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Estudio: fingir emociones positivas en el trabajo nos perjudica
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Estudio: fingir emociones positivas en el trabajo nos perjudica

Susana Lladó - Lladó Comunicación 2 marzo, 2020 Actualidad, Emociones, Motivación

¿Qué hacemos en el trabajo con las emociones negativas?

En mayor o menor medida, todos llegamos algunos días al trabajo con alguna emoción negativa a cuestas y, en el transcurso de la jornada laboral, también vamos acumulando otras relacionadas con el propio trabajo y/o con la relación con los compañeros. La mayoría de las personas no damos rienda suelta a todas estas emociones negativas:  las contenemos, sin expresarlas, por respeto y cortesía hacia los demás, para salvaguardar un buen ambiente de trabajo y para no dañar nuestra imagen. Es decir, intentamos mantener una actitud positiva. De hecho, desde el management, se ha escrito mucho sobre los beneficios de mostrar una buena actitud en el trabajo. No obstante, parece que la cuestión no es tan simple y que tiene muchos más matices, según los resultados de un estudio llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Universidad de Arizona que se ha publicado en la revista Applied Psychology.

El estudio sobre la regulación de las emociones en el trabajo

Hasta ahora, la mayoría de los estudios existentes sobre la regulación de las emociones en el trabajo se habían centrado, sobre todo, en el ámbito de la atención al cliente (donde hay normas explícitas para esta interrelación), no entre compañeros de una misma organización (un ámbito en el que las normas son implícitas). Por este motivo, y porque las interacciones entre empleados son cualitativamente distintas de las que se producen con los clientes, resulta especialmente interesante este estudio que se ha llevado a cabo con 2500 trabajadores a tiempo completo de distintos sectores: educación, manufactura, ingeniería y servicios financieros.

 

Objetivos del estudio

Los investigadores querían averiguar si decidimos regular nuestras emociones cuando interactuamos con los compañeros, los motivos por los que hacemos este trabajo de regulación emocional a pesar de que no hay reglas que nos obliguen a ello (¿por ambición laboral, por nuestra forma de entender las relaciones interpersonales?), identificar las diferentes estrategias de regulación y saber si existen costos de bienestar y capital social, así como beneficios por hacerlo.

Estudio: fingir emociones positivas en el trabajo nos perjudica

Dos estrategias diferentes de regulación emocional: la actuación superficial y la actuación profunda

Para regular las emociones en el trabajo, podemos utilizar dos estrategias muy diferentes: la actuación superficial o la actuación profunda. Cuando sentimos una emoción negativa, pero fingimos una positiva, estamos utilizando la actuación superficial. Por ejemplo: uno puede llegar al trabajo sintiéndose frustrado, pero forzar una sonrisa al pararse a hablar con un compañero. En cambio, cuando tratamos de cambiar internamente una emoción negativa por otra positiva es cuando estamos utilizando la estrategia de la actuación profunda. En este tipo de estrategia no enmascaramos la emoción negativa: lo que hacemos es buscar razones objetivas relacionadas con el trabajo que nos permitan cambiar nuestra actitud por una más positiva. Es decir, en la primera estrategia se finge; en la segunda, la actitud es auténtica.

Pues bien, el estudio partió de estas estrategias de regulación emocional para identificar en qué grado se utilizan y evaluar los beneficios de utilizar una u otra.

Emociones en el trabajo: fingir emociones positivas nos perjudica, según un estudio

Resultados del estudio

El estudio ha permitido observar que existen 4 perfiles distintos de regulación emocional en la interacción con los compañeros de trabajo:

  1. Los actores profundos: son los que muestran los niveles más altos de actuación profunda y niveles bajos de actuación superficial.
  2. Los no actores: no utilizan ni la actuación superficial ni la profunda.
  3. Los actores bajos: utilizan moderadamente tanto la actuación superficial como la profunda.
  4. Los reguladores: son los que utilizan grados altos tanto de actuación superficial como de actuación profunda.

El grupo más reducido es el de los no actores. Los otros tres perfiles se dan en un número muy similar.

Los actores profundos son los que obtienen mayores beneficios: se sienten mejor en el trabajo, se agotan menos y reciben más ayuda personal y profesional de sus compañeros (todo parece indicar que los otros valoran su esfuerzo positivo y los recompensan). Asimismo, como tienen más apoyo, son más productivos y sus niveles de confianza en los otros son más altos.

Estas personas deciden ser genuinamente positivas por razones prosociales: aprecian a sus compañeros de trabajo y valoran la relación que tienen con ellos.

No hubo ningún grupo de trabajadores que declarara confiar más en la actuación superficial que en la profunda, probablemente porque casi nadie está dispuesto a fingir continuamente estados de ánimo. Sin embargo, el estudio sí identificó un grupo de personas que mostró altos niveles de acción superficial y profunda: los reguladores. Estos trabajadores mostraron niveles altos de fatiga (probablemente, porque no estaban siendo genuinos), se sentían poco auténticos y recibían menos apoyo de sus compañeros (quizá porque percibimos como dañinas a las personas que no son auténticas).

Las motivaciones de los reguladores a la hora de controlar sus emociones son bien distintas: no quieren ver dañada su imagen profesional, ni que la expresión de sus emociones les impida avanzar en su trabajo.

Si bien tanto los no actores (los que no utilizan ni la actuación superficial ni la profunda) como los actores profundos obtienen beneficios de bienestar (menor agotamiento emocional y autenticidad), solo los actores profundos experimentan ganancias de capital social: más ayuda de los compañeros, más progreso profesional y mayor confianza en los otros.

En conclusión, esforzarnos por sentirnos mejor en el trabajo y ser genuinamente positivos nos beneficia más que fingir nuestras emociones, ya que así es como construimos relaciones de calidad con los compañeros, obtenemos su ayuda y asesoramiento, y creamos un buen ambiente de trabajo.

Otras fuentes:

Don’t Just Put on a Happy Face at Work

Fingir emociones en el trabajo resulta más perjudicial que beneficioso

¿Dudas de tus capacidades? hablamos del síndrome del impostor
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¿Dudas de tus capacidades? hablamos del síndrome del impostor

Susana Lladó - Lladó Comunicación 17 febrero, 2020 Ansiedad, El síndrome del impostor, Emociones, Miedos, Perfeccionismo

Qué es el síndrome del impostor

El síndrome del impostor es un problema psicológico que afecta hasta al 70 % de las personas en algún momento de su vida, según un estudio publicado en International Journal of Behavorial Science, por lo que es bastante probable que identifiques sus síntomas.

Síntomas del síndrome del impostor

A pesar de tener una buena trayectoria profesional, de haber conseguido buenos resultados académicos y de que elogien tus habilidades y capacidades a menudo, ¿has pensado alguna vez que no eres merecedor/a de tus logros? ¿Has sentido en el trabajo que eres un fraude? ¿Has pensado que tus habilidades no son dignas de reconocimiento? ¿Crees a menudo que no estás a la altura? ¿Piensas que lo que consigues se debe más a la suerte que a tu inteligencia? ¿Te aterra el fracaso? Este sentimiento interno de fraude basado en miedos infundados es lo que se conoce en psicología como el síndrome del impostor.

¿Dudas de tus capacidades? hablamos del síndrome del impostor

Einstein, Maya Angelou y Michelle Obama, entre las personas afectadas

Personas tan intelectualmente brillantes como Albert Einstein y Maya Angelou lo padecieron. El físico llegó a describirse a sí mismo como un estafador involuntario, cuyo trabajo no merecía tanta atención como la que había conseguido. Y la premiada escritora dudaba constantemente de que se hubiera ganado el reconocimiento que obtuvieron sus obras. ¿Un ejemplo más próximo en tiempo? Michelle Obama inauguró una conferencia hace aproximadamente un año reconociendo, ante la sorpresa del auditorio, que todavía sufría este síndrome (la ex primera dama logró acceder a Harvard a pesar de haber nacido en una familia sin muchos recursos económicos, entre los muchos méritos que ha acumulado en su vida).

Todos somos susceptibles a un fenómeno conocido como ignorancia pluralista: dudamos de nosotros mismos en privado, pero creemos que esto solamente nos pasa a nosotros porque nadie más expresa este tipo de dudas.

Un síndrome silenciado

El síndrome del impostor fue identificado por la doctora Pauline Clance en 1978 a partir de observaciones clínicas realizadas durante sesiones terapéuticas con mujeres de alto rendimiento. Aunque en todos los casos había datos objetivos que avalaban su merecido éxito, estas mujeres habían tenido experiencias psicológicas marcadas por la creencia de que eran intelectualmente un fraude y por el temor a ser descubiertas como impostoras. Sufrían ansiedad, miedo al fracaso, angustia e insatisfacción con la vida.

Este síndrome no es una enfermedad ni una anormalidad. Tacharlo de poco común sería minimizar lo universal que es, ya que no afecta exclusivamente a personas altamente cualificadas. Tampoco está ligado necesariamente a la depresión, a la ansiedad o la autoestima, tal como se explica en un vídeo que recientemente han publicado en TED Talks.  Entonces, ¿de dónde proceden estos sentimientos de fraude?

Todos somos susceptibles a un fenómeno conocido como ignorancia pluralista: dudamos de nosotros mismos en privado, pero creemos que esto solamente nos pasa a nosotros porque nadie más expresa este tipo de dudas. “Dado que es difícil saber realmente cuán duro trabajan nuestros compañeros, si encuentran muy difíciles ciertas tareas o hasta qué punto dudan de ellos mismos, no hay una manera fácil de descartar los sentimientos de que somos menos capaces que las personas que nos rodean”, se explica en el vídeo.

¿Dudas de tus capacidades? hablamos del síndrome del impostor

Aunque es cierto que este síndrome suele afectar a personas muy perfeccionistas que continuamente se están subiendo su propio listón de retos, también es cierto que el modelo de sociedad en el que vivimos contribuye a padecerlo: hay una tendencia a medirnos, y a medir a los demás, por los logros; a no reconocer los méritos de los otros (con lo cual no obtenemos un feedback objetivo de nuestras competencias), y también prevalece la idea de que debemos ocultar nuestros miedos, como si estos fueran un signo de debilidad, en lugar de entender que es muy saludable compartirlos. De hecho, la mejor forma de enfrentarse a este síndrome es hablar de él y constatar que otras personas experimentan o han experimentado los mismos sentimientos.

Os recomendamos leer el artículo El síndrome del impostor: por qué Michelle Obama piensa que su carrera es un fraude que publicó hace un año El País. En él se menciona a diversos altos directivos de grandes compañías norteamericanas que han hablado de este problema públicamente; una actitud que difiere de la que suele predominar entre los directivos españoles.

Otras fuentes:

Sakulku, J. (1). The Impostor Phenomenon. The Journal of Behavioral Science, 6(1), 75-97. https://doi.org/10.14456/ijbs.2011.6

Las consecuencias de la falta de respeto en el ámbito laboral
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Las consecuencias de la falta de respeto en el ámbito laboral

Susana Lladó - Lladó Comunicación 7 febrero, 2020 Actualidad, Ansiedad, Motivación

El escenario laboral, caldo de cultivo para la falta de respeto

En España, como en muchos otros países, el número de parados, la temporalidad y la precariedad siguen protagonizando el mercado laboral. Esta realidad crea un clima de incerteza y competitividad que, en las organizaciones con una deficiente cultura de empresa, se convierte en caldo de cultivo para las malas prácticas; entre ellas, la falta de respeto a los trabajadores (en sus múltiples formas).

La ansiedad y la depresión, la primera causa de baja laboral en España

Las consecuencias de la falta de respeto en el ámbito laboral

A este escenario hay que sumar la presión que el uso de las nuevas tecnologías ejerce en la mayoría de los empleados: todo hay que entregarlo urgentemente y se espera que uno esté permanentemente conectado y disponible. No es de extrañar que, en España, la ansiedad y la depresión ya sean la primera causa de baja laboral, según la Organización Mundial de la Salud; que seamos el país líder en consumo de ansiolíticos y que el estrés afecte a más de la mitad de los trabajadores, según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el trabajo (OSHA).

Consecuencias de la falta de respeto en el ámbito laboral

Consecuencias de la falta de respeto en el ámbito laboral

El trabajo debería ser un factor de bienestar para las personas, ya que a través de él también nos desarrollamos como individuos. Y, en condiciones normales, el reconocimiento al trabajo bien hecho debería contribuir a mejorar nuestra autoestima y constituir una motivación para seguir desempeñando bien nuestras funciones. Sin embargo, cuando en una empresa la comunicación no es la adecuada, cuando se limita la participación en la toma de decisiones, hay sobrecarga de trabajo, los horarios dejan de existir, las responsabilidades no están bien definidas o se incurre en comportamientos de falta de respeto a los trabajadores (de hecho, las anteriores prácticas ya lo son), las consecuencias no solo afectan a la plantilla, también son muy perjudiciales para la propia empresa: las pérdidas económicas anuales que se derivan son cuantiosas.

En un podcast de Harvard Business Review dedicado específicamente a la falta de respeto en el trabajo, varios especialistas han analizado el tema. Estas son las ideas principales:

  • Dado que el trabajo influye en nuestra identidad y, por tanto, en cómo nos percibimos, las señales respetuosas en el entorno profesional son señales importantes de valor social y constituyen un mecanismo de retroalimentación, y un catalizador, en esta construcción de nuestra identidad.
  • Cuando en una empresa se dan comportamientos irrespetuosos, está demostrado que los empleados disminuyen su creatividad. Asimismo, la mitad de ellos disminuye deliberadamente su esfuerzo o la calidad de su trabajo.
  • La falta de respeto también daña las relaciones con los clientes. Una investigación demuestra que la probabilidad de que las personas compremos o utilicemos los servicios de una empresa disminuye estrepitosamente cuando percibimos rudeza, descontento, o incluso grosería, tanto hacia nosotros como entre los empleados. Es más, ser testigo de una sola interacción desagradable lleva a los clientes a generalizar sobre otros empleados, la organización y la marca.
  • La falta de respeto también es una de las principales causas por las que muchos trabajadores se cansan de la situación y deciden abandonar una empresa.
  • Aunque un trabajador esté satisfecho con su salario y perspectivas de promoción, si no se siente apreciado, dejará de disfrutar de su trabajo (todos los gerentes de empresa deberían saber que hasta los pequeños gestos importan).
  • Las personas que se sienten infravaloradas en el trabajo tienen más probabilidades de agotarse y participar en comportamientos laborales contraproducentes, como el absentismo, el robo y el sabotaje.

Aunque vivamos en una época laboralmente complicada en la que las empresas pueden escoger entre numerosos candidatos para un puesto de trabajo, es un grave error (miopía empresarial) pensar que no va a tener consecuencias contraproducentes no cuidar debidamente a los trabajadores ni mostrarles nuestro reconocimiento; sobre todo, a los valiosos (el respeto lo merecen todos). Y estas consecuencias van más allá del coste económico de las bajas o de tener que formar a nuevos empleados. Es una sandez liderar una empresa aplicando el criterio “nadie es insustituible”. Las personas implicadas, motivadas, brillantes, las que aportan una visión de la que otros carecen, que empujan, que hacen seguimiento de los proyectos, que tienen una formación multidisciplinar, que detectan los fallos en los procesos y contribuyen a mejorarlos, que saben adaptarse a los cambios,  que son leales, etc., son el valor más importante de una organización. Y estas personas, no lo olvidemos, sí serán vistas como imprescindibles por otras empresas gestionadas por líderes que saben lo valiosas que son.

¿Cómo nos comunicamos en el trabajo? ¿Sabemos pedir las cosas? ¿Sabemos gestionar nuestro propio estrés, o proyectamos en los demás nuestra ansiedad? ¿Creamos equipos de trabajo cohesionados o utilizamos a los otros? ¿Somos de los que ninguneamos o de los que reconocemos el trabajo ajeno? ¿Damos las gracias cuando corresponde? ¿Contribuimos a crear un buen ambiente de trabajo o lo tensionamos? ¿Tenemos las habilidades necesarias para motivar a los demás o solo nos quejamos y esperamos que sean los demás los que nos motiven a nosotros? ¿Sabemos delegar? ¿Hacemos autocrítica?¿Cómo vamos de resiliencia?

La integración y retención de la información en adultos
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La integración y retención de información en adultos

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 27 enero, 2020 El trastorno de lateralidad, Integración y retención de información, Lateralidad, Lateralidad cruzada o heterogénea, Memoria, Terapia de lateralidad

Por Susana Lladó

Vivimos en un escenario laboral en permanente cambio que requiere perfiles flexibles con capacidad para adaptarse rápidamente a los nuevos desafíos, a nuevos grupos de trabajo y a los avances continuos en tecnología. En este escenario, es imprescindible ser capaz de integrar y retener información nueva continuamente. Sin embargo, esta capacidad cognitiva es, precisamente, una de las que tienen afectada las personas con problemas de lateralidad. El psicólogo Luis Elías nos explica cómo se trabaja este aspecto en terapia, sobre todo, con los pacientes adultos.

Si tienes un mal concepto de ti mismo, estás tan cohibido en el ámbito laboral que pierdes la capacidad de integrar bien la información

 

Me comentabas que tienes pacientes que trabajan, por ejemplo, en el ámbito de la consultoría y que tienen serios problemas para integrar y retener la información, algo esencial para el buen desempeño de sus responsabilidades

Sí, así es. Uno de ellos, al inicio de la terapia, me explicó que cuando le hablaban en la oficina, no sabía lo que le decían, no lo entendía.

 

Complicado y duro. ¿Retrocedemos? ¿Cómo funciona el proceso de integración y retención de la información?

En el proceso de integración (recopilación) y retención (memoria) cognitiva de la información, primero se integra la información y después se retiene.

 

Este proceso, ¿se produce igual en todas las personas?

En los niños y jóvenes es mucho más sensorial que en los adultos porque todavía no son tan porosos a una serie de condicionantes que tenemos los más mayores.

 

¿Qué tipo de condicionantes?

A medida que nos hacemos mayores, estamos más condicionados por factores como los prejuicios, los valores, cuestiones culturales, aspectos emocionales, la cultura de empresa de la organización en la que trabajamos, etc. La integración de la información no deja de ser una interpretación de la realidad y todos estos factores nos influyen a la hora de integrar la información que recibimos del exterior.

 

Explícanos un poco más lo de la interpretación de la realidad y su relación con el proceso cognitivo

Las personas hacemos una interpretación continua de la realidad, de todo aquello que percibimos. Para reforzar el proceso cognitivo que supone esta interpretación, utilizamos la concentración, la atención, etc. La integración de los inputs que recibimos del exterior es un acto en el que ponemos en relación y sintetizamos las diversas informaciones dándoles un sentido. Es decir, es un proceso en el que guardamos e interpretamos cognitivamente la información y le damos un sentido integral. Pero para ello hay que entender dicha información. Por eso, además de los aspectos perceptivos, en terapia también se trabaja la capacidad de comprensión.

 

Para poder integrar cualquier información es necesario darle un sentido

Sí, incluso para integrar la sensorial, que es a la que más atienden los niños.

 

Y ¿cómo lo hacemos?

Como decía, la integración sensorial es un proceso neurológico que consiste en organizar la información que proviene de los sentidos para lograr un concepto unificado. Para ello necesitamos la percepción, pero también capacidad de abstracción, saber organizar la información para convertirla en conocimiento y motivación.

Lateralidad e integración y retención de la información en adultos

¿Estos aspectos son los que se trabajan en terapia?

Se trabajan los sistemas sensoriales (percepción del cuerpo, tacto, sistema auditivo, visual, etc.) y, cuando es necesario, los otros, ya que si una persona es incapaz de ordenar la información, difícilmente podrá integrarla.

 

A cuanta más velocidad sucede lo que queremos integrar, mayor es la dificultad para integrar la información: para procesarla, codificarla y darle sentido, lo cual nos permitirá, posteriormente, recordarla

 

¿Hasta qué punto es esencial la motivación en este proceso cognitivo?

Es fundamental. Hay pacientes, como el que mencionaba al principio, que trabajan en entornos bastante deshumanizados y muy estresantes. Vienen a terapia por dos aspectos cruciales: porque les costaba mucho integrar y retener la información, y porque su autoestima estaba tan mermada que se sentían desvalorizados y desmotivados. Si tienes un mal concepto de ti mismo, estás tan cohibido en el ámbito laboral que pierdes la capacidad de integrar bien la información: estás pensando que todo irá mal, que tu rendimiento será insuficiente. Los prejuicios, los aspectos motivacionales, emocionales, anímicos, físicos, así como las expectativas, condicionan, o pueden condicionar, la capacidad de integración de la información.

 

¿Qué más puede impedir o dificultar el proceso?

La memoria. Es un ítem de lateralidad que también trabajamos en terapia, tanto en niños como en adultos. Y después hay dos factores que se deben tomar en consideración cuando hablamos de la integración y retención de información: la velocidad y la duración.

 

Vamos con la velocidad

A cuanta más velocidad sucede lo que queremos integrar, mayor es la dificultad para integrar la información: para procesarla, codificarla y darle sentido, lo cual nos permitirá, posteriormente, recordarla. Por ejemplo, en las actividades que hacemos en sesión, normalmente ponemos timings. Primero es un timing abierto (no se establece un tiempo), pero progresivamente, al repetir la actividad, cada vez fijamos tiempos más cortos. Esto lo hacemos así no solo para añadir un ápice de presión con el objetivo de que aprendan a gestionar el estrés, la tolerancia a la frustración, etc., sino también para tener una medida de referencia; es decir, si hay un progreso o no en ese proceso de retención e integración de la información.

 

¿Y la duración?

La duración está relacionada con las experiencias de la vida. A mayor exposición a una información, mejor asimilación. Por esto la repetición (la práctica) es importante, por ejemplo, cuando se aprende a tocar un instrumento.

 

Y estos iítems van interralacionados con los emocionales

Sí. En terapia trabajamos todos estos aspectos conjuntamente con los emocionales, de manera que los pacientes adultos cada vez tienen menos temor a afrontar nuevos retos laborales. Al comprobar que van mejorando en la integración y retención de la información, esto les refuerza emocionalmente, y como emocionalmente cada vez están más fuertes, aumenta su motivación para seguir trabajando los aspectos cognitivos. Lo ven en su ámbito laboral: hay un cambio significativo en la forma de abordar nuevos retos.

 

Para terminar, ¿nos puedes poner otro ejemplo de un paciente con estas dificultades?

Las dificultades en todos ellos son similares. Tengo otro paciente al que, cuando le explicaban un proceso metodológico en el trabajo, al cabo de un minuto o minuto y medio se perdía. Y entonces, entraba en una dinámica de pensamientos rumiativos obsesionándose con que se perdía, con lo cual se bloqueaba y todavía era más complicado que pudiera retener la información. A base de trabajar durante un año en terapia todo lo que hemos mencionado, ya no ha vuelto a tener ningún problema de este tipo: es más, ha sido capaz de adaptarse a los nuevos departamentos a los que lo han trasladado dentro de la empresa.  Ahora puede seguir el hilo de lo que le dicen y puede visualizarlo; es decir, puede anticiparse a las fases que le explican verbalmente visualizando cómo lo hará: cómo abordará el caso, cómo organizará el trabajo con el equipo, qué enfoque jurídico le dará, etc.

 

A estos pacientes, la terapia les debe cambiar radicalmente la vida

Así es. Tengo una paciente que no estaba satisfecha trabajando en su ámbito profesional y se ha atrevido a iniciar una nueva etapa en su vida formándose de nuevo para poder acceder a otro sector laboral. Me dijo que ahora se sentía capaz y con ganas de emprender retos que antes no podía ni plantearse porque tenía una gran inseguridad en la adquisición de nuevos aprendizajes por el problema en la retención de la información. Ahora hace más cosas que cuando era joven y se va a ir al extranjero a estudiar un máster. Hay otro paciente que me explica que ahora asimila mucho mejor la información cuando hay cambios en la empresa. Esto le motiva para asumir nuevos retos. Se ha vuelto más flexible y esto es fundamental en un escenario laboral en continuo cambio.

 

¿Hay algún punto importante que no hayamos comentado?

La línea temporal de los datos o de las acciones: qué va antes y qué va después, para darle sentido y contextualizarlo organizando esa información y poder, por ejemplo, hacer el seguimiento de un proyecto; algo crucial en muchas profesiones.

Si quieres hacernos una consulta sobre este tema, puedes ponerte en contacto con nuestro centro.

Cómo adquirir nuevos hábitos y mantenerlos en el tiempo_Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart
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Cómo adquirir nuevos hábitos y mantenerlos en el tiempo

Susana Lladó - Lladó Comunicación 6 enero, 2020 Actualidad, Gestión de emociones, Hábitos

‘Hábitos atómicos’, el libro que nos enseña cómo adquirir nuevos hábitos

A la mayoría de las personas nos cuesta muchísimo adquirir nuevos hábitos que mejorarían significativamente tanto nuestra vida personal como la laboral. Coincidiendo con el inicio de cada nuevo año nos hacemos una lista de buenos propósitos y al cabo de unos días o unas cuantas semanas los abandonamos. ¿Por qué? James Clear ha escrito un libro ―Hábitos atómicos, publicado en España por la editorial Paidós― en el que explica los motivos y, sobre todo, enseña un método sencillo y eficaz, basado en investigaciones científicas, para conseguir cambiar este comportamiento. Resumimos algunas de las ideas más interesantes que el autor también explica en un podcast de Harvard Business Review.

Cómo adquirir nuevos hábitos y mantenerlos en el tiempo

Céntrate en los pequeños pasos, no en los grandes objetivos

James Clear afirma que una de las cosas que hacemos mal es centrarnos en los grandes objetivos en lugar de focalizar en los pequeños pasos que hay que dar para lograr esos grandes propósitos. Por ejemplo, si nos proponemos leer 30 libros durante 2020 y no tenemos adquirido el hábito de la lectura ―o lo hemos perdido― probablemente, este objetivo no es realista. En cambio, si nos ayudamos a construir el hábito de la lectura leyendo cada día unos pocos minutos, llegará un momento en que leeremos 30 libros al año. Hay que reducir la ambición de los hábitos a algo sencillo y fácil de hacer, ya que es clave establecer el hábito antes de que este pueda mejorarse o ampliarse.

Cómo adquirir nuevos hábitos y mantenerlos en el tiempo_Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart

Trabajar la identidad

Cuando se habla de cambio de comportamientos, muchos autores proponen que uno se crea cosas positivas sobre sí mismo, aunque todavía no tenga pruebas de ello (convencernos de que tenemos la disciplina de un deportista, aunque hayamos dejado el gimnasio cada vez que nos hemos apuntado, por ejemplo).

A diferencia de estos autores, Clear nos propone una estrategia completamente diferente: preguntarnos primero qué tipo de persona podría lograr ese resultado; es decir, definir bien nuestra identidad y, después, enfocarnos en desarrollar pequeños hábitos que refuercen esa nueva narrativa sobre nosotros mismos porque, si nos vamos viendo cada día como ese tipo de persona que queremos ser, los resultados surgirán de manera natural.

Por ejemplo, si nos proponemos hacer 1 hora de ejercicio cada mañana antes de empezar a trabajar, pero nos cuesta madrugar, debemos ir introduciendo pequeños cambios en nuestro comportamiento hasta que consigamos cruzar el umbral invisible a partir del cual podamos comenzar a decirnos, “Pues, sí, puedo madrugar sin dificultad”. Y cada día, al levantarnos antes para hacer ejercicio, esa acción se convertirá en un voto más a favor del tipo de persona que nos hemos propuesto ser, hasta que esa persona ya sea una evidencia (no un deseo o algo fingido). En palabras de Clear: “Hay que dejar que el comportamiento lidere el camino. Comience por una flexión, si quiere hacer ejercicio; escribiendo una oración, si quiere escribir un libro; meditando un minuto, si quiere hacer meditación, etc., porque, al menos, en ese momento, uno no puede negar que es la clase de persona que no se salta el entrenamiento, que es un escritor o alguien que medita. Y, a la larga, ese objetivo se convierte en algo real, ya que el comportamiento responde a un cambio de identidad”.

Cómo adquirir nuevos hábitos y mantenerlos en el tiempo_Centro de lateralidad y psicomotricidad Joëlle Guitart

Los meta-hábitos de energía y los meta-hábitos de atención

Clear también explica que para estar en disposición de lograr adquirir prácticamente cualquier hábito conviene integrar primero dos categorías de meta-hábitos que nos allanarán el camino: la primera categoría, a la que él denomina hábitos de energía, está relacionada con todo lo que implica llevar una vida saludable: dormir las horas necesarias, seguir una dieta sana, aprender a reducir y gestionar el estrés, etc. Si nos sentimos bien, es mucho más probable que alcancemos el objetivo de un nuevo hábito.

La segunda categoría de meta-hábitos es la de los hábitos de atención. Casi todas las profesiones requieren llevar a cabo trabajos en los que los conocimientos y/o la creatividad son fundamentales. Ahora bien, las ideas suelen ser producto de lo que leemos y de todo aquello en lo que fijamos la atención. En otras palabras, lo que consumimos actúa como precursor de los pensamientos que tenemos. Al mejorar los hábitos de atención, también mejoran nuestras ideas: aumenta nuestra capacidad para innovar y nuestra creatividad, y, en consecuencia, nuestra productividad.

De la misma manera, al estar viviendo en una época de infoxicación, es fundamental que sepamos discriminar la información que queremos recibir: debemos tener la capacidad para filtrar los inputs, seleccionar bien a quién seguimos en LinkedIn, los artículos que leemos cada día, los libros a los que dedicaremos nuestro tiempo, etc., y reducir las distracciones (notificaciones de redes sociales, llamadas que podemos contestar cuando no estemos concentrados en algo importante, etc.).

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Los dispositivos de compromiso ayudan a adquirir nuevos hábitos

Clear pone un ejemplo muy ilustrativo sobre esta última recomendación. Cuando Víctor Hugo firmó el contrato para escribir Notre-Dame de París, el editor le entregó un anticipo del dinero pactado. Sin embargo, el escritor se pasó todo el año siguiente sin escribir, haciendo lo que hoy denominamos procrastinar, ya que le gustaba mucho hacer vida social.  Cuando el editor se enteró, le dio seis meses para entregar el manuscrito: si no lo recibía en ese plazo, le tendría que devolver el dinero. Víctor Hugo puso toda su ropa de vestir en un baúl y la sacó de su casa para no tener qué ponerse si le tentaba salir. Escribió la obra en cinco meses. Esto es lo que los científicos denominan dispositivo de compromiso: hacer que un hábito que nos cuesta se convierta en algo más atractivo. Quizá no te levantes a las 6 de la mañana para ir a correr solo, pero si te comprometes con un amigo para ir juntos, no le vas a hacer la faena de dejarlo plantado, ¿verdad?

Cómo consolidar un hábito

Para, en palabras de Clear, graduarse en un hábito, lo importante es mejorar un 1 % cada día. Los efectos de los hábitos se multiplican cuando los repetimos en el tiempo, de la misma forma que el dinero se multiplica mediante el interés compuesto. Dedicando tan solo 10 minutos de nuestro tiempo cada día a un nuevo hábito, lo vamos adquiriendo. Hay escritores, por ejemplo, que solo dedican media hora o una hora al día a escribir, y han publicado decenas de buenos libros.

Clear no ignora que cuando intentamos mantener la adquisición de un nuevo hábito pasamos casi siempre por una fase crítica. Por este motivo es crucial que nos lo pongamos lo más fácil posible y nos lo presentemos a nosotros mismos como algo conveniente. De hecho, la conveniencia es la razón por la que nos apegamos a los malos hábitos: solemos verlos como más beneficiosos para nosotros (al menos, a corto plazo).  “Si tienes buenos hábitos, el tiempo se convierte en tu aliado. Solo hay que ser paciente. Pero si tienes malos hábitos, el tiempo se convierte en tu enemigo“, afirma Clear.

En resumen, para adquirir nuevos hábitos, debemos entender un propósito como un punto de inicio, no como una meta; como un objetivo que responde a la nueva identidad que queremos construirnos gradualmente. Si conseguimos automatizar los pequeños pasos que este cambio requiere, cada nuevo paso actuará como una rampa hacia la consolidación del hábito.

El-punto-de-inflexión-en-la-fina-línea-entre-el-éxito-y-el-fracaso
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El punto de inflexión en la fina línea entre el éxito y el fracaso

Susana Lladó - Lladó Comunicación 16 diciembre, 2019 Actualidad

¿Por qué un estudio sobre el éxito y el fracaso?

Michael Jordan ―considerado el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos― decía que había logrado el éxito porque había pasado por muchos fracasos, como tantos otros deportistas de élite.  La acumulación de fracasos antes de alcanzar el éxito también es un punto en común en la biografía de numerosos científicos, artistas, escritores y empresarios célebres (y de muchas personas anónimas): Thomas Edison, Albert Einstein, Isaac Newton, Henry Ford, J.K, Rowling, Walt Disney, Charles Chaplin y Steven Spielberg son algunos ejemplos. Sin embargo, las investigaciones psicológicas y conductuales sobre el éxito y el fracaso que se han realizado hasta ahora no son concluyentes debido a que los prejuicios humanos sobre estas experiencias alteran el recuerdo y la percepción sobre ellas. Por este motivo, porque se sabe muy poco sobre los mecanismos que rigen la dinámica del fracaso, un profesor de gestión de empresas, Dashung Wang, ha llevado a cabo un estudio cuyos interesantes resultados acaban de publicarse en la revista Nature.

Objetivos del estudio sobre el éxito y el fracaso

Es un hecho que los logros humanos suelen ir precedidos de repetidos intentos que fracasan, de la misma manera que también es un hecho que muchas personas que han fallado una y otra vez en sus objetivos no han conseguido alcanzar finalmente sus metas. Es decir, el éxito y el fracaso son dos situaciones que pueden estar separadas por una línea muy fina y, a veces, aparentemente incomprensible. El profesor Dashung Wang ha investigado cuál es ese punto de inflexión.

El punto de inflexión en la fina línea entre el éxito y el fracaso

Los resultados del estudio

Para llevar a cabo el estudio, Wang ha analizado conjuntos de datos a gran escala de empresarios, científicos e, incluso, de organizaciones terroristas, con el propósito de detectar las señales subyacentes al fracaso y el éxito, y poder cuantificarlas.

Algunas de las conclusiones más interesantes, y que el profesor también explica en un podcast de Harvard Bussines Review, son:

  • Lo más habitual es que se fracase en repetidas ocasiones antes de lograr el éxito.
  • Las personas que viven fracasos tempranos suelen ser más exitosas que los que logran éxitos tempranos.
  • Un factor decisivo para lograr el éxito es la reacción que se tiene cuando se fracasa repetidamente en el proceso hacia un logro. De hecho, se podría dividir a las personas con similares características y estrategias en dos grandes grupos: el de las que se dan por vencidas y el de las que no cejan en el empeño. Y lo importante de esto es que muchas personas que se han rendido tras varios fracasos nunca han sabido lo cerca que estaban del éxito cuando abandonaron sus metas. Es decir, dependiendo de en qué lado del punto de inflexión se encuentre uno, el resultado puede ser completamente diferente.
  • En un lado del punto de inflexión encontramos a las personas que fallan una y otra vez, lo vuelven a intentar de nuevo y vuelven a fallar porque no están aprendiendo lo suficiente de los fallos como para diseñar un patrón inteligente de mejora. Esto es lo que Wang denomina estar en la región de estancamiento. Cuando se está en esta región, los reiterados fallos no conducen al éxito. Los datos del estudio muestran claramente que las personas que finalmente fracasan lo hacen porque no han conseguido ser más eficientes tras cada fracaso: se mantiene constante el tiempo (un factor clave) entre los fallos consecutivos.
  • En el otro lado del punto de inflexión se encuentran las personas que, fallando también una y otra vez, consiguen fallar cada vez más rápido hasta llegar al éxito. Cada fallo les sirve para mejorar sistemáticamente el tiempo entre dos intentos consecutivos hasta lograr su meta. En otras palabras, el ritmo del fracaso es un indicador del punto de inflexión entre el estancamiento y el éxito final, ya que la idea de fallar rápido no solo es prescriptiva, sino también diagnóstica.
  • De lo anterior se desprende que uno mismo puede diagnosticarse y saber en qué lado del punto de inflexión se encuentra: si los fallos no se producen en periodos cada vez más cortos, esto puede ser indicativo de que estamos en la región de estancamiento (aunque hayamos introducido mejoras, quizá no son productivas). Por el contrario, si disminuye el tiempo entre los fallos, probablemente será porque nos estamos centrando con éxito en mejorar los puntos necesarios.

Cómo se pasa de un lado del punto de inflexión al otro

El punto de inflexión en la fina línea entre el éxito y el fracaso

Parece que conseguir acortar este tiempo entre fracaso y fracaso es crucial, ya que es indicativo de que estamos trabajando de manera más inteligente (y no de una manera más difícil). También significa que tenemos la capacidad de escuchar las críticas de los demás y tomar nota de lo que hemos hecho bien y de lo que no para centrarnos en introducir cambios en lo que es necesario y mantener lo que hemos aprendido que funciona. En resumen: fallar debe servirnos para crear una dinámica en la que reutilicemos lo que hemos hecho bien y focalicemos en mejorar lo que sigue presentando fallos. Puede parecer obvio, pero según el estudio, este es el punto crítico en las personas que logran cruzar el punto de inflexión.

Tal como explica el profesor Wang, todas las empresas y todos los proyectos viven en algunos momentos un escenario en el que algo no funciona bien, pero esto no significa que la empresa o el proyecto haya fracasado: el éxito o el fracaso dependerán en gran medida de todo lo que hemos explicado. El fracaso es necesario para aprender, mejorar procesos y evolucionar. Lo importante es ir reduciendo todo aquello que nos hace repetir los mismos fallos.

Procrastinar: qué es y cuál es su relación con la depresión_centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart
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Procrastinar: qué es y cuál es su relación con la depresión

Susana Lladó - Lladó Comunicación 25 noviembre, 2019 Concentración, Emociones

Qué es procrastinar

 

Desde hace seis años, La Fundación del Español Urgente escoge la palabra del año entre aquellos términos que han estado más presentes en la actualidad informativa y que, además, tienen interés desde el punto de vista lingüístico. El año pasado, la palabra procrastinar estuvo en la lista de las candidatas; una palabra que muchos consideraron nueva pero que, de hecho, proviene del latín procrastināre y ya aparece en diccionarios de español del siglo XVIII.

Procrastinar significa aplazar y se utiliza a menudo en el ámbito de la gestión de empresas y de la psicología para referirse a un problema con el que se encuentran actualmente muchas personas: posponer tareas importantes que nos exigen un esfuerzo porque nos sentimos incapaces de gestionar el estado de ánimo negativo que nos generan.

 

Procastinar, un mecanismo de defensa de nuestro cerebro

 

Según los neurólogos, no procrastinamos por vagancia: se trata de un mecanismo de defensa del cerebro que intenta eliminar todo aquello que nos produce malestar; en este caso, porque dudamos de nuestras habilidades y/o tenemos miedo al fracaso. Es decir, procrastinar es, fundamentalmente, una decisión irracional. No obstante, es una decisión que nos produce mucha ansiedad y culpabilidad porque sabemos que estamos postergando algo que es ineludible y que ese aplazamiento no puede ser sine die.

Otro elemento clave ligado a la procrastinación es la sustitución. Cuando procrastinamos, sustituimos esa tarea que no queremos realizar por otra más placentera para nuestro cerebro. Por eso, para evitar la procrastinación, los neurólogos recomiendan encontrar recompensas que nuestro cerebro pueda aceptar a cambio de pedirle ese esfuerzo.

Procrastinar: qué es y cuál es su relación con la depresión_centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart

Procrastinación y depresión

 

Los psicólogos han investigado la relación entre el hábito de la procrastinación y la depresión, ya que la evitación y los pensamientos rumiativos son dos síntomas centrales de esta.

Tal como se explica en el artículo Cómo están relacionadas la procrastinación y la depresión, publicado en Psychology Today, las personas que sufren depresión pierden el interés en actividades que antes disfrutaban porque los sentimientos de inutilidad, tristeza e irritabilidad que experimentan les hacen temer que no puedan estar a la altura llegado el momento. Por eso evitan dichas situaciones.

Asimismo, el aislamiento social que también caracteriza a las personas con depresión puede llevar a la procrastinación cuando una tarea requiere realizar acciones como hacer una llamada a un extraño o conocer a alguien nuevo (desde llamar al fontanero para una reparación a planificar una reunión). Esta falta de autoestima y confianza en uno mismo puede provocar, a su vez, comportamientos que otros no entienden y dañar las relaciones sociales y profesionales, con lo cual la persona deprimida se siente cada vez más avergonzada y herida, afianzándose el círculo vicioso.

Otro punto de relación entre la procrastinación y la depresión es la dificultad que tienen estas personas para planificar tareas que requieren varios pasos o subtareas: iniciar estas secuencias se les hace tan inasumible que rechazan iniciarlas. Por este motivo, en su terapia, es fundamental trabajar para que se impliquen en actividades que les puedan generar una sensación de logro que contribuya a cambiar sus pensamientos deprimidos (activación conductual).

Por último, la tendencia a rumiar sobre lo que se está postergando en lugar de afrontarlo es una tendencia que agrava la depresión, del mismo modo que la depresión tiene efectos paralizantes (aquí, de nuevo, se da una retroalimentación entre ambas tendencias).

Cómo debemos pedir ayuda para que nos digan que sí_Centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart
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Cómo debemos pedir ayuda para que nos digan que sí

Susana Lladó - Lladó Comunicación 18 agosto, 2019 Habilidades de comunicación

Todos nos vemos alguna vez en la situación de tener que pedir ayuda a alguien, ya sea a un colega del trabajo, a un amigo o incluso a un desconocido. Sin embargo, no siempre sabemos cómo hacerlo: quizá porque nos cuesta admitir que la necesitamos o porque nos da vergüenza pedir un favor. Asimismo, también hay personas que no dudan en solicitar ayuda, pero la piden tan mal que es difícil que obtengan un sí como respuesta. En este vídeo de Ted Talks, la psicóloga social Heidi Grant nos explica las cuatro reglas para pedir ayuda sin que nos sintamos incómodos y para conseguir que nos la presten (el vídeo cuenta con transcripción al español). Resumimos las ideas principales.

Primera regla para pedir ayuda: sé claro y conciso en tu demanda

En general, todos disponemos de poco tiempo y, aunque tengamos una predisposición a ayudar a los demás, no queremos que nos hagan perder el tiempo. Es decir, no estamos dispuestos a brindar una ayuda que no va a servir para nada. Así que, al plantear nuestra solicitud, debemos ser claros y específicos: debemos comunicarle al otro qué tipo de ayuda necesitamos y por qué. Ser imprecisos e indirectos no motivará al otro a implicarse en lo que demandamos.

Segunda regla para pedir ayuda: no canses al otro excusándote

Muchas personas, cuando piden ayuda, no hacen más que hablar de lo mucho que sienten tener que pedirla. Es decir, en lugar de centrarse en la solicitud, ponen el acento en hablar de sí mismos y en lo mucho que les incomoda molestar al otro; con lo cual consiguen resultar molestas.

Tercera regla para pedir ayuda: hazlo personalmente, no por correo

Pedir un favor es algo personal. Y es de mal gusto pedir algo personal por correo electrónico o por WhatsApp. Quizá a algunas personas les resulte menos violento pedir ayuda por estos medios, pero, lo más probable, es que el que reciba la solicitud de ayuda de una manera tan impersonal, también responda de manera impersonal diciendo que no. Hay que pedir ayuda personalmente o, al menos, por teléfono.

Cuarta regla para pedir ayuda: informa al otro de los resultados de su ayuda

No es cierto que las personas ayudamos por ayudar: las personas ayudamos con el objetivo de que nuestra ayuda sirva para algo. Esto es lo gratificante de ayudar a los demás. Por lo tanto, cuando pedimos un favor, después debemos informar a la persona que nos ha ayudado de los resultados que ha tenido su ayuda.

Cómo relajarse en vacaciones y desconectar del trabajo
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Cómo relajarse en vacaciones y desconectar del trabajo

Susana Lladó - Lladó Comunicación 25 julio, 2019 Ansiedad, El trastorno de lateralidad

Muchas personas no consiguen relajarse en vacaciones, ni desconectar del trabajo. Estos días de descanso tan importantes para la salud física y mental les producen ansiedad y siguen chequeando continuamente sus correos electrónicos, piensan en lo que tendrán que hacer cuando regresen a su puesto de trabajo o se llenan la agenda vacacional de un montón de actividades para intentar complacer a los otros miembros de la familia.

Si es tu caso, aquí tienes algunas sugerencias que pueden ayudarte a disminuir el estrés, desconectar, recargarte, y disfrutar realmente de tus días de vacaciones:

Cómo relajarse en vacaciones y desconectar del trabajo

1.Antes de empezar las vacaciones, deja acordado en el trabajo todo aquello que podría interferir en tu desconexión: quién asumirá tus funciones, quién se responsabilizará de gestionar los imprevistos que puedan surgir en tu ausencia, etc.

2.Usa las tecnologías siguiendo un criterio que beneficie tu salud: a algunas personas les estresa desconectarse completamente; en cambio, para otras es imprescindible hacerlo para conseguir descansar mentalmente. En cualquier caso, si vas a seguir conectado, reduce el tiempo de conexión. Respecto al trabajo, si no puedes evitar estar pendiente porque la desconexión te produce más estrés, una opción puede ser consultar tus correos únicamente una vez al día.

3.Si te vas de viaje, evita coger un vuelo, un billete de tren o emprender el viaje en coche a primera hora de la mañana: aunque quieras aprovechar al máximo los días, pegarte un madrugón no te va a ayudar a empezar a bajar el ritmo de estrés habitual.

4.El primer día de vacaciones no hagas planes: tómate tu tiempo para descansar, dormir o explorar tranquilamente las inmediaciones del hotel o del lugar en el que te encuentres.

5.Si vas a pasar tus vacaciones en pareja, con la familia o con amigos, encuentra cada mañana un espacio y un tiempo para ti en el que puedas ordenar tus pensamientos, relajarte y prepararte emocionalmente para después poder compartir buenos momentos con los demás.

Cómo relajarse en vacaciones y desconectar del trabajo

6.A la hora de planificar visitas culturales, excursiones y otro tipo de actividades, no te llenes la agenda hasta la extenuación. La mejor opción es escucharse a uno mismo y hacer lo que de verdad se quiere hacer y al propio ritmo (no al de la batuta de nadie). Si tienes que negociar los planes con otras personas, sé asertivo (no reactivo). Ten en cuenta que el significado de descanso no es el mismo para todas las personas: para algunas es tener la posibilidad de no hacer nada (o lo mínimo posible), para otras es realizar actividades que las estimulan, y para otras personas es un equilibrio entre el relax y la actividad.

7.Deja lugar para la improvisación: no planifiques cada hora de tus vacaciones. Los psicólogos han observado que las personas solemos disfrutar más de las actividades no programadas: probablemente, porque no hay una restricción de tiempo y porque hay más probabilidades de que surjan situaciones nuevas que ayudan a que el cerebro se desconecte.

8.Haz cosas distintas a las que haces normalmente, que estimulen tu mente, y adopta una actitud de juego al hacerlas: es una excelente manera de ayudar al cerebro a desconectar y reducir el estrés (lee el artículo Por qué viajar es muy bueno para el cerebro).

9.Aprovecha las vacaciones para fortalecer los lazos con las personas que quieres y aprecias: tu cerebro liberará endorfinas.

10.Evita las sobremesas eternas y las siestas prolongadas después de las comidas. Sal a caminar, mantente en contacto con la naturaleza y respira aire fresco: tu nivel de estrés disminuirá y será beneficioso para tu presión arterial.

11.Haz ejercicio: además de ser beneficioso para tu salud física, el ejercicio mejora el estado de ánimo y reduce la tensión y la fatiga.

12.Si tienes la tentación de trabajar solo un rato, recuerda que no es saludable que los límites entre el trabajo y el descanso sean borrosos: ya hay estudios en los que se ha comprobado que no establecer claramente esta diferenciación puede repercutir negativamente en el estado de ánimo, interrumpir el proceso de desconexión y afectar negativamente a las relaciones con los demás.

13.Si te gusta leer y habitualmente lo haces sobre temas relacionados con tu profesión, cambia la temática de los libros.

En resumen: para que las vacaciones sean realmente vacaciones, debe haber libertad de elección y realizar actividades distintas a las que conforman nuestra rutina.

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