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Entrevista: “Si hay un buen desarrollo motriz, mejora el emocional y el intelectual”
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Entrevista: “Si hay un buen desarrollo motor, mejora el emocional e intelectual”

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 19 julio, 2017 Desarrollo motor, El trastorno de lateralidad, Terapia psicomotriz 0

El movimiento y el equilibrio son dos aspectos esenciales en la terapia de lateralidad. En esta entrevista, el psicólogo Luis Elías Llorens, terapeuta de nuestro centro, nos explica por qué, y también cómo la vida sedentaria de muchos niños sin el trastorno de lateralidad está afectando a su buen desarrollo general.

 

¿Qué papel juegan el movimiento y el equilibrio en la terapia de lateralidad?

El trabajo que hacemos en consulta parte de la premisa de que los niños y adolescentes, al igual que los adultos, son una unidad.

 

¿A qué se refiere?

El pensamiento, el movimiento (incluyendo el equilibrio) y la relación con el entorno son tres aspectos que están interrelacionados. Para que haya un buen desarrollo de esa unidad, los tres deben tener un buen desarrollo. Si uno de los aspectos falla, los otros dos quedan afectados.

 

Póngame un ejemplo

La motricidad, o el desarrollo motor, es un aspecto fundamental en el desarrollo de un niño. Cuando hay un retraso en este sentido, como es el caso de los niños con trastorno de lateralidad, el niño pierde autonomía y, por tanto, seguridad en sí mismo; lo cual repercute en su bienestar emocional y, casi con toda seguridad, en su rendimiento escolar. Estos niños necesitan desarrollar el movimiento.

 

Por eso lo trabajan en terapia

Sí, porque el proceso es reversible; es decir, si mejoramos la motricidad con ejercicios específicos, sus habilidades y la idea que tienen sobre sí mismos también se modifican, contribuyendo significativamente a su rendimiento escolar.

 

Antes, me comentaba algo más que afecta a muchos niños

Sí, en consulta, nos encontramos con niños que se pasan dos o tres horas al día conectados a dispositivos digitales y que hacen poco deporte. Están en un desarrollo estático que no contribuye a que desarrollen correctamente su motricidad. Son niños que tienen una infancia mucho más pasiva que la que tuvimos nosotros. Y van acumulando retraso motor.

 

Y, por tanto, también emocional

Así es, va relacionado, como decía antes. Si hay un buen desarrollo motriz, mejora el emocional y el intelectual: se crea una sinergia. De lo contrario, la comunicación sináptica queda comprometida.

 

El sedentarismo es algo común en los niños que han nacido con las nuevas tecnologías

En las generaciones anteriores, el desarrollo motriz se daba de una forma natural porque los juegos, jugar, formaba parte de la vida, de nuestra vida cotidiana y, en general, eran juegos en los que el movimiento estaba muy presente.

 

Cuando hablan de movimiento, ¿a qué re refieren exactamente?

A todos los tipos de movimiento que afectan a los diferentes estados motores y al desarrollo adecuado en cada etapa del niño y del adolescente.

 

En la terapia aprenden y realizan todos estos movimientos

Sí, en el centro pueden tener todas estas experiencias: los niños aprenden, por ejemplo, que pueden caerse, y también que pueden levantarse. Eso les ayuda a enfrentarse mejor al mundo. Actualmente, falta la experiencia del movimiento y del equilibrio. El entorno no posibilita dichas experiencias.

 

A mayor seguridad motriz, mayor seguridad emocional

Cuando vences el “no puedo” refuerzas la autoestima. Y vas adquiriendo seguridad. Además de mejorar los aspectos emocionales, el desarrollo motriz también contribuirá a mejorar el nivel de comprensión del niño, su capacidad de atención y concentración, etc.

 

¿Qué consecuencias tiene un déficit psicomotor?

Que se carece de las herramientas para desenvolverse bien en la vida, en el mundo. No disponer de estas herramientas puede generar frustración (al no poder cumplir las expectativas que uno tiene) o, según la personalidad del niño, una actitud conformista que también le impedirá conseguir las metas que pudiera tener.

La discalculia: cuando no se pueden comprender las bases de las matemáticas
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La discalculia: cuando no se pueden comprender las bases de las matemáticas

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 23 noviembre, 2016 Discalculia 0

Uno de los síntomas del trastorno de lateralidad es la discalculia: la incapacidad, o baja capacidad, para comprender conceptos numéricos y matemáticos básicos (sin que haya una lesión cerebral, y cuando el cociente intelectual es normal e incluso superior a la media); una incapacidad que, habitualmente, y como veremos más adelante, va acompañada de otras dificultades, como el aprendizaje del lenguaje escrito, y que afecta, aproximadamente, a un 5 % de la población infantil (probablemente, la cifra es más alta, pero hay muchos niños y adultos sin diagnosticar).

 

La discalculia se cura

Es fundamental que los maestros y los padres estén atentos a los problemas de aprendizaje de los niños y sepan detectar cuándo un niño presenta síntomas de posible discalculia (ver la sintomatología más abajo) para que el especialista pueda realizar un diagnóstico y, si se confirma mediante las pruebas, empezar la terapia lo antes posible. El diagnóstico precoz es muy importante para evitar el retraso escolar, con todas las consecuencias emocionales que de él se derivan. En nuestro centro, el porcentaje de pacientes que han superado este problema supera el 98 % de los casos, y como la terapia es un tratamiento psicomotor y de lateralidad, una vez curada, la persona no experimenta regresiones.

 

El pensamiento abstracto y las matemáticas

Para entender las matemáticas es imprescindible entender los números, los patrones que se dan en las estructuras de entes abstractos, así como las relaciones entre estas estructuras; de igual manera que para entender el lenguaje natural (el hablado y escrito) es necesario entender que hay significantes (secuencias de fonemas) que, al asociarse a un significado, constituyen un signo lingüístico (el significante “casa” nos remite al concepto de casa: un edificio para habitar), y entender la gramática (los elementos de la lengua, su organización y combinación).
La comprensión de los números y símbolos, de las relaciones espaciales y de las existentes entre cantidades y magnitudes, así como la capacidad del razonamiento lógico es lo que nos posibilita el aprendizaje de la aritmética, la geometría, el álgebra y el cálculo. Esta comprensión requiere de nuestra capacidad para el pensamiento abstracto (simbólico, de entes, estructuras y espacios); una capacidad que las personas con discalculia tienen afectada; de ahí sus dificultades para las matemáticas.

Discalculia: causa, sintomatología, diagnóstico y terapia

 En la imagen de arriba, la traducción de la frase vendría a significar "Entender la pregunta es tener ganada la mitad de la batalla".

 

Sintomatología

Hasta los cinco años, aproximadamente, es normal que un niño gire algunos números al escribirlos y, hasta los siete, también lo es que tenga problemas con el concepto numérico, ya que este requiere abstracción, y esta facultad se adquiere a esta edad. No obstante, si más adelante, estas dificultades persisten, lo más probable es que estemos ante un caso de discalculia. Asimismo, cuando hay un retraso motor, lo habitual es que la persona tenga también esta dificultad de aprendizaje.

Los síntomas más habituales de la discalculia son:

• Dificultad para entender el concepto de “número” y “secuencia” (suelen saltarse algún número).
• Dificultad para, a partir de segundo de Primaria, contar sin utilizar los dedos.
• Dificultad para aprender el grafismo de los números (a veces, también los escriben “en espejo”, girándolos, o confunden números de grafía similar o que se pronuncian de forma similar).
• Dificultad para diferenciar cantidades (cuándo un número es mayor que otro o qué número va entre dos cantidades).
• Dificultad para diferenciar los signos de las diferentes operaciones matemáticas (suma, resta, etc.).
• Dificultad para clasificar objetos por su forma y tamaño.
• Dificultad para relacionar los números con el mundo real.
• Dificultad para memorizar las tablas de multiplicar.
• Dificultad para contar hacia atrás.
• Dificultad para la resta “llevando” (el concepto de resta es el que más les cuesta).
• Dificultad para deducir qué tipo de operación requiere un problema matemático (razonamiento).
• Dificultad para colocar correctamente una cifra en la columna adecuada cuando realizan una suma o resta.
• Dificultad para recordar cuánto “se llevan” al realizar una suma.
• Dificultad para entender las fracciones.
• Dificultad para las divisiones con decimales.
 

Sintomatología asociada a la discalculia

Asimismo, las personas con discalculia suelen presentar una serie de síntomas asociados que también se trabajan en terapia: la falta de concentración, la lentitud a la hora de realizar la mayoría de tareas cotidianas, la desorientación espacial, falta de coordinación corporal, problemas de lecto-escritura (sobre todo de redacción), dificultad en comprensión lectora, etc.

 

La discalculia causa problemas emocionales

Los niños con discalculia llegan a desarrollar fobia a las matemáticas porque su dificultad les provoca una gran frustración y ansiedad, y afecta su autoestima. Es habitual que oculten los deberes que tienen de esta asignatura y que se pongan enfermos, o simulen estarlo, antes de los exámenes. A partir de los 12 años, cuando su problema es sumamente evidente, el bloqueo ante el cálculo es absoluto y puede generar problemas de conducta.
En muchas ocasiones, estos problemas, añadidos a las dificultades de aprendizaje de las matemáticas, provocan que los padres que ignoran la causa real del problema se planteen cambiar a su hijo de colegio; una decisión que, a menudo, solo agrava el problema.

 
La discalculia: cuando no se pueden comprender las bases de las matemáticas
 

Cómo se diagnostica la discalculia

Para diagnosticar la discalculia, es necesario realizar un test de lateralidad completo que incluya pruebas de organización perceptiva, estructuración espacial, organización y estructura rítmica (la música y las matemáticas guardan una estrecha relación, motivo por el que también recomendamos a los padres apuntar a sus hijos a clases de música) y organización espaciotemporal.

 

Tratamiento de la discalculia

En función del diagnóstico de cada paciente y de su edad, la terapia (que, habitualmente, es personalizada y que los niños experimentan como si fuera un juego, ya que la se lleva a cabo mediante ejercicios diversos presentados como juegos) se focalizará más en unos aspectos que en otros: la organización perceptiva de las formas, la orientación derecha-izquierda, arriba-abajo, dentro -fuera; la estructuración espacial, el ritmo, la noción de temporalidad, la hipotonía (su sostén muscular acostumbra a ser demasiado débil), el bloqueo hacia las matemáticas y el razonamiento lógico, la evitación que suelen manifestar ante cualquier tema relacionado con ellos, ejercicios de simbolización para trabajar la abstracción y la atención sostenida, etc.; lateralizando al paciente, en todo caso, de manera homolateral (diestro o zurdo).
Asimismo, cabe señalar que los pacientes con discalculia suelen responder a la terapia, y evolucionar, más rápidamente que los pacientes con dislexia.

 

Si quieres hacernos cualquier consulta, ponte en contacto con nuestro centro.

Entrevista al psicólogo Luis Elías Llorens, especialista en la gestión de emociones y terapeuta de niños con problemas de motricidad
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Entrevista al psicólogo Luis Elías Llorens sobre las emociones en los niños con problemas de motricidad

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 3 noviembre, 2016 El trastorno de lateralidad, Gestión de emociones, Motivación, Terapia psicomotriz 0
Por Susana Lladó

 

Todos los niños y adolescentes, al igual que los adultos, tienen, en mayor o menor medida, conflictos emocionales. Sin embargo, los niños y adolescentes con problemas de motricidad viven una serie de experiencias en su día a día de las que se derivan problemas emocionales muy específicos y comunes a todos ellos, dado que la motricidad no solo afecta a la condición física de la persona, sino que también repercute en el desarrollo psicológico y social.

Hoy entrevistamos al psicólogo infanto-juvenil Luis Elías Llorens, del Centro de Lateralidad y Psicomotricidad Joëlle Guitart, para que nos explique en qué consisten estos problemas motrices y emocionales, y cómo se tratan y superan en terapia.

 

“Validar las experiencias del niño le ayuda a construir adecuadamente su identidad”

 
¿Todos los niños con dificultades motrices son niños con trastorno de lateralidad?

Los niños o adoslescentes con trastorno de lateralidad suelen presentar dificultades de tipo motriz, pero en el centro también tratamos a pacientes con problemas motrices que tienen su etiología en otra causa, como por ejemplo el retraso en el desarrollo psicomotor (aprendizaje de la lecto-escritura después de los seis años, control de esfínteres después de los tres años, saltar con pies juntos después de los cuatro años, etc.). Sea cual sea la causa, el hecho de tener dificultades motrices provoca que se desencadenen conflictos emocionales en el niño.

 

¿De qué tipo de conflictos emocionales hablamos?

Estos niños y adolescentes suelen tener problemas de confianza, autoestima, inseguridad, comunicación, ansiedad, apatía e identidad. Todos estos conflictos, a su vez, se convierten en un obstáculo para superar los problemas motrices. Entran en una dinámica que hay que romper mediante la terapia adecuada.

 

Vayamos por partes. ¿Por qué tienen problemas de confianza?

Se ven como los “raros” porque suelen hacer las cosas “mal”. Como además de los problemas de movimiento tienen problemas de concentración y abstracción (hablar del sentido de las cosas de forma abstracta), e incluso dificultades para la expresión oral y escrita, se sienten por debajo de la normalidad. Cuanto más incrementan esta concepción de sí mismos, que es irreal, más desconfianza van desarrollando hacia los demás, ya que tienen miedo a ser juzgados.

 

“El niño debe poder ser niño, equivocarse y aprender. Un niño no nace adulto”

 

¿De ahí la inseguridad?

Sí, se va incrementando, y por eso desisten de aprender cosas nuevas. Dejan de esforzarse, de preguntar y comunicarse. Si yo sé que al decir o hacer algo se me va a juzgar, que me voy a sentir mal ante la respuesta del otro o incluso que se me va a insultar tildándome de tonto (en el ámbito escolar, por ejemplo), dejaré de expresarme. La comunicación se ve afectada.

 

Hemos llegado a la apatía

Exacto.  Están en una etapa en la que deberían tener intereses nuevos y, en cambio, no los tienen. Predomina un desinterés general que está directamente relacionado con esa capacidad mermada que, en realidad, no se corresponde con el potencial que tienen.

 

¿A qué punto les conduce esta situación?

A una crisis de identidad. El niño ve cómo se van empobreciendo sus relaciones interpersonales con otros niños de su edad, e incluso con los adultos, ya que la comunicación en el ámbito familiar, por ejemplo, también disminuye: no comunican sus experiencias y esto les impide tener un feedback de lo que están viviendo.

…

En muchos casos, nos encontramos con niños que sufren una gran ansiedad y problemas depresivos.

 

“La infancia y la adolescencia son las etapas en las que construimos nuestra identidad y la forma en la que nos vamos a relacionar en el futuro”

 
De acuerdo. Vayamos a las soluciones. ¿Cómo se rompe está dinámica a través de la terapia?

Hay tres puntos que son clave para crear un entorno positivo que nos permita trabajar estos aspectos con el niño (tanto los aspectos motrices como los emocionales) para que se sientan con la confianza suficiente como para empezar a expresarse y a aprender; siendo conscientes de que este ambiente de apoyo pasa por, al principio, no forzar al niño a que se exprese si no quiere. El vínculo de confianza se establece paulatinamente.

 

¿Cuál es el primer punto?

Trabajar su potencial, de forma progresiva, para que vayan viendo que sí son capaces de mejorar sus capacidades motrices. En cuanto ven un progreso en este sentido, también mejoran en su autoestima. Cuanta más seguridad adquieren en sí mismos, más crece su motivación e interés. Se establece una relación directa. Van perdiendo el miedo a equivocarse.

 

¿Y el segundo?

No juzgar negativamente, ni de forma autoritaria, lo que estos niños puedan hacer mal o estén entendiendo de manera equivocada. Hay que hacer justo lo contrario: hay que validar sus experiencias.

 

¿Qué significa “validar sus experiencias”?

Cuando un niño o adolescente explica algo sobre sus experiencias que juzgamos internamente como erróneo, no debemos decirle que está mal y empezar a explicarle lo que debería hacer o cómo debería sentirse. Hay que hacer una validación de su experiencia: dar importancia y sentido a lo que él está viviendo en ese momento. Esto es lo que el niño espera: que “recojamos” el esfuerzo que haya podido representar para él hacer lo que ha hecho; recoger ese sentimiento, esa emoción que pueda estar experimentando y, desde esa validación, hacer una reeducación, explicarle cómo debería haber hecho las cosas.

 

“Debemos dar sentido y contención emocional a lo que experimenta el niño”

 

¿Cómo deberíamos hacerlo?

Consiguiendo que el niño sienta que le estamos escuchando, que damos importancia a lo que nos explica, porque para él la tiene. Lo vive como algo importante. Quizá, nosotros, como adultos, sabemos que no lo es, y que el niño lo vive así por inmadurez emocional o desconocimiento, pero lo importante es que él lo está viviendo así. Tenemos que conseguir que sienta nuestra empatía.

 

Pero ante determinadas situaciones es difícil para los padres hacer ese ejercicio

Por muy mal que nos suene lo que nos expliquen, y a no ser que pueda tener una consecuencia directa que afecte a su salud, en cuyo caso habría que intervenir, hay que evitar el juicio.

Como adultos, debemos validar las experiencias de los niños: dar importancia a lo que están experimentando emocionalmente. Esta actitud contribuye a que construyan adecuadamente su identidad.

 

El niño debe poder ser niño

El niño debe poder ser niño, equivocarse y aprender. Un niño no nace adulto.

 

De otro modo, se rompe la comunicación

Sí, suele haber una presión por parte de la familia porque proyectamos estereotipos. Algunos padres proyectan el futuro que desean para sus hijos: el niño lo tiene que aprobar todo, va a estudiar tal carrera, etc. Lo han visualizado así, en lugar de entender que son niños que tienen dificultades, que, como todos, van a cometer errores, y que quizá van a recorrer el camino del aprendizaje con más lentitud, pero de una manera más eficiente y con mejores resultados.

 

La comunicación en casa es fundamental

Es una pieza clave. Me refiero a la comunicación de las emociones, no de las cosas banales. En terapia lo vemos: hay niños que explican lo que han hecho durante el día o sus planes con los amigos para el fin de semana, pero se bloquean cuando entramos en el “cómo me siento”. Ahí es donde aparecen las barreras: temen quedar expuestos. A veces, también puede suceder que, por sus propios miedos, ni siquiera se hayan planteado la pregunta.

Cuanto más puedan expresarse, más van a normalizar sus dificultades y más van a conseguir romper los prejuicios con los que, a menudo, se topan en el sistema escolar; los prejuicios relacionados con sus propias dificultades motrices o psicomotrices, o los derivados de un trastorno de lateralidad no tratado.

 

“Cuando el niño no puede canalizar sus emociones (expresarlas) y no tiene acompañamiento para analizar las negativas, se vuelve un niño problemático”

 
¿Qué le ocurre al niño cuando se rompe la comunicación?

La infancia y la adolescencia son las etapas en las que construimos nuestra identidad y la forma en la que nos vamos a relacionar en el futuro, en nuestro puesto de trabajo, con la familia, la pareja, los amigos, etc. El desamparo comunicativo del niño puede fomentar que acoja herramientas que son perjudiciales para él, pero que son las que le permitirán sobrevivir.

 

¿Con qué consecuencias?

Cada niño reacciona de una manera distinta: puede que se anule como persona, que se convierta en un niño agresivo, que desarrolle un trastorno alimentario, etc. Por esto es tan importante que se expresen: al expresarse alivian la angustia, y podemos “contener” sus emociones negativas. Cuando el niño no puede canalizar sus emociones (expresarlas) y no tiene acompañamiento para analizar las emociones negativas, se vuelve un niño problemático.

 

Mencionaba la agresividad hacia los otros como una posible reacción

Si el niño no tiene herramientas emocionales, desarrolla defensas para hacer frente a la vida. Una de estas herramientas puede ser la agresividad, lo vemos con frecuencia en el llamado bullying o acoso escolar: como yo no quiero ser lo que me están haciendo o lo que veo en otro niño intento destruirlo con agresividad.

 

Nos habíamos quedado en el tercer punto

Son los refuerzos positivos. Hay que dar espacio al niño para que experimente, y cuando esta experiencia es positiva para él, hacerle un refuerzo positivo. De esta manera, ganan confianza, autonomía, capacidad de tomar decisiones y conciencia de sus propias capacidades y habilidades, así como de que la terapia le está ayudando a mejorar sus capacidades psicomotrices.

 

“Al darle un sentido, el logro pasa a formar parte de su personalidad”

 

¿Cómo se hace el refuerzo?

Cuando el niño expresa sus emociones hay que decirle “Muy bien. ¿Ves cómo has podido expresar aquello que decías que no podías o no sabías expresar?”. Puede tratarse de la expresión de un miedo (yo no puedo hablar con chicas, esto no me va salir bien, no voy a jugar al futbol en el patio porque me dicen que no juego bien, etc.) o bien de la expresión de un logro (hoy he jugado al fútbol y me lo he pasado bien). En este último caso, hay que darle mucha importancia a esa vivencia y ayudarle a que sea consciente de ella para que no se siga instalando el pensamiento negativo.

 

Póngame otro ejemplo

A los niños con TDHA les cuesta mantener la atención. Cuando en terapia son capaces de sostenerla, les hacemos conscientes de su logro. Esto les ayuda a seguir progresando. Es una cadena: como tienen la experiencia de que pueden lograrlo, lo siguen intentando, se sienten mejor emocionalmente y, además, le hemos dado un sentido en terapia, no ha quedado en el aire. Al darle un sentido, el logro pasa a formar parte de su personalidad.

 

¿Cómo se trabaja en terapia la comunicación con los padres?

En terapia fomentamos la comunicación en ambos sentidos: para que los niños puedan ser comprendidos por los padres y para que, a su vez, los niños también comprendan a los padres.

En muchas ocasiones se da una situación paradójica: cuando los niños tienen un problema que les hace sentir mal, no acuden a la persona o personas que más quieren; en cambio, cuando les preguntamos qué harían si les ocurriera algo y tuvieran que llamar a alguien, contestan, que llamarían a su padre o a su madre.

 

Por último, ¿la terapia es grupal?

Normalmente, sí, a no ser que por algún motivo se considere que es mejor trabajar con el niño individualmente. Es muy positivo para ellos que la terapia sea en grupo. Los que hace poco que se han incorporado ven que los que llevan más tiempo cuentan sus experiencias y sentimientos con normalidad, a pesar de que tienen problemas parecidos a los suyos, y esto les ayuda a sentirse cómodos y a abrirse. En terapia expresan lo que no expresan en otros ámbitos.

 

Entrevista a Joëlle Guitart Baudot, especialista en el trastorno de lateralidad y directora-fundadora del Centro de lateralidad y psicomotricidad de Barcelona
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Entrevista a Joëlle Guitart Baudot, especialista en el trastorno de lateralidad

Susana Lladó - Lladó Comunicación 26 septiembre, 2016 El trastorno de lateralidad, Terapia psicomotriz 0
Por Susana Lladó

 

“Algunos niños que son diagnosticados de TDAH, en realidad, tienen problemas de lateralidad”

 

Joëlle Guitart Baudot es directora-fundadora del Centro de lateralidad y psicomotricidad de Barcelona

La lateralización es un proceso que hacemos todos los seres humanos desde que nacemos hasta, aproximadamente, los cinco años de edad: en nuestro cerebro se va conformando una configuración neuronal que, finalmente, si se realiza homogéneamente, nos determina neurofisiológicamente como diestros o zurdos. Sin embargo, en un 25 % de la población, y debido a causas genéticas, este proceso no se realiza homogéneamente: son las personas con trastorno de lateralidad o lateralidad heterogénea; un trastorno que, al bloquear ciertas áreas del cerebro, limita su capacidad intelectual real provocándoles muchos problemas de aprendizaje y también mucho sufrimiento emocional.

 

El trastorno de lateralidad todavía es bastante desconocido

Se descubrió hace tan solo 50 años, lo cual es muy poco tiempo en términos sociales, e incluso médicos. En España, todavía no se estudia en las universidades, a pesar de que en países como Francia, donde yo me formé, sí forma parte de los estudios de Medicina.

 

Un 25 % de la población está afectada por el trastorno. Es una incidencia muy alta

Al ser todavía poco conocido, a menudo sus síntomas se confunden con los de otras patologías. Los diagnósticos erróneos provocan que los niños con el trastorno, y sus familias, tengan que hacer todo un periplo por logopedas, clases de refuerzo, psicólogos, e incluso psiquiatras, antes de llegar a nuestro centro.

 

Se pierde un tiempo muy valioso

Sí, porque además de prolongar el tiempo de retraso escolar que se da en los niños afectados, se prolonga también su sufrimiento, que es enorme.

 

Cuanto más alto es el CI, más sufrimiento, ya que el niño es más consciente de que hay un problema.

 

¿Por qué sufren tanto?

Lo habitual es que sean niños con un cociente intelectual normal, e incluso alto o muy alto (hemos tratado casos de niños que son superdotados). Imagínese su frustración al ver que, pese a sus muchas horas de estudio y a su esfuerzo constante, no son capaces de aprobar las asignaturas, y que todo se les hace una montaña. Para ellos es desesperante porque no entienden los motivos. Se ven diferentes, y esto les causa ansiedad porque, por ejemplo, ven a compañeros que estudian menos y que, en cambio, sacan mejores notas. Muchos de ellos llegan a la consulta diciendo “soy tonto”. Cuanto más alto es el CI, más sufrimiento, ya que el niño es más consciente de que hay un problema.

 

¿Y los padres?

Muchos padres, antes de llegar al centro, creen que su hijo es vago, que, en realidad, pasa de todo o que sus capacidades intelectuales están por debajo de lo normal. Ellos también sufren. Hay mucha impotencia y preocupación en estas familias.

 

¿Qué es lo que limita su capacidad intelectual?

El bloqueo u obstrucción en los influjos nerviosos. Cuanta más lateralidad, más bloqueo se produce en el sistema nervioso. Del mismo modo que, cuantos más años transcurren sin tratar el trastorno, más retención neurofisiológica se produce. Por esto es fundamental la detección temprana.

 

El ritmo de vida actual de la mayoría de las familias no ayuda; ni tampoco hábitos que se están generalizando, como “enchufar” al niño al ordenador o a la tele, o saturarlo de actividades extraescolares.

 

Retrocedamos un poco. ¿En qué consiste el proceso de lateralización?

La lateralización de cada persona queda definida en función de cómo se establecen sus redes neuronales hasta, generalmente, los cinco años de edad. Si el proceso se realiza correctamente, el niño lateralizará a la derecha o a la izquierda. El problema se presenta cuando el niño hereda los genes de un progenitor que no tiene esta lateralidad homogénea. Es cuando hablamos de trastorno de lateralidad.

 

Es decir, la lateralidad, tanto si es homogénea como si es heterogénea, es hereditaria

Así es. La lateralización viene dada por el código genético heredado. Si ninguno de los dos progenitores sufre el trastorno, el niño no podrá “heredarlo”. Si uno de los dos progenitores tiene lateralidad heterogénea, entonces existe la posibilidad de que el hijo la herede.

 

¿Es un proceso en el que se puede intervenir?

La lateralización se hereda, pero hay factores sociales que pueden intervenir y condicionar el proceso. Por ejemplo, si un niño se está lateralizando como diestro, pero tiene un padre zurdo con el que siente una gran identificación, es probable que empiece a imitarlo, cambiando su lateralización natural. También es muy frecuente que los niños zurdos, cuando empiezan a ir a la escuela, imiten a los niños diestros para no sentirse diferentes.

 

Deberíamos estar atentos a la lateralización que muestra el niño

Sí, observarle. Si sé que es diestro o zurdo, cuando le doy un objeto, por ejemplo, no debería tendérselo en dirección a la otra mano.

 

El trastorno condiciona por completo la vida del afectado. Al verse limitada su capacidad intelectual real y presentar enormes problemas de aprendizaje, todo su desarrollo, incluido el emocional, se ralentiza.

 

Los aspectos psicológicos influyen en el proceso

Sí, con mucha frecuencia. En ocasiones, vemos que cuando un niño no tiene una buena relación con el padre o la madre, hace una crisis de oposición para diferenciarse, para no parecerse al progenitor con el que tiene el conflicto. Esto incluye lateralizar justo al revés que ese progenitor. En las personas con trastorno de lateralidad suele haber un componente emocional que también hay que tratar en la terapia.

 

El ambiente familiar cobra mucha importancia

Desde luego. El estrés agudiza los síntomas del trastorno, bloqueando al niño. El ritmo de vida actual de la mayoría de las familias no ayuda; ni tampoco hábitos que se están generalizando como “enchufar” al niño al ordenador o a la tele, o saturarlo de actividades extraescolares. Los niños necesitan que los padres les dediquen tiempo y que este sea de calidad: que los escuchen, jueguen con ellos, cenar todos juntos sin la televisión encendida, que les lean en voz alta…

 

Me temo que pocos padres tienen tiempo para leerles libros a sus hijos

Cuando el padre o la madre lee en voz alta, está haciendo mucho más que leer: le está transmitiendo mucha información a su hijo a través del tono de voz, de la emoción. Los niños con lateralidad tienen dificultades para la abstracción, por eso les cuesta tanto entender lo que leen, pero, en cambio, tienen mucha memoria visual y auditiva. Este tipo de comunicación es fundamental para ellos.

 

De qué manera concreta afecta el trastorno a la persona que lo padece

El trastorno condiciona por completo la vida del afectado. Al verse limitada su capacidad intelectual real y presentar enormes problemas de aprendizaje, todo su desarrollo, incluido el emocional, se ralentiza. Son niños (y también adultos no tratados) con dificultades para leer, escribir, concentrase, comunicarse, orientarse en el espacio y en tiempo; con problemas de equilibrio, apatía, desmotivación, lentitud, hipertonía o hipotonía…

 

Para hacer un diagnóstico correcto que permita, posteriormente, llevar a cabo la terapia adecuada en cada caso, es imprescindible realizar un test completo de lateralidad que incluya la lateralización de mano, ojo, pierna estática, pierna dinámica, motricidad facial, cervicales y oído.

 

Qué es la hipertonía y la hipotonía

Todos los niños con problemas de lateralidad tienen un problema de tensión neuromuscular. Algunos son hipotónicos; es decir, lentos al realizar las tareas, no se les pueden dar varias consignas a la vez, se bloquean con mucha facilidad y presentan una gran ansiedad e infravaloración; los hipertónicos también son muy inquietos, pero a diferencia de los hipotónicos, son muy ágiles y quieren hacerlo todo a la vez. Si se bloquean, es justo por la precipitación.

 

¿Cómo diagnostican el trastorno?

Este es un punto importante. Para hacer un diagnóstico correcto que permita, posteriormente, llevar a cabo la terapia adecuada en cada caso, es imprescindible realizar un test completo de lateralidad que incluya la lateralización de mano, ojo, pierna estática, pierna dinámica, motricidad facial, cervicales y oído.

 

Actualmente se habla mucho del TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), ¿tiene alguna relación con la lateralidad?

Se está utilizando esta palabra con mucha facilidad. Lo que constatamos en consulta es que algunos niños que han sido diagnosticados de TDAH, en realidad tienen problemas de lateralidad, son hipercinéticos. No es que sean hiperactivos, viven en un entorno “inquieto”. Si los padres viven con un gran estrés, no pueden esperar que su hijo sea tranquilo. Se les suele medicar para que se concentren más, pero luego, esta misma medicación les causa problemas para dormir y también pérdida de apetito.  La medicación no es la solución.

 

El trastorno de lateralidad se cura. Como la terapia es psicomotriz, no hay recaídas posteriores.

 

¿En qué consiste la terapia?

La terapia es psicomotriz, para revertir la lateralización heterogénea a través de la reeducación neuromuscular, y se lleva a cabo con un apoyo emocional. Se trabajan los aspectos relacionados con la lateralidad: relajación, respiración, esquema corporal, el lenguaje, las matemáticas, la capacidad lógica, el bloqueo mental, la coordinación locomotriz, la parte emocional, etc.

 

En su centro han tratado a más de 40.000 personas con trastorno de lateralidad

Sí, desde que fundé el centro en 1970. El 97 % de estos pacientes se ha curado, sin regresiones.

 

Es un porcentaje muy alto de curaciones

Cuando el trastorno se diagnostica bien (de ahí la importancia del test completo que mencionaba antes) y se realiza una terapia personalizada, el trastorno de lateralidad se cura. Como la terapia es psicomotriz, no hay recaídas posteriores. También es muy importante resaltar que, una vez curada, la persona ya no puede transmitir el trastorno a sus hijos.

 

Después de 40 años como terapeuta, ¿qué es lo que destacaría de su experiencia con los pacientes?

Que la terapia les cambia la vida radicalmente. Algunos adultos, cuando se curan, nos dicen “He vuelto a nacer”.

Reeducación psicomotriz. El caso de Diego Parte II_
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Reeducación psicomotriz. El caso de Diego (parte II)

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 19 septiembre, 2016 El trastorno de lateralidad, Terapia psicomotriz 0

Reeducación psicomotriz en un caso de trastorno de lateralidad. El caso de Diego*

Publicamos la segunda parte del artículo en el que la directora de nuestro Centro de lateralidad y psicomotricidad, Joëlle Guitart, expone el caso de uno de sus pacientes, desde que sus padres acudieron a la consulta por primera vez hasta su recuperación. *Por motivos de confidencialidad, hemos cambiado el nombre del paciente, al que hemos llamado Diego.

Segundo periodo de la reeducación psicomotriz

Séptimo mes

Se ve a Diego menos inhibido. Presenta mayor movilidad corporal, se anima mucho en los juegos dinámicos y ahora se ríe constantemente. La expresión oral todavía le resulta muy difícil. En la primera sesión, hizo relajación sentado y, al final, acostado con los ojos abiertos. Cerrarlos le crea bastante inquietud.

Jugamos a lanzar unas pelotas de papel dentro de una cesta. Esto facilita pasar a ponérnoslas encima de la cabeza y hacer equilibrio sobre un pie. Ríe mucho cuando se cae la pelota. De este modo, le iniciamos en una toma de conciencia del cuerpo a través de la búsqueda del equilibrio.

Nos ponemos un aro de goma encima de la cabeza y andamos lentamente evitando que se caiga. Luego, subimos y bajamos del banco o de una silla, nos ponemos de rodillas, nos sentamos, nos balanceamos de derecha a izquierda y de delante hacia atrás, procurando siempre que no se caiga el aro. Siguiendo con el aro en la cabeza, ponemos una música. Uno se mueve según el ritmo de la música y el otro ha de imitarlo. En una última fase del juego, introducimos un elemento nuevo a nuestra comunicación: le propongo que nos balanceemos fijos en el mismo sitio, siguiendo la música y dándonos luego las manos y, después, cogiéndonos de los hombros. Diego acepta este contacto corporal y se deja llevar por el ritmo. Parece estar contento y le agrada mucho el ejercicio.

 

Octavo mes

Le pregunto, mientras jugamos, en qué trabaja su papá. Me contesta que es comerciante. Esto me sugiere que juguemos a que él sea el vendedor y yo la compradora. Esta sesión fue una sesión importante, ya que le permitió expresar sus afectos a través del lenguaje vendedor-comprador. Por primera vez, Diego habla un poco, expresa verbalmente frases muy cortas: «¿Qué desea, señora?», «No, no hay» o «si hay», «son 15 euros», etc.

Conversación con la maestra: la maestra es la misma del curso pasado, uno de los motivos por lo que Diego pasó de curso. Comenta que Diego está cambiando mucho de comportamiento: juega con los niños de su edad, se ríe con frecuencia, presta más atención en las clases y realiza las tareas con menos lentitud. Sin embargo, los resultados escolares aún son deficientes.

Entrevista con la madre:

Evidentemente, están muy satisfechos de que Diego haya pasado de curso. Señala que, ahora, el niño está menos pegado a ella, que no mira tanto la televisión, está más activo y se chupa menos el pulgar.

 

Noveno mes

A partir de este mes, se produce una evolución constante en Diego, sobre todo en su comportamiento. Los juegos siguen siendo un elemento importante en las sesiones. Tengo que seguir adaptándome mucho a cada momento sin poder llevar a cabo sesiones previamente preparadas.

Sus juegos preferidos son: arrojarnos con fuerza la pelota intentando que nos toque, el juego del colchón (él se pone encima y yo he de arrastrarlo) y, cogiéndonos de las manos, empujarnos con fuerza tratando de hacernos caer uno al otro.

 

Décimo mes

A veces, acepta los ejercicios que le propongo, aunque lo hace sin demasiado entusiasmo. De todos modos, no se bloquea como lo hacía antes. Aprovecho estos momentos para trabajar el esquema corporal, la organización perceptiva y la atención.

Utilizo el espejo para algunos ejercicios de esquema corporal. Diego se coloca frente al espejo y menciona las distintas partes del cuerpo que le señalo, incluyendo la noción derecha-izquierda. Una variante del ejercicio es que él mismo se toca las partes del cuerpo que le voy indicando. Después de los ejercicios con el espejo, se tiende sobre el colchón con los ojos abiertos (alguna vez lo hace con los ojos cerrados) y levanta la parte del cuerpo que le menciono. En la fase actual, Diego realiza mejor la relajación, la cual consiste en levantar y dejar caer una mano, luego la otra, y, del mismo modo, los antebrazos, brazos, piernas y pies. Se le nota más relajado, exceptuando los hombros y nuca, que siguen bastante tensos. Finalmente, trabajamos el esquema corporal por medio del dibujo, la pintura y la plastilina.

 

Undécimo mes

Aunque continuamos los juegos de pelota, arrastre de colchón, escondites, etc., Diego se adapta cada vez más a las sesiones que le propongo. Durante este mes, trabajamos los elementos anteriormente mencionados y también la noción de ritmo. A modo de ejemplo, voy a explicar cronológicamente la última sesión de este mes:

Diego anda por la sala siguiendo un cierto ritmo. Manteniéndolo, pasa de andar a saltar con los dos pies juntos, con un solo pie, con el otro y corriendo.

Hacemos la relajación con el colchón.

Diego da palmadas al ritmo del metrónomo. Cuando este se para, ha de continuar con las palmadas manteniendo el ritmo.

Con el metrónomo a un ritmo normal, cada uno debe dar una palmada alternativamente siguiendo los tiempos del metrónomo. Posteriormente, hemos de dar una palmada al primer tiempo, no hacerlo en el segundo y tercero, y volver a palmear en el cuarto, y así sucesivamente.

Después de este último ejercicio, que ha exigido una atención bastante sostenida, hacemos un ejercicio derivativo, como es saltar a la cuerda o bailar al ritmo de una música tipo jazz. Después, Diego tiene que expresar con pintura lo que ha sentido con esa música. A veces lo expresa con sonidos y gritos. Terminamos la sesión con una relajación acostado.

El desbloqueo verbal de Diego se va intensificando.

 

Balance psicomotor de Diego

A finales de este mes, realizamos otro balance. Se observa una gran mejoría en el área motriz, la cual ya se corresponde con el nivel de 7-7 años y medio. Diego, ahora, tiene 8 años. En las áreas de estructuración espacio-temporal y organización perceptiva hace progresos que le sitúan al nivel de 6 años y medio-7 años.

La integración del esquema corporal de Diego también está mucho mejor. La orientación derecha-izquierda sobre sí mismo está bien integrada y corresponde al nivel de 7 años. Cuando es sobre los demás, continua con bastantes dudas; lo cual es lógico, ya que es una noción que se adquiere a los ocho años.

Ahora, en sus dibujos, Diego representa la figura humana más proporcionada y sin que le falten las manos. Su lateralidad es actualmente homogénea: diestro de manos, ojos y pies. En su tensión neuromuscular se observa una ligera hipertonía.

La actuación sobre las áreas de estructuración espacio-temporal y organización perceptiva se refleja en sus mejoras escolares, sobre todo, en la lectura.

El nivel de seguridad y confianza que ha alcanzado han permitido ir introduciendo una mayor selección en los ejercicios y una mejor aplicación en la ejecución. Esta línea debe continuar progresando.

Entrevista con los padres de Diego:

Los padres encuentran a Diego muy cambiado, incluso “contestón”. A menudo, sus compañeros de clase lo invitan a sus casas. Los resultados escolares son mejores. Diego logra seguir el ritmo de la clase, aunque todavía con esfuerzo.

Entrevista con la maestra:

Encuentra a Diego mucho mejor. Su escritura ha mejorado, y lee más rápido. A veces, responde oralmente a las preguntas que ella hace en clase. Ya no está tan pegado a los adultos.

 

Tercer periodo de la reeducación psicomotriz

Duodécimo mes

Diego sigue bastante bien el ritmo de la sesión. En las actividades de juego, busca aquellos en los que se produce una proximidad física, o juegos en los que pueda emitir sonidos. Le gusta el tobogán (con el banco apoyado en la espaldera). A veces, le gusta que le empuje; otras, se deja deslizar solo. Le atrae el juego de la casa: construye una casa con colchones, se pone dentro y emite con mucha fuerza sonidos o frases ininteligibles. También le gusta el juego del eco de la montaña: se pone debajo de los colchones y, cuando yo emito un sonido, él lo repite.

 

Decimotercer mes

A partir de este mes, realizo un cambio importante en la dirección terapéutica: puedo conducir a Diego, progresivamente, hacia los ejercicios psicomotores manteniendo algunos momentos de juego.

La toma de conciencia corporal de Diego viene acompañada de un verdadero desbloqueo de su lenguaje verbal: habla de sí mismo, de sus actividades en casa, de las películas que ha visto en el cine, etc. Se observa, también, un desbloqueo de los procesos intelectuales: puede elaborar sus juegos y entrever, por ejemplo, el plano de su casa. Teme menos quedarse solo. En su casa, adquiere más autonomía y se atreve a replicar a sus padres.

 

Decimocuarto mes

A continuación, describo una sesión en la que Diego participó con mucho entusiasmo:

  1. Pongo el metrónomo a ritmos diferentes: normal, lento y rápido. Diego ha de seguir estas variaciones y pararse cuando deja de sonar para volver a andar cuando, nuevamente, se pone en marcha.
  2. Ahora, debe andar al ritmo normal del metrónomo, pero golpeando más fuerte con el pie cada tres tiempos. Le indico que cuando dé el golpe con un pie, la siguiente vez lo dará con el otro.
  3. Hay una cuerda de saltar tendida, con uno de los cabos fijado a la espaldera y el otro fijado en la mano del reeducador, quien hace girar la cuerda. Diego tiene que pasar por encima o por debajo sin tocar la cuerda.
  4. Coordinación brazos-piernas. Efectuando un primer salto, debe poner las manos en sus hombros; en un segundo salto, bajar los brazos, y en el tercero, ponerlos en la nuca.
  5. Ejercicio respiratorio. Con el objetivo de que Diego tome conciencia de su capacidad torácica, realiza algunas profundas inspiraciones y espiraciones estando de pie con las manos abiertas y adosadas a la parte inferior de cada lado del tórax.
  6. Relajación. Se acuesta en el colchón con los ojos cerrados y se queda inmóvil. Al controlarle, se observa que está bastante relajado, incluso de hombros y nuca.
  7. Ejercicio de control motor y de ritmo.
    1. Andar cuatro tiempos del metrónomo. Luego, pararse cuatro tiempos.
    2. El mismo ejercicio anterior añadiendo unos sencillos movimientos de brazos en los cuatro tiempos de posición de parada.
    3. Simultanear la marcha con los movimientos de brazos en los mismos cuatro tiempos, y pararse otros cuatro tiempos.
  8. Estructuración espacial.
    1. Con los ojos cerrados, dar la vuelta en torno a una silla situada a 3-4 metros tratando de no tocarla, y volver al punto de partida.
    2. Escogemos 4 objetos. Hacemos corresponder una cifra a cada uno de ellos: por ejemplo, a la pizarra, el número 1; al colchón, el número 2; a la espaldera, el número 3, y el 4 a la ventana. Se le pide a Diego que haga un recorrido de un objeto al otro siguiendo la serie 2324.
    3. Calcular, por medio de la observación, cuántos pasos hay de un punto a otro; por ejemplo, de la puerta a la ventana, de la ventana a la pizarra. Luego debe comprobarlo.
  9. Esta sesión terminó con un ejercicio de relajación.

Diego lleva a cabo esta sesión sin gran dificultad, exceptuando el ejercicio del recorrido 2324. Entre ejercicio y ejercicio, comentaba cosas que le habían sucedido en el comedor del colegio y la invitación que le había hecho un compañero de clase para ir a su fiesta de cumpleaños.

 

Decimoquinto mes

Se trabajó, sobre todo, la estructuración espacio-temporal, la atención y el lenguaje.

De los ejercicios de lenguaje, a Diego le gustaba especialmente uno en el que leía un párrafo y luego lo explicaba con un dibujo o escenificándolo conmigo. En este último caso, Diego hablaba sin dificultad, aunque las frases eran cortas y el vocabulario pobre.

En el mes de mayo, tengo un cambio de impresiones con los padres y la maestra: observan una gran evolución en su comportamiento y carácter. Diego sigue el ritmo de las clases y alcanza un nivel medio. Les comento a ellos y a Diego que, si los resultados del balance psicomotor que haré en julio no indican lo contrario, probablemente concluiremos la terapia.

 

Decimosexto mes

Resultados del balance psicomotor de Diego

En el momento de realizarlo, Diego tiene ocho años y seis meses. A nivel motor, está como corresponde a su edad. La estructuración espaciotemporal y la adquisición del esquema corporal con orientación D-I corresponde a un nivel de ocho años. La motricidad facial presenta también el nivel de ocho años. En organización perceptiva, los resultados de Bender ofrecen un nivel de ocho años y medio. La lateralidad de Diego es homogénea, y la tensión neuromuscular es de una ligera hipertonía. En la realización de las pruebas, Diego se mostró alegre y comunicativo.

Última entrevista con los padres de Diego:

Tanto los padres de Diego como él están contentos de finalizar la terapia. La madre expresa sentimientos de inseguridad («Ahora, sin la terapia, ¿no va a retroceder?»). Les explico que no hay motivo para que tengan estos temores, que Diego ya no presenta las dificultades que presentaba al inicio de la terapia y que pueden realizarme cualquier consulta que les surja en adelante.

 

Conclusión del caso de Diego

Al comienzo de la reeducación, Diego se presentó como un niño muy inhibido. Un estado de tensión psíquica y física le bloqueaba el lenguaje, el pensamiento y el cuerpo. Estaba hundido en su angustia. Como descarga de esta tensión emocional, Diego utilizaba las risas, los gritos y los sonidos fuertes. Se descargaba también por una necesidad de oposición (sobre todo, familiar). Hay que entender esta necesidad de oposición como su debate por obtener la diferenciación del Yo frente al mundo externo.

Después, Diego entró en una segunda etapa en la que se produjo el desbloqueo verbal y la aceptación a seguir el ritmo de clase que se le proponía.

Diego necesitó revivir los estadios más precoces del desarrollo psicomotor, ejercer sus posibilidades motoras, tomar conciencia de su unidad corporal, vivir muchas situaciones de juego que le permitían establecer una relación de seguridad con el terapeuta e integrar progresivamente las experiencias vividas en un clima gratificante y en el que se sentía valorado.

La terapia le ha proporcionado los medios para satisfacer su necesidad natural de movimiento y de acción, desarrollar su espontaneidad, ejercer su creatividad no solo a través del cuerpo, sino también mediante el lenguaje verbal, léxico y gráfico. En cuanto Diego se encontró más autónomo, pudo seguir correctamente su aprendizaje escolar.

Tres meses después de finalizar la terapia psicomotriz, tuve una entrevista con la psicóloga. Sus conclusiones fueron las siguientes:

En el plano relacional y de comportamiento, Diego tiene la conducta de un niño de su edad, bien integrado en el colegio y en su casa.

En el plano psicomotor, no presenta problemas.

En el lenguaje, se observa una neta mejoría.

Todo el trabajo de la terapia de reeducación psicomotriz ha permitido que Diego se readapte escolarmente y reencuentre la espontaneidad y la alegría de vivir que habían sido reprimidas.

Los síntomas psicomotores que trata la terapia psicomotriz
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Los síntomas psicomotores que trata la terapia psicomotriz

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 11 agosto, 2016 El trastorno de lateralidad 0

Una persona con anomalías psicomotoras es alguien que no puede fijar su atención, un hecho que le impide desarrollar todo su potencial intelectual. La causa de esta incapacidad suele ser un desequilibrio afectivo.

La terapia psicomotriz, o reeducación psicomotriz, es una terapéutica con la que se consigue la armonía de las funciones mentales trabajando la coordinación de las corporales. Mediante esta reeducación se corrige la incapacidad de la contención motriz, mental, afectiva e intelectual.

Hay diversos síntomas de anomalía psicomotora para cuyo tratamiento la terapia psicomotriz se muestra extraordinariamente eficaz. Veamos los principales:

 

Deficiencias en el conocimiento del esquema corporal

El esquema corporal debe estudiarse desde dos aspectos: el conocimiento del cuerpo y la utilización del cuerpo. En el primero, se trata de estudiar si el niño conoce y distingue las diferentes partes de la cara y, en general, del resto del cuerpo. Este conocimiento se refiere tanto a su propio cuerpo como al del “otro” (un sujeto al que observe). En cuanto al segundo aspecto, el de la utilización del cuerpo, el terapeuta debe poder apreciar si el niño (o el adolescente o adulto) conoce la utilidad de cada una de las partes, ya que, de no ser así, este desconocimiento implica un conocimiento deficiente del esquema corporal.

 

Confusión en la orientación derecha-izquierda

La persona debe tener una buena orientación basada en su conocimiento de la derecha y la izquierda, tanto sobre sí mismo como sobre el “otro” (en este caso el educador, y también sobre los objetos). La orientación derecha-izquierda es una parte del problema general de orientación.

 

Desequilibrio estático

El control postural o equilibrio estático es la facultad que tiene el sujeto de mantener durante un cierto tiempo (uno 15 segundos, aproximadamente) el conjunto de sinergias necesarias para el control de la inmovilidad.

 

Problemas en la estructuración temporal

Es la capacidad para percibir distintos ritmos y reproducirlos.

 

Problemas para la estructuración espacial

La estructuración espacial es la capacidad para descomponer el espacio en elementos y lograr su abstracción. Esta capacidad se observa, por ejemplo, en el ejercicio que consiste en preguntarle al sujeto en cuántos pasos recorrería una sala determinada. Para llevarlo a cabo, el sujeto debe realizar mentalmente dos operaciones: descomponer el espacio específico de la sala y calcular en cuántos pasos podría cruzarla.

 
Los síntomas psicomotores que trata la terapia psicomotriz
 
Dificultades para la organización perceptiva

La capacidad perceptiva consiste en reconocer formas exactas de los objetos y su posición.

 

Habilidad manual y fineza digital insuficientes

Nos referimos a los “gestos finos y precisos”, a la motricidad manual y digital, y a la independencia de los dedos: tocar la mesa con los dedos individualmente, uno después del otro; pasar varias veces el extremo del pulgar por los otros dedos, etc.

 

Deficiencias en la coordinación general

Sobre este aspecto, se analizan dos cuestiones: la diadococinesia, que es la cualidad de regulación tónico-motriz en los movimientos rápidos de contracción y decontracción de grupos musculares anatagonistas, y los movimientos combinados de los miembros; es decir, la capacidad de realizar movimientos coordinados armoniosos y precisos con los miembros superiores e inferiores.

 

Dificultades en la motricidad facial

Una buena motricidad facial permite contraer los distintos músculos de la cara de manera independiente (levantar las cejas, apretar los párpados, hinchar una mejilla, etc.).

 

Dificultades para la concentración

La concentración es el grado de atención cuantitativa y cualitativa que somos capaces de poner en una tarea. Un déficit en esta capacidad es también un indicador de anomalía psicomotora que se trabaja en la terapia psicomotriz.

Diagnóstico y tratamiento del trastorno de lateralidad
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Diagnóstico y tratamiento del trastorno de lateralidad

Centro de lateralidad y psicomotricidad Joelle Guitart 29 julio, 2016 El trastorno de lateralidad 0

El trastorno de lateralidad se descubrió hace tan solo 40 años, por lo que para muchas personas y profesionales santarios todavía es un trastorno bastante desconocido. Este desconocimiento provoca que las familias que tienen un miembro con esta patología suelan llegar al centro después de haber realizado un recorrido agotador e infructuoso por diversos logopedas, consultas psiquiátricas, psicoterapias y, en numerosos casos, tras haber proporcionado al niño u adolescente un exceso de clases de refuerzo o tras haberle cambiado de colegio a uno de nivel pedagógico inferior.

Los niños con lateralidad hetrogénea o cruzada son confundidos con niños holgazones y/o con pocas capacidades cognitivas, y los jóvenes y adultos con el trastorno suelen presentar cuadros de depresión, estrés y ansiedad debido a que concluyen erróneamente que sus problemas tienen una causa psicológica o psiquiátrica. Si la lateralidad no se trata adecuadamente, los cuadros se agravan y deterioran con el tiempo.

El test de lateralidad: medio camino recorrido

Realizar un test de lateralidad completo -mano, ojo, pierna estática, pierna dinámica, motricidad facial, cervicales y oído- con el diagnóstico preciso y bien delimitado en cada caso equivale, como solemos decir en el centro, a haber hecho la mitad de la terapia de recuperación. Asimismo, el hecho de saber finalmente la causa de la patología, alivia enormemente la desazón acumulada en el paciente y en los demás miembros de la familia. Un buen estudio es el paso previo para iniciar la terapia adecuada con cada persona; un tratamiento que, como mínimo, disminuye el trastorno en un 80 %, y sin recaídas posteriores.

¿Se puede curar el trastorno de lateralidad?

Sí. El tratamiento disminuye el trastorno, al menos, en un 80 %; aunque lo habitual es que se llegue a una curación cercana al 100 %. Como se trata de un tratamiento neurofisiológico, no se producen recaídas, y cabe resaltar que, si el paciente decide ser padre o madre en un futuro, no transmitirá su problema de lateralidad al hijo. El tratamiento, que en nuestro centro siempre es personalizado, resulta efectivo tanto en niños y adolescentes como en jóvenes, adultos y personas de la tercera edad.
Antes de iniciar el tratamiento es esencial llevar a cabo un diagnóstico pormenorizado que nos va a permitir localizar las áreas afectadas, medir su grado de afectación y las relaciones entre ellas.

En qué consiste la terapia de lateralidad y psicomotricidad

Después de realizar el test de lateralidad para detectar, como decíamos anteriormente, las áreas afectadas, el grado de afectación y la relación entre ellas, diseñamos un programa personalizado de ejercicios (terapia psicomotora), que el paciente realiza en el Centro bajo nuestra guía y supervisión. Estos ejercicios son específicos para estimular las sinapsis: los recorridos neurofisiológicos que activan el lóbulo cerebral correspondiente a la lateralidad debida. El programa es dinámico; es decir, se adecua constantemente a la evolución particular de cada paciente.

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