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El trastorno de lateralidad y las dificultades de discriminación perceptiva
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El trastorno de lateralidad y las dificultades de discriminación perceptiva

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 10 octubre, 2016 El trastorno de lateralidad 0

¿Cómo afecta a las personas con trastorno de lateralidad no tener establecido el esquema corporal y no discriminar entre izquierda y derecha?

Cuando una persona no ha establecido un buen esquema corporal y no discrimina bien entre izquierda y derecha, tiene serias dificultades para registrar adecuadamente los estímulos visuales externos; es decir, tiene dificultades de discriminación perceptiva. Esto es lo que les ocurre a las personas con trastorno de lateralidad. Vamos a ver, con ejemplos, qué significan estas dificultades de discriminación perceptiva, cómo se tratan, qué obstáculos encuentra el paciente durante la terapia y cómo le afecta emocionalmente el problema.

 

«Es preciso “instalar” al niño en un ambiente lúdico, en el que no tenga la sensación de que se está trabajando su problema de forma académica», señala el psicólogo del centro Pere Ferran.

 

Cuando miramos letras, imágenes o números estamos recibiendo estímulos visuales externos. Para que nuestro cerebro los registre e interprete adecuadamente es necesario que tengamos bien establecidos los puntos de referencia a partir de nuestra percepción interna del esquema corporal y que podamos diferenciar espacialmente entre izquierda y derecha. ¿Qué ocurre cuando esto no es así? Las consecuencias son múltiples: no se ven rectos los números, muchas veces cuesta apreciar que siguen un orden, que componen una operación matemática; se confunden, girándolos, números similares como el 6 y el 9, y también se confunden letras similares, como la p, la q, la d y la b (por citar solo algunas).

dificultades de discriminación perceptiva

Los niños con dificultades de discriminación perceptiva pueden, por ejemplo, ver bien un número, pero escribirlo al revés.


 

Estas dificultades de discriminación perceptiva influyen, obstaculizándolo, en el aprendizaje de la lectura, la escritura, las matemáticas y el razonamiento lógico de los niños, provocando su retraso escolar y causándoles muchos problemas emocionales: se dan cuenta de que experimentan estas confusiones, de que sus compañeros de clase no las tienen e, inevitablemente, en una edad en la que se es muy vulnerable, se comparan con sus compañeros “normales”.

dificultades de discriminación perceptiva

Confusiones propias de los niños con problemas de lateralidad.

 

La terapia de discriminación perceptiva: cómo superar la evitación

Los niños con dificultades de discriminación perceptiva terminan por “enfrentarse” a los estímulos visuales de forma rápida, sin fijar su atención: como saben que les cuesta discriminar, y que hacerlo les supone mucho esfuerzo, optan por una actitud de evitación.  Sin embargo, conseguir que el paciente se fije en los estímulos que recibe y que vea cuáles son sus errores de percepción es un trabajo fundamental dentro de la terapia. ¿Cómo superar entonces su resistencia a focalizar la atención? ¿Cómo romper este círculo vicioso?

 

“Es habitual que en el niño se den dos emociones aparentemente contradictorias: la alegría, por ver que sí son capaces de discriminar si prestan la suficiente atención, y la rabia por tener que esforzarse, ya que hacerlo les supone invertir más tiempo en procesar los estímulos. Por esto es muy importante integrar la terapia emocional en el tratamiento”, aclara Ferran.

 

Pere Ferran, terapeuta emocional y de lateralidad y psicomotricidad de nuestro centro, nos explica que “Cuando algo nos supone mucho esfuerzo, tendemos a rehuirlo. Por esto, en primer lugar, es preciso “instalar” al niño en un ambiente lúdico, en el que no tenga la sensación de que se está trabajando su problema de forma académica. A través de ejercicios que el niño percibe como juegos, le hacemos ver las diferencias. Cuando se da cuenta de que haciendo el esfuerzo discrimina mejor, los buenos resultados se convierten en sí mismos en una gran motivación”.

 

El trastorno de lateralidad y las dificultades de discriminación perceptiva

La rabia es una emoción habitual que aparece cuando el niño se da cuenta de que tiene que esforzarse para lograr discriminar.

 

No obstante, Pere Ferran también puntualiza que, en esta fase de la terapia, muchas veces los niños entran en conflicto consigo mismos: de la misma manera que comprenden que el esfuerzo les reporta resultados satisfactorios, también se dan cuenta de que, entonces, tienen que renunciar a la manera con la que siempre han afrontado los estímulos visuales. Ahí es donde suelen manifestar una resistencia al cambio. «Es habitual que en el niño se den dos emociones aparentemente contradictorias: la alegría, por ver que sí son capaces de discriminar si prestan la suficiente atención, y la rabia por tener que esforzarse, ya que hacerlo les supone invertir más tiempo en procesar los estímulos. Por esto es muy importante integrar la terapia emocional en el tratamiento”, aclara Ferran.

 

Trastorno de lateralidad y problemas al leer números, letras y ver imágenes.

La terapia emocional forma parte del tratamiento para trabajar la resistencia del niño y reforzar sus logros.

 

Hay que tener en cuenta que estos niños con dificultades de discriminación perceptiva son niños que han estado evaluados continua y negativamente en el pasado. Forma parte esencial de la terapia, por tanto, reforzar cada progreso que hacen durante el tratamiento y trabajar sus emociones, como la rabia, permitiéndoles que pongan palabras a lo que les está ocurriendo.

Si tienes cualquier consulta sobre este tema, no dudes en contactar con el equipo de terapeutas de nuestro centro.

 

Reeducación psicomotriz. El caso de Diego Parte II_
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Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (parte II)

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 19 septiembre, 2016 El trastorno de lateralidad, Terapia psicomotriz 0

Reeducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego*

Publicamos la segunda parte del artículo en el que la directora de nuestro Centro de lateralidad y psicomotricidad, Joëlle Guitart, expone el caso de uno de sus pacientes, desde que sus padres acudieron a la consulta por primera vez hasta su recuperación. *Por motivos de confidencialidad, hemos cambiado el nombre del paciente, al que hemos llamado Diego.

Segundo periodo de la reeducación psicomotriz

Séptimo mes

Se ve a Diego menos inhibido. Presenta mayor movilidad corporal, se anima mucho en los juegos dinámicos y ahora se ríe constantemente. La expresión oral todavía le resulta muy difícil. En la primera sesión, hizo relajación sentado y, al final, acostado con los ojos abiertos. Cerrarlos le crea bastante inquietud.

Jugamos a lanzar unas pelotas de papel dentro de una cesta. Esto facilita pasar a ponérnoslas encima de la cabeza y hacer equilibrio sobre un pie. Ríe mucho cuando se cae la pelota. De este modo, le iniciamos en una toma de conciencia del cuerpo a través de la búsqueda del equilibrio.

Nos ponemos un aro de goma encima de la cabeza y andamos lentamente evitando que se caiga. Luego, subimos y bajamos del banco o de una silla, nos ponemos de rodillas, nos sentamos, nos balanceamos de derecha a izquierda y de delante hacia atrás, procurando siempre que no se caiga el aro. Siguiendo con el aro en la cabeza, ponemos una música. Uno se mueve según el ritmo de la música y el otro ha de imitarlo. En una última fase del juego, introducimos un elemento nuevo a nuestra comunicación: le propongo que nos balanceemos fijos en el mismo sitio, siguiendo la música y dándonos luego las manos y, después, cogiéndonos de los hombros. Diego acepta este contacto corporal y se deja llevar por el ritmo. Parece estar contento y le agrada mucho el ejercicio.

 

Octavo mes

Le pregunto, mientras jugamos, en qué trabaja su papá. Me contesta que es comerciante. Esto me sugiere que juguemos a que él sea el vendedor y yo la compradora. Esta sesión fue una sesión importante, ya que le permitió expresar sus afectos a través del lenguaje vendedor-comprador. Por primera vez, Diego habla un poco, expresa verbalmente frases muy cortas: «¿Qué desea, señora?», «No, no hay» o «si hay», «son 15 euros», etc.

Conversación con la maestra: la maestra es la misma del curso pasado, uno de los motivos por lo que Diego pasó de curso. Comenta que Diego está cambiando mucho de comportamiento: juega con los niños de su edad, se ríe con frecuencia, presta más atención en las clases y realiza las tareas con menos lentitud. Sin embargo, los resultados escolares aún son deficientes.

Entrevista con la madre:

Evidentemente, están muy satisfechos de que Diego haya pasado de curso. Señala que, ahora, el niño está menos pegado a ella, que no mira tanto la televisión, está más activo y se chupa menos el pulgar.

 

Noveno mes

A partir de este mes, se produce una evolución constante en Diego, sobre todo en su comportamiento. Los juegos siguen siendo un elemento importante en las sesiones. Tengo que seguir adaptándome mucho a cada momento sin poder llevar a cabo sesiones previamente preparadas.

Sus juegos preferidos son: arrojarnos con fuerza la pelota intentando que nos toque, el juego del colchón (él se pone encima y yo he de arrastrarlo) y, cogiéndonos de las manos, empujarnos con fuerza tratando de hacernos caer uno al otro.

 

Décimo mes

A veces, acepta los ejercicios que le propongo, aunque lo hace sin demasiado entusiasmo. De todos modos, no se bloquea como lo hacía antes. Aprovecho estos momentos para trabajar el esquema corporal, la organización perceptiva y la atención.

Utilizo el espejo para algunos ejercicios de esquema corporal. Diego se coloca frente al espejo y menciona las distintas partes del cuerpo que le señalo, incluyendo la noción derecha-izquierda. Una variante del ejercicio es que él mismo se toca las partes del cuerpo que le voy indicando. Después de los ejercicios con el espejo, se tiende sobre el colchón con los ojos abiertos (alguna vez lo hace con los ojos cerrados) y levanta la parte del cuerpo que le menciono. En la fase actual, Diego realiza mejor la relajación, la cual consiste en levantar y dejar caer una mano, luego la otra, y, del mismo modo, los antebrazos, brazos, piernas y pies. Se le nota más relajado, exceptuando los hombros y nuca, que siguen bastante tensos. Finalmente, trabajamos el esquema corporal por medio del dibujo, la pintura y la plastilina.

 

Undécimo mes

Aunque continuamos los juegos de pelota, arrastre de colchón, escondites, etc., Diego se adapta cada vez más a las sesiones que le propongo. Durante este mes, trabajamos los elementos anteriormente mencionados y también la noción de ritmo. A modo de ejemplo, voy a explicar cronológicamente la última sesión de este mes:

Diego anda por la sala siguiendo un cierto ritmo. Manteniéndolo, pasa de andar a saltar con los dos pies juntos, con un solo pie, con el otro y corriendo.

Hacemos la relajación con el colchón.

Diego da palmadas al ritmo del metrónomo. Cuando este se para, ha de continuar con las palmadas manteniendo el ritmo.

Con el metrónomo a un ritmo normal, cada uno debe dar una palmada alternativamente siguiendo los tiempos del metrónomo. Posteriormente, hemos de dar una palmada al primer tiempo, no hacerlo en el segundo y tercero, y volver a palmear en el cuarto, y así sucesivamente.

Después de este último ejercicio, que ha exigido una atención bastante sostenida, hacemos un ejercicio derivativo, como es saltar a la cuerda o bailar al ritmo de una música tipo jazz. Después, Diego tiene que expresar con pintura lo que ha sentido con esa música. A veces lo expresa con sonidos y gritos. Terminamos la sesión con una relajación acostado.

El desbloqueo verbal de Diego se va intensificando.

 

Balance psicomotor de Diego

A finales de este mes, realizamos otro balance. Se observa una gran mejoría en el área motriz, la cual ya se corresponde con el nivel de 7-7 años y medio. Diego, ahora, tiene 8 años. En las áreas de estructuración espacio-temporal y organización perceptiva hace progresos que le sitúan al nivel de 6 años y medio-7 años.

La integración del esquema corporal de Diego también está mucho mejor. La orientación derecha-izquierda sobre sí mismo está bien integrada y corresponde al nivel de 7 años. Cuando es sobre los demás, continua con bastantes dudas; lo cual es lógico, ya que es una noción que se adquiere a los ocho años.

Ahora, en sus dibujos, Diego representa la figura humana más proporcionada y sin que le falten las manos. Su lateralidad es actualmente homogénea: diestro de manos, ojos y pies. En su tensión neuromuscular se observa una ligera hipertonía.

La actuación sobre las áreas de estructuración espacio-temporal y organización perceptiva se refleja en sus mejoras escolares, sobre todo, en la lectura.

El nivel de seguridad y confianza que ha alcanzado han permitido ir introduciendo una mayor selección en los ejercicios y una mejor aplicación en la ejecución. Esta línea debe continuar progresando.

Entrevista con los padres de Diego:

Los padres encuentran a Diego muy cambiado, incluso “contestón”. A menudo, sus compañeros de clase lo invitan a sus casas. Los resultados escolares son mejores. Diego logra seguir el ritmo de la clase, aunque todavía con esfuerzo.

Entrevista con la maestra:

Encuentra a Diego mucho mejor. Su escritura ha mejorado, y lee más rápido. A veces, responde oralmente a las preguntas que ella hace en clase. Ya no está tan pegado a los adultos.

 

Tercer periodo de la reeducación psicomotriz

Duodécimo mes

Diego sigue bastante bien el ritmo de la sesión. En las actividades de juego, busca aquellos en los que se produce una proximidad física, o juegos en los que pueda emitir sonidos. Le gusta el tobogán (con el banco apoyado en la espaldera). A veces, le gusta que le empuje; otras, se deja deslizar solo. Le atrae el juego de la casa: construye una casa con colchones, se pone dentro y emite con mucha fuerza sonidos o frases ininteligibles. También le gusta el juego del eco de la montaña: se pone debajo de los colchones y, cuando yo emito un sonido, él lo repite.

 

Decimotercer mes

A partir de este mes, realizo un cambio importante en la dirección terapéutica: puedo conducir a Diego, progresivamente, hacia los ejercicios psicomotores manteniendo algunos momentos de juego.

La toma de conciencia corporal de Diego viene acompañada de un verdadero desbloqueo de su lenguaje verbal: habla de sí mismo, de sus actividades en casa, de las películas que ha visto en el cine, etc. Se observa, también, un desbloqueo de los procesos intelectuales: puede elaborar sus juegos y entrever, por ejemplo, el plano de su casa. Teme menos quedarse solo. En su casa, adquiere más autonomía y se atreve a replicar a sus padres.

 

Decimocuarto mes

A continuación, describo una sesión en la que Diego participó con mucho entusiasmo:

  1. Pongo el metrónomo a ritmos diferentes: normal, lento y rápido. Diego ha de seguir estas variaciones y pararse cuando deja de sonar para volver a andar cuando, nuevamente, se pone en marcha.
  2. Ahora, debe andar al ritmo normal del metrónomo, pero golpeando más fuerte con el pie cada tres tiempos. Le indico que cuando dé el golpe con un pie, la siguiente vez lo dará con el otro.
  3. Hay una cuerda de saltar tendida, con uno de los cabos fijado a la espaldera y el otro fijado en la mano del reeducador, quien hace girar la cuerda. Diego tiene que pasar por encima o por debajo sin tocar la cuerda.
  4. Coordinación brazos-piernas. Efectuando un primer salto, debe poner las manos en sus hombros; en un segundo salto, bajar los brazos, y en el tercero, ponerlos en la nuca.
  5. Ejercicio respiratorio. Con el objetivo de que Diego tome conciencia de su capacidad torácica, realiza algunas profundas inspiraciones y espiraciones estando de pie con las manos abiertas y adosadas a la parte inferior de cada lado del tórax.
  6. Relajación. Se acuesta en el colchón con los ojos cerrados y se queda inmóvil. Al controlarle, se observa que está bastante relajado, incluso de hombros y nuca.
  7. Ejercicio de control motor y de ritmo.
    1. Andar cuatro tiempos del metrónomo. Luego, pararse cuatro tiempos.
    2. El mismo ejercicio anterior añadiendo unos sencillos movimientos de brazos en los cuatro tiempos de posición de parada.
    3. Simultanear la marcha con los movimientos de brazos en los mismos cuatro tiempos, y pararse otros cuatro tiempos.
  8. Estructuración espacial.
    1. Con los ojos cerrados, dar la vuelta en torno a una silla situada a 3-4 metros tratando de no tocarla, y volver al punto de partida.
    2. Escogemos 4 objetos. Hacemos corresponder una cifra a cada uno de ellos: por ejemplo, a la pizarra, el número 1; al colchón, el número 2; a la espaldera, el número 3, y el 4 a la ventana. Se le pide a Diego que haga un recorrido de un objeto al otro siguiendo la serie 2324.
    3. Calcular, por medio de la observación, cuántos pasos hay de un punto a otro; por ejemplo, de la puerta a la ventana, de la ventana a la pizarra. Luego debe comprobarlo.
  9. Esta sesión terminó con un ejercicio de relajación.

Diego lleva a cabo esta sesión sin gran dificultad, exceptuando el ejercicio del recorrido 2324. Entre ejercicio y ejercicio, comentaba cosas que le habían sucedido en el comedor del colegio y la invitación que le había hecho un compañero de clase para ir a su fiesta de cumpleaños.

 

Decimoquinto mes

Se trabajó, sobre todo, la estructuración espacio-temporal, la atención y el lenguaje.

De los ejercicios de lenguaje, a Diego le gustaba especialmente uno en el que leía un párrafo y luego lo explicaba con un dibujo o escenificándolo conmigo. En este último caso, Diego hablaba sin dificultad, aunque las frases eran cortas y el vocabulario pobre.

En el mes de mayo, tengo un cambio de impresiones con los padres y la maestra: observan una gran evolución en su comportamiento y carácter. Diego sigue el ritmo de las clases y alcanza un nivel medio. Les comento a ellos y a Diego que, si los resultados del balance psicomotor que haré en julio no indican lo contrario, probablemente concluiremos la terapia.

 

Decimosexto mes

Resultados del balance psicomotor de Diego

En el momento de realizarlo, Diego tiene ocho años y seis meses. A nivel motor, está como corresponde a su edad. La estructuración espaciotemporal y la adquisición del esquema corporal con orientación D-I corresponde a un nivel de ocho años. La motricidad facial presenta también el nivel de ocho años. En organización perceptiva, los resultados de Bender ofrecen un nivel de ocho años y medio. La lateralidad de Diego es homogénea, y la tensión neuromuscular es de una ligera hipertonía. En la realización de las pruebas, Diego se mostró alegre y comunicativo.

Última entrevista con los padres de Diego:

Tanto los padres de Diego como él están contentos de finalizar la terapia. La madre expresa sentimientos de inseguridad («Ahora, sin la terapia, ¿no va a retroceder?»). Les explico que no hay motivo para que tengan estos temores, que Diego ya no presenta las dificultades que presentaba al inicio de la terapia y que pueden realizarme cualquier consulta que les surja en adelante.

 

Conclusión del caso de Diego

Al comienzo de la reeducación, Diego se presentó como un niño muy inhibido. Un estado de tensión psíquica y física le bloqueaba el lenguaje, el pensamiento y el cuerpo. Estaba hundido en su angustia. Como descarga de esta tensión emocional, Diego utilizaba las risas, los gritos y los sonidos fuertes. Se descargaba también por una necesidad de oposición (sobre todo, familiar). Hay que entender esta necesidad de oposición como su debate por obtener la diferenciación del Yo frente al mundo externo.

Después, Diego entró en una segunda etapa en la que se produjo el desbloqueo verbal y la aceptación a seguir el ritmo de clase que se le proponía.

Diego necesitó revivir los estadios más precoces del desarrollo psicomotor, ejercer sus posibilidades motoras, tomar conciencia de su unidad corporal, vivir muchas situaciones de juego que le permitían establecer una relación de seguridad con el terapeuta e integrar progresivamente las experiencias vividas en un clima gratificante y en el que se sentía valorado.

La terapia le ha proporcionado los medios para satisfacer su necesidad natural de movimiento y de acción, desarrollar su espontaneidad, ejercer su creatividad no solo a través del cuerpo, sino también mediante el lenguaje verbal, léxico y gráfico. En cuanto Diego se encontró más autónomo, pudo seguir correctamente su aprendizaje escolar.

Tres meses después de finalizar la terapia psicomotriz, tuve una entrevista con la psicóloga. Sus conclusiones fueron las siguientes:

En el plano relacional y de comportamiento, Diego tiene la conducta de un niño de su edad, bien integrado en el colegio y en su casa.

En el plano psicomotor, no presenta problemas.

En el lenguaje, se observa una neta mejoría.

Todo el trabajo de la terapia de reeducación psicomotriz ha permitido que Diego se readapte escolarmente y reencuentre la espontaneidad y la alegría de vivir que habían sido reprimidas.

Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (Parte I)
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Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (parte I)

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 8 septiembre, 2016 El trastorno de lateralidad, Terapia psicomotriz 0

Reeducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego*

Hoy publicamos la primera parte de un artículo en el que la directora de nuestro Centro de lateralidad y psicomotricidad, Joëlle Guitart, expone el caso de uno de sus pacientes, desde que sus padres acudieron a su consulta por primera vez hasta su recuperación. *Por motivos de confidencialidad, hemos cambiado el nombre del paciente, al que hemos llamado Diego.

Cuando los padres de Diego acuden a la consulta por primera vez, él tiene siete años. Ambos son comerciantes. El padre tiene 43 años; la madre, 39, y tienen otra hija, Alejandra, de dos años y medio. Llegan a la consulta por consejo del colegio de Diego, y explican que el niño tiene dificultades escolares y de expresión verbal.

Entrevista con los padres de Diego

Durante la entrevista preliminar, los padres de Diego explican que el embarazo y el parto se desarrollaron sin complicaciones, y que su desarrollo psicomotor también fue normal: aguantaba la cabeza erguida a los tres meses, comenzó a mantenerse sentado a los seis y a caminar cuando cumplió un año. El control esfinteriano se produjo, sin embargo, con retraso: «Hasta el año pasado, Diego mojaba la cama casi cada noche.»

A Diego no le gustan los deportes, es muy patoso jugando a la pelota y tiene miedo a montar en bicicleta. También le asusta la piscina, aunque sabe nadar. Es un niño muy afectuoso, pero muy reservado, incluso con sus padres. Le cuesta separarse de ellos, como se demostró cuando fue a un campamento de verano el año anterior: la experiencia fue muy negativa. Empezó a ir a la guardería a los tres años, aunque con una enorme dificultad: lloros, vómitos…Todavía se chupa el pulgar.

La relación con su hermana parece buena: juega mucho con ella. Está muy apegado a su madre y siente temor ante su padre. En preescolar, Diego empezó a mostrar dificultades para los ejercicios manuales. Parece que va a tener que repetir curso. El padre tiene mucho interés en que no sea así.

Los padres vienen con un informe del psicólogo de la escuela y una nota de la maestra.

Informe psicológico de la escuela de Diego

En el informe psicológico, se observan los siguientes resultados:

Su CI es de 103 (W.T.S.C.). En la realización de las pruebas se observó un bloqueo en la expresión verbal y en los dibujos.

Presenta un retraso en el vocabulario de más de un año, así como dificultades psicomotrices que aparecen en el Bender.

En las pruebas de personalidad manifestó un gran afecto por su madre y un rápido cansancio en las relaciones con los demás.

Se aconseja una reeducación psicomotriz con el fin de trabajar las dificultades en este campo y obtener una mejor adaptación escolar.

Nota de la maestra de Diego

«Diego no sigue el ritmo de la clase. Es muy distraído y muy pasivo. Presenta importantes dificultades en lectura y escritura. Busca el contacto con los adultos o con niños de clases inferiores. En clase está triste y replegado en sí mismo.

Entrevista con Diego

Diego entra con la cabeza hundida entre los hombros. Es un niño más bien delgado y pálido. Sonríe poco. Sabe por qué viene a verme: «Porque no leo muy bien y no tengo la letra bonita, y si sigo así no pasaré de curso.»

Le explico que al día siguiente haremos unas pruebas psicomotoras. Está de acuerdo y en el transcurso de la entrevista se nota que pide ayuda.

Informe psicomotor realizado en nuestro centro

Efectivamente, Diego presenta un retraso psicomotor y una pobreza de expresión verbal.

En las pruebas motrices de Guilmain tiene un nivel de 5-6 años.

No reconoce bien ni la izquierda ni la derecha.

El conocimiento de su esquema corporal es deficiente.

Su estructura espacio-temporal corresponde a la de un niño de 5 años.

Su lateralidad es heterogénea.

Es ambidiestro de manos, aunque en las pruebas de escritura utiliza la derecha.

Es zurdo de pie en pruebas estáticas y diestro en pruebas dinámicas.

Es diestro de un ojo.

Su capacidad de atención corresponde también a la de un niño de 5-6 años.

Se muestra muy inseguro en la realización de las pruebas.

Conclusión del centro de lateralidad

El cuadro descrito muestra que la terapia individual por mediación corporal es la más adecuada para Diego. Decidimos iniciarla con una frecuencia de dos veces por semana.

El alto grado de inhibición, inseguridad y desconfianza de Diego hacen que, antes de tratar los puntos de repercusión escolar, me centre en crear un clima de relajamiento y confianza. Me tendré que adaptar primero a su realidad para lograr que después él se adapte a la realidad de las sesiones y del mundo exterior. Con este criterio inicio las sesiones basándome en juegos: buscando los que más le interesan y le permitan desbloquear mínimamente su espontaneidad.

A los juegos que acepta les incorporo elementos de tratamiento psicomotor: equilibrio, coordinación, ritmo, etc.

Evolución de Diego

Explicaremos la evolución de Diego dividiéndola en tres periodos, la suma de los cuales constituyen los 11 meses siguientes de terapia.

Primer periodo de la reeducación psicomotriz

 

Reducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego

 

Primer mes

En la primera sesión, se le presenta el material con el que trabajaremos, pero Diego se queda inmovilizado en la sala de reeducación. Además, no toma ninguna iniciativa y se muerde las uñas. Esto lo hará durante mucho tiempo.

Le cuesta mucho reproducir el toque de tambor que previamente yo realizo. Advierto que sonríe si golpeo fuerte el instrumento, pero es incapaz de hacer lo mismo. Cuando le planteo un juego sencillo como es lanzar un aro de goma, se bloquea.

Durante todo el primer mes, Diego mantendrá esta actitud replegada.

No puede mover su cuerpo y, si alguna vez lo hace, es con muy poca amplitud. Es incapaz de coger una pelota. Parece como si su cuerpo le fuera extraño. Frente a cualquier petición, se bloquea y se queda inmóvil.

Al cabo de diversas propuestas de juego, finalmente, escoge un rompecabezas. Se queda de pie frente a las estanterías, mirando el rompecabezas y sin poder hacer ningún gesto para cogerlo. Realiza una figura con gran lentitud y dificultad.

Segundo mes

Se aprecia algo más de expresividad en su rostro. Parece menos angustiado y más contento de acudir a las sesiones, aunque mantiene su actitud inhibida y no habla. Con el objetivo de lograr una situación en la que Diego se sienta más seguro y obtener así el nivel de comunicación necesario, renuncio a hacerle preguntas, evito la solicitación verbal y le propongo juegos más sencillos.

Uno de los juegos es el de “jugar a pillar”. Diego no sabe decidir quién ha de coger a quién. Cuando él tiene que cogerme a mí, apenas me toca. Las sesiones de este mes muestran las importantes dificultades que Diego tiene para moverse, así como su bloqueo total para expresarse.

Parece que le gusta lanzarme pelotas de forma que yo no pueda cogerlas. Esto le hace reír mucho, pero con una risa ahogada. Estas risas y los gritos van adquiriendo mucha importancia en el «vivido» de la reeducación. Descubre el «túnel de la risa» ( un objeto de forma cilíndrica y de unos dos metros de longitud por el que los niños pasan a gatas) y pasa mucho tiempo dentro de él emitiendo unos sonidos cortos y agudos.

Cita con los padres: la madre acude sola a la visita. Comenta que Diego viene de buen grado al centro, pero que en el colegio continua con las mismas dificultades

Tercer mes

La tónica es parecida a la anterior. Diego se encierra, a menudo, en una sola actividad durante toda la sesión. Una de sus actividades consiste en golpear una pelota con una pala de ping-pong. Lo hace con gran intensidad y cada vez con más risas y más ruidosas. Otra actividad que le gusta es saltar con los pies juntos de un aro a otro (están distribuidos en círculo por el suelo). Cada vez salta con más rapidez, pero sin cuidar la corrección de la coordinación motriz.

Comunicación telefónica de la maestra: no se observa un gran cambio.

Cuarto mes

En general, a Diego le agradan las actividades dinámicas y no le atraen tanto los ejercicios de mesa: rompecabezas, dibujo, adhesivos, etc. Las actividades dinámicas le permiten esas risas que he comentado; risas que son verdaderas descargas de tensión.

Trabajamos siempre sobre las bases de la espontaneidad y el juego, la noción de espacio, ritmo y tiempo. En este tipo de trabajo se distrae bastante, le cuesta mucho esfuerzo y le crea cierta ansiedad. En los juegos dinámicos trabajamos el equilibrio dinámico y la coordinación general.

Es incapaz de realizar los ejercicios de relajación en posición acostada: solo los puede hacer sentado y después de haber realizado ejercicios dinámicos.

Quinto mes

Diego sonríe más y se le nota más alegre. Sus movimientos son más amplios. Durante este mes seguimos con los ejercicios dinámicos, como pasar por debajo de un banco de madera (bocabajo y de espaldas) y, después, por encima, o saltar por encima de una cuerda que se mueve como una serpiente. Este segundo ejercicio le gusta y le provoca risas muy explosivas. Empezamos a trabajar la orientación espacial: con un aro en el suelo, tiene que saltar con los dos pies juntos, con el derecho o el izquierdo, hacia delante y hacia atrás, y hacia la izquierda o hacia la derecha.

Sexto mes

Diego dibuja en el suelo un conejo y una zanahoria. A partir de ahí, le propongo un juego: a modo de escondite, uno va a hacer de conejo y el otro de zanahoria. Por primera vez, se ríe con mucha fuerza durante el juego.

Diego comenta que tiene más amigos en clase y que unos días antes le aceptaron para jugar a la pelota.

Diego acepta dibujar un señor en el suelo. A la figura le faltan las manos y hay una desproporción entre la cabeza y el cuerpo.

Iniciamos la relajación en el colchón acompañándola con una música lenta. Lo acepta, pero dura muy poco.

Entrevista con la maestra: la maestra me comunica que Diego participa más en clase y que está menos inhibido y pasivo. Tras un fracaso o dificultad, se sigue bloqueando. Necesita mucho ser estimulado y sigue teniendo dudas sobre si tendrá que repetir curso. La escritura ha mejorado y el profesor de natación ha observado una mejor coordinación en sus movimientos.

La semana que viene publicaremos la segunda parte del artículo (segundo y tercer periodo).
Los síntomas psicomotores que trata la terapia psicomotriz
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Los síntomas psicomotores que trata la terapia psicomotriz

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 11 agosto, 2016 El trastorno de lateralidad 0

Una persona con anomalías psicomotoras es alguien que no puede fijar su atención, un hecho que le impide desarrollar todo su potencial intelectual. La causa de esta incapacidad suele ser un desequilibrio afectivo.

La terapia psicomotriz, o reeducación psicomotriz, es una terapéutica con la que se consigue la armonía de las funciones mentales trabajando la coordinación de las corporales. Mediante esta reeducación se corrige la incapacidad de la contención motriz, mental, afectiva e intelectual.

Hay diversos síntomas de anomalía psicomotora para cuyo tratamiento la terapia psicomotriz se muestra extraordinariamente eficaz. Veamos los principales:

 

Deficiencias en el conocimiento del esquema corporal

El esquema corporal debe estudiarse desde dos aspectos: el conocimiento del cuerpo y la utilización del cuerpo. En el primero, se trata de estudiar si el niño conoce y distingue las diferentes partes de la cara y, en general, del resto del cuerpo. Este conocimiento se refiere tanto a su propio cuerpo como al del “otro” (un sujeto al que observe). En cuanto al segundo aspecto, el de la utilización del cuerpo, el terapeuta debe poder apreciar si el niño (o el adolescente o adulto) conoce la utilidad de cada una de las partes, ya que, de no ser así, este desconocimiento implica un conocimiento deficiente del esquema corporal.

 

Confusión en la orientación derecha-izquierda

La persona debe tener una buena orientación basada en su conocimiento de la derecha y la izquierda, tanto sobre sí mismo como sobre el “otro” (en este caso el educador, y también sobre los objetos). La orientación derecha-izquierda es una parte del problema general de orientación.

 

Desequilibrio estático

El control postural o equilibrio estático es la facultad que tiene el sujeto de mantener durante un cierto tiempo (uno 15 segundos, aproximadamente) el conjunto de sinergias necesarias para el control de la inmovilidad.

 

Problemas en la estructuración temporal

Es la capacidad para percibir distintos ritmos y reproducirlos.

 

Problemas para la estructuración espacial

La estructuración espacial es la capacidad para descomponer el espacio en elementos y lograr su abstracción. Esta capacidad se observa, por ejemplo, en el ejercicio que consiste en preguntarle al sujeto en cuántos pasos recorrería una sala determinada. Para llevarlo a cabo, el sujeto debe realizar mentalmente dos operaciones: descomponer el espacio específico de la sala y calcular en cuántos pasos podría cruzarla.

 
Los síntomas psicomotores que trata la terapia psicomotriz
 
Dificultades para la organización perceptiva

La capacidad perceptiva consiste en reconocer formas exactas de los objetos y su posición.

 

Habilidad manual y fineza digital insuficientes

Nos referimos a los “gestos finos y precisos”, a la motricidad manual y digital, y a la independencia de los dedos: tocar la mesa con los dedos individualmente, uno después del otro; pasar varias veces el extremo del pulgar por los otros dedos, etc.

 

Deficiencias en la coordinación general

Sobre este aspecto, se analizan dos cuestiones: la diadococinesia, que es la cualidad de regulación tónico-motriz en los movimientos rápidos de contracción y decontracción de grupos musculares anatagonistas, y los movimientos combinados de los miembros; es decir, la capacidad de realizar movimientos coordinados armoniosos y precisos con los miembros superiores e inferiores.

 

Dificultades en la motricidad facial

Una buena motricidad facial permite contraer los distintos músculos de la cara de manera independiente (levantar las cejas, apretar los párpados, hinchar una mejilla, etc.).

 

Dificultades para la concentración

La concentración es el grado de atención cuantitativa y cualitativa que somos capaces de poner en una tarea. Un déficit en esta capacidad es también un indicador de anomalía psicomotora que se trabaja en la terapia psicomotriz.

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