañas ni dolores. La terapia se enfoca a que aprenda a razonar y reflexionar por sí mismo. Para ello se sigue trabajando la coordinación ideomotriz, la concentración y la organización espaciotemporal. El podólogo le cambia las plantillas porque ya empieza a tener curva en la planta de los pies. Ahora va a nadar dos veces por semana. Ya solo se arranca la uña del pulgar izquierdo.

 

¿Cuál es el feedback de los padres en esta etapa?

Nos hacen saber que ya se comunica mucho más y con mayor fluidez, que sus relaciones sociales se han enriquecido, que hay buenos progresos en las matemáticas, aunque le sigue costando la Física.

 

¿Cuándo le realiza el quinto test de control?

El último test de control lo hicimos en febrero de 2020. Guillem sigue avanzando en la agilidad mental, la hipotonía, la lectura, la comprensión lectora y la concentración, y se trabaja para que tenga más herramientas en el campo verbal. Cada vez socializa más. La madre dice que está más maduro, seguro de sí mismo y comunicativo. Se han resuelto los dolores producidos por sus problemas oculares y de otitis, y sigue yendo a natación y haciendo actividades con sus amigos. Guillem manifiesta que quiere estudiar para dedicarse a algún campo relacionado con la informática.

Los resultados del test de lateralidad son los siguientes: brazo y mano, 90 % izquierdo, 10 % derecho; el ojo, 40 % izquierdo, 60 % derecho; pierna estática, 50 % izquierda, 50 % derecha; pierna dinámica, 30 % derecha y 70 % izquierda; oído y motricidad facial y cervicales, 30 % derecho y 70 % izquierdo.

 

¿Y el último test de control?

Ha sido ahora, en octubre de 2020. Los resultados del test de lateralidad han sido los siguientes: brazo y mano, 90 % izquierda, 10 % derecha; el ojo, 60 % izquierdo, 40 % derecho; pierna estática, 60 % izquierda, 40 % derecha; pierna dinámica, 20 % derecha y 80 % izquierda; oído, 80 % izquierdo, 20 derecho y motricidad facial y cervicales, 25 % derecho y 75 % izquierdo. Es decir, la curación es del 90 %.

 

¿Cuál ha sido la reacción de los padres?

Han visto que ha habido un cambio extraordinario, sobre todo, en lo que hace referencia a la rigidez neurofisiológica, mental y emocional de su hijo, porque era un niño con un bloqueo casi total en todos estos aspectos.

La terapia ya ha finalizado. A partir de ahora, como todos los pacientes que terminan el tratamiento, Guillem deberá hacer en casa una serie de ejercicios de los que hacía con la terapeuta aquí en el centro para afianzar la lateralidad lograda, y vendrá 3 veces más al centro cada 5-6 meses para que hagamos los respectivos controles de seguimiento antes de darle el alta definitiva. El caso de Guillem es un caso difícil, como me he mencionado, pero, a la vez, es un caso muy gratificante: la constancia y voluntad del paciente durante el tratamiento, la implicación de los padres y la escuela durante todo el proceso y la labor de la terapeuta han sido cruciales para su recuperación.

El pasado 11 de mayo reabrimos el centro para las terapias presenciales individuales. Por favor, si vas a pedir cita, lee las medidas sanitarias y protocolos de higiene y seguridad que hemos implementado en el centro para evitar la transmisión cruzada de Covid-19 entre nuestro personal y los pacientes. Para los pacientes que viven fuera de Barcelona, seguimos realizando las terapias online. Si quieres hacernos una consulta, puedes ponerte en contacto con el centro.

Desde que se decretaron las nuevas medidas de restricción de la movilidad a finales de octubre, en el centro tramitamos los justificantes de desplazamiento a los pacientes y a sus acompañantes. Si vas a pedir cita, por favor, solicítanos el justificante. Una de las excepciones a las limitaciones de movilidad vigentes son los desplazamientos, debidamente justificados, a centros y establecimientos sanitarios y sociales.

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